sábado, 25 de junio de 2022

¿Los rsultados de las elecciones en Andalucía suponen el inicio de un cambio de ciclo político en España?

¿LOS RESULTADOS DE LAS ELECCIONES EN ANDALUCÍA SUPONEN EL INICIO DE UN CAMBIO DE CICLO POLÍTICO EN ESPAÑA? El pasado 19 de junio se celebraron en Andalucía unas transcendentales elecciones autonómicas en la que se confirmaron las previsiones de los sondeos demoscópicos de una victoria del PP, aunque quedaron superadas por la inesperada obtención de una mayoría absoluta. Me vais a permitir, queridos lectores, que un “andaluz de la novena provincia” –que nació en Granada, hizo sus estudios escolares en Almeria y Cádiz y universitarios en Sevilla, y que ahora reside en Madrid- haga una evaluación personal de las mismas. Desde la distancia física –que no anímica- he seguido con interés el desarrollo de los acontecimientos en mi tierra y, en un artículo sobre “Voces de muerte se oyeron cerca del Guadalquivir” –publicado en 2012 en “Voz Pópuli”- deje constancia de mi frustración por la incapacidad del PP de Javier Arenas de acceder al Gobierno de la Junta pese a haber ganado las elecciones, con una paráfrasis del famoso poema de Federico García Lorca: ”¡Que no quiero verla! Dile a la luna que venga que no quiero ver la sangre de Andalucía sobre la arena. ¡No me digáis que la vea! No quiero sentir el chorro cada vez con menos fuerza”. La alternancia en el poder requerida por higiene democrática no se produjo por la alianza de perdedores PSOEE-IU. Sin embargo, el cambio tuvo paradójicamente lugar seis años más tarde cuando el PP obtuvo sus peores resultados y sólo 26 diputados, y el PSOE -ganador una vez más de las elecciones- se vio desplazado del Palacio de San Telmo, cuando Juan Manuel Moreno accedió a la presidencia de la Comunidad con los votos de Ciudadanos y de Vox. En 2022, los andaluces han confirmado el giro a la derecha al concederle al PP la mayoría absoluta. Éxito sin precedentes del PP El pueblo andaluz ha dado muestras de responsabilidad y –pese a la tentación de la playa en un junio bochornoso- ha acudido a votar con una participación del 58.36% -similar a la producida en 2018- y optado por la moderación y el pragmatismo, al conceder una mayoría absoluta a a Moreno, que podrá gobernar sin someterse al chantaje de Vox. El PP ha obtenido 1.582.299 votos -43.13%- y 58 escaños, y ganado en las ocho provincias, incluidos feudos socialistas hasta ahora inexpugnables como Sevilla y su provincia –donde actualmente sólo gobierna en 10 de sus 105 municipios-, y cuyo cinturón urbano –Dos Hermanas, Camas, Alcalá de Guadaira y San Juan de Aznalfarache- se ha teñido de azul con la única excepción de la Rinconada. El triunfo por un 37.28% frente al 26.33% del PSOE en la emblemática villa nazarena –socialista desde 1978 y que ha mantenido como alcalde a Francisco Toscano durante 39 años- es sumamente significativo, pues fue precisamente en esta ciudad donde un desahuciado Pedro Sánchez surgió como el ave fénix de sus cenizas tras su expulsión traumática de la secretaria general y se lanzó a la conquista del Partido y del Gobierno. Citando la copla de José Meneses “Ocho voces claman fuerte, ocho pueblos cantan alto, ocho provincias unidas, dan a Dios un sobresalto”, Raúl del Pozo ha afirmado que la victoria del PP sobre toda la izquierda en el yacimiento del socialismo es una noticia histórica. No sé si ha sobresaltado a las alturas celestiales, pero sí lo ha hecho a la Moncloa, aunque Sánchez lo niegue metiendo cuan avestruz la cabeza bajo la arena. No sin cierta retranca, Lucía Méndez ha comentado que el azar ha sido pródigo con Moreno y lleva razón. Sin tener una personalidad política destacada y novato en las lides electorales, estuvo a punto de ser descabalgado de la candidatura a la presidencia en 2018 y obtuvo los peores resultados del PP con sólo 26 diputados, pero accedió por carambola al Gobierno gracias al apoyo de Cs y de Vox. Ahora se han vuelto las tornas y ha logrado los mejores resultados de su partido con una mayoría absoluta de 58 diputados. Moreno ha recibido el premio a una gestión rigurosa, con la inestimable colaboración de Juan Marín y de los Consejeros de Cs, fuera de estridencias e intemperancias ideológicas. Como ha señalado el director de “El Mundo”, Joaquín Manso, en cuatro años, Moreno ha dado la vuelta al régimen de resignación, clientelismo y corrupción instalado en la Junta durante 36 años y –aunque no se haya producido un milagro económico- sí ha provocado en los andaluces una sensación de sensatez, estabilidad y modernidad, que se ha traducido en una bajada de impuestos, un descenso de la burocracia y un incremento del dinamismo y del emprendimiento en la región. Algunos andaluces no afines al PP se han agrupado en torno a él como “valor refugio” y en la expectativa de un mejor rendimiento de su gobierno. Según Ignacio Camacho en “ABC”, Moreno representa el triunfo de la normalidad y del realismo, el epítome del gobernante sensato a base de ser rutinario, ante el que se ha estrellado la dialéctica del enfrentamiento civil, de una gestión inclusiva y pragmática, que ha devuelto al PP su consideración de partido ecléctico. “Una gestión inclusiva, responsable, transversal y con toques autonomistas sin alharacas ni estridencias, que se ha ido abriendo paso hasta disipar los prejuicios que durante décadas han pesado sobre la derecha”. El presidente del PP andaluz tiene franco el camino para seguir desarrollando en solitario esta exitosa política. Fracaso sin paliativos del PSOE En opinión de Manuel Mostaza, durante décadas ha sido un dogma de nuestra ciencia política qel predominio en Andalucía de la izquierda en general y del socialismo en particular. Felipe González, Alfonso Guerra y el “clan de la tortilla” transformaron al PSOE histórico en un partido socialdemócrata y asentaron su Gobierno en ella, que se convirtió en el granero de votos para el partido y en un cortijo, donde los antiguos caciques fueron substituidos por los dirigentes socialistas, que fomentaron el clientelismo y propiciaron el voto cautivo, como se ha mostrado con el caso de los ERE, que la revelado la institucionalización de la corrupción de la Junta durante demasiados años, y que no ha afectado apenas a la potencia electoral del PSOE-A. Han sido otros factores –como los pactos de Sánchez como los enemigos de España para mantenerse en el poder- los que han provocado el desafecto de los andaluces hacia el socialsanchismo. El PSOE que ha descalificado sistemáticamente a la oposición de derechas clificándola de “facha” y de neofranquista. Esta actitud se ha ampliado últimamente al fundir en una unidad la derecha tradicional del PP y la “ultraderecha” de Vox, y ha tratado de movilizar a su electorado con la amenaza que suponía Vox para la democracia. La simpar vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, aseveró que los socialistas salvaguardarían los derechos públicos y las libertades que el PP iba a desmantelar. El PSOE ha pedido el “voto útil” para parar a la ultraderecha, pero en esta ocasión no le ha servido la estratagema, porque un 19% del electorado socialista se ha inclinado por el PP como el mejor voto útil para frenar el progreso de Vox. El PSOE ha conseguido en su antiguo feudo 883.625 votos –su peor resultado histórico-, perdido 197.824 votos en relación con las elecciones de 2018, caído por debajo de la línea psicológica del millón de votos, y bajado de los 33 escaños que consiguió Susana Díaz a 30 –su cuota más baja desde entonces-. Desde 2004, el partido ha perdido 1.3 millones de votos y 31 escaños. Ha realizado una campaña desastrosa siguiendo las directrices de Sánchez, que se ha implicado personalmente en las elecciones junto con todo su Gobierno. Como ha señalado Gorka Maneiro desde el principio salió como perdedor, más pendiente de lo que hacían los demás que de su propio programa. Al instar al PP a que se pronunciara sobre con quién pensaba gobernar, daba por descontado su victoria. A lo único a lo que aspiraba era a que el PP no consiguiera una mayoría suficiente y tuviera que depender de Vox, lo que le daría un pretexto para atacar a la conjunción de las derechas. Los andaluces no han perdonado a Sánchez su apoyo para gobernar en quienes quieren romperla, los indultos a los sediciosos que realizaron un golpe de Estado, el abandono de los constitucionalistas catalanes, sus concesiones al PNV, el extremismo de Podemos y –sobre todo- los acuerdos parlamentarios con, y el blanqueo de, Bildu. Andalucía es particularmente sensible al terrorismo de ETA –que Bildu no sólo no ha condenado, sino que ha condonado- porque lo ha sufrido en sus carnes, como muestran los asesinatos del Fiscal-Jefe del Tribunal Superior de Justicia, Luis Portero o del matrimonio Jiménez-Becerril. Sánchez es maestro en el arte de culpar a los demás de sus errores, pero en este caso le resultará difícil cargarle el mochuelo a Juan Espadas, al que escogió para librarse de Susana Díaz. Su “doberwoman” Lastra ha llegado a acusar a ésta del fracaso porque –al no retirarse cuando debería haberlo hecho- no dio tiempo suficiente a Espadas para afilar sus atributos. La vicesecretaria general ha afirma do que –al estar los electores socialistas contento con los éxitos del Gobierno de Sánchez, se habían desmovilizado en las elecciones andaluzas, pero que tal cosa no ocurriría en las generales. Ha observado asimismo que Moreno había ganado las elecciones gracias a las ingentes sumas de dinero del Fondo Estatal del Covid que Sánchez había donado generosamente a Andalucía. Maneiro ha señalado su artículo en “Voz Pópuli” sobre “Sánchez, culpable” que en Andalucía ha ocurrido lo que tenía que ocurrir y lo que el PSOE se merecía que ocurriera, y las causas de ello no eran otras que las decisiones adoptadas por Sánchez, la situación económica, la pobre oposición realizada en Andalucía, una campaña electoral nefasta, y un candidato sin liderazgo y vencido de antemano. Como ha editorializado “El Mundo”, la “guardia de corps” de Sánchez tiene un problema muy serio si es incapaz de entender que la mayoría de los andaluces –y el resto de los españoles- “censura una forma de gobernar basada, por agónica supervivencia, en explotar la polarización, y que desplaza los intereses generales en favor de las demandas voraces de partidos antisistema que buscan socavar nuestro modelo de convivencia y el sistema democrático de derechos y libertades que emana de la Constitución”. Ante el lastre que Sánchez representa para las siglas socialistas si se encastillara en agotar la legislatura, los efectos pueden ser devastadores para su partido en las elecciones autonómicas y municipales del próximo año. “En vez de hacerse trampas en solitario, si el PSOE quiere detener la hemorragia de votantes, deberá empezar por volver a ser un partido al que éstos reconozcan, todo lo contrario de lo que ocurre ahora”. El problema –según Javier Redondo- es que en Andalucía, Sánchez es el PSOE de hoy –aunque lo mantenga con oxígeno el PSOE de ayer- y ese partido incluye a sus compañeros de viaje. Los resultados de las elecciones constituyen el principio de la contestación interna, el aura de Sánchez se extingue y su imagen perjudica la marca. Para Raúl del Pozo, aunque el nombre de Sánchez no figurara en las papeletas, la clara derrota del PSOE en Andalucía le hacen casi imposible llegar incólume a 2023, después de cinco fracasos electorales y la catástrofe en su tierra de promisión. Jorge Bustos ha afirmado que los andaluces han matado al PSOE, o puede que sólo hayan levantado el cadáver que estaba dejando el sanchismo. Según Carlos Mármol, los socialistas andaluces han perdido algo más que unas elecciones, pues han puesto una lápida simbólica sobre su historia sentimental. El augurio andaluz es negro ya que, sin un suelo sólido en el Sur, l mayoría de Sánchez se torna virtual. “El 19-J agita el fantasma de un final de época entre los socialistas, estableciendo una nítida frontera entre su pretérito –la gesta de sus primitivos patriarcas- y su sus actuales herederos, que no han sabido conservarla”. Irrelevancia de Vox pese a su modesto progreso Vox ha obtenido 493.909 votos y 14 escaños -dos más que en 2018-, pero, si entonces sus votos fueron decisivos para investir a Moreno como presidente de la Junta, ahora resultan irrelevantes ante la mayoría absoluta del PP, que ya no lo necesita para gobernar. Pese a sus progresos, se ha quedado con un mal sabor de boca y una sensación de fracaso, porque se había puesto unos objetivos excesivamente ambiciosos que no ha conseguido, ya que lo que pretendía ea ser instrumental para facilitar el Gobierno de Moreno y entrar en él por la puerta grande sustituyendo al fenecido Cs. Santiago Abascal –que se ha implicado intensamente en las elecciones - envió a Andalucía a uno de los pesos pesados del partido, la excelente diputada Macarena Olona, quien ha hecho una campaña manifiestamente mejorable. Vox ha pecado de prepotencia, agresividad, catastrofismo y exceso de confianza, y puesto de manifiesto de forma provocadora su política más impresentable en materia de inmigración, distribución de competencias o cristianismo preconciliar. Se ha notada la nefasta influencia de la diputada ultraderechista italiana Giorgia Meloni, que se ha involucrado activamente en la campaña. Como ha señalado “El Mundo”, “su burla sistemática de la moderación, como si ésta conllevara una traición a unas supuestas esencias de las que Vox sería depositario, ha sido contestada por los andaluces”. Olona ha hecho una campaña antipática y estratégicamente desquiciada, desnortada y folclóric,a en la que –a juicio de Jorge Bustos- no cabía un tópico más, y que resulta insoportable para los andaluces. Me ha recordado el caso de un colega que se presentó como candidato cunero a un puesto de diputado por Granada y –para caer bien entre su electorado- se presentó en la ciudad con un sombrero cordobés de ala ancha. Como ha observado Santiago González, Vox ha cometido errores de estrategia, como plantear la máxima confrontación con el partido con el que pretendía co-gobernar. En el primer debate entre los candidatos en TVE, Olona estuvo provocadora y atrajo la reacción de los tres candidatos de la izquierda, con lo que Moreno se libró en buena medida de las críticas que deberían haberse dirigido a él, e incluso defendió la actuación del Gobierno de Coalición PP-Cs. Sin embargo,en el segundo debate en Canal Sur, arremetió contra Moreno, al quee advirtió de que, si le hacía falta un solo voto, Vox no se lo daría sin no entraba en el Gobierno con ella era como vicepresidenta ta. En sus delirios de grandeza, llegó a preguntar a Moreno si estaría dispuesto a ser vicepresidente