martes, 25 de marzo de 2014

El triámgulo de Crimea: Ucrania, Rusia y...el vacío

EL TRIÁNGULO DE CRIMEA: UCRANIA, RUSIA Y…EL VACÍO El sablazo del vizcaíno ruso ha hecho perder un miembro al indefenso hidalgo ucraniano y ahora está por ver si seguirá dándole mandobles y amputándole nuevos miembros o se conformará con la rendición incondicional y la sumisión total. Los protagonistas de esta tragedia son Ucrania, Rusia y Occidente, aunque sea por omisión. Los espectadores occidentales observan la desigual lucha con un sentimiento de impotencia y culpabilidad, y no se atreven a auxiliar eficazmente al agredido. Ucrania sacrificada por los hados a la política de poder de Rusia El conflicto ha sido provocado –según Rusia- por el movimiento popular de los “indignados” ucranianos, que se concentraron en la Plaza Maidán para protestar contra el Gobierno corrupto de Víktor Yanukovich. La eficaz propaganda rusa los ha presentado como un conjunto de radicales ultranacionalistas, fascistas y terroristas a la conquista del poder. Esta “agit-prop” ha calado y comentaristas como José Antonio Zorrilla han calificado a Ucrania de Estado fallido en el que unos “profesionales” han conseguido desensillar a Yanukovich y establecer un Gobierno en el que nazis armados controlan la seguridad del país. Bien distinta es la versión del P.David Nazar, Superior de los Jesuitas en Ucrania. El pueblo ucraniano se dio cuenta de que, cualquiera que fuera el partido en el Gobierno, prevalecían la corrupción y la falta de respeto a la voluntad popular. De ahí que surgiera un movimiento apolítico espontáneo que reclamaba el fin de los vestigios de la gobernación de estilo soviético y la creación de un régimen de transparencia, responsabilidad, elecciones libres y justicia básica. No se trataba de una lucha entre partidos, regiones o ideologías por la conquista del poder, sino de la expresión de un anhelo de establecer nuevos valores, y el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea (UE) era un paso en esa dirección. La inexplicada negativa de Yanukovich a firmarlo provocó la indignación de unos jóvenes que se manifestaron pacíficamente para expresar su protesta y se encontraron con la violencia brutal de las fuerza de seguridad del Gobierno, que causó 101 muertos, 526 heridos y 50 desaparecidos. Sólo entonces recurrieron los manifestantes a la violencia y, en estas circunstancias de “río revuelto”, los minoritarios pero bien organizados grupos nacionalistas radicales impusieron sus criterios. El débil Gobierno provisional no cuenta con medios para hacer frente a la anexión de Crimea y tendrá que aceptar las exigencias rusas, dadas su insuficiencia militar, su dependencia económica y el deficiente apoyo de Occidente. La “comedia é finita” y falta por ver si el apetito del oso ruso se calma con este sabroso bocado o le incitará a pegar nuevos mordiscos. A Ucrania sólo le cabe procurar que en Mayo se celebren unas elecciones libres y transparentes, que permitan la formación de un Gobierno representativo y creíble –a ser posible de unidad nacional-, que sea capaz de iniciar la regeneración política y hacer frente a la gravísima crisis económica. Putin resucita los anhelos imperiales de la Gran Rusia El antiguo Embajador en Rusia, Eugenio Bregolats, ha afirmado que, cuando tras la destitución anticonstitucional de Yanukovich la UE tendió la mano a los dirigentes ucranianos antirusos, Moscú entendió que un acuerdo con la Unión podía llevar a otro con la OTAN, y la perspectiva de los barcos de la VI Flota en Crimea, un cuchillo en el cuello de Rusia, resultaba inaceptable. No concuerdo con la opinión del colega, que merece ser matizada, pues no se puede situar en el mismo plano un eventual acuerdo militar con la OTAN y otro económico con la UE. La intervención rusa en Crimea tiene su origen remoto en la desintegración de la URSS, calificada por Vladimir Putin de “peor desastre geoestratégico del Siglo XX”. Boris Yeltsin aceptó que Crimea continuara en Ucrania, siempre que se garantizara la presencia de la Armada rusa en su base de Sebastopol. El origen próximo de la anexión se remonta a 2008 cuando Víktor Yuschenko solicitó el ingreso de Ucrania en la OTAN y anunció la no renovación del alquiler de las bases crimeas. El país se libró por puntos de una invasión similar a la de Georgia y solo sufrió amenazas y cortes de gas, hasta que Yanukovich accedió al poder en 2010, retiro la demanda de ingreso en la Alianza y prolongó hasta 2042 el acuerdo de cesión de bases. El problema se solucionó por el momento, pero ya entonces Putin decidió resolverlo de forma expeditiva y definitiva con la anexión de Crimea en el momento oportuno. Se ha quitado la careta y afirmado que la península siempre fue rusa, y se ha ungido como el héroe que la devolvió a la madre patria. Occidente en el vacío y la UE en el limbo político El vacío lo colman la OTAN, Estados Unidos (US) y la UE. Los miembros de la OTAN no honraron el compromiso asumido con Mijail Gorvachov de no extender la Alianza hasta las fronteras rusas. Tras los ingresos de Hungría, Polonia, República Checa y los Países Bálticos, Rusia se plantó cuando la OTAN, al invitar a Ucrania y Georgia, cruzó la línea roja marcada por el Kremlin. La invasión de ésta demostró la determinación rusa y la OTAN replegó velas y congeló “sine die” dichas invitaciones, con lo que la situación quedó neutralizada. La OTAN se ha limitado a hacer una declaración retórica de condena por la celebración del referéndum y la anexión de Crimea por Rusia. US ha reforzado el poder militar de los Estados limítrofes, con el envío de 12 aviones F-16 a Polonia y aviones AWACS a Hungría y Rumanía, y con el relanzamiento del plan de sistema de escudos antimisiles en Polonia y la República Checa. Descartado el enfrentamiento militar, Occidente contempla las medidas políticas y económicas a adoptar para hacer frente a la agresión rusa a Crimea. Aquí se pone una vez más de manifiesto su actitud claudicante e inoperante, que –según Borja las Heras-, es valorada en el Kremlin como síntoma de su “vulnerabilidad, camino de la irrelevancia”. US y la UE han tomado la “heroica” decisión de castigar por primera vez a Rusia y compiten para ver quien incluye a más personajes en unas listas irrelevantes con sanciones de pitiminí. Putin se ha carcajeado de tales sanciones y ha replicado con chulería que va a abrir una cuenta en el Banco Rossiya sancionado por US. Pero Rusia también es vulnerable en un mundo globalizado –como se pudo ver con la fuerte bajada de la bolsa de Moscú y la huida masiva de capitales extranjeros tras anunciarse el referéndum sobre Crimea-, porque depende en gran medida de las importaciones de gas y petróleo por la UE y de las inversiones de sus empresas, por lo que la adopción de sanciones de verdad podrían tener un efecto disuasorio e impedir que a Rusia le salga gratis su acto de agresión. Putin ha puesto de manifiesto la incoherencia de Occidente, al afirmar que la actuación de Rusia en Crimea ha sido similar a la de aquél en Kosovo. Es cierto que existen notables diferencias entre una y otra, pero también hay concordancias, como que en ambos casos se haya aceptado la ruptura de la integridad territorial de un Estado en contra del Derecho Internacional. Occidente aparenta creer que la situación es reversible y no quiere tomar sanciones duras para no cerrar la vía al diálogo, pero, conociendo a Putin y la política de hechos consumados de su Gobierno, es obvio que sólo se puede negociar con él desde una situación de fortaleza. US y la UE deben tratar de aislar políticamente a Rusia situándola en la categoría de “Estados gamberros” -como la RDP de Corea-, fomentando su soledad en la ONU, excluyéndola de foros como el G-8, el G-20 o la OCDE, y limitando las relaciones políticas. En el ámbito económico, deben reducir la importación de productos petrolíferos –realizando la necesaria diversificación de suministros- y restringir las inversiones y la cooperación tecnológica. La firma de la parte política del Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la UE es un gesto meramente simbólico carente de contenido, si la Unión no aporta las ingentes sumas requeridas para reflotar la economía ucraniana. Si no está dispuesta a hacerlo, debería no despertar falsas expectativas en el país y asumir su inanidad política. Madrid, 25 de Marzo de 2014 .

