lunes, 4 de junio de 2018

ETA ha muerto, ¿Gora ETA?


ETA HA MUERTO ¿GORA ETA?

            El pasado 16 de Abril, lo poco que queda de ETA hizo pública una declaración en la que anunciaba a bombo y platillo que daba por concluida  toda su actividad política” y  desmantelaba completamente sus estructuras, si bien seguiría luchando en otros ámbitos por “una Euskal Herria reunificada, independiente y socialista”.  So pretexto de que había que escenificar la disolución de la organización terrorista –vencida por la acción de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, la actuación de los jueces y la cooperación internacional, especialmente de Francia-, la izquierda abertzale organizó día 4 de Mayo una grotesca y siniestra romería en Cambo-les-Bains para blanquear el comunicado hecho público el día anterior explicitando la disolución, acusar al Gobierno español de no haber hecho nada por la paz, exigirle una solución urgente para los presos de la banda y mofarse de las  víctimas de su acción terrorista. ETA y su heredero universal y representante político BILDU mantienen  que, con este generoso gesto, el conflicto con el Gobierno español ha terminado y en el País Vasco y en Navarra vuelve la normalidad, como si no hubiera pasado nada  en los últimos 60 años. ¡Aquí paz y después gloria!.

Dramáticas consecuencias de la actuación criminal de ETA

            Sin embargo, han pasado demasiadas cosas en la Historia del País Vasco y de España, que no se pueden subsanar por ensalmo con un tramposo comunicado. Entre 1968 y 2010, ETA ha cometido 3.751 atentados terroristas y 4.500 acciones de “kale borroka”, que han producido 854 muertos, 808  de ellos después de haberse establecido la democracia en España y sólo 46 durante la época franquista, lo que pone de manifiesto la falacia sobre los heroicos gudaris que lucharon para liberar a Euskadi de la tiranía de Franco. 579 murieron en el País Vasco, 123 en Madrid, 54 en Barcelona, 42 en Navarra, 10 en Francia y 46 en diversas ciudades españolas. 773 eran varones y 59 mujeres , y entre ellos  figuran 22 niños. 493 pertenecían a las Fuerzas Armadas o de Seguridad – 209 guardias civiles, 150 policías nacionales, 93 militares, 25 policías municipales y 16 erzantzas- y 361 eran civiles -68 dirigentes políticos, 55 empleados, 50 autónomos, 33 empresarios, 6 jueces. 3 periodistas y 147 personas de diversas profesiones y amas de casa-. El número de bajas civiles fue aumentando a partir del momento en que ETA impuso su política de  socialización del terror”, con la quecolocó a cualquier ciudadano en el punto de mira de los terroristas. También cabe mencionar la muerte de 7 integrantes de ETA, que fueron asesinados en ajustes de cuentas o “ejecutados” por ser considerados traidores a la causa.  547 sufrieron la muerte por disparos y 307 por explosiones -158 de ellas por coche/bomba-

            Los ataques de ETA han causado 2.597 heridos –sólo 27 durante el período franquista-, incluidos 60 niños, y 709 inválidos.  8 menores han quedado huérfanos de padre y madre. Entre la clase política, el más afectado ha sido el PP, seguido del PSOE. Especial significación tuvieron el vil asesinato del Concejal popular Miguel Ángel Blanco, que provocó el “espíritu de Ermúa” y la condena generalizada de la conducta de la banda, y el secuestro y reclusión en un zulo durante 532 días del funcionario de prisiones José Antonio Ortega, a cuyo carcelero, Josu Uribetxeberría –que se mostró dispuesto a dejarlo morir por inanición- el Juez Central de Vigilancia Penitenciaria concedió indebida e injustamente la libertad condicional. Ahora, el Ayuntamiento de Mondragón, regido por BILDU, ha decidido rellenar el zulo con hormigón para que no sirva de recordatorio del inhumano secuestro.
Entre 1970 y 1997, ETA realizó 86 secuestros, por los que recaudó €104,7 millones, así como otros  €161,2 millones por extorsiones y €37,3 millones por el “impuesto revolucionario” -15.000 empresarios habían recibido cartas de extorsión hasta 2010-. 42.000 persona fueron amenazados por la banda, que, -entre 1968 y 2001- recogió información sobre 15.649 personas: 3.760 miembros del  PP y 1.294 del PSOE, 1.843 empresarios, 899 jueces y 213 profesores. Muchas personas –incluidos algunos miembros de mi familia- tuvieron que abandonar el País Vasco por las amenazas de ETA. Según la Fundación BBVA, entre los años 1980 y 2000, 157.417 ciudadanos vascos tuvieron que huir de sus hogares, provocando un desequilibrio en el censo electoral que favoreció al PNV. El Gobierno del PP elaboró un plan para permitir que estos exiliados involuntarios pudieran votar en las elecciones que se celebraran en el País Vasco auque residieran fuera de la Comunidad, pero no se atrevió a aplicarlo ante la oposición del PNV y de los filoetarras de BILDU. 3.300 ciudadanos tuvieron que vivir con escolta –algunos durante más de 20 años-, para lo que el Gobierno tuvo que gastar €1.725 millones, amén de otros €3.895 millones en seguridad. Los daños económicos causados por los atentados ascendieron €5.671 millones y las pérdidas globales por los gastos de seguridad y de pensiones, las indemnizaciones a 3.421 víctimas y la paralización de la central nuclear de Lemóniz supusieron €25.000 millones. Se calcula que se ha producido un descenso del 10% en el PIB del País Vasco, aunque hay expertos que sitúan la pérdida en el doble.

