martes, 4 de junio de 2019

Hipócrita demonización de Vox


HIPÓCRITA DEMON IZACIÓN DE VOX

            Soy consciente de que entro en territorio minado al tratar de un tema políticamente incorrecto como el de la calificación de Vox,  y de que voy a recibir críticas de todas direcciones, pero no tolero la hipocresía de los bienpensantes –o malpensantes - y la doble vara de medir que se aplica a los extremismos, según sean de derechas o de izquierdas. Cuando surgió Vox como una escisión del Partido Popular (PP), nadie le dio excesiva importancia porque era un movimiento con escasa representación, pero cuando irrumpió en el Parlamento andaluz con 12 diputados y ganó en las elecciones generales 24 escaños y en las autonómicas y municipales un respetable número de votos, los partidos políticos de izquierdas hicieron sonar todas las alarmas y clamaron “¡Que viene la ultraderecha!”  ¡Que el fascismo de Vox amenaza la democracia en España! “. Resulta curioso que, cuando el PP incluía en su seno a todos los sectores de la derecha, todo eran parabienes y España era uno de los pocos países europeos que no contaba con un partido fuerte de extrema derecha, pero, cuando una pequeña fracción se escindió de dicho partido, surgió de repente el peligro del ultraderechismo.

Admisión en Europa de partidos ultrderechistas

            Partidos europeos que se confiesan de ultranacionalistas –como el Partido de la Libertad, la Nueva Alianza Flamenca, el Partido Nacional Eslovaco o la Liga- han formado o forman parte de Gobiernos de coalición en Austria, Bélgica, Eslovaquia o Italia y nadie se ha rasgado las vestiduras por ello, pero que el PP y Ciudadanos (Cs) gobiernen en Andalucía con el apoyo de Vox en la investidura -sin contrapartida alguna-  ha bastado para que la izquierda y hasta los liberales hayan puesto el grito en el cielo y condenado semejante ultraje.En una inadmisible intromnisión en los asuntos internos de un Estado soberano, Emmanuel Macron y la Alianza Liberal y Democrática Europea han advertido a Albert Rivera que no puede seguir por semejante derrotero y el que fue candidato a la Alcaldía de Barcelona por Cs, Manuel Valls,  ha amenazado con romper con el partido si acepta los votos de Vox en autonomías y municipios, mientras que –en una muestra de incoherencia ideológica- ha ofrecido “gratis et amore los votos de los diputados naranjas a la ex-Alcaldesa Ada Colau, que ha sido –como ha señalado Francisco Rosell- una negligente regidora que se ha subordinado al separatismo y ha supeditado su agenda a la proclamación de la República. Creer que esa vara de mando va a ser usada de distinto modo por quien deshizo su pacto municipal con el Partido Socialista Catalán a raíz de que Pedro Sánchez suscribiera la aplicación del artículo 155 de la Constitución, es no saber de la misa a la media.

