lunes, 6 de junio de 2022

LA GUERRA DE UCRANIA EN PESRPECTIVA: ANTECEDENTES DEL CONFLICTO (UKRAINE´S WAR IN PERSPECTIVE: ANTECEDENTS OF THE CONFLICT) José Antonio de Yturriaga Barberán Embajador de España Resumen: El artículo narra los antecedente de la guerra de Ucrania y muestra las falacias de Putin cuando atribuye a la ampliación de la OTAN hacia las fronteras rusas –y especialmente a la eventual admisión en la Alianza de Ucrania- la “operación militar técnica” que supuso la invasión de este país por las tropas rusas. La OTAN no es un peligro para de Rusia, la existencia de Estados miembros que tienen frontera con ella no es una amenaza para su seguridad y la Alianza no pretende atacar a Rusia. Ni el Gobierno de Zelenski esté cometiendo actos de genocidio contra los ucranianos rusófonos, ni que la OTAN y Rusia han estado permanentemente enfrentadas desde la disolución de la URSS, pues ha habido fases de entendimiento y de cooperación entre las dos Partes. Abstract: The article describes the antecedents of the Ukrainian war and Putin´s fallacy when he considers NATO´ s nearness to the Russian borders –especially the eventual admission of Ukraine in the Organization- as the cause for the “technical military operation” which provoked the invasion of this country. NATO is not a danger for Russia, the existence of NATO countries bordering Russia does not constitute a threat for its security, and the Alliance has no intention whatsoever to attack Russia. Neither Zelinski´s Government is committing acts of genocide against Russian-speaking Ukrainians, nor NATO and Russia have permanently confronted one another since the dissolution of the Soviet Union, because there has been periods of undenrstanding and cooperation between the two Parties Palabras claves: OTAN-Rusia-Ucrania-Unión Europea-Putin Keywords: NATO-Russia-Ukraine-European Union- Putin Sumario: 1.- Introducción. 2.- Proceso de expansión de la OTAN. 3.-Conclusiones 1.-Introducción En su artículo “Los ladridos de la OTAN”, Martin Gras ha descrito la guerra de Ucrania como un caso de violencia aplicada a la resolución de un conflicto que es atravesado por diversas políticas, y cuyos recursos tecnológicos y justificaciones éticas son utilizados según aparezcan útiles a los actores del mismo. No existe un “momento político” interrumpido por un “momento bélico”, sino una continuidad que enlaza política y violencia . Para entender los orígenes y causas del conflicto habrá que examinar este proceso evolutivo en el que, aunque Rusia sea el principal responsable, hay otros que también tienen parte de culpa. Como ha observado Jorge Dezcallar, Putin tiene “razones”, pero no tiene “razón”. Para justificar la invasión de Ucrania, Vladimir Putin ha culpado a la OTAN por la tradicional política agresiva hacia su país y su pretensión de atacarla desde su flanco sur. En su discurso conmemorativo de 9 de mayo, Putin afirmó que la “intervención militar” en Ucrania había sido necesaria porque la Alianza “se estaba preparando para la invasión de nuestra tierra”. Señaló que Occidente creaba una amenaza para Rusia desplegando tropas. “Cada vez era más peligroso y teníamos que hacer esto, que era lo único que se podía hacer”. Fue una decisión forzada porque el bloque de la OTAN había tomado el control militar de los territorios adyacentes a sus fronteras, con lo que generó una amenaza absolutamente inaceptable para Rusia, que se había limitado rechazar preventivamente al agresor . El discurso no podía ser más artero porque había sido Rusia –y no la OTAN- la única que había desplegado un impresionante contingente de tropas en su frontera con Ucrania como paso previo a su invasión, calificada eufemísticamente de “operación militar técnica”. Palabras como “guerra”, “agresión” o “invasión” eran nefandas y delictivas en Rusia, y el osado que las pronunciara se arriesgaba a ser condenado a largos