Serias dificultades para la integración de Turquía en la UE

SERIAS DIFICULTADES PARA LA INTEGRACIÓN DE TURQUÍA EN LA UE A mediados de Febrero se celebró en Ankara la V Reunión Hispano-Turca de alto nivel, en la que el Presidente Mariano Rajoy –que, por cierto, hizo un “papelón”, al actuar sin darse cuenta de “telonero” en un mitin electoral de su colega Recep Tayyip Erdogan- reiteró el apoyo de España a la adhesión de Turquía a la Unión Europea (UE). Autoritarismo de Erdogan El “padre de la patria”, Kemal Ataturk, inició en 1923 un proceso de modernización y secularización de lo que quedaba del Imperio Otomano, y creó las estructuras del actual Estado turco, separando el poder material del Gobierno del poder espiritual de las mezquitas. El proceso de europeización, sin embargo, sólo caló en las clases superiores y en las fuerzas armadas (FA), que se erigieron –junto con la judicatura- en las garantes de la democratización del país, a menudo por medios poco democráticos. Pese a que la población era abrumadoramente musulmana, los partidos de inspiración religiosa vieron limitada su actuación por la animosidad del Gobierno y de las FA, que dificultó su desarrollo y acceso al poder. Erdogan –que en 1994 había accedido a la Alcaldía de Estambul- fundó en 2001 el Partido islamista de la Justicia y el Desarrollo, que venció en las elecciones legislativas de 2003 con mayoría absoluta y logró la presidencia de la República un año después. Ya en su época municipal, Erdogan –que ha sido descrito por la revista “The Economist” como “una mezcla de Evita Perón y el Islam”- desveló su alma islamista al hacer suyos los versos del poema de Ziya Gökalp “las mezquitas son nuestros cuarteles, las cúpulas nuestros cascos, los minaretes nuestras bayonetas y los creyentes nuestros soldados”, lo que le costó su destitución y la estancia de unos meses en prisión. En opinión de Antonio Elorza, ha descubierto su juego al revelar su vocación autoritaria y su propósito de ir borrando paso a paso el legado de Ataturk, en nombre de una islamización revestida de neo-otomanismo. Su deseo de integrar a Turquía en la UE le obligó a frenar el proceso islamizador, pero –una vez desmontados los poderes militar y judicial adversos al islamismo, y neutralizados los medios de comunicación y los opositores- ha visto el espacio libre. En efecto, con habilidad y astucia, ha ido desarticulando los obstáculos que se oponían a su objetivo. Ha descabezado la cúpula castrense, enviado las tropas a los cuarteles y limitado el poder y la influencia de las FA. Ha atacado al poder judicial con la adopción de una ley reestructuradora del Consejo Supremo de Jueces y Fiscales, por la que ha sometido a éstos al control del Ministerio de Justicia, que puede abriles expedientes y destituirlos. En 2010 se había modificado dicho Consejo para facilitar la independencia judicial requerida por la UE, pero en 2014 se ha vuelto a las andadas, por lo que el Comisario Europeo de Ampliación, Stefan Fule, ha puesto en duda la coherencia de la nueva ley con la normativa comunitaria. Cuando el pasado Diciembre trascendió el escándalo de corrupción que afectaba a los hijos de tres Ministros –que tuvieron que dimitir- y al entorno del propio Erdogan, éste reaccionó con la remoción de sus puestos de 5.000 policías y 300 fiscales que habían participado en la investigación. Ha limitado severamente las libertades de expresión, de prensa y de manifestación. Se ha condenado a prisión al cantautor Fazil Say por parafrasear unos poemas de Omar Jayam y más de 75 periodistas han sido arrestados por delitos de opinión En presencia de Rajoy, Erdogan acusó a los periodistas de estar rendidos a “conexiones exteriores” y de dedicarse a “calumniar y mentir”. Ha restringido el acceso a Internet “para proteger la intimidad de las familias turcas”. Ha reprimido con violencia manifestaciones pacíficas, como las realizadas en el Parque de Gezi o en la Plaza Taksim en Estambul, calificando a los participantes de “terroristas” y “extremistas ideológicamente motivados”, y causando varios muertos y centenares de heridos. El Comisario Fule lo ha descalificado al afirmar que el uso de fuerza excesiva contra manifestantes no tenía cabida en un país que aspiraba a ser miembros de la UE. Ésta ha exigido a Turquía una separación estricta de poderes y garantías de independencia judicial. Para Vicente Molina Foix, el país está gobernado por un partido cuyas ideas sociales y morales parecían haberse templado, pero que ahora han adquirido nuevas resonancias. No quiere que los turcos consuman alcohol, que las mujeres recuperen sus derechos amenazados o que escritores y periodistas escriban lo que piensan. Obstáculos para la adhesión de Turquía a la UE Turquía está asociada a la UE desde 1963 y en 2005 inició las negociaciones para su adhesión, a pesar de la oposición de la República de Chipre –a la que no reconoce por apoyar la independencia de la parte turca de la isla-, y de las reticencias de Grecia, Francia y Alemania. Las conversaciones avanzan a ritmo “maestoso” y de los 35 capítulos de la negociación tan sólo se ha cerrado uno, por no cumplir el candidato las exigencias de los “criterios de Copenhague”, lo que ha provocado la frustración y el descontento del Gobierno y de la opinión pública del país. A las deficiencias ya mencionadas de insuficiencia democrática, falta de independencia judicial y violación de ciertos derechos y libertades fundamentales, se suma la persistencia de un régimen de discriminación a los ciudadanos turcos de origen kurdo. Estos obstáculos podrían ser superados si el Gobierno turco tuviera voluntad política para ello, pero el principal escollo radica en la creciente islamización de la Sociedad y del Gobierno turcos. Como Erdogan ha reconocido, sólo hay un Islam. Distinguir entre islamismos radicales y moderados es una “contradictio in terminis” , pues todo islamista que se precie aspirará a imponer la Sharia y a formar un nuevo Califato, forma ortodoxa legitimadora de un poder político-religioso. No aceptará su integración en un Estado laico porque la ley civil atenta contra los fundamentos de la Sharia y, en consecuencia, no habría más remedio que establecer una dualidad de regímenes jurídicos: la ley coránica para los musulmanes y la civil para el resto. El Islam ampara la desigualdad de la mujer –quien, según Vicente Molina, es “la medida humana de libertad que se ha de sopesar primeramente en las sociedades musulmanas”-, considera al no creyente como un hereje –condena capital al apóstata e incitación a la“yihad”-, y no permite las libertades de pensamiento, creencia religiosa o expresión. Hay quienes –como José Luis Rodríguez Zapatero en su delirio de “alianza de civilizaciones”, compartido por Erdogan- piensan que los musulmanes no tienen que respetar las libertades que no sean acordes con su “tradición”. Existen, no obstante, libertades –como las de opinión, creencia y expresión- que deben ser respetadas por todos los Estados, cualquiera que sea su régimen político. o ideológico. A juicio de Fátima Mernissi, hay en los países musulmanes un temor a la democracia, porque afecta al corazón mismo de lo que constituye la tradición: la posibilidad de adornar la violencia con el manto de lo sagrado. La tentación de imponer valores a la fuerza, que ha sido una constante de la humanidad, no es el camino. Conclusiones El islamismo militante es incompatible con los principios rectores de la UE y no puede ser asimilado por una sociedad que –mal que le pese- se inspira en la tradición ideológica y cultural del occidente cristiano. Para Antonio Luis de Villena parece difícil ir más allá de una convivencia con el Islam con respeto mutuo, y –según Romano Prodi- hay que dar a Turquía “todo menos las instituciones”. Queda la vía del artículo 8-1 del Tratado de Lisboa, por el que la UE “desarrollará con los países vecinos relaciones preferentes con el objetivo de establecer un espacio de prosperidad y buena vecindad, basado en los valores de la Unión y caracterizado por unas relaciones estrechas y pacificas fundadas en la cooperación”. NO a la adhesión de Turquía a la UE. SÍ a la máxima cooperación posible con ella. Madrid, 18 de Marzo de 2014
