martes, 4 de marzo de 2014

Agridulces relaciones de Rusia con la OTAN

AGRIDULCES RELACIONES DE RUSIA CON LA OTAN A primeros de mes asistí en el CESEDEN a una conferencia del Embajador de la Federación de Rusia (FR) en España, Yuri Korchagin, sobre “Política exterior de la Federación Rusa y su relación con la OTAN”.En un impecable castellano, con un leve deje porteño, el colega ruso expuso la posición de su país con respecto a la Alianza. Colaboración entre Rusia y la OTAN En 1989 cayó el muro de Berlín, que provocó la reunificación de Alemania, y preludió la desintegración de la URSS y la disolución del Pacto de Varsovia dos años más tarde. La OTAN, sin embargo, no se disolvió, pese a haber desaparecido –a juicio de Korchagin- el peligro contra el que fue creada. Se quedó, no obstante, sin punto de referencia,”à la recherche de l’énemi perdu”, y tuvo que reinventarse y buscar una nueva identidad. La Alianza se globalizó y, a partir de 1999, asumió “labores de gestión de crisis” fuera del ámbito geográfico fijado por el Tratado de Washington.. Esta universalización se plasmó en 2010 en la adopción por la Cumbre de Lisboa de un nuevo Concepto Estratégico, conforme al cual la OTAN debía estar dispuesta a desplegar fuerzas militares dónde y cuándo fuera requerido para su seguridad, y a ayudar a garantizar la seguridad común de sus socios alrededor del globo, por lo que –en opinión de Félix Arteaga- podría intervenir en cualquier situación y lugar donde el Consejo Atlántico considerara que estaba en riesgo su seguridad. Esta transformación gradual generó –amén de malestar y desconfianza- la oposición de la FR a que la Alianza actuara fuera de su ámbito regional. Aún más, a pesar de las garantías verbales dadas a Mijail Gorvachov de que la OTAN se mantendría en sus límites geográficos y no se extendería a los territorios hasta entonces sometidos a la influencia de la URSS, Estados Unidos decidió impulsar su expansión hacia las fronteras rusas. La FR había aceptado con pragmatismo que la Alianza “estaba aquí para quedarse”, y Boris Yeltsin firmó en 1997 el Acta Fundacional sobre Relaciones de Seguridad y Cooperación Mutuas entre la OTAN y la FR, por la que ambas se comprometían a construir juntas una paz duradera, basada en los principios de democracia, seguridad y cooperación, y a desarrollar una asociación estable sobre la base del interés común, la reciprocidad y la transparencia. Se creó un Consejo Conjunto Permanente, sustituido más tarde por el Consejo OTAN-Rusia (COR), mecanismo para la consulta, la cooperación y la toma en común de decisiones. En 1998 la Federación estableció una Misión Permanente ante la OTAN en Bruselas. Surgieron numerosos enfrentamientos y divergencias entre la FR y la Alianza, pero su colaboración se consolidó en la Cumbre de Lisboa, en la que ambas reconocieron que su seguridad era indivisible y estaba interconectada, y apoyaron el establecimiento de una asociación estratégica basada en la confianza recíproca, la transparencia y la previsibilidad, con el fin de contribuir a la construcción de “un espacio común de paz, seguridad y estabilidad” en la zona euro-atlántica. Se comprometieron a revitalizar el régimen del control de armas convencionales, a respaldar el nuevo Tratado START y a crear condiciones favorables a un mundo sin armas nucleares. Asumieron asimismo compromisos concretos sobre el fin del conflicto en Afganistán, el narcotráfico en dicho país y en Pakistán, el terrorismo y la piratería. Objeciones rusas a la universalización y ampliación de la OTAN La FR no cejó, sin embargo, en su empeño de acabar con la OTAN o, al menos, de disminuir su capacidad operativa. A tales efectos, Dimitri Medvedev sugirió en 2008 la creación de un sistema de seguridad colectiva que eliminara las líneas divisorias producidas por las ampliaciones de la OTAN, y propuso un Tratado de Seguridad Colectiva para Europa, par velar por la seguridad común en el espacio euro-atlántico, al que deberían incorporarse no sólo los Estados de la región, sino también la Alianza, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva e incluso la OSCE. La FR consiguió en 2010 que, en su