Se calcula en unos 3.800 el número de militantes que ha tenido ETA durante su siniestra historia. Unos 100 comandos fueron desarticulados por las fuerzas de seguridad y 20.000 sospechosos de terrorismo fueron detenidos, el 25% de los cuales resultaron imputados. Se han incautado 41.132 kgs de explosivos y 6.118 armas -1.946 armas cortas, 1.231 subfusiles, 853 fusiles, 24 escopetas, 2.104 granadas y un misil-. De los etarras detenidos 1.595 fueron excarcelados, 1.232 amnistiados en 1977, 78 se arrepintieron y 27 se acogieron a la “vía Nanclares”. Actualmente hay 100 militantes fugados y 297 encarcelados: 243 en España, 53 en Francia y 1 en Portugal. Aún quedan 358 crímenes si esclarecer. Desde 2016, se han celebrado 123 homenajes a los etarras que ha salido de prisión, especialmente por parte de los Ayuntamientos regidos `por militantes de BILDU. Toda esta orgía sangrienta puede ser lavada con el jabón del buenismo y el detergente del olvido. Como ha señalado David Gistau, los etarras tratan de librarse de la droga del odio a los no nacionalistas “cpn una metadona mental  que forma parte de los ejercicios de memoria selectiva y olvidos adrede, con los que una buena parte de la sociedad vasca está dispuesta a cerrar en falso el sangriento capítulo etarra con tal de dejarlo atrás cuanto antes”. Sin embargo, las víctimas tienen derecho a que se aplique la ley y a reclamar justicia, verdad y memoria..

Declaración relativa a la disolución de ETA

            La declaración sobre la supuesta disolución de ERA es un modelo de cinismo y tergiversación. Insiste en la existencia de un conflicto y de la necesidad del pueblo vasco de recurrir a las armas para hacer frente a la violencia del Estado y liberarse del yugo opfresor. Afirma que la falta de voluntad del Estado para solucionar el conflicto y las oportunidades perdidas han provocado su alargamiento y “multiplicado el sufrimiento de las distintas  partes”.  ETA reconoce el sufrimiento provocado como consecuencia de su “lucha” y pide perdón “a los no implicados directamente en el conflicto”. Deja el hacha, pero se jacta de su ·”trabajo”, ya que con su “lucha” ha dejado un “pueblo vivo”, donde “las garras del franquismo” hacían agonizar a Euskal Herria. ETA ha hecho un llamamiento a los vascos ya que “la solución del conflicto y la construcción de Euskal Herria os necesita a todo vosotros, porque el futuro es responsabilidad de todos”. Ha reiterado  los mantras de ETA: existencia de un conflicto que justifica el recurso a las armas para la liberación del oprimido pueblo vasco, situación de Euskadi en posición de igualdad con el Estado, y existencia de víctimas en la dos partes. Para Marimar Blanco, Presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, la palabra perdón queda muy bien en un comunicado, pero está vacía de contenido si no reconoce los daños causados y sigue hablando de conflicto y de víctimas de los dos lados. Para la eurodiputada Teresa Jiménez Becerril, la petición de perdón es cínica y selectiva. Llega tarde y se dirige sólo a los vascos, cuando los crímenes etarras se perpetraron en toda España.

Fernando Aramburu ha afirmado que el comunicado de ETA le ha parecido una redacción de colegio de una impresionante liviandad intelectual. Los últimos etarras que quedan pretenden hacerse los buenos, los sensibles, los compasivos con una parte de sus propios asesinados, los “no implicados directamente en el conflicto”, que no se sabe muy bien quienes son, pero no existe la bondad armada. “Estos sacralizqdores del suelo patrio, persuadidos de la nobleza de su causa, creyeron implicarse en una acción positiva montándose un paraíso, una comunidad ideal de vascos libres y genuinos, por el expeditivo procedimiento de arrebatarles la vida a otros…Ahora, los encargados de echar el cierre a la barraca del terror piden con humildad impostada esa cosa imposible: la absolución histórica”. ETA se considera perdonable y reitera la cantinela de la victimización del pueblo vasco, y se jacta de hablar en su nombre y de imponer su utopía a tiro limpio. ETA pretende convencernos de que recurrió a la violencia porque había una violencia previa, que había continuado después de que la banda hubiera abandonado la lucha armada. Ha mantenido con sostenida  pertinacia el mito de u n nacionalismo inocente y la tesis de que los vascos han sido sempiternas victimas de la Historia, pero su relato no se sostiene.

            Como ha observado Joan Mezquida, el comunicado de ETA establece diferencias entre víctimas y sólo pide perdón por algunas de ellas. Sigue alimentando la idea de que existe un “conflicto político” en el País Vasco que hay que resolver  y pretenden aparecer ante la Historia como unos luchadores por la libertad del pueblo vasco, fabricando un falso relato de la Historia con tintes épicos y revolucionarios, cuando no son más que una jauría de asesinos en serie en vez de un grupo de gudaris.     