URGE UN ACUERDO ENTRE RUSIA Y LA UE SOBRE UCRANIA Mi artículo sobre “¿Se encuentra Ucrania al borde de la guerra civil?” concluía como la primera parte de “Don Quijote”, cuando -en la lucha entre el “ingenioso hidalgo” ucraniano y el Vizcaíno ruso- las espadas “habían quedado en alto”. Éste, sin embargo, ha dado un sablazo a aquél, que ha acusado el golpe y podría ver cercenado uno de sus miembros. Tras el acuerdo de 21 de Febrero entre el Gobierno de Víctor Yanukovich y la Oposición propiciado por la Unión Europea (UE), se precipitaron los acontecimientos en Ucrania. La Rada destituyó al Presidente de la República –que se refugió en Rusia (FR)-, eligió como Presidente interino al del Parlamento, Alexander Turchinov, y como Jefe de un Gobierno provisional al dirigente del Partido de la Patria Arseni Yatseniuk. El Parlamento de Crimen destituyó, a su vez, al Presidente del Gobierno regional, Anatoli Mohiliov, lo sustituyó por el líder de “Unidad Rusa”, Serguei Azionov, y decidió convocar el 16 de Marzo un referéndum para que el pueblo de Crimen decida entre la incorporación a Rusia o su mantenimiento como República Autónoma con un estatuto especial dentro de Ucrania. Putin, vigilante implacable del “extranjero próximo” de la FR Según la experta en temas rusos Anne Applebaum, la FR no ha acabado de admitir a Ucrania como un país plenamente soberano. El Presidente Vladimir Putin la considera un “sub-Estado” y trata de impedir a toda costa que arrime el ascua a la sardina de la UE. Cuando se habla de “ayuda fraterna”, se está allanando el camino a su invasión, así como a la creación de grupos extremistas que fomenten el separatismo, al boicot económico y a la manipulación del precio del gas. Todos estos pronósticos se han cumplido. Así, tras unas aparatosas maniobras de las Fuerzas Armadas de la FR junto a la frontera, soldados rusos camuflados –el Gobierno de Kiev los cifra en 16.000- invadieron Crimea, ocuparon las bases ucranianas, cercaron sus unidades, cavaron trincheras en el istmo que la separa del resto del país, y controlaron el puerto de Kerch, frente a la costa rusa. La FR congeló los créditos de $15.000 millones prometidos y ha puesto dificultades a la importación de productos ucranianos. Gazprom suprimirá a finales de mes los descuentos a la exportación de gas a Ucrania y ha amenazado con cortarle el suministro por la deuda contraída. Putin es, por formación y convicción, un nostálgico de la URSS, y pretende que la FR vuelva a ser la gran potencia que fue. Es muy sensible a la seguridad en el “extranjero próximo” y no admite presencias extrañas en su patio rasero, pues en ese corral sólo puede haber un gallo. Por eso reaccionó de forma tan visceral cuando la OTAN invitó a Ucrania y a Georgia a adherirse a la Alianza y el Presidente Víktor Yuschenko anunció el fin de la concesión a Rusia de la base de Sebastopol La FR invadió Georgia en 2008, alentó la independencia de Osetia del Sur y de Abjazia, cortó el suministro de gas a Ucrania y la amenazó con represalias, hasta que –tras su elección en 2010- el Presidente Yanukovich retiró la petición de ingreso en la Alianza y prorrogó hasta 2042 el alquiler de las bases en Crimea. Excesos de los nacionalistas ucranianos Cuando se buscan las cosquillas al oso ruso no es de extrañar que responda con un zarpazo. Tal ha ocurrido a raíz de que la Rada destituyera a Yanukovich y adoptara una ley que ponía fin a la co-oficialidad de la lengua rusa en las regiones ucranianas donde se habla de forma mayoritaria. Esta descabellada decisión facilitó la necesaria excusa a Rusia, cuya Doctrina Militar considera legítima la intervención de sus tropas para garantizar la protección de sus ciudadanos allende sus fronteras. Una vez obtenida la autorización del Consejo de la Federación para desplegar fuerzas armadas en Crimea con el fin de “proteger las vidas amenazadas de ciudadanos rusos”, se inició la invasión de la península, desde dentro –base de Sebastopol- y desde fuera. Aunque Putin haya afirmado que no tiene intención de fomentar el secesionismo y negado contra toda evidencia la presencia de tropas en Crimea –los intervinientes serían “fuerzas locales de autodefensa”- “meigas” rusas en la península “haberlas haylas”. Se ha reservado el derecho a enviarlas “si la situación se desborda como en Kiev”. Dado que la destitución de Yanukovich fue ilegal, no ha reconocido al Gobierno provisional y no aceptará los resultados de las elecciones del 25 de Mayo “si tienen lugar bajo el terror”. La FR no contempla la anexión de Crimen, pues son sus habitantes los que tienen derecho a decidir al respecto. Esta afirmación abre la vía a un posible apoyo a la petición del Parlamento de Crimea de regreso a la “madre patria” tras el referéndum del día 16. y la Duma ha dado su respaldo a esta demanda. Putin se ha mostrado dispuesto a usar la fuerza en Ucrania -con todos los medios a su alcance-, si “se da un caso extremo”. Eso sí, ha garantizado que, en caso de tomar la decisión de intervenir, “cumplirá plenamente el Derecho Internacional”. ¡Estamos salvados!. Posición de la FR sobre Crimea El Ministro de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, ha expresado su irritación por la “doble moral” de Occidente, que puede intervenir cuando sus intereses están en juego, pero no permite que la FR defienda a las minorías rusas en Ucrania, que “han sido despojadas de su idioma” por un Gobierno ultranacionalista, que se ha instalado en el poder”sin que nadie lo haya votado y como consecuencia de un golpe de Estado”. En su lúcido artículo “Un triángulo para la paz”, mi amigo Igor Ivanov –antiguo Embajador en España y Canciller, y actual Presidente del Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia- ha expuesto, con su habitual moderación, la posición de su país sobre Ucrania y la posible solución del conflicto. Tras criticar las políticas irresponsables de los distintos dirigentes ucranianos –“saturados de demagogia, corrupción, codicia, mala administración y ambición personal”-, ha subrayado el cambio violento delpoder realizado por