jueves, 29 de junio de 2017

El "Macronazo"

En tan sólo unas semanas, Emmanuel Macron (EM) se ha convertido en el personaje protagonista de Francia y de Europa. Tras ganar con rotundidad las elecciones presidenciales, ha logrado que su flamante e improvisado partido "La República en Marcha" (LRPM) -un movimiento, según Iñaki Gil, nacido hace apenas un año con gente del ala derecha del socialismo, ecologistas, democristianos, la crema europeísta de lq derecha y un puñado de miembros de la sociedad civil- ha triunfado de forma arrolladora en las elecciones legislativas. Es lo que algunos han calificado de "macronazo".

Triunfo de Macron en las elecciones presidenciales

En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas -celebradas el pasado 7 de Mayo-, se cumplieron los pronósticos de los sondeos y, con una participación del 75% del electorado -la más baja desde 1969- Macron se impuso claramente sobre Marine Le Pen por 64.8% de los votos frente al 35.12% de la candidata del Frente Nacional (FN).

Con estos resultados sólo se solucionó uno de os importantes problemas a los que Francia se enfrentaba: parar el peligro que suponía el triunfo de Le Pen e impedir la instauración de una política populista, proteccionista, xenófoba y anti-europeísta. Quedó pendiente, sin embargo, la solución de los principales problemas del país, tanto internos -superación de la crisis socio-económica de Francia- como externos -superación de la crisis de la Unión Europea (UE)-. EM fue bastante claro e inequívoco en su campaña al pronunciarse por el liberalismo económico y consiguiente oposición al proteccionismo, y por el abierto y entusiasta respaldo  de la UE. En su enfrentamiento con Le Pen asumió -según Guillermo Graiño- la parte abierta de la derecha -la economía- y la parte abierta de la izquierda -la moral-, mientras que su antagonista del FN adoptó la parte cerrada de la derecha y de la izquierda.

EM mostró la transversalidad de su política con el nombramiento como Primer Ministro de Edouard Philippe, un conservador liberal procedente de la corriente centrista de los Republicanos. Philippe se ha autocalificado de "hombre de derechas", porque valora la libertad por encima de todas las cosas, , pero a la par se considera de izquierdas, porque también valora la importancia de un Estado fuerte que sea capaz de luchar contra las injusticias. Se ha comprometido a llevar a cabo hasta el final la libertad de mercado de trabajo prometido por Macron y afrentar de forma rápida las reformas necesarias, porque "los franceses quieren que las cosas cambien".

La viabilidad de estas reformas debería ser resuelta en las elecciones legislativas del 18 de Junio, la "tercera vuelta" de las presidenciales. Como advirtió EM, su tarea era inmensa y, para poder llevarla a cabo, necesitaba una mayoría amplia que le permitiera aplicar un programa ambicioso rechazado por un buen número de franceses, a que requiere la adopción de una serie de cambios que no siempre afectan favorablemente a sus intereses económicos y sociales. En un mensaje televisado tras conocerse los resultados de las elecciones presidenciales, el líder de la "Francia Insumisa" (FI), Jean-Luc Mélenchon, declaró la guerra a un "Presidente minoritario" e instó a sus seguidores a que convirtieran las elecciones legislativas en una "Resistencia" contra Macrom.

Mas -como ha observado Eric Zemmour- el pueblo francés es de natural monárquico y, una vez escogido el gran rey-republicano, suele votar a sus candidatos, mientras que los adversarios se retraen en un gesto de desistimiento, por lo que el país encara las elecciones con el sentimiento de la suerte estaba echada. Esto explica, en gran medida,el alto grado de abstención en las elecciones legislativas: 56.16%, la más elevada desde que Charles De Gaulle estableció la V República. A ello se sumaron la fatiga electoral -celebración entres meses de cuatro elecciones, amén de las primarias-, la extensión continuada de las campañas electorales -durante casi un año-, la apatía ante el tsunami Macron y la incapacidad de los partidos para movilizar a sus seguidores. Según Mélenchon, esta aplastante abstención tiene un significado político ofensivo para EM y se ha producido como consecuencia del nuevo reordenamiento ideológico tras el fiasco de los grandes partidos tradicionales.

Triunfo de Macron y de su partido en las elecciones legislativas

EM se ha aprovechado de los enormes poderes que la V República concede a sus Presidentes-monarcas para incorporar a su programa los postulados económicos neo-liberales de la derecha y la preocupación social de la izquierda. . Ha sido capaz de crear un espacio de centro al que se han incorporado el ala liberal de la socialdemocracia y los conservadores más aperturistas. La derecha y la izquierda tradicionales -Republicanos y Partido Socialista (PS)- se han visto comprimidos entre el gran centro "macroniano" de ideología transversal y los extremistas antisistema de la derecha -FN- y de la izquierda -FI-, que son elementos perturbadores aunque sin excesiva relevancia.

La LRME, coaligada con el partido centrista MODEM de François Bayrou, ha alcanzado una amplia mayoría absoluta al conseguir 385 escaños. La heterogénea y minoritaria oposición en el Congreso ha quedado formada por los Republicanos (125), el PS (49), la FI (30), el FN (8) y otros partidos menores (10). El partido más perjudicado como consecuencia del sistema electoral de doble vuelta ha sido el Frente, que -pese a haber obtenido el 13.2% de los votos en la primera vuelta- no ha logrado alcanzar los 15 escaños requeridos para formar grupo parlamentario propio. El Secretario General del PS, Jean-Christophe Cambadélis -que, al igual que el candidato presidencial Benoit Hamon no ha sido reelegido, ha declarado que su partido ha sufrido "una derrota indiscutible" y ha presentado su dimisión.

Como ha señalado José Carlos Rodríguez, se ha producido un seísmo político que ha cambiado el sistema tradicional de partidos sin que haya sufrido la estructura institucional del país, lo que ha puesto de manifiesto que cabe el cambio político y la alternancia en el poder sin que se modifiquen las reglas del juego. Los Republicanos han visto reducida su representación, el PS ha quedado por los suelos, y la FI y el FN no son más que "dos moscas cojoneras" que constituyen una amenaza real, pero controlada por el momento. Los franceses han confiado en EM y le han entregado el poder sin cortapisas. Habrá que ver lo que hace con él y si es capaz de realizar las reformas prometidas.

