miércoles, 5 de febrero de 2014

¡Habemus Papam!

“¡HABEMUS PAPAM!” El pasado día 13 a las 19.30 estaba programada la presentación de mi libro “Ideas para una renovada política exterior española”, con la participación del Ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación José Manuel Garcia-Margallo. A las 19.07 vimos en el televisor situado a la entrada del edificio de la Asociación de la Prensa la “fumata bianca” que anunciaba la elección de un nuevo Papa. Los asistente –Ministro incluido- permanecimos casi una hora frente a la TV, curiosos e impacientes ante la incertidumbre del resultado, que se tornó en sorpresa al saber que el Cardenal Jorge Mario Bergoglio era el sucesor en la sede de Pedro. Como buen argentino, se hizo esperar, hasta que al fin apareció en la pantalla transformado en el Papa Francisco. El consiguiente retraso en el acto de presentación académica fue, por tanto, debido a lo que la terminología anglosajona denomina “act of God” y la castellana “fuerza mayor”. La espera dio paso a la esperanza porque –por primera vez en la historia de la Iglesia- había accedido al pontificado un iberoamericano y un jesuita. Problemática de la elección papal La inesperada dimisión de Benedicto XVI había cambiado radicalmente las reglas de juego del cónclave, al no estar de cuerpo presente como sus antecesores. En las Congregaciones Generales previas, los Cardenales discutieron “a capelo quitado” la situación de crisis que atraviesa la Iglesia y las medidas necesarias para hacerle frente. Así se fue gestando el perfil requerido para pilotar la bamboleante barca pontificia: profunda formación teológica, carácter pastoral, humildad, sencillez, austeridad, apertura a la problemática social y a la comunicación con el mundo actual, falta de compromisos con la Curia, procedencia extra-europea,, edad mediana y fortaleza física y moral. Al Cardenal Bergoglio le venían estos requisitos como anillo al dedo papal, salvo los de la edad y la fuerza física. Los vaticanistas se han equivocado porque no han tenido en cuenta que el Espíritu Santo también tiene algo que decir. Con 76 años cabe prever un breve papado de transición, pero ¡ojo con los precedentes!. Juan XXIII tuvo un mandato corto, pero revolucionario, pues en 5 años convocó el Concilio Vaticano II y publicó las espléndidas encíclicas “Mater et Magistra” y “Pacem in terris”. Semblanza de Jorge Bergoglio Sin ser un intelectual como Benedicto XVI, Pedro tiene una sólida formación teológica. Ha sido Arzobispo de Buenos Aires y Presidente de la Comisión Episcopal Argentina, y desarrollado una extraordinaria labor social en las “villas miseria”, hasta el punto de ser conocido como el “Obispo de los pobres”. Es humilde, sencillo y austero, como revela que viviera en un modesto apartamento y utilizara el transporte público. Es conservador en los ámbitos teológico y moral, pero muy abierto a los temas sociales y a la comunicación con el mundo exterior. No tiene compromisos con la Curia, a la que ha puesto en evidencia a menudo con su palabra y su ejemplo. Es persona de firmes convicciones que se ha opuesto al matrimonio homosexual y al aborto, y ha sido de los pocos que ha osado echar en cara a los Kirchner su actitud prepotente, su política divisionista y su enriquecimiento ilícito, por lo que no ha sido santo de su devoción. Néstor decía que era el principal representante de la oposición y Cristina lo ha calificado de “jefe medieval de una secta inquisidora”. Desde el oficialismo se le ha acusado de connivencia con la dictadura militar y falta de solidaridad con los desaparecidos y represaliados. Personalidades de la izquierda -como el premio Nóbel de la Paz Alfonso Pérez Esquivel- han desmentido semejantes acusaciones, y cabe recordar la petición de perdón hecha el año 2000 por los Obispos, por él inspirada:”Puesto que en distintos momentos hemos sido indulgentes con las posturas totalitarias violando así las libertades democráticas y la dignidad humana, puesto que mediante actos u omisiones hemos discriminado a muchos de nuestros hermanos, sin