LA UNIÓN EUROPEA ANTE UN MUNDO
MULTIPOLAR
José Antonio de Yturriaga
Barberán, Embajador de España
I.-Del bipolarismo al
multipolarismo
1.-Estados Unidos
2.-Rusia
3.-China
II.-Crisis de la Unión Europea
1.- Empequeñecimiento de la UE
2.-Gran Bretaña y el Brexit
III.- ¿Puede ser la
UE un actor global en un mundo multipolar?
1.-Ambito económico-financiero
2.-Seguridad y defensa
3.-Política exterior
IV.-Conclusiones
Resumen: Del bipolarismo de Estados Unidos y Rusia durante la
Guerra Fría se ha pasado al multipolarismo, con la presencia activa en el mundo
de la globalización de otras potencias, especialmente de China. Europa –y su
más cualificado representante, la Unión Europea- ha perdido protagonismo y pasado
a ser, un actor más en el mundo multipolar. La crisis que padece la UE por su
estancamiento se ha visto agravada por el Brexit.
La salida de Gran Bretaña, sin embargo, puede servir de revulsivo para que la
Unión supere la crisis y continúe con el proceso de mayor integración europea.
Para conseguirlo, es esencial que se mantenga la unidad y la solidaridad entre los Estados miembros
Summary: The bipolarism of the United States and Rusia during the
Cold War, has been replaced by the multipolarism, with the active presence in a
globalized world of other powers, especially of China. Europe –and his most
qualified representative, the European Union- has lost its leading role and has
become an actor among other of this multipolar world. The crisis which the EU
is suffering due to its stagnation has been worsened with the Brexit..Great Britain´s exit, however, may serve as an incentive for
the Union to overcome the crisis and continue with the process of a greater
European integration. In order to reach such a goal, it is esential to maintain
of the unity and the solidarity among the EU member States.
Palabras clave: Multipolarismo, globalización, Unión Europea, Gran
Bretaña, Brexit
Key words: Multipolarism, globalization, European Unión, Great
Britain, Brexit
I.-Del bipolarismo al multipolarismo
El devenir de
la Unión Europea (UE) no puede entenderse sin analizar el ambiente contextual
internacional en el que surgió. La II Guerra Mundial supuso la colonización de
Europa por dos grandes potencias extra-europeas: Estados Unidos y la Unión Soviética,
cada uno de los cuales gestionó los destinos de la mitad del continente durante
la época de la Guerra Fría. Desde entonces, Europa se fue reconstruyendo
paulatinamente y se plasmó en la UE, construida bajo el paraguas de seguridad
de Estados Unidos y de la Alianza Atlántica, frente a la amenaza que representaba
la URSS, quien –sin proponérselo y muy a su pesar- actuó como elemento aglutinador
de la nueva Europa, en ausencia del resto del mundo, que constituía un simple
telón de fondo estratégica y económicamente irrelevante. De la tesis
norteamericana y la antítesis soviética, surgió la síntesis de la flamante
nueva Europa, bajo la fórmula de la Comunidad Económica Europea, ulteriormente
transformada en la actual Unión.
Como
ha señalado Emilio Lamo de Espinosa, invirtiendo más en mantequilla que en cañones
y construyendo una muy avanzada economía social del bienestar, la CEE alcanzó en treinta años
unas cotas de seguridad, libertad y prosperidad como nunca antes había conocido
Europa. A través de sucesivas ampliaciones, la Comunidad fue extendiendo
gradualmente esa condición al resto del continente. Este contexto exterior, sin
embargo, ha cambiado radicalmente en los últimos años y afectado a las raíces
mismas de la UE[1]. .
Según Peter Frankopan,
estamos viviendo un vuelco parecido al que se produjo con el viaje de Colón o
la expedición de Vasco de Gama, hazañas que supusieron para Europa situarse por primera vez en su
historia en el centro de las rutas comerciales del mundo. Ahora pasa algo similar,
pero las rutas de la seda crecen en competencia directa con Occidente, ya que
el desarrollo asiático está íntimamente ligado a las economías de Estados
Unidos, de Europa y de otras zonas del planeta. Se está produciendo una crisis
global, en la que se inscriben las políticas extravagantes de Donald Trump, el
crecimiento de los populismos y extremismos, y la tormentosa salida de Gran
Bretaña de la UE[2] . Los principales protagonistas de
este mundo globalizado son Estados Unidos, Rusia, China y, en menor medida, la
UE.
1.-Estados Unidos
Asistimos al
repliegue de Europa por parte de Estados Unidos, que comenzó tras el fin de la
Guerra Fría, continuó con el “pivot to
Asia” de la Administración de Barack Obama y ha sido ampliado en el ámbito
económico y comercial por Donald Trump, que ha liquidado el proyecto de Tratado
Trasatlántico de Libre Comercio, que estaba llamado a estabilizar y reforzar la
economía noratlántica. Según José Ignacio Torreblanca, Europa ha sido durante
siglos el centro del mundo, pero ahora está en la periferia. El protagonismo
económico y financiero ha pasado del Océano Atlántico al Pacífico, y Europa se
ha convertido en una “pequeña península de
Asia”[3].
En
su errática política, Trump ha puesto en entredicho a la OTAN -que considera obsoleta-
y criticado y hostigado a la UE, hasta el punto en que ya no se sabe si Estados
Unidos es hoy un aliado o más bien un rival y un competidor de la Unión. Desde
su llegada al poder, no ha hecho más que crear problemas a sus aliados europeos.
Como ha señalado Antonio Bonet, Trump no puede ir por el mundo amenazando a sus
aliados y pisoteando el sistema multilateral para resolver sus disputas con China,
por más que ésta no respete las reglas del comercio internacional[4].