elementos radicales, que han echado al Presidente legítimo por medios anticonstitucionales y empezado a recortar los derechos de las minorías. ¿Podía la FR –se interroga- “cerrar los ojos al destino de millones de sus compatriotas que viven en Ucrania”?. Sólo pretende enviar un mensaje a las autoridades de Kiev para que detengan el rumbo irresponsable emprendido y respeten los sentimientos de todos los ucranianos. Como Lavrov, acusa a Occidente de aplicar un “doble rasero” y pregunta por qué no se puede aplicar en Ucrania el principio de “responsabilidad de protección” como hizo aquél en Yugoslavia, lo que –con razón- tanto me criticó cuando yo estaba de Embajador en Moscú. Aquí se le “ve el plumero” ruso al amigo Igor, porque, de un lado, mientras en Kosovo Slobodan Milosevic realizó actos de genocidio contra la población, los ucranianos de origen o idioma ruso no están siendo perseguidos y, de otro, si el Gobierno ruso quiere lanzar un mensaje al ucraniano, debería hacerlo por la vía diplomática y no a través de blindados y comandos. Señala acertadamente Ivanov las graves consecuencias que puede traer el conflicto para las relaciones entre el Este y el Oeste, y que la FR y la UE, en vez de ser partes de la solución, han terminado por convertirse en partes del problema. Si no se para en seco, la espiral de agresividad puede dañar gravemente las relaciones entre la FR y la UE, y “reducir la eficacia de los esfuerzos conjuntos para hacer frente a las amenazas y desafíos comunes”. Moscú y Bruselas deberían estar interesados en mantener la soberanía, la independencia y la integridad territorial de Ucrania, y en restablecer la ley y el orden en el país. Hay que pasar con urgencia de las acusaciones a la elaboración de fórmulas específicas a través de las cuales –con la colaboración activa y coordinada de Rusia y la UE- se puedan introducir en Ucrania las reformas políticas y económicas necesarias para estabilizar su situación. ¡Amén!. ¡Que así sea!. Ésta es la solución que propugna España: resolver la crisis mediante el diálogo. Esperemos que Putin rechace el referéndum anexionista, que las negociaciones en curso produzcan resultados satisfactorios, que el Vizcaíno envaine su espada, y que su actitud pendenciera quede en un mero “aviso para mareantes” y no pase a mayores Madrid, 11 de Marzo de 2014 .

Urge un acuerdo entre Rusia y la UE sobre Ucrania

URGE UN ACUERDO ENTRE RUSIA Y LA UE SOBRE UCRANIA Mi artículo sobre “¿Se encuentra Ucrania al borde de la guerra civil?” concluía como la primera parte de “Don Quijote”, cuando -en la lucha entre el “ingenioso hidalgo” ucraniano y el Vizcaíno ruso- las espadas “habían quedado en alto”. Éste, sin embargo, ha dado un sablazo a aquél, que ha acusado el golpe y podría ver cercenado uno de sus miembros. Tras el acuerdo de 21 de Febrero entre el Gobierno de Víctor Yanukovich y la Oposición propiciado por la Unión Europea (UE), se precipitaron los acontecimientos en Ucrania. La Rada destituyó al Presidente de la República –que se refugió en Rusia (FR)-, eligió como Presidente interino al del Parlamento, Alexander Turchinov, y como Jefe de un Gobierno provisional al dirigente del Partido de la Patria Arseni Yatseniuk. El Parlamento de Crimen destituyó, a su vez, al Presidente del Gobierno regional, Anatoli Mohiliov, lo sustituyó por el líder de “Unidad Rusa”, Serguei Azionov, y decidió convocar el 16 de Marzo un referéndum para que el pueblo de Crimen decida entre la incorporación a Rusia o su mantenimiento como República Autónoma con un estatuto especial dentro de Ucrania. Putin, vigilante implacable del “extranjero próximo” de la FR Según la experta en temas rusos Anne Applebaum, la FR no ha acabado de admitir a Ucrania como un país plenamente soberano. El Presidente Vladimir Putin la considera un “sub-Estado” y trata de impedir a toda costa que arrime el ascua a la sardina de la UE. Cuando se habla de “ayuda fraterna”, se está allanando el camino a su invasión, así como a la creación de grupos extremistas que fomenten el separatismo, al boicot económico y a la manipulación del precio del gas. Todos estos pronósticos se han cumplido. Así, tras unas aparatosas maniobras de las Fuerzas Armadas de la FR junto a la frontera, soldados rusos camuflados –el Gobierno de Kiev los cifra en 16.000- invadieron Crimea, ocuparon las bases ucranianas, cercaron sus unidades, cavaron trincheras en el istmo que la separa del resto del país, y controlaron el puerto de Kerch, frente a la costa rusa. La FR congeló los créditos de $15.000 millones prometidos y ha puesto dificultades a la importación de productos ucranianos. Gazprom suprimirá a finales de mes los descuentos a la exportación de gas a Ucrania y ha amenazado con cortarle el suministro por la deuda contraída. Putin es, por formación y convicción, un nostálgico de la URSS, y pretende que la FR vuelva a ser la gran potencia que fue. Es muy sensible a la seguridad en el “extranjero próximo” y no admite presencias extrañas en su patio rasero, pues en ese corral sólo puede haber un gallo. Por eso reaccionó de forma tan visceral cuando la OTAN invitó a Ucrania y a Georgia a adherirse a la Alianza y el Presidente Víktor Yuschenko anunció el fin de la concesión a Rusia de la base de Sebastopol La FR invadió Georgia en 2008, alentó la independencia de Osetia del Sur y de Abjazia, cortó el suministro de gas a Ucrania y la amenazó con represalias, hasta que –tras su elección en 2010- el Presidente Yanukovich retiró la petición de ingreso en la Alianza y prorrogó hasta 2042 el alquiler de las bases en Crimea. Excesos de los nacionalistas ucranianos Cuando se buscan las cosquillas al oso ruso no es de extrañar que responda con un zarpazo. Tal ha ocurrido a raíz de que la Rada destituyera a Yanukovich y adoptara una ley que ponía fin a la co-oficialidad de la lengua rusa en las regiones ucranianas donde se habla de forma mayoritaria. Esta descabellada decisión facilitó la necesaria excusa a Rusia, cuya Doctrina Militar considera legítima la intervención de sus tropas para garantizar la protección de sus ciudadanos allende sus fronteras. Una vez obtenida la autorización del Consejo de la Federación para desplegar fuerzas armadas en Crimea con el fin de “proteger las vidas amenazadas de ciudadanos rusos”, se inició la invasión de la península, desde dentro –base de Sebastopol- y desde fuera. Aunque Putin haya afirmado que no tiene intención de fomentar el secesionismo y negado contra toda evidencia la presencia de tropas en Crimea –los intervinientes serían “fuerzas locales de autodefensa”- “meigas” rusas en la península “haberlas haylas”. Se ha reservado el derecho a enviarlas “si la situación se desborda como en Kiev”. Dado que la destitución de Yanukovich fue ilegal, no ha reconocido al Gobierno provisional y no aceptará los resultados de las elecciones del 25 de Mayo “si tienen lugar bajo el terror”. La FR no contempla la anexión de Crimen, pues son sus habitantes los que tienen derecho a decidir al respecto. Esta afirmación abre la vía a un posible apoyo a la petición del Parlamento de Crimea de regreso a la “madre patria” tras el referéndum del