martes, 15 de marzo de 2022
Ucrania suma y sigue: Rusia intensifica su ataque
UCRANIA SUMA Y SIGUE: RUSIA INTENSIFICA SU ATAQUE
Continúa y se intensifica la agresión a Ucrania a Rusia, que has extendido sus bombardeos a la parte occidental del país cerca de sus fronteras con Polonia. Según el profesor de la Universidad de Princeton, Stephen Kotkin, las guerras se producen por errores de cálculo, al basarse en suposiciones que no funcionan o en cosas que los beligerantes creen que son ciertas o quieren que sean ciertas. Putin creía que Ucrania no era un Estado y que su pueblo era parte del pueblo ruso y, por ello, acogería con entusiasmo a las tropas invasoras y las apoyaría; que las fuerzas armadas ucranianas opondrían escasa resistencia; que el Gobierno de Zelenski –que era pusilánime y corrompido- podría ser rápidamente sustituido por otro Gobierno títere; que Occidente estaba dividido y reaccionaría débilmente, que la comunidad internacional apenas reaccionaría de forma crítica a la agresión; y que Rusia ganaría fácilmente el relato sobre la guerra. Insuficientemente asesorado por sus Servicios de Información –de los que fue gran jefe- ha errado en sus previsiones y cometido graves errores.
Pese a su inmensa inferioridad militar, el Ejército ucraniano está resistiendo bravamente los ataques, impedido que la invasión se convirtiera en un paseo militar en una guerra –relámpago, y evitado por ahora la conquista de Kiev y de otras ciudades importantes. Putin ha cometido el mismo error que Saddam Hussein o Ruhollah Jomeini cuando aquél invadió la parte de Irán habitada por una minoría sunita pensando que sus miembros se unirían a las tropas iraquíes y éste hizo lo propio con el sur de Irak poblado por musulmanes chiitas con el mismo cálculo, pero prevaleció el sentimiento identitario de sentirse iraníes o iraquíes por encima de su confesión religiosa y, no sólo no apoyaron a los invasores, sino que los combatieron. Algo similar ha sucedido en Ucrania ya que la mayor parte de la población rusófona se ha sentido ucraniana y, por encima de la solidaridad lingüística, se ha opuestos a los invasores. Rusia tiene una peculiar forma de proteger los derechos de los ciudadanos de expresión rusa bombardeando y destruyendo las ciudades donde habitan, como en los casos de Jarkov y Mariupol. La mayor parte de esta población ha dejado de apoyar a Rusia.
Al encontrarse con una inesperada resistencia por parte de las fuerzas armadas ucranianas y ver frenada la ocupación de Kiev, Rusia ha tenido que cambiar sus planes iniciales y extender sus ataques a objetivos en todo el país, El presidente Zelenski –menospreciado y calificado de genocida y drogadicto- se ha convertido en un símbolo para la nación y ha pasado de un índice de apoyo del 20% antes de la nación a un 90%.
Putin pensaba que la OTAN y la UE se encontraban fracturadas y divididas y estimó que era el momento oportuno de atacar a Ucrania ante su previsible falta de reacción, pero le ha salido el tiro por las culata, porque su agresión ha hecho renacer a la primera –que ha emergido de su estado de ”muerte cerebral”, en palabras de Emmanuel Macron- y dado vuelos a la segunda, ya que ambas han reaccionado con una inesperada unanimidad. Lo mismo ha ocurrido con la comunidad internacional, que ha condenado la invasión en la Asamblea General de la ONU por una amplísima mayoría de 141 votos a favor y sólo 5 en contra –incluido el de la propia Rusia-.
Aspectos militares
Rusia ha tenido que detener su ofensiva para apoderarse de Kiev y hacer un alto en el camino para reorganizar sus efectivos. Ha declarado que su intervención se estaba desarrollando conforme a los planes previstos, y el general Rafael Dávila ha estimado que es normal que se produzca este parón por razones de tipo logístico. Aunque yo no sea experto en cuestiones militares, no acaban de convencerme estos argumentos. La impresionante columna de tanques y vehículos acorazados ha cesado su penetración en línea recta hacia la capital, se ha dividido en tres sub-columnas que están atacando las ciudades de su entorno, y ha destruido casi por completo el pueblo de Irpin, causando gran número de bajas en su población civil. Ha concentrado sus ataques en la franja costera con el cerco a sangre y fuego de Mariupol en su intento de crear un corredor que vaya desde la frontera a Odesa, que impida el acceso de Ucrania a los mares Azov y Negro. Asimismo ha ampliado sus ataques a todo el país y bombardeado ciudades como Yovariv a sólo 25 kilómetros de la frontera con Polonia, por donde escapan a diario cientos de miles de refugiados –que se acercan ya los tres millones y continúa en aumento- en el mayor éxodo producido en Europa desde la II guerra mundial.
