domingo, 23 de abril de 2023

XXV aniversario del Acuerdo de Paz del Viernes Santo

XXV ANIVERSARIO DEL ACUERDO DE PAZ DEL VIERNES SANTO El pasado día 10 se celebró el XXV aniversario de la firma del Acuerdo Constitucional de Paz en Irlanda del Norte, que puso fin, por el momento, al enfrentamiento armado sectario entre unionistas y nacionalistas, y permitió la formación de un Gobierno de coalición bipartidista, actualmente en suspenso por la negativa del líder del Partido Democrático del Ulster (DUP), Jeffrey Donaldson, a formar pareja en posición subalterna con la presidenta del Sinn Fein (SF), Michelle O’Neill, que fue el partido más votado en las elecciones de 2022. Estas fechas coinciden con la publicación de una nueva edición de “Matar en Irlanda: El IRA y la lucha armada”, libro publicado en 2003 por Rogelio Alonso, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos -a la sazón investigador en la Queen’s University de Belfast-, en la que culpa casi en exclusiva al Ejército Republicano de Irlanda (IRA) de la situación de enfrentamiento que ha prevalecido en el Ulster durante los últimos años. Me parece una apreciación excesivamente simplista, que no coincide del todo con la realidad, al describir de forma sesgada una situación muy compleja. Puede que yo no sea completamente objetivo, porque -como Joe Biden- tengo una bisabuela irlandesa -Magdalena Clancy, originaria de Limerick- y, como el presidente norteamericano ha confesado, su abuelo le decía “recuerda, Joey, que la mejor gota de sangre que tienes es irlandesa”. Para poder apreciar la realidad, conviene examinar -aunque sea de forma sucinta- la trágica Historia del pueblo irlandés. Breve Historia de Irlanda Irlanda ha estado históricamente dominada por la vecina Inglaterra y, pese a sus denodados esfuerzos, no lograba hoy estaba en coche el coche hoy iba dentro del periódico de liberarse del yugo británico. Para menoscabar la posición de los irlandeses -católicos en su inmensa mayoría- el Gobierno de Inglaterra envió a partir de 1609 numerosos colores ingleses y escoceses presbiterianos -los “planters”-, que se instalaron en el nordeste de la isla y a los que les entregó las tierras de cultivo arrebatadas a los nativos. En1641, éstos se rebelaron y consiguieron hacerse con el poder y formar un Gobierno de “Irlandeses Católicos Confederados” durante un breve espacio de tiempo, ya que el Lord protector, Oliver Cromwell -responsable de la ejecución del rey Carlos I-, se encargó con celo de sofocar la rebelión a sangre y fuego entre 1649 y 1653. Su represión fue atroz, como se puso de manifiesto en el asalto a las villas de Drogheda y de Wexford. En la primera ejecutó a 3.500 ciudadanos y, para justificarlo, afirmó: “Este es el castigo de Dios para los bárbaros que se han manchado de sangre inocente”. Exterminó o mandó al exilio al 20% de la población -incluidos unos 54.000 hombres, que huyeron a España y a Francia, los famosos “wild geese”-, prohibió el catolicismo y asesinó a numerosos sacerdotes y religiosos, confiscó las tierras de los campesinos y las repartió entre los colonos y sus soldados, dictó leyes penales inhumanas contra los católicos -a los que prohibió que se asentaran en las ciudades, y estableció un dominio completo sobre la isla. Este dominio fue consolidado años después por Guillermo II de Orange, quien había destronado Jacobo II, al que derrotó en la batalla del río Boyne, el 12 de julio de 1690. De ahí viene la tradición de los desfiles que organiza cada año la Orden de Orange en esa fecha, para conmemorar la efeméride y provocar a los católicos. Entre 1845 y en 1849, se produjo la catástrofe de la hambruna de la patata, a causa de la plaga de mildiu que arrasó la producción de la papa, alimento básico de la población. Aunque el país producía otros productos -como cereales, quesos y mantequilla-, que podrían haber sustituido el habitual consumo patatero, estos productos -propiedad de titulares ausentes- se exportaban a Inglaterra. Pese a ser una isla, los irlandeses eran poco aficionados a la pesca, salvo la de los ríos donde retozaba el preciado salmón, que estaba vedada a los locales al pertenece los ríos a los ingleses. Los intentos del primer ministro, Sir Robert Peel, de ayudar desde el Estado a los hambrientos encontraron la oposición de los partidarios de la libertad de mercado y de los malthusianos -que se quejaban del peligro de superpoblación- y no tuvieron éxito. En esos años, el censo pasó de 8.2 a 6.5 millones de habitantes, produciéndose la muerte de casi un millón de personas y la emigración de otros tantos, especialmente Estados Unidos, incluidos los ancestros de Biden. En “The Last Conquest of Ireland”, John Mitchel afirmó que el trato dado por el Gobierno a la hambruna fue un asesinato deliberado de irlandeses. “Dios mandó la plaga de la patata, pero los ingleses crearon la hambruna”. Michel fue acusado de traición y desterrado a las Bermudas. Hasta 1922 no consiguió el país acceder una independencia limitada como “Estado libre de Irlanda”, no sin antes haber escindido Inglaterra de Eire los seis condados de Ulster en los que había una mayoría protestante. En el momento de la independencia, los católicos solo constituían el 35% de la población de Irlanda del Norte. Se produjo entonces una absurda y sangrienta guerra civil entre los nacionalistas que aceptaban la independencia y los que se negaban a ella por la segregación del Ulster, y en la que resultaron vencedores los primeros. Una pequeña parte del fracturado Ejército irlandés, el IRA, atacó a los ingleses en el Ulster con escaso éxito. En Irlanda del Norte los católicos eran discriminados en la educación, en la vivienda, en el trabajo, e incluso en el ejercicio de los derechos políticos. Ello provocó el nacimiento de un Movimiento de Derechos Civiles que, a partir de 1968, inició una serie de manifestaciones pacíficas de protesta -al estilo del Mahatma Gandhi y de Martín Luther King-, que fueron reprimidas de forma inusitadamente violenta por los efectivos de la Royal Ulster Constabulary (RUC), y atacadas por los grupos paramilitares unionistas de la Fuerza de Voluntarios del Ulster (UVF) y la Asociación en Defensa del Ulster (UDA). En 1971 se dictó una norma que permitía el arresto e internamiento de ciudadanos sin necesidad de mandato judicial, lo que hizo que aumentaran las protestas. Fue el periodo denominado eufemísticamente “the troubles” –“los problemas”-. En agosto de 1969, se produjo en Derry la batalla de Bogside, en la que la policía reprimió con dureza una manifestación pacífica, pero la tensión llegó al máximo el 30 de enero de 1972 cuando, en el “Domingo sangriento”, se se produjeron en Derry 14 civiles católico muertos y 30 heridos. Un informe elaborado en 2010 por Lord Saville llegó a la conclusión de que dichas muertes fueron injustificables. Solo en 1978, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictó cinco sentencias condenatorias del Reino Unido por detención o internamiento sin juicio, violación del secreto de correspondencia, e incumplimiento de las Convenciones sobre interdicción de la tortura y los tratos degradantes, y sobre el derecho a una buena administración de Justicia. Los desórdenes se extendieron a Belfast y el Gobierno británico sacó las tropas a la calle. La llegada del Ejército fue acogida favorablemente por los nacionalistas, que pensaron que adoptaría una actitud neutral, pero pronto se vieron defraudados cuando comprobaron que los soldados hacían causa común con la RUC y con los militantes unionistas. Al ver que los métodos pacíficos no producían efectos, algunos nacionalistas pidieron ayuda al IRA, que hasta entonces apenas había intervenido y que -aunque estaba bien implantado en Derry- tenía escasa presencia en la capital. Alonso ha negado que los miembros del IRA fueran patriotas que luchaban por la liberación de su país del yugo británico y por la reunificación de Irlanda, y que eran unos meros terroristas, pero de todo había en la viña del Señor. El IRA radicalizó su posición y recurrió al terrorismo puro y duro, lo cual era sin duda condenable, pero también lo era el terrorismo de los paramilitares unionistas -del que Alonso apenas habla-, e incluso el terrorismo de Estado, similar al que se produjo en España en el caso del GAL, con la diferencia de que, a causa de la errónea actitud del Gobierno de Felipe González, terminaron en la cárcel el ministro del Interior, José Barrionuevo, y algunos de sus colaboradores, mientras que en Irlanda del Norte no se produjo ninguna condena. En 1994, me correspondió presidir la delegación española en la Conferencia Mundial sobre Delincuencia Transnacional Organizada que se celebró en Nápoles y en ella tuve que enfrentarme con algunos Estados miembros de la UE, que aceptaban la existencia de un “terrorismo bueno” justificado por sus motivaciones. Mantuve que no existía tal y que lo importante para la tipificación del terrorismo era la comisión de actos terroristas con independencia de su intencionalidad política, porque el fin no justificaba los medios. Obligué al colega de Alemania -que ejercía la presidencia- a que citara en su discurso en nombre de la Unión el artículo k-9 del Tratado de Maastricht, que se refería el compromiso los Estados miembros de “cooperación policial para la prevención y la lucha contra el terrorismo”. El terrorismo del IRA era, por tanto, tan condenable como el de la UVF o el de la UDA. Percepciones personales sobre la situación en Irlanda del Norte Me van a permitir hacer algunas consideraciones personales que, aunque puedan parecer anecdóticas, creo que son significativas para mejor entender la situación en el Ulster. Cuando a finales de 1987 me incorporé a mi puesto de embajador en Irlanda, solicité visitar al primado de la Iglesia católica de Irlanda, y el cardenal Tomas O’Fiaich me invitó a tomar el té y me pidió que fuera acompañado por mi familia. Se habían intensificado las actividades terroristas del IRA, qua había puesto unas bombas en Enniskillen que habían causado 11 muertos y 63 heridos, matanza que creó una sensación de inseguridad en toda la isla. Como el cardenal tenía su sede en Armagh (Ulster) -lo que suponía reconocer que Irlanda seguía siendo una unidad-, tuve que solicitar un permiso del Gobierno británico para hacer el viaje. Conduje el coche de la embajada en compañía de mi mujer Mavis y de y mis hijas Ana y María Victoria. Cruzamos el puesto fronterizo irlandés y nos internamos en la tierra de nadie existente entre las dos Irlandas y -como íbamos sobrados de tiempo- nos paramos en un bosquecillo para tomarnos unos bocadillos de tortilla de patatas. En medio de un silencio ominoso sentimos una sensación extraña y de pronto nos vimos