años de cárcel. Los pocos medios de comunicación rusos independientes –como la TV Dhozdy o los diarios “Eco de Moscú” y “Novaya Gazeta”- han sido cerrados por propalar “noticias faltas”. Tampoco es cierto que las relaciones entre Rusia y la OTAN hayan sido siempre conflictivas, ya que se han vivido momentos de concordia y de cooperación, incluso en la primera época del mandato de Putin. Los esfuerzos de Ucrania para consolidar su democracia –en llamativo contraste con Rusia, cada día más autocrática- han sido el motivo de la política agresiva de Putin hacia su vecino, debido a su temor el efecto contagio, ya que Ucrania estaba demostrando que un país que tenía tantas cosas en común con Rusia –geográficas, históricas, políticas y culturales- podía llegar a ser un Estado plenamente democrático. Esos argumentos han sido aceptados por ingenuos de buena fe, como el Papa Francisco, que ha justificado la actuación de Putin al afirmar que podría haberse sentido obligado a invadir Ucrania porque “la OTAN estaba ladrando a las puertas de Rusia”, y señalar que no había manera de saber si eso era lo que había provocado la furia de Putin, pero que sospechaba que podría haberse visto facilitada por la actitud de Occidente . Putin ha alegado asimismo para justificar la agresión rusa a Ucrania la necesidad de proteger a los ucranianos ruso-parlantes del genocidio del que estaban siendo objeto por un país cuyo Gobierno -presidido por el nazi judío Volodimir Zelinski- seguía una política racista y exterminadora similar a la de Hitler. La ocasión del desfile en la Plaza Roja era sumamente propicia, ya que el 9 de mayo se celebra en Rusia el triunfo del pueblo ruso sobre el nazismo. Son argumentos absolutamente burdos, pero que la mayoría del pueblo ruso –intoxicada por la propaganda del Gobierno, que monopoliza los medios de comunicación- acepta y comparte. Putin se ha autoerigido en el protector de los derechos humanos de los ucranianos ruso-parlantes, si bien lo hace arrasando las ciudades donde viven y asesinando a sus habitantes . 2,-Proceso de expansión de la OTAN La OTAN ha sido sensible al paso del tiempo y al tránsito del mundo bipolar de la Guerra Fría a otro multipolar que generó nuevos riesgos y amenazas para la seguridad internacional, y ha tenido que adaptarse a los cambios de las circunstancias políticas y geoestratégicas, que se reflejaron en las sucesivas modificaciones de su “Concepto Estratégico”, pues era evidente que no le bastaban los límites geográficos establecidos en el artículo 6 del Tratado de Washington, que ya no se ajustaban al papel que la Alianza pretendía jugar . La OTAN tuvo que modificarlo tras la desaparición de la amenaza fija que suponía el Pacto de Varsovia y que reciclarse para justificar su propia existencia una vez desaparecida la Unión Soviética . Como destacó su Secretario General, Anders Rasmussen, la primera fase fue una alianza puramente defensiva –la OTAN-1-, pero, tras el final de la Guerra Fría, surgió la OTAN-2. Pese las promesas hechas a Mijail Gorvachov de que la Alianza no extendería su ámbito de actuación hacia las fronteras rusas–compromiso no se plasmó en ningún documento-, ésta inició su expansión hacia el Este, decisión que fue calificada por Harry Kennan de “error fatídico”. En la Conferencia de Bruselas de 1991, la Alianza asumió nuevas funciones como la cooperación y el diálogo político. La OTAN trató de atraer a su ámbito de influencia a los antiguos miembros del Pacto de Varsovia e incluso a Estados que habían formado parte de la URSS, pero –para ello- Estados Unidos impuso la expansión de la Alianza. Como comentó Bill Clinton, la cuestión no era si la Organización debería admitir a nuevos miembros, sino “cuándo y cómo” se haría . La OTAN creó el Consejo de Cooperación del Atlántico Norte, al que se sumaron los antiguos miembros del Pacto de Varsovia y los socios de la Comunidad