Según Carlos Yarnoz, más que unas elecciones legislativas ha sido un referéndum en el que los franceses han dado "carta blanca" a EM al concederle una amplia mayoría absoluta para gobernar Francia. Buena parte de los votantes de los Republicanos se ha refugiado en la abstención y ahora el partido se encuentra dividido entre los seguidores de Alain Juppé partidarios de colaborar con el Gobierno de Macron y los de François Fillon, que propugnan una oposición inflexible. Ya se han escindido formalmente  pues una cuarentena de sus diputados han formado grupo parlamentario propio  con intención de apoyarle y algunos destacados "gaullistas" se han incorporado al Gobierno de Philippe. El PS -que, por perder, ha perdido hasta el nombre y ahora se llama "Nueva Izquierda"- también se encuentra dividido entre los cercanos a François Hollande, que apuestan por una oposición constructiva, y pos partidarios de Benoit Hamon, que se inclinan por seguir girando hacia la izquierda, edspaqcio en el que tendrán que competir con el asentado partido de Mélenchon. Las divisiones intestinas han puesto de manifiesto la irrelevancia de republicanos y socialistas, mientras que la FI y el FN han sido arrojados al rincón de los extremismos. Ante el poco juego parlamentario que se les presenta, existe el riesgo de que estos dos partidos antisistema se sientan -al igual que Podemos en España- tantados por trasladar la contestación política del Parlamento a la calle, en connivencia con los sindicatos, para capitalizar políticamente la prevista oposición social a las reformas prometidas por EM. Para Antonio Navalón, el éxito de Macron ha supuesto el agotamiento del sistema político francés tradiciional, el entierro de la V República y la instauración de facto de una VI República  que implica otra manera de representar los intereses políticos, económicos y sociales de los franceses.

El actual Congreso presenta una imagen completamente distinta de la de sus predecesores. El 60% de los escaños ha sido renovado, ha aumentado de forma considerado el número de mujeres y de jóvenes, han accedido a él personas apenas conocidas hasta hora ajenas a la política o a la Administración procedentes del mundo empresarial y de la sociedad civil, y han desaparecido numerosos santones del parlamentarismo anterior. Esta amplia y renovada mayoría ofrecerá a EM la posibilidad de llevar a cabo las importantes reformas que Francia necesita para superar su crisis socio-económica. Como ha observado Víctor de la Serna, Macron tiene ideas e iniciativa y va a tener un rodillo parlamentario para ponerlas en práctica. Nadie, sin embargo, puede garantizar su éxito, que hay que desear fervientemente. En este mundo convulso ha surgido una esperanza liberal que puede suponer el último dique antes de que nos arrastre el tsunami de extrema izquierda o de extrema derecha. Los dos principales retos a los que se debe enfrentar Macron son la reforma de la política y de la Administración en Francia y el relanzamiento de la UE.

Reformas en Francia

El programa de EM es harto ambicioso pues ha prometido liberalizar la economía, reformar el mercado laboral y la Administración, mejorar la calidad de la democracia, moralizar la vida pública y acabar con la corrupción. Al mismo tiempo, se ha fijado como objetivos apaciguar los miedos, derrotar el inmovilismo, superar las fracturas producidas en la sociedad de Francia y reconciliar a los franceses.

Es partidario del liberalismo económico y comercial en un mundo globalizado y ya en su época de Ministro de Economía de Manuel Valls -2014/2016- impulso esta liberalización por decreto al carecer a la sazón de la necesaria mayoría en el Parlamento. Pretende desrregularizar la excesiva burocracia existente para facilitar la labor de las Pymes y de los autónomos, y disminuir el peso del Estado en la economía, lo que no va a resultar fácil por la tradicional estatalización económica prevalente en Francia.

Especial importancia tiene la reforma laboral que ya inició en su época de Ministro de un Gobierno Socialista -en línea similar a la marcada por el Gobierno de Mariano Rajoy- y que Philippe ha prometido realizar después del verano. Propone que cada empresa pueda pactar directamente con sus trabajadores y -sin mencionarlo expresamente-acabar con el mito de la jornada de 35 horas semanales, y aspira a reconocer el derecho al desempleo de los trabajadores autónomos. Como ha señalado Marc Bassets, EM ha ganado las elecciones prometiendo la reforma laboral y ha sido inequívoco en su programa: facilitar el despido y concertar las negociaciones laborales en cada empresa y no a nivel sectorial. Quiere realizar dicha reforma en Septiembre y cuenta con la mayoría suficiente para llevarla a cabo.

Philippe Martínez, Secretario General de la Confederación General de Trabajadores -el Sindicato más importante y reivindicativo-ha manifestado que la victoria de EM no debe confundirse con un plebiscito a favor de las reformas. Buena parte de los votos conseguidos así como la abstención "record" han demostrado que se trata más de un rechazo al FN que una adhesión a su persona. Ha afirmado con cautela que "nos ceñiremos a nuestro papel como sindicato y juzgaremos lo que el Gobierno proponga". Ha lanzado, sin embargo, una "aviso a navegantes" al advertir que "no podemos permitir que se adopte una reforma que se anuncia como un retroceso social...Si las cosas siguen igual, quizás habrá que movilizarse...Si la gente no está contenta, saldrá a la calle". Los Sindicatos se oponen, pues a estas reformas y parecen dispuestos a protagonizar un "otoño caliente" con movilizaciones, manifestaciones, paros y huelgas. La confrontación está servida.

Uno de los puntales del programa "macroniano" es la moralización de la vida pública y, tras el nombramiento de EM como Presidente y antes de la celebración de las elecciones legislativas, el Ministro de Justicia del Gobierno de Philippe, François Bayrou, elaboró sendos proyectos de ley para reforzar la confianza en la clase política y luchar contra la corrupción. Uno pretende modificar la Constitución para suprimir el Tribunal de Justicia de la República que juzga a los Ministros y a las altas personalidades políticas, y limitar a tres  mandatos consecutivos las reelecciones de los diputados. En el otro, se prohíbe a los políticos contratar a familiares con dinero público y se crea un "Banco de la Democracia" para financiar a los partidos y sus campañas electorales. Estos proyectos deberán ser probados por el nuevo Parlamento.

En el ínterin, EM ha sido consecuente con sus ideas y ha apartado del Gobierno a varios Ministros imputados por haber pagado a su personal con fondos europeos, entre los que se encontraban su persona de máxima confianza, Richard Ferrand -Secretario General de LREM y antiguo titular de la cartera de Coordinación Territorial- y a los tres miembros del Gobierno militantes de MODEM, incluido su Presidente y ex-Ministro de Justicia Bayrou, autor de los dos proyectos citados. No le ha templado el pulso a la hora de prescindir de estrechos colaboradores porque tiene "auctoritas". Sería conveniente que Rajoy tomara nota y siguiera los pasos regeneradores de su colega francés.

EM ha propuesto asimismo adelgazar la Administración mediante la disminución del número de funcionarios y empleados estatales, regionales y municipales, y reformar la enseñanza primaria en las "Zonas de Educación Prioritarias -barrios marginales-, mediante la reducción de la "ratio" de alumnos por clase y una redistribución de maestros para mejor dotar a los centros de estos suburbios, a lo que se oponen los Sindicatos de Docentes. Como ha observado hiperbólicamente "Le Monde", Macron es "un león explícito, vertical y jupiterino" que se ha hecho con todo y ha prometido una "revolución" incluso de los modelos de pensamiento:la reordenación del capitalismo europeo, de un capitalismo neoliberal "de rostro humano", en palabras de Slavoj Zizek.

