lunes, 21 de marzo de 2022
Cabriola diplomáticas contra los saharauis
LAS DIPLOMÁTICAS CONTRA LOS SAHARAUIS
No acaba de sorprendernos la capacidad transformista de Pedro Sánchez que lo mismo defiende un día una cosa y al día siguiente la contraria, sin el menor pudor. Como ha observado Francisco Pascual en “El Mundo” de hoy, actúa bajo la impulsión de adoptar decisiones histórica un día, las contrarias al otro y “al de más allá, ya veremos”, y todo con el apoyo de 34% de los diputados del Congreso
Apoyo del Gobierno español a la propuesta marroquí de concesión de autonomía al
Sáhara Occidental
CABRIO
Ayer nos enteramos los españoles –gracias a una filtración autorizada por el monarca alauita- de que Sánchez había enviado una misiva al rey Mohamed VI en la que afirmaba que la propuesta marroquí de conceder una mini-autonomía al Sáhara Occidental era “la base más seria, realista y creíble para la resolución de este diferendo”, en palabras del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. No es pura coincidencia que estas palabras reproduzcan literalmente las pronunciadas por Donald Trump cuando reconoció a finales der 2020 la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental.
Como ha señalado el profesor del Derecho Internacional de la Universidad del País Vasco, Juan Soroeta, en un excelente artículo sobre “España cede al chantaje de Marruecos y apoya ya sin disimulo la ocupación militar del Sáhara Occidental”, publicado en “Público” -que suscribo de la cruz a la raya-, todo parece indicar que la difusión de esta misiva responde a una jugada de la diplomacia marroquí. “Aunque a estas alturas uno llegue a pensar que todo es posible, no parece mínimamente sensato pensar que, en plena guerra en el corazón de Europa, nuestro país pueda dar el paso tan torpe como grave en relación con el conflicto que dificulta permanentemente sus relaciones con el vecino del sur”. Mas, en realidad, no hay nada nuevo porque –desde hace décadas- España y la UE vienen pagando religiosamente a Marruecos su impuesto revolucionario a través de Acuerdos de libre comercio y de pesca, o de aportaciones voluntarias, como la que el Gobierno español llegó a hacer cuando Marruecos se pavoneaba públicamente de abrir la puerta de las vallas de Ceuta. Era un equilibrio difícil pero que, mal que bien, se mantenía.
El reconocimiento de Trump de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental animó al sultán a apretar las tuercas a España y a la Unión para que hicieran lo propio. España en principio su opuso y la ministra Arancha González Laya se negó a convertir la Oficina de Intereses Españoles en El-Aiún –que actuaba como un consulado oficioso- en un consulado oficial de España en Marruecos, pero su implicación en el “caso Ghali” le costó el puesto. Pese a la imagen pusilánime que una vez más daba España ante el mundo, nadie se inmutó. “Pero lo más sorprendente del contenido de este correo diplomático es que el contexto internacional actual deja en evidencia a nuestro Gobierno. Hace tan sólo unos días Pedro Sánchez decía que la la invasión rusa constituía una violación flagrante del Derecho Internacional, de la soberanía nacional y de la integridad territorial de Ucrania, un ataque frontal a los principios ya los valores que han proporcionado a Europa años de estabilidad y también de prosperidad”. España compartía con la UE los valores de la paz y del respeto a la legalidad internacional y “estamos comprometidos con la legalidad internacional y la manera más efectiva de trabajar por esa legalidad internacional es sancionar su violación. Leer esta declaración y leer a continuación la carta mencionada produce, además de una gran indignación, perplejidad”.