Estados
Unidos decidió unilateralmente imponer aranceles a las exportaciones europeas
de acero y aluminio so pretexto de que suponían una amenaza contra su seguridad
nacional, y amenazó con hacer lo propio con las importaciones de vehículos. El
Presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, viajó a Washington y -si
bien no consiguió que Trump retirara los aranceles sobre el acero y el
aluminio- logró parar el golpe a la industria automovilística, y las dos partes
se comprometieron a avanzar en la
cooperación reguladora que hiciera más sencillo el flujo comercial y a
negociar un acuerdo para reducir las barreras al comercio de productos
industriales. El problema es que las negociaciones están en punto muerto y se
corre el riesgo de que al imprevisible y visceral mandatario, se le ocurra en
cualquier momento lanzar un “tweet”, que
perturbe las relaciones comerciales entre Estados Unidos y la UE”[5].
El antiguo Asesor
presidencial para la Seguridad Nacional, John Bolton, no pudo ser más
cristalino al asegurar que Estados Unidos respalda una salida no negociada de
la UE por parte del Reino Unido, con el que firmaría cuanto antes un Acuerdo comercial, aprovechando el
distanciamiento existente entre Londres y Bruselas. “Vemos una salida exitosa como algo que va muy en la línea de nuestros
intereses”. Bolton afirmó que sería
un hito para los mandatos democráticos que el Reino Unido tuviera éxito
a la hora de abandonar la UE”[6].
La Unión sigue
dependiendo para su seguridad de la OTAN y del paraguas norteamericano, pero ya
no existe el mismo grado de confianza de antaño. Al mismo tiempo, la rivalidad
comercial se ha agudizado con el establecimiento de aranceles a las
importaciones europeas, las sanciones o amenazas de nuevos aranceles y el
cierre progresivo de sus mercados. Las caprichosas medidas de Trump están
creando una situación caótica en Europa y en el mundo entero, incluido Estados
Unidos. Los “twiters” del Presidente
son casi tan peligrosos como los misiles SAM, pues resulta más difícil
protegerse del fuego amigo que del enemigo.
2.-Federación de Rusia
En
el ínterin, la Federación de Rusia ha asumido mayor protagonismo internacional
bajo el mandato de Vladimir Putin, que aspira a recuperar su perdido status de superpotencia y lo ha
conseguido en cierta medida, pese a las insuficiencias del país -demografía
decreciente, dependencia de los recursos petrolíferos, crisis económica por las
sanciones internacionales y escaso poder adquisitivo-. Tras haber consentido la
ampliación de la OTAN hacia sus fronteras con el ingreso en la Alianza de los
Estados que fueron miembros del Pacto de Varsovia e incluso de los Países
Bálticos -que formaron parte de la URSS-, Rusia se plantó en Georgia y en Ucrania,
se anexionó Crimea y respalda la insurrección de las regiones ucranianas ruso-parlantes.
Aprovechando el repliegue gradual de Estados Unidos, Rusia ha aumentado su
presencia en el Próximo Oriente –especialmente en Siria- y ha pasado de ser potencia
regional, al status de potencia
mundial. Ha llegado a intervenir y a interferir incluso en áreas fuera de su
espacio natural –como Venezuela-, y pasado de ser un eventual aliado en las
épocas de Mijail Gorvachov y Boris Yeltsin, a convertirse en adversario –cuando
no el enemigo- de Occidente.
El bipolarismo
existente durante la Guerra Fría –que se convirtió por algún tiempo en
monopolarismo norteamericano tras la extinción de la URSS- ha dado paso al
multipolarismo, representado por los llamados “BRICS” –Brasil, Rusia, India,
China y Sudáfrica-, de modo que el protagonismo y liderazgo político es
compartido por China, India, Japón y…la UE. A ellos se suman potencias regionales
importantes como Brasil, Méjico, Indonesia, Irán, Arabia Saudita, Sudáfrica,
Egipto o Nigeria. Este fenómeno ha facilitado la globalización, al par que ha
supuesto el empequeñecimiento de Europa[7].
3.-China
El
principal protagonista es China, que –por
su potencia demográfica, su impresionante progreso económico y desarrollo
tecnológico, y su creciente poderío militar- ha sustituido a Rusia como el
principal rival de Estados Unidos por el liderazgo mundial, y ocupa un lugar
determinante en el mundo globalizado. Si en el pasado se decía “todos los caminos conducen a Roma”, hoy
podría decirse –según Frankopan- que “todos
los caminos conducen a Pekín”. Estamos en el siglo de China. Los esfuerzos
de cooperación que ésta tejiendo con los pasíses asiáticos y los Estados
africanos y americanos son una muestra de tenacidad diplomática y de sabia
paciencia[8].
La UE -que
sigue siendo una gran potencia económica- debería llegar a un “modus vivendi”con China, que -paradojas
de la Historia- se ha convertido en adalid del libre comercio internacional
frente al intervencionismo del Estados Unidos. Para ello, es indispensable que
el Gobierno chino se incorpore a las Organizaciones económico-financieras
internacionales, cumpla con las normas de éstas y con las reglas del juego, y
sus empresas no abusen de la competencia desleal. Sin embargo,
China incumple las reglas del
comercio internacional, pues subvenciona a sus industrias, fuerza a las empresas
extranjeras a que le cedan tecnología gratis, dificulta el acceso de éstas a su
mercado interior y está realizando grandes proyectos de infraestructuras en
Iberoamérica y en África, pujando a la baja, despreciando los criterios
ambientales y la lucha contra la corrupción, y practicando el dumping” laboral. Está invirtiendo grandes cantidades en África
y ha financiado o construido más de 3.000 obras de infraestructura estratégica
en África, convirtiéndose así en el
mayor socio comercial del continente, por delante de Estados Unidos. La China Railway Construction Corporation concluyó
el pasado mes de Julio el ferrocarril transafricano que une el puerto tanzanio
de Dar-es-Salaam en el Océano Índico, con el angoleño de Lobito en el
Atlántico. Apoya asimismo un proyecto de la Unión Africana para unir los dos
océanos, desde Senegal al Cuerno de África, y ha construido los trayectos
ferroviarios Nairobi-Mombasa y Addis-Abeba-Yibuti. También está implicada en la
construcción de la red de autopistas “Trans-Africa
Highways”, que pretende unir las principales capitales del continente, de
Dakar a Nairobi, de Trípoli a Ciudad del Cabo, o de Argel a Lagos[9].