Fortalecimiento de la Unión Europea

Como señalado Pablo R. Suanzes, la UE es el chivo expiatorio perfecto al que culpar de los recortes, la política de austeridad o la obligación de acoger refugiados, por lo que nadie hasta EM había osado envolverse e su bandera durante campañas electorales, ni hacer de los valores europeos una prioridad. Macron se ha mostrado orgulloso de la UE -con la que se siente identificado- y en la primera alocución que pronunció tras su acceso a la Presidencia de la República afirmó taxativamente que defendería a Francia y a la UE. Ahora bien, es consciente de la crisis que ésta atraviesa y de la necesidad de su "refundación" para acercarla a los ciudadanos europeos. Para ello estima imprescindible la potenciación del eje franco-alemán, el motor del proceso de integración europea.

Antes que nada, habrá que afrontar el acuciante problema de la salida de Gran Bretaña de la UE, para lo que EM ha preconizado una posición de firmeza basda en la unidad de los 27 miembros  en su colaboración con Alemania. El Brexit ofrece una magnífica oportunidad para que los socios de la Unión -libres de las obstaculizaciones y "procratinations" británica- continúen avanzando a distinta velocidades en el proceso de integración. . Macron ha expresado su voluntad de trabajar de manera muy estrecha con Alemania -"Trabajamos mano a mano y hay muchos puntos en común en lo que al proyecto europeo se refiere...Cuando hablamos con una sola voz, Europa se mueve hacia adelante" . Angela Merkel ha destacado su entendimiento con Macron y manifestado que esta excelente sintonía beneficiará a todos los miembros de la UE, pues "cuando trabajamos juntos, se logran grandes cosas". Tanto uno como la otra han advertido a Theresa May que no hay que perder mucho tiempo con el Brexit y que se deben acelerar las negociaciones para llegar a un acuerdo sobre el "divorcio a la inglesa", a fin de que los miembros puedan centrar sus esfuerzos en la consolidación y el desarrollo de la Unión. A partir de Octubre, se abre una ventana de oportunidades para que se inicien las imprescindible reformas que requieren la UE, en general, y la Eurozona, en particular.

EM es asimismo consciente de que la UE no puede seguir manteniendo una ortodoxa política de austeridad y debe abrir la mano al respecto, fomentar el desarrollo y aumentar las inversiones. Es partidario de completar la Unión Monetaria, crear un Ministerio de Hacienda en la Eurozona y adoptar un presupuesto común.Alemania sigue mostrando su renuencia a estas iniciativas por boca de se Ministro de Economía, Wolfgang Schäuble, que no las considera realistas y se ha mostrado contrario a tocar los tratados comunitarios  preconizado actuar a través de proyectos bilaterales. Aunque siga defendiendo la ortodoxia financiera, Merkel se muestra algo más abierta debido en parte a la presión de sus aliados del SPD en el Gobierno. Así, el Ministro de Asuntos Exteriores, Sigmar Gabiel, ha afirmado que si Alemania no cambia el discurso y sigue poniendo obstáculos al impulso renovador y europeísta de Macron, Francia estará dentro de cinco años en manos de Le Pen, lo que supondría el fin de la UE. El candidato socialdemócrata a la Cancillería, Martin Schültz, se ha pronunciado por dar un paso más en la integración europea y favorecido la creación de un Ministerio de Hacienda, la adopción de un presupuesto común y el lanzamiento de una ofensiva de inversiones.

Según ha editorializado "El País", la propuestas pro-EU de EM ha llegado en un momento difícil, cuando sus costuras se ponen a prueba con el Brexit, las tensiones con Moscú y Washington, y el conato de rebelión de algunos países del Este, por lo que los socios de la Unión deberían cerrar filar en torno al nuevo aliento europeo de Francia. Como ha señalado "La Vanguardia", el sentimiento europeísta se ha impuesto a los que trataban de marginarlo, si no eliminarlo. No son todavía tiempos de echar las campanas al vuelo, pero las incertidumbres que se cernían sobre el proyecto europeo parecen disiparse y, un año después del referéndum británico, la situación es menos dramática, por muy incierta que aún sea. Para "El Periódico", si el Brexit ha servido para compactar a los 27 frente al gran desafío que supone la salida de uno de, la aparición en escena de un europeísta militante como Macron está dando un nuevo aliento a lo que siempre ha sido el motor de Europa: el eje franco-alemán. Estamos actualmente en una situación certeramente calificada por "La Razón" de "EUforia".

Conclusiones

EM está dando un nuevo impulso a Francia y a la UE. En opinión de Javier Redondo, su discurso tiene un potencial revitalizante para un país y para un continente huérfanos de ideas, dirección y proyecto. Ofrece un diagnóstico y anticipa el remedio: recuperar el círculo virtuoso que combina libre mercado y progreso social. Supone un antídoto contra el complejo, el temor y la retirada, y su brío suministra energía a su país y a Europa.

Todos deseamos contar con un EM propio y dejarnos influir por el efecto positivo y alentador de un "macronazo". En España no disponemos, por desgracia, de un Macron, pues su presunto émulo celtibérico no esta aún "à pointe" y se encuentra bastante crudo, políticamente hablando, pero no hay que perder la esperanza. ¡Ayudemos a EM para que él, a su vez, nos ayude!. Una muestra ha sido su respuesta a la pregunta de los periodistas sobre el problema catalán, al señalar que se trataba de una cuestión interna española y afirmar con contundencia que "sólo conozco a un socio y a un amigo que es España, toda entera. Mi único interlocutor es Mariano Rajoy. Lo demás no me concierne". ¡Merci, Monsieur le Président!.

Madrid, 27 de Junio de 2017

miércoles, 28 de junio de 2017

La amarga victoria de la aspirante a Thatcher-bis

Dejándose llevar erróneamente por los auspicios favorables de los augures electorales, la Primera Ministra británica, Theresa May, tiró por la borda tres años de mayoría absoluta al adelantar innecesariamente las elecciones generales y conseguir el rechazo parcial del pueblo británico, que le ha hecho perder al Partido Conservador (PC) su mayoría parlamentaria. Ha dilapidado durante la campaña electoral la mayor parte de los 21 puntos de ventaja que los sondeos le adjudicaban sobre el Partido Laborista (PL), que se ha quedado a tan sólo 2 puntos -40% frente al 42%- y ha provocado la resurrección del "zombi" de su líder, Jeremy Corbyn, denostado dentro y fuera de su partido. De haber durado la campaña electoral un poco más, se podrían haber producido sorpresas aún mayores. Las elecciones generales han confirmado el bipartidismo en el Reino Unido -82% de los votos entre el PC  el PL. Theresa May no aprendió nada de los errores cometidos por su predecesor Davis Cameron -víctima de su absurda decisión de convocar un referéndum innecesario- y se lanzó a la aventura pasando por alto que las urnas las carga el diablo y que un injustificado avance de las elecciones provoca sospechas y desconfianza en el electorado. Las consecuencias han sido que el adelanto electoral se ha vuelto como un "boomerang" contra la confiada Premier y la han dejado huérfana de mayoría absoluta.