Se han celebrado tres tandas de conversaciones entre delegaciones de los dos países en Bielorrusia y un encuentro de alto nivel en Turquía entre los ministros de Asuntos Exteriores Serguei Lavrov y Dimitri Kuleva, que no han producido el menor resultado, pues el único acuerdo logrado de realizar altos el fuego provisionales para la creación de corredores humanitarios que permitieran la evacuación de heridos y población civil de la ciudades sitiadas ha sido incumplido por Rusia, que sigue exigiendo la rendición incondicional e imponiendo condiciones imposibles de aceptar por el Gobierno ucraniano, tales como reconocimiento de la anexión de Crimea y de la independencia de Donestk y Lugansk, la neutralización, desmilitarización y “desnazificación” de Ucrania –lo que supondría la caída del Gobierno de Zelenski, la modificación de la Constitución, y la renuncia formal del país a ingresar no sólo en la OTAN, sino también en la UE.
El coronel norteamericano Doug McGregor, antiguo asesor del Pentágono, ha declarado a la TV Fox que desde hacía años Rusia venía advirtiendo de que no aceptaría la presencia de tropas de la OTAN en Ucrania y, como no le han hecho caso había tenido que invadir el país. Las tropas rusas han aniquilado a las de Ucrania y la única vía que le queda es negociar con Rusia su neutralización. Estados Unidos y la UE deben abstenerse de involucrase en la situación, dejar de enviar armas y de instar a la población ucraniana a morir sin motivo, y no aplicar sanciones. No sé si es un doble agente de la FSB, pero lo parece. Es el lenguaje que quieren escuchar las ministras de Podemos en el Gobierno, Belarra y Montero, que se oponen a que España envíe armas a Ucrania y acusan al PSOE de ser el “partido de la guerra”.
Víctor M. Sánchez ha defendido la peregrina idea de que un Estado que suministre armas a otro Estado en guerra se convertiría en beligerante no combatiente, salvo que también las facilite al otro bando contendiente. Carlos Fernández de Liesa le ha contestado adecuadamente que, en el asunto de Nicaragua contra Estados Unidos, el Tribunal Internacional de justicia estimó que aquél no había violado el principio el principio que prohíbe usar la fuerza en las relaciones internacionales por haber suministrado armas a la contra nicaragüense. Este criterio es tanto más de aplicación al caso de Ucrania en cuanto que ha sido agredida por Rusia y necesita armas para poder defenderse del agresor. Durante el conflicto armado irano-iraquí, Estados neutrales como Suiza o Austria se forraron exportando armas de todo tipo Irán e Irak y -gracias a la tesis “victoriana”- salvaguardaron su neutralidad porque comieron a dos carrillos y suministraron armamento a los dos contendientes.
La declaración del coronel está repleta de falacias como ha puesto de manifiesto
Kotkin que se ha preguntado si la actitud de Rusia habría sido diferente si la OTAN no se hubiera extendido hacia el este, y cuál sería la situación si Polonia y de los Países bálticos si no fueran miembros de la OTAN. En la Historia de Rusia siempre ha habido autocracia, represión, militarismo, desconfianza hacia Occidente y xenofobia con los extranjeros. La invasión de Ucrania no ha sido una respuesta a su hipotética incorporación a la Alianza, sino que ha sido provocada por motivaciones internas. La extensión de la OTAN la ha situado en una posición que le permite hacer frente a una eventual ataque de Rusia contra sus miembros, entre los que no figura Ucrania.