China también quiere
aumentar su presencia económica en Europa y ofrece inversiones y facilidades,
como el “Plan Ruta de la Seda”, que
ha sido unilateralmente aceptado por Italia al margen de la UE[10]. El
Gobierno de Pekín ha creado foros de discusión entre China y varios países
europeos, especialmente en Europa Oriental, pero también en Italia, Bélgica o
España, en cuyos principales puertos existen terminales de carga que forman
parte de la red comercial china. Según Sigmar Gabriel, China aparece como el
único país con una verdadera geoestrategia global, en tanto que Europa carece
de planes o ideas globales. Según Francisco Sosa, mientras China se mueve
tratando de enlazar economías y proyectos espectaculares, Europa se encierra en
sí misma, reconstruye fronteras y muchos de sus políticos aspiran a reconquistar la soberanía sobre sus países. “Hay una común sensación de que el mundo mira
a Oriente y de que Europa tartamudea”[11].
Para
Torreblanca, la rivalidad entre China y Estados Unidos va a marcar el siglo XXI
y su enfrentamiento es inevitable. Como en el caso de la pugna entre Atenas y
Esparta –“la trampa de Tucídides”-,
el conflicto no está predeterminado, pero hay muchas posibilidades de que se
produzca. Entre las dos superpotencias, Europa no está capacitada para
intervenir en este juego de poder, por no estar preparada material, psicológica
ni institucionalmente, aunque podría hacerlo si integrara todas sus múltiples
capacidades bajo estrategias compartidas y principios claros. La UE debería
actuar como un tercer polo entre China y Estados Unidos, pero, para poder ser
un actor global, necesita una mayor integración y una creciente autonomía
estratégica[12].
Helle Thorning-Schmidt
ha señalado que, en la dinámica de confrontación entre Washington y Pekín, la
UE debería buscar su propia vía, que no es la de una posición equidistante,
sino la que le permita defender el espacio de libertad y prosperidad que la
define: un mundo con instituciones internacionales, normas respetadas, lucha contra
el cambio climático y respeto de los
derechos humanos. En Asia se esta edificando un nuevo mundo, que no es libre ni
democrático, y aquí la UE tiene una función que cumplir. Frente a la zalamería
china, debería –en opinión de Sosa- “defender
los valores democráticos y emitir una luz potente desde el faro de la
democracia liberal y del Estado de Derecho”[13]
II.-Crisis de la Unión Europea
1.-Empequeñecimiento de la UE
El
multipolarismo ha provocado la
“enanización” –“dwarfing”- de Europa,
que
se ha empequeñecido económica y políticamente. En el plano
económico, ha pasado en pocos años del 25% al 7% del PIB mundial, aunque siga siendo
un actor importante en el comercio internacional. Sufre un declive demográfico
que pronto dejará a su población en sólo el 5% de la mundial. En materia de
defensa, no es autosuficiente y depende
de la OTAN y de Estados Unidos. En política exterior, ha crecido su
irrelevancia ante las insuficiencias de la PESC. Sus Estados miembros han
abandonado sus antiguas zonas de influencia en el Próximo Oriente y -como ha
observado Mohamed al-Baraday- Europa se halla rodeada de un “anillo de fuego”
que se extiende desde Siria a Libia, pasando por Yemen, pero está ausente de la
gestión de las crisis por las que atraviesan estos países, pese a que
estuvieron en su día bajo el dominio de
Estados europeos. Europa padece de nacionalismo y de populismo, tanto de izquierdas
– Podemos en España, Syriza en Grecia o Cinque
Stelle en Italia-, como de derechas. –Partido de la Libertad en Países
Bajos, Reagrupamiento Nacional en Francia, Liga Norte en Italia o Alternativa
por Alemania en dicho país-. Incluso partidos gubernamentales no contrarios a
la UE –como Fidesz en Hungría y Ley y
Justicia en Polonia- o de la oposición –como Vox en España- son euroescépticos
y críticos con la Unión.
Durante las últimas
elecciones al Parlamento Europeo, los partidos euroescépticos hicieron
importantes progresos al obtener el 25% de los votos, pero no alcanzaron el 33%
necesario para poder bloquear la Cámara, que está controlada por partidos
europeístas -Populares, Socialistas, Liberales y Verdes-. Para Jesús Núñez, la
cortoplacista visión de los nacionalistas –especialmente en los países de
Europa Oriental- está ahogando las potencialidades que la UE imperiosamente
necesita para poder responder con éxito a los numerosos desafíos que la afectan[14]. Aspiran
al blindaje del Estado-nación y se oponen a la cesión de soberanía a la UE, a
la que culpan de los efectos nocivos de la globalización. Mención especial
merecen los nacionalistas separatistas, como los de Cataluña, que pretenden
escindirse de España y seguir en la Unión.
La
UE tiene que afrontar otros graves desafíos como la inestabilidad de sus
fronteras, al este por la agresividad rusa y al sur por los ataques de las
milicias islamitas radicales, que controlan buena parte del Sahel y practican
el terrorismo; el considerable aumento de la inmigración ilegal, que ha
provocado la división de los Estados miembros ante la ausencia de una política
común en materia de asilo y la falta de solidaridad de muchos de ellos con los
refugiados; o el riesgo del narcotráfico, la trata de personas y la delincuencia
transnacional[15]. Según Joaquín Almunia,
la tentación defensiva, el proteccionismo o las actitudes de repliegue son
manifestaciones de impotencia o de puro seguidismo de los mensajes de las
fuerzas populistas, que intentan ocupar el espacio de las familias políticas
tradicionales[16].