            Según un editorial de “Libertad Digital”, sería temerario hablar del “fin definitivo de ETA” por lo que hagan o digan, o dejen de hacer o decir, unos terroristas que siguen prófugos, en un comunicado en el que anuncian haber disuelto completamente sus estructuras. Se supone que son los tribunales y las fuerzas de seguridad los que deben desarticular esas estructuras, requisar su armamento y detener a los criminales, pero desde hace décadas a quienes se encomiendan estos menesteres no es al Estado de Derecho, sino a los propios terroristas. Es lógico que una banda terrorista que no renuncia a sus fines secesionistas ni repudie los medios criminales con los que los trató de alcanzar, procure de sacar el mayor provecho posible a lo que denomina “fin de su recorrido”. Lo más penoso es ver a los voceros de ETA campar a sus anchas en las instituciones. “Si éste es el final de ETA, sus ninguneadas víctimas no se lo merecen”.

            Como ha señalado Jaime Mayor en una “tercera” en “ABC”, no estamos  asistiendo al final de ETA, sino a su metamorfosis o transformación.  La banda terrorista  no sólo no ha desparecido, sino que se ha extendido territorialmente y está más presente que nunca en nuestra sociedad y en nuestro horizonte político y social, a través de la autodeterminación como objetivo próximo. Ya no necesita matar porque está en la política y, a través de ella, puede conseguir los objetivos políticos que antes perseguía con las armas. Está acabada, pero su proyecto de ruptura de España sigue vigente y más fuerte que antes, un proyecto que se traduce en el debate sobre la autodeterminación de los pueblos y la legalización de los referendums de libre determinación, que se ha extendido a Navarra, Baleares y Valencia, además de a Cataluña.  Asistimos a un punto y seguido de un proceso de “resolución de conflictos”, mal llamado “proceso de paz”, que impulsó José Luis Rodríguez Zapatero y que sigue vivo. ETA alcanzó sus objetivos a través de una serie de pactos por medio de sucesivas treguas-trampa, que escenificó primero en Estella en 1998 con el PNV, después en Perpiñán en 2004 con ERC, y finalmente en 2005 con el Gobierno de Zapatero, con el que inició negociaciones de paz tras haber declarado un alto el fuego permanente. “Yo no puedo –concluía el ex –Ministro del Interior- aceptar el proceso de ruptura de España a través de una metamorfosis de ETA”.

            Cayetano González pone en duda que se haya disuelto ETA. Ha dejado de matar –lo cual es una buena noticia-, pero sigue con el proyecto totalitario que ha encarnado, por lo que –mientras éste subsista-, ni se habrá disuelto, ni habrá sido derrotada. Su objetivo sigue siendo la destrucción de España. Cuando llegó a la conclusión de que sin matar podia conseguir sus objetivos, dejó de hacerlo. Desde hace año está en las instituciones, su heredero BULDU es la segunda fuerza política en Euskadi, gobierna en 77 Ayuntamientos vascos, y tiene 17 diputados en el Parlamento autonómico y dos en el Congreso. Según Luis María Ansón, se disuelven porque no necesitan recurrir a la fuerza para financiarse, ya que están en el poder en el País Vasco y en Navarra, y pueden luchar por sus ambiciones totalitarias y separatistas desde las instituciones.

            Para Francisco Rosell, los malhechores filoetarras  propugnan un “punto y final” que suena a “punto y seguido”. En vez de implorar perdón, se vanaglorian de un pretérito infame que blanquean impúdicamente y principian otra fase en la que ya no tienen que manejar el hacha a la que enrosca su condición de sierpe, al haberse apropiado de importantes parcelas de poder a través de su brazo político BILDU, pero siguen moviéndose con la sinuosidad del reptil. ETA ha sido reducida policial y judicialmente, pero podría resarcirse si ganara la batalla ideológica del relato y se pusiera en la piel del personaje del cuento de  José Agustín Goytisolo sobre “el lobito bueno al que maltratan los corderos”. Como ha observado Iñaki Gil, “la serpiente ha jubilado el hacha, pero quiere vender su piel como paz”.

Actitud de los partidos políticos

            El nacionalismo vasco ha ofrecido dos caras muy distintas en la forma, pero coincidentes en el fondo: la amable del “moderado” PNV y la terrible de ETA y sus circunstancias. Coincidían en su objetivo –la libre determinación de Euskadi-, pero  diferían en los medios para lograrlo, aunque quizás no tanto. Como confesó Monseñor Xavier Arzallus en 1990 con una cándida desvergüenza, “no conozco ningún pueblo que haya alcanzado su liberación sin que unos arreen y otros discutan, unos sacudan el árbol sin romperlo para que caigan las nueces y otros las recojan”. El principal partido del País Vasco ha ejercido con fruición su labor de “recogenueces” y le ha ido de maravilla, sin necesidad de gastarse y manteniendo su aureola de partido otrora inspirado en el humanismo cristiano.

