LA CAPITIDIMINUCIÓN DE ESPAÑA, SEGÚN EL DOCTOR SÁNCHEZ
La
facundia y volubilidad de Pedro Sánchez ha dejado de sorprendernos. Sin pudor
alguno, un día mantiene una cosa y al siguiente la contraria, según considere
qué le conviene más para conseguir su primordial objetivo de conservar el poder
a cualquier precio. Ahora ha vuelto a uno de sus temas predilectos que había
quedado en barbecho por mor de la campaña electoral, en la que su
gurú, Iván Redondo, le ha aconsejado jugar la carta del patriotismo constitucional
y envolverse en la bandera nacional: el plurinacionalismo o la consideración.
del Estado español –España se ha visto capitidiminuida y ha bajado un grado en
la jerarquía constitucional- como una “Nación de Naciones”.
Según
ha publicado el diario “ABC”, Pedro Sánchez
ha declarado en un desayuno informativo que había que vivir con normalidad el
hecho de que España es un país complejo, “formado
por España, Cataluña,, Galicia y el País Vasco”. Aparte de la tautología de
que España está formada por España, semejante afirmación carece de fundamento
histórico y jurídico. No ha explicitado el Presidente en funciones si la Nación
de Cataluña se extiende a los Países Catalanes -como pretende el nacionalismo y
comprende la Comunidad Valenciana y las Islas Baleares, o si en la Nación Vasca
se incluyen el antiguo reino de Navarra y los departamentos franceses en los
que se habla el vascuence. ¿Acaso no sería también una Nación Andalucía, que
celebró su referéndum de autodeterminación para demostrar que no era menos que Cataluña,
Galicia o el País Vasco? ¿Tendrán los canarios que reinventar el guanche -como
se hizo con el euskera- para que las Islas Afortunadas puedan entrar en el el
exclusivo club “Nacionalista” de Pedro Sánchez?
Asimismo
ha afirmado el Dr.Sánchez –alumno aventajado de los acreditados
constitucionalistas José Luis Rodríguez Zapatero y Carmen Calvo- que la Nación no se identifica con el Estado, sino que en un
Estado pueden compartirse diversas identidades nacionales. En esto lleva razón,
dado que en un Estado-Nación caben otras “identidales nacionales”, naciones
culturales o “nacionalidades”, como reconoce la Constitución española en su artículo 2. “La Constitución se fundamenta en la
indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos
los españoles y reconoce y garantiza el
derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran”.
Las “ identidades nacionales” a
las que Sánchez hace referencia no son otras que las “nacionalidades” que
reconoce la Carta Magna..
Según
reconoció el Tribunal Constitucional en su sentencia de 2010 sobre el Estatuto
de Cataluña, de la nación podía hablarse como una realidad cultural, histórica,
lingüística, sociológica y hasta
religiosa, pero lo relevante en ella era su sentido
jurídico-constitucional y, en este específico sentido, la Constitución no reconocía más Nación que la española y el término no
podía referirse a otro conjunto que no fuera el pueblo español, titular de la
soberanía. De ahí que declarara anticonstitucional la afirmación del Estatuto
de que Cataluña era una Nación y de que su soberanía residía en el pueblo
catalán.
Como
señaló en su día el experto del PSOE en cuestiones autonómicas, Pachi López,
Sánchez no tenía la más remota idea de lo que era una nación y ,mezclaba conceptos diversos como nacionalismo,
plurinacionalismo, federación, confederación, derecho a decidir y
autodetermninación. Pese a su cacao mental, no sólo ha encontrado la solución
al problema catalán con la la fórmula de la “Nación de Naciones”, sino que
también ha conseguido al fin identificar
cuáles son las Naciones que se integran
en la Nación española, a la que habrá que encontrar otro nombre, dado que
España ´formada por las restantes Comunidades Autónomas- ha quedado degradada a
la categoría de una Nación más dentro de la Supernación española..
Sin embargo
-como ha observado Xosé Núñez Xeijas-, el titular de la soberanía no puede
contener otros titulares porque la soberanía es indivisible. La “Nación de
Naciones” significa en la práctica que en España hay territorios con
particularidades histórico-culturales que quizás en el pasado merecieron ser
naciones, pero que no lo són en el presente. Eñ reconocimiento a Cataluña, al
País Vasco o a Galicia de la condición de Nación, lleva aparejado el derecho de
cada uno de ellos a decidir, el ejercicio de la libre determinación y la
eventual opción por la independencia.