2.-Gran Bretaña y el Brexit
El Brexit, es el fruto de una disparatada
decisión del Primer Ministro conservador, David Cameron, que forzó de forma
irresponsable la celebración de un referéndum innecesario, pensando que lo
ganaría fácilmente desde el poder y se llevó una desagradable sorpresa. Con él
perjudicó a la UE, al Reino Unido, a su partido y a sí mismo, pues tuvo que
hacer mutis por el foro, dejando un país confuso y profundamente dividido. Su
sucesora, Teresa May –supuesta partidaria de la permanencia de Gran Bretaña en
la Unión- respaldó incondicionalmente el veredicto de una consulta viciada por
la desinformación y la mentira, y ganada por un estrecho margen, con el
convincente argumento de que “Brexit is
Brexit”. Se negó –como hubiera sido lógico y procedente- a celebrar un segundo referéndum con las debidas garantías para
que el pueblo británico pudiera pronunciarse sobre la retirada de la UE con
conocimiento de causa. May negoció con la Unión una salida ordenada, que no fue
aceptada, ni por parte de su Gobierno, ni por el Parlamento de Westmister, que
ha sido incapaz de adoptar una decisión para solucionar el problema. Forzada a
dimitir, fue sustituida por su Ministro de Negocios Extranjeros, Boris Johnson
–un Trump-bis, aunque más listo-, que ha prometido a sacar a Gran Bretaña de la
UE el 31 de Octubre, con o sin acuerdo.
Jonhson ha
lanzado un ultimátum al Parlamento y asegurado que no retrasará el Brexit más allá de la citada fecha-tope “bajo
ninguna circunstancia”. Dando muestra de su menosprecio por la democracia,
ha dado un auténtico “golpe de Estado” parlamentario al suspender las sesiones
del Parlamento entre el 9 de Septiembre y el 14 de Octubre, para impedir que diputados
y senadores impidan la salida de gran Bretaña de la UE por las bravas. La
Oposición reaccionó “in extremis”y la
Cámara del los Comunes aprobó el 3 de Septiembre una ley que limita la
capacidad del Gobierno para salir de la UE sin un previo Acuerdo y fuerza una
extensión del plazo para el Brexit hasta
Enero de 2020, en caso de que no prospere la negociación con la Unión antes del
19 de Octubre. El texto abre las puertas a posibles extensiones ulteriores y a
un control parlamentario sobre la marcha de las negociaciones entre el Reino Unidos
y la Unión[17].
El Primer
Ministro sigue en sus trece y parece decidido a hacer caso omiso a la decisión
del Parlamento y ha declarado que antes se arrojaría a una zanja que pedir una
ampliación del plazo para abandonar la UE. Timothy Garton Ash ha afirmado que
el culebrón del Brexit puede acabar siendo uno de los peores casos de
la plaga mundial actual de populismos nacionalistas. El Brexit salvaje hacia el que nos lleva Boris Johnson “puede muy bien suponer el fin del Reino
Unido, además de debilitar la Unión
Europea y la Alianza trasatlántica”[18]..
Pese a las afirmaciones
rocambolescas de los “brexiters”, la
fuga desordenada de la UE causaría considerables perjuicios económicos, sociales
y políticos al Reino Unido –con las
negativas incidencia que pudiera tener en Irlanda del Norte y en Escocia-, pero
también a la Unión, aunque en menor medida. Mas, como reza el refrán castellano,
“no hay mal que por bien no venga”.
Para Luis Simón, tendrá consecuencias negativas a corto plazo, pero positivas a
medio y largo plazo, pues Gran Bretaña siempre ha sido un estorbo y un elemento
perturbador en el seno de la UE, pues ha
dificultado en todo lo posible el proceso integrador y propugnado la
ampliación de la Unión para dificultar una mayor integración. Su salida puede
actuar de acicate contra la desunión de los Estados miembros, quienes –pese a las
discrepancias internas Norte/Sur y Este/Oeste - se han mantenido hasta ahora firmemente
unidos en las negociaciones frente a las pretensiones británicas[19].
.
En verdad, los
británicos nunca se han sentido del todo a gusto en la UE. Entraron en la Comunidad
Económica Europea a regañadientes tras el fracaso de sus intentos de contrarrestarla
a través de la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA). Fueron siempre
reticentes a intensificar el proceso de integración de la Unión, promovieron
las sucesivas ampliaciones en la convicción de que el ingreso de nuevos
miembros -algunos de ellos sin cumplir
los requisitos requeridos para su admisión conforme a los “Criterios de Copenhague”- diluiría el proceso integrador. Como ya
señaló Joseph Weiler en 2012, ha costado demasiado crear la UE –que es un
proyecto existencial y no sólo económico- como para echarlo a perder, por lo
que necesitamos una Europa más fuerte. ”Dado
que los británicos no se consideran conciudadanos europeos, si quieren irse de
la Unión, yo les diría bon voyage
¡Que se vayan!”[20].
Ahora están determinados a salir de la Unión
porque consideran que estarán mejor
fuera que dentro de ella, pero como declaró Alfonso Dastis, ”¡Allá ellos! La UE nació sin el Reino Unido y seguirá adelante sin él”. Los
motivos del Brexit están basados en
esa sensación tan británica “de estar en
la UE, pero no ser la UE”. España,
por su parte, tiene claro que “el futuro
de la Unión pasa por una mayor integración”, que Gran Bretaña ha estado continuamente
bloqueando”[21] Según el Presidente de la
Comisión Europea, Juncker. la UE se encuentra en una crisis “existencial”, pero
–como observó Jean Monnet en su día- Europa crece en los momentos de mayor dificultad.
En
su discurso de toma de posesión como Ministro de Asuntos Exteriores, Josep
Borrell, comentó que, si se hubiera dormido en 2006 y despertado en 2018, no se
habría imaginado que Estados Unidos se hubiera convertido en adalid del proteccionismo
y China en defensor del libre comercio. Tampoco hubiera creído que el Reino
Unido optaría por el Brexit. No
hubiera podido creer que quienes hacía décadas vivían en sistemas totalitarios
y miraban a la UE con esperanza de formar parte de ella-, tuvieran hoy como
referentes a “democracias dirigidas”
o autoritarias, porque la Unión había dejado de ser un modelo atractivo para
ellos. “Existe una UE con sus
instituciones, su espacio de libertades, su legislación y sus declaraciones, .pero
¿acaso no nos falta lo fundamental? Si un día este magnífico edificio se
derrumbara, la culpa no sería tanto de quienes la atacaron con saña desde
dentro o desde fuera, sino –en gran medida- de quienes, creyendo en el proyecto
europeo, no tuvieron la pasión ni la convicción
para defenderlo, impulsarlo y proyectarlo hacia el futuro en clave
decididamente federal. Los enemigos de Europa son maestros en nublar la razón y
expertos en manipular los instintos. Arnold Toynbee decía que la civilización
caería porque sus elementos más activos eran incapaces de dar la respuesta
adecuada a los retos que le planteaba el medio”.