en un Gobierno deVox. Desde ese momento –según Manso- se produjo una especie de segunda vuelta, que aceleró el trasvase de votantes socialistas al PP. Aunque de boquilla haya dicho que permanecería en Andalucía a la que se entregaría en cuerpo y alma, Olona no ha renunciado a su escaño en el Congreso y, cuando se le ha preguntado sobre el tema, respondió pomposamente que, aunque fuera un soldado, era ante todo hija de Dios y no podía asegurar cuáles serían sus designios (¿?). En el caso harto dudoso de que abandonara el Congreso, Vox habría hecho un pésimo negocio porque habría perdido a su más elocuente oradora, que pasaría de ser látigo del Gobierno, a llevaría una vida política irrelevante en el Parlamento andaluz. Para Vox –cuya apuesta era convertirse en el centro de la política nacional- la obtención de dos escaños ha sido –en opinión de Mármol- una victoria sin alas, que, como las golondrinas, no hace verano. Fracaso de lo partidos a la izquierda del PSOE Los partidos herederos de Ps y de IU –que tenía una sólida implantación en Andalucía, también han tenido unos resultados desastrosos. El espacio que pretende ocupar la pinturera Yolanda Díaz se escindió en por rivalidades personalistas. El partido Por Andalucía –que agrupaba a IU, Ps, Más País, Equo y Alianza Verde- y fue amadrinado por vicepresidenta segunda no se ponía de acuerdo sobre el candidato a la presidencia, y Díaz impuso la candidatura de Inma Nieto y se involucró activamente en la campaña electoral. Los resultados han sido calamitosos –desde el propio partido se ha calificado de “destrozo electoral”- pues ha pasado de 17 a 5 diputados. De batiburrillo de siglas se separó Teresa Rodríguez –antigua secretaria General de Ps en Andalucía, destituida por Pablo Iglesias por no aceptar su dirigismo centralista- quien formó el partido Andalucía Adelante, cuya campaña ha sido boicoteada por sus antiguos compañeros y compañeras, que trataron, sin éxito, de que Rodríguez no participara en los debates televisivos. Pese a carecer de fondos y de estructura, el partido ha ganado a pulso dos escaños, batiendo a Po Andalucía en su deudo de Cádiz, donde contaba con el apoyo incondicional de su pareja, el alcalde “freaky”, José María González a) “Kichi”. Rodríguez presume de que su partido es el único auténticamente andaluz, que no depende de los dictados de las Secretarías ubicadas en Madrid , y parte de la izquierda de Cádiz y Sevilla parece haber sido sensible a sus argumentos. La extrema izquierda vuelve a tener un carácter meramente testimonial en Andalucía. La representación de los partidos a la izquierda del PSOE -en los que Yolanda Díaz pretende apoyarse para lanzar una Plataforma Política que colme el vacío del espacio dejado vacante por la decadencia de Ps- se ha reducido a 7 diputados. Este fiasco andaluz y la imputación por diversos delitos comunes de sus principales pilares en la Comunidad Valenciana –la dimitida Mónica Oltra- y en Cataluña –la alcaldesa Ada Colau- suponen un serio hándicap para los ambiciosos planes de la vicepresidenta del Gobierno, que va a iniciar su recorrido en julio, cargando como Sísifo con el peso de sus pecados.. Desaparición de Ciudadanos del mapa andaluz La pérdida de los 23 escaños de Cs en el Parlamento andaluz ha sido la nota más negativa de las elecciones autonómicas, de lo que no cabe culpar a Juan Marín y a sus Consejeros de la Junta, que han realizado una excelente labor, que ha sido capitalizada en exclusiva por el PP. La culpa viene de lejos y hay que focalizarla en la dirección nacional del partido, desde Albert Rivera a Inés Arrimadas. Cs nació en Cataluña para luchar contra los excesos del nacionalismo y tuvo un gran éxito cuando Arrimadas ganó las elecciones autonómicas, pero no sacó partido de ello, pues ni siquiera se presentó a la investidura. Abandonó Cataluña acompañando a Rivera en su intento de convertir en nacional un partido regional. Tuvieron un éxito inicial seguido de un fracaso, cuando Rivera quiso que Cs sustituyera al PP como el principal partido de la oposición y se negó a negociar con Sánchez un Gobierno de coalición. Una cosa es que Cs sea un partido de centro-centro que pueda pactar a derecha y a izquierda, y otra bien distinta que, una vez pactado con aquélla, abandone su compromiso con ésta y pacte a sinistra. Esto es lo que hizo Cs con su lamentable falta de lealtad con el PP en los Gobiernos del Murcia y de la Comunidad de Madrid, que llevó al partido a desaparecer de estas Comunidades y a reducir a un mínimo se representación en el Parlamento de Castilla/León. Marín permaneció fiel al pacto con Moreno, pero esto no le ha servido para que el voto útil y el paso de dos tercios de su electorado al PP lo haya dejado fuera del Parlamento andaluz. Cs ha entrado en una dinámica que podría llevarle a desaparecer de la escena política nacional. La evaluación de las elecciones andaluzas podría resumirse en los siguientes términos: 1) La posición centrada y sin aristas del Gobierno de Moreno ha permitido al PP lograr una mayoría absoluta; 2) el PSOE ha sufrido un considerable varapalo en su tierra de promisión y tanto sus dirigentes regionales, como el presidente del Gobierno han quedado desprestigiados; 3) Vox ha obtenido una victoria pírrica y ha perdido una oportunidad de co-gobernar en Andalucía por su errónea estrategia; 4) la extrema izquierda ha fracasado por su maximalismo y sus divisiones internas y se convierte en testimonial; 5) Cs ha perdido su representación en el Parlamento andaluz y está en trance de desaparecer a nivel nacional; 6) la moderación y las posiciones centradas que han prevalecido en Andalucía sobre la polarización ideológica impuesta por el PSOE de Sánchez, podrían extenderse al resto de España. Incidencia de los resultados de las elecciones andaluzas en el ámbito de nacional Para Manuel Arias, Andalucía es una Comunidad que históricamente ha servido de contrapeso igualitario a la presión ejercida sobre la política nacional por las fuerzas nacionalistas de vocación centrífuga. De ahí que no deba menospreciarse el significado político de lo que suceda en esta región, y lo que ha ocurrido –en opinión de Rafa Larorre- ha sido no sólo el derrumbe de un espacio político de un partido, sino también el inicio de un vuelco sociológico profundo y duradero, en el que el voto atraviesa la aduana ideológica impuesta por el actual Gobierno. Andalucía anticipa las corrientes de fondo que marcan el futuro de España y las últimas tendencias – según Joaquín Manso- nos situarían en el umbral de una intensa oscilación cultural social y política, “Se escucha el timbre del cambio de ciclo”. Asimismo, Carlos Mármol ha estimado que lo que han votado los andaluces es un cambio de ciclo en España y, acaso, el principio de fin del PSOE y un freno a la posibilidad de que Vox se convierta en un actor esencial en el tablero del poder político. Los resultados son relevantes precisamente por la singular capacidad de Andalucía para anticipar los cambios de ciclo. A juicio de Juan Jesús González, puede que alguien piense que los datos no son extrapolables al ámbito nacional, pero, si éstas no son unas primarias de verdad, se le parecen mucho. El Gobierno trata por todos los medios de destacar las diferencias entre unas elecciones autonómicas y las generales, e insiste en que no se ha presentado a ninguna elección en Andalucía, por lo que la derrota del PSOE no afectaba el ejecutivo, que mantiene inalterable su hoja de ruta de agotar la legislatura. Ha mantenido que los Gobiernos pueden caer por unas elecciones generales, pero no por unas regionales, pasando por alto que la II República fue proclamada tras unas elecciones municipales y que el propio Sánchez accedió al Gobierno, no por unas elecciones generales, sino por una fraudulenta moción de censura. Los asesores de Sánchez insisten en que las elecciones andaluzas no son extrapolables, pero que conviene tentarse la ropa. Para Raúl Piña en “El Mundo”, la dimensión de la derrota socialista en Andalucía hace inevitable pensar que el terremoto tendrá réplica en Madrid y, de ahí, que el PSOE trate de construir un escudo que blinde a Sánchez del desastre sufrido por su partido y contenga la onda expansiva. En opinión de Jorge Bustos, sin embargo, la debacle de la izquierda en Andalucía ha sido de tal calibre, que las ondas sísmicas que parten del epicentro andaluz viajan por la A-4 camino de la Moncloa. “El corneado es Sánchez y la incisión profunda interesa al tejido autonómico, municipal y central. El sanchismo está en la enfermería y no tiene tiempo ni coyuntura favorable para afrontar con garantías la temporada electoral de 2023”. Según ha expuesto Isabel San Sebastián en “ABC”, el fracaso del PSOE andaluz ha enviado un mensaje diáfano a Sánchez, que sale herido de muerte, pero Andalucía ha arrojado la primera palada de tierra sobre la tumba política que cavó en Madrid. Mas –como no todo está hecho- hay que renovar la vigilancia y aprestarse a defender las instituciones con uñas y dientes, porque el condenado podría hacerlas saltar por los aires a fin de salvarse él. “Falto de principios y sin mucho que perder, Pedro Sánchez es un muerto viviente desesperado”. Aunque Sánchez atraviese por momentos difíciles, no cabe vender la piel del oso antes de haberlo cazado, y el presidente aún está vivo y coleando. Si algo le caracteriza –junto a su determinación a mantenerse en el poder a cualquier precio- es su capacidad de resistencia, como puso de manifiesto al acceder al Gobierno tras su expulsión de la secretaría general del PSOE. No le será fácil porque es imposible satisfacer intereses tan contrapuestos como los de las instituciones europeas, que le piden que recorte del gasto público y sus socios del Gobierno Frankenstein, que le exigen que lo aumente, lo que supondría la cuadratura del círculo. Sánchez resistirá hasta el último de sus fieles y -como Sansón- es capaz de volar el templo con él y todos los palestinos en su interior. Según Manuel Mostaza, los vientos del cambio a escala nacional empiezan a soplar con fuerza y, en el imaginario colectivo de los españoles, está grabado a fuego que las crisis económicas las gestiona mejor el PP. Escuche, Sr Sánchez, a los arúspices de la Moncloa y rectifique, por favor, porque aún tiene tiempo. “Alea iacta est”. Madrid, 24 de junio de 2022

sábado, 18 de junio de 2022

Colaboradores inconscientes de Putin en Ucrania

COLABORADORES INCONSCIENTES DE PUTIN EN UCRANIA A medida que se intensifica la agresión armada de Rusia a Ucrania y aumenta el cansancio en Occidente por las inconveniencias económicas producidas como consecuencia del conflicto, empiezan a surgir las posiciones terceristas de supuesta equidistancia, que propugnan conseguir la paz, no mediante la cesión del agresor, sino merced a las concesiones del agredido. Se llega con ellas no ya a poner en pie de igualdad a uno y otro, sino que sitúan en desventaja al agredido frente a su agresor, porque sobre él se ejerce una presión “razonable” para que realice negociaciones con él con el fin de logra la paz. Botón de muestra son las declaraciones poco afortunadas del Papa Francisco y del presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, que no sé si son conscientes de que con ellas están favoreciendo a Vladimir Putin. Declaraciones del Papa al “Corriere della Sera” y a la “La Stampa” El Papa Francisco, que hizo el pasado 3 de mayo unas sorprendentes declaraciones al director de “Il Corriere della Sera”, Luciano Fontana, en las que en cierto modo exculpaba a Putin del inicio de la guerra contra Ucrania, al afirmar que podría haberse sentido obligado a invadir este país porque “la OTAN estaba ladrando a las puertas de Rusia”, y señalaba que no había manera de saber si la Alianza había provocado la ira de Putin, pero que sospechaba que podría haberse visto facilitada por la actitud de Occidente. Al echar implícitamente la culpa a la OTAN de haber provocado el conflicto, exculpaba a su único responsable, el sátrapa Putin. Consecuencia de estas manifestaciones ha sido sin duda el artículo de Martín Gras sobre “Los ladridos de la OTAN”, en el que ha afirmado que la guerra de Ucrania era un caso de violencia aplicada a la resolución de un conflicto, en la que no existía un “momento político” interrumpido por un “momento bélico”, sino una continuidad que enlazaba política y violencia. Podría haberse tratado de una “gaffe” del Pontífice debido a algún “calentón”, pero tal no parece ser el caso, porque S.S. Francisco ha vuelto a meter la “gamba” ampliando y explicitando sus controvertidos comentarios. En una entrevista con los directores de las revistas culturales europeas de la Compañía de Jesús –publicadas en el diario “La Stampa” y en la revista “Civiltà Cattolica”-, el Papa –que reiteró su opinión de que ya había empezado la III Guerra Mundial- reveló la opinión de un innominado Jefe de Estado, que le dijo que había presagiado de antemano el comienzo de la guerra “por cómo se estaba moviendo la OTAN”. Al preguntarle en que basaba semejante información, le respondió que “están ladrando a las puertas de Rusia y no entienden que los rusos son imperiales y no permiten que ninguna potencia extranjera se les acerque”, por lo que –en caso que se diera esa circunstancia- la situación provocaría un conflicto armado. Según el Papa, ese Embajador sabía leer las señales de lo que estaba pasando e interpretarlas debidamente. Debilidad de los argumentos papales El argumento no puede ser más pobre. En relación con la afirmación del grave peligro para la soberanía rusa del acercamiento de la OTAN a sus fronteras, cabe señalar que esta situación se viene produciendo desde hace años en Noruega o en los Países bálticos, sin que Rusia se haya sentido obligada por ahora a invadir a ninguno de sus vecinos. Además, la primera agresión que realizó Rusia –que fue la invasión de Georgia en 2008- se justificó, no ya en la presencia de efectivos de la Alianza en territorio georgiano, sino en la mera petición del Gobierno de Georgia para ingresar en ella. Se trataba de unos meros conatos de aullidos lejanos que difícilmente podían afectar a la seguridad de la Federación Rusa. La consecuencia fue la escisión de dos regiones de Georgia –Abjazia y Osetia del Sur-, que fueron reconocidas como Estados independientes por Rusia y otros seis Estados. En el caso de Ucrania, la excusa fue la “revuelta de los colores” de la plaza de Maidan, que se inició el 21 de noviembre de 2013 y concluyó el 22 febrero de 2014, fecha en la que el presidente pro-ruso Victor Yanukovich –que había retirado la petición de ingreso de Ucrania en la OTAN- huyó a Rusia y fue destituido por la Rada. Este fue el motivo por el que