rodeados por una patrulla de soldados armados hasta los dientes, que había acudido a ” rescatar” al embajador de España de un secuestro del IRA. Los guardias fronterizos irlandeses habían avisado a sus colegas del norte de que el coche del embajador había cruzado la frontera y -como tardábamos en llegar- los norirlandeses se temieron lo peor. Tras el susto, oí al jefe de la patrulla que informaba a su superior de que ”they are having a bloody picnic”. Fuimos al palacio arzobispal escortados por la patrulla, lo que me pareció una exageración, si bien comprendí las razones cuando, unos días después, el IRA explotó unas bombas en la vecina ciudad de Omagh, que causaron numerosos muertos y heridos, incluida una estudiante española. Unos días más tarde el IRA envió un comando a Gibraltar para cometer un atentado y la policía española le pasó la información a la gibraltareña, que les tendió una trampa y los mató sin contemplaciones cuando accedieron al Peñón, aunque ni siquiera fueran armados. A partir de ese día empezamos a recibir en la Embajada anónimos y amenazas de bomba. Ante esta delicada coyuntura, fui a hablar con Gerry Adams y le aseguré -con la boca pequeña- que la policía española no había tenido nada que ver con el soplo, y le informé que el Gobierno español repatriaría a Irlanda los cadáveres de las víctimas, como así se hizo, con lo que la situación volvió a la normalidad. Meses después, recibí de la Federación Española de Fútbol una invitación para asistir en Belfast a un partido entre España e Irlanda del Norte calificatorio para la Copa de Europa. Me dijeron que dejarían las entradas en un hotel cercano al campo donde se celebraría el encuentro. Fui en coche desde Dublín con una de mis hijas y, cuando llegué al hotel de marras, vi que estaba rodeado de planchas metálicas y alambradas. Di una vuelta en coche torno al hotel, pero no encontraba la puerta de entrada. Di otra vuelta a pie y seguía sin encontrarla y no se veía en la calle ni un alma a quien poder preguntar. Me recordaba la novela de Frantz Kafka, “El castillo”, en la que protagonista K podía contemplar el edificio, pero no conseguía acceder a él. Al fin puede encontrar en una esquina, escondido tras un árbol, un portillo por el que penetrar en la fortaleza. Llegamos al estadio cuando el partido ya había comenzado y, estábamos sentándonos, cuando el equipo español marcó su primer gol. Después del encuentro, dimos una vuelta por el centro de la capital y el espectáculo era deprimente: altos muros de separación entre los barrios católicos y protestantes, “graffitis” amenazantes, y una sensación mezcla de odio, miedo y opresión. Tomamos con rapidez el camino hacia Dublín y, cuando cruzamos el puesto fronterizo, pudimos respirar de nuevo. “Home, sweet home”. Negociación y firma del Acuerdo de Paz La situación conflictiva en Irlanda del Norte seguía agudizándose, llegando a producirse más de 3.500 muertos; lo que obligó al Gobierno británico a intervenir directamente en la gobernación del territorio. También se deterioraron las relaciones entre los dos Irlandas y entre el Reino Unido y la República. En 1973 se firmó el Acuerdo de Sunningdale, que daba voz al Gobierno irlandés en el conflicto del Ulster, pero el acuerdo fue rechazado por los unionistas. En 1993, el “premier” John Major y el primer ministro irlandés, Albert Reynolds, invitaron a protestantes y católicos a que cesaran las actividades armadas y, un año después, el IRA anunció un alto el fuego provisional -según Alonso por la debilidad del movimiento ante la actuación militar y policial-, aunque se negó a entregar las armas como le exigía el Gobierno autonómico. Los elementos menos radicales del IRA se dieron cuenta de que la práctica de la violencia y del terrorismo les estaba enajenando el apoyo de los nacionalistas a ambos lados de la frontera, como probaba la ilegalización de aquél en las dos Irlandas, y en 1997 restauró el alto el fuego. El 9 de septiembre, el presidente del SF declaró solemnemente que su partido rechazaba la violencia como instrumento político y aceptaba los métodos democráticos. Esta declaración salvo los últimos obstáculos y Tony Blair aceptó la presencia del SF en las negociaciones, en las que actuó de mediador el senador estadounidense George Mitchell. Como ha observado Biden, “fueron 700 días de fracaso y uno de éxito”, y el 10 de abril de 1998 se firmó el Acuerdo de Paz por parte de Gerry Adams, David Trimble -líder del Partido Unionista del Ulster-, John Hume -presidente del Partido Socialdemócrata y Laborista-, Tony Blair y el primer ministro irlandés, Bertie Ahern. El Acuerdo reconoció el derecho a la autodeterminación de Irlanda del Norte y restauró el régimen de autonomía, estableció un Gobierno compartido de unionistas y nacionalistas y la aplicación de la regla de la “doble mayoría”, previó algunos cambios en la Constitución de Irlanda y reconoció que para la reunificación de la isla se requeriría el consentimiento del pueblo norirlandés, y acordó la excarcelación de los presos políticos, la entrega de las armas por ambos bandos en un plazo de dos años, la retirada de las tropas británicas y la sustitución de la RUC por una policía neutral en la que se integraran agentes católicos. El único partido que se negó a firmar el acuerdo fue el DUP, aunque su líder -el intransigente Ian Paisley- declarara más tarde que Irlanda del Norte había alcanzado un tiempo de paz, un tiempo en el que ya no primaria el odio. “En política, como en la vida, no siempre puedes conseguir el 100% de lo que deseas. Llega un momento en que hay que conformarse con lo ganado y seguir hacia adelante”. Trimble afirmó que ya no habría confrontación sino diálogo, y el n° 2 del SF, Martin McGuinnes, destacó que había llegado al Ulster una nueva era de paz y de reconciliación. En mayo, las dos Irlanda aprobaron el Acuerdo en sendos referéndums por amplia mayoría -71% en el norte y 94% en el sur- y, en octubre, Trimble y Hume recibieron conjuntamente el premio Nobel de la Paz. Alonso ha sido más papista que el Papa y criticado acerbamente el Acuerdo, al señalar que anteponía los intereses partidistas a la moral y a la lógica que se debían imponer en la política. Prevaleció una ética incómoda que consistía en aceptar un mal menor para conseguir un bien superior, y en integrar a los que practicaban la violencia pese a que siguieran matando, pero en la realidad “no se ha producido la integración, sino que se ha subvertido el sistema para adaptarlo a quienes reniegan de él y lo deslegitiman”. Se implantó la lógica de la coacción, la amenaza y el chantaje, que permitió que los terroristas, aunque perdieran la guerra, ganaran la paz, “porque se lo han puesto en bandeja los Gobiernos británico e irlandés, al aceptar una lógica pragmática que propone mirar para otro lado con tal de que no nos sigan matando”. Se aceptaba una paz imperfecta en la que se daba la íbienvenida a las instituciones democráticas al brazo político de una organización terrorista y se posibilitaba que el fracaso de su violencia no fuera presentado como tal, sino como su valiente y heroica decisión de abandonar las armas. El mero hecho de haberse sentado a hablar con el SF suponía en sí una legitimación de la violencia, y la Historia no debía permitir que se enterrara en el olvido el rotundo fracaso de la lucha armada del IRA. Especialmente duro ha sido Alonso con la concesión de indultos y la liberación de presos. En su artículo “La política antiterrorista: las lecciones de Irlanda del Norte”, afirmó que la excarcelación de presos por delitos de terrorismo se justificó como una medida necesaria para la pacificación y la normalización, pero “la impunidad política, jurídica y moral que ha garantizado dista mucho de haber favorecido dichos objetivos”. La pacificación así defendida se convirtió en un nuevo espectáculo en el que lo importante no era realmente lograr la paz, la normalización y la reconciliación, sino la proyección pública de que se asistía a un proceso histórico. “De esta forma, se consigue que el proceso de paz se vuelva en contra de una auténtica paz”. El IRA logró recuperar por la vía política lo que había perdido por la vía policial. “El terrorismo ha obtenido réditos políticos al aceptarse el diálogo bajo la presión de la violencia”. Aparte de que Alonso limite el terrorismo al practicado por el IRA, no comparto sus opiniones sobre la liberación de presos. Para superar enfrentamientos sectarios enquistados, ha habido que recurrir a la equidad más que a la justicia, como ocurrió en España, donde el proceso histórico de superación de la guerra civil y del franquismo, así como de reconciliación nacional, se inició con la Ley de Amnistía de 1977. Es curioso que el Gobierno socio-comunista de Pedro Sánchez y sus aliados de Bildu y ERC traten de derogar ahora dicha norma a través de la malhadada Ley de Memoria Democrática, con la que se pretende volver al enfrentamiento entre las dos Españas, entre buenos y malos. Aplicación del Acuerdo del Viernes Santo No resultó nada fácil poner en funcionamiento el Acuerdo por la profunda desconfianza existente entre los dos bandos. Los unionistas exigían la entrega de las armas y la disolución del IRA, y los nacionalistas la retirada de las tropas británicas. Al final se llegó a un compromiso para la entrega de armas a través de una Comisión Internacional de Desarme presidida por un general canadiense. En 2005 el IRA declararía el fin definitivo de la lucha armada y en 2008 acordaría su disolución, aunque algunos elementos aislados -el IRA auténtico- no la aceptaron y mantuvieron la actividad paramilitar. El 2 de diciembre de 1999 se adoptó la ley de Transferencia del Poder, que restableció la autonomía de Irlanda del Norte y se estableció un Gobierno de coalición de unionistas y nacionalistas, en el que Trimble era presidente y McGuinness vicepresidente. Los Gobiernos compartidos funcionaron mal que bien hasta que se produjo el Brexit -al que se había puesto la mayoría de los norirlandeses- y la firma del Protocolo de Irlanda del Norte, que mantenía a ésta dentro del mercado común de la UE e impedía el restablecimiento de una frontera física entre las dos Irlanda, pero al que se pusieron los unionistas. La ministra principal, Arlene Foster (DUP), dimitió en 2021 y un año después ganó las elecciones el SF de Michelle O’Neill, pero el líder del DUP, Jeffrey Donaldson, se ha negado a integrarse en el Gobierno Irlanda del Norte, que lleva más de un año sin gobierno y con el Stormont paralizado. Con motivo del XXV aniversario del Acuerdo, el presidente Biden ha visitado fugazmente las dos Irlandas y declarado que “el Acuerdo de Viernes Santo no solo mejoró las vidas de la gente en Irlanda del Norte, sino que tuvo un significativo impacto en la República de Irlanda. La paz es preciosa y no podemos permitir que la violencia política vuelve a echar raíces en estas islas”. Ha dicho que esperaba que el Parlamento y el Ejecutivo fueran restaurados pronto y que funcionaran el resto de las instituciones que facilitaban las relaciones norte-sur y este-oeste, y hecho un llamamiento a los líderes norirlandeses para que enterraran sus rencillas y formaran un Gobierno de unidad y de poder compartido. Las espadas siguen en alto. Madrid, 22 de abril de 2023