Ponía como
ejemplo el caso del Brexit, que
algunos consideraron como el punto de
inflexión desencadenante de una desintegración por implosión del proyecto
europeo, pero de hecho ha sucedido lo contrario, pues ha sido una vacuna en vez
de una epidemia. Los Veintisiete han mantenido una sólida e inquebrantable postura
negociadora y se han cohesionado alrededor de la continuidad del proyecto de
integración, a pesar de las diferencias en torno al futuro del euro y a la
gestión de la inmigración. “El proyecto
ha sido más sólido de lo que muchos pensaban”.
Si los
movimientos populistas triunfaran –opina Borrell-, correríamos el riesgo de que
se pusiera fin a la UE tal como la hemos conocido, así como al proyecto de una
globalización justa y gobernada por las normas, en marcos de cooperación e
integración multilateral. Esa eventual quiebra no se produciría en el vacío,
sino que se inscribiría en un contexto más amplio, con la aparición en Eurasia
de centros de poder no pro-europeos ni pro-atlánticos –Rusia y China-, y la
concentración de recursos e influencia en grandes corporaciones tecnológicas
con capacidad para manipular los procesos democráticos y la convivencia en el
seno de nuestra sociedad, regímenes que cuentan con aliados políticos y
empresariales en el interior de la Unión. Y todo ello ”agravado por la amenaza constante del terrorismo yihadista y el
creciente vacío que se asienta en nuestro vecindario oriental y meridional, con
un arco de tensiones y conflictos que van de Ucrania hasta Libia y la franja
del Sahel”[22].
El Brexit ha venido a elevar en varios
grados la preocupación por el momento que atraviesa la integración europea. Por
primera vez en la historia de la UE, un Estado miembro se ha autoexcluido del
proceso y preferido desandar el camino emprendido en las últimas décadas ¿Habrá
otros países miembros que quieran
abandonar el proyecto siguiendo el mal
ejemplo británico?...
III.-¿Puede
ser la UE un actor global en un mundo multipolar?
Según Carl
Bildt, a Europa se le está agotando el tiempo para ser relevante en un mundo
que ha girado peligrosamente hacia el unilateralismo, el proteccionismo, el
nacionalismo y el autoritarismo. En el mundo globalizado en el que vivimos se
juega un juego de poder brutal y, si la UE no logra ser un actor de dicho
juego, se convertirá en campo en el que otros jueguen. Para Simón, la Unión
tendrá que decidir si quiere ser sujeto u objeto de las relaciones internacionales.
Si quiere ser actor en este juego de poder, deberá consolidar su influencia en
la propia Europa y evitar la penetración de potencias externas que socaven la
unidad e integración europeas. Tanto Estados Unidos como Rusia persiguen la
división y debilitamiento de la UE, respaldan las divergencias internas, apoyan
el Brexit y han interferido en su desarrollo.. Trump ha llegado
a amenazar a la Unión con sanciones económicas y tecnológicas si pactaba con
China
Las presiones
de Trump -que ligan seguridad y comercio- no resultan aceptables para la UE y
la colocan en una situación incómoda, dada su dependencia estratégica de
Estados Unidos. Además, los Estados de Europa Oriental –más atlantistas que europeístas-
ven en Norteamérica su principal garantía frente a Rusia, mas el gradual
proceso de retirada militar norteamericana de Europa les debería llevar a
reconsiderar su postura y a contribuir a la formación de una defensa europea
propia, aunque vinculada a, y en gran medida dependiente de, la OTAN. En definitiva,
la Unión no debería ser objeto del juego de poder, sino que habrá de convertirse
en un sujeto más del mismo[23].
Para lograrlo, es fundamental mantener la cohesión europea para hacer frente a
la presión de las distintas potencias, antiguas o emergentes.
Según un
informe de Mark Leonard y Jeremy Shapiro para el European Council on Foreign Relations, frente a la imprevisibilidad
de Trump, la asertividad de la Rusia de Putin respecto a Ucrania y a Europa
Oriental, y los desafíos tecnológicos, comerciales y militares de China, Europa
no dispone de recursos para ser más autónoma de Washington. Los países europeos
son cada vez más vulnerables a la presión externa que les impide ejercer
plenamente su soberanía. Esta vulnerabilidad amenaza la seguridad, la salud
económica y la libertad de la acción diplomática de la UE, y permite que otras
potencias le impongan sus predicamentos. Para mantener su independencia en un
mundo de competencia geopolítica, la Unión debería abordar los desafíos de
seguridad y económicos interrelacionados que otros Estados poderosos presentan,
sin abandonar su apoyo a un orden basado en las normas jurídicas comunitarias y
en la alianza trasatlántica. Ello implicaría crear una nueva “soberanía
estratégica” y aprender a pensar y a
actuar como un poder geopolítico autónomo. De ahí la necesidad de una propuesta
para activar esta soberanía estratégica mediante la puesta en práctica de una
batería de recomendaciones incluidas en el propio informe[24].