            A excepción del PP –y, a ratos, del Partido Socialista de Euskadi (PSE)-, los demás partidos, antiguos y modernos, han mantenido que existe un conflicto político  el en País Vadsco y es, por consiguiente, necesario negociar para solucionarlo. Ya en el Manifiesto de 1998 ”Por una salida dialogada al conflicto vasco”, los firmantes instaron al Gobierno a que asumiera sus responsabilidades y buscara soluciones que fueran  más allá de las estrictamente policiales y apostara –con independencia de lo que hicieran los demás (¿?)- por la vía del diálogo y de la negociación sin condiciones”. Iñigo Urkullu afirmó en 2004 que ETA era algo más que una organización que tuviera un carácter exclusivamente militar. Se trataba de una expresión más de lo que era un problema político que afectaba secularmente a la sociedad vasca. Aunque los golpes policiales desbarajustaran la organización, la raíz política no iba a ser solucionada. Pachi López, por su parte, afirmó en  2005 que  el primer paso lo tenía que dar ETA al decretar la ausencia de violencia y que después los políticos arreglarían los problemas políticos. O sea, que uno y otro, PV y PSE creían que existía un “conflicto político” en Euskadi que debería ser resuelto mediante el diálogo y la negociación entre las partes. La propuesta sobre el Preámbulo del futuro Estatuto de Autonomía del País Vasco presentada por los peneuvistas en la Comisión del Parlamento Vasco creada para su elaboración muestra de la identidad de miras entre el PNV y ETA. En ella, se define a Euskal Herria como “un pueblo con identidad propia”, que ha pervivido en los siete territorios históricos que forman el País Vasco, Navarra y la Mancomunidad de Iparralde en el sur de Francia. La propuesta coincide casi en su integridad con la formulada por ETA en su Declaración de disolución. El nuevo Estatuto establecería una relación confederal entre Euskadi y el Estado español. El PP y el PSE han criticado la propuesta por desarrollar las directrices marcadas por ETA, si bien los socialistas no se plantean salir del Gobierno vasco en el caso de que resultara aprobada, ya que hace mucho frío fuera del poder. Mientras el PP, Ciudadanos y, en ocasiones, el PSOE  han negado la existencia de un conflicto en el País vasco, Izquierda Unida y Podemos (Ps) han dado en distintos momentos su apoyo, si no directamente a ETA, sí a sus testaferros SORTU o BILDU.

Actitud de la Administración de Justicia

            Los Tribunales de Justicia y el Ministerio Fiscal en el País Vasco han sido uno de los baluartes en la lucha contra el terrorismo de ETA. El problema de la enorme presión que los terroristas y su entorno ejercían sobre jueces y fiscales –y que se reflejó en la actitud poco clara adoptada en ocasiones por el Fiscal-Jefe de la Comunidad, Juan Calparsoro- quedó en buena medida superado cuando la Audiencia Nacional (AN) asumió la competencia en los temas de terrorismo y la lejanía física de jueces y fiscales hizo que disminuyera considerablemente la tensión, aunque no se resolviera del todo, como se puso de manifiesto con los asesinatos de los Magistrados del Tribunal Supremo (TS) Rafael Martínez Emperador y José Francisco de Querol , del Magistrado del Tribunal Constitucional (TC) Francisco Tomás , del Fiscal-Jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Luis Portero, o de la Fiscal de la AN Carmen Tagle, así como con los atentados con paquetes-bomba contra los Magistrados de dicha Audiencia Fernando de Mateo y José Antonio Jiménez Alfaro. La AN ha dictado 1.500 sentencias sobre ETA, 713 de las cuales se referían a atentados mortales.
            El borrón negro en la Administración de Justicia lo ha puesto el TC, que, aunque imparta justicia, no es técnicamente un órgano jurisdiccional, pese a lo cual ha pretendido erigirse en una instancia superior al TS y, en tres ocasiones, ha anulado sentencias de este Tribunal: En 2009 en relación con el rechazo de la candidatura de Iniciativa Internacional, en 2011 con la de BILDU y en 2012 con la de SORTU. Especialmente grave fue la última sentencia, pues en la de BILDU existía la atenuante de que en la candidatura se habían integrado dos fuerzas políticas legales, Eusko Alkartsasuna y Alternatiba Eraizitzen. La mayoría –por un voto- del TC descartó las pruebas e ignoró las sólidas argumentaciones del TS, que estaban sólidamente fundadas desde el punto de vista fáctico y jurídico, y llevaban a una certeza de sentido común. El TC calificó frívolamente estos argumentos de “sospechas, convicción subjetiva, juicio de intenciones e ilegalización preventiva”, y alcanzó conclusiones tan absurdas como que SORTU no era una reconstitución o refundación de otras organizaciones ilegalizadas ya que había una nítida e indubitada ruptura  respecto de ellas, y que resultaba evidente que quienes llegaran a las instituciones en sus listas de no darían legitimación ni apoyo político a ETA, sino que, antes al contrario, desarrollarían “una actividad de deslegitimización de cualquier conducta vulneradora de los derechos y libertades fundamentales de las personas”. Como señaló Manuel Aragón en su voto discrepante, el Tribunal incurrió en una flagrante contradicción ya que –aunque afirmó que no le correspondía la revisión de las pruebas practicadas, ni la valoración que de ellas, había valorado negativamente los elementos probatorios tenidos en cuenta por dicho Tribunal  y los había rechazado sin apenas motivarlo jurídicamente.