Rusia invadió Crimea y se la anexionóa, so pretexto que el ucraniano Nikita Kruschev había regalado ilegalmente Crimea a Ucrania y de en que el Parlamento del territorio había decidido separar a la península de Ucrania e incorporarla a Rusia. Al mismo tiempo, el Gobierno ruso envió tropas camufladas al Donbás para apoyar a las guerrillas rebeldes y les prestó ayuda militar, política, económica y logística para la declaración de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, que serían reconocidas como Estados independientes el 23 de febrero de 2022, un día antes de la invasión de Ucrania por las fuerzas armadas rusas. Rusia dio un ultimátum a la OTAN para que garantizaran formalmente su negativa a aceptar a Ucrania como miembro de la Alianza, y la amenazó con una “respuesta militar” si no regresaba a sus fronteras de 1997. Putin justificó el lanzamiento de la “operación técnica militar” sobre Ucrania porque la OTAN estaba preparando la invasión de Rusia desde territorio ucraniano y porque era necesario para poner fin al genocidio de la población ucraniana rusoparlante y “desnazificar” al país. Tras el fracaso de la “operación relámpago” para ocupar Kiev y derrocar al Gobierno de Volodimir Zelenski, inició un guerra global contra toda Ucrania, en la que a diario se bombardean no sólo objeticos militares, sino también civiles, incluidos centros sanitarios y escolares, y edificios de viviendas. Según reconoció el propio Evgeni Primakov, la ampliación de la OTAN era más una cuestión psicológica que una amenaza real contra Rusia, ya que las sucesivas ampliaciones de la Alianza nunca habían afectado al equilibrio militar en Europa, ni a la capacidad defensiva de Rusia. Ni siquiera un eventual ingreso de Ucrania –que resulta poco probable por no interesar a la mayoría de los miembros de la Organización- afectaría dicho equilibrio y no preocupa en demasía a Putin. Lo que realmente le preocupa era el mal ejemplo que una Ucrania democrática suponía para Rusia. Los esfuerzos de este país para consolidar su democracia va en dirección contraria a la deriva cada día más pronunciada hacia la autocracia y la violación de los derechos humanos del régimen de Putin, que lo que realmente teme es el “efecto contagio”, pues el pueblo ruso podría ver que un Estado de la región que tiene tantas cosas en común con Rusia puede llegar a ser un Estado plenamente democrático. Ésta es, en último término, ha sido la causa de la inmisericorde agresión rusa y no el alegado motivo de la ampliación de la OTAN. También ha invocado Putin el grave riego que supondría la existencia de armamento nuclear en territorio ucraniano, pero el presidente ruso ha ocultado que Ucrania ya dispuso en su día de este tipo de armas, que rtenunció a ellas y las entregó voluntariamente a Rusia por el Tratado de Budapest de 1994 –avalado por Estados Unidos y Gran Bretaña-, a cambio de que Rusia reconociera la soberanía e integridad territorial de Ucrania. El eventual despliegue de armamento nuclear en Ucrania –a lo que este país tienen plenamente derecho- no sería motivo alguno para justificar su invasión, aparte de que la OTAN ha solido autolimitar sus derechos y no ha establecido instalaciones nucleares en países vecinos de Rusia. Tal no ha sido el caso de ésta, que dispone de toda clase de armamentos en el enclave de Kaliningrado, situado en pleno corazón de la Alianza. El Papa está perfectamente al tanto de la situación, porque el servicio diplomático vaticano es uno de los mejores informados del mundo, por lo que resultan incomprensibles sus declaraciones. Exculpación de Putin El Pontífice ha afirmado que “hay que alejarse del patrón normal de que Caperucita Roja era buena y el lobo era malo. Está surgiendo algo global con elementos muy entrelazados”. ¿Qué insinúa con esta desafortunada metáfora? ¿Qué la Caperucita-Ucrania es la mala y el Lobo-Putin es el bueno? ¿Que el lobo es la OTAN y no Rusia?...Para Francisco existe el peligro de centrarse sólo en “la brutalidad y ferocidad con que se libra esta guerra por parte de las tropas –generalmente mercenarias- utilizadas por los rusos, que prefieren enviar a chechenos, sirios y mercenarios”. Ahora resulta que los responsables de las graves atrocidades cometidas no son los pacíficos rusos, sino sus malvados aliados, pero ¿quién da las órdenes para enviar a diario cientos de misiles y proyectiles desde tanques, aviones o buques contra cualquier objetivo en Ucrania que causan miles de muertos y heridos?. Si el Papa cree en la justicia humana, deberá apoyar que tribunales internacionales imparciales enjuicien –y eventualmente condenen- a los responsables de crímenes de lesa humanidad. Con su fijación anti-OTAN, Francisco ha añadido que “hay que ver también el drama que se desarrolla detrás de esta guerra, que, quizás de alguna manera fue provocada o no impedida”. ¿Quién la provocó? ¿La OTAN que no tiene desplegado ni un solo soldado en el campo de batalla y está regateando el suministro de armamento sofisticado necesario para que la agredida Ucrania pueda hacer frente al poderío militar ruso, infinitamente superior al ucraniano? ¿Quién pecó de no impedir la invasión? No pueden ser otros que Rusia y su Jefe de Estado quien -tras concentrar a lo largo de las fronteras con Ucrania impresionantes contingentes militares-, afirmó con la mayor desfachatez que en ningún caso tenía la intención de invadir Ucrania. Claro que, a estas alturas, ¿qué valor tenía la palabra de Putin? El Papa Francisco debe tener la conciencia algo “esporca” cuando ha comentado que algunos creen que, con este modo de pensar, está a favor de Putin, pero se ha justificado ante sí mismo diciendo: “No, no lo estoy. Es simplista y erróneo decir tal cosa. Pero estoy simplemente en contra de reducir la complejidad a la distinción entre el bien y el mal sin pensar en las raíces y los intereses, que son muy complejos·. Esta justificación resulta poco convincente. Es cierto que a veces no resulta fácil distinguir entre el bien y el mal, y que no existe en la tierra el bien absoluto y el mal absolutas, sino que hay muchas zonas grises entre uno y otro. Pero sí tengo la firme convicción de que, en el caso de la cruel agresión a Ucrania, Putin no tiene absolutamente nada que ver con el bien. Mantener las dudas sobre la correcta actuación del presidente ruso, culpar a la OTAN del comienzo de la guerra, y exonerar de ella al principal –si no único- responsable de ella, es ofrecer oxígeno a un criminal internacional que, por su infame actuación, se ha ganado a pulso ser juzgado por crímenes contra la humanidad. Posibilidades de negociación Preguntado sobre si visitaría Ucrania, el Pontífice respondió que primero debería ir a Rusia. ¿Por qué? ¿Qué motivos tiene para dar precedencia al agresor sobre el agredido? Dio a entender que había hecho llegar al Kremlin su deseo de acudir a Moscú para mediar, pero no había recibido respuesta. Sí ha recibido, en cambio, una invitación del presidente Zelenski a visitar una nación en carne vivan donde malviven varios millones de católicos, pero no ha tenido a bien responder positivamente a la invitación. Moscú SÍ, pero Kiev NO. Eso, para un católico, es difícil de entender. Acepto y respeto los pronunciamientos del Papa en materia de dogma y de moral, pero no siembre concuerdo con las posiciones de Francisco en cuestiones políticas ajenas a su misión espiritual como cabeza de la Iglesia Católica, cual es el caso de Ucrania. La revista de los jesuitas norteamericanos “America Magazine” ha salido al quite del Papa y - en un artículo sobre “Lo que los críticos de los comentarios del Papa no entienden sobre la diplomacia del Vaticano”-, Victor Gaetán ha afirmado que el Pontífice debe mantener una posición equidistante de todos los lados, lo que abriría el camino a una diplomacia constructiva en pro de la paz. El Papa Francisco había condenado la guerra contra Ucrania y se había referido a ella y la ha calificado de conflicto sacrílego que estaba causando muerte, destrucción y miseria, pero no se ha querido enfrentar directamente a Putin, al que ni siquiera menciona en sus alocuciones. No ha hablado tampoco de la inocencia de una Ucrania agredida y destrozada sin motivo alguno, en contraste con la flagrante culpabilidad de Rusia, que está violando las normas del Derecho Internacional y del Derecho Humanitario. ¿Por qué –se ha preguntado Gaetán- se ha abstenido el Papa de mencionar estas verdades?, y su respuesta ha sido que, al abstenerse de condenar a Putin, Francisco esperaba crear un espacio en el que la diplomacia de paz de la Iglesia pudiera mediar con éxito en un momento decisivo. Sin embargo -como ha manifestado la periodista Clarissa Ward -, no es posible mantenerse neutral en medio de esta guerra,. “Ucrania es un país soberano que no ha cometido ningún acto de agresión, que ha sido invadido ilegalmente y donde miles de personas han sido asesinadas y millones han sido desplazadas. Es ridículo tratar de ser neutral y dar a entender que los dos lados son sólo dos caras de la misma moneda”. Occidente no puede aceptar que una nación soberana en Europa sufra la invasión más grande producida desde la II Guerra Mundial, que muchas personas mueran cada día en una guerra injusta, y que el orden europeo de seguridad se haya desmoronado por el intento de Putin de reescribirlo. Se puede ser neutral y equidistante entre dos Estados culpables de un conflicto armado, para tratar de mediar entre ellos a fin de conseguir una solución negociada, pero no cabe adoptar una actitud similar entre el agresor y el agredido, en la que se les ponga en pie de igualdad. Desde el punto de vista evangélico, no cabe aplicar a Putín la parábola del hijo pródigo, porque –a diferencia de éste- Putin jamás ha mostrado el menor síntoma de arrepentimiento e insiste una y otra vez en su actuación criminal. El argumento de Putin de que es un deber histórico lograr que Ucrania regrese a la madre Rusia para restaurar la integridad del Imperio zarista se compadece mal con las amenazas proferidas contra Suecia -que nunca formó parte del mismo-, o contra Finlandia –que sí lo hizo, pero logró liberarse del yugo ruso-, por el imperdonable crimen de solicitar su ingreso en la OTAN. Los principales líderes europeos Emmanuel Macron, Olaf Scholz y Mario Draghi –lamentablemente, no figuraba entre ellos Pedro Sánchez- realizaron ayer una visita testimonial a Kiev para reafirmar a Zelenski el apoyo de la UE a Ucrania ante la agresión y el chantaje de Rusia. Algunos temían que los dirigentes europeos aprovecharan la ocasión para presionar a Ucrania a fin de que se sentara en la mesa de negociación con su agresora y le hiciera concesiones territoriales en beneficio de la ansiada paz. No parece, sin embargo, que haya llegado todavía este momento, que –según el historiador británico Mark Galeotti- podría producirse en el otoño, cuando las partes estén agotadas militar y económicamente, y el cansancio tome forma en Occidente, y entonces nos toparemos con la cuestión de la negociación. Efectivamente hay que ejercer presión, pero no sobre Ucrania, sino sobre Rusia, responsable de la situación. No se pueden iniciar negociaciones de paz mientras Rusia siga agrediendo a Ucrania en la forma en que lo viene haciendo y, mucho menos, presionarla a ésta con el fin de que, no sólo ponga los muertos, sino también partes de su territorio, para lograr una paz, que sólo beneficiará directamente a Rusia e indirectamente a las potencias occidentales. Desde un punto de vista jurídico, conviene recordar en relación con unas eventuales negociaciones de paz, que –de conformidad con los artículos 52 y 53 de la Convención de Viena de 1969 sobre Derecho de los Tratados- será nulo cualquier tratado cuya celebración se haya obtenido mediante la amenaza o el uso de la fuerza en violación de los principios de la Carta de la ONU o que –en el momento de su celebración- esté en oposición con una norma imperativa de Derecho Internacional. Ambos supuestos se darían si Ucrania se viera forzada a celebrar negociaciones como consecuencia de la agresión armada rusa. Macron debería reconsiderar su opinión de que no se puede humillar a Putin y que hay que facilitarle una salida honrosa de un conflicto por él provocado, aunque no esté dispuesto a salir si no le dan las concesiones que trata de imponer por la fuerza de las armas. ¿Se humilla a alguien por negociar una paz justa en que se vuelva al “statu quo ante” existente con anterioridad al inicio la agresión de Ucrania?. Lo que debe hacer la OTAN en estos momentos es modificar su cicatera actitud de limitar el suministro de armas a Ucrania y ampliarlo adecuadamente, como viene reclamando con urgente insistencia Zelenski, que afirma con amargura que apenas se le ha facilitado el 10% de lo solicitado. Parece existir un compromiso no escrito entre los miembros de la Alianza de no enviar armas pesadas a Ucrania para evitar un enfrentamiento directo con Rusia, pero semejante actitud resulta inadmisible cuando Rusia está masacrando a una nación indefensa. Está bien que la Alianza no envíe tropas, dado que Ucrania no es miembro de la OTAN, pero es de justicia que le suministre las armas requeridas para defenderse de la incesante agresión rusa. Stontelberg ha dicho que, desde febrero, le estaban suministrando equipos más avanzados y sistemas de armamento pesado, pero no son suficientes. Hay que pasar de la palabra a los hechos y facilitarle el armamento que permita contrarrestar los bombardeos rusos desde ya, sin esperar a la celebración de la Cumbre de Madrid a finales de este mes. La UE, por su parte, debería en su Consejo del día 23 conceder a Ucrania el estatuto de país candidato a la adhesión. Sería un importante respaldo político y una considerable ayuda moral al pueblo ucraniano, que no tendría consecuencias irreparables, pues el proceso de admisión será largo, ya que –como ha advertido la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen-, no puede haber atajos para que se produzca el ingreso de Ucrania. Es obvio que, si Ucrania tiene que hacer importantes reformas para cumplir los requisitos de admisión de Copenhague, en estos momentos de guerra resulta imposible que se realicen y habrá que dar tiempo al tiempo, pero se trataría de una importante declaración de principio que aumentaría la moral del pueblo ucraniano, que está siendo destruido por Rusia por querer ser europeo. Para algunos bienpensantes, no se puede humillar a Putín y a Rusia, pero sí se puede humillar a Zelenski y al mártir pueblo ucraniano. Debería ser justo lo contrario, pues –como dice el Evangelio-, el Señor “dispersó a los que se engríen con los pensamientos de sus corazones, derribó a los poderosos de sus tronos, y ensalzó a los humildes” (Lucas, 1:51-52). Madrid, 16 de junio de 2022