de Estados Independientes, con lo que, las relaciones entre la OTAN y Rusia se encauzaron por el camino de la cooperación, de lo que fui testigo presencial desde mi puesto de embajador en Moscú. Durante la visita de Juan Carlos I a esta capital en mayo de 1997, Boris Yeltsin se quejó de que la inclusión en la OTAN de Estados que habían formado parte de la URSS sería una provocación y un inmenso error histórico, y el Rey le contestó que la OTAN no querían minusvalorar a Rusia, pues consideraban que su seguridad era indispensable para la seguridad de Europa, ya que formaba parte de Europa y debía integrarse cada vez más en ella. Invitó a Yeltsin a que asistiera a la Conferencia de la OTAN que se iba a celebrar en julio en Madrid, y le hizo ver que su presencia en la Conferencia mostraría al mundo que la ampliación de la Alianza no se hacía en contra de Rusia, sino en su presencia y con su participación. Yeltsin, sorprendido, agradeció la invitación y dijo que la estudiaría, y -aunque no asistió- las relaciones entre las dos Partes se relajaron y el 27 de mayo se firmó el Acta Fundacional sobre las Relaciones de Cooperación y Seguridad Mutuas, por la que ambas Partes se comprometían a construir juntas una paz verdadera, basada en los principios de democracia, seguridad y cooperación, y a desarrollar una asociación estable sobre la base del interés común, la reciprocidad y la transparencia. Se creó un Consejo Conjunto Permanente para la consulta, la cooperación y la toma en común de decisiones y, en 1998, Rusia estableció un Misión Permanente ante la Alianza en Bruselas . En 1999 se incorporaron a la OTAN Checoeslovaquia. Hungría y Polonia, y posteriormente lo hicieron Rumanía y Bulgaria. Rusia lo toleró porque se trataba de Estados que habían sido independientes al margen de la URSS, pero las relaciones entre la OTAN y Rusia se deterioraron notablemente ese año cuando la Alianza bombardeó Kosovo. Para poder hacerlo, tuvo que modificar de nuevo su “Concepto Estratégico”, para poder realizar intervenciones de carácter humanitario y labores de gestión de crisis fuera de su ámbito geográfico, pasando así del espacio europeo al euroatlántico . Rusia acusó a la Alianza de violar el Derecho Internación y retiró a sus representantes del Consejo OTAN-Rusia. En 2003, Rusia creó junto con Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), un pacto de alianza y defensa colectiva que trataba de imitar a de la OTAN. Las relaciones entre las dos Partes se tensaron de forma considerable cuando Estonia, Letonia y Lituania se incorporaron a la Alianza, al tratarse de Estados que habían formado parte integrante de la URSS, pero la tensión creció aún más cuando –en su Conferencia de Bucarest de 2008- invitó a Georgia y a Ucrania a ingresar en la Organización. Rusia se opuso firmemente a esta decisión, que consideraba una línea roja infranqueable, y su ministro de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, afirmó que una nueva expansión de la Alianza hacia las fronteras rusas retrotraería las relaciones a los tiempos de la Guerra Fría y sólo serviría para aumentar el antagonismo, y advirtió a los miembros de la CEI que su incorporación a la OTAN dañaría seriamente sus lazos con Rusia . El presidente Dimitri Medveded sugirió ese año crear de un Tratado de Seguridad Colectiva para Europa -en el que se insertarían la OTAN, la OTSC, la OSCE, la UE y la CEI-, que asumiera el compromiso de no recurrir a la fuerza sin una consulta previa entre los Estados miembros, con lo que pretendía diluir la Alianza e impedir su ampliación, pero la propuesta no fue aceptada por los Estados occidentales . Rusia estimaba que la eventual incorporación de Georgia y Ucrania a la OTAN constituía un grave riesgo para su seguridad y debía pararla por todos los medios. Tomando como pretexto la ofensiva que Georgia había lanzado contra los rebeldes de Osetia del