día 16. y la Duma ha dado su respaldo a esta demanda. Putin se ha mostrado dispuesto a usar la fuerza en Ucrania -con todos los medios a su alcance-, si “se da un caso extremo”. Eso sí, ha garantizado que, en caso de tomar la decisión de intervenir, “cumplirá plenamente el Derecho Internacional”. ¡Estamos salvados!. Posición de la FR sobre Crimea El Ministro de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, ha expresado su irritación por la “doble moral” de Occidente, que puede intervenir cuando sus intereses están en juego, pero no permite que la FR defienda a las minorías rusas en Ucrania, que “han sido despojadas de su idioma” por un Gobierno ultranacionalista, que se ha instalado en el poder”sin que nadie lo haya votado y como consecuencia de un golpe de Estado”. En su lúcido artículo “Un triángulo para la paz”, mi amigo Igor Ivanov –antiguo Embajador en España y Canciller, y actual Presidente del Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia- ha expuesto, con su habitual moderación, la posición de su país sobre Ucrania y la posible solución del conflicto. Tras criticar las políticas irresponsables de los distintos dirigentes ucranianos –“saturados de demagogia, corrupción, codicia, mala administración y ambición personal”-, ha subrayado el cambio violento delpoder realizado por elementos radicales, que han echado al Presidente legítimo por medios anticonstitucionales y empezado a recortar los derechos de las minorías. ¿Podía la FR –se interroga- “cerrar los ojos al destino de millones de sus compatriotas que viven en Ucrania”?. Sólo pretende enviar un mensaje a las autoridades de Kiev para que detengan el rumbo irresponsable emprendido y respeten los sentimientos de todos los ucranianos. Como Lavrov, acusa a Occidente de aplicar un “doble rasero” y pregunta por qué no se puede aplicar en Ucrania el principio de “responsabilidad de protección” como hizo aquél en Yugoslavia, lo que –con razón- tanto me criticó cuando yo estaba de Embajador en Moscú. Aquí se le “ve el plumero” ruso al amigo Igor, porque, de un lado, mientras en Kosovo Slobodan Milosevic realizó actos de genocidio contra la población, los ucranianos de origen o idioma ruso no están siendo perseguidos y, de otro, si el Gobierno ruso quiere lanzar un mensaje al ucraniano, debería hacerlo por la vía diplomática y no a través de blindados y comandos. Señala acertadamente Ivanov las graves consecuencias que puede traer el conflicto para las relaciones entre el Este y el Oeste, y que la FR y la UE, en vez de ser partes de la solución, han terminado por convertirse en partes del problema. Si no se para en seco, la espiral de agresividad puede dañar gravemente las relaciones entre la FR y la UE, y “reducir la eficacia de los esfuerzos conjuntos para hacer frente a las amenazas y desafíos comunes”. Moscú y Bruselas deberían estar interesados en mantener la soberanía, la independencia y la integridad territorial de Ucrania, y en restablecer la ley y el orden en el país. Hay que pasar con urgencia de las acusaciones a la elaboración de fórmulas específicas a través de las cuales –con la colaboración activa y coordinada de Rusia y la UE- se puedan introducir en Ucrania las reformas políticas y económicas necesarias para estabilizar su situación. ¡Amén!. ¡Que así sea!. Ésta es la solución que propugna España: resolver la crisis mediante el diálogo. Esperemos que Putin rechace el referéndum anexionista, que las negociaciones en curso produzcan resultados satisfactorios, que el Vizcaíno envaine su espada, y que su actitud pendenciera quede en un mero “aviso para mareantes” y no pase a mayores Madrid, 11 de Marzo de 2014 .

¿Renovación estratégica de la política exterior española?

¿RENOVACIÓN ESTRATÉGICA DE LA POLÍTICA EXTERIOR ESPAÑOLA? El pasado 24 de Febrero asistí en la Escuela Diplomática a la “puesta de largo” del informe del Real Instituto Elcano con el ambicioso título de “Hacia una renovación estratégica de la política exterior (PE) española: Elementos para conectar mejor el proyecto colectivo del país con el mundo globalizado”, y el loable objetivo de “preparar el camino para los consensos políticos imprescindibles”en PE. Fue presentado con todos los honores por su Presidente, Emilio Lamo de Espinosa, y participaron en el acto el Ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García Margallo, y los ex-Cancilleres Javier Solana y Marcelino Oreja. El estudio carece de la calidad y el rigor a los que nos tiene acostumbrados el Instituto. Resulta demasiado retórico y genérico en sus formulaciones, y poco concreto y específico en sus recomendaciones. Planteamiento general Parte de la afirmación de que acción exterior (AE) y PE son las dos caras de la misma moneda y resultan sinónimas e intercambiables. La AE, sin embargo, es más amplia, pues es el medio por el que se realiza la PE del Estado, y se lleva a cabo primordialmente por el Gobierno y complementariamente por otros sujetos, como instituciones y empresas No comparto la opinión de que el Gobierno deba asumir de manera explícita la pluralidad territorial de España en su proyección internacional y de que su diversidad estructural sea uno de los principales elementos de su PE, o de que la AE de las Comunidades Autónomas sirva para mejor adaptar a España a la globalización y que haya que reducir las posibilidades de que el Gobierno no respete la proyección internacional de aquéllas. La AE de las Comunidades está sujeta a las directrices de PE fijadas por el Gobierno y no podrá invadir las competencias exclusivas del Estado. El estudio, por otra parte, se contradice cuando afirma, de un lado, que el mundo actual es “apolar” y, de otro, que el auge de potencias emergentes está dando lugar a nuevos equilibrios de poder en el sistema internacional. El orbe ha ido pasando del bipolarismo de la guerra fría al monopolarismo de Estados Unidos (US) tras la disolución de la URSS y, de ahí, al multipolarismo –tanto económico como político-, con el protagonismo de actores como US, Rusia, la Unión Europea (UE), China, Japón, India o Brasil. Concuerdo con la clasificación de España como “potencia media con presencia global”, que debe potenciar su protagonismo en un mundo globalizado merced a su calidad de miembro de la Unión. Con sentido realista de sus posibilidades, nuestro país debe “priorizar actuaciones y dedicarles los recursos suficientes”. Es adecuada la descripción de los grandes objetivos estratégicos de la PE: integración europea, democracia, seguridad, competitividad, responsabilidad en materia de derechos humanos y de cooperación internacional, e influencia internacional. .En realidad, se trata más de objetivos globales de la política general del Estado, que de objetivos específicos de su PE. También resulta aceptable el capítulo sobre los instrumentos, medios y sistemas de AE, pero no cabe decir lo mismo del dedicado a los niveles y espacios de actuación, que es francamente decepcionante. Deficiente tratamiento de los espacios de actuación de la PE El Informe aborda los espacios definidos por Francisco Fernández Ordóñez en 1992 -integración europea, proyección iberoamericana, solidaridad