miércoles, 5 de febrero de 2014
Tics poco democráticos sobre el aborto a diestra y a siniestra
TICS POCO DEMOCRÁTICOS SORE EL ABORTO A DIESTRA Y A SINIESTRA
Sigue la desorbitada polémica sobre el anteproyecto de ley de protección de los derechos de los concebidos y de la mujer embarazada, en la que se han producido reacciones poco democráticas, tanto a la siniestra como a la diestra del espectro político.
Tics antidemocráticos a siniestra
La reacción de la Izquierda ha sido virulenta, pues no admite en modo alguno la posible modificación de la Ley de 2010 de salud reproductiva y de interrupción voluntaria del embarazo, fruto de la insoportable levedad política y ética de José Luis Rodríguez Zapatero, quien –en un reciente artículo sobre “Democracia, aborto y consenso”- ha explicado la “ratio” de la adopción de la ley. Pese al logro de un cierto grado de consenso sobre la Ley de 1985, se produjo un notable incremento del número de abortos por “la aplicación abusiva y falsaria del supuesto de aborto terapéutico”, que llegaba al 90% de los realizados y suponía de facto “una vía sin garantías a abortos sin plazos”. Por ello, y para “ofrecer seguridad jurídica frente al juego de las puertas falsas”, modificó la Ley-Aído –lo que no figuraba en el programa electoral del PSOE-, pero, en vez de introducir medidas que impidieran los abusos cometidos al amparo del supuesto de “riesgo grave para la salud física o psíquica de la embarazada”, impuso una ley de plazos, que permitía “barra libre” a la interrupción el embarazo durante un cierto período de tiempo. Al liberalizar el “feticidio”, ya no había que preocuparse por los excesos que se cometían en la interpretación sobre el aborto terapéutico. Lo más grave de la reforma fue la conversión de un delito en un derecho, en contra de los más elementales principios jurídicos y éticos.
Mas -como la Izquierda se auto-atribuye el monopolio de los valores morales y la exclusiva para regular estos temas-, no admite por principio que un Gobierno de Derechas pueda legislar sobre la materia. Defensora del pensamiento único, la Izquierda no acepta que pueda presentar un proyecto al respecto, y –mediante una proposición no de ley- ha exigido su retirada antes de su llegada a las Cortes. Ha ejercido desmesuradas presiones dentro y fuera del hemiciclo, denunciado el anteproyecto ante foros que carecen de competencia como el Parlamento Europeo, llamado a rebato para que intervengan las federaciones internacionales de Partidos, y amenazado con imponer en la calle lo que no consigue en el parlamento por la vía democrática. Y todo ello adobado de una descalificación sistemática de la ley –calificada de “inquisitorial”, “retrógrada”, “cavernaria”, “atentado contra la democracia”, “ataque a los derechos fundamentales de la mujer”- y a sus autores. Federico Mayor y el seudo-teólogo J.J.Tamayo han afirmado que la ley es propia de un Estado totalitario, porque interfiere en la conciencia de la mujer, no respeta su “derecho a decidir” y le impone la maternidad, y que numerosos colectivos católicos defienden la vigente ley de plazos. El PSOE tendrá que decidir si acata el artículo 15 de la Constitución, la sentencia 53/1985 del Tribunal Constitucional (TC) y las normas internacionales, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos a la Convención de 2006 sobre Derechos de las Personas con Discapacidad, en la que se reafirma el derecho inherente a la vida de todos los seres humanos.