Sur, las tropas rusas invadieron el 7 de agosto Osetia y Abjazia, y Georgia tuvo que capitular. Tras la mediación del presidente francés, Nicolás Sarkozy, se llegó a un acuerdo de alto el fuego y de retirada de las tropas rusas, que mantuvieron, no obstante, una presencia suficiente en las zonas fronterizas para asegurar la independencia de los dos nuevos Estados. Fue un ejemplar castigo y un aviso a navegantes, que privó a Georgia de buena parte de sus territorio y la convirtió en un Estado fallido . Ucrania se libró de un castigo similar gracias al cambio de Gobierno que se produjo a principios de 2010. El presidente pro-occidental Viktor Yushenko había tomado varias decisiones muy controvertidas, como retirar la cooficialidad de la lengua rusa, anunciar que no se renovaría el Acuerdo que concedía bases en Crimea a la flota rusa, adoptar un Acuerdo de asociación con la UE y pedir el ingreso en la OTAN, que eran totalmente inaceptables para Rusia. Sin embargo, en las elecciones generales de enero resultó elegido presidente el candidato pro-ruso, Viktor Yanukovich, quien prorrogó hasta el año 2042 el Acuerdos de cesión de bases y retiró la petición de ingreso en la Alianza, con lo que evitó que Ucrania fuera invadida. Yanukovich alineó su política con la de Rusia y en 2013 se negó a firmar el Acuerdo de Asociación negociado con la UE, lo que provocó la ira de los jóvenes y –en marzo de 2014- se produjo la revuelta de la plaza de Maidán, que fue aprovechada por elementos nacionalistas radicales . Como comentó el Embajador español en Kiev, Gerardo Bugallo, “en el Maidán los ucranianos fueron a buscar a Europa y encontraron a Ucrania”. Las pacíficas manifestaciones fueron brutalmente reprimidas y la Rada ucraniana destituyó a Yanukovich, que tuvo que abandonar el país. El presidente interino, Alekxander Turchinov, firmó el Acuerdo de asociación con la UE y el presidente electo, Petro Poroshenko, inició una política de acercamiento a Occidente, que resultaba inaceptable para Rusia. La coyuntura dejaba el camino abierto para que ésta lanzara un ataque contra Ucrania, que no se haría esperar . Desde su elección en 2008, Barack Obama había expresado su deseo de normalizar las relaciones con Rusia y comenzó lo que su vicepresidente Joe Biden calificó de “puesta a cero” –“reset”-. Ya en la Conferencia celebrada en Bruselas a finales de ese año, la OTAN decidió relanzar las relaciones con Rusia, pues –como comentó el Secretario General, Jaap de Hook Sheffers- que la Alianza tuviera posiciones divergentes sobre Georgia o Ucrania no debería ser óbice para que las dos Partes tuvieran relaciones normales. La Organización decidió replantearse la incorporación de Georgia y de Ucrania, y Obama invitó a Medveded a que asistiera a la Conferencia que se iba a celebrar en Lisboa en noviembre de 2010 . La Conferencia aprobó una Declaración relativa a Rusia y a otros países de su entorno, que reforzaba la colaboración entre las dos Partes, al reconocer que la seguridad de ambas era indivisible y estaba estrechamente conectada, y afirmar su decisión de “construir una paz duradera y global junto con la Federación de Rusia en la zona euro-atlántica”, y de lograr una auténtica “asociación estratégica . Respecto a las peticiones de ingreso de Georgia y de Ucrania, la Conferencia mantuvo el principio del carácter abierto de la OTAN, pero aguó las expectativas de los aspirantes, supeditándolas a una serie de requisitos que suponían en la práctica un aplazamiento “sine die” de su ingreso. En el caso de Georgia, se decidió fomentar el diálogo político y la cooperación práctica, y apoyar la realización de las reformas democráticas, electorales y judiciales necesarias. En relación con Ucrania, acogió con beneplácito su compromiso de seguir llevando a cabo la asociación con la Alianza a través de la Comisión OTAN-Ucrania . La Conferencia aprobó un nuevo Concepto