sábado, 15 de abril de 2023

Luces y sombras de la XXVIII Cumbre Iberoamericana

LUCES Y SOMBRAS DE LA XXVIII CUMBRE IBEROAMERICANA A finales del pasado mes de marzo se celebró en la República Dominicana la XXVIII Reunión de Jefe de Estado y de Gobierno de la Conferencia Iberoamericana, en la que estuvieron representados sus 22 Estados miembros y a la que asistieron -además del Rey Felipe VI- otros 12 Jefe de Estado o de Gobierno. La asamblea adoptó la “Declaración de Santo Domingo”, otras tres declaraciones y un Plan para la Cooperación Iberoamericana. Antecedentes de las Cumbres Iberoamericanas Pese a haber sido el descubrimiento y la colonización de América por parte de la Corona de España la más positiva -o la menos negativa- de las colonizaciones de las Indias por potencias occidentales, éstos han sido denigrados desde el comienzo por sus enemigos merced a la Leyenda Negra. Como ha señalado Elvira Roca en su espléndido libro “Imperiofobia y Leyenda Negra”, la historia del Imperio español es una cosa y otra distinta la historia propagandística e ideológica que de él se ha hecho en el caso de América, que no era una colonia sino una región más de las Españas y en la que los habitantes fueron tan súbditos de la Corona como los españoles peninsulares. Como observó Salvador de Madariaga, la Corona española permitió que todos sus súbditos consideraran como su patria cualquier parte del Imperio donde hubieran visto la luz o que para ellos presentará especiales atractivos. La leyenda negra ha sido una prodigiosa operación de propaganda y “marketing” iniciada por los rebeldes flamencos y desarrollada por el hábil aparato propagandístico de Inglaterra, con la ayuda voluntaria de españoles, como Antonio Pérez, e involuntaria de otros, como Bartolomé de las Casas, que proporcionaron abundante munición para acusar a sus compatriotas de la comisión de grandes atrocidades. Según Marcelo Gullo, la leyenda negra ha sido la mayor “fake news” de la Historia, como han podido probar tanto escritores españoles -Rafael Altamira, Salvador de Madariaga, Ramiro de Maeztu, Julián Juderías, Luciano Pereña, Ricardo García Cárcel, Ricardo Levene o Iván Vélez-, como extranjeros -John Elliot, Lewis Hanke, Charles Lummis, Philip Powell, Cayetano Bruno, Antonio Caponetto, Héctor López, José R. Sanchís o el propio Marcelo Gullo-. La igualdad de los españoles a uno y otro lado del Atlántico quedó jurídicamente plasmada en la Constitución española de 1812, al afirmar en su artículo 1° que “la Comunidad hispánica es la reunión de todos los hablantes de español en ambos hemisferios”. Esta bien intencionada manifestación no era del todo correcta porque, en el momento de producirse la independencia, solo una exigua minoría de indígenas hablaba el castellano, dado que -para mejor realizar su evangelización- los misioneros aprendieron las lenguas locales, y la Corona nunca impuso el español “manu militari”, como sí hizo con el cristianismo. El primer libro impreso en América publicado en 1539 fue “Breve compendio de la doctrina cristiana en lengua mexicana y castellana", y Felipe II ordenó en 1580 que se crearán cátedras de lenguas indígenas. Fueron los líderes independentistas - en su mayoría criollos descendientes de españoles- los que impusieron el español en detrimento de las lenguas de los aborígenes, a los que además privaron de la propiedad de las tierras comunales. Los próceres y los intelectuales iberoamericanos -al calor de la lucha independentista- denunciaron los “horrores” de la conquista. Especialmente virulentas fueron las palabras de Simón Bolívar contenidas en su “carta de Jamaica” en la que se preguntaba si las bellas y ricas tierras de América “serían más tiempo la exclusiva posesión de una potencia mezquina que con sus leyes bárbaras, ha hecho la infelicidad durante tres centurias de tantos millones de habitantes”. Como ha señalado García Cárcel, frente al colonizador español, el criollo se convirtió en el colonizado, deformando la verdadera relación colonial primigenia y “esta transmutación de la auto- representación llevó a los criollos a recuperar la leyenda negra europea exógena”. A ello ha ayudado el “fuego amigo” de la Iglesia de la teología de la liberación. En 1984 la Comisión de Estudios de Historia de la Iglesia en América Latina manifestó que el descubrimiento de América fue “el comienzo de una invasión, una opresión, una dominación de la que todavía no nos hemos liberado”. A esta tendencia se sumó el Papa Francisco, que afirmó en 2015 que se habían cometido muchos y muy graves pecados contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios, y pidió perdón “por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”. También pidió perdón al presidente López Obrador en nombre de los españoles, por los “errores muy dolorosos” cometidos durante la colonización de Méjico, llevando su vela a un entierro al que nadie le había invitado. Según el embajador argentino José R. Sanchís, la leyenda negra antiespañola no es solo cosa el pasado, sino que influye en lo presente, perpetúa la acción de los muertos sobre los vivos e interrumpe nuestra Historia. A los argumentos iniciales de la leyenda negra generados por motivos de inquina política y religiosa contra España, se agregaron los argumentos de los movimientos independentistas, que acumularon a las reivindicaciones validas las exageraciones históricas. A juicio del historiador peruano Héctor López, no se puede renegar de nuestra herencia cultural ni “seguir cultivando la leyenda negra, pues eso sería una actitud injusta y anacrónica, y desconocer nuestra verdadera identidad”. Para el escritor estadounidense Charles Lummis, “la razón de que no hayamos hecho justicia a los exploradores españoles se ha debido a que habíamos sido mal informados de una Historia que no tenía paralelo. Amamos la valentía en la exploración de América por los españoles, que fue la más grande, la más larga y la más maravillosa serie de valientes proezas que registra la Historia”. Fue el primer presidente democráticamente elegido en Argentina, Hipólito Yrigoyen, quien en 1917 declaró el 12 de octubre como “Día de la Hispanidad”, en homenaje a España, ”progenitora de naciones a las cuales ha dado -con la levadura de su sangre y con la armonía de su lengua- una herencia inmortal que debemos afirmar y mantener con jubiloso reconocimiento”, porque “obró el milagro de conquistar para la civilización la inmensa heredad en que hoy florecen las naciones americanas”. Las relaciones especiales entre España e Iberoamérica quedaron, sin embargo, relegadas durante años al ámbito retórico y no se concretaron en vinculaciones concretas en los ámbitos político y económico. La positiva transición de España hacia un régimen democrático reavivó y actualizó el interés de las naciones iberoamericanas por la “hermana mayor” -sustituta de las superada” madre patria”- y por su experiencia política, que incidió favorablemente en el proceso de desarrollo de la democracia y los derechos humanos en la América hispana. Las relaciones entre las dos orillas del Atlántico se intensificaron, al adoptar España una actitud más realista y contribuir con mayores medios económicos, financieros y técnicos al servicio de la cooperación con Iberoamérica, a lo que también coadyuvaron las empresas españolas con una considerable inversión en los mercados iberoamericanos. En esta coyuntura favorable, España y Méjico propusieron la creación de una organización panhispánica -a la que se sumarían Portugal y Brasil- inspirada en el modelo de la Commonwealth, y en 1991 se celebró en Guadalajara (Méjico), una Reunión de Jefes de Estado y de Gobierno, que decidió crear la Conferencia Iberoamericana. Por la “Declaración de Guadalajara”, los Estados iberoamericanos se comprometieron “a resolver las controversias internacionales por medios pacíficos, a consolidar la democracia y a fortalecer los mecanismos para garantizar los derechos humanos y las libertades fundamentales”. Un año más tarde tuvo lugar en Madrid la I Asamblea de la Conferencia, en la que se creó la Secretaría General Iberoamericana. Cómo señaló Juan Carlos I, la Comunidad Iberoamericana era una ilusión y un proyecto común cuyo desarrollo debían cuidar al máximo. “Debemos concentrarnos en conocernos más y mejor, seguir explorando y poniendo en práctica nuevas formas de trabajo conjunto, profundizando nuestra cooperación y escuchando a nuestros ciudadanos”. Las Conferencias se han reunido anualmente hasta que la Cumbre que tuvo lugar en Cádiz en 2012 decidió celebrar las reuniones cada dos años e intentar revigorizar la actividad de la Conferencia, que había ido perdiendo intensidad. La Comunidad Iberoamericana se ha basado fundamentalmente en la lengua común. Para Luis García Mantero, la lengua española es territorio común que ha mantenido a lo largo de los años su unidad, respetando los matices de 500 millones de habitantes. Es un buen punto de referencia para plantearnos de qué materia están hechos los sueños y las realidades que llevan nuestro nombre. Debemos seguir reflexionando sobre los lazos de mestizaje hispánico que pueden abrirse a Europa y al norte de África. Según Juan Luis Cebrián, “a lo largo de dos siglos, frente a los particularismos lingüísticos, los hispanoparlantes hemos desarrollado un internacionalismo cultural que es el mayor tesoro de nuestros pueblos”. La unidad del español está encomendada a la sociedad civil -escritores y académicos- y ello permite a americanos y a españoles sentirnos parte de una misma cultura, una misma Historia y un destino común. Ya lo expresó Julián Marías en su libro “España inteligible”, al preguntarse “si existe en el mundo actual una comunidad comparable, un grado de vitalidad, una capacidad creadora, un marco de referencia de medio milenio de Historia compartida, de memoria colectiva, si no estuviera dilapidado por el olvido. La empresa de nuestro tiempo no puede ser otra que la recomposición de las Españas, que constituye la única posibilidad de que tengan porvenir”. Estos valores son los que constituyen realmente el fundamento de la Comunidad Iberoamericana. Sombras de la Cumbre de Santo Domingo