Tics antidemocráticos a diestra
Pero las reacciones críticas también se han producido en ciertos sectores de la Derecha. Como ha lamentado Jaime Mayor, hasta dentro del PP hay personas que dudan de la transcendencia de la defensa de la dignidad de la persona más débil, del ser humano no nacido. Al circo “pepero” le crecen los enanos. La delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, ha apostado por una regulación de plazos; el Presidente del PP guipuzcoano, Borja Sémper, ha dicho que hay que respetar el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo; el Presidente de la Junta de Galicia, Alberto Núñez, ha censurado el texto y afirmado que debe adecuarse al contexto europeo…Pero quien ha ido más lejos ha sido el Presidente de Extremadura, José Antonio Monago, al afirmar que la ideología no debe introducirse en la interrupción del embarazo, que nadie puede obligar a una mujer a ser madre y que debe buscarse un consenso con el PSOE, incluso en torno a una ley de plazos. Y, en el colmo de la deslealtad, presentó ante la Asamblea Extremeña una propuesta de declaración institucional en la que instaba al Gobierno a no avanzar en la tramitación del anteproyecto y elaborar una regulación “mucho más consensuada y acorde con la sociedad plural y secularizada de hoy”. La moción no prosperó por la oposición del PSOE, que se aferra a la Ley-Aído por estimar que en ella está el consenso sobre el aborto. La dirección del PP ha quitado importancia a la ocurrencia de su “barón rojo”, pero –en un partido serio-, si Monago no rectificara o dimitiera, sería expulsado. No es un problema de libertad ideológica, sino de lealtad a su Partido. El PP presentó en 2010 un recurso contra la ley ante el TC, declaró en su Estatuto su compromiso renovado con el derecho a la vida, “nuestra oposición a la ley de aborto de 2010 y nuestro compromiso en el Programa de las elecciones generales de 2011”, en el que afirmó: ”Cambiaremos el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida”. ¿Dónde estaban en esos momentos Cifuentes, Sémper, Núñez, Monago y otros jerifaltes contestatarios?. Con este programa el PP obtuvo la mayoría absoluta y ahora debe cumplir sin complejos su promesa electoral. El Presidente de la Comunidad Valenciana, Alberto Fabra, ha criticado a quienes “hacen declaraciones fuera de los principios de lealtad, compromiso y defensa de los valores que representa el Partido”, el de Madrid, Ignacio González, ha señalado que “no es cuestión de gustos, sino de compromiso electoral”, y la de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, ha rechazado la regulación de plazos, porque el aborto “no es un derecho unilateral de la mujer” y –en caso de colisión con los derechos del concebido-“la legislación debe proteger al más débil”. Los líderes populares parecen poco entusiasmados y han dejado al Ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, que lidie en solitario a los morlacos abortistas, lo que está haciendo con brío y convicción por estimar que es el proyecto político más importante que ha hecho en toda su vida.
Fundamento del anteproyecto
El anteproyecto es un texto bien fundamentado jurídica y éticamente. Parte de que el derecho a la vida es “la proyección de un valor superior del ordenamiento jurídico constitucional –la vida humana-, y constituye el derecho fundamental, esencial y troncal, sin el cual los derechos restantes no tendrían existencia posible”. Se basa en los criterios de la sentencias del TC de 1985.de que la vida del nasciturus es “un bien jurídico protegido por la Constitución”, que conlleva para el Estado la obligación de abstenerse de interrumpir u obstaculizar el proceso natural de gestación, y de establecer un sistema legal para la defensa de la vida. Esta protección no tiene carácter absoluto y debe ser dispensada dentro de los límites impuestos por la existencia de otros derechos reconocidos, que deben ser cuidadosamente ponderados en situaciones de conflicto. Ni la vida del nasciturus puede prevalecer incondicionalmente sobre la de la mujer embarazada, ni los derechos de ésta tener primacía absoluta sobre los de aquél. Además, la ley no puede condicionar el valor de la vida a la voluntad de la gestante o a las expectativas de una posible discapacidad del hijo. El texto puede ser mejorado o empeorado durante el trámite parlamentario, y es deseable que ocurra lo primero. Mariano Rajoy se ha mostrado dispuesto a hablar con todos para lograr un acuerdo lo más amplio posible. Confío en que no olvide en el intento sus palabras de que la ley se basará en la doctrina del TC y de que “no hay nada más progresista que defender a la más indefensa de todas las personas: alguien que todavía no ha nacido”. En su último discurso ante el Cuerpo Diplomático, el Papa Francisco exclamó: ”¡Siento horror ante la sola idea de que haya niños que nunca podrán ver la luz víctimas del aborto!”.
Madrid, 30-XII-13
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