Actitud de la sociedad vasca en general

            Según ha observado Manuel Gutiérrez Aragón, al hablar de ETA no sólo hay que contar a los activos, sino también a los “pasivos”, a quienes miraban para otro lado, que eran una parte importante del problema. La actuación criminal de los terroristas etarras ha sido posible porque han contado con la complicidad, la tolerancia o la indiferencia de buena parte de la sociedad vasca, que no sólo no ha consolado o arropado a las víctimas del terrorismo, sino que las han ignorado, menospreciado e incluso forzado a abandonar sus hogares. Esta situación de marginación ha sido magistralmente descrita por Aramburu en su novela “Patria”, como “un mundo en que la ficción colectiva arrasó con las responsabilidad y hasta con la conciencia individual de una comunidad quebrada por el etnicismo y la estupidez”. Una sociedad que se ha abstenido de condenar a los verdugos por las atrocidades cometidas para no significarse, cuando no ha culpado a sus víctimas con la penosa e infamante coartada de  algo habrán hecho” y causado el vacío en torno a ellas. Como afirmaba con amargura la viuda del empresario euskaldún “Txato” asesinado por la banda, no lo hemos enterrado, lo hemos escondido. “Las víctimas estorbamos y nos quieren empujar con la escoba bajo la alfombra. Que no se nos vea y desaparezcamos de la vida pública, mientras ellos consiguen sacar a sus presos de la cárcel porque esa es su paz. Aquí no ha pasado nada y todos tan contentos”. El párroco del pueblo le pidió que se ausentara durante una temporada del pueblo y no regresara hasta que las aguas volvieran a su cauce, porque su presencia causaba inquietud a la población y los vecinos tenían derecho a rehacer sus vidas. Algunas actuaciones de las fuerzas de seguridad habían golpeado con dureza al pueblo, pero –sin poner paliativo a esas terribles tragedias que tanto dolor causaban-, no debía perder de vista el sufrimiento de otras personas. Se habían producido registros,  detenciones y torturas, y había varios hijos de la villa encarcelados por muchos años. Él o podía decir a estas familias “Vuestro hijo militaba en ETA ¡que os zurzan!”. Eran parte de “un conflicto en el que estaba implicada toda la sociedad y no cabía descartar
que aquellos que deberían pedir perdón, esperaran a su vez que les pidieran perdón a ellos y, como eso era muy difícil, lo mejor sería esperar a que se calmara la situación y se fueran aminorando el dolor y los agravios con el paso del tiempo.

            Esta argumentación es un claro ejemplo de la hipocresía bien pensante y del cinismo cómplice: existencia de un conflicto que afectaba a toda la sociedad vasca; agravios de España al País Vasco y represión de su pueblo; acusaciones generalizadas de maltratos y torturas; equiparación del uso de la fuerza por parte del Estado y por los terroristas; equidistancia entre los que aplicaban la ley y los que la incumplían, con inclinación benévola hacia éstos; paridad entre verdugos y víctimas, y crispación producida por la mera presencia de éstas; deseo de que desaparecieran para que no entorpecieran la paz; obligación de las víctimas de perdonar aunque no se les pidiera perdón; deber de pedirlo ellas por supuestos agravios; pesar por los “presos políticos”; derecho de éstos a ser excarcelados y a rehacer sus vidas…

Iñaki Gil ha señalado que  muchos vascos compartieron fines y medios con ETA: Unos votaba a Herri Batasuna, otros señalaban objetivos y otros apretaban el gatillo.  Muchas persona supuestamente honorables gritaban “¡ETA, mátalos!” Según  José Antonio Marina, se activaban los virus nacionalistas de la idolatría que deshumanizaba al contrario y los enemigos dejaban de tener la condición de personas. Para Edurne Portela –autora de “El eco de los disparos” y de “Mejor la ausencia”, que describen la violencia ejercida por el entorno de ETA-, muchos adoptaron el punto de vista del testigo, que, “si no es indiferente al problema de la violencia, sí le dio la espalda y eligió no querer entender, porque hacerlo resultaba complicado y emocionalmente agotador”. Gil  ha recordado que los etarras han pasado 60 años segando vidas, desde el primer tiro al último comunicado. Unos recogían las nueces mientras otros arreaban al árbol, y otros pronunciaban sermones equidistantes justificando 854 muertos. “¿Pensabais que iba a pedir perdón, ilusos?”. Toda una vida se nos ha pasado aguantando su matonismo y su superioridad moral de vanguardia armada de Euskal Herria. “¿Soñabais que iban a arrepentirse, ilusos? Se van como llegaron, dando lecciones”.
             
            La sociedad vasca desea volver cuanto antes a la normalidad a cualquier precio, incluidos los de una amnesia colectiva y un olvido culpable. Bien al contrario, hay  que desterrar el olvido, porque lo peor sería –en opinión de Carlos Urquijo - que “los cómplices del terror se erigieran en redactores del relato para blanquear su siniestro papel en esta tragedia. Ninguna paz será digna de tal nombre si el relato no contiene una condena explícita de ETA y de su historia criminal”. La consigna era recuperar la ansiada normalidad recurriendo al somnífero del olvido y –como ha señalado Joseba Arregui- había nacionalistas que estaban dispuestos a vivir, no ya como si ETA no existiera, sino como si no hubiera existido nunca. Pero por mucho que quieran pasar página, la sociedad vasca no podía ignorar su inmediato pasado y sumirse en una amnesia inducida para eludir su parte de responsabilidad. La reconciliación y el perdón son cualidades maravillosas, pero han de estar basados en el reconocimiento del daño causado, la voluntad de superar los enfrentamientos y la petición de perdón. La sociedad vasca tiene esta asignatura pendiente.