Aunque ha sido la fuerza más votada -318 diputados-, el PC ha perdido 12 escaños y, con ello, la mayoría absoluta de que disfrutaba en el Congreso, mientras que el PL ha ganado 33 -262 diputados- y el Partido Liberal Democrático (PDL) 3 -12 escaños-, si bien ha perdido en la batalla a su anterior Presidente, el europeísta Nick Clegg, Entre los perdedores cabe citar a los Verdes -1 diputado- y el Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP) -que se han quedado por debajo del 2% de los votos- y al Partido Nacionalista Escocés (SNP), que ha perdido 19 escaños, debido en cierta medida a la labor de la líder conservadora regional, Ruth Davidson -que ha ganado 13 diputados-  a la disminución del fervor segregacionista. De los 17 escaños de Irlanda del Norte, 10 han ido a parar al Partido Unionista Democrático (UDP), 7 al Sinn Fein y 1 a una independiente. Los 10 votos del UDP han sido esenciales para que May siga de Primera Ministra. Aunque ésta había prometido no continuar en su puesto si no lograba una sólida mayoría absoluta, no le ha faltado tiempo para negociar el respaldo unionista y acudir con celeridad al Palacio de Buckingham para conseguir la venia de Isabel II. No obstante, May ha salido del Trance malparada y debilitada.

Reacciones ante el resultado de las elecciones

La reacción unánime de los medios de comunicación -tanto de derechas como de izquierdas o centro- ha sido unánimes al calificarlas de fiasco de May. Baste con repasar los titulares de la prensa británica:"El gran juego de May ha fracasado" -"The Times"; "El giro de las elecciones anticipadas le ha salido por la culata" -"Financial Times"-; "Gran Bretaña en el filo de la navaja" -"Daily Mail"-; "Shock para Theresa May ante un Parlamento dividido" -"Daily Telehraph"-; "Colgados de un hilo" -"Daily Mirror"; "Shock para Theresa May" -"The Guardian"; "Caos" -"The Sun"; "La apuesta electoral de Theresa May le ha explotado"
-"Independent"-...

Un editorial del "Guardian" ha sido sumamente crítico con la Premier. Ha señalado que se trata de una humillación casi sin precedentes -habría que remontarse hasta 1983 a la auto-derrita de Edward Heath, que Theresea May, y sólo ella, se ha auto-infligido y que dañará su reputación a justo título. Ha sido un voto contra las medidas de austeridad y contra un Brexit duro. May no apreció el deseo de cambio de buena parte del pueblo británico y a su campaña electoral le ha faltado inteligencia emocional. Pretendía que las elecciones legitimaran su posición sobre el Brexit, consistente que en que no había problema en las relaciones del Reino Unido con la UE que no pudiera ser resuelto con intransigencia y con una actitud "bloody difficult". Ignoró los derechos y las aspiraciones de la mitad de los ciudadanos británicos partidarios de seguir en la Unión, que fueron acusados de "saboteadores" y de "traidores" por los medios afines. Para May, sin embargo, no ha pasado nada puesto que el PC sigue siendo el partido más votado y pretende seguir con "business as usual", sin hacer auto-crítica alguna. No parece que vaya hacer ningún cambio en su política y pretende seguir el calendario previsto para las negociaciones con la UE. Tendría que reflexionar sobre lo ocurrido y adoptar una actitud menos rígida y más flexible. De no ser así, debería dejar de ser Primera Ministra.

Dentro del PC, el ex-Canciller Georges Osborne ha afirmado que el Brexit duro ha sido tirado a la basura y ha vaticinado la pronta caída de May. Ruth Davidson -que ha cuestionado la alianza con el DUP por su posición extremadamente conservadora en cuestiones sociales- ha sugerido ka conveniencia de optar por un Brexit blando, dar prioridad a la economía sobre la política y mantener a Gran Bretaña en el Mercado Único. Aunque las críticas se han mantenido "sotto voce", reina gran malestar en el partido por la ocurrencia de May de adelantar las elecciones, su desastrosa campaña electoral y la pérdida de la mayoría absoluta en los Comunes. Dos tercios de los miembros del partido parecen están a favor de la dimisión de May para dejar paso a otro dirigente menos "quemado" y 300.000 militantes han firmado una petición en contra del acuerdo con el DUP.

Corbyn ha afirmado, con razón, que May convocó unas elecciones anticipadas porque quería recibir un mandato claro del pueblo y el mandato que ha recibido es el de la pérdida de escaños, de apoyo y de confianza, por lo que debería dimitir. El líder del PDL, Tim Farron, ha señalado que May ha puesto los intereses de su partido por delante de los de la nación y lo que ha cosechado ha sido debilidad e incertidumbre. Para sobrevivir políticamente, May se ha visto obligada a formar su propia "coalición del caos", como había previsto en el caso de que hubiera ganado el PL.

Causas del fracaso de May

May lanzó un órdago a la grande  ha perdido la partida de forma estrepitosa pues, no sólo no ha logrado la mayoría absoluta, sino que ha dilapidado la que tenía y depende ahora del apoyo de los unionistas norirlandeses. Como ha observado Ignacio Molina, convocó las elecciones para lograr una mayoría sólida que la reforzase en el seno de su partido, ante la nación y frente a la UE, y ha fracasado en el logro de estos tres objetivos. ¿Cuáles han sido las causas de este fiasco en contra de las previsiones de todas las encuestas?. Han sido muy variadas. Felipe Sahagún las ha sintetizado en las siguientes: Hartazgo de las medidas de austeridad, , inseguridad creciente, ignorancia de los problemas reales de Gran Bretaña,falta de un horizonte claro tras la separación de la Unión, obcecación con el Brexit, mediocridad de May como candidata por falta de experiencia, contradicciones y bandazos en cuestiones fundamentales, y minusvaloración del PL y menosprecio de su líder Corbyn, que le ha mojado la oreja en la campaña electoral. Según Mary Ann Sieghart, May realizó una campaña desastrosa, "robótica por el reiterado machaconeo de su mantra sobre la "fortaleza y estabilidad" que sólo ella representaba -se le ha calificado de "Maybot"-, inflexible, lejana, formularia y carente de inspiración, entusiasmo "charm" y humor, lo que ha repelido a muchos votantes. Ha sido, en definitiva, la Hillary Clinton de las elecciones británicas. La Premier adoptó una calculada distancia con los electores -como demostró con su ausencia en el debate de la BBC- que acabó pasándole factura. Su idea-fuerza del Brexit pasó a un segundo plano tras el fiasco del Manifiesto Conservador -con el plan para reformar la asistencia social y con el "impuesto de la demencia" sobre los pensionistas- y la inseguridad provocada por los atentados yihadistas.