¿Está la UE en
condiciones de asumir este papel de actor global? Ya en el año 2016, Almunia
expuso de forma clarividente los numerosos problemas internos y los múltiples
desafíos que esperaban respuesta por parte de la institución, tales como la
crisis de los refugiados, el reforzamiento de la Unión Económica y Monetaria
(UEM), el desarrollo del mercado interior, la estrategia común en materia de
seguridad y defensa, o la recuperación de la legitimidad democrática de las
instituciones comunitarias. Sólo una Unión segura de sí misma y de su proyecto
futuro podía volver a resultar atractiva a millones de ciudadanos tentados de
dejarse llevar por los mensajes populistas. La distancia entre los ciudadanos y
sus representantes ha aumentado hasta niveles preocupantes y, no sólo peligra
el apoyo a nuevas cesiones de soberanía para compartirla con los demás Estados
miembros, sino que también se está abriendo una brecha respecto a la democracia
liberal. Se ha extendido la percepción de que la globalización, la robotización
y los excesos del sistema financiero han tenido un fuerte impacto negativo
sobre los niveles salariales, la cantidad
y calidad del empleo y el aumento de las desigualdades. Los populismos añaden a
todo ello las amenazas que representan los flujos migratorios y la necesidad de
recuperar todas las parcelas de soberanía que el Estado-nación ha ido cediendo como consecuencia del avance de la integración
europea. A través de la combinación de políticas nacionales y europeas, hay que
poner en marcha estrategias capaces de aportar soluciones viables al bajo
crecimiento, al paro, a la sostenibilidad del modelo social y a la recuperación
de una visión optimista de las
oportunidades que se ofrecen a los jóvenes. Lo que vaya a suceder a
partir de ahora dependerá de la estrategia que la UE adopte. El Brexit está teniendo un considerable
efecto perturbador, pero también puede tener aspectos positivos siempre que se
vuelva a poner a la Unión sobre carriles bien orientados hacia el futuro, y que
ayude a recomponer la cohesión social y a fortalecer las democracias[25]. Aj
uicio de T.G. Ash, las crisis también ofrecen oportunidades y el elemento común
a todas estas crisis y oportunidades concretas está en el peligro que corre la
existencia del proyecto europeo y los ciudadanos de la UE son conscientes de
ello. Parafraseando el himno nacional polaco, “Europa no está perdida mientras estemos con vida”. ¡Es posible otra
Europa![26].
Según Borrell, el proyecto europeo sigue
siendo clave para nuestro porvenir. Podemos criticar sus insuficiencias todo lo
que se quiera, pero si la Unión no existiera, habría que inventarla, porque -a
pesar de sus defectos- el éxito de la UE ha sido el establecimiento de un gran
sistema de regulación de la mundialización con la dimensión adecuada para
encontrar soluciones a los desafíos globales, de los flujos migratorios a los
retos de la economía digital, pasando por la protección de los ciudadanos en
una globalización caótica y por la seguridad en un área estratégica inestable.
Las grandes potencìas continentales dominan la globalización por su peso
demográfico, su potencial productivo y su fuerza militar, y “los europeos nos jugamos nuestra
supervivencia como civilización, aquella que combina mejor, a pesar de sus
carencias, la libertad política, las prosperidad económica y la justicia social”[27].
Para Almunia,
la respuesta que se dé a la pregunta sobre el futuro de la UE dependerá en
buena medida de cómo resuelvan los líderes políticos europeos el dilema al que
se enfrentan en la actualidad: O bien hacen frente a los problemas ofreciendo una
serie de reformas enmarcadas en una estrategia para consolidar y profundizar un
proyecto común, o bien se dejan llevar por la alternativa que ofrecen los
populismos alentando el proteccionismo, rechazando la inmigración o intentando
reavivar las supuestas virtudes de la soberanía nacional Los responsables
políticos necesitan abordar las dos cuestiones que mejor explican la decepción
y desafección de los ciudadanos con la Unión: la legitimidad democrática de las
decisiones que se adopten en el ámbito comunitario y la dimensión social de
esas decisiones y de sus consecuencias. La tarea es difícil y los resultados no
se verán a corto plazo, pero la alternativa sería la vuelta a un pasado que una
Europa unida nos ha ayudado a dejar atrás y al que casi nadie querría volver[28].
La UE necesita
continuar su proceso de integración, aunque sea a distintas velocidades y con
geometrías variables, pero no puede detenerse en espera de tiempos mejores.
Jacques Delors comparó la Unión con una bicicleta, en la que el ciclista debía
seguir dándole a los pedales para no caerse –“L´Europe c´est comme le vélo; quand on arrête de pédaler, on tombe-”.Sin
embargo –a juicio de Ignacio Molina-, la UE se encuentra en una especie de
milagroso equilibrio tenso, que ni el ciclista más hábil sería capaz de
mantener por mucho tiempo. Ya no se recorre el auténtico camino, porque la Europa
actual se ha cerrado bajo techo y monta una bicicleta estática, por lo que ni
se producen avances, ni se disfruta del paisaje. Como señáló Juncker, era difícil
encontrar el justo equilibrio entre una agenda de realizaciones concretas –como
el Fondo para Inversiones Estratégicas o la apuesta por las nuevas tecnologías-
y al mismo tiempo dotar de atractivo general al proyecto europeo en la batalla
existencial que ahora mismo está lidiando con el nacionalismo[29]. La
Unión debería seguir pedaleando y adoptar las medidas necesarias para afrontar
los retos que se le presentan, especialmente en el ámbito económico-financiero,
de seguridad y defensa, y de política exterior.
1.-Ámbito
económico-financiero
En el plano
económico-financiero, la UE tiene que completar la UEM con un pilar fiscal y
dotarla de capacidad para hacer frente a nuevas crisis económicas, y revisar
las reglas fiscales del euro mediante cambios formales que la simplifiquen, así
como interpretar más flexiblemente el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Es
conveniente convertir el Mecanismo Europeo de Estabilidad en un auténtico Fondo
Monetario Europeo, establecer un presupuesto para la UE y crear un Ministerio
de Economía. También es preciso garantizar los depósitos y crear un “Rainy Day Fund”, un Fondo de
transferencias entre países miembros, que tenga carácter estabilizador y se
adapte a las fases del ciclo. Según Mario Draghi, ignorar la debilidad institucional
de la UEM puede llevar a poner en peligro lo hasta ahora conseguido. Para
evitarlo, es necesario pasar de una política fiscal basada únicamente en las
normaas a institucionalizar una
capacidad fiscal[30].
