lunes, 30 de noviembre de 2015

¿Es el Islam una religión de paz?

¿ES EL ISLAM UNA RELIGIÓN DE PAZ? Orígenes del yihadismo Los trágicos asesinatos cometidos por el Estado Islámico (EI) el pasado 13 de Noviembre en París han sacado a la palestra el tema de si el Islam es una religión de paz o de violencia. Como ha observado en Director de Centro cultural Islámico de Madrid, Sami al-Mushtawi, el Islam no incita al odio ni al rencor, y menos aún a actos de barbarie y terror, pues el terrorismo no tiene relación alguna con él. Es la ignorancia de los preceptos de la religión musulmana el principal motivo del extremismo yihadista, que incita a estos jóvenes a llevar a cabo operaciones terroristas. Para el opositor laico sirio, Raed Fares, el Islam es paz y amor y no tiene nada que ver con lo que promueven el EI o al-Qaeda. Ramón Pérez Maura estima, en cambio, que, aunque sean muchos los que hablen de que el Islam es una religión de paz, llevan años asesinando en nombre de Alá y, si es cierto que hay condenas testimoniales, no veo a la Comunidad Islámica -la “Umma”- perseguir, encarcelar o condenar a los que, entre los suyos, practican crímenes como los del Daesh. Según Manuel Núñez Encabo, el origen de los atentados en Paris está en el fundamentalismo religioso del que se sirve el brazo ejecutivo del EI. No se trata de acciones aisladas sino sincronizadas, de una “guerra santa” contra los que los musulmanes consideran que ofenden a su religión. Es un terrorismo basado en justificaciones religiosas que ordenan combatir a los infieles dondequiera que se hallen. Para Santiago González, es una religión en la que quien paga al gaitero pide la tonada, y los que financian al EI son Arabia Saudita y Qatar, mientras que para el nacionalista holandés Geert Widers es esencialmente una ideología política, un sistema que fija reglas detalladas de conducta para la sociedad y para la vida de cada individuo. Según Gabriel Albiac, es una guerra de religión conforme a las reglas de sumisión que atan al musulmán a un Alá cuyos mandatos constituyen la única ley. El mandato coránico es explícito y muy poco concordante con fantasías benévolas. La guerra que los yihadista despliegan contra el mundo infiel es lucha contra una resistencia diabólica al mandato de Alá y, para esa resistencia, el Corán contempla un solo castigo: la muerte. A juicio de Raúl del Pozo, 1.600 millones de musulmanes oyen el tambor de guerra contra los infieles, “a los que es igual que les aconsejes como que no les aconsejes. Creen engañar al eterno. Sus ojos ven tinieblas y les esperar terrible castigo”. Al grito de “Alá akbaru” –Alá es grande-, intentan aplicar la Sharia en toda la tierra por la fuerza de las armas y están dispuestos a izar su bandera por doquier. Javier Gómeze estima que, para el EI, Occidente somos los “cruzados” infieles y, frente a nosotros, no hay una religión sino una ideología que deforma el Islam, pero que sale netamente de él. Según Marcos García Rey, hacer una evaluación religiosa de los atentados de París señalando a la religión islámica como la causa primordial no ayuda al análisis ni a la búsqueda de soluciones. El yihadismo es una corriente ideológica, una especie de nacionalismo religioso transfronterizo, que tiene unos objetivos políticos: la creación de Estados donde se imponga su idea maximalista del Islam. Comparto estas últimas opiniones: el yihadismo es un ideología con un trasfondo religioso y un objetivo político. Incitación a la “yihad” en el Corán El Corán incita a la “yihad” cuando afirma: “La yihad es ordenada a los musulmanes aunque les disguste (sura 2:216),”haced yihad por Alá como Él se merece” (22:75) o “no obedezcáis a los infieles y haced yihad contra ellos con toda la fuerza” (25:52). La palabra “yihad” tiene una triple acepción: esfuerzo interior del creyente para domeñar sus pasiones y mantener su fe, esfuerzo por edificar una sociedad musulmana y lucha para propagar el Islam, por medio de la fuerza si fuera preciso. El Corán recurre a menudo a la tercera acepción del término en el contexto del combate de los fieles por su Dios, incluida la lucha armada, la “guerra santa” contra los infieles. Los comentaristas musulmanes se basan en la siguiente sura para mantener que la guerra de la yihad es meramente defensiva y sólo está justificada cuando se produce como reacción al previo ataque de los infieles: “Combatid por Dios contra los que os combaten, pero no os excedáis. Dios no ama a los que se exceden. Matadles donde déis con ellos y expulsadles de donde os hayan expulsado. No combatáis contra ellos junto a la Mezquita Sagrada a no ser que ellos os ataquen. Así que, si combaten contra vosotros, matadles: esa es la retribución de los infieles…Combatid contra ellos hasta que dejen de induciros a la apostasía y se rinda culto a Dios. Si cesan, no haya más hostilidades…Si alguien os agrediere, agredidle en la medida que os agredió” (2:190). Sin embargo, el Corán está lleno de llamamientos a la lucha armada sin matización alguna: “Combatid por Alá…Puede que Alá contenga el ímpetu de los infieles. Dispone de más violencia y es terrible en castigar” (4:84);”si no marchan por el camino de Alá, atrapadlos y matadlos dondequiera que los encontréis” (4:89); “los infieles son para vosotros un enemigo declarado” (4:101):”los mayores enemigos de los creyentes son los judíos y los asociados” (5:82);”infundiré el terror en los corazones de quienes no creen.¡Cortadles el cuello, pegadles en todos los dedos!”. (8:12);”combatid contra ellos hasta que no haya más persecución y se rinda todo e culto a Alá!” (8:39); “Profeta ¡Anima a los creyentes al combate!” (8:659;“matad a los asociados –cristianos asociados a Jesucristo- dondequiera que los encontréis “ (9:5);”¡combatid contra ellos!.Dios los castigará a manos vuestras” (9:14);“¡combatid contra quienes, habiendo recibido la escritura, no creen en Alá…ni practican la fe verdadera!” (9:29);”¡Id a la guerra…y luchad por Alá con vuestras haciendas y vuestras personas!” (9:41); ”Profeta:¡Combate contra los infieles y los hipócritas!.!Sé duro con ellos!” (9:73); ”¡combatid contra los infieles que tengáis cerca!”(9:123);”a los que se niegan a creer, golpeadlos en sus cuellos” /47:4);”Mahoma es el mensajero de Alá y los que están con él son despiadados con los infieles” (48:29). El talante beligerante del texto sagrado ha sido corroborado por destacados comentaristas islámicos como Bujari (“El apóstol de Alá dijo: Me ha ordenado combatir a la gente hasta que digan: Nadie tiene derecho a ser adorado sino Alá”), Tabari (“Matar infieles es un tema menor para nosotros”) o Ibn Ishak (“Lucha contra todos en el camino de Alá y mata a los que no creen en Él” o “un Profeta debe masacrar antes que recoger cautivos”). La yihad es una orden que emana de Alá y fue transmitida por Mahoma a sus seguidores. Se trata de un mandato imperativo de carácter universal y permanente hasta que la Humanidad se convierta al Islam, En consecuencia, asesinar infieles ha sido una práctica habitual de los musulmanes desde que el Profeta declaró que era lo más grato a Alá, sólo después de creer en el Dios del Islam. Por ello, la mayoría de los musulmanes creen que la guerra contra los infieles o contra los que no creen en Alá es algo santo. Concepción actual de la yihad La situación ha cambiado notablemente en relación con otros tiempos en que los países árabes y el Imperio Otomano se hallaban en guerra permanente con las naciones cristianas, como se puso de manifiesto con los ataques de militantes de al-Qaeda a Estados Unidos en 2001,-para los que Occidente no estaba preparado política, militar, policial o psicológicamente- y en subsiguientes atentados. El “modus operandi” de la yihad ha cambiado por completo. Su ejército en la sombra –según José María Carrascal está compuesto por jóvenes musulmanes que han nacido en los arrabales de París, Londres, Madrid u otras ciudades europeas, que se sienten extraños en ellas, porque los segregan o creen que los segregan. Se trata de una guerra sin cuartel perdida de antemano porque tenemos al enemigo dentro de casa. En opinión del profesor de Nanterre Gilles Ferragu, la radicalización de estos islamistas es resultado de una crisis identitaria. Los jóvenes se buscan a sí mismos y se dejan llevar por un romanticismo revolucionarios para encontrar una causa en sus