miércoles, 5 de febrero de 2014

Crónica de un bombardeo anunciado

CRÓNICA DE UN BOMARDEO ANUNCIADO El Gobierno de Bashar al-Asad ha continuado con su política de exterminio de parte del pueblo sirio, que alcanzó su punto culminante el 21 de Agosto con el lanzamiento de gases tóxicos sobre doce localidades del entorno de Damasco, que ha causado unos 3.000 intoxicados y más de 355 muertos –según Médicos sin Fronteras- o 1.429 muertos –según Estados Unidos-. El Gobierno sirio ha acusado a los rebeldes de ser los autores de la agresión química, y ha negado durantes seis días autorización a los inspectores de la ONU para que visitaran las zonas afectadas –tiempo suficiente para borrar pruebas-, intensificado los bombardeos de dichas zonas y obstaculizado la actuación de los observadores con ataques de artillería y francotiradores. Decisión de Obama de bombardear Siria al margen de la ONU Sin esperar a conocer el informe de los inspectores y sin buscar el debido mandato del Consejo de Seguridad (CS), Barak Obama ha decidido intervenir “ma non troppo” en Siria, porque el uso de armas químicas afecta a los intereses de Estados Unidos y de sus aliados en la región –léase Israel-, y so pretexto de que Rusia y China han impedido hasta ahora cualquier resolución del Consejo que condene a Siria o le imponga algún tipo de sanción, la última vez hace unos días cuando rechazaron la propuesta británica sobre protección de civiles. Mas, por muy Premio Nóbel de la Paz que sea, Obama no es quién para decidir cuándo puede atacar a un país sin la autorización de la ONU. Debe esperar a la publicación del informe de los técnicos y, si éste atestiguare que se han utilizado gases venenosos prohibidos por la normativa internacional –no es misión del equipo determinar quién los ha utilizado- poner a disposición del CS las pruebas de que disponga sobre la responsabilidad del Gobierno sirio y solicitar la adopción de las medidas oportunas. La Historia se repite, aunque la situación actual se parezca más a la de Kosovo en 1999, que a la de Irak en 2003. En ninguno de los dos casos se solicitó la venia del Consejo, con el argumento de que la petición toparía con el veto ruso, pero –mientras en el segundo supuesto no había pruebas que justificaran la intervención, ya que las alegadas por Estados Unidos habían sido falsamente fabricadas por los servicios de información-, en el primero se disponía de pruebas más que concluyentes sobre las agresiones realizadas por el Gobierno serbio de Slovan Milosevic contra su propio pueblo. Por motivos humanitarios, los miembros de la comunidad internacional estaban legitimados para intervenir en Kosovo al margen de la ONU, si el CS veía bloqueada su actuación por el veto ruso, pero ni siquiera se solicitó su autorización al darse por supuesto dicho veto. Yo estaba a la sazón de Embajador en Moscú y mi impresión era que no podía descartarse que Rusia se hubiera abstenido de vetar la resolución. Ahora la situación es similar y -aunque existan motivos fundados para que el CS decida una intervención en Siria- hay que respetar la legalidad internacional y huir del unilateralismo. Sólo si la decisión de intervenir fuera vetada por Rusia o China, Estados Unidos y sus aliados estarían moralmente respaldados y jurídicamente justificados para actuar en Siria por motivos humanitarios. Hay que agotar todos los recursos y dar el último paso para cargarse de razón, a lo que se niega Obama, que ya ha tomado la decisión de intervenir y se atiene a su calendario. El Reino Unido –su tradicional e incondicional socio trasatlántico- le ha dado una magistral lección de democracia. Planteada la cuestión ante el Parlamento británico, el líder de la Oposición, Ed Miliband, adoptó una postura impecable. Ante la afirmación del Primer Ministro, David Cameron, de que no había dudas sobre el uso de armas químicas por el Gobierno sirio, y que ello constituía un crimen contra la humanidad que justificaba la intervención en Siria, señaló que no excluía en el futuro semejante intervención, siempre que los inspectores de la ONU reunieran pruebas convincentes sobre la responsabilidad del Gobierno de al-Asad. Si, en