Para
Santiago Muñoz Machado, el plurinacionalismo puede entenderse como una
manifestación ideológica, cultural o político-jurídica.
Según esta última versión, España sería una “Nación de de Naciones”, pero este
modelo sólo cabría dentro de una
confederación y no de una federación, como mantiene el PSOE. Se trata de una
propuesta sin sentido ni porvenir y los promotores del alboroto
plurinacionalista no se han parado un minuto en pensar lo que han dicho, pues
no han tomado en serio la Constitución.
El
tñermino “Nación de Naciones” fue urilizado por primera vez en 1952 por el
socilaista castellano exiliado en Méjico, Anselmo Carretero, en su obra “Las nacionalidades de España”,que sirvió
de ionspiración a los aurtores de la Vonstitucoón de 1978. Carretero defendía
la idea de un Estado Federal igualitario basado en las regiones históricas,
psero rechazaba la cereación de un Estado plurinacional, “porque Es`paña no era Yugoslavia”. En España existía una Nación
política y varias naciones culturales o “nacionalidades”. Sánchez podría
aprender de su correligionario y librarnos de sus peligrosas ocurrencias. El
problema del PSOE es que ha sido vampirizado por el PSC de Miquel Iceta y
Maritxell Batet, que es más nacionalista que socialista y está actuando como el
“tonto útil” del separatismo.
Una vez abierto
el melón de la autodeterminación, habría que fijar en qué territorios se puede
ejercer. Según la famosa sentencia del Tribunal Constitucional de Canadá –a la
que los nacionalistas catalanes han recurrido para justificar su derecho a la
secesión de España- no existe un derecho automático de Quebec a separarse de
Canadá sin que se abra un proceso de negociación con el Gobierno federal y se tengan
en cuenta los intereses generales del Estado, de los restantes territorios y de
las minorías. Pero, si Canada podía partirse –siempre que se cumplieran los
requisitos establecidos por el Tribuna-l, también lo era Quebec o cualquier
otra provincia canadiense.
“Mutatis msutsndis”, si España se podía
dividir, lo mismo podría ocurrir con Cataluña. ¿Podrían constituir una nación
el valle de Arán, el Alto Ampurdán o el área de Tortosa? No parece que los
nacionalistas estén por la labor de llevar hasta ese extremo el derecho a la
libre determinación. La extravagancia y las incongruencias de la posición del
independentismo catalán se han puesto de manifiesto de forma caricaturesca con
el caso de “Tabarnia”, cuyos
promotores han reclamado –medio en serio y medio en broma- su derecho a la
autodeterminación para crear una nación virtual y separarse de ·”Tractoria”, la Cataluña rural y
bucólica, decididamente partidaria de separarse de España. Esta “boutade”ha pillado con el pie cambiado a
los separatistas, que han visto reflejada su propia imagen en el espejo “tabarnés” y ha puesto de manifiesto que
el humor es el mejor antídoto contra la estupidez humana.
Los
políticos deben tener sumo cuidado con los términos que se emplean en un tema
tan delicado como el catalán, pues las palabras las carga el diablo –que es sin
duda nacionalista-´y. aunque la “Nación de Naciones“ se vista de seda, nación
se queda. Por mucho que se la adorne con ropajes sentimentales o culturales, la
nación seguirá manteniendo la impronta político-jurídica a la que se refería el
Tribunal Constitucional. La nación busca por inercia de convertirse en Estado y
–por muchos trampantojos a los que el PSC y el PSOE recurran- si se reconoce
que Cataluña –o Galicia o el País Vasco- es una Nación con mayúscula -aunque
sea en el marco del Estado Español-, se deberá permitir a sus ciudadanos que
ejerzan el derecho a decidir y a pronunciarse eventualmente por la
independencia de su Nación, sin necesidad de tener en cuenta la opinión de los demás
nacionales de lo que antes se llamaba España. No se puede jugar frívolamente
con el futuro de la actual España desde una ignorancia constitucional supina y
capitidiminuir a la primera Nación que surgió en Europa.
Madarid, 11 de octubre de 2019
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