Sánchez puede permitirse echar en cara a Albert Rivera el pacto a la andaluza con el PP y el apoyo parlamentario de Vox sin sonrojarse,  después de su apaño de la “investidura Frankenstein” con populistas e independentistas para la moción de censura contra Mariano Rajoy y con los que deberá negociar su reelección. Parafraseando a Sánchez, Europa  no entendería que un partido que se autodefine liberal como Cs pacte con lo que él llama ultraderecha de Vox, olvidándose de que él mismo ha hecho socio de correrías al “Le Pen catalán”, Joaquim Torra, y esa misma Europa asustadiza tendría que transigir con sus trajines con declarados golpistas contra el orden constitucional. Asimilar a Vox con la Agrupación Nacional de Marine Le Pen no es inexacto, pero se utiliza a Vox como un buen comodín  o una oportuna “bête noire”. –“¡Que viene el lobo!”-, que puede servirle de pretexto para evitar que cristalicen mayorías alternativas de centro-derecha. ¡Menos lobos, Pedro! No veo al Presidente en funciones legitimado para protagonizar el poema sinfónico de Serguei Prokofiev “Pedro y el lobo”, a menos que asuma el papel del segundo , ya que tiene en su armario muchos cadáveres separatistas y ultraizquierdistas. Un caso límite es el de Navarra, que –según Victoria Prego- merece ser tratado como un asunto de Estado. En la Comunidad  Foral, “Navarra Suma” -una coalición electoral de los partidos constitucionalistas UPN, PP y Cs- ha ganado ampliamente las elecciones con 20 diputados, frente a los 11 del PSOE, 9 de Geroa Bai –partido hermano del PNV-, 9 de Bildu, 2 de Podemos (Ps)  y 1 de Izquierda-Ezquerra.  La dirigente socialista Maria Chivite está tratando cortocircuitar al ganador mediante ls formación de unas coalición con  los nacionalistas e izquierdistas y la abstención de Bildu. Arnaldo Otegui –a quien Sánchez suplicó sus votos para sacar adelante algunos de sus decretos-ganga- ya ha mostrado disposición para ello, si bien pidiendo a cambio que Joseba Asirón continúe como Alcalde de Pamplona. Ello supondría avalar la “vasquización” forzada de Navarra y apoyar la política del anterior Gobierno de Uxue Barkos de integrar a la Comunidad Foral en el País Vasco. El socialista bueno, Emiliano García-Page, ha declarado que Chivite es absolutamente fiable y no va a pactar  nada que rompa  Navarra o España, pero los síntomas son mortales, pues –como ha señalado Fernando Palmero- el PSOE navarro pretende, en alianza con los nacionalistas, seguir adelante con el proceso de “euskadización”. La última decisión de Ferraz ha sido la de no avalar esta negociación para congraciarse con UPN, cuyos dos diputados pueden ser decisivos para la investidura de Sánchez Esperemos que en este punto no ceda, pese a las frustraciones de Chivite.. 

Vox no es un partido de extrema derecha

Y lo bueno del caso es que Voz  no es un partido ultraderechista, fascista y anticonstitucional. Es un partido de derecha pura y dura, .pero más en la línea del Fidesz húngaro de Viktor Orban o el PiS polaco del Jaroslav Kackynski, que de la Agrupación Nacional de Marine Le Pen o del Partido de la Libertad de Heinz-Christian Strache. No se sentiría Vox a disgusto en el seno del Partido Popular Europeo como s u admirado Orban, pero no lo dejarían entrar al ser una escisión del PP. Un profesor amigo,  malogrado candidato de Vox al Parlamento Europeo, me ha asegurado que la intención era de integrarse en el Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos, y no en el de la Europa de las Naciones y de las Libertades, o en el que formen Le pen y Salvini. Vox es respetuoso de la Constitución, aunque pretenda reformarla como la mayoría de los partidos políticos y, aunque crítico, no es antisistema .

Vaya por delante que no comparto algunas de las ideas de Vox, aunque las considere respetables. Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. .El partido no es ese monstruo fascistoide amenazador de la democracia, suma de todos los males sin mezcla de bien alguno, que nos presenta la izquierda puritana y la mayoría de los medios de comunicación, descalificación que en parte ha compartido el Presidente del PP al calificarlo de partido de extrema derecha, tras la debacle de los populares en las elecciones generales. Habría que preguntarse por las razones del repentino éxito de Vox, entre las que cabría mencionar el desprestigio de la clase política tradicional, la lacra de la corrupción, la  traición del PP a algunos de sus principios, el entreguismo de Sánchez y del PSOE a los separatistas catalanes o los abusos de los LGTBI

