UNA FRANCIA POLÍTICAMENTE DESCOYUNTADA OFRECE UN RESPIRO A EUROPA
El pasado 23 de Abril, se celebró en Francia la primera vuelta de las elecciones presidenciales con una participación del 78.69% del electorado, que supone un 0.79% menos que en las elecciones de 2012, aunque es un 5.08% inferior a las de 2007 -83.77% en la primera vuelta y 83.97% en la segunda-. Se recogieron 582.183 votos nulos. Resultaron ganadores y pasarán a la segunda vuelta el fundador del movimiento "En Marcha", Emmanuel Macron, y la Presidenta del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen. Los comicios se han celebrado en un ambiente de gran expectación y temor por estar en juego el futuro de la Unión Europea (UE), ya que dos de los candidatos con posibilidades de ganar las elecciones -la propia Le Pen y y el izquierdita "podemita" Jean-Luc Mélenchón- habían hecho gala de su euroescepticismo y se pronunciaron por la celebración de un referéndum para preguntar al pueblo francés sobre la eventual retirada de Francia de la Unión. Un suspiro de alivio se ha escuchado en las cuatro esquinas de Europa.
Candidatos a las elecciones
Once personalidades políticas lograron reunir las 500 firmas de cargos políticos requeridas para poder presentarse a las elecciones presidenciales, si bien seis de ellos eran candidatos marginales sin posibilidad de superar el 5% de los votos expresados: el socialistas de izquierdas, Benoit Hamon, del Partido en el Gobierno (PSF), el republicano François Fillon, la presidenta del FN Marine Le Pen, el líder centrista de "En Marcha" Emmanuel Macron, el representante de la "Izquierda Insumisa" Jean-Luc Mélenchon, la izquierdista Natalie Arthaud por "Lucha Obrera", el izquierdista Philippe Pouton del "Nuevo Partido Anticapitalista", el ecologista Jean Lassalle del movimiento "Registramos", el conservador antieuropeísta Nicolas Dupont-Aignan de "Francia de pie" y el antisistema de derechas Jacques Cheminade por "Solidaridad y Progreso". Los seis últimos no pasaron el "corte" del 5%, aunque Dupont-Aignan estuvo a punto de lograrlo al conseguir un 4.8%
Según los sondeos, cuatro de los candidatos estaban en "empate técnico" y podían llegar a la final: 23.6% Macron, 23.3% Le Pen, 19% Fillon y 18% Mélenchon. Durante la campaña electoral, Macron se mantuvo, Fillon continuó bajando "ma non troppo", Le Pen no respondió las expectativas -había llegado a contar con un 27% de intención de voto-, Mélenchon siguió subiendo tras una destacada campaña y Hamon consumó el desplome del PSF. Los resultados han sido los siguientes: Macron 24.01%, Le Pen 21.30%, Fillon 20.01%, Mélenchon 19.58%, Hamon 6.36% y Dupont-Aignan 4.8%. Tras los resultados en los Países Bajos, parece haberse detenido el efecto-dominó populista y, aunque 44% de los electores franceses han votado por candidatos antieuropeístas -según el Pew Research Center, Francia cuenta con 58% de euroescépticos-, la mayoría ha respaldado una Francia abierta y europea, y dado por el momento la victoria a Macron, que ha hecho una campaña abiertamente favorable a la UE, sin hacer guiños ni concesiones al populismo, como tuvo que hacer Mark Rutte en Holanda. Fillon ha asumido su fracaso y ha renunciado a la presidencia del Partido Republicano -"No tengo legitimidad para librar esta batalla con vosotros"-. Su gran error ha sido empecinarse egoistamente en la carrera presidencial en vez de hacerse a un lado y dar paso a un candidato republicano con maoes posibilidades de gtriunfo. Hanon ha reconocido que el electorado francés había infligido a su partido una "sanción histórica". Ambos líderes han recomendado a sus seguidores que se voten por Macron en la segunda vuelta, que se celebrará el 7 de Mayo. Asimismo, el Presidente de la República François Hollande, el empresariado, el principal sindicato CFDT y hasta Zinedine Zidane han recomendado el voto a favor del centrista Macron.