Los órganos principales de l ONU han reconocido el derecho del pueblo saharaui a su libre determinación, que debe llevarse a cabo mediante la celebración de un referéndum en el que participen los saharauis y sólo ellos. Marruecos y el Frente Polisario (FP) acordaron un plan de paz en el que se preveía la celebración de dicho referéndum con una pregunta con dos opciones: independencia del territorio o integración en Marruecos. Cuando se hizo pública la composición del censo sahariano y e hizo evidente que la opción independentista prosperaría, Marruecos se negó a celebrar la consulta, Fue entonces cuando propuso el plan de autonomía que ahora el Gobierno español califica de solución realista y creíble, lo que equivalía a decir que lo que la independencia libremente decidida por los saharauis no lo era. Las autoridades marroquíes ofrecían a los saharauis una mera forma de integración en el reino. La autonomía podría ser una de las opciones ofrecidas, siempre que la otra fuera la independencia, pero era algo que sólo el pueblo del Sáhara debería decidir. “Lo que ha hecho nuestro Gobierno ha sido es apoyar la integración del Sáhara Occidental en Marruecos o, lo que es lo mismo, apoyar la violación del Derecho Internacional. Esa misma legalidad internacional que hace sólo tres semanas decía defender”. España, en realidad, no ha cambiado su posición, que ha venido calificando eufemísticamente de “neutralidad activa”, porque nunca ha sido neutral. “Lo que acaba de hacer es reconocerlo públicamente, incurriendo en responsabilidad internacional por contribuir a la consolidación de una violación grave del Derecho Internacional, como es la ocupación militar. Tan grave en Ucrania como en el Sáhara Occidental”.
Las proclamas de tinte “churchiliano” de Sánchez han quedado en agua de borrajas. Este solemne compromiso de defender a cualquier coste la legalidad internacional parece se aplica al este de Europa, pero no en el norte de África, y Sánchez está dispuesto a permitir a Mohamed VI lo que le niega a Vladimir Putin.
Breve historia del proceso de descolonización del Sáhara Occidemtal
España abandonó unilateralmente en 1976 su responsabilidad como potencia administradora del Sáhara y cedió la administración del territorio a Marruecos y a Mauritania –aunque no su soberanía a lo que no estaba autorizada- hasta que el pueblo saharaui pudiera expresar libremente su voluntad. España retiró sus tropas y su administración del territorio, Marruecos y Mauritania lo ocuparon y el FP se levantó en armas contra los ocupantes. En 1979 el Frente firmó un Acuerdo de paz con Mauritania y se retiró de los territorios que ocupada –que fueron ocupados a su vez por Marruecos-, y en 1991 un alto el fuego con este país. Ambos se comprometieron a que el pueblo saharaui pudiera expresar su voluntad a través de un referéndum bajo los auspicios de la ONU, que creó una Misión Internacional encargada de realizar el citado referéndum de libre determinación (MINURSO), pero Marruecos ha hecho cuanto ha estado en su mano para boicotear la celebración del mismo, y hasta ahora no se h realizado, ni hay visos que se celebre, pese a que, en su resolución 690 (1991), el Consejo de Seguridad expresó su apoyo total a los esfuerzos del secretario general en relación con la organización y supervisión por parte de la ONU de un referéndum de libre determinación del pueblo saharaui. La MINURSO –órgano “ad hoc” creado para la organización del citado referéndum está haciendo un triste papel ante el boicot sistemático de las autoridades marroquíes de ocupación.
En 2007, Marruecos propuso conceder un régimen de autonomía al Sáhara Occidental dentro del Reino, que no era más que una propuesta de descentralización de escaso alcance y contenido. La ONU dio credibilidad y beligerancia a esta limitada propuesta, hasta el extremo que en las resoluciones anuales posteriores de la Asamblea General sólo se hicieron referencias genéricas a la libre determinación y ya no aparecía mención alguna a la celebración de un referéndum. Esta mini-propuesta genérica sin concreción alguna y en la que se subordina el ejercicio de las escasas competencias conferidas a las provincias marroquíes –de las que el Sáhara Occidental sería una más- fue la que Trump consideró como una propuesta de autonomía “seria, realista y creíble”, que constituía “la única base para una solución justa y duradera al conflicto sobre el territorio del Sáhara Occidental”. Estimó que la creación de un Estado independiente no era una opción realista para resolver el conflicto y que la única solución viable la proporcionaría “una genuina autonomía bajo soberanía de Marruecos”. Esta es la autonomía ectoplasmática a la que Sánchez y su canciller Albares han dado ahora su entusiástico apoyo, yendo incluso más allá que José Luis Rodríguez Zapatero que en su día la consideró como una propuesta digna de estudio, que parecía, razonable y susceptible de facilitar una solución del conflicto sahariano.