Putin no sólo quiere impedir que Ucrania sea miembro de la OTAN –y de paso de la UE-, sino que pretende que se vuelva a la situación anterior a la disolución de la URSS en 1991, retirando cualquier presencia militar en los países que formaron parte de la Unión Soviética o del Pacto de Varsovia, formar un “lebensraum” o zona de influencia en torno a Rusia en la que aplique la doctrina Brezhnev de soberanía limitada y aplica la “técnica del salami”. Con la invasión de Georgia y la independización de Abjazia y Osetía del Sur cortó la primera rodaja del salchichón, a la que siguieron la anexión de Crimea, la intervención militar encubierta para provocar la escisión de Donestk y Lugansk y su ulterior reconocimiento como repúblicas independientes, la invasión de Ucrania, y la tentativa de unir Crimea con Rostov por un corredor que prive a Ucrania de su acceso al mar. ¿Cuál será la próxima rodaja que trate de cortar el sátrapa ruso que sigue la misma táctica que Hitler en la crisis de los Sudetes ? Si no se paran los pies a Putin, la próximas victimas pueden ser Moldavia, Finlandia –que ya ha sido amenazada- e incluso Polonia o los Países bálticos.
Aspectos políticos
Putin ha estimado que el Gobierno ucraniano había incumplido los Acuerdos de Minsk de 2014 y 2015, avalados por el Consejo de Seguridad en su resolución 2202(2015), en la que instaba a las partes a que aplicaran plenamente las medidas acordadas en los citados Acuerdos. Rusia había tenido que intervenir en una “operación especial” para defender a los ucranianos rusófonos del continuado genocidio por los Gobiernos de Poroshenko y de Zelenski. El secretario general ucraniano del Consejo de Seguridad y Defensa, Oleksyi Danilov, afirmó en 2015 que cumplir los Acuerdos de Minsk supondría la destrucción de Ucrania y que no podía hacerse porque su firma había sido impuesta por la fuerza de las armas rusas. Por el Memorando de 2014, Rusia y Ucrania se comprometían a acordar un alto el fuego inmediato, retirar las armas pesadas y crear una zona de seguridad bajo supervisión de la OSCE, celebrar elecciones locales, adoptar en el Parlamento ucraniano una resolución que indicara los territorios en los que se establecería un régimen especial, conceder amnistías e indultos, liberar rehenes e intercambiar prisioneros, reformar la Constitución ucraniana y aprobar una Ley sobre el estatuto especial de ciertas zonas del Dombass. Las dos partes incumplieron estas decisiones, Ucrania porque creía que se imponía la independencia de facto de Donetsk y Lugansk, y estas regiones porque –una vez que se habían declarado independientes, no tenían interés en acogerse a un régimen de autonomía. Por su Declaración Conjunta de 2015, los presidentes de Rusia, Ucrania, Alemania y Francia reafirmaron la soberanía e integridad territorial de Ucrania, afirmaron que la única alternativa era una solución exclusivamente pacífica, apoyaron el Memorando de Minsk y la Declaración Conjunta, y establecieron un mecanismo de supervisión en el “formato de Normandía” –cuarteto integrado por Ucrania, Rusia, Alemania y Francia-.
Según Víctor M. Sánchez, una vez liberada Rusia de sus compromisos por el incumplimiento de los Acuerdos por parte de Ucrania, quedó libre para actuar. El autor culpa a a Estados Unidos, a la OTAN y a la UE de la guerra de Ucrania, a todos salvo al agresor, del que dice que sólo se le puede culpar de no haber buscado una solución pacífica a todos los agravios que había recibido. Ahora resulta que Rusia en vez de ser el agresor es la víctima de unos supuestos agravios. Si Ucrania pretende entrar en la OTAN es precisamente para evitar que le ocurriera en el futuro lo que le ha ocurrido ahora. ¿La habría invadido Rusia si hubiera sido miembro de la OTAN? Sánchez mantiene que hay que volver a los Acuerdos de Minsk porque son “la solución auténtica europeísta”(¿?). Coincido con Miguel Cornejo en su afirmación de que los citados Acuerdos son ilícitos por haber sido impuestos por la coerción rusa a punta de pistola –o, más bien, de cañón-, porque –de conformidad con los artículo 52 y 53 del Convenio de Viena de 1969 sobre el Derecho de los Tratados- será nulos aquéllos cuya celebración se haya obtenido por la amenaza o el uso de la fuerza o se opongan a una norma imperativa de Derechos Internacional –“ius cogens”- y cabe incluir ambos supuestos en los Acuerdos de Minsk. Pero, aún admitiendo 0que Ucrania hubiera incumplido los Acuerdos, ello no autorizaba a Rusia a invadirla, bombardear sus ciudades y asesinar a sus habitantes.