Reflexiones sobre el resultado de las elecciones
El resultado de las elecciones ha supuesto un vuelco notable en las "mores" políticas francesas. Por primera vez desde el acceso de Charles De Gaulle al Gobierno, los candidatos del gaullismo republicano y de la socialdemocracia -que se han alternado en el poder en los últimos años- se han visto excluidos de la segunda vuelta, y han sido elegidos los representantes de un movimiento centrista y posibilista sin implantación territorial y del populismo frentenacionalista. Como ha observado Alfonso Basallo, la dialéctica izquierda-derecha ha sido sustituida por la de globalización-soberanismo. Asimismo, las dos fuerzas principales del espectro político han sido reemplazadas a diestra y a siniestra. De un lado, el izquierdismo antisistema y "chavesiano" de Mélenchon ha triplicado en número de votos a la socialdemocracia oficialista de Hanon y se ha quedado a menos de dos puntos de pasar a la final. De otro, el republicanismo gaullista de Fillon -candidato favorito a lograr la poltrona presidencias tras haber ganado en las primarias a pesos pesados como Nicolas Sarkozy y Alain Juppé- ha caído en la miseria tras haber sido imputado por malversación y apropiación indebida, al conocerse el abono de sumas sustanciosas a su mujer y a sus hijos por trabajos no realizados. Cabe matizar, aunque el "Fillongate" ha tenido efectos adversos para el candidato, no ha sido tanto la corrupción la que ha hundido a Fillon, como su moralismo hipócrita de "haced lo que yo diga y no lo que yo haga". Prometió mejorar la situación económica de Francia con una política de recortes y sacrificios -entre los que figuraban la supresión de medio millón de funcionarios públicos, la eliminación de la jornada de 35 horas y el aumento de la jubilación a los 65 años-, mientras él dilapidaba los caudales públicos en beneficio de su familia.
Es curioso que ganaron los dos candidatos que no fueron elegidos en primarias y salieron malparados los que fueron escogidos en las mismas. Como ha señalado Javier Redondo, las primarias son "una máquina de matar ideas e impedir gobernar" y se han convertido en el artefacto encargado de la voladura de los dos grandes partidos franceses. ¡Aviso a los navegantes españoles!. En un ambiente de desencanto y frustración con los partidos tradicionales, y de insatisfacción ciudadana por la crisis económica, los excesos de la inmigración y los atentados yihadistas, los electores se han inclinado por partidos transversales que pescan votos en los caladeros de la derecha y de la izquierda. También han manifestado su deseo de rejuvenecer el liderazgo político al elegir a unos dirigentes de 38 años -Macron- y de 49 -Le Pen-, ambos con escasa experiencia política. Ha prevalecido el sentimiento de "dégagisme" y de la necesidad de recambio del personal gobernante: ¡Que se vayan todos los políticos "carcas"!. En cualquier caso, se ha producido una fractura de la sociedad francesa, al igual que en Gran Bretaña y Estados Unidos tras el "Brexit" y la elección de Donald Trump.
A Macron se le ha criticado su credo "lampedusiano" -cambiar todo, para que todo siga igual- y se le ha calificado de "Monsieur en mëme temps" -Señor al mismo tiempo- por su indefinición. Basallo lo ha definido como un producto de diseño entre Rivera y Rajoy y el profesor Francisco José Contreras como "un gestor sin ideología". ¿Quién sabe lo que realmente piensa y la política que seguirá si alcanza la presidencia?.Él alega que -como su inspirador De Gaulle- ha cogido lo mejor de la izquierda y lo mejor de la derecha, e incluso lo mejor del centro, pero carece de un programa definido, aunque sean innegables su apoyo al liberalismo económico, su oposición al proteccionismo y al nacionalismo populista, y su respaldo a la UE. Las primeras palabras a sus seguidores tras conocerse los resultados fueron "en vuestro nombre, llevaré la voz de la esperanza para Francia y para Europa". Mujtaba Rahman se ha preguntado en "Politico Europe" si Macron no será un nuevo Matteo Renzi, igual de seductor, pero incapaz de cumplir sus promesas. Ello dependerá en gran medida de los resultados de las elecciones legislativas de Junio, porque -a diferencia de Renzi en su día- Macron carece de un partido debidamente estructurado y territorialmente implantado que le apoye en el Parlamento. Según la configuración parlamentaria, si no consigue -como es de prever- una mayoría suficiente, tendrá que gobernar en minoría y depender de los apoyos puntuales de republicanos y socialistas. Ha conseguido el respaldo de los grandes centros urbanos y -paradójicamente- de buena parte de la juventud desencantada.