A la reunión de Santo Domingo han faltado 9 jefes de Estado o de Gobierno de los 22 Estados miembros. A algunos de ellos -como Nicolás Maduro, Daniel Ortega o Nayib Bukele- no se les ha echado de menos, antes del contrario. El gran ausente ha sido Lula da Silva, que prefirió viajar a China en vez de asistir a la Conferencia, lo que pone de manifiesto la escasa relevancia que concede a este cónclave. Mención especial merece la ausencia de Andrés Manuel López Obrador, que ni siquiera se ha dignado enviar a su Canciller. AMLO se ha dejado llevar por la demagogia y ha asumido el liderazgo del indigenismo con escasos títulos, como puso de manifiesto de forma sarcástica José María Aznar, al comentar que era Andrés por parte de los aztecas, Manuel por los mayas, López por una mezcla de las dos etnias y Obrador por Santander. La labor de disensión y obstaculización que solía hacer la Venezuela de Hugo Chávez ha sido asumida por la delegación cubana, que dificultó la adopción de resoluciones amparada en la necesidad del consenso, con su táctica habitual de hacer propuestas desorbitadas y -ante su rechazo- presentar otras menos radicales y decir que había que transar. En la reunión se ha puesto de manifiesto el avance en Iberoamérica de los Gobiernos de izquierda, pero se ha mostrado la división existente entre las tradicionales izquierdas bolivarianas -Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua- y las nuevas izquierdas progresistas -Chile, Brasil, Colombia-. Así, Gabriel Boric defendió los valores democráticos y criticó con firmeza la “dictadura familiar” de los Ortega. Según “El País”, la Cumbre ha revelado las flaquezas e insuficiencias de la Conferencia y la necesidad de potenciar este organismo de coordinación regional. Los consensos alcanzados fueron mínimos y la reunión no llegó a un acuerdo sobre el establecimiento de una nueva arquitectura financiera para ayudar a Iberoamérica a recuperarse de las consecuencias de la pandemia, afrontar las dificultades creadas por las crisis internacionales y mitigar la deuda externa. La cuestión ha pasado a manos de los ministros de Hacienda para que sigan estudiándola. Para Mariano de Alba -asesor del ”Crisis Group”-es evidente que la coordinación regional en Latinoamérica vive un mal momento, no solo por las tensiones dentro del vecindario, sino también por la diversidad de opinión sobre temas fundamentales como el cambio climático, la seguridad internacional, el fortalecimiento de los sistemas de salud, el impacto económico de la situación geopolítica, la reacción ante las violaciones de los derechos humanos o la actitud hacia Rusia o China. En relación con el inapropiado término de “Latinoamérica” -que ha adquirido carta de naturaleza-, España ha conseguido un modesto triunfo, de carácter más bien simbólico, al haber conseguido que se mantenga la denominación de Comunidad “Iberoamericana” y no “Latinoamericana”. Es el término impuesto para minusvalorar la actuación histórica de España y Portugal en América. La incidencia de Francia es marginal -Haití, Guayana y Antillas menores- y la de Italia inexistente -salvo la influencia de los emigrantes italianos que llegaron a partir del siglo XIX a América-. Sin embargo, se sigue falseando la Historia y el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, tuvo el cuajo de afirmar de forma institucional, con motivo de la celebración del Día de la Hispanidad -Columbus’ Day” para los yankis-, que, con su llegada a las costas de las Bahamas, Colón se convirtió en “el primero de muchos exploradores italianos en llegar a lo que más tarde se conocería como las Américas” (¿?). Alberto Núñez Feijóo cometió un grave error al contraprogramar una reunión con iberoamericanos en Madrid bajo el lema “Europa es hispana, y pegó un patinazo al mostrarse orgulloso de “estar con el pueblo hispanoamericano y de no rendir pleitesía a gobernantes aprendices de autócratas y realmente autócratas que utilizan al pueblo, no para que mejore y prospere, sino para mejorar y prosperar ellos. Por eso no echo de menos reunirme con algunos gobernantes de las naciones hispanoamericanas ”. El Gobierno lo criticó por su desafortunado comentario y, aunque luego trató de matizar, el daño ya estaba hecho, pues puso de manifiesto su inexperiencia al criticar una reunión de la Conferencia Iberoamericana a la que asistía el rey Felipe VI. Luces de la Cumbre de Santo Domingo Mi opinión no es tan negativa y -aún admitiendo las insuficiencias de la Conferencia, la necesidad de potenciarla y el exceso de palabrería- creo que la Cumbre de Santo Domingo ha ofrecido resultados positivos. Su primer mérito ha sido el hecho de que se haya podido celebrar -pese al paréntesis provocado por la pandemia y la disminución de las actividades de la Comunidad-, y que hayan participado en ella todos sus miembros. A pesar de la diversidad de posiciones y las dificultades para lograr el consenso, la Cumbre adoptó una importante Declaración de contenido político, en la que -aunque sin nombrarla- se condenaba la guerra de Ucrania, condena a la que se habían opuesto en la ONU siete de los Estados representados en Santo Domingo. Hay que saber leer entre líneas. Los Estados participantes afirmaron que “trabajaremos por una paz justa, completa y duradera en todo el mundo, basada en los principios de igualdad soberana e integridad territorial de los Estados, que contribuirá además a poner fin a los efectos adversos de las guerras, incluidas las pérdidas de vidas humanas y la crisis de seguridad alimentaria, financiera, energética y medioambiental”. ¿Qué guerra reúne esas condiciones? Blanco y en botella. Ha sido el único organismo regional capaz de hacer una condena de este tipo. Reafirmaron su compromiso con los principios y propósitos de la Carta de la ONU y el Derecho Internacional, el apoyo al multilateralismo, la solidaridad, el diálogo y la cooperación Internacional para promover la paz y la seguridad, el desarrollo y los derechos humanos. Manifestaron que “el bilingüismo es una característica distintiva y constituye un patrimonio común de Iberoamérica, en un contexto de diversidad lingüística, de extraordinario valor. Destacamos que el español y el portugués actúan como generadores de cohesión e identidad regional, y constituyen un eje transversal para todo el trabajo de la Comunidad Iberoamericana”. Afirmaron que, “para superar las brechas producidas por la pandemia, se requiere implementar acciones de investigación y adaptación para combatir los efectos del cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la contaminación, revertir el aumento de la seguridad alimentaria y la crisis energética, y atender a los flujos masivos de la movilidad humana que impactan a nuestros pueblos”. Supone un lenguaje en las antípodas de las políticas seguidas por Jair Bolsonaro. En el ámbito económico, reafirmaron el rol del sistema de comercio multilateral basado en normas, abierto, no discriminatorio, inclusivo, transparente y equitativo, de conformidad con lo estipulado por la OMC. Destacaron que era imprescindible contar con un sistema financiero internacional más justo, democrático, inclusivo y solidario, que ampliara y fortaleciera la participación de los países en desarrollo en la toma de decisiones, y que les permitiera acceder, en condiciones favorables y transparentes, a los recursos financieros necesarios. La Cumbre adoptó también los siguientes documentos: 1.-Carta Medioambiental Iberoamericana: Su objetivo es lograr compromisos nacionales ambiciosos en materia de desarrollo sostenible para hacer frente a los desafíos globales, el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, la contaminación, la desforestación, la desertificación, la pérdida de los glaciares, la sequía, la degradación de los suelos, la escasez de recursos hídricos, el deterioro de los océanos y el aumento de riesgo de desastres. Se consagra el principio de responsabilidad común, pero diferenciada según las capacidades, a la luz de las diferentes circunstancias nacionales. 2.-Carta Iberoamericana de Principios y Derechos en los Entornos Digitales: Es el referente que debe guiar los procesos de actualización de las normas nacionales sobre los derechos digitales, para que la construcción de la sociedad de la información esté centrada en las personas, se protejan en los entornos digitales los derechos ya consagrados en los respectivos marcos jurídicos, se fomente el acceso universal, equitativo y accesible a los TIC, y no se discrimine a las personas que no puedan o no quieran integrarse en el proceso de transformación digital. Se promoverán en el ámbito iberoamericano la cooperación técnica, la transferencia de tecnología y la creación de capacidades, rechazándose las medidas coercitivas unilaterales contrarias al Derecho Internacional, que impidan el ejercicio pleno de los derechos digitales. 3.-Ruta crítica para alcanzar una seguridad alimentaria incluyente y sostenible en Iberoamérica: Propone acciones para enfrentar el enorme impacto sobre los sistemas agroalimentarios, la creciente inequidad social y económica, y las crisis climáticas que dificultan el desarrollo de una seguridad alimentaria incluyente y sostenible. Hay que trabajar de forma conjunta en la seguridad alimentaria regional, de modo que -haciendo uso del potencial de las tierras, de la producción de alimentos y de la intensificación de un sistema alimentario sostenible- pueda beneficiar a todos los habitantes de forma equitativa y, de esta manera, evitar el aumento del hambre en Iberoamérica. 4.-III Plan de Acción Cuatrienal de Cooperación Iberoamericana: Establece los lineamientos para contribuir al desarrollo sostenible desde el diálogo político y la cooperación, así como para enfrentar los desafíos que supone el actual escenario internacional, a través de acciones multisectoriales que fortalezcan las políticas públicas de los países iberoamericanos y promuevan el cumplimiento de la Agenda 2030. Estos documentos son -como no podía ser de otra manera- declarativos y no vinculantes, ya que son recomendaciones adoptadas por una Comunidad “sui generis” poco estructurada, y no cláusulas de un tratado internacional. Son, a lo sumo, expresiones de ”soft law”, que deberían servir de inspiración para la actuación a nivel nacional de los Estados miembros. El secretario general de la Conferencia, Andrés Allamand, expresó su deseo de que la presidencia española de la UE constituyera un impulso en las relaciones entre la Comunidad y la Unión, que llevan 8 años sin reunirse. La próxima reunión entre los dos organismos se celebrará en Bruselas el próximo 17 de julio, y el alto representante, Josep Borrell -que asistió a la Conferencia y pronunció un excelente discurso- le tomó la palabra y afirmó que quería aprovechar el impulso de la Cumbre Iberoamericana para seguir avanzando con más diálogo político e impulsar las relaciones con Latinoamérica. Felipe VI también echó su cuarto a espadas y abogó por la unidad iberoamericana con la UE para hacer frente a los desafíos comunes existentes. La UE ha descuidado estos últimos años su presencia en Iberoamérica -al igual que ha hecho Estados Unidos-, y el vacío creado ha sido colmado en buena medida por Rusia y, especialmente, por China. Una de las principales tareas el Gobierno español durante su presidencia de la UE, será la de profundizar en la asociación estratégica entre la Unión e Iberoamérica, que son cuña de la misma madera ¡Que Dios reparta suerte! Madrid, 15 de abril de 2023