vidas, que acaba siendo la violencia terrorista. Procuran una identidad que la religión musulmana les ofrece y pasan por una primera fase de radicalización religiosa que les lleva al salafismo y, de allí, a la violencia. En este mismo sentido, la filósofa búlgaro-francesa Julia Kristeva ha afirmado que, a falta de ideales, los jóvenes abrazan uno en forma de una religión que no conocen y adoptan de ella ciertos esquemas y elementos que les permite sacrificarse por una causa, pensando que con ello alcanzarán el paraíso. A ello les alienta el Corán de forma simplista:”A quienes combatieran y fueran muertos los introduciré en los jardines por cuyos bajos fluyen arroyos, recompensa de Alá” (3:195) o “a quien combatiendo por Alá sea muerto, le daremos una magnífica recompensa” (4:74). Al llamar a la guerra santa, las autoridades religiosas otorgan a la lucha armada un carácter religioso, que premia con el paraíso a quienes caigan en el combate y que hace del libro sagrado –en palabras de Javier Villa- un “arma de combate”. No tengo claro –ha observado Raúl del Pozo- si los yihadistas mueren en nombre de Alá como camino al paraíso o están poseídos por el odio a los valores de Occidente o por venganza como respuesta a ser reducidos a ciudadanos sin esperanza. La crueldad de los yihadistas y su afán de matar, sin embargo, no puede justificarse sólo por la marginación y quizás se agarren a coartadas ideológicas, pero –según Enric González- ninguna ideología puede proponer ya nada a quienes se sienten marginados y víctimas de un sistema que consideran injusto, salvo la ideología apocalíptica del islamismo yihadista. Se trata, para Kristeva, de “una especie de perversión del Islam, que libera pulsiones, no de vida, sino de muerte”. Esta actitud no es compartida por la mayoría de los musulmanes, pues –como ha señalado el Presidente iraní, Hasan Rohani, “los terroristas no son leales a ninguna religión” o el Imam de la mezquita del Centro Cultural Islámico de Madrid, Hasan Khoja ,“la matanza de inocentes, musulmanes o no musulmanes, en el nombre del Islam es un crimen contra nuestra religión, opinión que coincide con la del Papa Francisco, para quien utilizar el nombre de Dios para justificar la violencia es una blasfemia. No obstante, a juicio del periodista marroquí Mahi Binebine, constatamos el nacimiento de un Islam yihadista y nihilista, y los ulemas repiten que los líderes de los grupos terroristas tienen razón al ponerse en movimiento para despertar a la “Umma” y revelar la auténtica naturaleza de un Occidente demoníaco. Y Jon Juarista ha añadido que la función de la mayoría del Islam contemporáneo es aplaudir cada nueva salvajada y culpar a las democracias occidentales de los atentados en Nueva York, Londres, Madrid, París o Jerusalén. El Islam –según Albiac- ha declarado la guerra a Occidente. El suicidio está expresamente condenado en el Corán: “No os matéis….A quien obre así por malicia y siendo injusto, le haremos sufrir en el fuego” (4:29, 30 y 39). El Profeta dicho:”El hombre que se quite la vida por sus propias manos vivirá eternamente en el infierno y será torturado con el medio que usó para suicidarse”. Pese a ello, a partir del establecimiento de un Estado confesional chiita en Irán en 1982, distintas Escuelas teológicas coránicas admiten su licitud moral cuando los terroristas lo utilizan para una “causa islámica”, pues la defensa de la Umma amenazada por los infieles justifica el recurso a cualquier tipo de medio. Las exigencias políticas se han impuesto sobre la literalidad del Corán. Ataques yihadistas a los musulmanes Los yihadistas atacan no sólo a los infieles, sino también a otros musulmanes y, según el Centro de Londres para el Estudio de la Radicalización y la Violencia Política, en 2014 el 80% de las víctimas de los atentados fueron musulmanes. Por eso, deberían ser ellos los primeros interesados en subrayar que el islamismo –en palabras de Jeffrey Goldberg- no es un proyecto supremacista, imperial y medieval, con el que no existe convivencia posible. Para Luis María Ansón, los atentados suicidas resultan incontrolables cuando un joven cree que al activar su cinturón de explosivos se irá al paraíso, y no hay servicios de inteligencia ni fuerzas de seguridad capaces de de desbaratar sus propósitos. Para liquidar el terrorismo islámico se precisa un plan político y diplomático que consiga alinear al mundo musulmán contra sus talibanismos internos, especialmente a los mahometanos que se han instalado en las naciones europeas y disfrutan de su bienestar y de sus leyes. Según Javier Gómez, hay quienes argumentan que en el Islam hay dos bandos: “ellos” –los terroristas- y “los otros” –casi todos los musulmanes-, y no haría falta defender el mismo modelo de sociedad ni creer en el mismo Dios para compartir el enemigo común del terrorismo. El 98% de los musulmanes pacíficos deberían rebelarse contra la minoría radical, pero reina la pasividad, por comodidad, cobardía o complicidad. Hace falta una mayor implicación y rotundidad en la condena del terrorismo por parte de los dirigentes del Islam a nivel universal, estatal y local, pero la inexistencia de una autoridad suprema en el islamismo sunita impide una actuación concertada. Para luchar contra el yihadismo y evitar que los jóvenes sean víctimas del fundamentalismo es preciso –a juicio de Kristeva- revaluar la herencia judía, musulmana y cristiana. Es imprescindible –añade Núñez Encabo- proceder a la deslegitimización de la pretendida justificación religiosa de las acciones yihadistas., para lo que deberían reunirse los máximos líderes del Islam, del Cristianismo y del Judaísmo. Las condenas de los dirigentes religiosos a nivel local son necesarias, pero resultan insuficientes. Hay que condenar asimismo a los Estados del Golfo, especialmente a Arabia Saudita, por su política de expandir el fundamentalismo integrista y xenófobo del wahadismo y de financiar generosamente a los movimientos yihadistas, sin parar mientes en sus actividades terroristas. En las escuelas coránica –madrasas- exportadas a distintos Estados musulmanes –como Afganistán, Pakistán y loas antiguos territorios de la URSS en Asia- y costeadas por la dinastía de los Saud, se adoctrina a los alumnos y se les lava el cerebro, se culpa a otras religiones de las maldades del mundo y se inculca el odio al cristianismo y a Occidente, se fomenta la confrontación y la violencia entre las diversas religiones y culturas, se relativiza el valor de la vida y se ensalza la inmolación suicida. En un alarde de cinismo, el monarca saudita creó en 2012 en Viena –con la cándida colaboración de los Gobiernos español y austriaco- el Centro Internacional Rey Abdullah Ibn-Abdulaziz para el Diálogo Interreligioso e Intercultural, con el fin de “posibilitar, potenciar y promover el diálogo de diversas religiones y culturas de todo el mundo”. El pretendido diálogo es sólo de puertas afuera, pues Arabia Saudita es un Estado confesional -cuya Constitución es el Corán y la ley es la Sharia- sólo acepta el sunismo wahabita y no permite en su territorio un solo lugar de culto para cualquier otra religión. El Centro es un círculo de propaganda y proselitismo saudita, encargado de desmontar los “estereotipos y conceptos erróneos” acerca del Islam y ha sido amenazado de cierre por el Canciller austriaco, Werner Faymann, por haberse negado a criticar la sentencia de los Tribunales sauditas que ha condenado a Raif Badawi a 10 años de prisión y a 1.000 latigazos por “insultar al Islam”, ya que no se trata de “un centro de diálogo, sino de silencio”. Inadaptación de los musulmanes a la sociedad occidental Los musulmanes no han sabido despojarse de ciertas prácticas que hacen incompatible el ejercicio de su religión con los hábitos occidentales, lo que dificulta su integración en sociedad cuando emigran a las naciones europeas. Hay que tener en cuenta que no se trata sólo del cumplimiento del Corán, sino de las interpretaciones que de sus textos puede hacer cualquier indocumentado mullah y del seguimiento de ciertas tradiciones contrarias a derecho consagradas en la Sharia. Es natural que se conceda a los musulmanes plena libertad para el ejercicio de sus creencias en el ámbito privado, pero no así si transcienden al nivel público y son contrarias a la ley del país de acogida.. Prácticas como la poligamia, la