mediterránea y vínculo atlántico-, y añade los de Asia-Pacífico y un etéreo “espacio global”. Da un tratamiento insuficiente a la participación de España en las Organizaciones Internacionales -universales, regionales o de integración- .En relación con la UE, no comparto la propuesta de que los Balkanes avancen hacia la adhesión y de que se preserve la perspectiva europea de Turquía. La expansión acelerada de la Unión hacia el Este fue un grave error, pues hay que dar prioridad a la integración sobre la ampliación y requerir el cumplimiento integral de los requisitos de Copenhague para la adhesión, que ni la mayoría de los balcánicos cumple, ni Turquía es previsible que pueda cumplir. Bastaría establecer con ellos estrechas relaciones basadas en la cooperación. La delicada cuestión de Gibraltar es tratada de forma inadecuada. Se resalta “el problema de la vida cotidiana de los ciudadanos a uno y otro lado de la verja”, la necesidad de normalizar la cooperación transfronteriza mediante un nuevo modus vivendi, y la conclusión de un acuerdo que tenga en cuenta los intereses y las aspiraciones de los gibraltareños. Se olvida que lo esencial es el tema de la soberanía de España sobre el Peñón y la integridad territorial de ésta., y no –como pretende Gran Bretaña- el inexistente derecho de los llanitos a la libre determinación. El Informe ha aglutinado en un único espacio al Magreb, al Medio Oriente y al África subsahariana, pese a sus notables diferencias. Apenas dedica unas líneas a Marruecos -por otra parte desacertadas-, porque lo que destaca es el contraste de riqueza con España y la conveniencia de que mejore sus relaciones con Argelia. No dice ni una sola palabra sobre los graves conflictos existentes entre los dos Estados, como las reivindicaciones marroquíes sobre Ceuta, Melilla y otros territorios españoles, la delimitación marítima, la inmigración irregular, el tráfico de hashish o el terrorismo islamista. Respecto al Sahara, España no sólo tiene una responsabilidad histórica, sino también jurídica, ya que no cedió más que la administración de su antigua colonia, que tiene derecho a autodeterminarse. El pueblo saharaui debe decidir libremente en referéndum si opta por su integración en España, su asociación con Marruecos o la independencia. El reino marroquí en un tercero en discordia que ha ocupado el Sahara por la fuerza y no tiene título jurídico alguno sobre el territorio, ni derecho a absorberlo contra la voluntad de sus habitantes. Del África subsahariana apenas se menciona a Guinea Ecuatorial –único país hispano-parlante del continente-, sobre la que España debería velar y guiar hacia la democracia. El tratamiento de Iberoamérica –o América Latina, término que propugna entusiásticamente el Informe- es muy retórico. Mantiene que España debe convertirse en un referente de pensamiento “para que el mundo conozca a la región a través de los ojos españoles”. Sugiere “revigorizar la acción civil y gubernamental en el espacio iberoamericano y avanzar en la concreción de políticas bilaterales eficaces”. Con respecto a Cuba, propone igualmente acompañar su proceso de transformación “con una política específica”. Está muy bien, pero ¿cuáles son estas políticas?. En Asia sólo se recomienda impulsar una relación integral con China que trascienda la dimensión económica, pero, ¿cómo ignorar la falta de democracia y la violación de derechos humanos, y establecer con ella una cordial relación política?. Apenas si se mencionan otros sujetos importantes de la región como Japón, India o –por razones históricas- Filipinas. En el espacio atlántico, se sugiere que España aproveche sus buenas relaciones con US para convertirse en “eje de triangulaciones u otras configuraciones geométricas más complejas”, sobre la base de “los valores e intereses compartidos en las cuatro orillas del Atlántico” (sic). También en el espacio global se recurre a la geometría con la recomendación de “facilitar grandes ejes o triangulaciones en distintos sectores y con diferentes configuraciones” ¿Está claro?. Conclusiones Las conclusiones del Informe son sumamente genéricas y tautológicas, a la par que inconcretas y poco concluyentes: servicio al ciudadano, mejor conexión con el mundo, europeismo inteligente, ambición de presencia e influencia, corresponsabilidad en la generación de bienes públicos globales, innovación y talento, proyección de una imagen sólida y respetada, sistema integrado de instrumentos y actores, reforzamiento del pensamiento propio, y consideración seria de la evaluación de la AE.. Me recuerdan el solemne pronunciamiento de la Constitución de 1812 –la entrañable “Pepa”- de que los españoles están obligados a ser justos y benéficos. Madrid, 3 de Marzo de 2014

¿Se encuentra Ucrania al borde de la guerra civil?

¿SE ENCUENTRA UCRANIA AL BORDE DE LA GUERRA CIVIL? La ocupación durante tres meses por numerosos manifestantes de la Plaza de Maidán en Kiev –rebautizada como “Euro-Maidán”- y de varios edificios públicos trajo en jaque al Gobierno de Víctor Yanukovich, que se vio entre las espada de las reivindicaciones europeistas y la pared del seguidismo pro-ruso. Siguió éste una línea errática entre el palo y la zanahoria, mezclando el uso de la represión policial con las concesiones, hasta que el asalto a la plaza los pasados días 18 y 19 provocó un baño de sangre –“un Tiananmen en el corazón de Europa”, en expresión de Franco Venturini-, más de 80 muertos y centenares de heridos. Merced a la mediación de Alemania, Francia y Polonia, Yanukovich y la oposición alcanzaron el día 21 un acuerdo que ofrecía salida a una crisis, que –según el ex-Presidente Leonid Kravchuk- ha colocado a Ucrania “al borde de la guerra civil”, pero la ulterior destitución del Presidente por el Parlamento (Rada) ha enconado la situación y abierto incógnitas para su solución División de Ucrania en dos mitades Ucrania ha estado históricamente dividida entre un oriente eslavo y un poniente polaco-lituano. De ahí que, pese a haber sido sometida en los últimos siglos al dominio unificador de los zares y de la URSS, se haya encontrado –tras su independencia en 1991- escindida en dos mitades con almas enfrentadas: la parte oriental eslava, ruso-parlante, ortodoxa e industrializada, y la parte occidental latina, ucraniano-parlante, católica y predominantemente rural, constituyendo Kiev el crisol donde confluyen las dos orientaciones. Ello explica los bandazos de su política exterior, en función de la ideología del Presidente de turno: Pro-europea con Kravchuk (1991-1994) y Víctor Yuschenko (2005-2010), y pro-rusa con Leonid Kuchma (1995-2004) y Yanukovich (2010-2014). Las fuerzas están muy igualadas, y unos y otros ganaron por puntos. Así, en la primera vuelta de las elecciones de 2004, Yuschenko obtuvo 39,89% de los votos y Yanukovich 39,32%. En la segunda vuelta, plagada de irregularidades, venció éste, pero –tras la “revolución naranja”- se anularon los comicios y aquél accedió a la presidencia con sólo un 50,99% de apoyo. En las elecciones de 2010, Yanukovich ganó por 47% frente al 43% obtenido por Yulia Timoshenko, a la que hizo condenar a siete