sábado, 8 de abril de 2023

Una comunista está determinada a ser la primera presidenta del Gobierno de España

El pasado 2 de abril, día en que los cristianos celebramos la fiesta de la entrada de Jesús en Jerusalén, la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, lanzó al mundo una esperada noticia. Según el dicho popular, “Domingo de Ramos, el que no estrene, que se corte una mano”.- y la musa galaica no quiso verse privada de tan importante miembro, por lo que estrenó, con toda humildad (¿?), su candidatura a la presidencia del Gobierno, dado que ya no le basta ser la segunda del Califa, y quiere ser ella la Califa. Para, eso, en el mundo “disneyano” que ha recreado, esta moderna Blancanieves se ha rodeado, no ya de siete, sino de quince enanitos, que -al son de “Aypó, aypó, al campo/campaña a trabajar”- han cantado los loores esta benefactora de España, que -a diferencia de su angelical par- lleva escondida en la liga, como una Carmen “galega”, una “navajita plateá” o una faca cachicuerna, con la que ha sembrado con cadáveres exquisitos el camino por el que ha transitado: Desde el gruñón IU al mudito Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía de Fatima Hamed, pasando por el PCE, los Comunes de Ada Colau, Más País, Más Madrid, Compromís, Equo, Alianza Verde, Més por Mallorca, Proyecto Drago, Chunta Aragonesista, Iniciativa del Pueblo Andaluz, Coalición por Melilla y Batzarre -algunos de ellos “partidos-taxi” o de alcance meramente autonómico o incluso municipal, produciendouna deliciosa sopa de letras. Biografía política de Yolanda Díaz Hija del político comunista Suso Díaz -que fue secretario general de Comisiones Obreras en Galicia- Yolanda se inscribió a los 17 años en las Juventudes Comunistas y posteriormente en el PCE. Tras licenciarse en Derecho por la Universidad de Santiago, entre 2003 y 2012 fue concejal en el Ayuntamiento de Ferrol en representación de Esquerda Unida -llegando a ser teniente de alcalde-, de 2012 a 2014 diputada en el Parlamento gallego por La Coruña por la Alianza Galega de Esquerda, y desde 2016 diputada en las Cortes por Pontevedra dentro de Unidas-Podemos. Entre 2003 y 2017 fue Coordinadora Nacional de Esquerda Unida. En 2020 fue nombrada ministra de Trabajo y Economía Social dentro de la cuota de Unidas-Podemos, y en 2021 designada “digitalmente” por Pablo Iglesias vicepresidenta segunda del Gobierno. Su trayectoria política está llena de mutaciones partidistas -siempre en el ámbito de distintas versiones del PCE, partido del que sigue siendo miembro- y de traiciones a sus mentores políticos. El Partido Comunista tiene una tendencia innata a disgregarse y a ocultarse en distintas reencarnaciones, que acogen a los mismos perros aunque con distintos collares: PCE, Esquerda Unida, IU, En Marea, Unidas-Podemos… Díaz ha ido pasando por todas ellas a su conveniencia. Su primera traición fue al líder de Esquerda Unida, Anxo Guerreiro -que quería fragmentar el partido- y se quedó con la marca. En 2012 formó la Alianza Galega de Esquerda con José Manuel Beiras, al que dejó más tarde en la estacada. El emblemático líder nacionalista gallego -con el que, por cierto, conviví en el Colegio Mayor César Carlos-, se quejó amargamente de que Yolanda lo había traicionado. Díaz se unió a En Marea y, desde ella, pactó con Iglesias su integración en Podemos, lo que le permitió acceder al Gobierno. Se sentía, sin embargo, molesta por su designación por el dedo heteropatriarcal de aquél y empezó a fraguar una nueva traición para independizarse de su tutela. Así, en noviembre de 2021, organizó en Valencia -sin contar con la anuencia de la cúpula de Podemos y sin invitar a las ministras Montero y Belarra- una reunión feminista sobre “Otras políticas”, con el fin de crear una plataforma política con la que poder presentarse a las elecciones generales al margen de Unidas Podemos, y en la que participaron Ada Colau, Mónica Oltra, Mónica García y Fátima Hamed. Iglesias la había nombrado pensando que le sería fiel y podría manipularla, pero la criada le salió respondona y cometió otra de sus habituales traiciones. El propio líder morado reconoció que quizás se había equivocado. A partir de ese momento, inicio un proceso peripatético de escucha por toda España, que desembocaría en el lanzamiento de “Sumar”. Según la mayoría de los comentaristas políticos, “Sumar” sería otra de las ocurrencias de Pedro Sánchez para unir y pastorear las distintas fuerzas de izquierdas situadas a la izquierda del PSOE, bajo el liderazgo de Díaz y al margen de Podemos, o con éste integrado en la plataforma como una fuerza política más. Yolanda se dejó querer y aceptó el lanzamiento del tándem Sánchez-Díaz en el curso de la celebración de la moción de censura presentada por Ramón Tamames, aunque aquélla -que pasaría de vicepresidenta segunda a primera- tuviera sus “arriere-pensèes”, ya que quería ser la número 1, pero no de la vicepresidencia sino de la presidencia. Que tenga cuidado el actual presidente, porque podría ser el cuarto traicionado en la trayectoria letal hacia el poder de su pareja en el tándem presidencial. Presentación de “Sumar” Tras haber escuchado más que suficiente, Díaz anunció que pondría de largo a “Sumar” el Domingo de Ramos. Desde ese momento se produjo un tenso tira y afloja con Podemos, que condicionó su presencia en el acto de la presentación a un acuerdo por el que Yolanda se comprometiera a celebrar primarias abiertas entre los militantes de Unidas Podemos. Tanto Díaz como los partidos que la apoyaban se negaron en redondo, por estimar que no cabía un pacto bilateral entre “Sumar” y Podemos, sino que en la negociación del eventual acuerdo deberían participar todos los integrantes de la plataforma, y que dichas negociaciones deberían tener lugar, en cualquier caso, después de la celebración de las elecciones autonómicas y municipales. No se llegó a un compromiso y, en consecuencia, la cúpula dirigente de Unidas Podemos no participó en el acto celebrado en la cancha de baloncesto Magariños del Instituto Ramiro de Maeztu -en la que Sánchez había hecho sus pinitos deportivos en sus años mozos- y prohibió a sus dirigentes que acudieran al acto. Esto provocó una división de opiniones en el seno de la coalición y algunos socios -como Alberto Garzón (IU), Enrique Santiago (PCE) y Jaume Asens (“En Comú Podem”)- y dirigentes autonómicos -como Borja San Ramón y Begoña Alfaro- asistieron al acto fundacional. Díaz -que no compareció con la equipación del Estudiantes, sino con una vestimenta blanca resplandeciente de vestal romana- pudo tirar la canasta cuantas veces quiso sin oposición alguna. Entre los asistentes, había un cártel de represaliados por Iglesias. Yolanda reincidió en la técnica de los agradecimientos, como una maestra que a finales del curso premia a sus alumnos. Así, tuvo palabras laudatorias con algunos de los presentes que resultaban difícilmente comprensibles. A Garzón -que al frente del Ministerio-Dirección General de Consumo no ha dado palo al agua y que cada vez que abría la boca hundía el turismo, la ganadería o el consumo- le ensalzó su labor en el Gobierno; de Colau -que ha dejado Barcelona hecha unos zorros- ha dicho que era un orgullo y una referencia internacional; a Enrique Santiago le agradeció su altura de íamiras -supongo que sería por su deseo de asaltar el Palacete de la Zarzuela, como sus correligionarios hicieron con el Palacio de invierno en San Petersburgo; a Rita Maestre -experta en enseñar sus encantos- le he agradecido que enseñara a sumar … Díaz señaló que “Sumar” era una fuerza feminista, que las mujeres estaban hartas de ser tuteladas y ninguneadas, y que no pertenecían a nada ni a nadie, y - a juicio de Emilia Landaluce- llevaba razón, pues podrían quedar en nada. Supone una novedad, pero ¿aguantará? Las modas son efímeras y, si no, que se lo pregunten a Errejón, a Rivera o al propio Iglesias. Según Santiago González, en esta temporada se llevarán las chaquetas cortas y las coaliciones largas, como “Sumar”. Yolanda afirmó que España tenía sed de cambio que y que “Sumar” la iba a saciar, con un proyecto de país para la próxima década, que pretendía cambiar la vida de la gente. Abusó con cinismo de esa gente, pues cabría preguntarle qué había hecho a este respecto durante los años que lleva en el Gobierno. Tenía razón cuando constataba que había un deseo de cambio en el país, pero era para que sus ciudadanos se vieran libres del Gobierno que vicepreside. Según ha observado Ricardo Colmenero en “El Mundo”, Díaz abusó del mensaje del cambio al ser la vicepresidenta segunda del Gobierno, por lo que su éxito dependería de que la gente no se diera cuenta de ello. Afirmó que había llegado el momento y que el futuro ya estaba aquí. Se había producido la alineación de los astros que profetizara Leire Pajín, que le permitía anunciar “humildemente” que iba a dar un paso en adelante para ser la primera presidenta del Gobierno de España. La autoproclamada humildad de la lideresa es una trola que no se lo cree ni ella. Ya en una entrevista en “Yo Dona” declaró que “todo el mundo sabe que no quería ser ministra, ni vicepresidenta. No elegí estar aquí”, y se descartó como presidenta del Gobierno (¿?). Sin embargo, de sabias es rectificar y ahora se considera suficientemente preparada para sacrificarse, muy a su pesar, por el bien de los españoles. La humildad no es precisamente una de las virtudes de Yolanda. Como reza el proverbio español, “dime de qué presumes y te diré lo que careces”. Según ha señalado Félix Ovejero, el vistoso celofán con el que se envuelven las alusiones a la humildad puede traicionar el magro contenido de su discurso, porque la modestia se traiciona cuando se invoca. Pronuncia palabras vacías de contenido para exaltar la emoción de sus fieles y, en realidad, no dice nada, pero lo dice tan bonito… No estoy del todo de acuerdo con que no diga nada, porque insinúa bastante. Como ha observado