Cumbre de Astana, la OSCE preconizara una comunidad euro-atlántica, que se extendiera de Vancouver a Vladivostock. Los miembros de la OTAN se opusieron a esta propuesta, por implicar el nacimiento de una nueva organización excesivamente fluida y poco efectiva, que diluiría la Alianza e imposibilitaría su ampliación y fortalecimiento. Teniendo a ésta en el punto de mira, la Cumbre declaró que ningún Estado, grupo de Estados u Organización podía tener responsabilidad preeminente para mantener la paz y la estabilidad en la zona de la OSCE, ni considerar una parte de ella como su esfera de influencia. La FR objetaba la universalización y la ampliación de la OTAN, por lo que se oponía, de un lado, a su intervención fuera de su ámbito regional y, de otro, a su expansión hacia las fronteras rusas. Toleró el ingreso en 1999 de Hungría, Polonia y la República Checa, pero criticó con firmeza la incorporación en 2004 de las Repúblicas Bálticas, que habían formado parte de la URSS. Cuando con la invitación a Georgia y a Ucrania en 2008 la OTAN cruzó la “línea roja” marcada por el Kremlin, Vladimir Putin lo consideró totalmente inaceptable. El Ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, afirmó que la admisión de estos países retrotraería las relaciones a los tiempos de la guerra fría, y que no se podía aumentar la seguridad de un Estado a costa de la de otros. Según el Embajador Korchagin, los nuevos miembros pedían medios de defensa suplementarios, y su concesión suponía una ruptura del equilibrio, un aumento de la tensión y una amenaza para la Federación. Esta tensa situación culminó con la invasión rusa de Georgia y el reconocimiento de la independencia de las provincias georgianas de Abjazia y de Osetia del Sur. La sangre no llegó, en cambio, al Mar Negro porque, tras ganar las elecciones presidenciales en 2010, el pro-ruso Victor Yanukovich retiró la petición de ingreso en la Alianza y prorrogó hasta 2042 el Tratado que permitía la presencia de la flota rusa en su base naval de Crimea. La tensión resurgió recientemente cuando el Gobierno ucraniano se negó a firmar el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, boicoteado por Putin, que ha recuperado los resabios imperialistas de una gran potencia venida a menos y no tolera la presencia occidental, sea militar o económica, en su patio trasero. Divergencias sobre los sistemas de defensa antimisiles Otro gran agravio ruso se refiere al funcionamiento de los sistemas de defensa antimisiles. Estados Unidos firmó en 2008 sendos tratados con Polonia y la República Checa para crear un escudo de defensa contra misiles procedentes de países problemáticos como Irán o Corea del Norte, pero la FR estimó que iba dirigido contra ella y amenazó con represalias. Ante la actitud contemporizadora de Medvedev, Barack Obama congeló el proyecto y la Cumbre de Lisboa encomendó al COR la búsqueda de fórmulas de colaboración en la materia, que parece poco viable se hallen ante lo enfrentado de las posiciones. La OTAN propone sendos sistemas autónomos que funcionen de manera coordinada, mientras que la FR propugna un sistema europeo único, que unifique la toma de decisiones y la capacidad antimisiles de ambas partes. La Alianza ha cambiado sus planes y va a instalar la punta de lanza de su escudo en la base de Rota, a la que acaba de llegar el destructor “USS Donald Cook”, primero de los cuatro a los que se encomendará la misión disuasoria a partir de 2015. Korchagin señaló que la OTAN se había negado a dar garantías por escrito de que el sistema no iba dirigido contra la FR y, a la pregunta de si ésta tomaría represalias por ello, contestó que, aunque era un acto inamistoso, la FR y la OTAN no eran enemigos. Los temas de interés común –lucha contra el terrorismo, el narcotráfico, la piratería, la proliferación de armas de destrucción masiva, los ciber-ataques, el radicalismo islamista…- son, a mi juicio, superiores a las divergencias y, pese a que subsista cierta desconfianza, ambas están obligadas a entenderse y a seguir la senda de la cooperación en beneficio mutuo. . Madrid,18 de Febrero de 2014.

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