Aspectos económicos
La UE está aplicando las sanciones económicas acordadas contra Rusia pese a sus efectos negativos a la economía de los Estados miembros y ha esbozado en la reunión del Consejo Europeo en Versalles, un plan para reforzar la economía europea, consistente fundamentalmente en disminuir la dependencia energética de la UE de Rusia mediante la disminución de recurso a los combustible fósiles, la diversificación de los suministros y el desarrollo del biogás y del mercado del hidrógeno, la aceleración del uso de las energías renovables, la mejora de las interconexiones europeas de gas y de electricidad, y el refuerzo de la energía energética. Cabe lamentar que no se haya hecho referencia alguna al uso de la energía nuclear –fuente considerada como verde por la Comisión Europea-, por razones ideológicas de un ecologismo fundamentalista, difícil de justificar en las actuales circunstancias. Asimismo pretende robustecer las bases económicas de la Unión mediante la reducción de la dependencia estratégica de materias primas básicas, semiconductores, material sanitario, economía digital y productos agrícolas,
Aunque las sanciones económicas a Rusia surtirán sus efectos principalmente a medio y largo plazo, también empiezan a producirlos a corto plazo, creando el casos en la situación financiera y bancaria del país. El Consejo Europeo se ha mostrado dispuesto a adoptar medidas adicionales si necesario fuere. Éste se ha comprometido a ofrecer protección temporal a los refugiados por la guerra y a suministrarles ayuda y apoyo humanitario, médico y financiero a los refugiados y a los países que los acogen.
Sánchez ha mantenido que las sanciones aplicadas por la UE a Rusia son ilegales porque –de conformidad con el artículo 53-1 de la Carta de la ONU- “no se aplicarán sanciones coercitivas en virtud de acuerdos regionales u organismos regionales sin autorización del Consejo de Seguridad”. Rusia –que ha actuado en autodefensa- ha reaccionado de forma desproporcionada e ilegal, “pero hubiera sido mejor no encender la hoguera en los umbrales de la taiga”. Estas afirmaciones no pueden ser más disparatadas porque el suministro de armas no es una medida coercitiva, porque –si cada vez que un Estado suministre armas a un país con conflictos armados tuviera que pedir la venia del Consejo-, éste no daría abasto a tanto papeleo burocrático, porque decir que la UE no puede suministrar legalmente armas a un contendiente si no se las facilita al otro beligerante carece de cualquier fundamento jurídico o lógico, porque Rusía no ha podido actuar en autodefensa dado que no ha sido atacada, sino que ha sido ella la que ha agredido a Ucrania, y porque el único que ha encendido el fuego y lo ha distribuid a discreción ha sido el zar Vladimir.
El Consejo Europeo ha tomado nota, por otra parte de la petición del
Gobierno ucraniano de 22 de febrero de ingresar con urgencia en la UE y reconocido las aspiraciones europeas del país reflejadas en el Acuerdo de Asociación, y solicitado a la Comisión que exprese sin demora su opinión al respecto. Pese a la petición de algunos Estados miembros, el Consejo ha sido cauto y no ha querido forzar la práctica comunitaria en materia de admisión de nuevos miembros mediante la adopción de una vía rápida. Como cualquier Estado candidato, Ucrania deberá cumplir con los criterios de Copenhague. Existe la dificultad adicional del artículo 42-7 del Tratado de la UE –paralelo al artículo 5 del Tratado constitutivo de la OTAN-conforme al cual “si un Estado miembro es objeto de una agresión armada en su territorio, los demás Estados miembros le deberán ayuda y asistencia con todos los medios a su alcance, de conformidad con el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas”. Dado que Ucrania se encuentra en estado de guerra su acelerado ingreso en la UE podría llevar a un enfrentamiento directo con Rusia que nadie desea.