jueves, 9 de junio de 2022

Perspectivas de la Cumbre de la OTAN en Madrid

PERSPECTIVAS DE LA CUMBRE DE LA OTAN EN MADRID El 29 y 30 de junio está previsto que se celebre en Madrid la XXX reunión en la cumbre de la OTAN, como homenaje a España en el 40º aniversario de su incorporación a la Alianza. El Secretario General, Jens Stontelberg, ha dado las gracias al Gobierno español por albergar la Conferencia y manifestado que España era un aliado comprometido y valioso. Uno de los principales objetivos de la reunión será la elaboración de un nuevo “Concepto estratégico”, pues el adoptado en la Cumbre de Lisboa de 2010 ha quedado desfasado, porque, a la sazón, la OTAN mantenía buenas relaciones de cooperación con Rusia. La anexión de Crimea, su reconocimiento de la independencia de la Repúblicas de Donetsk y Lugansk, y la invasión de Ucrania han cambiado completamente el panorama y requieren una puesta al día de los objetivos estratégicos de la Alianza. Evolución del concepto estratégico de la OTAN El “Concepto Estratégico” es el documento más importante de la OTAN, sólo por detrás del Tratado de Washington de 1949 constitutivo de la Organización. Como ha observado el Real Instituto Elcano, el concepto codifica lo que ha cambiado en el ámbito de seguridad en los años previos a su adopción y prescribe lo que debe cambiar dentro de la OTAN en los siguientes, a través de directrices políticas y militares, para que adapte sus funciones y capacidades a las circunstancias del momento. Como ha señalado Ignacio, desde 1949 hasta nuestros días, la Alianza ha aprobado siete conceptos estratégicos. El primero –adoptado en 1950- indicaba como su principal objetivo disuadir la agresión de la Unión Soviética, mostrándose dispuesta a recurrir al uso de la fuerza militar si fallaba la disuasión. La OTAN adoptó en 1952 el “Concepto estratégico para la defensa del área del Atlántico Norte”, que perseguía como objetivo ”garantizar la defensa del área de la OTAN y destruir la voluntad y la capacidad de la Unión Soviética y de sus satélites para hacer la guerra”. En 1955, la Organización renovó su concepto estratégico inspirado en la noción de la “represalia masiva”, que implicaba el recursos a todas las armas disponibles, incluidas las nucleares, y decidió reforzar su papel político. La disuasión basada en el equilibrio nuclear pasó a denominarse “destrucción mutuamente asegurada” –o“MAD”, siguiendo los acrónimos de la versión inglesa-, pero el incremento de la capacidad nuclear soviética dejó obsoleta la estrategia de la represalia masiva, porque una crisis limitada –como la de Berlín- no justificaba el desencadenamiento de una guerra nuclear total. De ahí que se pasara en 1968 a un concepto que preconizaba una “respuesta flexible”, que combinara medidas militares, diplomáticas, políticas y económicas, para disuadir un ataque enemigo más allá del uso de las armas nucleares. Los cuatro primeros conceptos estratégicos se basaron preferentemente en la disuasión y la defensa colectiva, aunque dando gradualmente entrada al diálogo y a la distensión. La Unión Soviética y sus aliados se convirtieron en “partners” de la OTAN. La reunificación de Alemania, la disgregación de la URSS y la disolución del Pacto de Varsovia a partir de 1990 supusieron hitos importantes en las relaciones entre los dos bloques. La OTAN fue sensible al paso del tiempo y al tránsito del mundo bipolar de la Guerra Fría a otro multipolar, y se adaptó a los cambios de las circunstancias políticas y geoestratégicas, que se reflejaron en la modificación de su concepto estratégico, porque no le bastaban los límites geográficos establecidos en el artículo 6 del Tratado de Washington. Tras la desaparición de la amenaza fija que suponía la disolución de la URSS y del Pacto de Varsovia, tuvo que reciclarse para justificar su propia existencia. Como destacó su Secretario General, Anders Rasmussen, la primera fase fue una alianza puramente defensiva –la OTAN-1-, pero, tras el final de la Guerra Fría, surgió la OTAN-2. Al convertirse los enemigos en socios, el quinto concepto estratégico adoptado en 1991 complementó los criterios básicos de disuasión y defensa con los de cooperación y diálogo político, al tiempo que ampliaba el ámbito de acción de la Alianza fuera del área fijada en el Tratado. Pese las promesas hechas a Mijail Gorvachov de que la Organización no se extendería hacia las fronteras rusas, la OTAN inició su expansión hacia el Este tratando de atraer a su ámbito de influencia a los antiguos miembros del Pacto de, pero Estados Unidos impuso la expansión de la Alianza. Como comentó Bill Clinton, la cuestión no era si la Organización debería admitir a nuevos miembros, sino “cuándo y cómo” se haría. La OTAN creó el Consejo de Cooperación del Atlántico Norte, al que se sumaron los antiguos miembros del Pacto de Varsovia, con lo que, las relaciones entre las dos Partes se encauzaron por el camino del diálogo y de la cooperación, como pude comprobar desde mi puesto de embajador en Rusia. Durante la visita de Juan Carlos I a Moscú, en mayo de 1997, Boris Yeltsin se quejó de que la inclusión en la OTAN de Estados que habían formado parte de la URSS sería una provocación y un inmenso error histórico, y el Rey le contestó que la OTAN no querían minusvalorar a Rusia, pues consideraban que su seguridad era indispensable para la suya propia, ya que formaba parte de Europa y debía integrarse cada vez más en ella. Invitó a Yeltsin a que asistiera a la Conferencia de la OTAN que se iba a celebrar en julio en Madrid, y le hizo ver que su presencia en la Conferencia mostraría al mundo que la ampliación de la Alianza no se hacía en contra de Rusia, sino en su presencia y con su participación. Yeltsin, sorprendido, agradeció la invitación y -aunque no asistió- las relaciones entre las dos Partes se relajaron. Recuerdo una viñeta del genial Peridis aparecida en “El País”, en el que se veía a Yeltsin –que tenía a Solana subido a su chepa- con una pancarta que decía “OTAN, de ampliación NO”, y un sonriente Juan Carlos le decía : “Estás perdido, Boris. Así empezó Javier y ahora es el Secretario General de la Alianza”. El 27 de mayo se firmó el Acta Fundacional sobre las Relaciones de Cooperación y Seguridad Mutuas, por la que ambas Partes se comprometían a construir juntas una paz verdadera, basada en los principios de democracia, seguridad y cooperación, y a desarrollar una asociación estable sobre la base del interés común, la reciprocidad y la transparencia. Se creó un Consejo Conjunto Permanente para la consulta, la cooperación y la toma en común de decisiones y, en 1998, Rusia estableció un Misión Permanente ante la Alianza. En 1999 se incorporaron a la OTAN Checoeslovaquia. Hungría y Polonia, y posteriormente lo hicieron Rumanía, Bulgaria, Eslovaquia y Eslovenia. Rusia lo toleró porque se trataba de Estados que habían sido independientes al margen de la URSS, pero las relaciones entre la OTAN y Rusia se deterioraron notablemente cuando la Alianza bombardeó Kosovo y –para poder hacerlo- tuvo que adoptar su sexto concepto estratégico para poder realizar intervenciones de carácter humanitario y labores de gestión de crisis fuera de su ámbito geográfico, pasando así del espacio europeo al euroatlántico. Rusia acusó a la Alianza de violar el Derecho Internacional y retiró a sus representantes del Consejo OTAN-Rusia. En 2003, Rusia creó junto con Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, un pacto de defensa colectiva que era una pobre imitación de la OTAN. Las relaciones entre las dos Partes se tensaron de forma considerable cuando Estonia, Letonia y Lituania se incorporaron a la Alianza, al tratarse de Estados que habían formado parte de la URSS, pero la tensión creció aún más cuando en 2008- invitó a Georgia y a Ucrania a ingresar en la Organización. Rusia se opuso firmemente, por considerar que constituía un grave riesgo para su seguridad, y su ministro de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, afirmó que una nueva expansión de la Alianza hacia las fronteras rusas retrotraería las relaciones a los tiempos de la Guerra Fría. Las tropas rusas invadieron el 7 de agosto Osetia del Sur y Abjazia, y Georgia tuvo que capitular. Rusia impuso la independencia de estos dos Estados artificiales. Fue un ejemplar castigo y un aviso a navegantes. Ucrania se libró de un castigo similar gracias al cambio de Gobierno que se produjo en 2010. El presidente pro-occidental Viktor Yushenko había decidido retirar la cooficialidad de la lengua rusa, anunciar que no se renovaría el Acuerdo que concedía bases en Crimea a la flota rusa, adoptar un Acuerdo de asociación con la UE y pedir el ingreso en la OTAN, medidas que eran totalmente inaceptables para Rusia. Pero en las elecciones generales de enero de ese año resultó elegido presidente el candidato pro-ruso, Viktor Yanukovich, quien prorrogó hasta el año 2042 el Acuerdos de cesión de bases y retiró la petición de ingreso en la Alianza. Yanukovich alineó su política con la de Rusia y en 2013 se negó a firmar el Acuerdo de Asociación negociado con la UE, lo que provocó la ira de los jóvenes y –en marzo de 2014- se produjo la revuelta de la plaza de Maidán. Las pacíficas manifestaciones fueron brutalmente reprimidas y la Rada ucraniana destituyó a Yanukovich. El presidente interino, Alekxander Turchinov, firmó el Acuerdo de asociación con la UE y el presidente electo, Petro Poroshenko, inició una política de acercamiento a Occidente inaceptable para Rusia, que dejaba el camino abierto para que ésta lanzara un ataque contra Ucrania, que no se haría esperar. Desde su elección en 2008, Barack Obama había expresado su deseo de normalizar las relaciones con Rusia y comenzó lo que su vicepresidente Joe Biden calificó de “puesta a cero” –“reset”-. Ya en la Conferencia celebrada en Bruselas a finales de ese año, la OTAN decidió relanzar las relaciones con Rusia, pues –como comentó el Secretario General, Jaap de Hook Sheffers- que la Alianza tuviera posiciones divergentes sobre Georgia o Ucrania no debería ser óbice para que las dos Partes tuvieran relaciones normales. La Conferencia que se celebró en Lisboa en 2010 adoptó el séptimo concepto estratégico, conforme al cual la OTAN se comprometía a defender a sus miembros contra cualquier tipo de amenazas y a “desplegar fuerzas militares potentes dónde y cuándo sea requerido por nuestra seguridad, y a ayudar a promover la seguridad común de nuestros socios alrededor del globo”. La Alianza no ponía límites a su ámbito geográfico y estimaba que debería disponer de capacidad para actuar globalmente, cerrándose así el debate sobre si la Organización debería tener carácter regional o universal. Creo que esta decisión fue un error, pues la Alianza se involucró en conflictos como los de Irak, Yugoslavia, Afganistán o Libia, que no eran de su incumbencia, y se dejó muchos pelos en la gatera. Medveded asistió a la reunión del Comité OTAN-Rusia, que adoptó una Declaración Conjunta, en la que anunciaba el inicio de una nueva etapa de cooperación con miras a una asociación estratégica, “basada en los principios de confianza recíproca, transparencia y previsibilidad, con el fin de contribuir a la creación de un espacio común de paz, seguridad y estabilidad en la zona euro-atlántica”. Las Partes se abstendrían de la amenaza o del uso de la fuerza entre ellos o contra terceros Estados, su soberanía, su integridad territorial o su independencia política. Este compromiso no se llegó a cumplir porque el Parlamento de Crimea acordó la secesión de Ucrania y su incorporación a la Federación de Rusia. El 26 de marzo de 2014 se celebró un referéndum sin garantías en el que el pueblo de Crimea se pronunció a favor de unirse a Rusia,que había enviado sigilosamente contingentes militares a Crimea, y provocó –según John Simpson- “la invasión más suave de los tiempos modernos”, que terminó antes de que el mundo exterior se diera cuenta de que había comenzado. Putin formalizó la reincorporación de Crimea a la madre patria y la comunidad internacional reaccionó débilmente pues, pese a las condenas de la OTAN y de la UE -que aplicaron a Rusia sanciones económicas de baja intensidad- y de la Asamblea General -que adoptó la resolución 68/262, por la que seguía reconociendo a Crimea como parte de Ucrania-, los hechos consumados se dieron por consolidados En paralelo, Rusia había enviado al Donbas unidades militares para apoyar a los rebeldes ucranianos, que se habían alzado contra el Gobierno y declarado la independencia de Donetsk y de Lugans, y. Rusia facilitó militar y políticamente su independencia “de facto”. La guerra civil concluyó con la firma en 2014 del Protocolo de Minsk, por parte de Rusia, Ucrania y las Repúblicas rebeldes, pero el alto el fuego no se respetó y continuaron las hostilidades. En 2015, Rusia y Ucrania firmaron el Acuerdo de Minsk, que tampoco puso fin a los enfrentamientos entre el Gobierno, que consideraba que era demasiado favorable para los de las Repúblicas Populares, y éstas, que pretendía que se les reconociera la independencia. Rusia concentró importantes contingentes de tropas en las fronteras con Ucrania y Putin dio un ultimátum a la OTAN para que renunciara a admitirla como miembro de la Alianza, y amenazó con una “respuesta militar” si las Organización no regresaba a sus fronteras de 1997. La OTAN y la UE ofrecieron a Rusia acuerdos de desarme y medidas de confianza y transparencia, pero Putin, ya había decidido invadir Ucrania y –tras reconocer la independencia de Donetsk y de Lugansk-, el 24 de febrero de 2022 ordenó la invasión de Ucrania, pensando que conquistaría en unos días Kiev y derrocaría el Gobierno “nazi” de Valdimir Zelenski. Sus cálculos se vieron frustrados por la heroica resistencia del pueblo ucraniano y se ha llegado al empantanamiento bélico actual, pese a los intensos ataques que han causando la destrucción de muchas ciudades ucranianas, la muerte de miles de ciudadanos civiles, el desplazamiento interno de ocho millones de habitantes y el éxodo de seis millones de refugiados. La afirmación de Putin de que la Alianza pretendía atacar a Rusia desde territorio ucraniano era una falsedad. Para Mira Milosevich, la ampliación de la Alianza era más una cuestión psicológica que una amenaza real, ya que ninguna expansión de la Organización ha supuesto una ruptura del equilibrio militar de Rusia, que ha convivido sin problemas con países miembros de la Organización que tienen frontera con ella, y mantenido durante mucho tiempo cordiales relaciones de cooperación con la Alianza. El problema ha surgido cuando Putin ha pretendido