La victoria de Le Pen ha sido agridulce. Ha subido con respecto a las elecciones presidenciales de 2012 -17.9%-, pero bajado en relación con las regionales -27.7%-. Sufre el "handicap" del sistema de doble vuelta, en que todos los partidos se alían contra el FN. Pese a que ganó en seis regiones -con hasta un 40% en el Paso de Calais-, no ha coseguido gobernar en ninguna y, a pesar de haber obtenido 20% de los votos en la elecciones parlamentarias, sólo cuenta con dos diputados en la Asamblea Nacional. El FN se ha convertido en el primer partido de la clase trabajadora con un 37% de sus votos, frente al 24% otorgado a Mélenchon y sólo el 12% a Macron. Es asimismo el partido hegemónico en las zonas rurales, en las áreas industriales en crisis y en los suburbios pauperizados de las grandes ciudades, las "no go zones" controladas por poblaciones musulmanas, que -pese a su oposición a la política xenófoba y anti-emigración del FN- no suelen acudir en su inmensa mayoría a las urnas, anque la Gran Mezquita de París ha recomendado el voto a favor de Macron. Los últimos atentados yihadistas han beneficiado a Le Pen, aunque no en demasía. El hecho más significativo es que el FN de Marine ya no asusta, como hacia el de su padre Jean-Marie, y ha ganado en respetabilidad y credibilidad al suavizar con habilidad los rasgos más hirientes del patriarca, con el que mantiene una "edípica" relación de amor-odio. Sigue rodeado de un cordón sanitario fortalecido por el sistema electoral de doble vuelta, que ha conseguido hasta ahora frenar el populismo nacionalista del Frente. Sin embargo, el cerco acaba de ser quebrado por el líder del movimiento "Francia en pie", el tránfuga del republicanismo Dupont-Aignan, que -hasta anteayer había descalificado al FN- , quien firmó ayer un pacto con Le Pen por el que le prestará su apoyo a cambio de que lo nombre Primer Ministro, en el caso de que accediera a la Presidencia de la República, y a algo de dinero para hacer frente a las deudas de la campaña electoral, ya que,-al no obtener el mínimo del 5% de los votos- no obtendrá subvención gubernamental alguna. La posible transferencia a Marine de los 1.700.000 votantes que le apoyaron -en el caso hipotético de que eso ocurriese, pues algunos de ellos ya han afirmado que no respaldarán al FN- tiene escaso significado numérico, pero alto contenido simbólico, ya que es la primera vez que un partido con tradición democrática ofrece su apoyo al apestado Frente. Es posible que Marine Le Pen salga derrotada en la segunda vuelta, pero no lo será por "goleada" como le ocurrió a su padre en 2002, que fue avasallado por Jacques Chirac
Perspectivas para la segunda vuelta de las elecciones
La mayoría de los sondeos dan a Macron como favorito, ya que -por su posición central- puede recoger votos a su derecha y a su izquierda. Fillon ha pedido a sus votantes que apoyen a Macron, pero, aunque eso sería lo más natural, la situación no está tan clara, pues los republicanos tienen a la vista las elecciones parlamentarias de Junio, en las que esperan obtener buenos resultados, y no les interesa potenciar demasiado a Macron para que su partido no les haga sombra en las mismas. Una parte de los votantes gaullistas se siente tentada por la abstención y algunos otros -como la antigua Ministra de Sarkozy, Christine Boutin- se ha pronunciado abiertamente por Le Pen. Hanon también ha recomendado votar al ex-Ministro de Economía de Hollande para que "Francia no pierda su esencia", pero el núcleo duro del PSF estima que Macron ha traicionado al Partido y no es digno de confianza. Finalmente está Mélenchon, que no ha dado una consigna explícita de voto, aunque sí implícita. Ha dicho que piensa votar y que