años de cárcel por abuso de autoridad. Según una encuesta reciente, el 42% de la población se inclina por la Unión Europea (UE), el 32% por Rusia (FR) y el 26% restante por el N/S-N/C. Existe, sin embargo, un fuerte sentimiento anti-ruso en buena parte del pueblo, que no olvida la masacre de nueve millones de ucranianos provocada por Josef Stalin en 1932 y 1933. Quizás para compensar este genocidio, el ucraniano Nikita Kruschev cedió Crimea a Ucrania en 1954 al acceder a la jefatura del Gobierno soviético. Como ha observado Georges Fridman, este país es tan importante para la FR como Escocia para Gran Bretaña o Texas para Estados Unidos, por lo que Rusia ha seguido con especial preocupación el desarrollo de los acontecimientos. Cuando Yuschenko anunció en 2006 que no renovaría el Tratado por el que se arrendaba a la FR la base naval de Sebastopol, Vladimir Putin interrumpió el suministro energético ruso y, cuando -dos años más tarde- aceptó la invitación de la OTAN y estableció una Comisión negociadora para integrarse en la Alianza junto con Georgia, el Kremlin estimó que se había cruzado la “línea roja”, invadió Osetia del Sur y amenazó a Yuschenko con represalias. Con la victoria de Yanukovich en 2010, las aguas volvieron a su cauce, al retirar éste la petición de ingreso en la OTAN y prorrogar hasta 2042 el Tratado por el que se cedía a la flota rusa la base de Crimea. Se restableció el suministro de gas y petróleo rusos, y se potenciaron las relaciones económicas entre los dos países. Yanukovich dio un paso más al suspender las negociaciones con la UE para concertar un Acuerdo de Asociación. Como ha señalado José Antonio Zorrilla, la Unión llegó con un “dossier” administrativo a un territorio que estaba en los límites de su mundo y trató de competir con un Estado nación de verdad, para el que esa tierra era central en lo histórico, lo estratégico, lo económico y lo simbólico. Le ofreció “sangre, sudor y lágrimas” a cambio de una simple asociación –ni siquiera integración-, mientras la FR le ofrecía el apoyo a su industria, 30% de rebaja en el precio del gas y una donación de $15.000 millones. No le falta razón al colega en su crítica a la UE, pero pasa por alto el sentimiento anti-ruso de una importante parte de la población -aumentado por la práctica de chantaje económico seguida por la FR- y su deseo de más Europa y menos Rusia. La FR presionó a Ucrania para que no firmara el Acuerdo ofreciéndole “el oro -gas- y el moro”, y amenazándola con una nueva suspensión del suministro de gas y la supresión del régimen preferencial arancelario. Putin tiene argumentos de peso para objetar la expansión de la OTAN hacia sus fronteras y su base de Sebastopol –único punto de acceso de su flota al Mar Mediterráneo-, pero carece de ellos para oponerse a una apertura económica de Ucrania hacia la Unión. Reacción a la negativa del Gobierno a firmar un Acuerdo de Asociación con la UE Fue precisamente la negativa de Yanukovich a firmar el Acuerdo de Asociación lo que provocó el inicio de las protestas y ocupaciones, que aumentaron, se radicalizaron y llevaron a los enfrentamientos y a las matanzas en la plaza de Maidán. Según Hery Kamen, la acción en la calle con protestas violentas como medio de presión es antidemocrática, y la ley de la calle sólo conduce a la anarquía, a la sangre y a un Gobierno militar. Esta predicción ha estado a punto de cumplirse en Ucrania. Las manifestaciones ejemplares contra la política del Gobierno hacia la UE se le fueron de la mano a la oposición democrática y cayeron bajo el control de elementos ultranacionalistas, quienes recurrieron a la violencia y exigieron la expulsión de Yanukovich. Su Gobierno contribuyó al empeoramiento de la situación con el uso indiscriminado de la violencia policial, la adopción de normas restrictivas del derecho a manifestarse y la amenaza de declarar el Estado de emergencia. Yanukovich perdió el control al extenderse las revueltas a las regiones de Lvov, Ibano-Frankisvk, Ternopil y Khmeknitsky, que se declararon en rebeldía. Sus concesiones de destituir al Gobierno de Mikola Azarov, ofrecer puestos en el Gobierno a los líderes de la oposición y derogar las normas restrictivas para manifestarse fueron consideradas insuficientes. ¿Es viable la superación del conflicto? La UE decidió mediar a través de los Ministros de Exteriores de Alemania, Francia y Polonia, que negociaron con Yanukovich conforme a la “hoja de ruta” fijada por José Manuel Durao Barroso: formación de un Gobierno de transición, elecciones y reforma constitucional. El día 21, Yanukovich y la oposición lograron un acuerdo para la formación en diez días de un Gobierno de unidad nacional, la adopción en 24 horas de una ley que restableciera la Constitución de 2004, y la celebración de elecciones antes de Diciembre. Gobierno y oposición se comprometieron a renunciar a la violencia, éste a no decretar el Estado de emergencia, y aquélla a retirarse de los edificios ocupados y de las calles, y a entregar las armas. El acuerdo fue avalado por Laurent Fabius, Frank Steinmeier y Radoslaw Sikorski -aunque no por el Representante Especial de la FR, Vladimir Lukin-, y aceptado por el Consejo Civil de Maidán. Al día siguiente, sin embargo, la Rada destituyó a Yanukovich y adelantó las elecciones presidenciales al 25 de Mayo. El defenestrado se refugió en Jarkov – a la par que de su cárcel salía Timoshenko-, denunció la realización de un golpe de Estado y se negó a dejar el poder. El Ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, ha condenado la actuación de la Rada y acusado a la oposición de estar al servicio de “terroristas”. El Presidente interino, Alexander Turchinov, ha anunciado un acercamiento a la UE y el mantenimiento de buenas relaciones con la FR. El Ministerio de Defensa ha garantizado que “las fuerzas armadas de Ucrania no se involucrarán en el conflicto político”.Como en el episodio del combate entre Don Quijote y el Vizcaíno, siguen “las espadas en alto”. Madrid, 25 de Febrero de 2014

martes, 4 de marzo de 2014

Agridulces relaciones de Rusia con la OTAN