reconstituir el espacio soviético y regresar al “statu quo ante” de 1997, para lo que tenía que situar bajo su esfera de influencia a los países que habían formado parte de la URSS. Como ha observado Juan Manuel de Faramiñán, Putin viene realizando una política de expansión y ocupando “zonas de influencia” en la proximidad de sus fronteras, con lo que está haciendo saltar por los aires el tablero sobre el que se asienta la seguridad y la paz mundial. Ahí está la raíz de la guerra y no en la ampliación de la OTAN. Actitud de España hacia la OTAN Ya desde el momento de su investidura, Leopoldo Calvo-Sotelo había anunciado su intención de solicitar el ingreso de España en la OTAN, lo que suscitó la total e inexplicable oposición de la izquierda a una Organización basada en la democracia, las libertades individuales y el imperio dela ley, mientras que aceptaba los Acuerdos de defensa con Estados Unidos en los que España estaba en una situación de inferioridad. España se incorporó a la Alianza de forma vergonzante y casi con nocturnidad, y Felipe González prometió que convocaría un referéndum para abandonar la Organización. Cumplió su palabra, pero cambió su mensaje, ya que pasó del “OTAN, de entrada NO” al “OTAN, de permanencia SÍ”. El Gobierno socialista ganó el referéndum gracias al apoyo de la oposición, si bien se impusieron condiciones como la no integración del la fuerzas armadas españolas en la estructura militar de la OTAN. Esta absurda imposición –que se mantuvo durante 17 años- dificultó la modernización de su Ejército, al no poder aprovechar las sinergias y los medios técnicos de la Organización. Hasta 1999 no se integró España plenamente en la OTAN y, desde entonces, ha sido un fiel aliado de la Organización y ha contribuido de forma muy positiva en sus actividades, pese a la exigüidad de su presupuesto de defensa, que es el penúltimo de los Estados miembros, sólo por detrás de Luxemburgo. En su Conferencia de Cardiff de 2014, el Consejo Atlántico recomendó que, para 2024, los Estados dedicaran un mínimo del 2% de su PIB al presupuesto de Defensa. España está muy lejos de cumplir este objetivo, pues su porcentaje no pasa del 1,03% y en los últimos años sólo ha progresado unas décimas. El presidente Pedro Sánchez ha comprometido con la boca pequeña hacer un esfuerzo para alcanzar este porcentaje, pero -a dos años del vencimiento de la fecha tope- parece poco probable que se cumpla, sobre todo porque la sociedad española no se ha concienciado sobre su necesidad. Dentro de unas semanas, España será la anfitriona de una Cumbre que –según ha señalado el Representante permanente de España ante la OTAN, Miguel Fernández Palacios- será una de las más importantes en la historia de la Organización. Y el Gobierno español no se encuentra en la mejor coyuntura para asumir con éxito su importante responsabilidad. Podemos, su socio minoritario, es declaradamente contrario a la OTAN y preconiza la retirada de España de la misma, sus ministros han afirmado que –en vez de una conferencia militarista- nuestro país debería albergar una reunión en pro de la paz y se han negado a participar en sus reuniones, se ha opuesto al suministro de armamento a Ucrania y propuesto una paz sin condiciones –poniendo en pie de igualdad al agresor y al agredido-, y sus dirigentes han llegado a acusar a su propio Gobierno de incumplir las normas y conceder ilegalmente a una empresa la organización material del evento. La presidenta del Congreso, Meritxell Batet ha modificado el Reglamento de la Cámara para permitir la presencia en la Comisión de Secretos Oficiales de representantes de Bildu, ERC y la CUP, contrarios a que España sea miembro de la OTAN, y el presidente del Gobierno ha ofrecido a sus aliados independentistas la cabeza de la directora del CNI, Paz Esteban, por haber cumplido con su deber de controlar las comunicaciones de los autores de un delito de sedición, si bien la ministra de Defensa, Margarita Robles, no la ha “destituido”, sino sólo “sustituido”. A pesar de estas circunstancias poco propicias, espero y deseo que el Gobierno español esté a la altura de sus responsabilidades y que la Conferencia de Madrid sea un éxito . Programa de la Cumbre de Madrid Según Fernández-Palacios, el 24 de febrero de 2022 caducó el paradigma estratégico vigente y se acabó la “postguerra fría” que había inaugurado la caída del muro de Berlín en 1989. La invasión rusa de Ucrania ha acabado con el paradigma de seguridad global y con la arquitectura de defensa europea, tal como se concibió tras la desaparición de la URSS. El “concepto estratégico de Madrid” deberá definir un nuevo sistema de seguridad y defensa que dé paso a una OTAN más política, más fuerte militarmente y más global, una Alianza plenamente capaz de formular una respuesta adecuada a las amenazas y retos que los aliados tienen planteados a estas alturas del siglo XXI. Ente los objetivos que marque la Cumbre deberán figurar los de incrementar las consultas políticas y la coordinación entre los miembros; reforzar la disuasión, la defensa y la “resiliencia”; mantener la ventaja tecnológica; apoyar un sistema internacional basado en normas jurídicas; impulsar el entrenamiento y el desarrollo de capacidades de los socios; combatir y adaptarse al impacto del cambio climático en la seguridad; aprobar un nuevo concepto estratégico; y facilitar los recursos financieros necesarios para conseguir tales objetivos. Hay que tener asimismo en cuenta las tecnologías disruptivas, tales como la inteligencia artificial, el 5G y el internet de las cosas, el “Big Data”, la computación cuántica, los sistemas de armas hipersónicas, las nuevas tecnologías de misiles y los ataques cibernéticos. Los principales temas políticos que se tendrán que abordar son la amenaza rusa a la arquitectura de seguridad euroatlántica, el reto de China como competidor sistémico y la frontera sur de la OTAN. Con Rusia, la Alianza tenía abierto hasta ahora un proceso de diálogo a pesar de las divergencias, a través del Consejo Rusia-OTAN, pero la invasión de Ucrania lo ha hecho imposible y ha puesto la defensa colectiva y la disuasión a Rusia en el centro de la agenda de la Organización. Como ha observado Luis Simón, la principal amenaza externa a la arquitectura de seguridad y geopolítica euroatlántica viene del revisionismo ruso, que presenta un importante componente militar y de amenaza directa. Ello hace que la cuestión de cómo reforzar la disuasión trente a las posibles amenazas rusas en Europa oriental se convierta en la principal prioridad estratégica de la OTAN. Si Rusia es el principal enemigo de la OTAN a corto plazo, China lo puede ser a medio y largo plazo. En el concepto estratégico de Lisboa ni siquiera se mencionaba a China, que va un poco a su aire, sin presentarse como un peligro militar para la OTAN en Europa, pero sí como competidor en el ámbito económico y tecnológico y como rival sistémico en tanto que promotor de unas normas internacionales incompatibles con los valores europeos, y que suponen un desafío a un orden internacional abierto. Según el “Informe OTAN 2030”, la Alianza deberá centrarse en aquellos aspectos que puedan afectar a la seguridad en la región euroatlántica. El mero hecho de que China tenga capacidad para amenazar dicha seguridad de forma directa supone –en opinión de Simón- un desafío en sí mismo. El Informe hace referencia a la adquisición por China de importantes nudos de infraestructuras en Europa, tanto digitales –redes 5G- como físicos –puertos y aeropuertos-, lo que podría afectar a la interoperabilidad y preparación de las tropas armadas, por lo que conviene vigilar sus inversiones. Desde su creación, la OTAN ha identificado a sus adversarios en el flanco Este, pero no así en el flanco Sur, por lo que –para poder cumplir su objetivo de hacer frente a las amenazas dondequiera que vengan- la Alianza debe tener un “enfoque de 360º” y prestar mayor atención a los peligros existentes en el sur de su área de actuación. Como ha observado Javier Colomina, la seguridad euroatlántica está ligada a la del Sur, pues los problemas de seguridad en Marruecos y en el Sahel afectan a todos los aliados, y existen cada día mayores amenazas y desafíos procedentes de dicha zona. España ha defendido la necesidad de asegurar la estabilidad en su vecindario estratégico, donde hay Estados frágiles en quiebra, multitud de células terroristas transnacionales, y un tráfico ilegal de armas, de drogas y de personas. La situación de inestabilidad en el Sahel va a empeorar aún más tras la anunciada retirada de Malí de los contingentes armados de Francia –con los que colabora España- y la presencia de mercenarios rusos reclutados por el presidente golpista Asimi Goita. En su discurso con motivo de la celebración del 40º aniversario del ingreso de España en la OTAN, el rey Felipe VI pidió a la Alianza que prestara más atención a su estratégica frontera sur, “donde el terrorismo amenaza directamente a nuestras sociedades”. Las perspectivas son esperanzadoras, pues –como declaró Stoltenberg a TVE- el “concepto estratégico de Madrid” reflejaría las amenazas que vienen del sur por el terrorismo y la inestabilidad. “Tenemos que analizar todos los desafíos y amenazas desde dondequiera que vengan y vamos a trabajar con nuestros socios en la región para ayudar a estabilizar la zona, porque la inestabilidad en el Sur es muy importante para nuestras seguridad”. Pero -además de cerrar la brecha Sur- se debería fortalecer la frontera Norte de la Alianza con la incorporación de Finlandia y de Suecia, que es de esperar no la veta Turquía, que es un caballo de Troya en el seno de la OTAN. La Alianza tiene otra deuda con España, cual es la de dar su cobertura de seguridad a las ciudades de Ceuta y Melilla, excluidas de su esfera de actuación, de conformidad con el artículo 6 del Tratado de Washington, que cubre las islas bajo jurisdicción de los Estados Parte en el Atlántico al norte del Trópico de Cáncer, pero no los antiguos presidios españoles. Es de justicia que la Cumbre de Madrid corrija esta anomalía y coloque a España en pie de igualdad con los demás Estados miembros. La cumbre de Madrid va a estar condicionada por la agresión rusa a Ucrania y es fundamental que la OTAN mantenga su cohesión y reitere el incondicional apoyo al agredido pueblo ucraniano, pues –según Rafa Latorre- “Ucrania no pertenece ni a la OTAN ni a la UE, pero es la única que se está dejando la vida por pertenecer a ellas” y –en opinión de Gabriel Tortella- nos está defendiendo a todos los europeos contra la agresión rusa, porque “la guerra que se libra en el este de Europa es una lucha entre democracia y tiranía y Ucrania ha asumido ella sola la defensa de la democracia”. Hay que estar muy atento porque los falaces argumentos de Putin de que la culpa de la guerra es exclusivamente de la OTAN por su voluntad de agredir a Rusia empiezan a hacer mella en algunos ingenuos que –consciente o inconscientemente- hacen de “compañeros de viaje” del sátrapa ruso. Así, el Papa Francisco, ha justificado la actuación de Putin al afirmar que podría haberse sentido obligado a invadir Ucrania porque “la OTAN estaba ladrando a las puertas de Rusia”. O Henry Kissinger, que afirmó en Davos que la postura de los aliados no podía determinarse por el “mood of the moment” y que extender la contienda la convertiría, no en una guerra por la libertad de Ucrania, sino en una guerra contra Rusia. Más peligrosas aún han sido las palabras del presidente en ejercicio de la UE, Emmanuel Macron, de que no se puede humillar a Putin. El gran estratega Sun Tzu opinaba que se debía ofrecer al enemigo un puente dorado para que pudiera tener una retirada honrosa, pero tal no es el caso, porque Putin no tiene la menor intención de retirarse y sigue violando a diario las normas más elementales del Derecho Internacional y del Derecho Humanitario. Sus graves crímenes no pueden quedar impunes y Putin debería ser juzgado y condenado por un Tribunal Internacional. Si se condonaran, en todo o en parte, las atrocidades cometidas contra el inocente pueblo ucraniano, lejos de facilitar su retirada más o menos honrosa, le confirmaría en su errónea decisión y reforzaría su política expansionista. Putin va cumpliendo escrupulosamente sus malvados planes y no tiene prisa porque el tiempo corre a su favor, convencido –como ha señalado Iñaki Ellacuría- de que la inflación y la crisis alimentaria –cuando los vientos otoñales penetren en Alemania- debilitarán el apoyo de la OTAN y de la UE a Zelenski. El eje franco-alemán y la izquierda anglosajona –en su papel de colaboradores en la retaguardia para logra un “acuerdo de paz” que certifique la derrota ucraniana, ya introdujeron el inevitable matiz tercerista. “Los apuñaladores terceristas claman que no se debe humillar a Putin e invitan al pueblo de Ucrania en que vayan pensando en renunciar al Donbás y otras zonas ocupadas. Una petición perversa porque obvia que la guerra actual parte de la inacción occidental antes de la invasión de Crimea en 2014; perversa porque pretende que los ucranianos condenen a varios millones de sus compatriotas a vivir bajo el yugo de unos criminales de guerra; y estúpida, porque alimenta la creencia de que el problema ruso, su amenaza a Europa, se contendrá con el sacrificio de Ucrania y no con la eliminación de Putin y su corte gansteril”. Concuerdo con las palabras de Ana Palacio de que “con Ucrania en pie, con sus ciudadanos dispuestos a morir por su libertad sin merma, mientras Estados Unidos lidere a fondo su compromiso y respaldo geopolítico, para el resto de los occidentales –en particular para los europeos- sólo hay una postura: apoyar a Ucrania” Madrid, 8 de junio de 2022

lunes, 6 de junio de 2022