ablación, la pedofilia, la tortura, la lapidación, la amputación o la sumisión total de la mujer, no pueden ser aceptadas por las sociedades occidentales por muy arraigadas que estén en la tradición islámica. Cuando Arabia Saudita fue condenada por el Comité de la ONU contra la Tortura por realizar amputaciones de miembros a los autores de delitos de robo, el Gobierno alegó que dicha práctica formaba parte de una tradición musulmana que databa de 1.400 años. El Estado y la sociedad de los países de acogida deberán evitar las discriminaciones y facilitar la integración de los inmigrantes musulmanes, pero son éstos los que tienen que hacer un gran esfuerzo para adaptarse a las costumbres de su nuevo país, sin tratar de imponer las suyas. No es fácil la asimilación porque los hábitos de unos y otros son como el agua y el aceite, que difícilmente se mezclan. Aparte de la intolerancia religiosa –que incluye la aplicación de la pena máxima en los casos de apostasía- y el respaldo a la yihad, hay un grave problema difícil de superar: el trato denigrante a la mujer. Según el Corán,”los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia de Alá que ha dado a uno sobre otras…¡Amonestad a aquéllas de quienes temíais que se rebelen, dejadlas solas en el lecho, pegadles!. Si os obedecen, no os metáis más con ellas” (4:34). Este texto ha sido interpretado de forma constante por la tradición coránica y la práctica islámica en el sentido de consagrar la desigualdad de género, la superioridad del hombre sobre la mujer y la sumisión de ésta, hasta el extremo de que no pueda tomar decisión alguna sin refrendo de varón –padre, esposo, hijo o pariente- y de que su testimonio valga la mitad que el de un hombre. Aunque la inmensa mayoría de los musulmanes sea pacífica, la actuación nefanda de una ínfima minoría puede llevar a la opinión occidental a tomar el todo por la parte y a criminalizar a toda la Comunidad Islámica. Como ha impetrado Binebine a Occidente, “dejen de incriminar al Islam como una ideología de violencia, porque eso sólo añade agua al molino de los obscurantistas”. Lleva en parte razón el periodista marroquí, pero los dirigentes del Islam deben adoptar una actitud inequívoca de rechazo de la violencia y de defensa de la paz interreligiosa, lo que no suele ser el caso. El Corán no ayuda en esta labor, pues cesa de hablar de lo mismo y de repetir machaconamente el mandato de “¡combatid, combatid, combatid!”, como si el Islam hubiese sido creado sólo para el combate. Tras lo expuesto, no puedo concluir que el Islam sea una religión de paz, antes al contrario, y la experiencia histórica muestra que ha estado o está en lucha constante con todas las confesiones religiosas, ya sean cristianos o judíos, hindúes o budistas, bahais o siks, e incluso musulmanas. Madrid, 30 de Noviembre de 2015

lunes, 16 de noviembre de 2015

El Estado Islámico, tan lejos y tan cerca

EL ESTADO ISLÁMICO, TAN LEJOS Y TAN CERCA Introducción El 11 de Septiembre de 2001, unos comandos del movimiento yihadista “Al-Qaeda”, liderado por Bin Laden, atacaron y destruyeron, ante la sorpresa y estupefacción mundial, las Torres Gemelas de Nueva York, y bombardearon el Pentágono, “sancta sanctorum” de la soberania de Estados Unidos. Hasta entonces, los Estados tenían que defenderse de otros Estados o de movimientos revolucionarios o de liberación, pero ahora el enemigo se ha diluido en el difuso ectoplasma de Al-Qaeda, que, a su vez, se ha multiplicado mediante franquicias y filiales que actúan por su cuenta. El 11 de Marzo de 2004, islamistas radicales inspirados por Al-Qaeda colocaron bombas en varios trenes que se dirigían a Madrid y causaron la muerte de 197 personas. En 2014, un grupo de yihadista prácticamente desconocido, dirigido por Abu Bakr al-Bagdadi, creó el Estado Islámico de Irak para reagrupar a los militantes sunitas iraquíes descontentos con el Gobierno del chiita Nuri al-Maliki, y a él se incorporaron islamistas radicales procedentes de todo el orbe. Aprovechándose del caos existente con motivo de la guerra civil en Siria, extendió sus actividades terroristas a este país y pasó a denominarse “Estado Islámico de Irak y Levante”. Se apoderó de casi un tercio de los territorios de Siria y de Irak, y conquistó Mosul, donde Bagdadi proclamó el Califato del Estado Islámico –EI o Daesh, en su versión árabe-. Extendió su actividad terrorista más allá de los territorios ocupados a través de grupos de fanáticos, más o menos organizados, y de individuos que operan a su aire, los “lobos solitarios”. Así, el 26 de Junio de 2015 realizó de forma simultánea un triple atentado contra unos turistas en Túnez, una mezquita chiita en Kuwait y un empresario en Francia. Los objetivos perseguidos por la barbarie yihadista del Califato no eran fruto del azar, sino que obedecían a una bien planeada estrategia: poner contra las cuerdas la vía democrática iniciada por Túnez tras la “primavera árabe”, incitar a la confrontación sectaria en un conservador Estado sunita del Golfo Arábigo-Pérsico, y dar un toque de atención a un país occidental que se había sumado activamente a la guerra contra el EI. A principios de año Francia había sido atacada con el asalto de los hermanos Kouachi al semanario satírico “Charlie Hebdo”, reivindicado por la rama yemenita de Al-Qaeda como venganza por la publicación de unas caricaturas de Mahoma, que causó 12 muertos. La presión sobre Francia ha alcanzado su punto culminante con la masacre cometida el 13 de Noviembre, en que tres comandos del EI atentaron de forma simultánea y coordinada contra varios objetivos civiles en París, especialmente la sala de espectáculos “Bataclan”, causando 129 muertos y más de 350 heridos, 99 de los cuales se encuentran en estado crítico. En un comunicado en el que reivindicaba la autoría, el Daesh ha amenazado con que sólo se trata del principio de la tempestad que asolará a Francia. Por el número de víctimas, el magnicidio es comparable con los atentados de Madrid. También ha llegado hasta España la nefasta influencia del EI, como muestran la detención el 19 de Octubre en Barajas de una joven almonteña de 22 años, que trataba de viajar a Siria para incorporarse a la guerrilla yihadista, y el 6 de Noviembre en Málaga de otra joven de 26 años con similares pretensiones, así como de otros presuntos yihadistas. Se han producido seis detenciones en una semana y, en lo que va de año, la policía ha arrestado a 63 militantes vinculados con el Daesh. Aunque compuesto fundamentalmente por sunitas, el EI persigue por igual a los chiitas y a los sunitas que no concuerdan con él, y alienta las disputas entre las dos ramas del Islam para reforzar su implantación mediante el terror. Diferencias entre sunitas y chiitas Alí –yerno de Mahoma- accedió al Califato en 656, pero murió cinco años más tarde en Kufa durante una sublevación liderada por el Gobernador omeya de Siria Muawiya. Le sucedió su hijo Husein, que fue asimismo asesinado en 680 por Yazid en la batalla de Kérbala, ciudad santa donde reposan sus restos. Su martirio –que se conmemora cada año en la festividad de la Ashura- provocó un cisma en el Islam entre los seguidores de Husein –chiitas- y los partidarios del Califa Yazid –sunitas-. Aunque ambas corrientes acepten los principios básicos de la religión musulmana, hay entre ellas algunas diferencias. Ilya U. Topper niega que existan diferencias teológicas, ya que comparten el mismo Dios, se rigen por los dictados del Corán y comparten el fundamentalismo, la teocracia, la religión, la Sharía, las mezquitas, la concepción misógina de la mujer y la oposición radical al “infiel”. Sólo queda optar entre el chador iraní o el burka saudita. No comparto esta visión simplista, pues, aunque pocas, hay algunas diferencias, como el aspecto más sacrificial de la rama chiita –que se pone de manifiesto en la citada fiesta de la “Ashura”- o el hecho de que el chiísmo cuente con una jerarquía de la que carece el sunismo. La falta en él de una autoridad mundial y de una jerarquía institucionalizada ha facilitado la proliferación de imames y “mullahs” insuficientemente preparados, que interpretan a su antojo el Corán, inducen a la violencia y lanzan “fatwas” en las que condenan a muerte a infieles, como en el caso de Salman Rushdie por sus “Versos satánicos”. Para Idris Tawfiq, la ausencia de autoridad religiosa