defender con suficiente ahínco sus derechos, suplicamos a Dios que acepte nuestro arrepentimiento”. La elección de un argentino rompe el monopolio europeo del papado, pero esta esperada ruptura no ha sido traumática, ya que Francisco es a la vez iberoamericano y europeo, al ser hijo de emigrantes italianos y haberse formado en Alemania, España e Italia. Desafíos del Papa Pedro Según el periodista y sacerdote Pedro Miguel Lamet, el Papa se enfrenta a numerosos desafíos:1) Evangelización: Debe continuar la labor de su predecesor de recristianizar Europa, frenar la sangría del catolicismo en América –que ha perdido en los últimos años 20% de sus fieles por la competencia de las sectas evangelistas, fortalecer las jóvenes Iglesias de África y Asia, y desactivar las intromisiones de la R.P. China. 2) Diálogo con el mundo moderno: La Iglesia –que se encuentra a la defensiva ante las críticas recibidas- tiene que adoptar una actitud más abierta y dialogante, y Pedro ha mostrado dotes para ello durante su desempeño del Arzobispado de Buenos Aires. 3) Ecumenismo: Bergoglio ha mantenido una cordial relación con el Gran Rabino de Buenos Aires, con el que incluso ha publicado un libro conjunto. Asimismo ha adoptado una actitud de respeto y tolerancia hacia agnósticos y ateos, porque “todos son hijos de Dios”. 4) Colegialidad: La “humanización” del pontificado tras la renuncia de Benedicto XVI y la actitud humilde y solidaria de Francisco suponen un impulsado la colegialidad y abren la vía a una mayor participación de Obispos, sacerdotes y laicos en la gobernación de la Iglesia. 5) Reforma de la Curia: Se impone una profunda reforma de la estructura burocrática de la Curia, poniendo fin a sus corruptelas, abusos de poder y opacidad. Por su falta de vinculación con ella, el nuevo Papa está en buenas condiciones de llevarla a cabo, para lo que es esencial que nombre un enérgico Secretario de Estado y se rodee de fieles colaboradores del sector pastoral. El apoyo de la fiel Compañía de Jesús le será de gran utilidad. 6) Moral sexual: Pedro ha de consolidar las medidas ya adoptadas por Benedicto XVI y tener tolerancia cero con la pederastia. Debería asimismo reconsiderar la actitud de la Iglesia en materia de control responsable de la natalidad, para –sin renunciar a sus principios- adecuarla a los condicionamientos del mundo actual y a la práctica de la mayoría de los católicos. 7) Celibato: No parece razonable que lo que lo que es lícito para los sacerdotes del rito oriental no los sea para los del rito occidental. Pedro ha insinuado que –aunque no se produzca un levantamiento de su imposición con carácter universal- pueda aceptarse como un “problema cultural de un lugar determinado”.8) Papel de la mujer: Hay que terminar con la discriminación de la mujer en la Iglesia. Sin llegar al extremo de admitir la ordenación plena –a la que se opone una arraigada tradición-, se les debe conceder más protagonismo en la dirección de la Iglesia, incluido el desempeño de puestos directivos en la Curia y en las diócesis. 9) Comunicación: Es indispensable una mayor comunicación externa de la Iglesia con el mundo e interna en el seno de la misma: Papa, Obispos y fieles. 10) Espiritualidad: Es imperativo que la Iglesia ofrezca respuestas al ansia de trascendencia de la población mundial. El Papa ha dicho que hay que situar a Cristo en el centro de la Iglesia y ponerla al servicio de los pobres. En sus escasos días de `pontificado, Francisco ha hecho gestos significativos que apuntan a una renovación de la Iglesia. Desde la elección de su nombre en homenaje al “Poverello” –humildad, austeridad, reformismo y Amor- a la toma de pequeñas decisiones rompedoras del protocolo del Vaticano, que han llevado a su portavoz Lombardi a augurar que sus maneras anuncian un “nuevo estilo”. Sus palabras y actos revelan una voluntad de cambio y alientan la esperanza de que Pedro impulsará el “aggiornamento” de la Iglesia iniciado por el santo Papa Juan XXIII. ¡Que así sea!. Sevilla, 20-III-2013

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