Bieito Rubido, lo que representa Díaz no es otra cosa que el comunismo con otros ropajes. Se enmascara el nombre porque la marca comunista ya no vende, al haber sido condenada por el Parlamento Europeo al mismo nivel que el nazismo. Es el mismo marxismo de siempre aunque edulcorado y su principal objetivo es acabar con el nefando liberalismo político y económico. “Aunque Yolanda se vista de Zara, del comunismo no se separa”. Por otra parte, la candidata ha prestado su apoyo a las leyes más aberrantes inspiradas por Podemos -libertad sexual, transexualidad, eutanasia, familia o maltrato animal- e incluso votó en contra de la reforma de la Ley de “sí es sí” propuesta por el PSOE, pese a los más de 700 violadores beneficiados por esa disparatada normativa. La supuesta moderación de Díaz es uno más de sus disfraces. Según Manuel Arias Maldonado, Díaz se ha dirigido a los ciudadanos como si fueran niños y ha proclamado un derecho subjetivo a la felicidad individual –“falta ternura en la política”-. Tan solo se trata de poner en circulación significantes vacíos -como solidaridad, dialogo o empatía- capaces de predisponer emocionalmente a su favor a un potencial votante izquierdista, que se ha cansado de Iglesias y solo aceptaría entregarse a Sánchez a través de persona interpuesta. Yolanda cultiva un repertorio más cercano a la autoayuda. “Su famoso espacio no es otra cosa que un estado de ánimo, una orientación genérica hacia el bien que necesita del paternalismo estatal y a la vez requiere del endeudamiento público perpetuo”. Son muchos los votantes que ponen las buenas intenciones por delante de las matemáticas. Por debajo de su meliflua sonrisa, la mano de Díaz afila el cuchillo para acabar con Iglesias. “Sumar, a veces, exige restar. Como ha descrito acertadamente Ignacio Camacho en “ABC”, la nueva enfermedad infantil del izquierdismo ya no tiene que ver con la estrategia revolucionaria, sino con una cuestión meramente táctica. La bronca de Iglesias a Díaz es un pulso de poder, de control de las alianzas y de cuotas de influencia en ese proyecto aún indefinido que Sánchez pretende utilizar como marca blanca, y que el líder de Podemos barrunta como una operación para despojarlo de autoridad jerárquica. Se trata efectivamente de un mal disimulado intento de quitarle de en medio, de reducir la presión que aún ejerce sobre la correlación de fuerzas de la coalición a través de las ministras Belarra y Montero. La maniobra lleva el” copyright” del laboratorio de Moncloa, su impronta. Es un artefacto electoral de diseño destinado a apuntalar las posibilidades de revalidar el mandato del actual Gobierno. Sólo le faltó a Yolanda aparecer bajo palmas en el polideportivo Magariños, a tono con los cortejos procesionales del Domingo de Ramos. “Más allá del tono almibarado, melifluo, guay de su discurso, late una inmoderada vocación de mesianismo. Se presenta como el mirlo blanco de un renacer político donde todo es diálogo, amabilidad, consenso, colaboración y espíritu constructivo: un Viva la Gente de izquierdas, un amistoso coro de sedicentes progresistas unidos y dispuestos a reconstruir la utopía del paraíso: la sonrisa del criptosanchismo”. Frente a ella, Iglesias pone cara de malo, ceño torvo, colmillo retorcido y gesto crispado, y blande la amenaza del sabotaje si no le hacen caso. Desde su atalaya de gurú mediático, deja entrever un brillo de cuchillos afilados para enviar el mensaje diáfano de que habrá sangre si no le garantizan en las futuras listas un número suficiente de pretorianos para formar su propio grupo parlamentario. Será un proceso largo, complejo, sinuoso y muy tenso, pero lo más probable es que al final haya entendimiento, porque Iglesias es más peligroso fuera que dentro y porque el sanchismo -al que Díaz y su amalgama de aliados regionales ya se han adherido de hecho- no están por dispersar esfuerzos. Iglesias no se reconoce en las impostada suavidad del yolandismo, que no casa con su estilo. “Será un duelo bonito: una experta en traiciones tratando de sacudirse la tutela de un curtido fabricante de enemigos”. Reacciones ante la presentación de “Sumar” Para Raúl del Pozo, Iglesias sigue siendo el líder. La dama roja dice que su proyecto es imparable y que ya está en el futuro, pero le va a ser difícil triunfar con él en contra, aunque cuente con la infraestructura de IU y la engañosa y peligrosa protección de Sánchez. La asunción de Yolanda en cuerpo y alma a los cielos ha sido un milagro de Pascua ¿A quién favorece? Se supone que al Gobierno, al que interesa una izquierda a su izquierda sin Podemos, pero que ahora empieza a sospechar que su aliada sea su enemiga y pueda haber fuga de votos de la izquierda apacentada por el PSOE hacia “Sumar”. Se ha estimado que -incluso antes de presentarse la plataforma- unos 200.000 votantes socialistas habían emigrado a la Itaca sumaria y podría haber muchos más. Algunos dirigentes socialistas han advertido que sería un error disparar las expectativas de Díaz, porque puede arañar votos al PSOE. Aunque sin mando aparente, Iglesias sigue siendo el caudillo y guía de una izquierda que declina hacia su ocaso, y lleva razón éste cuando dice que sería una tragedia electoral y política -así como un error- que “Sumar” se presentara a las urnas sin Podemos, cosa que no ha excluido Díaz, que ha declarado a “El País” que -aunque ella estuviera encantada de que los morados se incorporaran a su plataforma porque, “en los momentos clave de la Historia, hay que estar”- presentarse sin ellos no sería un fracaso. Ana Marín, por el contrario, ha señalado en “ABC” que sí lo sería, porque, en las 35 circunscripciones donde hay en juego seis o menos escaños, se quitarían votos mutuamente y podrían perder diputados por mor de los restos. Según Antonio Lucas en “El Mundo”, la presentación de la candidatura de Díaz sin acuerdo con Podemos ha desatado la impaciencia podemita. Con “Sumar”, Yolanda ha dejado ver cuarto y mitad de su ambición y sometido a la izquierda a un test de estrés en el peor momento. Ha querido demostrar que, sin Podemos, sí se puede ¿Realmente se puede? Llega “Sumar” y le vienen como anillo al dedo los versos de Emily Dickinson: “Cuánto poseo ahora en este mundo, es un recuerdo de color morado”. Para Javier Redondo, Iglesias carece de incentivo para integrar a Podemos en “Sumar”, a menos que decida vivir de rodillas en vez de morir de pie, y hacerlo supondría asumir su derrota. El líder morado se carcome y esto lo hace aún más imprevisible. Algunos comentaristas pronostican que, tras el batacazo del partido previsto en las elecciones del 28-M, Iglesias reconsiderará su posición y acatará la disciplina de Díaz. Carlos Herrera también se ha preguntado si al final se entenderán Díaz e Iglesias. Si lo hicieran, Sánchez contaría con una buena baza, pero si Podemos no cediera y mantuviera su negativa a integrarse en “Sumar”, las cosas se le complicarían y sería funesto para su pretensión de volver a formar otro Gobierno Frankestein. Ha concluido que a última hora habrá acuerdo por la cuenta que les trae, lo que sería una mala noticia para los españoles. Comparto esta opinión y ello puede deducirse de las palabras del propio Iglesias, quien ha destacado que las diferencias entre Podemos y “Sumar” no eran más que una lucha por el poder en el espacio de la izquierda que comparten, en un contexto en el que la hegemonía que durante muchos años tuvo su partido se ha puesto en cuestión. Era obvio que las dos fuerzas deberían entenderse y concurrir juntas para tener más posibilidades de cumplir sus objetivos políticos y programáticos. Era muy difícil que Podemos ganara a unas primarias abiertas en los términos que ha propuesto “Sumar” con todos los medios progresistas de comunicación en contra, pero, si su partido era vencido y le tocaba ocupar un papel modesto en el nuevo espacio de la izquierda, lo aceptaría, porque “Podemos habrá sido derrotado en justa lid política y jugará el papel que le corresponda”. Como nota anecdótica, cabe comentar que Podemos ha descubierto ahora que Tezanos hace trampas en el CIS y Belarra lo ha acusado de manipular los datos de las encuestas con el fin de distorsionar la intención de voto de su partido. Les ha costado varios años caer del burro. Me ha recordado la escena de la película “Casablanca”, cuando el capitán Renaud -que ponía su gorra para que los empleados del bar de Ricky le dejaran sus ganancias en el negocio- exclamaba indignado: “!Qué escándalo. He descubierto que aquí se juega!”. Yolanda está en su perfecto derecho de presentar su candidatura en diferido a la presidencia del Gobierno. Como decía Napoleón, todos los soldados llevan en su mochila el bastón de mariscal. Será el soberano español -que, por desgracia, se equivoca con frecuencia, pero que es soberano- el que en último término decida. Las equivocaciones no se producen solo España, sino en todo el mundo y en todos los tiempos. Así, el pueblo alemán eligió democráticamente a Adolfo Hitler y el estadounidense a Donald Trump -siendo incluso posible que vuelva a reincidir- y todos conocemos las graves consecuencias. Recuerdo con cierta nostalgia la canción de “Vino Tinto” que sirvió de fondo musical durante las esperanzadas fechas de 1976 en que se celebraron las primeras elecciones democráticas en España. “Habla, pueblo, habla, no dejes que nadie apague tu voz”. Sí, habla pueblo español, pero antes de hacerlo procura reflexionar y pensar sobre las consecuencias de tu voto. Me resulta difícil comprender cómo Yolanda Díaz -según los sondeos demoscópicos- sea la política más valorada en España, pese a su vacuidad y a su doblez. Detrás de su luminosa sonrisa “Profidén”, se encuentra una comunista confesa desde su tierna infancia hasta nuestros días. No lo oculta, aunque trate de enmascararlo con buenas palabras, afirmaciones democráticas posmodernistas y un buen ropero. España es el único país de la UE que tiene políticos comunistas en el Gobierno. Por bien que suenen los cantos de sirena de origen galaico, recordemos los nocivos efectos del comunismo en países como Rusia, China, Corea del Norte o Cuba, e imitemos a Ulises. Madrid, 8 de abril de 2023

sábado, 1 de abril de 2023

El ministro del Interior sigue empecinado en el error, a pesar del varapalo del TS