ha alentado la radicalización de los musulmanes, que escuchan las prédicas de líderes y grupos que aseguran hablar en nombre del Islam y no tienen nada que ver con la auténtica religión. Los seducen con la idea de hacer algo grandioso y les ofrecen un relato atractivo que el islamismo moderado es incapaz de proporcionarles. Los “lobos solitarios” son fruto de la frustración que sufren los jóvenes y sólo desparecerá cuando la corriente mayoritaria les ofrezca un plan alternativo que les atraiga. El chiísmo se expandió por todo Oriente Medio y se implantó con mayor fuerza en Irán, Irak, Siria, Líbano, Bahrein y Azerbaiyan. En la época de Saddam Husein, los chiitas suponían el 56% de los musulmanes, frente al 44% de los sunitas, pero eran éstos los que controlaban Irak. Lo contrario ocurría en Siria, donde la minoría alauita –una rama del chiísmo-, dirigida por Hafez al-Asad, ostentaba el poder. A diferencia del confesionalismo iraní, el Baaz era un partido laico que preconizaba la separación entre Iglesia y Estado, y el régimen iraquí permitía la libre práctica religiosa, siempre que no tuviera incidencias políticas. En Irak se encontraban los principales santuarios del chiísmo –Kerbala, Najef, Samarra y Khadimiya- y tan sólo el movimiento chiita Al Dawa, apoyado por Irán, luchaba abiertamente contra Saddam con métodos terroristas, incluido el uso, por primera vez, de coches-bomba. El Ayatollah Ruhollah Jomeini trató de exportar la concepción chiita en el Golfo, pero se topó con la oposición de Saddam, lo que provocó el conflicto irano-iraquí (1980-1987). Tan sólo tuvo éxito en Líbano, donde su apoyo a la milicia chiita de Hizbollah permitió la hegemonía de ésta y rompió el frágil equilibrio de encaje de bolillos establecido en el país a raíz de su independencia de Francia. Tras la II Guerra del Golfo (2003), Georges Bush Jr entregó el Gobierno de Irak al chiita radical líder de Al-Dawa, Nuri al-Maliki, quien arrojó a los sunitas a las tinieblas exteriores y provocó el conflicto entre las dos corrientes. El poco motivado ejército iraquí fue humillantemente vencido por las “brigadas internacionales” del EI, que ocuparon las principales ciudades de la zona sunita, incluida Mosul. El levantamiento contra Bashar al-Asad iniciado por el laico Frente Sirio de Liberación- fue secuestrado por los grupos yihadistas de al-Qaeda y del EI, y ahora los aliados –que desean su relevo- no saben a quién apoyar y cómo hacerlo para que no se aprovechen los radicales. Irán respalda a Siria y se opone a la acción del EI tanto en este país como en Irak, pero tiene problemas políticos para colaborar con Estados Unidos a tales efectos. Su franquicia libanesa de Hizbollah ha intervenido militarmente en ayuda de Siria, lo que ha causado la extensión de la guerra civil al Líbano y la oposición de Turquía y de Arabia Saudita. Ésta, que teme la influencia negativa del EI en su territorio y la propia subsistencia de su monarquía, se ha unido de mala gana a la Coalición Internacional. Tanto ella como Irán son contrarios al EI, pero no colaboran ni hacen nada para superar el enfrentamiento entre sunitas y chiitas, a lo que están obligados en su calidad de líderes respectivos de las dos ramas del Islam. Las diferencias religiosas existentes entre ellas, sin embargo, no han impedido durante siglos una pacífica cohabitación que aún prevalece en la mayoría de los países musulmanes, pese a la incitación fraticida de los dirigentes políticos de las dos corrientes, Arabia Saudita e Irán. Las líneas religiosas y políticas se entrecruzan y confunden. Así, Irán apoya tanto a los chiitas de Hizbollah en Líbano, como a los sunitas de Hamad en Palestina, y Arabia Saudita colabora con el chiita Irak contra el sunita EI, que persigue por igual a los chiitas y a los sunitas que no comparten su concepción del mundo. Entre Arabia Saudita e Irán ha aparecido el EI que –según Haizam Amirah Fernández- ha utilizado estas diferencias como excusa para dividir a los musulmanes y afianzar su poder en medio del caos por él creado. Según Juan Ruiz de Azcárate, el fenómeno del terrorismo islamista viene marcado por la revolución islámica de Irán, que inspiró las bandas armadas de bandera chiita, y por la épica victoria de los yihadistas sobre las tropas soviéticas en Afganistán, que dio lugar al terrorismo de de influencia sunita y a sus manifestaciones político religiosas más extremistas: el Gobierno talibán y el Movimiento Yihadista Internacional, que engloba a Al-Qaeda y a toda la nebulosa de redes, grupos e individuos que comulgaron con la ideología y plan de acción propugnado por ella, incluido el EI. Características del Estado Islámico Inspirado en el wahabismo de Arabia Saudita, el EI ha hecho una interpretación extremista, intolerante y sectaria del Islam, que propaga con múltiples recursos y con la colaboración de los medios de comunicación y de las redes sociales, que difunden gratis sus salvajadas con el consiguiente efecto mimético. No difiere en lo esencial de la técnica de Al-Qaeda, de la que sólo le separa cuestiones de liderazgo y de “modus operandi”. El epicentro ideológico de las distintas ramas del yihadismo se halla en la Península Arábiga, cuyos regímenes llevan décadas arropando y financiando una versión ultrapuritana, intolerante y misógina del Islam, La monarquía saudita –tradicional aliada de Occidente- apoya política y financieramente los movimientos integristas radicales y ha exportado el fundamentalismo “wahabita” a Afganistán, Pakistán e Irak y a los países musulmanes de la antigua URSS. Facilita dinero y personal a sus escuelas coránicas –“madrasas”-, en las que se lava el cerebro a los alumnos, se les inculca el odio al cristianismo y a la cultura occidental, se promociona el fundamentalismo integrista, se relativiza el valor de la vida y se ensalza la inmolación suicida. Con la tolerancia de Estados Unidos y de las potencias occidentales, los países del Golfo han permitido la creación de monstruos que han crecido hasta quedar fuera del control de sus munidores contra los que se revuelven, dejando en el camino destrucción, odio y polarización. El Daesh pide ahora el derrocamiento de las dinastía de los Saud en Arabia Saudita y de los Al-Sabah en Kuwait, países predominantemente sunitas, aunque cuenten con importantes minorías chiitas, a las que el EI ataca para provocar una confrontación sectaria entre las dos comunidades. Se sirve como instrumento del llamamiento a la “yihad” contra los “infieles”, que son todos los que –cristianos, yazidis, chiitas o sunitas moderados- no piensen como él. En opinión de Enric González, la guerra contra el yihadismo del EI sólo podrá ser ganada si se suprime la mezcla tóxica de petrodólares y fundamentalismo que emana del Golfo. Como ha observado el Ministro francés de Asuntos Exteriores, Laurent, Fabius, el EI no debería ser calificado con este nombre, porque ni es Estado, ni representa al Islam. Opera como un grupo paramilitar muy bien entrenado, pertrechado y organizado, que –pese a su reducido número- resulta tremendamente efectivo. Es sumamente radical en lo religioso, pues quiere imponer a sangre y fuego su versión extremista del Islam y la aplicación forzosa de la ley islámica (“Sharía”), para lo que utiliza la crueldad y el asesinato como instrumentos de acción política. No sólo realiza actos terroristas, sino que recurre al terror como principal medio de disuasión y de proselitismo. Ha logrado derrotar a las desorganizadas Fuerzas Armadas iraquíes –compuestas casi exclusivamente por soldados chiitas, escasamente motivados para defender tierras sunitas-, conquistado Mosul con pasmosa facilidad y amenazado a las capitales del Estado, Bagdad, y de la región de Kurdistán, Erbil. Sólo la oposición de los “peshmerga” -las milicias kurdas- y la intervención de la aviación estadounidense han impedido que se consumara la catástrofe. En los territorios ocupados en los dos países al-Baghdadi ha iniciado una campaña de terror, tanto colectivo –asesinatos masivos de los infieles que no se conviertan y de musulmanes chiitas y sunitas moderados-, como individual –degollaciones humillantes de los periodistas norteamericanos James Foley y Steven Sotloff, y del cooperante británico David Haines-. En el vídeo que publicitaba la decapitación de Haines, se podía escuchar la voz del verdugo que -en un