el caso de conseguirse tales pruebas, Rusia o China impidieran que el CS diera luz verde a la intervención, entonces el Reino Unido estaría legitimado para lanzar un ataque contra Siria sin el apoyo de la Organización. La Cámara de los Comunes rechazó por un estrecho margen de trece votos la propuesta del Gobierno, y Cameron acató el desautorizador dictamen y aceptó que las fuerzas armadas británica no se sumaran al programado ataque estadounidense. El Gobierno español parece haber adoptado una posición parecida, al afirmar que cualquier acción de fuerza en Siria tenía que contar con una base jurídica que la respalde, y que cabía esperar que el CS desempeñara el papel que la Carta de las NU le confiere. Es partidario de esperar a que se conozcan los resultados de las investigaciones de los inspectores. Opciones de Estados Unidos Estados Unidos tiene como alternativas declarar una zona de exclusión aérea o terrestre, intensificar el rearme y la preparación de los rebeldes, y lanzar ataques limitados con misiles de crucero contra determinados objetivos estratégicos. La primera ha sido descartada por su falta de efectividad y la segunda por el temor a que el armamento moderno a suministrar caiga en manos de los islamistas radicales apoyados por Al-Qaeda. Son muchos los que estiman que más vale dictador conocido –sobre todo si mantiene un aceptable estatuto de “no relaciones” con Israel-, que milicias incontroladas por conocer. Ha optado, en consecuencia, por el modelo “bueno, bonito y barato”: una acción rápida, reducida en el tiempo y limitada en los medios ofensivos, sin presencia de tropas sobre el terreno, y sin apoyar a los rebeldes, ni pretender derrocar al Presidente sirio. Si su objetivo fuera proteger a las víctimas de las fechorías de al-Asad, debería tratar de poner término a la guerra y desalojar del poder a su principal responsable. Obama se ha visto atrapado por su compromiso de no tolerar el cruce de una “línea roja” como el uso de armas químicas, y –muy a su pesar- tiene que “mostrar músculo”, para demostrar que los crímenes de lesa humanidad no pueden quedar impunes e impedir que el mal ejemplo sea imitado por Irán en el plano nuclear. Apoyos y rechazos a la intervención en Siria Falto del respaldo de su fiel escudero británico, Estados Unidos cuenta con el apoyo de Francia –que se opuso a la intervención en Irak por no contar con la autorización del CS- y de Turquía –que le facilitará el uso de bases militares próximas a la frontera siria-, así como con la simpatía de los miembros de la Unión Europea, de la OTAN y de la Liga Árabe –que ha acusado a Siria de usar armas químicas y solicitado la intervención del Consejo-, aunque se ignora en qué se podría reflejar esta disposición en la práctica. En contra tiene a Rusia, China e Irán y, en menor medida, a Líbano e Irak. Habrá que tener asimismo en cuenta la radical oposición de Hizbullah –inmersa activamente en la guerra civil a favor de al-Assad-, que podría atacar con sus potentes milicias a los aliados, e incluso a Israel, y realizar atentados contra sus intereses. Si se demostrara la participación del Gobierno de Siria en la agresión química contra su población civil, habrá que ver hasta qué punto estaría dispuesta Rusia a mantenerle su incondicional apoyo, e Irán a aplicar con todas sus consecuencias el pacto de defensa mutua. Mientras los altos mandos militares iraníes han adoptado una actitud beligerante, el Presidente Hasan Rohani ha dado muestras de moderación. El Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, ha pedido a Estados Unidos que no intervenga hasta que no se conozca el resultado de las inspecciones, y la publicación del informe demorará aún algunas semanas. Influido sin duda por el fiasco en el Parlamento británico, Obama ha ganado tiempo al decidirse a someter su proyectada intervención a la aprobación del Congreso, que no se reunirá hasta el 9 de Septiembre. Los bombardeos están ya decididos y anunciados, y sólo falta que se publique en los periódicos damascenos el lugar, el día y la hora. ¡”Que sont fous ces américains!”. Madrid, 2-IX-13

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