Era y sigue siendo una opción más de solución pero no es la solución, y sólo sería válida si fuera aceptada por el pueblo saharaui, cosa que dudo lo haría si se mantuviera la formulación de 2007, ya que ofrecía –como se dice en mi tierra- “ná y menos”. Era una pirueta de Hassan II para aparentar espíritu negociador cuando era criticado en la ONU por la cerrazón de la posición marroquí, pues sólo ofrecía humo, pese a que afirmara el sultán que anhelaba para su país un régimen similar al federal alemán o al español de las autonomías. Si Mohamed VI estuviera dispuesto a conceder a una región sahariana las competencias reconocidas al País Vasco o a Cataluña, puede que se lo plantearan los saharauis, hartos de vivir en los degradados campos de refugiados en Tinduf o amordazados y perseguidos en el Sáhara ocupado por Marruecos. Con su repentino e inesperado cambio de política en una cuestión de Estado, Sánchez ha entregado en almoneda a los saharauis y les ha negado su derecho a la libre determinación, consagrado en la Carta de las Naciones y en numerosas resoluciones de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad.
Como ha señalado Jorge Otero en “Público”, con su apoyo incondicional al plan de autonomía marroquí, el Gobierno se ha tapado la cabeza para dejar descubiertos los pies. España se gana la amistad de Marruecos, pero se enemista con el pueblo saharaui y con Argelia. Ha optado por garantizar supuestamente la tranquilidad en las fronteras de Ceuta y Melilla a costa de agraviar al principal suministrador de gas a nuestro país en un momento de grave crisis energética al tiempo que renuncia a ejercer su responsabilidad como antigua potencia administradora del Sáhara Occidental. A esto cabe añadir que, jurídicamente, España sigue siendo la administradora y así la considera la ONU, aunque no controle el territorio. España ha abandonado su posición de neutralidad activa al posicionarse a favor de las tesis de una de las partes involucradas en el conflicto, con lo que ha perdido su capacidad de mediación, a la que está obligada, jurídica y moralmente, en su calidad de potencia administradora “de iure”.
Según Ignacio Cembrero, España ha cedido ante Marruecos y apoyado su solución para el conflicto sahariano poniendo fin a quince meses de crisis bilateral. Marruecos ha ganado todos los pulsos que le ha echado a España, salvo los del islote de Perejil por la firmeza de Aznar y el apoyo de Estados Unidos, y el asalto a Ceuta, por la determinación de Sánchez y el apoyo de la UE. Para Alberto Gil, Marruecos ha jugado sus cartas como Putin y ha logrado la rendición de España explotando su debilidad, sin disparar un tiro, sin bombas clásicas pero utilizando otras armas. Victor M. Sánchez se ha preguntado que si el Sáhara es marroquí, por qué el Donbass no puede ser ucraniano. Marruecos pone el principio de efectividad por encima de las normas de “ius cogens”.
Sánchez ha dicho que el PSOE está en el lado correcto de la Historia y sabe distinguir al agresor del agredido. Puede que esto sea cierto en Ucrania, pero no en el Sáhara Occidental, donde ignora al agresor. El Gobierno español ha declarado que se inicia una nueva etapa en las relaciones con Marruecos, basada en “el respeto mutuo, el cumplimiento de los acuerdos, la ausencia de actos unilaterales, la transparencia y la comunicación permanente”. Me parece que esas solemnes promesas de futuro son un deseo piadoso ajeno a la realidad, si nos atenemos a la pasada actitud de Marruecos hacia España. Siempre que ha podido, Marruecos le ha faltado el respeto, ha incumplidos los acuerdos en numerosas ocasiones, ha realizado multitud de actos unilaterales –como la “marcha verde, el bloqueo de Melilla y Ceuta, o el asalto de esta ciudad con mujeres y niños- ha mostrado su transparencia filtrando la noticia de la carta de Suárez a Mohamed VI sin contar con el Gobierno español, y la comunicación permanente se ha puesto de manifiestos con la ausencia de la embajadora marroquí de su puesto durante más de un año. Para compensar la marcha del embajador de Argelia, ha regresado a Madrid Karima Benyaich, una embajadora que debería haber sido en su día declarada “persona non grata” por su conducta contraria a las “mores” diplomáticas y su penosa intromisión en los asuntos domésticos de España.