Corbyn, en cambio, dio muestras de la empatía de la que May carecía y ha sido capaz de lanzar un mensaje de ilusión, con propuestas atractivas, por utópicas que algunas de ellas puedan ser -renacionalización de la energía y de los ferrocarriles, gratuidad de las matrículas universitarias o subida de los impuestos a los más favorecidos-, que han atraído a su bando a un buen número de los desilusionados jóvenes. Desarrolló un campaña positiva bajo el lema "Para muchos  no para unos pocos", aunque la consigna más popular ha sido fruto de un retruécano -"pun"- típico del humor inglés: "Make June the end of May" -"Haced Junio el final de Mayo/de May"-. Logró ganar la "batalla de las ideas" frente al personalización de la campaña presidencialista de May. Centró su atención en los problemas sociales y económicos que interesaban a la población en vez de en elucubraciones ideológicas sobre el Brexit o sobre la identidad del pueblo británico. Se produjo una reacción de las bases frente al aparato parlamentario del partido -impulsada por el grupo "Momentum"-, que ha redorado la alicaída imagen de un Corbyn que había sido censurado por el 70% de los parlamentarios laboristas. Todo ello ha permitido el renacimiento del PL, que ha conseguido sus mejores resultados electorales de los últimos años y quedado a tan sólo dos puntos del gubernamental PC.

Problemas de inseguridad

Las elecciones se han visto mediatizadas por los atentados terroristas de Manchester y Londres, que han puesto de manifiesto las insuficiencias de las Fuerzas de Seguridad y de los Servicios de Información para luchar contra el terrorismo yihadista. Estos acontecimientos han ido en detrimento del prestigio de May que, no en vano, fue Ministra de Interior durante seis años y en cuyo mandato se redujo en 20.000 unidades el número de policías. Muchos de los principales problemas a los que se enfrenta Gran Bretaña en la actualidad -seguridad y luchas contra el terrorismo, inmigración, falta de integración de los extranjeros y crecimiento del racismo y l xenofobia- caen precisamente bajo la férula del Ministerio del Interior, que no tomó las medidas adecuadas para solucionar, o al menos paliar estos problemas. De aquí que May perdiera credibilidad ante la opinión pública y se resintiera su auto-promocionada imagen de "fortaleza y estabilidad". Como ha observado Víctor de la Serna, con varios atentados islamistas a sus espaldas y con la conciencia de que bajo David Cameron y de Theresa May la seguridad interna del país se había deteriorado, los ciudadanos británicos han castigado, no sólo al PC que abrió la espita del Brexit, sino también a los nacionalistas escoceses que habían intentado arrimar el ascua a su sardina afirmando que, con su independencia, podrían seguir en la UE.


Tras los últimos acontecimientos, May se ha rasgado las vestiduras policiales y afirmado -quizás un poco tarde- que "hay demasiada tolerancia con el extremismo en este país" -¿quiénes son los culpables de ello?- y que "las cosas tienen que cambiar", mediante el fortalecimiento de la dotación y de las competencias de las fuerzas de seguridad, la revisión de las leyes antiterroristas, el control de las redes cibernéticas que propagan el yihadismo y el reforzamiento del sistema de vigilancia de sospechosos. Ha sacado su patita populista-demagógica al señalar que ello se llevaría a a cabo aunque fuera en detrimento de los derechos humanos, algo a lo que el Reino Unido ya está acostumbrado por la actuación en el pasado de sus fuerzas de seguridad en Irlanda del Norte, que provocó algunas condenas del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, a las que los Gobiernos británicos no hicieron excesivo caso. Desde los atentados del 11-S, Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países declararon la guerra al terrorismo yihadista orillando algunas normas sobre derechos humanos, pero no han tenido excesivo éxito. Pese a ello, resulta paradójico que May pidiera en la última reunión del G-7 una mayor cooperación entre los países occidentales para la prevención y lucha contra el terrorismo, cuando ha decidido abandonar la UE y amenazado veladamente a sus miembros con rebajar la cooperación en materia de seguridad si el Reino Unido no lograba un buen acuerdo económico. La cooperación es imprescindible entre todos los Estados, pero especialmente en los de carácter insular. Gran Bretaña es, por otra parte, el Estado que hasta ahora más ha recurrido a los servicios de cooperación policial y judicial de la Unión..

Incidencia sobre las negociaciones del Brexit

No conviene alegrarse de las desdichas ajenas, aunque May se haya ganado a pulso su fracaso electoral. Hay cosas muy importantes en la estacada como el futuro de la UE o el bienestar de sus ciudadanos. May ha recurrid a la táctica maniquea de crear artificialmente un enemigo exterior demonizado y convertido en el culpable de todfos los males del Reino Unido: la odiada burocracia de Bruselas. Mostrando su visceral animadversión contra la UE, May cargó las tintas durante la campaña acusándola de interferir en la elecciones. Así, afirmó que "varios políticos y funcionarios europeos han formulado amenazas contra el Reino Unido en los últimos días" y que había gente en Bruselas que no quería que las negociaciones avanzaran, ni que el Reino Unido prosperara. Dirigiéndose a sus compatriotas les dijo:"Si no conseguimos una buena negociación, vuestra seguridad y vuestra prosperidad están en peligro..., si dejamos que los burócratas de Bruselas nos atropellen, perderemos la ocasión de construir una sociedad más justa y con oportunidades para todos". Corbyn la ha acusado  de "buscar la confrontación pública con Bruselas envolviendo al Partido Conservador en la 'Union Jack' para distraer la atención sobre los fallos económicos y la crisis en los servicios públicos", y la Presidente de Escocia, Nicola Sturgeon, de "crear una atmósfera envenenada" en la antesala de la negociación.

May adelanto las elecciones, entre otras razones, para obtener un mandato claro para negociar el Brexit con la UE, pero no lo ha obtenido. Antes al contrario, los británicos -en opinión de Rafael Moyano- han propinado un varapalo a la  persona encargada de ejecutar los deseos expresados en el referéndum sobre el Brexit, quizás con la esperanza de que se suavicen sus consecuencias. Tendrá que reconsiderar el enfoque de las negociaciones sin ignorar los resultados del referéndum, pues cabe interpretar que la mayoría del electorado no está a favor de un Brexit duro. . Así, el propio Ministro para la salida de la UE. David Davis, ha reconocido que el voto de los británicos puede forzar a revisar la opción de salida del Mercado Único y de la Unión Aduanera. Ruth Davidson ha señalado la conveniencia de dar un volantazo en las negociaciones y volver a poner la integración en el Mercado Único sobre la mesa, y hasta el fundador del UKIP, Nigel Farage, ha admitido la posibilidad de que Gran Bretaña ofrezca a la UE seguir en el Mercado Interior.