Para Molina,
los pilares básicos ya existen y procede desarrollarlos hasta alcanzar un estado
sostenible. El Mercado Único debe extenderse a la economía digital, a la energía
y a los mercados de capitales, y la UEM ha de ser completada en línea con las
propuestas avanzadas en el “Informe de los cinco Presidentes”. Conseguir a la
vez la generación de empleo, el crecimiento y la sostenibilidad del euro no
resulta nada fácil. En estos momentos se han puesto en cuestión los últimos
pasos relativos al fomento del libre comercio, que se perciben como amenazas al
modelo de bienestar, pero Europa no puede aceptar la tentación proteccionista,
ni perder el tren de la innovación y de la formación de capital humano muy.culificsdo.
Se puede competir sin sacrificar las señas de identidad en forma de protección
social[31].
2.-Seguridad y
defensa
Las principales
amenazas se centran en los ataques terroristas y en un vecindario inmediato
crecientemente hostil, que incluye la agresividad de Rusia, una Turquía cada
vez más autoritaria y los conflictos abiertos en Siria y en otros lugares del
Medio Oriente y del Mediterráneo. Según Borrell, los Estados europeos no pueden
adoptar una actitud de meros observadores ante estos retos de seguridad de
carácter global. Aunque la OTAN siga siendo el pilar principal de la defensa
colectiva de la UE, los Estados miembros deberían aumentar sus gastos en
defensa hasta llegar al 2% de sus presupuestos para cumplir con los compromisos
asumidos en el seno de la Alianza. Deberían crear asimismo su propio Ejército y
desarrollar capacidades europeas para rechazar amenazas híbridas como los
ciberataques o las “fake news”, que
propagan los movimientos antieuropeos aliados de potencias extranjeras[32].
3.-Política exterior
Es preciso
que la UE lleve a cabo una política exterior coordinada y creíble. Para Mark
Leonard, la nominación de Borrell como Alto Representante para Asuntos
Exteriores y Política de Seguridad de la UE ofrece a ésta una buena oportunidad
para relanzar una política exterior común a nivel de toda la Unión. El flamante
Representante se enfrentará –en opinión de Leonard- a tres desafíos
fundamentales. En primer lugar, asegurar la soberanía estratégica de la UE y
desarrollar planes para resolver los problemas diplomáticos y de seguridad más
sensibles, que van de las amenazas de Rusia y China, a los potenciales barriles
de pólvora colocados en Siria, África o los Balcanes. La UE requiere nuevos
mecanismos para ejecutar su agenda y un liderazgo competente que inspire
confianza a todos su Estados miembros. En segundo lugar, volver a operar la
defensa europea. Ante la actitud amenazadora de Rusia, sería conveniente
establecer un “Campamento Carlomagno”
en Polonia como gesto simbólico. Tendría que aumentar la presencia europea en África
para reforzar el G5/Sahel –Burquina Faso, Niger, Chad, Mali y Mauritania- ante
las reticencias norteamericanas a intervenir en la zona. Por último,
restablecer la confianza y la cooperación entre los Ministerios de Asuntos
Exteriores de los Estados miembros y el Servicio Europeo de Acción Exterior.
Convendría crear un Consejo de Seguridad Europeo como foro para discusiones
estratégicas y celebrar talleres para debatir temas controvertidos, con el fin
de identificar posiciones comunes y alcanzar un mínimo común denominador. Si la
UE pone sus importantes activos al servicio de una agenda estratégica más
amplia, puede convertirse en un jugador en el mundo multipolar, en lugar de ser
un juguete en manos de otras potencias[33].
Las
cuestiones de identidad también son importantes, sobre todo desde el punto de
vista psicológico. Los ciudadanos europeos deben sentir que son los dueños de
su destino y que la Unión no trata de vaciar los distintos proyectos políticos
nacionales. Existe la sensación de que Bruselas impone con rigidez una
determinada gobernanza y no siempre respeta la diversidad y el pluralismo. Sin
embargo, la reafirmación nacional –cuando no nacionalista- que se ha extendido
sobre todos en algunos países de Europa Oriental no puede realizarse a costa de
una falta de respeto a las reglas comunes, ni a los fundamentos del Estado de
Derecho. La UE necesita atender muchos frentes complejísimos y, al mismo tiempo,
renovar la ilusión política por el proyecto europeo. Como ha observado
Francisco Sosa, Europa no dicta ya la agenda del planeta, pero es urgente que
entienda que no basta con crear el mercado único y abatir las aduanas, sino que
tiene que asegurar sus fronteras, edificar una industria europea, desarrollar
la ciberseguridad…y, sobre todo, defender los valores democráticos y los
derechos humanos frente a los nacionalismos y los populismos[34].
IV.-Conclusiones
Se empieza
a cuestionar la capacidad de mantener unidos a todos los Estados miembros en el
proceso de integración europea. Según ha constatado Juncker, éstos son
reticentes a tratar conjuntamente los problemas comunes para centrarse en los
propios, las prioridades fijadas por las instituciones comunitarias no siempre
coinciden con las establecidas a nivel nacional
y los Gobiernos se muestran débiles ante el auge de los populismos. Muestra
de ello ha sido la actitud de Gobiernos como los de Hungría y Polonia, que
–como ha señalado Almunia- mantienen en el seno de la Unión actitudes
desleales, que a veces llegan a desbordar lo que es admisible en democracia. Los
valores que impulsaron a los padres fundadores del proyecto europeo –la paz, la
reconciliación entre Estados enfrentados a lo largo de la Historia siguen
plenamente vigentes en la sociedad actual y son compartidos por la mayoría de
los ciudadanos europeos. Hay que preservar esos valores y encontrar soluciones
viables a los problemas y desafíos que plantea la realidad actual[35].
.
¿Puede la
UE asumir un papel de actor y protagonista en un mundo globalizado? Cabe
concluir con Borrell que sí puede hacerlo, si los Estados miembros tienen
voluntad política para ello y aportan los medios necesarios. La única forma de
sobrevivir en este mundo de gigantes es unirse para ser más fuerte juntos ¿Cómo
es posible que un solo país europeo pueda tener peso en un mundo dominado por
las potencias continentales? El tamaño importa. ¿Puede, por ejemplo, Alemania,
con sus 80 millones de habitantes, competir con los 1.400 millones de China o
con una India que pronto la superará en población? ¿Cómo podemos tener una
relación equilibrada con estos macro-países si no es unidos como europeos? Henri
Spaak señalaba que, todos los Estados son pequeños, pero algunos de ellos aún
no se han enterado. Es lo que le está ocurriendo a Gran Bretaña con su fuga de la
UE, pues se cree capaz de retornar a sus pasadas grandezas imperiales de “Britania rules the waves” y corre el
riesgo de convertirse tras el Brexit en
una Pequeña Bretaña.