impecable inglés londinense- recitaba:”Cameron, este británico paga el precio de tus promesas de armar a los peshmerga contra el EI”. El EI está compuesto por organizaciones terroristas, que invocan a Alá para justificar sus acciones y alegan que actúan en respuesta a la continua actitud prepotente del Occidente liderado por Estados Unidos. La llamada a la lucha del Islam contra los “cruzados” ha logrado aunar la voluntad de quienes tienen la sensación de abandono y desconsideración por parte de un mundo al que observan a través de las redes sociales y los medios de comunicación, pero al que no pueden acceder. A diferencia de Al-Qaeda, el EI ofrece la posibilidad de obtener ganancias físicas y materiales inmediatas en un entorno “estatal”. Además, sus éxitos militares, su resistencia directa y abierta ante los ataques de la Coalición Internacional, su agresiva campaña de propaganda, su capacidad financiera y el componente profético de su mensaje son factores que ofrecen a muchos musulmanes una opción especialmente atractiva para unirse a él. Nunca antes se había conformado un Estado yihadista en la vecindad europea, pero el EI ha demostrado que es posible controlar un territorio y establecer un Califato en el siglo XXI en Siria e Irak. Urgente necesidad de luchar contra el Estado Islámico El EI ha llegado a extremos intolerables de crueldad y sadismo, ampliamente difundidos de forma obscena por Internet y las redes sociales. Esta situación resulta intolerable y la comunidad internacional tiene que reaccionar con determinación y firmeza. Como ha afirmado Pedro G. Cuartango, el EI defiende el terror para lograr sus fines y ha establecido un Califato para exportar la revolución a todo el mundo y -por cuestión de principios y de legítima defensa- “no hay otra opción que enfrentarse militarmente a estos bárbaros que pretenden acabar con nuestra cultura y valores mediante el terror”. Según Javier Rupérez, dado que el Daesh tiene una vocación destructiva terrible, no hay más solución que enfrentarse a él “con una acción contundente para decapitarlo literalmente”. La infiltración yihadista es especialmente grave entre los jóvenes que viven en Occidente, que se han desarraigado de sus lugares de origen y no se han adaptado a las formas de vida de los países de acogida, incluso cuando han nacido y sido educado en ellos. Las políticas de multiculturalidad en Gran Bretaña, de integración forzada en Francia o de segregación razonable en Alemania han tenido escaso éxito, y los “musulmanes de tercera generación –aparentemente integrados en la sociedad- no encuentran su lugar en el sol y se radicalizan cada día más. Estos fundamentalistas insatisfechos constituyen un caldo de cultivo adecuado para el terrorismo y actúan como un caballo de Troya en las fortalezas de Occidente. Los “lobos solitarios” son difíciles de detectar y resulta casi imposible neutralizarlos si tienen vocación de mártires suicidas. Contra ellos, los dispositivos antiterroristas tradicionales carecen de eficacia. Para hacerles frente, los Estados tienen que adoptar una política preventiva. Las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia deberán vigilar a los militantes islámicos que hayan participado en conflictos bélicos o pasado por campamentos de entrenamiento terrorista, seguir con atención las redes de Internet utilizadas para promover el fundamentalismo integrista y la lucha yihadista, y controlar las prédicas de los líderes religiosos que incitan a la violencia y al terrorismo. Hay que prestar especial atención a los captadores de mentes y voluntades, y tener tolerancia cero tanto con ellos como con los Estados que los apoyan. España –país tolerante que no ha seguido una política predeterminada con respectos a los inmigrantes musulmanes- fue objeto en 2004 de un inexplicable e inexplicado ataque indiscriminado del sectarismo islámico fanatizado. Es objetivo declarado tanto de Al-Qaeda como del EI por la atracción que ejerce la aureola romántica de Al-Andalus, territorio que, al haber sido árabe y musulmán, se creen obligados a recuperar. Como ha señalado “El País” en un editorial reciente, guste o no guste, España se encuentra en el punto de mira del radicalismo islámico y es constantemente citada y amenazada en los comunicados del Daesh y otras organizaciones terroristas. Y no se trata de bravatas, como lo muestra la detención el 3 de Noviembre en Madrid de tres personas que se disponían a atentar de forma inminente, y de otras dos en Cornellá, por difundir material propagandístico del EI y facilitar el reclutamiento de voluntarios para combatir en Siria y en Irak, por lo que hay que ser conscientes de que nuestra sociedad puede verse golpeada por el terrorismo yihadista. El Califato se encuentra muy lejos, a miles de kilómetros de nuestras fronteras, pero también está muy cerca, ya que sus numerosos y fanatizados esbirros podrían actuar de forma letal contra nuestro país en cualquier momento.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Cádiz ya no es mi Cádiz

CÁDIZ YA NO ES MI CÁDIZ He aprovechado mi estancia en Sevilla para darme un garbeo por Cádiz a fin de conocer el nuevo puente de la “Pepa”, charlar con los viejos amigos y comer manteca “colorá”. Se me ha caído al alma a los pies cuando he visto el calamitoso estado institucional en que se encuentra la “Tacita de Plata” después de las últimas elecciones municipales y la entronización como cabeza del Ayuntamiento del troskista-podemista José María González Santos, a) “Kichi”. Nombramiento de Kichi como Alcalde pese a no haber sido el concejal más votado De mi época de estudiante en el Colegio de San Felipe Neri a principios de los años 50, recuerdo una popular copla del Carnaval, cuyo estribillo era el siguiente: “Ja, ja, ja, ja, ja. Que gracia tiene este cuplé. Ja, ja, ja, ja, ja. Que se ríe hasta el mismo Moret. Ja, ja, ja, ja, ja. Lo sentimos tan sólo por Usted, que a causa de tanta risa se pueda descomponer”. No creo que ni al bueno de Don Segismundo ni al sin par pueblo gaditano le queden muchas ganas de reír, sino más bien, descompuesto, de llorar ante una situación que no se merece una ciudad milenaria, culta y liberal como la antigua “Gades”, aunque sus vecinos se lo hayan ganado a pulso con su libérrima decisión. Reza el refrán que “sarna con gusto no pica”, pero más de uno se está arrepintiendo ahora de su frivolidad electoral. Las últimas elecciones municipales fueron ganadas por los pelos por la veterana Alcaldesa del PP, Teófila Martínez, con 10 concejales, seguida de cerca por “Cádiz, Sí se Puede” –coalición de extrema izquierda liderada por “Podemos” (Ps)- con 8, el PSOE con 5 y “Ciudadanos” (Cs) y “Ganemos Cádiz” -alianza de Izquierda Unida y “Equs”- con 2 cada una. Reeditando el poco edificante precedente del “Pacto de Tinell” y del antiguo Gobierno “arco iris” de Baleares, las fuerzas perdedoras se coaligaron contra el PP para impedir que gobernara el partido más votado y, el 13 de Junio de 2015, eligieron Regidor a quien encabezaba la lista del segundo partido de la villa, el inefable y carnavalero Kichi. Carecía y carece éste de un plan para administrar la ciudad y hasta la fecha ha prodigado más los gestos provocativos que las medidas de gestión, a fin de dejar constancia de su izquierdismo, su republicanismo y su talante antisistema, y para escandalizar a los burgueses. Una de sus primeras decisiones emblemáticas fue sustituir el retrato del Rey que presidía su despacho por el del ex-Alcalde anarquista de la I República, Fermín Salvochea. Personalidad del nuevo Alcalde A sus cuarenta primaveras, González Santos es una persona supuestamente culta, que se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Cádiz, tras 7 años de intensos estudios, y sacó las oposiciones a una cátedra de Instituto en su especialidad. No parece, sin embargo, que le entusiasmara la docencia, pues –nada más incorporarse a su puesto en Tabernas (Almeria)- sufrió una depresión y estuvo dos años de baja, al término de la cual se hizo liberado del sindicato asambleario Ustea. No sé que aprendió de Historia durante su largo período universitario, pero el pasado 12 de Octubre unió su voz a la de su colega y correligionaria Ada Colau para condenar el genocidio cometido por los conquistadores españoles en América, ya que –a su juicio- “nunca la descubrimos, sino que