Inasequible al desaliento, May ha seguido impertérrita con su cruzada contra la Unión. Sus primeras palabras tras su controvertida victoria fueron que "juntos -con el DUP- cumpliremos las promesas del Brexit". Expresó su intención de seguir el calendario de negociaciones previsto y centrar sus energías en lograr un buen resultado en las mismas, a cuyos efectos confirmó en sus cargos a la tripleta central por-Brexit. No han cambiado las caras ni las pretensiones del Reino Unido, pero han surgido muchas dudas sobre la estabilidad del nuevo Gobierno y la fuerza de su mandato. Es de prever que una May en entredicho y cuestionada incluso desde dentro del PC adopte una postura dura en la negociación para acallar las críticas de sus detractores. Ha reiterado su opinión de que es mejor una falta de acuerdo que un mal acuerdo. En la confusa coyuntura actual, no es fácil deducir si la situación facilitará un Brexit duro o blando. En cualquier caso, la UE deerá mantener su unidad y firmeza, y presionar para que se inicien cuanto antes las negociaciones a fin de lograr un acuerdo mutuamente satisfactorio.

Habrá que ver si efectivamente se respeta el calendario, pues el 19 de Junio -fecha prevista para el comienzo de las negociaciones- se inaugurará en Londres la nueva legislatura parlamentaria con el tradicional discurso de la Reina. El principal negociador de la UE, Michel Barnier, ha dicho que "las negociaciones deberán iniciarse cuando Gran Bretaña esté lista, que "los plazos y la situación de la Unión son claros", que "es difícil negociar cuando la contraparte no tiene claros sus objetivos" y que "es una ilusión pensar que la negociación se puede hacer rápido y sin dolor". El Comisario de Economía, Pierre Moscovici, ha observado que las cosas se han complicado en el Reino Unido y la Unión deberá esperar hasta que se aclaren. El Presidente de la República Checa, Bohuslav Sobotka, ha señalado que, transcurrido un año desde que adoptó su decisión sobre el Brexit, Gran Bretaña no está aún lista para negociar su marcha. El Presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha reconocido que no sabe cuándo comenzarán las negociaciones, pero sí cuándo deberán terminar, y que habrá que esforzarse para para evitar que acaben sin un acuerdo. La Canciller alemana, Angela Merkel, ha instado a May a iniciar las negociaciones conforme a lo previsto y asegurado que la UE está preparada para defender su postura y quiere negociar lo lo más rápidamente posible. Su Asesor  económico, Michael Fuchs, ha añadido que la nueva situación política en el Reino Unido ofrece "una oportunidad para unas negociaciones de Brexit más razonables". El Presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, no se ha mostrado, sin embargo, optimista tras su enfrentamiento dialéctico con May - de la que dijo con ironía que vivía en otra galaxia- y ha fijado en un 50% la posibilidad de que no se logre un acuerdo,

Theresa May aspiraba a ser una nueva Margaret Thatcher y a aplastar a Jeremy Corbyn, como ésta hizo en 1983 con Michel Foot, dejando al PL con sólo 27% de los votos. Pero, mal que le pese, May no es Thatcher y lo que ha logrado ha sido hacer del "enanito" Corbyn un gigante. Como la Reina de Blancanieves, ha preguntado a su espejo mágico si había alguna Premier tan brillante como Thatcher, pero el espejo no le ha dado la respuesta que esperaba. Decididamente, May no es, por desgracia para los británicos, una Margaret Thatcher-bis.

Madrid, 11 de Junio de 2017 

jueves, 1 de junio de 2017

Pugna entre Arabia Saudita e Irán por la hegemonía en el Golfo

PUGNA ENTRE ARABIA SAUDITA E IRÁN POR LA HEGEMONÍA EN EL GOLFO

En los últimos meses se han producido dos acontecimientos importantes para la evolución política en el Golfo Arábigo/Pérsico: el triunfo en las elecciones a la presidencia de Irán del moderado Hasan Rohani y la presencia en la zona del Presidente Donald Trump, que pretende establecer una nueva "pax americana" en la región basada en el apoyo incondicional a Israel, el pacto con las monarquías autocráticas sunitas del Golfo lideradas por Arabia Saudita para luchar contra el terrorismo del Estado Islámico y la condena de Irán, considerada como promotora y encubridora del terrorismo en el Próximo Oriente.

Evolución de Irán

Irán es un Estado musulmán no árabe en el que la inmensa mayoría de su población profesa la versión chiita del Islam. Tras el derrocamiento del Shaj Mohamed Reza Pahlevi en la rebelión de 1979, el Ayatollah Rahollah Jomeini se erigió en Guía Supremo de la Revolución, instauró un Etado teocrático dando un salto atrás en el túnel de la Historia y trató de exportar de forma agresiva el chiismo en la región. Esta actitud fue una de las causas principales del conflicto armado irano-iraquí entre 1980 y 1987, pues el Presidente de Irak, Saddam Husein se opuso por las armas a su ancestral enemigo persa para evitar que le disputara su hegemonía en el Golfo. La larga y sangrienta guerra fue un fracaso para los dos países, que terminaron exhaustos política, económica y humanamente, ante el desinterés de los Estados que se lucraron considerablemente con el suministro de armas a los contendientes y la impotencia de la ONU, que sólo al final consiguió que los dos líderes, ante la exhaución mutua, aceptaran poner término al conflicto.

Jomeini se centró en la consolidación de la estructura de un Estado chiita bajo el control de los los dirigentes religiosos y disminuyó su entusiasmo proselitista, aunque logró algún éxito como el reforzamiento en Líbano de la milicia chiita de Hizbollah, que provocó la ruptura del delicado equilibrio político-religioso establecido en el país de los cedros.Sucedió a Jomeini el Ayatollah Ali Jamenei, un clérigo prestigioso pero carente de del carisma de su predecesor. Fue elegido Presidente de la República el pragmático Hashemi Rafsanyani, que siguió un programa de conservadurismo religioso, intransigencia política y liberalismo económico para tratar de reconstruir el país desvastado por la guerra. Como no puede haber una revolución permanente, con el transcurso del tiempo el ardor revolucionario fue disminuyendo hacia el exterior, aunque se intensificó hacia el interior con la imposición de un severo régimen de control de los ciudadanos ajeno a los derechos humanos y a las libertades fundamentales.