Como ha señalado un grupo de Juristas por el Sáhara Occidental, era preocupante que, en un momento en que en Europa se abre paso el uso de la fuerza, se pretenda legitimar el producto de una ocupación militar y la pretendida anexión de un territorio por parte de la potencia ocupante, De conformidad con el principio general del derecho “de la injusticia no puede nacer el derecho”, la ocupación ilegal del Sáhara Occidental no puede generar derechos para Marruecos.
Reacciones internas.
Sánchez ha tomado en solitario su transcendental decisión en una una importante cuestión de Estado sin contar con el conocimiento, no ya de la oposición, sino de parte
de su propio Gobierno, que la ha rechazado. La vicepresidenta Yolada Díaz ha dicho que la solución del conflicto sahariano debe pasar por el diálogo y el respeto a la voluntad del pueblo saharaui, y la ministra de Derechos sociales, Ione Belarra, se ha pronunciado por una solución política, justa, duradera y aceptable para las partes, y de acuerdo con las resoluciones de la ONU que prevén la autodeterminación. El ministro de Consumo, Alberto Garzóm ha declarado que, según la ONU, hay que celebrar un referéndum y respetar la libre determinación del pueblo saharaui.
Pablo Echenique -portavoz de Podemos en el Congreso- ha afirmado que Marruecos está ocupando el Sáhara lo mismo que está haciendo Rusia con los territorios ucranianos, y lo hace en contra del Derecho Internacional y violando los derechos humanos del pueblo saharaui, como está haciendo Rusia en Crimea, Donetsk, Lugansk y el resto de Ucrania. Según Jaume Asens –presidente del Grupo Confederal de Podemos en el Congreso-, el Sáhara Occidental tiene el mismo derecho que Ucrania a la libre determinación y tan ilegal fue la ocupación marroquí de aquél, como hoy es la de ésta. Para Juan Sebastián Rodríguez (IU), todo lo que no sea celebrar un referéndum de autodeterminación es perpetuar una ocupación criminal que viola sistemáticamente los derechos humanos. Raúl Camargo –del sector anticapitalista- ha acusado a Sánchez de plegarse a las imposiciones de la dictadura marroquí, al aceptar que el plan de autonomía de 2007 fuera la vía para solucionar el conflicto sahariano, una solución indigna y vergonzosa, y que tanto Sánchez como Felipe González habían traicionado las promesas hechas al pueblo saharaui sobre su independencia.
Pero también los aliados del PSOE -Más País, Bildu, ERC y PNV- se han unido al coro de críticas. Según Íñigo Errejón, no ha habido explicación razonable ni motivación válida para que España se aleje de la posición correcta de conformidad con las resoluciones de la ONU y se someta al chantaje del monarca marroquí, por lo que seguirían apoyando las justas reivindicaciones del pueblo saharaui, Para el senador de Más Madrid, Pablo Perpinyá, la decisión de Sánchez suponía dar un apoyo explícito al incumplimiento a las resoluciones de la ONU y al respeto de los derechos humanos, y dañaban gravemente la credibilidad de España. Resolver el conflicto del Sáhara Occidental no es sólo una responsabilidad histórica, sino también el ejercicio de una política exterior independiente del chantaje de Rabat. Gorka Eujebarrieta (Bildu) ha declarado que era hora de que el Gobierno español reconociera a los saharauis como pueblo con derecho a la libre determinación y actuara con valentía frente a la ocupación ilegal marroquí del territorio sahariano. Mira por dónde, por una vez –y sin que sirva de precedente- estoy de acuerdo con los aliados izquierdistas y nacionalistas de Sánchez.