masacramos y sometimos a un continente y a sus culturas en nombre de Dios”. Esta opinión era compartida por su pareja -la Secretaria General de Ps en Andalucía, Teresa Rodríguez-, para quien “la fiesta nacional debería celebrar la liberación propia y no la esclavitud de otro”. ¡Familia que desbarra unida, permanece unida!. En su obsesión indigenista, Kichi ha criticado acerbamente a dos de las mayores empresas inversoras en Andalucía, Teléfónica y Abengoa, por contribuir a la deforestación de las selvas amazónicas. Tiene bemoles proferir semejantes descalificaciones en la ciudad que tuvo el monopolio del comercio y del transporte con Hispano-América , y que de siempre ha estado íntimamente vinculada a ella. Su intención es provocar haciendo declaraciones altisonantes y tomando medidas controvertidas al margen de la legalidad que encarna en su calidad el máximo representante de la villa. Los temas municipales no se discuten ya en el Ayuntamiento sino en la calle, donde celebra asambleas públicas en las que participan sus forofos y seguidores. En una de ellas, un parado en exaltación etílica lanzó graves insultos contra la Policía y la Guardia Civil, en medio de las sonrisas picaronas del baranda municipal, que no hizo nada para hacerlo callar y se negó a pedir disculpas a los ofendidos. Otro de sus “shows” mediáticos fue tratar, junto con sus ediles, de parar la realización de un deshaucio decidido por la autoridad judicial, ante el estupor de sus guardias municipales que no sabían a qué carta quedarse. Pese a gobernar en minoría, toma decisiones arbitrarias al margen de la legalidad, especialmente en el ámbito de la contratación –por ejemplo, ha nombrado a dedo “asesores” a 13 de sus colegas antisistema no suficientemente cualificados-, y dejado de adoptar las medidas necesarias para la ejecución de proyectos financiados por la Comunidad, el Estado o la Unión Europea, con la consiguiente pérdida de las subvenciones. Los funcionarios hablan de caos en el Municipio porque ”no sabe lo que se trae entre manos”. El portavoz del PSOE, Fran González –principal responsable de la investidura de Kichi-, se ha lamentado de que éste no le haga maldito caso. Podía haber pesado antes las consecuencias de elegir a un irresponsable y, ahora, que cada palo aguante su vela en la marinera Cádiz. Con la Armada hemos topado, Kichi Hablando de mares, notorias y esperpénticas han sido las actuaciones de Kichi en relación con los buques-escuela que han visitado últimamente Cádiz, de las que se hicieron amplio eco la prensa local, nacional e internacional. Cuando el “Juan Sebastián Elcano” regresó en Julio a su base del Arsenal de la Carraca, tras su anual crucero transoceánico de instrucción de los guardiamarinas españoles, el Alcalde se presentó a la recepción ofrecida por el Almirante de la Flota, Santiago Bolívar –en la que todos los oficiales iban “de punta en blanco” con sus uniformes de gala- vestido con pantalones tejanos y camisola por fuera, y calzado con unas chanclas. ¡De vergüenza ajena!. Más grave fueron los incidentes con motivo de la visita de cortesía realizada en Octubre por el buque-escuela alemán “Gorch Fock”. Poco después del nombramiento de José María González, el Cónsul Honorario de Alemania en Cádiz –que tenia concertada una cita previa con la anterior Alcaldesa- acudió a ella con la intención de felicitar al nuevo Regidor y tratar de la visita del buque al puerto gaditano. Estuvo esperando hora y media y, cuando advirtió a una Secretaria que se marchaba y ésta fue a informar al Alcalde, a través de la puerta entreabierta se oyeron palabras desagradables sobre Alemania y su Presidenta de Gobierno. Según “Libertad Digital”, fueron las siguientes:”Decidle a esa nazi de la Merkel que se vaya a hablar con Rajoy”. El “Diario de Cádiz” informó de que se oyeron palabras ofensivas sobre Merkel y su país, aunque sin citarlas expresamente. Según otras fuentes, lo que se escuchó fue “que la Merkel se lleve a otro sitio a sus puñeteros barcos”. No hay, sin embargo, constancia fidedigna de que las palabras que se escucharon fueran pronunciadas por Kichi. El Cónsul se retiró ofendido e informó a su Embajador y el Gobierno alemán consideró la posibilidad de desviar la escala del “Gorch Fock” a otro puerto andaluz, pero, al final, prefirió pasar por alto la ofensa y se mantuvo la visita. Ni González Santos, ni ningún miembro de sus equipo, visitaron el buque o asistieron a la recepción oficial ofrecida por su Comandante a las autoridades locales. Preocupado por las noticias difundidas por los medios de comunicación y los comentarios desfavorables que circularon por la ciudad, Kichi trató de quitarle importancia al asunto y llegó a afirmar que no había constancia de que el Cónsul alemán hubiera estado en el Ayuntamiento, pues que su nombre no figuraba en el Libro-Registro de Visitas, pero –contradiciéndose a sí mismo- le envió una carta para excusarse, no por los supuestos a agravios su país, sino por haberle dado un plantón de hora y media. Reiteró “urbi et orbe” que nadie en la Alcaldía había proferido palabra alguna en contra de Alemania. Completó su triple esperpento naval con ocasión de la visita de cortesía del buque-escuela de la Armada chilena “Esmeralda”. Kichi recibió en su despacho al Embajador de Chile, Francisco Marambio, y al Comandante de la nave para informarles de que ni él ni ningún miembro de su equipo municipal subirían a bordo porque el buque era el símbolo del “asesinato de la democracia y no sólo en Chile” por su pasado como centro de detención y torturas durante la dictadura de Pinochet, y porque era importante “no perder la memoria, ni mirar hacia otro lado”. El portavoz del PP en el Ayuntamiento, Ignacio Romaní, comentó que el buque había sido enviado por el Gobierno democrático de Chile como embajada de buena voluntad, y afirmó que, con sus gestos, el Alcalde había ofendido al Chile libre de Michelle Bachelet -hija de un General represaliado por Pinochet- en vez de a éste, y a Cádiz, una ciudad que siempre había mimado sus relaciones con la América democrática. El regidor gaditano distribuyó con ecuanimidad sus improperios y exabruptos entre países con Gobiernos de derechas –como Alemania- y de izquierda –como Chile-, guardando la debida equidistancia con sus necedades. Esta lamentable actitud ha acarreado consecuencias negativas para la ciudad, no sólo en el plano moral por el desprestigio provocado, sino también en el económico. Tras el incidente, el turismo alemán a Cádiz descendió de forma notable –se habla de hasta el 30%-, un lujo que no se puede permitir una provincia que, con el 42% de paro, tiene la tasa más elevada del mismo en España y en Europa. ¡Las gracietas del Kichi, ea!. El antiguo Presidente de Uruguay, José Mújica –notorio izquierdista-, ha reconocido que “la patología de la izquierda es el infantilismo”, y su acertada frase viene como anillo al dedo al edil gaditano. El Kichi –miembro de la comparsa “Jesús Bienvenido”- ha trasladado su personalidad chirigotera a la vida real y se ha convertido en un muñeco del retablo de la Tía Norica y en un histrión al estilo de Beppo Grillo -aunque sin la gracia del político italiano-, pero no, no “se puede” –ni se debe- hacer de Cádiz una chirigota o un caricatura. Estoy seguro de que el pueblo gaditano –que sabe reírse con gracejo hasta de su propia sombra- ya le ajustará las cuentas al personaje en los próximos carnavales. Parafraseando una de las famosas soleares de Manuel Machado cabría decir:”Mi Cádiz ya no es mi Cádiz, que es una ciudad cualquiera camino de cualquier parte”. Madrid, 9 de Noviembre de 2015

lunes, 2 de noviembre de 2015

Algo huele a podrido en el reino de Al-Andalus