En 1997 fue elegido Presidente el moderado Mohamed Jatami, que intentó liberalizar algo la situación pero fracasó ante la oposición del Guía Supremo y de los distintos Consejos controlados por el estamento religioso.. Fue sustituido por el radical Mahmud Ahmadineyad -Alcalde de Teherán, que había sido uno de los ocupantes de la Embajada de Estados Unidos- quien, durante sus dos mandatos, reprimió con mano dura cualquier conato de liberalización y adoptó una actitud agresiva hacia el exterior. Se mostró intransigente con Israel -que "debería ser borrado del mapa"-, intensificó la ayuda a Hizbollah y a Hamas, y reanudó el programa nuclear, lo que provocó que se aplicaran a Irán sanciones internacionales. En las elecciones de 2013, el Consejo de Guardianes de la Revolución vetó a todos los candidatos moderados o pragmáticos -incluido Rafsanyani- y resultó elegido el menos radical de los candidatos, Hasan Rohani -ex- Secretario del Consejo de Seguridad Nacional-, que siguió la senda aperturista de Jatami e hizo todo lo posible para mejorar las relaciones con Occidente y tratar de salir del aislamiento y de las sanciones económicas. La piedra de toque era el programa nuclear iraní. Aquí es de justicia señalar que -.como pude comprobar en mi época de Embajador Representante Permanente ante el Organismo Internacional de Energía Atómica- Irá ha sido tratado por el Organismo con mucha mayor severidad que otros Estados nucleares de hecho -como Israel, India o Pakistán-, que ni siquiera eran partes en el tratado de no Proliferación Nuclear, como sí lo era Irán, que además solía cumplir sus preceptos. La Comunidad internacional no estaba dispuesta a consentir que Irán  accediera al armamento nuclear y mantuvo una tremenda presión sobre él. Finalmente, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad y Alemania firmaron en 2015 un Acuerdo por el que Irán se comprometía a hacer un uso exclusivamente pacífico de la energía nuclear y a no dotarse de armas atómicas, a cambio de que se fueran reduciendo gradualmente las sanciones económicas y de otra índole que le habían sido impuestas. Ello constituyó un importante y positivo paso para normalizar las relaciones entre Irán y la Comunidad internacional, pero Donald Trump ha condenado el Acuerdo y se ha mostrado dispuesto a incumplirlo.

Involución de Arabia Saudita

A diferencia de Irán -que ha ido dando pequeños pasos hacia la creación de un Estado de Derecho-, Arabia Saudita ha seguido la senda opuesta y se halla instalado en el siglo VII,  pues , como el cangrejo, camina marcha atrás hacia la Edad de Piedra.. Ha pasado de la jaima al rascacielos y de camello al Masseratti y el "smartphone" sin solución de continuidad, pero mentalmente ha quedado anclado en la época de Mahoma, cuyo mensaje sigue interpretando en su literalidad sin tener el cuenta el devenir histórico y el natural cambio de circunstancias. Sigue profesando el "wahabismo", que es la versión más radical y retrógada del islamismo sunita. Es el peor paradigma de lo peor del Islam: machismo patriarcal y opresión de la mujer, exaltación de la "yihad" , desprecio y persecución de los no creyentes -aunque sean seguidores del Libro, cristianos  judíos, a los que el Corán dice que debe dárseles un trato especial-, oposición a la libertad de culto -no permite la existencia en su territorio de templos de confesiones no musulmanas ni la presencia de sus ministros-, rigorismo e intransigencia -"ojo por ojo y diente por diente"-, falta de empatía y de clemencia -mantenimiento de las amputaciones por delitos de robo y de lapidaciones por delitos sexuales o adulterio-, desigualdad y explotación de extranjeros...etc. Su actitud excluyente hacia los no wahabitas afecta incluso a otros musulmanes como los chiitas, a los que discrimina en su propio país, persigue en Bahrein e incluso ataca como a los hutíes de Yemen, a los que está masacrando impunemente mediante bombardeos de la población civil.

Arabia Saudita basa su actitud en supuestos motivos religiosos que enfrentan a sunitas y chiitas, pero la división entre ellos es más histórica que religiosa y se remonta al momento de la sucesión de Mahoma.
Alí, yerno del Profeta, accedió al Califato en el año 656 pero fue asesinado, como lo fue su hijo Husein, matado en Kerbala en 680 por los seguidores del Califa omeya Yazid. Desde entonces, los seguidores de éste fueron llamados sunitas y los de aquél chiitas. Aunque existe algunas diferencias, éstas no son de tipo ideológico sino práctico y , durante siglos, unos y otros han cohabitado en amor y compaña. Ylya U. Topper ha afirmado que no existen diferencias teológicas entre las dos principales ramas del Islam, ya que creen en el mismo Dios/Alá, se rigen por los dictados del Corán y comparte el fundamentalismo, la teocracia, la religión, la Sharía, las mezquitas, la concepción misógina de la mujer y la oposición radical al infiel. A diferencia del chiismo, el sunismo carece de una jerarquía institucionalizada, lo que ha facilitado la proliferación de imames y mullahs que interpretan a su antojo el Corán, inducen a la violencia  lanzan "fatwas" en las que condenan a muerte a infieles por insultar al Profeta o mancillar el Libro sagrado.

Los monarca descendientes del Rey Saúd son los Custodios de los Santos Lugares del Islam -La Meca y Medina-, por lo que tienen un gran prestigio y ascendencia entre los musulmanes, pese a su mediocridad humana. Lo malo de estos monarcas no es tanto que profesen e imponga en Arabia Saudita y en los Estados del Golfo el wahabismo, como que lo exporten a todo el mundo enviando misioneros enfervorizados y financiando las madrasas o escuelas coránicas, donde lavan el cerebro a los alumnos, les inculcan el odio al cristianismo y a la cultura occidental, se promociona el fundamentalismo integrista, se relativiza el valor de la vida y se ensalza la inmolación suicida. He podido comprobar estas lamentables experiencias en Pakistán y en algunas República musulmanas de la antigua Unión Soviética. Los "comando wahabitas" colman el vacío dejado por las falta de atención escolar de los Gobiernos y, a través de sus centros, expanden su "mala nueva". En estas Repúblicas, el islamismo tenía predominantemente un carácter identitario y cultural, y era abierto y tolerante. Hoy, la semilla wahabita ha germinado en odio contra el infiel y en yihadismo suicida. Los distintos Reyes sauditas han practicado la "diplomacia de la chequera". Sea por convicción o por hacerse perdonar sus muchos pecados, se han mostrado dispuestos a financiar cualquier movimiento musulmán aunque sea terrorista, ya directamente o a través de sus instituciones, empresas o nacionales.