En el sector de la derecha, el PP y Ciudadanos han solicitado la urgente comparecencia de Sánchez en el Congreso para que explique el cambio producido en relación con el Sáhara Occidental, y Vox se ha mantenido en silencio, La portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra, ha manifestado que consideraba intolerable que el cambio de opción política de consenso tradicional que ha sido durante 47 años política de Estado se haya hecho sin haber informado al principal partido de la oposición, lo que ponía de manifiesto la forma en que Pedro Sánchez entiende la política de Estado. Alberto Núñez Feijóo ha lamentado que se hayan roto la comunicación y los puentes del consenso en un tema de política exterior sobre el que ha habido acuerdo en los últimos 40 años, y advertido de los perjuicios que puede producir el volantazo del Gobierno, que supone un cambio drástico en la política española, que ha calificado de “temeridad” y de falta de respeto a los españoles, que se hayan enterado gracias a la filtración marroquí de este importante cambio en la política exterior española, que no puede ser decidido por el Gobierno –y menos por un partido- sin acuerdo suficiente con las demás fuerzas políticas. “Ningún Gobierno español –ni siquiera el de Rodríguez Zapatero- ha hecho una política exterior con tanta frivolidad, soberbia e improvisación”. El Gobierno vive en un galimatías en el que la mitad del ejecutivo es tibio con Ucrania y otra parte de él es pro-marroquí.
El presidente de Ceuta, Juan Jesús Vivas (PP) ha señalado que la nueva etapa puede garantizar la estabilidad, la soberanía, la integridad territorial y la prosperidad de los dos países, y el presidente de Melilla, Eduardo de Castro (ex-Ciudadanos fugado al PSOE) ha alabado la decisión porque, al reanudarse las relaciones con Marruecos, se han restablecido los lazos fraternales de buena vecindad (¿?), Juan J. Imbroda (PP), por el contrario, ha considerado que el cambio de política ha sido un disparate. Albares ha dicho que la mejora de las relaciones con Marruecos permitiría proteger a los ceutíes, melillenses, canarios y andaluces (¿?). Por lo que a mí respecta en mi condición de andaluz, en modo alguno me siento protegido porque el Gobierno haya cedido al chantaje del sátrapa marroquí, que –como el alacrán- está siempre dispuesto a hincar en España su venenoso aguijón.
Reacciones externas
Mohamed VI aún se está relamiendo del gol por la escuadra que ha metido a España en tiempo de descuento sin aparente contrapartida. Los medios de comunicación marroquíes destacan que la decisión de Sánchez constituye un hito tan importante como el reconocimiento de Trump. Un portavoz del FP, en cambio, ha manifestado que esta decisión está absolutamente en contradicción con la legalidad internacional, y su representante en Madrid, Bashir Bouchraya, ha afirmado que España ha cedido a las presiones de Marruecos a cambio de retomar las relaciones diplomáticas bilaterales.
Pero quien ha tomado una decisión más drástica ha sido Argelia, que ha llamado a Argel a su embajador en Madrid, Said Moussi. Según un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores argelino, ”sorprendido por este repentino cambio de posición de la antigua potencia administradora del Sáhara Occidental, las autoridades argelinas han decidido llamar a consulta a su embajador en Madrid con efecto inmediato”. Un portavoz argelino ha comentado que España había traicionado por segunda vez a los saharauis Las autoridades argelinas están indignadas tanto por el fondo como por la forma de la decisión del Gobierno español. “En ningún momento Albares nos ha comunicado que Pedro Sánchez había mandado una carta al sultán con la que ponía fin a 47 años de neutralidad, y pensábamos en que la buena fe y la transparencia regían nuestra relaciones”. España había pasado de respaldar una solución que garantizaba la libre determinación del pueblo saharaui y apoyar la política de la ONU para resolver el último caso de descolonización en África, a secundar el plan de autonomía marroquí. Desde Moncloa juran y perjuran que avisaron a Argelia sin especificar quién lo había hecho y por qué cauces, pero pongo en duda que lo hicieran cuando no informaron ni siquiera a sus socios dentro del Gobierno.
Como ha señalado Carlos Berrozpe, en plena crisis mundial de suministro de gas y teniendo la suerte de poder recibirlo de Argelia, no es comprensible que el Gobierno cambie justo ahora de política sobre el Sáhara Occidental a riesgo de enfrentarse con su proveedor en un “timing” difícil de entender. Optar por tranquilizar las fronteras de Ceuta y Melilla a costa de agraviar a nuestro principal suministrador de gas en tiempos de crisis energética no parece razonable. Para el Gobierno, sin embargo, Argelia es un socio fiable con el que pretende mantener relaciones privilegiadas y da por descontado que la situación no va a cambiar, aunque no quep descartar que Argelia castigue a España cortándole el suministro o aumentando el precio del gas. Ya se ha mostrado dispuesto a aumentar su producción, pero canalizando el suministro a Europa a través del gaseoducto que la conecta con Italia y no con España
Estados Unidos coincide con España en que el plan de autonomía de Marruecos es la base adecuada para resolver el conflicto y la subsecretaria estadounidense de Asuntos Exteriores ha reiterado, tras reunirse con su colega argelino, las palabras de Trump sobre la bondad de la propuesta marroquí de autonomía limitada.