Actitud de la Iglesia vasca
            El mismo día que ETA anunciaba su disolución, los Obispos de Vitoria, Bilbao, San Sebastián, Pamplona, Tudela y Bayona publicaron un comunicado en el que declaraban: ”Somos conscientes de que también se han dado entre nosotros complicidades, ambigüedades y omisiones por las que pedimos sinceramente perdón”, auque no especificaran en qué habían consistido éstas. Afirmaban que “además del inmenso y prolongado sufrimiento infligido por la violencia, nuestro pueblo ha padecido un daño espiritual y social incalculable, provocado por las ideologías totalitarias e idolátricas que alimentaron el fenómeno terrorista y generado un daño incalculable. En el momento presente, nuestra sociedad tiene que afrontar el reto de la reconstrucción y de la reconciliación, consciente de que ello está  en íntima conexión con los valores evangélicos“. Señalaban que había que reparar el mal causado y se mostraban partidarios de “la oportunidad de atender las peticiones de los presos inmersos en diversas necesidades humanitarias”.

            Como reza el refranero español, “más vale tarde que nunca” y “nunca es tarde si la dicha es buena” y, por tanto, bienvenida sea la petición de perdón de los purpurados. No obstante, cabe oponer algunos peros a la misma. En primer lugar, ¿qué pito tocan los Obispos de Pamplona, Tudela y Bayona en una declaración que afecta al País Vasco. Con su incorporación a la Declaración, los Obispos hacen el caldo gordo a los nacionalistas al implicar en ella a los pastores de las diócesis de dos territorios ajenos al País Vasco, como Navarra y las prefecturas de los territorios vascoparlantes franceses de Iparralde, con lo que se alinean, consciente o inconscientemente, con las tesis de ETA y del nacionalismo. No parecían tener demasiada empatía con  las víctimas del terrorismo etarra del que sólo hacían una condena abstracta e ideológica, pero se mostraban en cambio sensibles a las demandas de los criminales de ETA encarcelados, que parecían ser los únicos que tenían necesidades humanitarias. No condenaron a la banda por haber establecido dos categorías de víctimas y haberse limitado a pedir una reparación “en la medida de lo posible”.

            ETA surgió de las juventudes del entonces confesional PNV, se desarrolló al amparo de los conventos y de las sacristías de las iglesias, y contó con la comprensión -cuando no la complicidad- del clero vasco y de parte de la jerarquía, especialmente de los que fueron Obispos de San Sebastián, José María Setién y Juan María Uriarte. Aquél –descrito como “abertzale con alzacuello”- fue especialmente notorio por sus simpatías nacionalistas, su complacencia con el entorno etarra y su falta de empatía con las víctimas del terrorismo, como ha puesto de manifiesto María San Gil en su libro “En la mitad de la vida”. Cuando fue a quejarse por su desconsideración con la familia del asesinado Gregorio Ordóñez y le echó en cara que no tratara a todos sus feligreses por igual, Setién le replicó:”¿Dónde está escrito que haya que querer a todos los hijos por igual?”.  San Gil ha mantenido que la institución eclesiástica en el País Vasco ha adolecido de falta de ejemplaridad e incluso de caridad cristiana. Negaban iglesias para la celebración de los funerales de miembros de las fuerzas de seguridad asesinados por ETA y, cuando se autorizaban, se hacían de tapadillo, los féretros salían por la puerta trasera y eran enterrados de madrugada. Setién ponìa reparos a que se celebraran  funerales de este tipo en la Catedral del Buen Pastor –como en el caso del senador socialista Enrique Casas- y se negaba a que se cubrieran los féretros con la bandera española, mientras cedía gustoso locales de la seo para los encierros de las madres de presos o de las Gestoras pro Amnistía. Dejo constancia de sus opiniones en el libro “Un Obispo vasco ante ETA” y, entre otras cosas, manifestó que entre la Iglesia y ETA existía una interrelación que no se podía ignorar, que la Iglesia debía intervenir a favor de los derechos fundamentales incluso del mundo de los verdugos, que las víctimas eran manipuladas y utilizadas políticamente, que éstas deberían conceder su perdón a los asesinos aún cuando éstos lo rechazaran, que la violencia no invalidaba la justicia y la ética de los objetivos políticos de ETA como la autodeterminación y la territorialidad, que los derechos históricos de los vascos habían sido violentados mediante la acción de una violencia que se había convertido en derecho, que no quería para Euskadi la unidad del modelo soberanista de la llamada nacionalidad española o que reivindicaba el derecho a la autodeterminación, lo que no implicaba necesariamente el derecho a la secesión. Esta afinidad entre ETA y la Iglesia vasca se ha puesto de manifiesto con el hecho de que, de las 15.469 personas sobre las que la banda había recabado información, tan sólo una estaba vinculada a la institución eclesial.