Estratégico conforme al cual la OTAN se comprometía a defender a sus miembros contra cualquier tipo de amenazas y a “desplegar fuerzas militares potentes dónde y cuándo sea requerido por nuestra seguridad, y a ayudar a promover la seguridad común de nuestros socios alrededor del globo”. La Alianza no ponía límites a su ámbito geográfico y estimaba que debería disponer de capacidad para actuar globalmente, cerrándose así el debate sobre si la Organización debería tener carácter regional o universal. Medveded asistió a la reunión del Comité OTAN-Rusia, que adoptó una Declaración Conjunta, en la que anunciaba el inicio de una nueva etapa de cooperación con miras a una asociación estratégica, “basada en los principios de confianza recíproca, transparencia y previsibilidad, con el fin de contribuir a la creación de un espacio común de paz, seguridad y estabilidad en la zona euro-atlántica”. Las Partes se abstendrían de la amenaza o del uso de la fuerza entre ellos o contra terceros Estados, su soberanía, su integridad territorial o su independencia política, en violación de la Carta de la ONU y de la Declaración de Principios del Acta de Helsinki . Este compromiso no se llegó a cumplir porque -tras el derrocamiento de Yanukovich-, el Parlamento de Crimea acordó la secesión de Ucrania y su incorporación a la Federación de Rusia. El 26 de marzo de 2014 se celebró un referéndum sin garantías en el que el pueblo de Crimea se pronunció a favor de unirse a Rusia. Desde principios de febrero, Rusia había enviado sigilosamente contingentes militares a Crimea, y se produjo lo que el periodista de la BBC John Simpson ha calificado como “la invasión más suave de los tiempos modernos”, que terminó antes de que el mundo exterior se diera cuenta de que había comenzado. Dos días después, Putin formalizó la reincorporación de Crimea a la madre patria y la comunidad internacional reaccionó de forma débil pues, pese a las condenas de la OTAN y de la UE -que aplicaron a Rusia sanciones económicas de menor cuantía- y de la propia ONU , se dieron por consolidados los hechos consumados. En paralelo, Rusia había enviado al Donbass unidades militares camufladas y mercenarios para apoyar a los rebeldes ucranianos, que se habían alzado contra el Gobierno central y declarado la independencia de Donetsk y de Lugansk. Rusia facilitó militar y políticamente la independencia “de facto” de estos dos seudo-Estados, aunque no llegara a reconocerlos oficialmente. La guerra civil en la zona concluyó con la firma el 5 de noviembre de 2014 del Protocolo de Minsk, por parte de Rusia, Ucrania y las Repúblicas de Donetks y de Lugansk, bajo los auspicios de la OSCE, pero el alto el fuego no fue respetado y continuaron las hostilidades. El 12 de febrero de 2015, Rusia y Ucrania firmaron el Acuerdo de Minsk –bajo el patrocinio de Alemania y de Francia-, pero este instrumento tampoco puso fina a los enfrentamientos guerra-civilistas entre el Gobierno central, que consideraba que era demasiado favorable para los rebeldes ruso-parlantes, y éstos, que pretendían que se reconociera la independencia de las dos Repúblicas Populares. Desde finales de 2021, Rusia concentró importantes contingentes de tropas en las fronteras con Ucrania y realizó importantes maniobras en Bielorrusia. Putin aseguró que no pretendía atacar a Ucrania, dio un ultimátum a la OTAN para que renunciara a admitirla como miembro de la Alianza, y afirmó que se produciría una “respuesta militar” si las Organización no regresaba a sus fronteras de 1997. La OTAN y la UE –que respondieron de forma conjunta- ofrecieron a Rusia acuerdos de desarme y medidas de confianza y transparencia, y le instaron a que desescalara inmediatamente la situación en la zona fronteriza . Putin, sin embargo, había tomado la decisión de invadir Ucrania y –tras reconocer la independencia de Donetsk y de Lugansk el 23 de febrero- ordenó