ALGO HUELE A PODRIDO EN EL REINO DE AL-ANDALUS Nada más cruzar Despeñaperros se percibe el hedor de los fraudes de los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) y de los cursos de formación profesional que afecta a las instituciones políticas –especialmente la Junta de Andalucía- y sociales –incluidos Sindicatos, Asociaciones empresariales, empresas diversas y bufetes de Abogados- e incluso a instituciones judiciales, y ha trascendido los límites de la Comunidad Autónoma andaluza. Antecedentes del caso del fraude de los ERE La denuncia en 2009 de los propietarios del restaurante “La Raza” contra Mercasevilla por su exigencia de coimas permitió a la juez titular del Juzgado nº 6 de Sevilla, Mercedes Alaya, descubrir el putrefacto entramado de los ERE en el que estaba implicada la Junta de Andalucía. Ésta negó relevancia penal a la conducta de los responsables de los ERE y la consideró, a lo sumo, como falta administrativa, y el Presidente Manuel Chaves la calificó de “trama de cuatro golfos”. Sin embargo -como ha ido demostrando Alaya-, esta chapucera trama derivaba no tanto de la actuación incorrecta de unos funcionarios desaprensivos, como de un sistema perfectamente planificado para distribuir “fondos de reptiles” sin control alguno, de una red de corrupción institucionalizada, inspirada o –cuando menos tolerada- por los altos cargos de la Junta. Ésta se personó en el proceso abierto en el citado Juzgado nº 6 como presunta perjudicada para tener acceso al sumario y –desde dentro- obstaculizar la labor de la juez instructora e inició una campaña descalificadora de la misma para intimidarla, pero ésta siguió valientemente con su investigación e inculpó a altos cargos de la Junta: Directores Generales, Consejeros e incluso a los antiguos Presidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán. En el auto por el que procesó al ex-Consejero de Trabajo, Antonio Fernández, la juez acusó a la Junta de haber ideado un “fondo de reptiles” para “institucionalizar la arbitrariedad y la discrecionalidad en la concesión de ayudas públicas, permitir un uso extraordinariamente abusivo en el manejo de los fondos públicos y poder regalar fraudulentamente ayudas a un extensísimo grupo d personas físicas y jurídicas, cuyos privilegios procedían de ser personas o entidades próximas a los cargos de la Junta de Andalucía y del PSOE andaluz”. El personado PSOE criticó el encarcelamiento y procesamiento de Fernández y asumió su defensa jurídica, y el Consejero de Justicia, el fiscal Emilio de Llera, arremetió con inusitada estridencia contra la decisión de Alaya. En el curso de la instrucción del caso, la juez ha ido imputando a Consejeros y ex- Consejeros de la Junta –como Magdalena Álvarez, Antonio Ojeda, Carmen Martínez Aguayo, Antonio Ávila, Francisco Vallejo, Manuel Recio, Gaspar Zarrías o José Antonio Vieira- y a los ex-Presidentes Chaves y Griñán. Como la mayoría de ellos eran aforados, el examen de los casos pasaron a la jurisdicción del Tribunal Superior de Justicia de Andalucia (TSJA) o al Tribunal Supremo (TS). Cuando estaban a punto de ser imputados, los aforados renunciaron a sus escaños y la jurisdicción volvió a los tribunales ordinarios. Tras percibir signos inequívocos para imputar a Chaves, Griñán y varios ex-Consejeros, el instructor designado por el TS, Alberto Jorge Barreiro, señaló en un auto que sólo ganaban tiempo para escapar a la jurisdicción de la juez Alaya. Como ha observado Francisco Rosell, cuando se veían con la soga del TS al cuello, renunciaban al escaño para retornar a la casilla inicial, con la pugnaz instructora fuera si la labor de zapa daba fruto. Para el Presidente de la Sala de lo Contencioso de la Audiencia de Sevilla, Antonio Moreno, que los aforados vuelvan al juzgado de origen da cierto tufo. “Supongo que lo hacen porque creen que muchas cosas prescribirán”. Según Carlos Mármol, causa rubor ver que quienes reclamaban que el sumario pasara a instancias superiores, huir del Alto Tribunal para regresar a la jurisdicción ordinaria ahora que los vientos parecen más favorables. Es la señal evidente de quién mece la cuna del Juzgado nº 6. Más asombroso es que el TSJA consuma el dislate incurriendo en la contradicción de decir que Alaya debería seguir, pero apartándola por completo del caso. No parece una decisión salomónica sino interesada. La culminación de la investigación ha pesado menos que la máxima de la tribu: cualquier cosa antes de que revienten las costuras del sistema. Estamos ante la “peronización” definitiva de la justicia en Andalucía. La independencia judicial se basa en tres elementos: que los jueces trabajen sin presiones, que tengan estabilidad en el juzgado y que ninguna instancia superior interfiera sus investigaciones, y ninguno de ellos está en pie: Ayala ha recibido presiones, el PSOE ha cuestionado su figura y el Sanedrín gremial la ha sacado del tablero el mismo día que rubricaba el pacto para seguir amordazando al Parlamento, “cuya composición no casa con los deseos de su Peronísima Majestad”. La soberanía popular queda bajo la tutela de su vicario y el TSJA renueva los obstáculos judiciales pendientes. “Lo peor de este episodio –concluye Mármol- no es asesinar a la justicia por la espalda, sino justificarlo a la siciliana, diciendo que la juez no quería colaborar”. Cambio de instructora en el caso del fraude de los ERE En Junio de 2015, Mercedes Alaya –sin duda fatigada por el acoso del “establishment” socialista- solicitó y obtuvo una plaza en la Audiencia sevillana, en la creencia inducida de que podría seguir con su labor instructora como juez de apoyo. Con ello perdió el control sobre la instrucción del caso de los ERE La Sala de Gobierno del TSJA propuso, en efecto, la concesión de una comisión de servicio -junto con el juez Álvaro Martín- para que continuara con la instrucción del caso, pese a las reservas de su sucesora María Núñez, que había estado 11 años a cargo de un Juzgado de Derecho de Familia y estaba apadrinada por el Consejero de Justicia De Llera, notorio y desaforado crítico de Alaya. Los primeros pasos de la nueva titular desde su llegada al puesto se dirigieron –en opinión de J.Caro Romero- a “destejer una procelosa investigación, que ha sido avalada –incluso en sus arriesgadas conclusiones- por el Instructor designado por el TS en el caso que afecta a los ex–Presidentes Chaves y Griñán”. Nada más llegar-y sin esperar a la decisión del TSJA sobre el recurso de la Fiscalía que había solicitado la división del macro-proceso-, lo troceó, algo a lo que se había opuesto vehementemente Alaya –apoyada por la propia Audiencia-, al estimar que se rompería la unidad del proceso. El sumario se dividió en tres piezas: diseño ilegal del “fondo de reptiles”, pagos abonados a las Aseguradoras y a los Sindicatos, y falsas ayudas concedidas a las empresas, esta última dividida, a su vez, en más de 200 micro-piezas, lo que puede condicionar los resultados, ya que –al juzgarse por separado- existe el riesgo de que algunos de los delitos queden prescritos. Según Rosell, este troceo reduce los numerosos y continuados delitos a asuntos de menor cuantía y –dado que las leyes son como las telarañas- los insectos pequeños quedarán prendidos en ellas, mientras que los grandes la romperán. Al final, será sancionada la morralla de actores secundarios, mientras que los “peces gordos” se saldrán de la red y eludirán las condenas o, a lo sumo, recibirán, sólo sanciones administrativas. Según José Antonio Gómez Marín, en Sevilla crece la impresión de que la “jibarización” de los sumarios instruidos por Alaya “va que se mata desde que se apareció a la Junta la juez Núñez”. Ésta ha rechazado la solicitud del Fiscal de tomar declaración a los imputados que dejaron de ser aforados a fin de evitar que puedan alegar prescripción de los delitos o vulneración del derecho de defensa, con la consiguiente anulación del proceso. También mantiene paralizadas las investigaciones de los fraudes de los cursos de formación con la excusa de presionar a la Junta para que le facilite más funcionarios, al tiempo que prescinde de los que han colaborado con Alaya, so pretexto de que serían sustituidos por los nuevos que le proporcione la Junta. ¡Desviste a un Santo sin poder vestir a otro!. Defenestración de la juez Alaya Harta probablemente de tantas zancadillas, Mercedes Alaya envió el 25 de Junio de 2105 un duro e inapropiado escrito al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) en el que arremetía contra su sucesora –a la que cuestionaba la competencia y la imparcialidad- y reclamaba la exclusividad en la instrucción de los casos de los fraudes de los ERE y de los cursos de formación. El tiro le salió por la culata y, el 13 de Octubre, el TSJA decidió revocar la comisión de servicio que previamente le había concedido y mantener sólo la de Martín como juez de apoyo a Núñez, decisión que fue corroborada por el CGPJ. Como ha señalado Belmonte –en su “Tercio de Varas” en “El Mundo” de Andalucia-, a leguas