No estoy de acuerdo con su versión un tanto rancia de la religión, su exaltación acrítica de parte de nuestra historia, su propuesta de suprimir el Estado de las Autonomías sin ofrecer una alternativa viable, su  menosprecio por los emigrantes, su agresividad hacia los LGTBI, su euroerscepticismo –no necesariamente antieuropeísmo-, sus “liaisons dangereuses” con Steve Bannon., Matteo Salvini,  Vilkor Orban,  y –en menor medida- Marine Le Pen, su actitud bronca y sus  excesos verbales. Pero también tiene el partidos aspectos positivos como su radical oposición al separatismo y su apoyo a la unidad e integridad de España, se defensa de la vida, su denuncia de la corrupción y de las sinecuras de los  políticos profesionales, su política liberal de la economía, su propuestas de reducir impuestos, su respaldo a la libertad de los padres para escoger la educación de sus hijos y al no adoctrinamiento de los menores en las escuelas o el fomento a la natalidad. A él se debe en buena medida que los golpistas catalanes hayan sido llevados ante los tribunales al presentar una acusación popular, ante las reticencias del la Fiscalía de Cataluña, que ya racaneó en el caso del seudo-referéndum del 9-N. El Gobierno de Sánchez ha tratado de quitar hierro al asunto y ha forzado a la Abogacía del Estado a que sustituya la acusación de rebelión por la de sedición, y se ha mostrado propicio a conceder el indulto a los procesados en el caso de que fueran condenados.

Vox se portó bastante mal con su “alma mater” durante las elecciones generales, dado que se presentó en muchas circunscripciones donde no tenía ninguna posibilidad y actuó como el perro del hortelano que ni comía ni dejaba comer, pues obtuvo pocos diputados  y tiró por la borda muchos votos, que privaron de un montón de escaños al PP. Sin embargo, en Andalucía se comportó caballerosamente pese a los desplantes de Cs y contribuyó desde fuera, sin contrapartida alguna, a la formación de un Gobierno de coalición PP-Cs, que desbancó al PSOE de la Junta tras 40 años en el pode. Cs se negó incluso a sentarse con Vox para dialogar, pero aceptó los votos de sus doce diputados sin el menor escrúpulo. Este menosprecio hacía el nuevo partido de la derecha procede  no sólo del centro, sino también y  sobre todo de la izquierda, aunque también de la derecha. Antonio Elorza advirtió en “El País” que Cs vería su ejecutoria manchada por la presencia de Vox y el antiguo dirigente pepero José María Lassalle lo ha calificado de “fascismo posmoderno”, porque su actuación conecta con el imaginario del franquismo y la falange. Si defendemos la democracia –ha manifestado- “no se puede mantener ningún tipo de relación con Vox”.

Cordón sanitario a Vox

Semejante afirmación me parece poco democrática en boca de un autocalificado demócrata. Si defendemos la democracia, debemos hablar con todos los partidos democráticos, e incluso con los no democráticos, pues –como ha señalado Manuel Arias Maldonado- se puede hablar con todos los partidos  sin excepción, porque han sido votados por los ciudadanos en elecciones democráticas. Es normal y lógico que Cs hable con Vox si aspira a obtener sus votos,  y lo contrario constituiría un hipócrita manifestación de cinismo. Cs  trata incluso de someter a Vox  a una especie de chantaje sentimental.” Yo no me digno hablar contigo porque eres ultraderechista y me contaminas con tu simple presencia, pero tú debes cederme  tus votos por patriotismo para evitar que los izquierdistas y los separatistas accedan al poder en las autonomías y en los municipios”. Así, el Gobierno andaluz ha apelado a la “altura de miras” y a la “responsabilidad” de Vox para que permita la aprobación de los Presupuestos Generales de 2019. La Ejecutiva de Cs ha decidido hoy por unanimidad rechazar la entrada de Vox en los Gobiernos regionales o locales, y vetar cualquier negociación con el partido. Los acuerdos se harán preferentemente con el PP y subsidiariamente con el PSOE, pero nunca con Vox. Cs condesciende a reunirse con este partido, pero sólo para informarle de los acuerdos alcanzados con el PP y señalarle donde el “convidado de piedra” tiene que firmar su adhesión a los mismos. Con el mayor de los cinismos, advierte que si Vox no acepta su papel secundario y no apoya tales acuerdos, será el responsable de abrir la puerta a Gobiernos del PSOE o de Ps y su electorado no se lo perdonará. ¿A ellos sí?.