LA GUERRA DE UCRANIA EN PESRPECTIVA: ANTECEDENTES DEL CONFLICTO (UKRAINE´S WAR IN PERSPECTIVE: ANTECEDENTS OF THE CONFLICT) José Antonio de Yturriaga Barberán Embajador de España Resumen: El artículo narra los antecedente de la guerra de Ucrania y muestra las falacias de Putin cuando atribuye a la ampliación de la OTAN hacia las fronteras rusas –y especialmente a la eventual admisión en la Alianza de Ucrania- la “operación militar técnica” que supuso la invasión de este país por las tropas rusas. La OTAN no es un peligro para de Rusia, la existencia de Estados miembros que tienen frontera con ella no es una amenaza para su seguridad y la Alianza no pretende atacar a Rusia. Ni el Gobierno de Zelenski esté cometiendo actos de genocidio contra los ucranianos rusófonos, ni que la OTAN y Rusia han estado permanentemente enfrentadas desde la disolución de la URSS, pues ha habido fases de entendimiento y de cooperación entre las dos Partes. Abstract: The article describes the antecedents of the Ukrainian war and Putin´s fallacy when he considers NATO´ s nearness to the Russian borders –especially the eventual admission of Ukraine in the Organization- as the cause for the “technical military operation” which provoked the invasion of this country. NATO is not a danger for Russia, the existence of NATO countries bordering Russia does not constitute a threat for its security, and the Alliance has no intention whatsoever to attack Russia. Neither Zelinski´s Government is committing acts of genocide against Russian-speaking Ukrainians, nor NATO and Russia have permanently confronted one another since the dissolution of the Soviet Union, because there has been periods of undenrstanding and cooperation between the two Parties Palabras claves: OTAN-Rusia-Ucrania-Unión Europea-Putin Keywords: NATO-Russia-Ukraine-European Union- Putin Sumario: 1.- Introducción. 2.- Proceso de expansión de la OTAN. 3.-Conclusiones 1.-Introducción En su artículo “Los ladridos de la OTAN”, Martin Gras ha descrito la guerra de Ucrania como un caso de violencia aplicada a la resolución de un conflicto que es atravesado por diversas políticas, y cuyos recursos tecnológicos y justificaciones éticas son utilizados según aparezcan útiles a los actores del mismo. No existe un “momento político” interrumpido por un “momento bélico”, sino una continuidad que enlaza política y violencia . Para entender los orígenes y causas del conflicto habrá que examinar este proceso evolutivo en el que, aunque Rusia sea el principal responsable, hay otros que también tienen parte de culpa. Como ha observado Jorge Dezcallar, Putin tiene “razones”, pero no tiene “razón”. Para justificar la invasión de Ucrania, Vladimir Putin ha culpado a la OTAN por la tradicional política agresiva hacia su país y su pretensión de atacarla desde su flanco sur. En su discurso conmemorativo de 9 de mayo, Putin afirmó que la “intervención militar” en Ucrania había sido necesaria porque la Alianza “se estaba preparando para la invasión de nuestra tierra”. Señaló que Occidente creaba una amenaza para Rusia desplegando tropas. “Cada vez era más peligroso y teníamos que hacer esto, que era lo único que se podía hacer”. Fue una decisión forzada porque el bloque de la OTAN había tomado el control militar de los territorios adyacentes a sus fronteras, con lo que generó una amenaza absolutamente inaceptable para Rusia, que se había limitado rechazar preventivamente al agresor . El discurso no podía ser más artero porque había sido Rusia –y no la OTAN- la única que había desplegado un impresionante contingente de tropas en su frontera con Ucrania como paso previo a su invasión, calificada eufemísticamente de “operación militar técnica”. Palabras como “guerra”, “agresión” o “invasión” eran nefandas y delictivas en Rusia, y el osado que las pronunciara se arriesgaba a ser condenado a largos años de cárcel. Los pocos medios de comunicación rusos independientes –como la TV Dhozdy o los diarios “Eco de Moscú” y “Novaya Gazeta”- han sido cerrados por propalar “noticias faltas”. Tampoco es cierto que las relaciones entre Rusia y la OTAN hayan sido siempre conflictivas, ya que se han vivido momentos de concordia y de cooperación, incluso en la primera época del mandato de Putin. Los esfuerzos de Ucrania para consolidar su democracia –en llamativo contraste con Rusia, cada día más autocrática- han sido el motivo de la política agresiva de Putin hacia su vecino, debido a su temor el efecto contagio, ya que Ucrania estaba demostrando que un país que tenía tantas cosas en común con Rusia –geográficas, históricas, políticas y culturales- podía llegar a ser un Estado plenamente democrático. Esos argumentos han sido aceptados por ingenuos de buena fe, como el Papa Francisco, que ha justificado la actuación de Putin al afirmar que podría haberse sentido obligado a invadir Ucrania porque “la OTAN estaba ladrando a las puertas de Rusia”, y señalar que no había manera de saber si eso era lo que había provocado la furia de Putin, pero que sospechaba que podría haberse visto facilitada por la actitud de Occidente . Putin ha alegado asimismo para justificar la agresión rusa a Ucrania la necesidad de proteger a los ucranianos ruso-parlantes del genocidio del que estaban siendo objeto por un país cuyo Gobierno -presidido por el nazi judío Volodimir Zelinski- seguía una política racista y exterminadora similar a la de Hitler. La ocasión del desfile en la Plaza Roja era sumamente propicia, ya que el 9 de mayo se celebra en Rusia el triunfo del pueblo ruso sobre el nazismo. Son argumentos absolutamente burdos, pero que la mayoría del pueblo ruso –intoxicada por la propaganda del Gobierno, que monopoliza los medios de comunicación- acepta y comparte. Putin se ha autoerigido en el protector de los derechos humanos de los ucranianos ruso-parlantes, si bien lo hace arrasando las ciudades donde viven y asesinando a sus habitantes . 2,-Proceso de expansión de la OTAN La OTAN ha sido sensible al paso del tiempo y al tránsito del mundo bipolar de la Guerra Fría a otro multipolar que generó nuevos riesgos y amenazas para la seguridad internacional, y ha tenido que adaptarse a los cambios de las circunstancias políticas y geoestratégicas, que se reflejaron en las sucesivas modificaciones de su “Concepto Estratégico”, pues era evidente que no le bastaban los límites geográficos establecidos en el artículo 6 del Tratado de Washington, que ya no se ajustaban al papel que la Alianza pretendía jugar . La OTAN tuvo que modificarlo tras la desaparición de la amenaza fija que suponía el Pacto de Varsovia y que reciclarse para justificar su propia existencia una vez desaparecida la Unión Soviética . Como destacó su Secretario General, Anders Rasmussen, la primera fase fue una alianza puramente defensiva –la OTAN-1-, pero, tras el final de la Guerra Fría, surgió la OTAN-2. Pese las promesas hechas a Mijail Gorvachov de que la Alianza no extendería su ámbito de actuación hacia las fronteras rusas–compromiso no se plasmó en ningún documento-, ésta inició su expansión hacia el Este, decisión que fue calificada por Harry Kennan de “error fatídico”. En la Conferencia de Bruselas de 1991, la Alianza asumió nuevas funciones como la cooperación y el diálogo político. La OTAN trató de atraer a su ámbito de influencia a los antiguos miembros del Pacto de Varsovia e incluso a Estados que habían formado parte de la URSS, pero –para ello- Estados Unidos impuso la expansión de la Alianza. Como comentó Bill Clinton, la cuestión no era si la Organización debería admitir a nuevos miembros, sino “cuándo y cómo” se haría . La OTAN creó el Consejo de Cooperación del Atlántico Norte, al que se sumaron los antiguos miembros del Pacto de Varsovia y los socios de la Comunidad de Estados Independientes, con lo que, las relaciones entre la OTAN y Rusia se encauzaron por el camino de la cooperación, de lo que fui testigo presencial desde mi puesto de embajador en Moscú. Durante la visita de Juan Carlos I a esta capital en mayo de 1997, Boris Yeltsin se quejó de que la inclusión en la OTAN de Estados que habían formado parte de la URSS sería una provocación y un inmenso error histórico, y el Rey le contestó que la OTAN no querían minusvalorar a Rusia, pues consideraban que su seguridad era indispensable para la seguridad de Europa, ya que formaba parte de Europa y debía integrarse cada vez más en ella. Invitó a Yeltsin a que asistiera a la Conferencia de la OTAN que se iba a celebrar en julio en Madrid, y le hizo ver que su presencia en la Conferencia mostraría al mundo que la ampliación de la Alianza no se hacía en contra de Rusia, sino en su presencia y con su participación. Yeltsin, sorprendido, agradeció la invitación y dijo que la estudiaría, y -aunque no asistió- las relaciones entre las dos Partes se relajaron y el 27 de mayo se firmó el Acta Fundacional sobre las Relaciones de Cooperación y Seguridad Mutuas, por la que ambas Partes se comprometían a construir juntas una paz verdadera, basada en los principios de democracia, seguridad y cooperación, y a desarrollar una asociación estable sobre la base del interés común, la reciprocidad y la transparencia. Se creó un Consejo Conjunto Permanente para la consulta, la cooperación y la toma en común de decisiones y, en 1998, Rusia estableció un Misión Permanente ante la Alianza en Bruselas . En 1999 se incorporaron a la OTAN Checoeslovaquia. Hungría y Polonia, y posteriormente lo hicieron Rumanía y Bulgaria. Rusia lo toleró porque se trataba de Estados que habían sido independientes al margen de la URSS, pero las relaciones entre la OTAN y Rusia se deterioraron notablemente ese año cuando la Alianza bombardeó Kosovo. Para poder hacerlo, tuvo que modificar de nuevo su “Concepto Estratégico”, para poder realizar intervenciones de carácter humanitario y labores de gestión de crisis fuera de su ámbito geográfico, pasando así del espacio europeo al euroatlántico . Rusia acusó a la Alianza de violar el Derecho Internación y retiró a sus representantes del Consejo OTAN-Rusia. En 2003, Rusia creó junto con Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), un pacto de alianza y defensa colectiva que trataba de imitar a de la OTAN. Las relaciones entre las dos Partes se tensaron de forma considerable cuando Estonia, Letonia y Lituania se incorporaron a la Alianza, al tratarse de Estados que habían formado parte integrante de la URSS, pero la tensión creció aún más cuando –en su Conferencia de Bucarest de 2008- invitó a Georgia y a Ucrania a ingresar en la Organización. Rusia se opuso firmemente a esta decisión, que consideraba una línea roja infranqueable, y su ministro de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, afirmó que una nueva expansión de la Alianza hacia las fronteras rusas retrotraería las relaciones a los tiempos de la Guerra Fría y sólo serviría para aumentar el antagonismo, y advirtió a los miembros de la CEI que su incorporación a la OTAN dañaría seriamente sus lazos con Rusia . El presidente Dimitri Medveded sugirió ese año crear de un Tratado de Seguridad Colectiva para Europa -en el que se insertarían la OTAN, la OTSC, la OSCE, la UE y la CEI-, que asumiera el compromiso de no recurrir a la fuerza sin una consulta previa entre los Estados miembros, con lo que pretendía diluir la Alianza e impedir su ampliación, pero la propuesta no fue aceptada por los Estados occidentales . Rusia estimaba que la eventual incorporación de Georgia y Ucrania a la OTAN constituía un grave riesgo para su seguridad y debía pararla por todos los medios. Tomando como pretexto la ofensiva que Georgia había lanzado contra los rebeldes de Osetia del Sur, las tropas rusas invadieron el 7 de agosto Osetia y Abjazia, y Georgia tuvo que capitular. Tras la mediación del presidente francés, Nicolás Sarkozy, se llegó a un acuerdo de alto el fuego y de retirada de las tropas rusas, que mantuvieron, no obstante, una presencia suficiente en las zonas fronterizas para asegurar la independencia de los dos nuevos Estados. Fue un ejemplar castigo y un aviso a navegantes, que privó a Georgia de buena parte de sus territorio y la convirtió en un Estado fallido . Ucrania se libró de un castigo similar gracias al cambio de Gobierno que se produjo a principios de 2010. El presidente pro-occidental Viktor Yushenko había tomado varias decisiones muy controvertidas, como retirar la cooficialidad de la lengua rusa, anunciar que no se renovaría el Acuerdo que concedía bases en Crimea a la flota rusa, adoptar un Acuerdo de asociación con la UE y pedir el ingreso en la OTAN, que eran totalmente inaceptables para Rusia. Sin embargo, en las elecciones generales de enero resultó elegido presidente el candidato pro-ruso, Viktor Yanukovich, quien prorrogó hasta el año 2042 el Acuerdos de cesión de bases y retiró la petición de ingreso en la Alianza, con lo que evitó que Ucrania fuera invadida. Yanukovich alineó su política con la de Rusia y en 2013 se negó a firmar el Acuerdo de Asociación negociado con la UE, lo que provocó la ira de los jóvenes y –en marzo de 2014- se produjo la revuelta de la plaza de Maidán, que fue aprovechada por elementos nacionalistas radicales . Como comentó el Embajador español en Kiev, Gerardo Bugallo, “en el Maidán los ucranianos fueron a buscar a Europa y encontraron a Ucrania”. Las pacíficas manifestaciones fueron brutalmente reprimidas y la Rada ucraniana destituyó a Yanukovich, que tuvo que abandonar el país. El presidente interino, Alekxander Turchinov, firmó el Acuerdo de asociación con la UE y el presidente electo, Petro Poroshenko, inició una política de acercamiento a Occidente, que resultaba inaceptable para Rusia. La coyuntura dejaba el camino abierto para que ésta lanzara un ataque contra Ucrania, que no se haría esperar . Desde su elección en 2008, Barack Obama había expresado su deseo de normalizar las relaciones con Rusia y comenzó lo que su vicepresidente Joe Biden calificó de “puesta a cero” –“reset”-. Ya en la Conferencia celebrada en Bruselas a finales de ese año, la OTAN decidió relanzar las relaciones con Rusia, pues –como comentó el Secretario General, Jaap de Hook Sheffers- que la Alianza tuviera posiciones divergentes sobre Georgia o Ucrania no debería ser óbice para que las dos Partes tuvieran relaciones normales. La Organización decidió replantearse la incorporación de Georgia y de Ucrania, y Obama invitó a Medveded a que asistiera a la Conferencia que se iba a celebrar en Lisboa en noviembre de 2010 . La Conferencia aprobó una Declaración relativa a Rusia y a otros países de su entorno, que reforzaba la colaboración entre las dos Partes, al reconocer que la seguridad de ambas era indivisible y estaba estrechamente conectada, y afirmar su decisión de “construir una paz duradera y global junto con la Federación de Rusia en la zona euro-atlántica”, y de lograr una auténtica “asociación estratégica . Respecto a las peticiones de ingreso de Georgia y de Ucrania, la Conferencia mantuvo el principio del carácter abierto de la OTAN, pero aguó las expectativas de los aspirantes, supeditándolas a una serie de requisitos que suponían en la práctica un aplazamiento “sine die” de su ingreso. En el caso de Georgia, se decidió fomentar el diálogo político y la cooperación práctica, y apoyar la realización de las reformas democráticas, electorales y judiciales necesarias. En relación con Ucrania, acogió con beneplácito su compromiso de seguir llevando a cabo la asociación con la Alianza a través de la Comisión OTAN-Ucrania . La Conferencia aprobó un nuevo Concepto Estratégico conforme al cual la OTAN se comprometía a defender a sus miembros contra cualquier tipo de amenazas y a “desplegar