miércoles, 5 de febrero de 2014

La defensa que viene

LA DEFENSA QUE VIENE Durante la Pascua Militar del 6 de Enero, el Rey Juan Carlos I reconoció el enorme esfuerzo realizado por las Fuerzas Armadas de España (FA) para garantizar la seguridad y la defensa de la patria en un horizonte económico de gran complejidad, y subrayó la necesidad de caminar por la senda que les permita obtener el máximo rendimiento de los recursos y mantener la operatividad de sus unidades. El Ministro de Defensa, Pedro Morenés, afirmó que resultaba difícil alcanzar, sin contar con los medios materiales necesarios, la eficiencia que la sociedad les demanda, y anunció la creación de una Fuerza de Acción Conjunta (FAC), con el impactante argumento de que, en las FA, “más vale tener un 10% al 100%, que un 100% al 10%”. Criterios para la reestructuración de la Defensa Estos problemas fueron abordados a finales del pasado año por el analista del Real Instituto Elcano, Félix Arteaga, en un espléndido opúsculo titulado “La defensa que viene: Criterios para la reestructuración de la Defensa en España”. El autor señalaba los siguientes novedades en el ámbito de la defensa: 1) Desaparición del contexto geopolítico y geoestratégico, y desfase entre los objetivos y los recursos disponibles, que hacen insostenible la defensa tradicional; 2) fin del modelo de seguridad internacional basado en las relaciones trasatlánticas, con el desplazamiento del interés político, económico y estratégico hacia Asia-Pacífico; 3) aparición de grupos extremistas no estatales, que recurren al terrorismo y a la subversión contra los Estados; 4) crisis de las organizaciones multilaterales de seguridad y auge de las alianzas bilaterales coyunturales para resolver los conflictos al margen de sus estructuras; 5) renuencia a recurrir al uso de la fuerza y a aceptar el concepto de seguridad compartida, y aprensión de los políticos ante la opinión pública, que apenas se implica en las intervenciones por estimar que no afectan a la sociedad; 6) limitación del poder militar clásico y desgaste producido por los daños colaterales; 7) aumento de los recortes e insuficiencia de las dotaciones presupuestarias. Estos rasgos se dan también en España, que se encuentra en primera línea ante los riesgos de la creciente inestabilidad de los países mediterráneos y del norte de África, del Golfo de Guinea al Cuerno de Somalia, pasando por el Sahel. El Gobierno debe orientar su política defensiva hacia los espacios geográficos donde están más en juego sus intereses de seguridad (“retraimiento selectivo”). La implicación de Estados Unidos (USA) en Europa garantizaba la estabilidad de la región a un bajo coste, pero, ahora que disminuye su interés, España tendrá que asumir mayor responsabilidad en su seguridad nacional e iniciar la renovación y modernización de sus FA en un contexto de austeridad. No puede delegar la protección de su seguridad en el marco de la OTAN y deberá buscar asociaciones estratégicas con países que compartan sus intereses, como Francia, Italia o USA. Ha de reestructurar sus FA y contar con una FAC con capacidad de intervención especializada. Debe salvaguardar su tejido industrial y tecnológico –“de la industria de defensa a la defensa de una industria estratégica”- y pasar “de la inseguridad presupuestaria al planeamiento sostenible”. Por último, ha de convencer a la opinión pública sobre la ineludible necesidad de contar con una política de seguridad adecuada, Continuada disminución del presupuesto de Defensa Se trata de una misión casi imposible. Como ha comentado gráficamente un alto mando militar- los recortes “han tocado hueso”y puesto en peligro la operatividad de las FA, y lo peor es que las restricciones van a seguir. En los últimos 7 años, el presupuesto de Defensa se ha reducido un 36%, pasando de €8.494 millones en 2007 a 5.745 millones en 2014, y los gastos de inversión han menguado un 75%. España gasta en defensa menos del 1% de su PIB, lejos del 4% de USA, del 2% de Gran Bretaña o del 1.5% de Francia. Ha tenido que jubilar prematuramente a su único portaviones, el “Príncipe de Asturias”, una cuarta parte de su flota de aviones Harrier y uno de los dos Boeing-707 de reabastecimiento en vuelo. No se han presupuestado partidas para sustituir los trece Harrier restantes.