no lo hará por Le Pen ni por Macron. Blanco y en botella: pues eso, voto en blanco. ¿Le harán caso sus votantes?. Éstos se oponen a Macron por su capitalismo y a Le Pen por su populismo, pero -como los extremos se tocan- tienen puntos de coincidencia, como el antieuropeismo y la antiglobalización. Necesitada de sus votos, Le Pen les ha retado a que sean consecuentes con sus ideas, pues la Izquierda que ha votado por la Francia Insumisa no puede hacerlo por la Francia Sumisa de Macron, a una persona que va a llevar a cabo una guerra social y que persigue una política fraticida, al lanzar las comunidades y las empresas unas contra otras. Según la encuesta del IFOP, el 80% de los votantes de Hamon votarán por Macron, al igual que el 50% de los seguidores de Fillon y de Mélenchon. Pronostica la victoria de Macron sobre Le Pen por 61 a 39%. El 70% de los encuestados dan por vencedor a Macron, el 50% quiere que éste sea el ganador, frente al 28% que prefiere a Le Pen. Un 20% no quiere a ninguno de los dos.
Consciente de su situación de inferioridad, Le Pen está realizando una campaña vigorosa y hábil, en la que ataca con fiereza a su adversario, al que ha acusado de "globalización salvaje" y de debilidad ante la amenaza del terrorismo. Ha afirmado que está en juego la supervivencia de Francia, a la que hay que salvar de la globalización, la inmigración descontrolada y la libre circulación de terroristas. Se ha presentado como "la candidata del pueblo" y manifestado que quiere ser la Presidenta de todos los franceses, por lo que ha renunciado -de forma temporal, por si las moscas-, a la presidencia del FN. Ha tratado de presentar un perfil más conciliador y de matizar algunos de sus pronunciamientos más controvertidos, especialmente en relación con la UE. Así, ha dicho que no se opone a la UE y que se siente europea, pero que le gustaría ver acuerdos libremente consentidos entre las naciones de Europa. Habría que renegociar los tratados de la Unión y someter a referéndum el resultado de la negociación. Respeto a la moneda única, ahora ha señalado que el euro no es incompatible a corto plazo con "una política económica distinta para enderezar a Francia" y que dicha moneda podría coexistir con un franco utilizado en las transacciones internas.
Confiado en que los sondeos le son favorables, Macron está llevando a cabo una campaña discreta y de perfil bajo, preocupado especialmente en no cometer errores que le puedan restar votos. Sin embargo, la victoria de Macron sobre Le Pen no está garantizada y la transferencia de votos que se produzcan, así como el porcentaje de abstenciones y votos en blanco, podrían provocar indeseadas sorpresas. Según François Hollande, "debemos ser extraordinariamente serios y estar movilizados, pensar que no hay nada hecho, porque el voto es algo que se merece y que se conquista". Manuel Valls ha advertido que "el riesgo de una victoria de Marine Le Pen es real". Aunque los augurios le sean propicios, Macron no puede dormirse en los laureles. Como ha observado sarcásticamente Felipe Alcaraz, los franceses se encuentran en la tesitura de elegir entre el cólera y la peste. No creo que sea para tanto, pero es lo que hay y -como en la mayoría de las elecciones en distintos países- habrá que optar por el candidato menos malo. La victoria de Marine Le Pen sería un desastre para Francia y para Europa, pues supondría el cierre de las fronteras a la emigración y la salida de Francia de la UE, con lo que la Unión -tras la debacle del "Brexit"- entraría en tierras movedizas. La UE puede asimilar el "Brexit", pero sería muy difícil que sobreviviera al "Frexit".
Madrid, 30 de Abril de 2017
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