al día siguiente la invasión de Ucrania en todos sus frentes, pensando que -tras un triunfal paseo militar - conquistaría en unos días Kiev y derrocaría el Gobierno “nazi” de Valdimir Zelenski. Sus cálculos se vieron, sin embargo, frustrados por la heroica resistencia del pueblo ucraniano y se ha llegado al empantanamiento bélico actual, pese a los exorbitantes ataques con tanques, aviones y misiles contra cualquier tipo de objetivos, que están causando la destrucción de muchas ciudades ucranianas, la miles de ciudadanos civiles, el desplazamiento interno de ocho millones de habitantes y el éxodo de seis millones de refugiados . 3.-Conclusiones El argumento principal de Putin de que el ingreso de Ucrania era un grave peligro para la seguridad de Rusia porque la Alianza pretendía atacarla desde territorio ucraniano era una falacia y una falsedad. Para Mira Milosevich, la ampliación de la Alianza hacía Rusia era más una cuestión psicológica que una amenaza real. Ninguna expansión de la Organización amenazaba el equilibrio militar de Rusia . De hecho, la ampliación de la OTAN no ha puesto nunca en peligro la seguridad de Rusia, que ha convivido sin problemas con países miembros de la Organización que tienen frontera con ella, y mantenido durante mucho tiempo cordiales relaciones de cooperación con la Alianza. El problema ha surgido cuando Putin ha pretendido reconstituir el espacio soviético y regresar al “statutu quo ante”de 1997, para lo que tenía que situar bajo su esfera de influencia a los países que habían formado parte de la URSS y aplicarles la “Doctrina Brezhnev de la soberanía limitada. Como ha observado Juan Manuel de Faramiñán, Putin viene realizando desde hace años una política de expansión bien planificada, y movido con frialdad sus peones mediante la ocupación de “zonas de influencia” en la proximidad de sus fronteras. Incita a movimientos rebeldes a que se rebelen contra el Gobierno central y se declaren independientes bajo sus auspicios o simplemente los anexiona -como en el caso de Crimea-, con lo que está haciendo saltar por los aires el tablero sobre el que se asienta la seguridad y la paz mundiales. Ahí está la raíz de la guerra y no en la ampliación de la OTAN . Según Peter Frankopan, ha habido muchos líderes que asumieron grandes riesgos y comenzaron guerras pensando que terminarían con una victoria rápida, para luego descubrir que las cosas habían salido terriblemente mal . Los planes de Putin han fallado, ya que -si su principal objetivo era impedir la ampliación de la OTAN- ha conseguido que ésta se refuerce con la eventual incorporación de las Finlandia y Suecia, y la integración de Dinamarca en la estructura militar de la Organización. Putin se ha cubierto de gloria con su agresión a Ucrania, pues militarmente ha sido un fracaso, políticamente un disparate y éticamente una catástrofe. Por ello, tanto los Estados como los individuos deberían aunar sus esfuerzos para impedir que Rusia siga cometiendo flagrantes actos de guerra y de agresión, crímenes de guerra, y delitos de lesa humanidad en Ucrania. Según Gabriel Tortella, debemos ser conscientes de que Ucrania nos está defendiendo a todos los europeos de la agresión rusa, porque Putin no tolera que un vecino tan próximo sea independiente y democrático, y pueda servir de modelo y ejemplo al pueblo ruso. “La guerra que se libra en el este de Europa es una lucha entre democracia y tiranía. Ucrania ha asumido ella sola la defensa de la democracia” . Como ha observado Ana Palacio, nos jugamos demasiado, “Con Ucrania en pie, con sus ciudadanos dispuestos a morir por su libertad sin merma, mientras Estados Unidos lidere a fondo su compromiso y respaldo geopolítico, para el resto de los occidentales –en particular para los europeos- sólo hay una postura: apoyar a Ucrania” . Madrid, 6 de junio de 2022

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