fuerzas militares potentes dónde y cuándo sea requerido por nuestra seguridad, y a ayudar a promover la seguridad común de nuestros socios alrededor del globo”. La Alianza no ponía límites a su ámbito geográfico y estimaba que debería disponer de capacidad para actuar globalmente, cerrándose así el debate sobre si la Organización debería tener carácter regional o universal. Medveded asistió a la reunión del Comité OTAN-Rusia, que adoptó una Declaración Conjunta, en la que anunciaba el inicio de una nueva etapa de cooperación con miras a una asociación estratégica, “basada en los principios de confianza recíproca, transparencia y previsibilidad, con el fin de contribuir a la creación de un espacio común de paz, seguridad y estabilidad en la zona euro-atlántica”. Las Partes se abstendrían de la amenaza o del uso de la fuerza entre ellos o contra terceros Estados, su soberanía, su integridad territorial o su independencia política, en violación de la Carta de la ONU y de la Declaración de Principios del Acta de Helsinki . Este compromiso no se llegó a cumplir porque -tras el derrocamiento de Yanukovich-, el Parlamento de Crimea acordó la secesión de Ucrania y su incorporación a la Federación de Rusia. El 26 de marzo de 2014 se celebró un referéndum sin garantías en el que el pueblo de Crimea se pronunció a favor de unirse a Rusia. Desde principios de febrero, Rusia había enviado sigilosamente contingentes militares a Crimea, y se produjo lo que el periodista de la BBC John Simpson ha calificado como “la invasión más suave de los tiempos modernos”, que terminó antes de que el mundo exterior se diera cuenta de que había comenzado. Dos días después, Putin formalizó la reincorporación de Crimea a la madre patria y la comunidad internacional reaccionó de forma débil pues, pese a las condenas de la OTAN y de la UE -que aplicaron a Rusia sanciones económicas de menor cuantía- y de la propia ONU , se dieron por consolidados los hechos consumados. En paralelo, Rusia había enviado al Donbass unidades militares camufladas y mercenarios para apoyar a los rebeldes ucranianos, que se habían alzado contra el Gobierno central y declarado la independencia de Donetsk y de Lugansk. Rusia facilitó militar y políticamente la independencia “de facto” de estos dos seudo-Estados, aunque no llegara a reconocerlos oficialmente. La guerra civil en la zona concluyó con la firma el 5 de noviembre de 2014 del Protocolo de Minsk, por parte de Rusia, Ucrania y las Repúblicas de Donetks y de Lugansk, bajo los auspicios de la OSCE, pero el alto el fuego no fue respetado y continuaron las hostilidades. El 12 de febrero de 2015, Rusia y Ucrania firmaron el Acuerdo de Minsk –bajo el patrocinio de Alemania y de Francia-, pero este instrumento tampoco puso fina a los enfrentamientos guerra-civilistas entre el Gobierno central, que consideraba que era demasiado favorable para los rebeldes ruso-parlantes, y éstos, que pretendían que se reconociera la independencia de las dos Repúblicas Populares. Desde finales de 2021, Rusia concentró importantes contingentes de tropas en las fronteras con Ucrania y realizó importantes maniobras en Bielorrusia. Putin aseguró que no pretendía atacar a Ucrania, dio un ultimátum a la OTAN para que renunciara a admitirla como miembro de la Alianza, y afirmó que se produciría una “respuesta militar” si las Organización no regresaba a sus fronteras de 1997. La OTAN y la UE –que respondieron de forma conjunta- ofrecieron a Rusia acuerdos de desarme y medidas de confianza y transparencia, y le instaron a que desescalara inmediatamente la situación en la zona fronteriza . Putin, sin embargo, había tomado la decisión de invadir Ucrania y –tras reconocer la independencia de Donetsk y de Lugansk el 23 de febrero- ordenó al día siguiente la invasión de Ucrania en todos sus frentes, pensando que -tras un triunfal paseo militar - conquistaría en unos días Kiev y derrocaría el Gobierno “nazi” de Valdimir Zelenski. Sus cálculos se vieron, sin embargo, frustrados por la heroica resistencia del pueblo ucraniano y se ha llegado al empantanamiento bélico actual, pese a los exorbitantes ataques con tanques, aviones y misiles contra cualquier tipo de objetivos, que están causando la destrucción de muchas ciudades ucranianas, la miles de ciudadanos civiles, el desplazamiento interno de ocho millones de habitantes y el éxodo de seis millones de refugiados . 3.-Conclusiones El argumento principal de Putin de que el ingreso de Ucrania era un grave peligro para la seguridad de Rusia porque la Alianza pretendía atacarla desde territorio ucraniano era una falacia y una falsedad. Para Mira Milosevich, la ampliación de la Alianza hacía Rusia era más una cuestión psicológica que una amenaza real. Ninguna expansión de la Organización amenazaba el equilibrio militar de Rusia . De hecho, la ampliación de la OTAN no ha puesto nunca en peligro la seguridad de Rusia, que ha convivido sin problemas con países miembros de la Organización que tienen frontera con ella, y mantenido durante mucho tiempo cordiales relaciones de cooperación con la Alianza. El problema ha surgido cuando Putin ha pretendido reconstituir el espacio soviético y regresar al “statutu quo ante”de 1997, para lo que tenía que situar bajo su esfera de influencia a los países que habían formado parte de la URSS y aplicarles la “Doctrina Brezhnev de la soberanía limitada. Como ha observado Juan Manuel de Faramiñán, Putin viene realizando desde hace años una política de expansión bien planificada, y movido con frialdad sus peones mediante la ocupación de “zonas de influencia” en la proximidad de sus fronteras. Incita a movimientos rebeldes a que se rebelen contra el Gobierno central y se declaren independientes bajo sus auspicios o simplemente los anexiona -como en el caso de Crimea-, con lo que está haciendo saltar por los aires el tablero sobre el que se asienta la seguridad y la paz mundiales. Ahí está la raíz de la guerra y no en la ampliación de la OTAN . Según Peter Frankopan, ha habido muchos líderes que asumieron grandes riesgos y comenzaron guerras pensando que terminarían con una victoria rápida, para luego descubrir que las cosas habían salido terriblemente mal . Los planes de Putin han fallado, ya que -si su principal objetivo era impedir la ampliación de la OTAN- ha conseguido que ésta se refuerce con la eventual incorporación de las Finlandia y Suecia, y la integración de Dinamarca en la estructura militar de la Organización. Putin se ha cubierto de gloria con su agresión a Ucrania, pues militarmente ha sido un fracaso, políticamente un disparate y éticamente una catástrofe. Por ello, tanto los Estados como los individuos deberían aunar sus esfuerzos para impedir que Rusia siga cometiendo flagrantes actos de guerra y de agresión, crímenes de guerra, y delitos de lesa humanidad en Ucrania. Según Gabriel Tortella, debemos ser conscientes de que Ucrania nos está defendiendo a todos los europeos de la agresión rusa, porque Putin no tolera que un vecino tan próximo sea independiente y democrático, y pueda servir de modelo y ejemplo al pueblo ruso. “La guerra que se libra en el este de Europa es una lucha entre democracia y tiranía. Ucrania ha asumido ella sola la defensa de la democracia” . Como ha observado Ana Palacio, nos jugamos demasiado, “Con Ucrania en pie, con sus ciudadanos dispuestos a morir por su libertad sin merma, mientras Estados Unidos lidere a fondo su compromiso y respaldo geopolítico, para el resto de los occidentales –en particular para los europeos- sólo hay una postura: apoyar a Ucrania” . Madrid, 6 de junio de 2022

miércoles, 1 de junio de 2022

La justicia española un valladar contra la arbitrariedad

LA JUSTICIA ESPAÑOLA VALLADAR CONTRA LA ARBITRARIEDAD Ante el panorama de arbitrariedad imperante últimamente tanto a nivel del Gobierno de la Nación como del Govern de Cataluña, reconfortan y mantienen nuestro ánimo decisiones de la Justicia que ponen coto a los desmanes que a diario comenten uno y otro. Botón de muestra de este cúmulo de arbitrariedad y menosprecio de la ley son, de un lado, las declaraciones de Pedro Sánchez por las que se inhibe de cualquier responsabilidad en el caso de las escuchas del CNI a algunos políticos catalanes separatistas y, de otro, los esfuerzos de la Generalitat para incumplir a toda costa la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña sobre la obligatoriedad de impartir en español en las escuelas catalanas un mínimo del 25% de la enseñanza. En un alarde de cinismo y sin que le moviera un músculo de su cara, Sánchez ha tenido la desfachatez de afirmar een el Congreso que “el Gobietno ni conoce ni decide sobre las decisiones [sic] operativas de los servicios de inteligencia que son siempre sometidas a quien tiene la decisión [sic] final, que es la autoridad judicial […] La información que afecta a la seguridad nacional está siempre sometida a control de los tribunales, pero no está sometida a la decisión discrecional de la presidencia del Gobierno”. Ha asegurado que no había tenido ningún conocimiento de las actividades desplegadas por el CNI parta detectar y neutralizar amenazas para la Nación o para la integridad territorial del Estado por parte de políticos catalanes separatistas y culpó de ellas al Centro y al magistrado del Tribunal Supremo encargado de su control. Vivimos, al parecer, bajo un régimen de judicialización de la política en que el poder judicial impone su voluntad al ejecutivo. El presidente ha pasado por alto que la Ley 11/2002 reguladora del CNI establece que es “el organismo público responsable de facilitar al Presidente del Gobierno y al Gobierno de la Nación las informaciones, análisis, estudios o propuestas que permitan prevenir y evitar cualquier peligro. Amenaza o agresión contra la independencia o integridad territorial de España” (artículo 1). El Gobierno determinará anualmente los objetivos del centro mediante la Directiva de inteligencia que tendrá carácter secreto (artículo 3). El Centro está sometido al control judicial y sus agentes necesitan la autorización del magistrado del TS responsable de dicho control para realizar determinadas actividades –especialmente las intervenciones telefónicas-, pero no le informan sobre el desarrollo y resultados de sus investigaciones. Como han señalado fuentes del TS, los magistrados sólo intervienen en las investigaciones que supongan una injerencia en los derechos fundamentales consagrados en los párrafos 2 y 3 del artículo 18 de la Constitución –inviolabilidad del domicilio y secreto de las comunicaciones-. La directora del CNI, Paz Esteban, informó en la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso sobre las escuchas realizadas a 18 políticos independentistas catalanes –incluido el entonces vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonés-, realizadas con la debida autorización del magistrado de control del TS. Pese a la completa legalidad de la actuación del Centro, Sánchez se ha apresurado a ofrecer la cabeza de su directora en bandeja de hojalata a sus aliados separatistas de ERC, que no han quedado del todo satisfechos porque apuntaban más arriba y exigían la decapitación de la Ministra de Defensa, Margarita Robles. Gabriel Rufíán, le ha espetado a Sánchez que él era el mayor controlador y el responsable del servicio de información. Robles sobre qué tenía que hacer un Gobierno cuando alguien declaraba la independencia y realizaba desórdenes públicos y se ha respondido que obviamente no pactar con esos enemigos de España como ha hecho Sánchez respaldado por ella misma, que –tras haber alabado el buen hacer de Estaban- la ha “sustituido” –pero no “destituido”, ¡ojo al matiz!- por haber hecho las cosas bien. En cuanto al tema de la las lenguas a utilizar en la enseñanza, el Govern –con la connivencia de los socialistas del PSC- acaba de adoptar un Decreto-ley para tratar de eludir la sentencia del TSJC, avalada por el TS, y ha dejado a los Centros escolares que decidan el porcentaje de las lenguas que se utilicen en la enseñanza y les ha instado a que actúen sin miedo a represalias, porque la Generalitat asumía la responsabilidad de la decisión. Preguntada sobre qué haría el Gobierno antes este flagrante incumplimiento de la sentencia, la desorientada ministra de Educación. Pilar Alegría, ha contestado que el tema no afectaba a su Departamento ni a su Gobierno, porque la aplicación de la sentencia era responsabilidad del TSJC. Otra muestra más de la judicialización de la política que padece el desamparado Gobierno de Sánchez. Consideración por el TS del recurso contra la concesión de indultos a los separatistas Una de las decisiones más destacadas de la Justicia estos últimos días ha sido el auto del TS del pasado 23 de mayo por el que revocaba, por tres votos a dos, el auto de la Sección quinta de la Sala tercera de lo Contencioso-Administrativo que había rechazado en enero el recurso planteado por el PP, Ciudadanos, Vox y la entidad Pro Patrimoniium Sigena y Jerusalén contra los Decretos por los que el Gobierno indultó a nueve políticos catalanes condenados por la Sala segunda de lo Penal en la causa del “procés”.La Sala basó su rechazo en que los recurrentes no tenían un derecho o interés legítimo específico en el fallo, más allá de una genérica defensa de la legalidad o de la unidad de España. Esta decisión excesivamente garantista no parece que estuviera suficientemente justificada, especialmente en el caso de Vox, que había sido parte demandante en el proceso penal. Uno de los magistrados de la minoría redactó un voto particular en el que mantenía que la decisión sobre el fondo del asunto debería ser adoptada por el Pleno de la Sala y no por una de sus secciones. Los citados partidos presentaron recursos de reposición que en esta ocasión han sido aceptados por el Tribunal –salvo el de Pro Patrimonium- por tres votos a dos. La sustitución de la magistrada Ángela Huet-favorable al rechazo- por Inés Huerta –partidaria de su aceptación- explica el cambio producido. La Sala ha estimado que los indultos no afectaban sólo a unas personas en Cataluña, sino a todos los españoles, por lo que los partidos estaban legitimados a recurrir en su calidad de representantes de los ciudadanos. La Sala ha decidido, por otra parte, que la sentencia sobre el fondo del asunto sea adoptada por el pleno del Tribunal. Según Tsevan Rabtan, los insultos afectaron a todos y cada uno de los españoles, ya que todos ellos son titulares de una cuota de la soberanía nacional. Si sólo pudieran impugnar los indultos las víctimas directas del fallo, estaríamos en presencia de un acto administrativo al margen del control judicial. La admisión a trámite del recurso no prejuzga el resultado