EL MINISTRO DE INTERIOR SIGUE EMPECINADO EN EL ERROR, A PESAR DEL VARAPALO DEL TRIBUNAL SUPREMO El pasado 29 de marzo, el Tribunal Supremo dictó su sentencia 424/2023, por la que estimó el recurso de casación interpuesto por la representación procesal del coronel Diego Pérez de los Cobos contra la sentencia de 15 de septiembre de 2021, dictada por la sección V de la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional -sentencia que casó y anuló-, y desestimó el recurso de apelación interpuesto por la Abogacía del Estado contra la sentencia 35/2021, de 31 de marzo, dictada por el Juzgado Central de lo Contencioso-Administrativo n° 8, que considero ilegal la destitución del coronel como comandante de la Guardia Civil de Madrid, y decidió su reintegración en el puesto. La esperada sentencia -que ha zanjado de forma definitiva las divergencias jurídicas existentes entre el Juzgado y la Audiencia Nacional- ha supuesto un duro varapalo para el Ministerio del Interior y, de forma especial, para su titular, Fernando Grande-Marlaska -juez de profesión, para mayor “inri-, al poner de manifiesto su injustificada y arbitraria decisión de destituir fulminantemente a Pérez de los Cobos, por negarse éste a incumplir su deber de no informar a nadie del resultado de las investigaciones y actuaciones de los agentes de la Guardia Civil bajo su mando que actuaban en funciones de Policía Judicial, de conformidad con las instrucciones dictadas por la magistrada instructora de un caso en el que se investigaba al delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid, José Manuel Franco. Antecedentes del caso Pese a las advertencias de la OMS sobre el inminente peligro de una pandemia de corona-virus, el Ministerio de Sanidad dio el 7 de marzo de 2020 su visto bueno y el delegado del Gobierno Franco autorizó la celebración el día 8 de una manifestación multitudinaria en Madrid, convocada por el Gobierno y los movimientos feministas para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. Las consecuencias de esta irresponsable decisión son bien conocidas. La vicepresidenta Carmen Calvo, varias ministras -incluida la futura de Sanidad, Carolina Darias- y la esposa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se contagiaron del virus -que se propagó con gran velocidad por doquier- y al día siguiente el Gobierno tuvo que declarar el estado de alarma. Un particular presentó una querella contra Franco por la comisión de un delito de prevaricación al haber autorizado la manifestación, y la titular del juzgado n° 51 de Madrid, Carmen Rodríguez-Medel, la admitió a trámite y pidió a la Guardia Civil -en funciones de Policía Judicial- que investigara al delegado. La entrega de su informe se filtró a la prensa, lo que preocupó sobremanera al Gobierno, y Marlaska pidió a Pérez de los Cobos que le facilitará el citado informe, a lo que éste se negó por habérselo expresamente prohibido la magistrada. Enfurecido el ministro -que, al haber sido cocinero antes que fraile, era plenamente consciente de la ilegalidad de su petición- decidió la destitución fulminante del coronel. La directora general de la Guardia Civil, María Gámez -de ruidosa actualidad por otros motivos- se lo comunicó por teléfono y, el 24 de mayo, el secretario de Estado de Seguridad, Rafael Pérez -asimismo juez- le notificó por escrito que había decidido su cese por pérdida de confianza “por no informar del desarrollo de investigaciones y actuaciones de la Guardia Civil en el marco operativo y de la Policía Judicial, con fines de conocimiento”. Ante las numerosas críticas recibidas, Marlaska alegó distintas y contradictorias razones para el cese, como reorganización ordinaria, ocultación de información desobediencia a las órdenes o pérdida de confianza. El Gobierno salió en auxilio de su delegado y de su ministro, y lanzó a la Abogacía del Estado contra la magistrada, a la que acusó de haber iniciado un proceso penal sin tener indicios sobre la base de sospechas e hipótesis, así como de haber abierto una causa general y prospectiva contra el Gobierno. Fue tal la campaña de desprestigio y las presiones ejercidas sobre la juez, que López-Medel tiró la toalla y optó por sobreseer el caso, pese al informe de la Policía Judicial, que contenía importantes indicios sobre la culpabilidad de Franco. Más valiente fue su colega del Juzgado Central Contencioso-Administrativo n° 8, Celestino Salgado, quien -en su sentencia 35/2021- falló a favor de Pérez de los Cobos, consideró nula la destitución y pidió la reintegración del coronel en la jefatura de la Comandancia madrileña. Señaló que no era cierto que éste no hubiera informado a la superioridad, ya que lo hizo hasta que la magistrada le ordenó expresamente que no lo hiciera. La razón determinante de la destitución fue la negativa del coronel a facilitar el informe de la Policía Judicial y la filtración a la prensa, y no la pérdida de confianza. Hubo, a juicio de Salgado, un ejercicio desviado de la potestad discrecional de cese, porque el motivo para acordarlo era ilegal. El Ministerio del Interior presentó un recurso ante la Audiencia Nacional. La Abogacía del Estado alegó que, como se habían producido unas filtraciones que afectaban al Gobierno, éste había pedido información sobre las incidencias relevantes en torno a las investigaciones filtradas, que deberían ser conocidas pon la Dirección General de la Guardia Civil. La Audiencia casó la sentencia del Juzgado por estimar que el régimen de cese relativo a los funcionarios civiles no era aplicable la Guardia Civil, y que de la ley 29/2014 se deducía la “revocación libre” en los destinos de libre designación. En este tipo de destinos, si se perdía la confianza, se producía el cese. No era necesario tener en cuenta los hechos, ni valorar si el cese tenía razón de ser. La revisión judicial debería ceñirse al motivo expresado en la decesión, sin entrar en otras circunstancias. La clave del cese había estado en la pérdida de la confianza, que se basaba en razones subjetivas amparadas en la decisión libre de cesar. No se había producido desviación de poder por haber suficiente justificación para la destitución. La razón del cese radicaba en que se había pedido información sobre el desarrollo de la investigación y no sobre su contenido (¿?). Si se quebraba la confianza, había motivos más que sobrados para el cese y no procedía, por tanto, la reintegración en su puesto del coronel destituido. Pérez de los Cobos presentó un recurso de casación ante el TS, alegando su defensa que el régimen de funcionarios civiles era aplicable a la Guardia Civil, siempre que no contradijera su legislación específica, lo que no era el caso. No requerir la motivación de la decisión supondría la imposibilidad de controlar una posible arbitrariedad, en el supuesto de que se basase en premisas falsas, discriminatorias o delictivas. Se incumpliría el artículo hoy 24-1 de la Constitución, relativo al derecho de todas las personas obtener la tutela efectiva de los jueces. Señaló que la sentencia prescindía de los hechos, pero entraba en ellos para contradecir la valoración de la sentencia recurrida, sin explicar por qué se llegaba a una interpretación diferente de esos hechos, por lo que su razonamiento era ilógico. Hubo desviación de poder porque la decisión se apartaba del fin del interés general que debía presidir el ejercicio de la potestad administrativa de cese. Se orientó hacia la consecución de objetivos diferentes y su motivación no respondía a una finalidad legítima. La sentencia legitimaba el cese de un Guardia Civil que no estuviera dispuesto a incumplir la ley o a infringir las órdenes de reserva dadas por la magistrada. La Abogacía del Estado volvió a insistir en que, por la singularidad de la Guardia Civil y su sumisión a los principios de jerarquía y operatividad, no le eran aplicables las normas relativas a los funcionarios civiles. Entrar a discutir si la motivación del cese era arbitraria suponía reconsiderar la valoración de las pruebas, lo que no estaba permitido en la casación, salvo en circunstancias excepcionales. El cese de Pérez de los Cobos obedeció a una circunstancia objetiva, cierta y conocida y no hubo desviación de poder porque la administración contaba con la potestad de autoorganización (¿?), para acordar el cese en un puesto de libre designación por pérdida de confianza. Como había indicado el TS hoy una sentencia anterior “la razón o razones del cese no serán enjuiciables en lo que tiene de libre apreciación”. Sentencia del Tribunal Supremo El TS adoptó por unanimidad la sentencia cuya ponencia corrió a cargo del magistrado José Luis Requero. Se trata de una sentencia concisa, precisa, clara, contundente y de gran rigor jurídico, que recoge y desarrolla los argumentos expuestos por el juez Salgado en su sentencia de 2021. El Tribunal insistió en su doctrina constante de la exigencia de motivación del cese de un funcionario en un puesto de libre designación, criterio también aplicable a la Guardia Civil, pues su marco jurídico propio no impedía, sino que confirmaba, la aplicación de la adopción por el Tribunal de la motivación de los actos discrecionales en general y de los que se centraban en un cese en puestos a los que se accedía por el sistema de la libre designación. En la sentencia 1183/2022 se rechazó la demanda, porque había una motivación clara, suficiente, comprensible y específica del caso en relación con las razones del cese. Cabía distinguir entre la confianza puramente personal, propia de nombramientos para cargos eventuales -asesores, jefes de gabinete o cargos importantes-, de la confianza profesional propia de la libre designación, que se ejercía para provisión de puestos entre funcionarios de carrera. En el caso de éstos, si la fórmula de provisión era el concurso de méritos, el juicio de idoneidad pasaba por integrar los conceptos que se tomaban como méritos evaluables predeterminados, para lo que se ejercía una modalidad de potestad discrecional, la discrecionalidad técnica, pero si se trataba de la provisión de puestos mediante la libre disposición, lo determinante era que el libre juicio de idoneidad atendiera a los requisitos exigidos para el desempeño del puesto caracterizado por la especial responsabilidad que justificó su clasificación como de libre designación. El Tribunal insistió en que exigía no solo la motivación formal del cese por razones de idoneidad profesional, sino también que esa motivación no fuera imprecisa o ritual, con expresiones opacas o estandarizadas, sino que dieran razón de por qué la confianza profesional que motivó el nombramiento había decaído y no se dieran ya las condiciones para desempañar un destino en atención a sus requerimientos. En ese juicio de idoneidad sobrevenida para el desempeño del puesto por pérdida de confianza había un núcleo de libre apreciación que no correspondería al juez sustituir, pero eso no quitaba que pudiera plantearse si eran ciertos los hechos en los que se fundamentó la pérdida sobrevenida de la idoneidad. Por tanto, sí era exigible que la razón del cese se explicitara, y no cabía excluir sin más que se pudiera enjuiciar. El Tribunal no