-que tienen de vida hasta 2020-, ni los aviones de abastecimiento. En 2012 se adoptó el plan “Visión”, que prevé la reducción de 20.000 efectivos de una plantilla, que absorbe el 77% del presupuesto. El Ministerio ha ido “trampeando” con las dotaciones extra-presupuestarias extraordinarias -€800 millones en 2013- para las misiones de paz en el exterior, que han permitido al Ejército español desempeñar brillantemente su cometido y, a la par, invertir parte de estas sumas en labores de entrenamiento, complemento de plantillas y mejora del equipo –como la adquisición de tanques “Lince” o blindados anti-minas RG-31-. Pero las grandes misiones en Afganistán y Líbano se van reduciendo y se limitará considerablemente este preciado maná en el futuro. El Ministro Morenés ha expresado su esperanza de que se faciliten a las FA los medios requeridos para una defensa que, en el actual mundo inestable en que vivimos, adquiere, si cabe, mayor importancia. Haciendo de la necesidad virtud, ha previsto la creación de la FAC, un grupo integral especializado, compuesto por fragatas, aviones de caza y transporte, unidades blindadas y de operaciones especiales, y 10.000 efectivos -el 9% de una plantilla prevista de 110.000 militares-. Según el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, Fernando García Sánchez, se trata de una Fuerza “de alta calidad, versatilidad, eficacia, resiliencia y carácter expedicionario”, que podrá desplegarse en un plazo máximo de un mes -e incluso menos en el caso de las unidades de acción rápida-, y deberá dar una respuesta “rápida y efectiva” a los problemas que surjan. La cuestión de la defensa y la seguridad apenas ha sido debatida en las Cortes o ante la opinión pública, y el Gobierno –y no sólo el Ministerio de Defensa- ha de informarla y concienciarla sobre la exigencia de hacer frente a cualquier amenaza contra la soberanía nacional o la integridad e intereses del Estado, y de proteger el bienestar de la sociedad frente a los peligros del terrorismo, el crimen organizado, los ciber-ataques, las armas de destrucción masiva, los flujos incontrolados de inmigración, la insuficiencia energética o las catástrofes naturales. Conveniencia de una labor pedagógica para fomentar la cultura de la defensa Morenés ha reconocido que falta en España una “cultura de la defensa y de la seguridad”, por lo que hay que propiciarla. Los miembros de las FA se encuentran mejor preparados que nunca y aquéllas son la institución más prestigiada y cuentan con un amplio grado de aceptación social. La justificación de la acción armada sólo en base al humanitarismo o a la cooperación internacional ha desfigurado la esencia de la misión de las FA, que no son una ONG. Aunque puedan realizar funciones similares, deben disponer de la capacidad militar suficiente para –como ha observado Arteaga- prevenir un conflicto, ejercer la disuasión y utilizar la fuerza como último recurso, si necesario fuere. El Gobierno ha de cambiar su política de comunicación y alentar un debate global y profundo sobre los requerimientos de la defensa y de la seguridad. Con un difuso pacifismo bien pensante, la sociedad admite el recurso a la fuerza, pero prefiere que la utilicen otros. Aspira a contar con unas FA eficientes a un mínimo coste, pero –como reza el proverbio- “a quien algo quiere, algo le cuesta”. No se puede seguir reduciendo el presupuesto de las FA, so pena que les ocurra lo que al burro del campesino, que lo acostumbró a no comer y, cuando el animal se habituó, se murió. El Gobierno ha de establecer una FAC eficaz y centrar su atención en las zonas sensibles del Mediterráneo y del Magreb, asumir su función coordinadora del programa 5+5 de seguridad en el Mediterráneo Occidental, mantener su activa participación en la “Operación Atalanta” y concluir el repliegue de tropas en Afganistán y Líbano, dejando retenes especializados reducidos. Debe participar en las misiones de paz en lugares en que se puedan ver afectados sus intereses, como en Mali o la República Centroafricana, y enviar especialistas para entrenar a las tropas locales y ofrecerles facilidades logísticas. Por último, habrá de reestructurar sus FA para estar en condiciones de responder adecuadamente a la “defensa que viene”. Madrid, 13-I-14.

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