Aspectos sociales
En tiempos de Yeltsin había mucha más libertad de prensa que en la época actual de Putin en la que se ha reducido a un mínimo. Como ha observado Juan Soto en “El Confidencial”, Rusia “avanza con paso fantasmagórico y decidido hacia el totalitarismo”. Los periódicos y estaciones de radio o TV independientes han ido desapareciendo y ya no queda más periódico fiable que “Novaya Gazeta” -dirigida por el premio Nobel de la Paz, Dimitri Muratov-, al que le han cerrado su sección de información. El periódico tiene que hacer encaje de bolillos para sortear la censura, pues hay palabras nefandas como “guerra”, “invasión” o “agresión” que, si son pronunciadas o escritas, pueden llevar su autor una buena temporada a la cárcel. Tienen que recurrir a eufemismos y a los puntos suspensivos. Según informó jugándose el tipo, la Duma estableció el 3 de marzo la censura sin declararla expresamente, al adoptar una ley que sanciona hasta con 15 años de prisión a quienes difundan a sabiendas información falsa sobre las fuerzas armadas rusas. El periódico incluye a diario en sus páginas la siguiente coletilla,” Todos los días te contamos lo que está pasando en Rusia y en el mundo. Nuestros periodistas no tienen miedo a decir la verdad en un país donde las autoridades quieren prohibir todo, incluso decir la verdad. Tu apoyo nos ayudará a seguir siendo una publicación de este tipo. Contribuye desde ya a su independencia”.
Con el silenciamiento de las redes sociales –Instagram, Tweetter, Facebook …-, y de las emisoras extranjeras, y con la salida de sus corresponsales de Rusia, los rusos no reciben más información que el “pienso ideológico” que les facilita cada día los medios de comunicación controlados por el Kremlin. La consigna que reciben es –según el activista Grigory Yudin, que fue apaleado por la policía hasta perder el conocimiento por haberse manifestado pacíficamente en protesta contra la guerra en Ucrania- que se trata de una operación militar destinada a prevenir la guerra y que lo que están haciendo las tropas rusas es impedir un ataque de Ucrania y promover la paz, y quien diga otra cosa estará propalando noticias falsas. Y la mayor parte del pueblo ruso se lo cree porque no tiene otra fuente de información, ya que sólo unos pocos privilegiados tienen acceso a las emisiones en onda corta de la BBC.
Un factor que podría influir sobre Putin es el religioso, ya que –aunque era un convencido ateo marxista, se cayó del caballo como San Pablo y hace ostentación de religiosidad y está a partir un piñón con la jerarquía de la Iglesia Ortodoxa Rusa. El patriarca Kiril –que ha defendido la recreación de una Iglesia que reagrupe a los ortodoxos de Rusia Ucrania y Bielorrusia- ha afirmado que la guerra es correcta, apoyado la invasión y hecho tan sólo una apelación genérica a la búsqueda de la paz. El metropolita Kiev de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, Onufry, ha declarado en cambio que el 25 de febrero Rusia había iniciado una agresión armada contra Ucrania. ”Insistiendo en la soberanía y la integridad territorial de Ucrania, apelamos al presidente Putin a que cese inmediatamente esta guerra fratricida”. En el ámbito católico, el Papa Francisco acudió de forma poco habitual a la Embajada rusa en Roma para pedir al embajador que parara la invasión, pero no tuvo mucho éxito. El domingo hizo un llamamiento a Putin para que pusiera fin al “inaceptable ataque armado a Ucrania” y a la masacre de sus ciudadanos .No soy quién para juzgar si la conversión paulina de Putin ha sido o no genuina, pero él hace alarde de religiosidad. Una intensa e insistente presión de la jerarquía ortodoxa de Rusia y de Ucrania –en el caso de que se pusieran de acuerdo- podría influir sobre el presidente ruso.
En cualquier caso, mientras Putin mantenga su agresión a Ucrania, la comunidad internacional debería cercarlo y provocar su aislamiento. Una buena medida sería rebajar el nivel de las relaciones diplomáticas con Moscú e incluso –en último término- suspender las relaciones diplomáticas. También ha sido acertada la decisión de España de sumarse a la iniciativa de sus socios de la UE de demandar a Putin ante el Tribunal Penal de Justicia por agresión, crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad para que “esta guerra no le salga gratis”.