Política inadecuada de Trump en Próximo Oriente

En su gira por Oriente Próximo, Trump ha estado a partir un piñón con los sátrapas sunitas del Golfo. En su errática y voluble política, ha pasado de "el Islam nos odia" a considerarlo una gran confesión. El mismo líder que trata de negar la entrada en Estados unidos a los nacionales de ciertos países árabes del Medio Oriente ha propuesto a sus líderes la formación de una alianza para lucha contra el terrorismo del Daesh y de Irán (¿?). Según ha dicho, "ésta no es una batalla entre diferentes credos, sectas o civilizaciones, sino entre los criminales bárbaros que buscan destruir la vida humana y a la gente decente de todas las religiones que trata de protegerlas. Es la lucha del bien contra el mal". Y añadió que no podía dejar dejar de mencionar al "Gobierno que proporciona a los terroristas el puerto seguro, el respaldo financiero y la coyuntura social necesaria para el reclutamiento. Un régimen que es responsable de gran parte de de la inestabilidad que vive la región. Hablo, por supuesto, de Irán". Y siguió con su increíble fervorín: "Del Líbano a Irak o Yemen Irán financia armas y entrena terroristas, milicias y otros grupos extremistas que provocan la destrucción y el caos en la región. Durante décadas, Irán ha alimentado las llamas de conflicto sectario y el terror. Es un Gobierno que habla abiertamente de asesinatos en masa, que promete la destrucción de Israel y la muerte de América, y amenaza con la ruina a muchos líderes y naciones presentes en esta sala". Por ello era indispensable "hacer un frente común ante el terror del Islam radical y de Irán".

El conflicto israelita-palestino es genuino porque se basa en la pugna de dos pueblos por un territorio que legítimamente les pertenece y que no quieren, o no pueden, compartir en paz y armonía. La confrontación entre sunitas y chiitas, en cambio, es artificial y falsa, y obedece a una descarnada lucha política entre Arabia Saudita e Irán por la hegemonía en el Golfo, para lo que se sirven de la religión al ser respectivamente los líderes espirituales de las dos principales ramas del Islam. El equilibrio entre las dos confesiones lo rompió Georges Bush Jr. en Irak cuando expulsó a los sunitas del Gobierno, de la Administración, de Ejército e incluso de la sociedad civil. Con el nombramiento como Presidente del Gobierno del líder chiita de al-Dawa Nuri al Maliki, se propició la guerra civil entre sunitas y chiitas, que hasta entonces habían cohabitado en relativa paz. Las líneas religiosas se entrecruzan y confunden, sin embargo, en función de la conveniencia política. Irán da su apoyo tanto a los chiitas de Hizbollah en Líbano como a los sunitas de Hamas en Gaza, y Arabia Saudita respalda al chiita Irak contra el sunita Daesh, que persigue por igual a unos y otors si no están de acuerdo con sus postulados. Arabia Saudita -que teme la influencia negativa del Estado Islámico y la propia subsistencia de su monarquía- se ha unido de mala gana a la calición internacional liderada por Estados Unidos. Irán, igualmente temeroso del Daesh, apoya con las armas a Irak y colabora "de facto" con la coalición internacional. ¿Cómo puede Trumpo poner en la dina de sus ataques a un país qee está luchando junto a Estados Unidos contra el Estado Islámico y situar a ambos en el mismo nivel?.

En su confusión mental, Trump se ha equivocado de enemigo y de amigo. Ha asegurado a su cuate Benjamin Netanyahu que el "terrible" Acuerdo de 2015 ha propiciado el enriquecimiento de los Ayatollahs y fortalecido su régimen, pero que "Irán nunca tendrá armamento nuclear". Ha afirmado que su Administración estará siempre con Israel para impedir que Irán lo destruya. "No con Donald J. Trump, creedme". Si estuviera tan preocupado, como dice, por el ingreso de Irán en el "Club de de los Países con Armamento Nuclear", la vía más eficaz sería la que ha abierto precisamente el citado Acuerdo,que permite el control por el OIEA del proceso nuclear iraní -tras el compromiso formalmente asumido por Irán-, en vez de sabotearlo e incriminar a este país por terrorismo. ¿Acaso pretende forzar a Irán a que actúe como la República Popular de Corea?. Irán no debería ser el enemigo de Estados Unidos, sino su aliado estable en el futuro. En cuanto al supuesto amigo, ¿cómo puede pedir a Arabia Saudita que se convierta en el látigo contra el terrorismo yihadista cuando ha sido quien lo ha potenciado y financiado?. Me resulta incomprensible que uno de los Estados más autócrata, corrupto y violador de los derechos humanos no sólo no sea excluido de la Comunidad internacional, sino que sea cortejado por la misma. Ya sé que "poderoso caballero es Don Petróleo", pero de ahí a considerar a Arabia Saudita como un baluarte de la civilización occidental hay un abismo difícil de superar. Ya es hora de que Estados Unidos, la Unión Europea y los países democráticos dejen de condonar la inadmisible conducta de la tiranía de los Saúd, pongan coto a su impunidad, dejen de considerarlo un aliado imprescindible e influyan para que se convierta en un Estado menos autocrático que inicie el camino hacia su conversión en un Estado de Derecho.

Perspectivas sobre el conflicto irano-saudita en el Próximo Oriente

No es ésta, por desgracia, la política que Trump parece va a seguir en el Próximo Oriente. Ha roto el equilibrio entre Arabia Saudita e Irán en la pugna por la hegemonía en el Golfo  ha demonizado a éste poniéndolo al mismo nivel que el Estado Islámico. Es cierto que a Irán aún le queda un largo camino por recorrer para poder incorporarse con normalidad a la Comunidad internacional, pero se encuentra en la buena vía a diferencia de Arabia Saudita. Tiene en su contra la archiconservadora estructura política, administrativa y religiosa -Guía Supremo, Consejo de Guardianes de la Revolución, Judicatura, Milicia de Pasdaranes- y a su favor el apoyo de la juventud, las mujeres, el empresariado y los pequeños comerciantes del Bazar. Cuenta con una cierta tradición liberal, una sociedad civil y una clase media estables y unas minorías ilustradas, y disfruta de un mínimo de libertades y derechos que son inconcebibles en Arabia Saudita y en las monarquías del Golfo. El proceso de apertura iniciado por Jatami y seguido por Rohani va ganando terreno lentamente y hay que potenciarlo desde fuera en vez de obstaculizarlo. Conviene impulsar la aplicación del Acuerdo Nuclear en vez de sabotearlo y -si Irán cumple sus compromisos como hasta ahora vienen haciendo- acabar con las sanciones económicas contra el país para que mejore su empantanada economía y para que el pueblo pueda apreciar que la política aperturista está justificada y resulta provechosa. Las autoridades iraníes deberán abandonar su "infantilismo revolucionario", reconocer a Israel, normalizar las relaciones con sus  vecinos, dejar de apoyar de forma incondicional a Bashar al-Asad en Siria y ayudara buscar una fórmula para poner término al fratricida conflicto civil, y abrirse decididamente a la cooperación internacional. Irán es recuperable, mientras que Arabia Saudita me temo que no lo es, a no ser que cambie de forma radical su actual conducta política y religiosa. Trump debería reflexionar sobre quiénes son realmente los enemigos de la civilización occidental y quiénes sus aliados para poder luchar eficazmente contra el terrorismo internacional del Estado Islámico y de al-Qaeda.

Madrid, 29 de Mayo de 2017