basó su rechazo a la sentencia de la Audiencia Nacional porque se hubiera producido una desviación de poder, sino en que el cese, aún siendo discrecional, se fundaba en razones distintas a las aducidas por la Audiencia para justificarlo. El motivo fundamental del cese fue la negativa de Pérez de los Cobos a facilitar al Ministerio del Interior el contenido de las investigaciones realizadas por la Guardia Civil en su condición de Policía Judicial, por habérselo prohibido la magistrada. Si bien la Policía Judicial está encuadrada en la Administración, el artículo 126 de la Constitución establece que depende de los jueces, de los tribunales y del Ministerio fiscal en sus funciones de averiguación del delito, como garantía de la independencia y de la eficacia de la justicia. La Policía Judicial estaba a las órdenes de la magistrada y no era admisible que se produjera interferencia gubernativa alguna, una vez que se había ordenado reserva absoluta. No se podía cesar a quién -siguiendo estas órdenes- no informara al Ministerio del desarrollo de las investigaciones y las actuaciones de la Guardia Civil en el marco operativo y de Policía Judicial, con fines de conocimiento. Las razones alegadas para la destitución eran confusas y redundantes, y contrarias a la función de la Policía Judicial, pues lo que quería saber el Ministerio era el resultado de esas investigaciones, y la causa invocada era ajena a la ineidoneidad sobrevenida para el cargo, como lo prueba que la iniciativa de cese no procediera de los mandos de la Benemérita, ni respondieran a una valoración negativa de la profesionalidad e idoneidad de Pérez de los Cobos. Tras condenar el cese ilegal del coronel y requerir su inmediata reintegración en el puesto de jefe de la Comandancia de Madrid, amén de pagarle los sueldos devengados y no percibidos, el Tribunal decidió que cada parte en el proceso abonara las costas causadas a su instancia y las comunes por mitad, al no haberse apreciado temeridad ni mala fe en ninguna de las partes. Este es el único punto en el que no estoy de acuerdo con la sentencia, porque creo que sí hubo mala fe por parte del Gobierno, del Ministerio del Interior y, sobre todo, de Marlaska, que teniendo un perfecto conocimiento de la situación jurídica como juez que era, ha actuado en todo momento con doblez, descaro, menosprecio del derecho y odio inexplicable hacia la persona de Pérez de los Cobos. Por ello, el Gobierno debería haber sido condenado a pagar la totalidad de las costas procesales. Este hecho, aparentemente menor, está siendo aprovechada por la “agitprop” gubernamental para propagar que el partido no ha terminado con la victoria de Pérez de los Cobos, sino en un empate. Miseria moral y empecinamiento de Marlaska en el error La reacción de Marlaska ante el varapalo que del TS está de acuerdo con la degradación moral que ha sufrido este otrora prestigioso juez. Como ha editorializado “”ABC”, “es de una indignidad alarmante que el titular de la cartera de Interior -que además es juez- autorizara la destitución de un subordinado por cumplir con la ley: que desde ese Ministerio se intentara coaccionar al coronel Pérez de los Cobos para que incumpliera el imperativo legal y judicial, y se decidiera su destitución como represalia lo que revela una conducta profundamente antidemocrática imposible de justificar”. Para “El Mundo”, “la sentencia con la que el Tribunal Supremo anula el cese de Diego Pérez de los Cobos no deja otra opción a Fernando Grande-Marlaska que la de reponerlo en su puesto, antes de presentar él mismo su renuncia como ministro del Interior”. Los jueces le han reprendido por la inadmisible interferencia en una investigación judicial. Pese a ello, Marlaska no solo ha decidido encastillarse en su puesto y evitar cumplir sin demora la decisión del Supremo, sino que se ha permitido expresar en sede parlamentaria dudas sobre el coronel sin aportar prueba alguna. “La reacción de Marlaska evidencia que prepara una restitución formal en el cargo que pueda ser inmediatamente desactivada por otra vía. La resistencia del ministro, tanto a presentar su renuncia como a cumplir de forma inmediata la sentencia, le coloca en una situación éticamente incompatible con seguir siendo miembro del Consejo de Ministros, al tiempo que aboca al presidente del Gobierno a cesarlo en su cargo”. Esto viene de lejos. Ya en 2021 -a raíz de la sentencia del Juzgado Central de lo Contencioso Administrativo de Madrid en el caso de Pérez de los Cobos- “El Mundo” escribió lo siguiente en un editorial: ”Tras una sentencia así, el ministro debe abandonar inmediatamente su cargo, al haber perdido la legitimidad para seguir ocupando tan alta responsabilidad. Marlaska no puede seguir en el Gobierno ni un minuto más, porque estamos ante la reprobación judicial de un responsable de Interior más dura desde la sentencia del caso Segundo Marey, que acabó con Barrionuevo en la cárcel, o la que declaró anticonstitucional la ley Corcuera, que provocó la dimisión del también ministro socialista” ¿Cuál ha sido la reacción de Marlaska? Pues la lógica en el personaje: “No es mi intención en modo alguno dimitir”. Es cómo el personaje de la vieja TVE, Felipito Taakatún -encarnado por el humorista argentino Joe Rigoli-, cuyo lema era “!Yo sigo!”. Han pasado más de dos años y Marlaska continúa haciendo toda clase de barrabasadas y cometiendo indignidades al por mayor. Ha sido reprobado por el Congreso y, sin embargo, ni se inmuta. Como ha observado Jorge Bustos, se estrenó animando a agredir en las calles al adversario político con motivo del desfile del ”Orgullo Gay”, se enfrentó a sus agentes, purgó a sus mandos, mintió sobre los motivos ilegales de sus purgas, ascendió a los lacayos que monitorizaban la expresión pública durante la pandemia, ocultó masacres en la valla de Melilla, y cada viernes cumplía con Otegui con la remesa semanal de pistoleros. Incluirlo en la crisis ministerial hubiera supuesto un alivio inmerecido. La crueldad de Sánchez es, sin embargo, infinitamente más refinada. Ha querido castigarlo no echándolo del Gobierno y manteniéndolo en él hasta el final, exhibiendo el túmulo de cenizas desde el que apenas humea el hilo afónico de su voz, calcinado hasta los tobillos. “Lo que está muerto no puede morir. Sánchez necesitaba un sayón especialmente sumiso, con un estómago a prueba de arcadas morales, para ejecutar la más nauseabunda de sus hipotecas: la firmada con Otegui. Lo halló en el juez que había dedicado media vida a perseguir terroristas, pero se licuaba secretamente por el foco de la política”. Cuando un magistrado amigo le preguntó que cómo era posible sacrificar la más noble de las magistraturas a la miserable vanidad de un ministerio, le contestó: “Tú no lo puedes entender. La ambición es como un fuego que quema. Todo lo demás desaparece”. Marlaska no solo no ha aceptado la reprimenda del TS, sino que ha puesto en entredicho el contenido de la sentencia, de la que ha dicho que contiene dudas razonables de derecho, y ha comentado que cinco magistrados de la Audiencia Nacional mantuvieron lo contrario. Es osado comparar al TS con un Tribunal que -junto con el Constitucional- es el órgano más politizado en la justicia española y que ya ha recibido numerosas correcciones por parte del Supremo. Nada más conocer el veredicto del TS y antes de que hiciera publico el contenido de la sentencia, afirmó que el Ministerio analizaría con detalle su argumentación técnica. “Vamos a esperar a conocer la sentencia y el razonamiento técnico del alto Tribunal para dictar las resoluciones que sean oportunas en parámetros y en términos técnico-jurídicos” Ahora que ya la conoce, ha replegado algo sus velas y ha dicho que hay que acatarla plenamente. Por otra parte, lejos de pedir perdón a Pérez de los Cobos por todos los daños que le está infligiendo, sigue atacándolo de forma desaforada. El Ministerio del Interior ha reiterado que las razones de fondo que decidieron el cese del coronel persisten y se han visto confirmadas y consolidadas con elementos conocidos con posterioridad, sin especificar cuáles eran esos elementos, ni aportar prueba alguna. En el Congreso de los Diputados llegó a afirmar que “ese tipo de personas es en las que este ministro del Interior no ha tenido, no tiene y no tendrá confianza”, y le espetó a una diputada del PP que le instaba a que presentara su dimisión, que si tendría confianza en unas personas que gestionaban fondos reservados sin el debido control. Señaló que su falta de confianza en Pérez de los Cobos derivaba de su mala gestión de la partida de fondos reservados, que había permitido que, “con ellos, se destruyeran pruebas para que el Partido Popular pudiera ocultar su responsabilidad”. Durante la época en le que estuvo destinado den la Secretaría de Estado de Seguridad, Pérez de los Cobos tuvo -junto con el secretario de Estado y su jefe de Gabinete- la firma para la disposición de los fondos reservados del Ministerio, para lo que se necesitaba un mínimo de dos firmas. Por ello, tuvo que declarar como testigo en el juicio sobre el caso “Kitchen”, donde mantuvo que su control sobre dichos fondos era meramente contable y que él no decidía sobre la disposición de los mismos. Esta vez ha ido demasiado lejos y más allá de sus habituales trapacerías, al acusar al coronel de la comisión de un delito y lo ha hecho desde el Congreso de los Diputados, un juez con amplios conocimientos del derecho y gran experiencia en la magistratura. Él mejor que nadie debería saber que, si cuenta con indicios de la comisión de un delito, tiene el deber de denunciarlo, no en las Cortes, sino en el juzgado de guardia. Los abogados de Pérez de los Cobos están considerando presentar una querella por calumnia contra Marlaska. Éste -que no tiene un pelo de tonto, pero al que ciega la soberbia- se ha dado cuenta de que ha metido la pata y está dando marcha atrás. Ayer rebajó el tono y afirmó que, si bien los fondos reservados podrían ser mejor gestionados, una mala administración no constituía delito. La situación de Marlaska es patética y a mí -como hijo de juez y amante del mundo judicial- me causa mucha pena. ¿Cómo ha podido llegar hasta este extremo y caer tan bajo un juez que fue modelo en su día? La ambición política sin duda -como él mismo ha reconocido-, que lo ha hecho difícilmente recuperable para volver a la judicatura. Sánchez lo conservará en el Gobierno mientras le sea útil como cortafuegos y, cuando deje de serlo, se desprenderá de él como de un kleenex usado. Confiemos en que, antes de que llegue ese momento, le dé un ataque de dignidad, haga un acto de contrición, presente su dimisión y pida perdón a las víctimas del terrorismo. Madrid, 31 de marzo de 2023