Aspectos internacionales
Los comentaristas políticos parecen estar de acuerdo en que la causa remota de la guerra se encuentra en la pretensión de Ucrania de incorporarse e la OTAN. En efecto, el conflicto se inició en 2008 tras la invitación de la Cumbre de Bucarest a Ucrania y a Georgia a entrar en la Alianza, pero hay bastante más que eso. Como acertadamente ha comentado Jorge Dezcallar, Putin tiene razones, pero no tiene razón. La intervención armada de Rusia en su zona de influencia se inició en 2009 con la invasión de Georgia, siguió con la anexión de Crimea y el apoyo militar y político a las Repúblicas de Donetsk y Lugansk, y ha culminado con la actual agresión a Ucrania.
Son sumamente interesantes las declaraciones hechas por el director del Instituto de Política de Seguridad de Shanghai -el “moderado” Lansing Xian- de que la guerra de Ucrania no tiene justificación porque es una invasión de un país soberano, pero tiene sus causas. El círculo de poder del Kremlin está convencido de que ha sido empujado a la guerra por Occidente porque –como ya anunció George Kennan- la expansión de la OTAN hacia las fronteras de Rusia fue un grave error y que ésta haría cosas terribles si se producía dicha expansión. “Si China viera que la rodeaban poco a poco países que forman parte de una alianza militar…”. El Gobierno ruso llevaba 25 años advirtiendo a la OTAN y –aunque esto no justificara, la acción de Putin- la explicaba desde su óptica de la intrusión, porque no podía permitir que otra superpotencia instalara bases militares cerca de sus fronteras. Los Estados “tapones” como Ucrania permiten equilibrios de poder. La Alianza le ha negado a Rusia su establecimiento y los rusos no se irán de Ucrania sin la garantía de que está no formará parta de la misma. Si Ucrania hubiera aceptado su neutralización, no se habría producido la guerra, pero no lo hizo porque Zelenski creía que la OTAN entraría en la guerra de su lado en caso de invasión y se ha equivocado, y ahora interpreta el papel de héroe, pero es un actor. Si hubiera sido un estadista responsable, Ucrania no habría sido invadida. Un portavoz ha ofrecido ahora la neutralidad de Ucrania, pero Zelenski no es de fiar. Ucrania no se convertirá en un Vietnam porque no tiene montañas o selvas donde se puedan ocultar los guerrilleros, Rusia controla el espacio aéreo, y rusos y ucranianos comparten lengua, religión, cultura e Historia y son como hermanos. No comparto todo lo que dice Xian, aunque es sumamente meritorio procediendo de un intelectual chino. Es obvio que Putin no necesita que nadie le empuje para hacer lo que le plazca –como reintegrar Ucrania a Rusia-, que hace 31 años que hay cerca de las fronteras de Rusia instalaciones militares de la Alianza, sin que su Gobierno reaccionara hasta 2009, que es injusta su apreciación de Zelenski y,si éste no es fiable, mucho menos los es Putin, y que Ucrania -si no es previsible que se convierta en un Vietnam- podría convertirse en un Afganistán.
¿Hay a la vista alguna posible solución? Como ha señalado Ignacio Torreblanca, si Rusia lograra imponer a Ucrania un Acuerdo de paz de sumisión que supusiera un troceamiento de su territorio ¿qué garantías de seguridad podría ofrecer Rusia de que años después –una vez que se hubieran levantado las sanciones económicas impuestas por la UE- no volvería a invadir Ucrania? ¿qué fiabilidad tiene la palabra de Putin?
Rusia ha destruido el orden europeo existente y lo ha sustituido por un desorden en el que prevalece la fuerza de las armas y la amenaza nuclear para decidir el destino de sus vecinos. No podrá nacer un nuevo orden europeo mientras no se garantice la integridad territorial de todos los Estados de Europa, sean o no miembros de la OTAN o de la UE. Un Acuerdo con Rusia para la partición de Ucrania estaría abocado al fracaso.
Comparto en buena medida este planteamiento, así como la opinión de Michel Barnier de que Ucrania no debería ingresar en la OTAN, pero sí en la UE, porque es parte de Europa y quiere integrarse en sus instituciones, y su plena incorporación -a su debido tiempo cuando cumpla los requisitos de Copenhague- no supondría en modo alguno un peligro para la seguridad de Rusia. Ucrania debería auto-limitarse voluntariamente y aceptar un régimen de neutralidad –tipo Finlandia o Suiza-, que no de neutralización, que sería contrario a su soberanía. ¿Aceptaría Putin esta razonable solución? Tengo mis dudas porque Rusia aspira a mucho más.
Madrid. 15 de marzo de 2022
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