  Los líderes de Vox tienen, pues, sobradas  razones  para enfadarse por esta lamentable actitud y ya han advertido que pondrán una línea roja al respecto: que CS se siente con ellos a negociar. Como ha señalado  Rocío Monasterio, debería haber un pacto y, para ello, es condición indispensable sentarse en una mesa a negociar. Vox aspira –con todo derecho- a entrar en Gobiernos autonómicos como los de la Comunidad Madrileña o Murcia, y municipales, como el Ayuntamientos como el de Madrid, a lo que Cs se opone y el  PP tampoco favorece, prefiriendo un apoyo desde fuera a una participación directa. Vox parece que estaría dispuesto a repetir la fórmula andaluza, pero pone como condición “sine qua non” sentarse los tres partidos en una misma mesa a negociar. El PP ha propuesto formar mesas tripartitas para conversar, pero Cs se sigue oponiendo, lo que está colmando la paciencia de los dirigentes de Vox y su líder Santiago Abascal ya ha dicho que no pueden aceptar un contrato de adhesión a un texto en cuya elaboración no hayan participado. Vox ya ha enseñado los dientes al presentar una enmienda a la totalidad a los Presupuestos Generales de Andalucía presentados por el bipartito PP-Cs, que podría provocar la caída del Gobierno andaluz.

Cs no es el único que no quiere ver a Vox ni en pintura. El PSOE comparte este sentimiento y, si bien no quiere verlo en pintura, está encantado de verlo en fotografía. Como ha comentado irónicamente Lucía Méndez, la providencia  se apareció a Sánchez en forma de la foto de Colón. Con su habilidad propagandística e influencia en los medios de comunicación, los socialistas han sacado el máximo jugo posible a la famosa foto de Casado, Rivera y Abascal  -juntos pero no revueltos-,  para movilizar a su electorado al grito de “¡Que viene el fascismo!” y de “¡No pasarán!“.  Lo que fue una impresionante manifestación,  espontánea y desorganizada, de los madrileños como reacción contra el entreguismo de Sánchez a los secesionistas catalanes -culminado con la Cumbre de Pedralbes- quedó reducida por la agitprop  socialista a la foto de la Plaza Colón

En opinión de Rosell, el PP podría mantener el Gobierno de la Comunidad de Madrid y  recuperar su Alcaldía siempre que el orgullo de Vox y el prejuicio de Cs, sumados a la estupidez,  no contraríen el nítido designio de sus votantes. Ni el orgullo de Vox, poniendo el “yoismo” de sus dirigentes por encima de sus electores, ni el prejuicio de Cs con respecto a la agrupación de Abascal –que ni está fuera de la Constitución , ni es  antisistema  por mucho que chirríe su radicalidad-  puede llevarles a hacer el caldo gordo al PSOE. Una cosa es que Vox esté en su derecho de que no se le trace cordón sanitario alguno y sea tenido en cuenta como interlocutor, y otra que su obcecación le lleve a traicionar a su electorado poniendo esos objetivos al interés exclusivo de unos dirigentes tan simples en sus razonamientos como estúpidos en sus consecuencias. Los ciudadanos han puesto de manifiesto su deseo de poner fin al populismo que ha reinado en el Ayuntamiento de Madrid en los últimos años y su sustitución por un Concejo de centro-derecha. Cs se equivocaría gravemente si no hiciera caso a este clamor. El orgullo y el prejuicio arruinan la política “cuando sus actores principales se empeñan tercamente en desoír. -entretenidos en sus cuitas personales y partidista- el pálpito ciudadano expresado en las urnas”.

Curiosamente, el PSOE de Madrid ha sido más razonable, o menos intolerante, que Cs en relación con Vox y ha guardado las formas. Su candidato, Ángel Gabilondo ha enviado una carta a todos los grupos que han obtenido representsción para mantener una reunión con ellos. Aunque ha advertido que con Vox no formará Gobierno y no tiene nada que negociar con él, cree que se debe hablar con todos los candidatos para mostrarles su programa y sus ideas. Según Rául del Pozo, Cs se niegas a sentarse con la ultraderecha de Vox, pero va a permitir que Sánchez pacte con el PNV y –como ha señalado Jorge Bustos- al final, se hará lo que diga el PNV. Este partido juega ahora el papel de “nacionalista bueno”, en contraste con los nacionalistas catalanes, pero hay que ir más allá de las apariencias. El PNV ha firmado un pacto con HB Bildu para adoptar un nuevo Estatuto, que no tiene nada que envidiar al Estatuto Catalán de 2005. Ya ha asomado la patita y advertido a Sánchez que no podrá contar para su investidura con los votos de sus seis diputados en el Congreso si el PSOE facilita el acceso de la ganadora de las elecciones forales  Navarra Suma al Gobierno de la Comunidad.