AGRIDULCES RELACIONES DE RUSIA CON LA OTAN A primeros de mes asistí en el CESEDEN a una conferencia del Embajador de la Federación de Rusia (FR) en España, Yuri Korchagin, sobre “Política exterior de la Federación Rusa y su relación con la OTAN”.En un impecable castellano, con un leve deje porteño, el colega ruso expuso la posición de su país con respecto a la Alianza. Colaboración entre Rusia y la OTAN En 1989 cayó el muro de Berlín, que provocó la reunificación de Alemania, y preludió la desintegración de la URSS y la disolución del Pacto de Varsovia dos años más tarde. La OTAN, sin embargo, no se disolvió, pese a haber desaparecido –a juicio de Korchagin- el peligro contra el que fue creada. Se quedó, no obstante, sin punto de referencia,”à la recherche de l’énemi perdu”, y tuvo que reinventarse y buscar una nueva identidad. La Alianza se globalizó y, a partir de 1999, asumió “labores de gestión de crisis” fuera del ámbito geográfico fijado por el Tratado de Washington.. Esta universalización se plasmó en 2010 en la adopción por la Cumbre de Lisboa de un nuevo Concepto Estratégico, conforme al cual la OTAN debía estar dispuesta a desplegar fuerzas militares dónde y cuándo fuera requerido para su seguridad, y a ayudar a garantizar la seguridad común de sus socios alrededor del globo, por lo que –en opinión de Félix Arteaga- podría intervenir en cualquier situación y lugar donde el Consejo Atlántico considerara que estaba en riesgo su seguridad. Esta transformación gradual generó –amén de malestar y desconfianza- la oposición de la FR a que la Alianza actuara fuera de su ámbito regional. Aún más, a pesar de las garantías verbales dadas a Mijail Gorvachov de que la OTAN se mantendría en sus límites geográficos y no se extendería a los territorios hasta entonces sometidos a la influencia de la URSS, Estados Unidos decidió impulsar su expansión hacia las fronteras rusas. La FR había aceptado con pragmatismo que la Alianza “estaba aquí para quedarse”, y Boris Yeltsin firmó en 1997 el Acta Fundacional sobre Relaciones de Seguridad y Cooperación Mutuas entre la OTAN y la FR, por la que ambas se comprometían a construir juntas una paz duradera, basada en los principios de democracia, seguridad y cooperación, y a desarrollar una asociación estable sobre la base del interés común, la reciprocidad y la transparencia. Se creó un Consejo Conjunto Permanente, sustituido más tarde por el Consejo OTAN-Rusia (COR), mecanismo para la consulta, la cooperación y la toma en común de decisiones. En 1998 la Federación estableció una Misión Permanente ante la OTAN en Bruselas. Surgieron numerosos enfrentamientos y divergencias entre la FR y la Alianza, pero su colaboración se consolidó en la Cumbre de Lisboa, en la que ambas reconocieron que su seguridad era indivisible y estaba interconectada, y apoyaron el establecimiento de una asociación estratégica basada en la confianza recíproca, la transparencia y la previsibilidad, con el fin de contribuir a la construcción de “un espacio común de paz, seguridad y estabilidad” en la zona euro-atlántica. Se comprometieron a revitalizar el régimen del control de armas convencionales, a respaldar el nuevo Tratado START y a crear condiciones favorables a un mundo sin armas nucleares. Asumieron asimismo compromisos concretos sobre el fin del conflicto en Afganistán, el narcotráfico en dicho país y en Pakistán, el terrorismo y la piratería. Objeciones rusas a la universalización y ampliación de la OTAN La FR no cejó, sin embargo, en su empeño de acabar con la OTAN o, al menos, de disminuir su capacidad operativa. A tales efectos, Dimitri Medvedev sugirió en 2008 la creación de un sistema de seguridad colectiva que eliminara las líneas divisorias producidas por las ampliaciones de la OTAN, y propuso un Tratado de Seguridad Colectiva para Europa, par velar por la seguridad común en el espacio euro-atlántico, al que deberían incorporarse no sólo los Estados de la región, sino también la Alianza, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva e incluso la OSCE. La FR consiguió en 2010 que, en su Cumbre de Astana, la OSCE preconizara una comunidad euro-atlántica, que se extendiera de Vancouver a Vladivostock. Los miembros de la OTAN se opusieron a esta propuesta, por implicar el nacimiento de una nueva organización excesivamente fluida y poco efectiva, que diluiría la Alianza e imposibilitaría su ampliación y fortalecimiento. Teniendo a ésta en el punto de mira, la Cumbre declaró que ningún Estado, grupo de Estados u Organización podía tener responsabilidad preeminente para mantener la paz y la estabilidad en la zona de la OSCE, ni considerar una parte de ella como su esfera de influencia. La FR objetaba la universalización y la ampliación de la OTAN, por lo que se oponía, de un lado, a su intervención fuera de su ámbito regional y, de otro, a su expansión hacia las fronteras rusas. Toleró el ingreso en 1999 de Hungría, Polonia y la República Checa, pero criticó con firmeza la incorporación en 2004 de las Repúblicas Bálticas, que habían formado parte de la URSS. Cuando con la invitación a Georgia y a Ucrania en 2008 la OTAN cruzó la “línea roja” marcada por el Kremlin, Vladimir Putin lo consideró totalmente inaceptable. El Ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, afirmó que la admisión de estos países retrotraería las relaciones a los tiempos de la guerra fría, y que no se podía aumentar la seguridad de un Estado a costa de la de otros. Según el Embajador Korchagin, los nuevos miembros pedían medios de defensa suplementarios, y su concesión suponía una ruptura del equilibrio, un aumento de la tensión y una amenaza para la Federación. Esta tensa situación culminó con la invasión rusa de Georgia y el reconocimiento de la independencia de las provincias georgianas de Abjazia y de Osetia del Sur. La sangre no llegó, en cambio, al Mar Negro porque, tras ganar las elecciones presidenciales en 2010, el pro-ruso Victor Yanukovich retiró la petición de ingreso en la Alianza y prorrogó hasta 2042 el Tratado que permitía la presencia de la flota rusa en su base naval de Crimea. La tensión resurgió recientemente cuando el Gobierno ucraniano se negó a firmar el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, boicoteado por Putin, que ha recuperado los resabios imperialistas de una gran potencia venida a menos y no tolera la presencia occidental, sea militar o económica, en su patio trasero. Divergencias sobre los sistemas de defensa antimisiles Otro gran agravio ruso se refiere al funcionamiento de los sistemas de defensa antimisiles. Estados Unidos firmó en 2008 sendos tratados con Polonia y la República Checa para crear un escudo de defensa contra misiles procedentes de países problemáticos como Irán o Corea del Norte, pero la FR estimó que iba dirigido contra ella y amenazó con represalias. Ante la actitud contemporizadora de Medvedev, Barack Obama congeló el proyecto y la Cumbre de Lisboa encomendó al COR la búsqueda de fórmulas de colaboración en la materia, que parece poco viable se hallen ante lo enfrentado de las posiciones. La OTAN propone sendos sistemas autónomos que funcionen de manera coordinada, mientras que la FR propugna un sistema europeo único, que unifique la toma de decisiones y la capacidad antimisiles de ambas partes. La Alianza ha cambiado sus planes y va a instalar la punta de lanza de su escudo en la base de Rota, a la que acaba de llegar el destructor “USS Donald Cook”, primero de los cuatro a los que se encomendará la misión disuasoria a partir de 2015. Korchagin señaló que la OTAN se había negado a dar garantías por escrito de que el sistema no iba dirigido contra la FR y, a la pregunta de si ésta tomaría represalias por ello, contestó que, aunque era un acto inamistoso, la FR y la OTAN no eran enemigos. Los temas de interés común –lucha contra el terrorismo, el narcotráfico, la piratería, la proliferación de armas de destrucción masiva, los ciber-ataques, el radicalismo islamista…- son, a mi juicio, superiores a las divergencias y, pese a que subsista cierta desconfianza, ambas están obligadas a entenderse y a seguir la senda de la cooperación en beneficio mutuo. . Madrid,18 de Febrero de 2014.