¿Qué hay detrás del cambio de postura de España? ¿Cui prodest?”
Cabe encontrar una pista al volantazo español en las palabras de Albares de que “no mantengamos posiciones fijas y ancladas. Lo importante es que demos por finalizado el conflicto”, a las que nadie prestó especial atención. ¿Qué hay detrás de ese cambio de postura? El PSOE ha traicionado una vez más su programa electoral y los compromisos asumidos de que la UE debería promover la solución del conflicto del Sáhara Occidental a través del cumplimiento de las resoluciones de la ONU que garantizan el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui. “Por ello, trabajaremos para alcanzar una solución del conflicto que se justa, definitiva mutuamente aceptable y respetuosa con el principio de autodeterminación del pueblo saharaui, así como para supervisar los derechos humanos en la región favoreciendo el diálogo entre Marruecos y el Frente Polisario”, que el enviado especial de la ONU, Stephan de Mistura, está propiciando. Resulta obvio que la propuesta marroquí avalada por Sánchez no cumple en absoluto con estas premisas.
Maite Rico ha especulado en “El Mundo” con que se trate de una jugada geopolítica maquiavélica del Gobierno de Sánchez: España cierra la crisis con Marruecos -avalanchas migratorias, asfixia económica de Ceuta y Melilla, reclamación sobre las aguas canarias y Acuerdo de pesca entre Marruecos y la UE-. Europa redibuja el mapa de suministro energético con el gas argelino, pone fin a la dependencia de Rusia y España se convierte en el eje de su aprovisionamientos a través del gaseoducto argelino y el futuro Midcat con Francia. Argelia y Marruecos firman la paz, abren sus fronteras y se quitan de encima el mochuelo sahariano, que es una rémora de la Guerra Fría. Se condena a los saharauis a ser refugiados a perpetuidad y el referéndum de autodeterminación deviene una quimera. Convertirse en una región autónoma dentro del reino de Marruecos es la única esperanza de futuro que les queda a los saharauis, y es un “win-win” en los que todos ganan. Se trata, no obstante de una interesante hipótesis que puede no pasar de una ensoñación.
Prefiero la alternativa que he expuesto en mi obra “El Sáhara español: Un conflicto aún por resolver” en la que se respetan las dos líneas rojas existentes: la jurídica de que no se pude resolver el conflicto si el pueblo saharaui no ejerce su derecho a la libre determinación, y la política de que Marruecos, Estados Unidos y sus aliados no admiten la creación de un Estado saharaui independiente. Éste aceptaría integrarse en el reino alauita si Marruecos le concediera una amplia autonomía similar a la existente en España para comunidades como el país Vasco o Cataluña. Es otra fórmula “win-win” que podría ser aceptada por los saharauis si la oferta fuera genuina y pudiera disfrutar de un amplísimo régimen de autogobierno, en el que las competencias del Gobierno central se limitaran a la defensa, los asuntos exteriores y la Hacienda.
Los funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores se preguntan qué hay detrás de este súbito giro en la política. ¿Se ha hecho a cambio sólo de que se normalicen las relaciones entre los dos países o Marruecos ha asumido algún compromiso importante que justifique la rendición española? Sánchez no da puntada sin hilo, sobre todo en lo que afecta a su voluntad de aferrarse al poder y cabría esperar que tuviera fundados motivos para dar el paso que ha dado sin contar con nadie. No obstante, me temo que pueda ser una cabriola diplomática más de este genio de la política “frankensteiniana” que nos ha tocado padecer por nuestros muchos pecados y que atenta no sólo contra los saharauis, sino también contra los españoles.
Madrid, 20 de marzo de 2022
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