. Para
Molina, el verdadero valor de la UE es la comunitarización. Europa no se hace
sola, ni se hará si los europeos no lo quieren y no lo exigen a sus Gobiernos.
La Unión no puede dejar de explotar la economía de escala, que supone trabajar
unidos en un mundo en el que cada vez será más difícil que una fragmentada
posición europea pueda moldear la gestión de los asuntos globales de acuerdo
con sus postulados sobre el mantenimiento de la paz, la protección de los
derechos humanos o la lucha contra el cambio climático[36].
Según Borrell, para lograr esa
unión, no hay tanto que ceder soberanía, como compartirla con los demás Estados
miembros para ser eficaz en la solución de los problemas que desbordan el
ámbito de los Estados individuales. La UE ha supuesto un éxito extraordinario
en la Historia de Europa, ya que ha conseguido el principal objetivo para el
que nació: lograr la paz entre los europeos tras dos catastróficas guerras
mundiales.. La Unión no puede ignorar sus orígenes. “Casi nada podremos hacer solos. Casi todo tendremos que hacerlo juntos”[37].
[2].-FRANKOPAN, Peter.-“ Las nuevas tutas de la seda”. Crítica.
Madrid, 2019
[3].-TORREBLANCA, José
Ignacio.-“Europa en tierra de n adie”. En “El
Mundo”, de 30 de Junio de 2019
[4].-Declaraciones de Antonio BONET a Miguel ORS en “Actualidad Económica”, de 9/15 de
Septiembre de 20019
[5].-JUEZ, Beatriz.-“Trump
abre otro frente comercial con Bruselas”. En “El Mundo”, de 18 de Agosto de 2019
[6]-MUÑOZ, Alberto.-·”Trump pesca
ante un Brexit duro”. “El Mundo”, de
18 de Agosto de 2019
[7].-LAMO de ESPINOSA.-Op.cit.
en la nota 1
[8].-FRANKOPAN.-Op.cit. en la
nota 2
[9].- ROJAS, Alberto.-“China
logra el sueño colonial de unir por raíles las costas de África”. En “El Mundo”, de 9 de Septiembre de 2019
[10].-ESTEBAN, Mario/OTERO,
MIGUEL.-“ EU Policy in the Face of the Chinese Challenge“- En ARI nº
18/2019, de 6 de Junio de 2019
[11].-SOSA, Francisco-“Las
rutas de la seda”. En “El Mundo”, de
9 de Septiembre de 2019
[12].-TORREBLANCA.-Op.cit. en
la nota 3
[13].-SOSA.-Op.cit. en la nota
11
[14].-NÚÑEZ, Jesús
A.-“Agridulce sabor de las elecciones europeas! En Blog Elcano, de 27 de Mayo de 2019
[15].-LAMO de
ESPINOSA.-Op.cit. en la nota 1
[17]--FRESNEDA, Carlos.-“Veto
al Brexit salvaje de Johnson”. En “El
Mundo“, de 4 de Septiembre de 2019
[18].-ASH, Timothy
Garton.-“Revolucionarios conservadores!. En “El País”, de 1 de Diciembre de 2018
[19].-SIMÓN, Luis.-“Subject and Object: Europe and the Emerging
Great-Powers Competition”. En ARI nº
17/2019, de 30 de Mayo de 2019
[20] .-YTURRIAGA, José A.
de.-“Ideas para una renovada política
exterior española”. Documentos del Foro de la Sociedad Civil nº 6. Madrid,,
2013, p.44
[21].-YTURRIAGA, José A.
de.-“La larga marcha de Gran Bretaña hacia ninguna parte”. En el blog “lasopinionesdejay”, de 13 de Abril de
2017
[22].-Discurso de Josep
Borrell, de 7 de Junio de 2018. En “Cuadernos de Santa Cruz: España en Europa y
en el mundo”. Ministerio de Asuntos
Exteriores y de Cooperación, Madrid, 2019
[23]SIMÓN.-Op.cit. en la nota
19
[24]LEONARD, Mark/SHAPIRO,
Jeremy.-“Soberanía estratégica: Cómo Europa puede recuperar la capacidad de
actuar”. European Council on Foreign
Relations. Madrid, 25 de Junio de 2019
[25].-ALMUNIA,
Joaquín.-“Reflexiones sobre el futuro de Europa”. En “Ahora”nº 40, de 1 de Julio de 2016
[26].-ASH, Timothy Garton.-“Es
posible otra Europa”. En “El País”, de
1 de Diciembre de 2018
[27].-BORRELL, Josep.-“Europa
en el mundo que viene”. En “República de
las Ideas”, de 28 de Junio, de 2019
[28].-ALMUNIA.-Op.cit, en la
nota 16
[29].-MOLINA. Ignacio.-“La
teoría de la bicicleta ¿estática?”” En “Ahora”
nº 51, de 16 de Septiembre de 2016
[30].-DRAGHI, Mario.-“Twenty
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Forum on Central Banking. . Sintra, 2019
[31].-MOLINA.-Op.cit. en la
nota 29
[32] .-BORRELL, Josep.-“La
Europa que viene: Los relatos de la nueva legislatura”. En “República de las
Ideas”, de
22 de Julio de 2019
[33].-LEONARD, Mark.-“¿Puede
Europa convertirse en un jugador global?”. En “Project Syndicate”. European Council on Foreign Affairs. Madrid, 23
de Julio der 2019
[34].-SOSA.-Op.cit. en la nota
11
[35].-ALMUNIA.-Op.cit. en la
nota 16
[36].-MOLINA.-Op.cit. en la
nota 29
[37].-BORRELL.-Op.cit. en la
nota 32
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