Tolerancia con los partidos de extrema izquierda y separatistas

El cordón sanitario impuesto a Vox contrasta con la tolerancia y la aceptación  de los partidos de extrema izquierda, como Ps, ERC, la CUP o HB Bildu. El PSOE no tiene escrúpulo alguno en considerar a Ps su socio preferente, recabar su apoyo  y permitirle su participación en el Gobierno, pese a que –a diferencia de Vox- es un partido antisistema, anticonstitucionalista y contrario a la Monarquía. Es  partidario del “derecho a decidir” y de la celebración de un referéndum  de autodeterminación en Cataluña. Propugna una economía planificada a la soviética y una política financiera de aumento  ilimitado del gasto público, que llevarían al país a la ruina antes de que acabara la legislatura. Su “gran timonel” no es eurocomunista, sino un marxista-leninista a la vieja usanza, que añora a Stalin y defiende los populismos bolivarianos de Cuba, Venezuela, Bolivia o Nicaragua.. Semejante personaje se creía ungido para desempeñar la Vicepresidencia del Gobierno y ahora que el viento no sopla de coleta, se conforma con la pedrea  de un Ministerio de segunda división o incluso de una Secretaría de Estado. ¡Todo sea por la familia!

Los escrúpulos de contagio tampoco impiden al PSOE de Sánchez a asociarse con los nacionalistas catalanes, que aspiran a destruir la unidad nacional y han declarado unilateralmente la independencia de la República de Catalunya. Loa secesionistas catalanes se encuentran en un estado de insumisión permanente al Estado de Derecho al negarse a cumplir las leyes y las sentencias de los tribunales,  menosprecian a los españoles –incluidos los catalanes no nacionalistas-, impiden que los niños puedan ser escolarizados en su lengua materna pese a ser la oficial del Estado, no cesan de denigrar e insultar al Rey, exigen un tratamiento privilegiado especialmente en el ámbito fiscal y recurren de forma permanente a la mentira y a la manipulación (“posverdad”). Esta condescendencia del Gobierno hacia el separatismo se plasmó en el Comunicado Conjunto de la Cumbre de Pedralbes entre Sánchez y Torra, en el que se reconoció  la existencia de un conflicto entre España y Cataluña y se soslayó la Constitución para  su eventual solución, en la aceptación de un relator-mediador internacional y en la admisión sin rechistar de las 21 exorbitantes reivindicaciones formuladas por Torra.

Con la injusta demonización de Vox, Cs, la izquierda y los separatistas están -conscientemente unos e inconscientemente otros-,  arrinconando al partido y forzándolo a que se convierta en lo que de momento no es: un partido ultraderechista, anticonstitucionalista y antisistema. Voz debería eludir la trampa que se le ha tendido y  no tirar los pies por alto, sino dar, por el contrario, una respuesta mesurada a tanta provocación. Debería defender a ultranza lo que en derecho le corresponde y la  presunción de inocencia, y mantener que –salvo prueba en contrario- es un partido constitucional perfectamente homologable a nivel español y europeo. Una ideología de derechas es tan respetable como otra de izquierdas, siempre que los partidos y sus miembros actúen dentro de la Constitución y de la ley. Dicho esto –y una vez conseguidos los requisitos mínimos que el mismo ha fijado de ser escuchado y tenido en cuenta en la negociación-  Cs no debería avergonzarse de ser generoso y de colaborar a que se constituyan en autonomías y municipios Gobiernos afines a sus principios esenciales.   

Madrid, 3 de Junio de 2019  



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