se veía venir que a la Juez Alaya, tarde o temprano, la decapitarían poniendo punto final al soponcio de la Junta y de su Partido. La vista se hizo más patente cuando apareció en escena la sustituta del brazo astuto del Consejero del ramo, cuya animosidad hacia Alaya está requetebién probada. Y ahora a esperar pues nunca se sabe, aunque “lo previsible es que el gran globo se desinfle y acabe en poco o casi nada el que ha sido el mayor escándalo en la historia de la autonomía”. Ayala ha sido víctima de sus propios errores. Su equivocación básica –si quería seguir con la instrucción del sumario de los ERE- fue solicitar su traslado a la Audiencia, porque, “ipso facto,” dejó de ser la “juez natural”. Su plaza salió a concurso y fue ocupada por otra magistrada, cuya apreciación del caso lamentablemente difería de forma notable del criterio de la su predecesora. Pretender –como hizo Alaya- llevar el caso desde la Audiencia colisionaba con el principio básico del juez natural y podría acarrear la nulidad del proceso. Es cierto que podía haber continuado con la instrucción si el TSJA le concedía una comisión de servicio al efecto, pero lo mismo que se la dio, se la quitó. Como destacó el Tribunal, no es posible prescindir de la condición de juez natural y predeterminado por la ley y adquirida por la actual titular, que ostenta la superior dirección y responsabilidad del caso, y no puede ser desposeída de su conocimiento sin su aquiescencia, pues dicho principio no puede ser saltado por nadie. Antes existía la figura del “juez especial” –recuerdo, por ejemplo, cuando mi padre, siendo magistrado de la Audiencia Territorial de Sevilla, fue nombrado juez especial en el caso del robo de las joyas de la Virgen de los Reyes-, que hubiera podido solucionar el problema, pero esto no es ya viable y la decisión del TSJA ha sido formalmente correcta. Otro grave e incomprensible error de Alaya ha sido enviar en contra de su sucesora un escrito intolerable y difícil de aceptar, que -por más que tenga buena parte de razón en su argumentación- ha dado razones al TSJA para su defenestración, pues “patentiza una clara voluntad de no colaborar con la actual titular, en manifiesta oposición al fundamento que justifica toda medida de apoyo judicial”. Lo deseable hubiera sido utilizar sus conocimientos, pero los duros ataques dirigidos a su sucesora obligaron a replantear la solución inicialmente propuesta, ya que Alaya traspasó la línea roja al cuestionar la idoneidad e independencia de Núñez. La vehemente juez ha cometido, por otra parte, algunas equivocaciones en la instrucción del sumario, especialmente al concentrar excesivamente el trabajo en su cuestionada persona, pese -o quizás debido- a la insuficiencia de medios y a las ingentes presiones sufridas desde la Junta, el PSOE y algunos sectores judiciales, y tardar demasiado tiempo en concluir la instrucción. En su descargo tiene la enorme complejidad del sumario y la estrecha conexión entre sus elementos constitutivos, que le incitaba a mantener la unidad sumarial contra viento y marea. Sin embargo, nadie puede negar que ha realizado un trabajo descomunal y hurgado donde ningún juez o Tribunal andaluz se había atrevido y que -gracias a su tenacidad y buen hacer jurídico- ha puesto de manifiesto las cloacas de la Junta y revelado el enorme fraude de los ERE. Su relato se ha mostrado válido, pues, de no ser así –ha observado Carlos Mármol-, el TS no habría iniciado un un “encausamiento interruptus” de los padres de la patria implicados en una red corrupta que subvencionaba el despido libre de sus amigos. Riesgo de solución insatisfactoria del caso de los ERE El Vicesecretario del PP, Pablo Casado, ha afirmado que, detrás de la decisión del TSJA de apartar a Alaya del caso está la “larga sombra” de la Junta. El líder de Ciudadanos (Cs), Albert Rivera, ha responsabilizado al PSOE y a la Junta de esta separación y afirmado que en España se llevan demasiados años en los que a los jueces se les mueve y se les presiona en función del caso que juzguen, y ha equiparado la situación a los “movimientos” del PP de los magistrados encargados de la trama “Gurtel”. Esta comparación es poco afortunada, pues no ha sido el PP, sino la Fiscalía y las acusaciones privadas quienes están tratando de remover del Tribunal competente a algunos de los “jueces naturales” del caso. Según Caro Romero, lo que ha dejado de aclarar Rivera es por qué Cs sostiene a la Junta y aprueba a ciegas los presupuestos a un partido que “mueve jueces” en Andalucía. Es una pena que Cs renuncie tan fácilmente a su papel en Andalucía de corrector de la corrupción que prometió a sus votantes. Según Luis Miguel Fuentes, el reformismo minimalista y contemplativo de Cs sólo está consiguiendo migajas insuficientes ante lo fundamental: ninguna decisión económica o ideológica nos empobrece y estrangula tanto como la propia corrupción del sistema, el uso metódico de lo público con el único objetivo de sostener al partido y a su poder, y “eso es en lo que Cs está colaborando”. La exclusión de Alaya es una operación política diseñada por el partido en el poder y ejecutada por los largos tentáculos de un régimen que alcanza hasta el máximo órgano judicial en Andalucía. En un excelente artículo sobre “La defenestración de la juez Alaya”, publicado en “El Mundo” de Andalucía, su director, Francisco Rosell, ha afirmado que, tras defenestrar a Alaya de la instrucción de los ERE y de las macro-causas que probarían la institucionalización de la corrupción andaluza como sistema socialista para garantizarse su intangible hegemonía, no se sabe si su espectro recorrerá los salones de los órganos de gobierno judiciales. Como estaba cantado por mor de de unas maniobras orquestadas difícilmente disimulables, el desenlace se ha registrado cuando el Instructor de la causa en el TS percibió signos inequívocos para imputar a los aforados ex- Presidentes Chaves y Griñán, así como a algunos ex-Consejeros que gozaban de igual privilegio para burlar la justicia mediante una corrupción piramidal y jerárquica. Alaya vio como se nombraba específicamente a un consejero para que se desembarazara de ella el antiguo fiscal De Llera, quien nunca reparó en la existencia de la corrupción cuando era el encargado de investigar tales delitos. En pago de sus artimañas, la Presidenta de la Junta, Susana Díaz, ha premiado con el número 2 de la lista del PSOE al Congreso de los Diputados por Sevilla a la esposa del susodicho, Juana Amalia Rodríguez. La Sala de Gobierno del TSJA y el CGPJ nunca prestaron apoyo y amparo a Alaya, sino que participaron en maniobras arteras contra ella por su empecinamiento en esclarecer unos abusos que afectaban a la columna vertebral del régimen andaluz. Siendo lo más lógico que se le hubiera otorgado una comisión de servicio para cerrar el voluminoso sumario, las Salas de Gobierno dieron largas para que su sustituta –sin experiencia penal alguna, pero apadrinada por De Llera- fuera deconstruyendo la causa. Entretanto, tras su paso a la Audiencia, Alaya aguardaba en vano un pronunciamiento favorable para seguir en exclusiva con la instrucción, que no se produjo. Dada la trama de intereses a la que se enfrentó, era el presumible epílogo que acontecería en cuanto constató que no era cosa de “cuatro golfos”, sino que tenía un calado enorme al implicar a la cúpula de la Junta. Los altos togados dependientes de la política han defenestrado a Alaya apelando a su incapacidad de entenderse con quien estaba demoliendo su labor de años y presentando la situación como un culebrón entre dos mujeres de armas tomar que andaban a la greña. La confluencia de intereses es la que ha arrojado a Alaya de los ERE, facultando a su sustituta a que los trocee y los deje en asuntos de menor cuantía. La estafa de los ERE y de los cursos de formación no sólo puede quedar en agua de borrajas en manos de una juez de la confianza del Consejero De Llera, sino también provocar que no se reintegre a las arcas públicas lo mucho saqueado. “Cuando la política entra por la puerta de las Salas de Justicia y se acomoda en sus estrados, el Derecho salta por la ventana”, concluye Rosell, con el que estoy en buena medida de acuerdo. Parafraseando a William Shakespeare en “Hamlet”, cabe decir que “algo huele a podrido en el reino de Al-Andalus”. Sevilla, 27 de Octubre de 2015