            Tanto Setién como su sucesor Uriarte se esforzaron por quitarle la voz a las víctimas, “a las que no correspondía tener un peso decisivo“ y que no deberían “inhibir los movimientos del Gobierno que puedan conducir a la reconciliación”. No existía  acuerdo sobre quiénes eran víctimas del terrorismo y, para identificarlas,  no había que tener en cuenta “la causa defendida”, sino “el sufrimiento hondo padecido en la confrontación”. Ante la radicalización de Setién, el Vaticano lo forzó a dimitir en el año 2.000. Los últimos Obispos nombrados en el País Vasco -como el de Bilbao, Mario Iceta, o de San Sebastián, José Ignacio Munilla- son bien diferente. Así, Munilla ha afirmado que la Iglesia tenía un gran déficit en el acompañamiento a las víctimas del terrorismo, que “merecen un trato y un mimo especial”.           

            La actitud de buena parte del clero vasco se ha visto lúcidament reflejada en la novela de Aramburu, que –si bien se trata de ficción- está muy cerca de la realidad. El párroco Don Serapio dirigía las siguientes palabras a la madre del asesino del Txato: Esta lucha nuestra es la lucha justa de un pueblo en su legítima aspiración de decidir su destino. Es la lucha de David contra Goliat. No es una lucha individual y egoísta, sino –ante todo- un sacrificio colectivo, y Xose Mari [el asesino] , como tantos otros, había asumido su parte con todas las consecuencias. Dios nos hizo a los vascos como somos, tenaces en nuestros propósitos, trabajadores y firmes en la idea de una nación soberana. Por eso me atrevería a decir que sobre nosotros recae la misión cristiana de defender nuestra identidad. ¿Tu crees que Goliat, con su tricornio a la cabeza y sus torturadores de patio de cuartel van a mover un dedo a favor de nuestra identidad? La misma humillación que tú y tu familia tuvísteis que soportar la padecen a diarios miles de personas en Euskal Herria. Y son los mismos que nos maltratan los que luego hablan de democracia –su democracia-, que es la que nos oprime como pueblo. Por eso, con el corazón en la mano, te digo yo que nuestra lucha “no sólo es justa, sino también necesaria”, hoy más que nunca. Resulta indispensable porque es defensiva y tiene por objeto la paz. ¿No has oído las palabras de nuestro Obispo? “Si un día –concluía el bueno de Don Serapio- encuentras a tu hijo, dile de mi parte, del párroco de su pueblo, que tiene mi bendición y que rezo mucho por él”. Sí, efectivamente los Obispos vascos tienen sobrados motivos para pedir perdón, aunque sea con la boca pequeña.

¿Disolución de ETA?

            Según Ángeles Escrivá, con el pretexto de que había que certificar la disolución de ETA, la izquierda abertzale organizó un acto internacional en Cambo-les-Bains para que los participantes blanquearan el comunicado hecho público por la banda. A este montaje se prestaron los figurantes internacionales autoproclamados mediadores, liderados por el abogado sudafricano Brian Currin. Participaron algunas personalidades como el antiguo Primer Ministro irlandés, Bertie Ahern,  el ex –Director General del FMI, Michel Camdessus o el ex –Alcalde de Méjico, Cuahtemoc Cárdenas, que ni ellos mismos sabían por qué estaban en el país vasco-francés.  Asimismo asistieron al festival del entierro de la serpiente o de la sardina el Presidente del PNV, Andoni Ortúzar, y unos representantes de Ps y de UGT. Que PNV y Ps acompañaran a sus deudos batasunos en el macabro homenaje a ETA entraba dentro de la lógica. No tanto lo del Sindicato otrora socialista que, bajo el liderazgo del charnego Pepe Álvarez, se ha alineado con el independentismo. Ortúzar fue el único asistente que mencionó a las víctimas además de Ahern  -que se congratuló por la inexistente referencia a las víctimas en el comunicado- y dio un moderado sopapo a la banda al calificar su legado de “infierno”, afirmar que sin ETA la sociedad vasca se había “sacudido el plomo de las alas” y rendir homenaje “quienes no han permitido llegar aquí”, entre los que incluyó a las víctimas. Se dio lectura a la “Declaración de Arnaga”, en la que los mediadores internacionales daban la bienvenida a la decisión de ETA de disolverse –“momento histórico para Europa ya que marca el fin del último grupo armado en el continente”-, echaban la culpa de todo al Gobierno español  y señalaban que aún quedaba por resolver el problema de los presos y de los huidos. En paralelo, se celebró en Bertiz  una cumbre autonómica en la que los Presidentes del País Vasco, Iñigo Urkullu, y de Navarra, Uxue Barkos, pidieron al Gobierno español el acercamiento de los presos a sus lugares de residencia y la modificación de la política de reinserción, y decidieron crear un Grupo de Trabajo para abordar cambios en la política penitenciaria del Gobierno tras la disolución de ETA.