de la sentencia final. Se trata de un mero acto procesal que facilita la tramitación del proceso y es posible –y probable- que la Sala en pleno condone los indultos, pues la concesión de la gracia es un privilegio del ejecutivo, la Ley de 1870 reguladora del mismo es muy tolerante con el Gobierno –que además la ha modificado para aumentar su margen de decisión al suprimir el requisito de informe del Consejo y la necesidad de motivar la concesión-, y la jurisprudencia es bastante conservadora, siendo excepcionales los casos en los que el TS ha revocado una concesión de indulto. Según la Ley, los indultos sólo se concederán a los penados cuando existan a su favor circunstancias de justicia, equidad o utilidad pública –artículo 11- y el Tribunal sentenciador deberá emitir un informe sobre las propuestas de indulto en el que se aprecien las circunstancias que hubiesen concurrido en la ejecución del delito y, especialmente, “las pruebas o indicios de su arrepentimiento que se hubiesen observado” –artículo 25-. La Ley no requiere explícitamente el arrepentimiento, pero sí implícitamente al establecer que el Tribunal deberá valorar las pruebas o indicios del mismo. El Gobierno hace una concesión graciosa a los penados si comprueba que éstos se han arrepentido y no tienen intención de volver a delinquir, pero tal no es el caso de los políticos catalanes separatistas, que –bien al contrario- han repetido en privado y en público –incluido en sede judicial- que lo volverán a hacer. El entonces ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, hizo un informe confidencial para justificar la concesión de los indultos, que ha sido revelado por el diario digital “El Debate”. En él reconocía que no existían razones de equidad o de justicia, y -para la concesión de los indultos- no se daban la circunstancias de arrepentimiento y de renuncia a reincidir, e incluso refiriéndose a uno de los beneficiados afirmaba que no se merecía el “regalo” que le hacia el Gobierno en contra de la opinión del Tribunal sentenciador. En efecto, tanto la Fiscalía como el propio TS se opusieron a la concesión de los indultos. El Tribunal destacó la gravedad de la conducta de los políticos catalanes, que les había llevado a pulverizar la base de la convivencia, a hacer ineficaces las resoluciones dictadas por los jueces, a sortear las vías legales de un sistema jurídico, y a vulnerar los derechos fundamentales de los ciudadanos que no comulgaban con sus ideas. Cuando se presentaban como presos políticos a quienes habían sido autores de una movilización encaminada a a subvertir el orden constitucional, a voltear el funcionamiento de las instituciones y a imponer la propia conciencia frente a las convicciones del resto de la sociedad, “las razones invocadas para la extinción total o parcial de a pena pierden toda justificación”. La constatación del fracaso de la prevención especial obligaba a rechazar el indulto. Como destacó la Fiscalía del TS, eximir de la responsabilidad por medio del indulto a quienes –valiéndose de las funciones públicas de Gobierno- habían quebrantado gravemente las leyes intentando liquidar el orden constitucional y realizando actos de corrupción mediante la disposición de fondos públicos con fines criminales, además de vaciar de contenido la función jurisdiccional y el cumplimiento de las sentencias, suponía “una quiebra inadmisible en términos de legalidad democrática del principio de igualdad ante la ley, al privilegiar injustificada y arbitrariamente al gobernante desleal y corrupto”. Al no encontrar razones jurídicas de justicia o equidad, Campo tuvo que aferrarse desesperadamente al criterio político de “utilidad pública”, que había que tener en cuenta en la medida en que la liberación de los condenados podría favorecer la vía del diálogo y satisfacer mejor el bien común de España. “Se configura como una decisión estrictamente política, que sigue la lógica de la política que es satisfacer necesidades públicas. Por consiguiente, su justificación y su finalidad está por encima de intereses, razones y criterios individuales”. El Gobierno no se molestó en explicar en qué consistía la “utilidad pública” de la concesión de los indultos y se limitó a hacer vagas y etéreas referencias a la convivencia, al diálogo y a la concordia. Siguiendo esta vía, la ministra portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, los ha justificado basándose en la convivencia, la disminución de la tensión política y social, y la vuelta a la normalidad. Esta supuesta mejora, no obstante, sólo ha afectado a la minoría nacionalista, que ha conservado todos los resortes del poder y a expensas de la mayoría constitucionalista que sigue siendo discriminada y humillada. El Gobierno ha concedido unos indultos no solicitados, merecidos ni agradecidos, abonado las fianzas de unos delincuentes de guante blanco con cargo al erario público, reconocido al pueblo catalán su derecho a decidir al margen del pueblo español, y aceptado que exprese su parecer en algún tipo de consulta, está negociando en pie de igualdad con el Gobierno de una autonomía cuyo presidente afirma de forma reiterada que su objetivo es lograr la independencia de Cataluña y acepta sus exigencias y chantajes y le hace todo tipo de concesiones políticas y económicas. ¿Cómo puede haber normalidad en una región en la que su Gobierno se niega a cumplir las sentencia de los tribunales, ignora el ultimátum del TSJC para que aplique su sentencia sobre el 25% de la enseñanza en castellano y adopta un Decreto-ley para impedirlo, con la connivencia del partido del Gobierno central? ¿Cómo puede haber normalidad en una parte de España en la que –en un caso único en el mundo- sus habitantes no pueden ser escolarizados en la lengua oficial del Estado? ¿Qué utilidad pública proporciona el reiterado incumplimiento de la ley y de las sentencias? No habrá normalidad en Cataluña mientras no se restablezcan la aplicación de la ley y la igualdad de los ciudadanos ante la misma. La concesión de los indultos ha sido profundamente injusta porque –como señaló en su día el profesor Francisco Tomás y Valiente –asesinado por ETA en su Universidad- el Gobierno deberá tener en especialmente en cuenta “las pruebas o indicios de arrepentimiento del delincuente-recluso que lo solicita.. Si el arrepentimiento consta, puede concederse en indulto. Si no, NO”. El Gobierno confunde discrecionalidad con arbitrariedad. Como ha señalado el profesor Gonzalo Quintero, el derecho de gracia no es un poder discrecional y libérrimo, pues –si lo fuera- no cabría recurso alguno contra el mismo. No se puede admitir la concesión injusta de un indulto porque iría contra lo dispuesto en el artículo 9-3 de la Constitución, que garantiza la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos. Habrá que ver si el TS será capaz de sobreponerse a las enormes presiones del Gobierno y de los nacionalistas, así como de los poderosos medios de comunicación que los apoyan, a la hora de dictar su sentencia sobre la procedencia y admisibilidad de los indultos. Archivo del “Caso Ghali” Los tribunales nos han deparado otra buena noticia al decidir la Audiencia Provincial de Zaragoza el pasado 26 de mayo dar carpetazo a la instrucción del proceso inicuamente iniciado por el magistrado titular del Juzgado nº 7 de dicha ciudad, Rafael Lasala, contra la antigua ministra de Asunto Exteriores, Arancha González Laya y contra su jefe de Gabinete, Camilo Villarino, por la supuesta comisión de los delitos de prevaricación, falsificación de documentos y encubrimiento, con motivo de la entrada en España por motivos humanitarios, de forma un tanto irregular, el ingreso en un hospital de Logroño del Secretario General del Frente Polsario, Brahim Ghali. Como he señalado en anteriores artículos sobre “Elucubraciones de un juez con ansias de notoriedad” y “La testadurz baturra del llanero solitario Lasala”, el magistrado zaragozano ha abusado de sus funciones instructoras, montado un complejo proceso, e investigado a personalidades destacadas de la Administración pública sin la requerida sustentación jurídica y fáctica. El colmo de su absurda pretensión fue imputarlos por la falsificación del pasaporte diplomático de Ghali, que fue expedido –con razón o sin ella- por las autoridades competentes del Gobierno argelino y sobre el que ni González Alaya ni Villarino ejercieron acción alguna. El instructor ha prolongado amplia e innecesariamente la investigación, pese a los motivados recursos de la Abogacía del Estado. En mi opinión, el magistrado ha realizado un acto de prevaricación, tipificado por el artículo 404 del Código Penal como dictar un resolución arbitraria a sabiendas de su injusticia. La Audiencia Provincial de Zaragoza ha reprochado al juez su actuación dado que era consciente de la insuficiencia de indicios contra los imputados y del escaso progreso realizado durante la investigación, así como de la improbabilidad de que se encontraran. El acceso del líder saharaui a territorio español se enmarcaba en el ámbito de una decisión política sin transcendencia judicial. El que Ghali entrara en España sin someterse a los controles fronterizos ordinarios fue una decisión de personas relacionadas con el poder ejecutivo, “un acto político o de gobierno al que no podía darse transcendencia en sede penal”. Como ha comentado González Laya, la decisión judicial es importante porque aclara y pone en su sitio las cuestiones de un caso que nunca debería haberse producido. El lugar donde debería haberse dirimido el asunto no era una sede judicial, sino las Cortes, donde se debatían las decisiones políticas. Era motivo de preocupación que se hubiera puesto en cuestión la labor de honrados servidores públicos –diplomáticos, militares, policías y personal sanitario- que no hicieron más que cumplir su cometido. Expresó su confianza en que se restituyera lo antes posible la reputación de las personas investigadas. Puntualizaciones sobre la “Doctrina Atristain” El Tribunal Europeo de Derechos Humanos es una institución meritoria, que ha realizado una labor encomiable en favor de los derechos fundamentales de los europeos. Ahora bien, ha pecado a menudo de garantismo en favor de los delincuentes y en contra de los tribunales de los Estados miembros del Consejo de Europa. Su actuación ha sido en algunos casos notoriamente nociva para los intereses judiciales de España, especialmente deiante su derogación de la “Doctrina Parot”, que ha permitido la rápida liberación de criminales de ETA que habían sido condenados por los Tribunales españoles a cientos de años de prisión. En 2013 el TEDH aceptó el recurso de la etarra Inés del Río, que había sido condenada a 3.828 años de cárcel por varios asesinatos al haberse violado los artículos 5 –derecho a la libertad y a la seguridad- y 7 –no hay castigo sin ley- del Convenio Europeo de Derechos Humanos, al haber aplicado la “Doctrina Parot” con efectos retroactivos, y condenó al Gobierno español a la liberación inmediata de la asesina, y el pago a la interesada de €30.000 por daños morales. El benéfico Tribunal concedía una indemnización a del Río por los “daños morales” que le había causado el Tribunal Supremo, ignorando los “daños físicos” que ella criminal había causado a las personas que había asesinado o herido. La “Doctrina Parot” –adoptada por el TS en una sentencia de 2006- interpretaba que los beneficios penitenciarios se debían aplicar a cada una de las penas impuestas y no sobre la pena máxima legal de 30 años de cárcel. Ello suponía tratar de igual manera al autor de un asesinato que al de 33 –como era el caso de Henri Parot- y, al aplicarse con carácter general y crear jurisprudencia- provocó la excarcelación de 61 reclusos, incluidos asesinos y violadores. La sentencia contó con el apoyo entusiasta del juez español, Luis López Guerra, antiguo Secretario de Estado de Justicia en el Gobierno socialista entre 2004 y 2007-, que trató de convencer a sus colegas de que España era partidaria de la derogación. También facilitaron el lamentable fallo los votos particulares a la sentencia del TS de 2006 de los magistrados “progresistas” José Antonio Martín-Pallín, Perfecto Andrés y Joaquín Jiménez, así como la política negociadora de Rodríguez Zapatero con ETA. La historia se ha repetido con la reciente sentencia del TEDH que ha elaborado la “Doctrina Atristain”, por la que ha condenado al Gobierno español a que revise la condena a 17 años de prisión al etarra Xabier Atristain y al pago de una indemnización de €12.00, porque -al haber sido interrogado en Comisaría en presencia de un abogado de oficio que no era de su elección- se había menoscabado la equidad del proceso penal y perjudicado su derecho a la defensa, en la medida en que no pudo recibir asesoramiento legal (¿?), y admitido como prueba para su condena la declaración inicial incriminatoria del demandante. El Tribunal no ha tenido en cuenta que las pruebas obtenidas con posterioridad a la primera declaración constituyeron partes importantes de las pruebas materiales en las que se basó la Audiencia Nacional para su condena. Según el fiscal del TS, José Javier Huete, no hay base para revisar la condena del etarra, porque sus declaraciones incriminatorias realizadas sin la presencia de un abogado de su confianza no fueron el único elemento para sustentar la condena. Bildu no ha tardado en exigir la liberación de los reclusos etarras que estén en situación similar a la de Atristain, pero la Fiscalía ha limitado la extensión de la doctrina a otros reclusos. La aplicación del nuevo criterio debería hacerse “de forma individualizada y casos por caso, no siendo posible extraer conclusiones de carácter general aplicables de forma automática a supuestos diversos”. De momento, la aplicación de la doctrina ha propiciado las absoluciones por parte de la Audiencia de Gorka Palacios y a Juan Carlos Iglesias a) “Gadafi”. El Tribunal restó, sin embargo, validez a la declaración de los detenidos durante el período de incomunicación, cuando hubieran contado con un abogado de oficio, aunque no fuera de su confianza. Puede que Atristain se quede con los €12.000 de propina, pero no se va a librar de los años de cárcel. Si no se ha beneficiado el protegido del TEDH, menos lo harán los reclusos que estén en condiciones similares. Hay que ir –como dice Simeone-“partido a partido”. Gracias a éstas y otras acciones de la Justicia, se está frenando la política autocrática de Sánchez, que pretende controlar el poder judicial y –en el ínterin- hace todo cuanto éste en su mano para desprestigiar a los jueces, tanto en España como en el extranjero. “¡Con la Justicia hemos topado, Sancho/Sánchez!”. Madrid, 31 de mayo de 2022