            Pese a los festejos celebratorios, ETA ha tenido que disolverse formalmente por consunción ante los numerosos golpes policiales y judiciales recibidos que han ermado sus efectivos. Ha fracasado en la imposición del los objetivos de la “Koordniadora Abertzale Sozialista” –Alternativa KAS-, que pretendía el ejercicio del derecho de autodeterminación en Euskadi y la creación de un Estado que incorporara a Navarra y a todos los territorios vascos en España y Francia, la expulsión del Ejército y de las Fuerzas de Seguridad Españoles, una amnistía total, la legalización de todos los partidos y el reconocimiento del euskera como la lengua oficial y prioritaria del nuevo Estado; es decir, conseguir un Estado “independiente, unificado, socialista y euskaldún”. A estos calificativos ha añadido últimamente –signo de los tiempos- el de “antipatriarcal” o “borroka-feminista”. La banda se ha puesto la mini-falda y el “piercinng” y  se ha desplazado hacia una nueva bandera que está dando contenido y cohesión a los militantes de extrema izquierda: la supuesta revolución feminista. El mundo filoetarra ha tratado de “aggiornarse”  y se arroga ahora la defensa de una causa muy de moda en la sociedad actual. Ello permite a personajes tan nefastos como Arnaldo Otegui darse ínfulas de defensor de las mujeres y de la democracia.

            Aunque haya sido derrotada y tenido que disolverse, ETA conserva aún importantes bazas. Como ha advertido Mayor Oreja, no hay proceso de resolución de conflictos que no implique el pago de un precio político. “La gravedad radica en la potencia que adquiere la exigencia de la autodeterminación, del derecho a decidir -aunque se llame de otra manera-, que requiere previamente  un cambio de la  política  penitenciara y, sobre todo, un proceso de desdramatización  de aquella reivindicación, que es a lo que vamos a asistir en los próximos tiempos”.  Para el Presidente de “Dignidad y Justicia”, Daniel Portero, ETA sólo buscaba con su comunicado el  acercamiento de los presos y presionaba al PNV a que lo exigiera a Rajoy como contrapartida al apoyo de sus diputados para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado de este año. Jon Juaristi se ha mostrado pesimista al respecto y señalado que la banda logrará su objetivo porque el Gobierno necesitaba al PNV para la aprobación de los presupuestos y el PNV requería la impunidad de ETA “para tener la fiesta en paz”.

            Las víctimas están con la mosca en la oreja y en la reciente reunión con el Presidente del Gobierno le han instado a que no modifique la política penitenciaria, ni acepte el acercamiento de los presos etarras. Rajoy les respondió que no realizaría cambio alguno en la política penitenciaria, si bien esquivó cualquier compromiso sobre el acercamiento de presos, que es asimismo apoyado por el PSOE y por Ps. No hay que fiarse demasiado teniendo en cuenta el antecedente de la vergonzosa liberación del archi-asesino Uribetxeberría. Rajoy ha declarado que “los crímenes seguirán investigándose y  juzgándose, y las condenas seguirán cumpliéndose”, aunque está por ver si mantiene esa firmeza dado que su presidencia está cogida con pinzas y al albur de las presiones peneuvistas . El Ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, ha afirmado asimismo que, antes y después del comunicado, los etarras serán perseguidos dondequiera que se encuentren y no habrá impunidad. ETA sólo ha renunciado a unas siglas vacías y en descomposición. Podrán desaparecer esas siglas, pero eso no borrará el sufrimiento que han infligido a las víctimas, ni eliminará la responsabilidad penal por los asesinatos cometidos. Joaquín Echeverría –padre de Ignacio, el joven asesinado por los yihadistas en  Londres- ha pedido al Gobierno, en nombre de las víctimas, que trate de resolver los 358 crímenes de ETA aún sin esclarecer. La actuación al respecto de los distintos Gobiernos no ha sido esperanzadora. Es paradigmático el caso de José Ignacio Uastarán, asesinado en Vitoria en 1980. Su viuda, Rosario Muela –a la sazón Concejal por UCD en la capital vasca- ha afirmado que, Gobierno tras Gobierno, nadie se había preocupado del caso. Hasta 2017 no pudo tener acceso al sumario gracias a COVITE, pero ya era demasiado tarde pues el caso había prescrito debido al comportamiento negligente del Estado.

            Un grupo de personalidades vascas afines a las víctimas –entre los que figuraban Consuelo Ordóñez, Maite Pagazaurtundúa o Fernando Savater- hicieron público un comunicado en el que ponían de manifiesto su preocupación por cuestiones como la engañifa  del falso perdón solicitado por ETA o la existencia de tanto crímenes sin resolver. Según Gistau, el auto-blanqueamiento etarra y su cínica socialización del sufrimiento y de la responsabilidad incluyen esfuerzos para legitimarse ante la Historia cara al futuro, pero -como ha señalado Pagazaurtundúa- cualquier relato que reparta las culpas o difumine la responsabilidad de ETA haría una falsa contribución a la paz y permitiría el olvido del único responsable de los crímenes cometidos. Para Zoido, si los etarras quieren exonerarse de su responsabilidad histórica tendrán que arrepentirse de sus crímenes, pedir perdón a las víctimas, pagar las deudas contraídas y colaborar con la Justicia para esclarecer los atentados aún sin resolver.

            En la tradición monárquíca, cuando un monarca fallece, la Corte proclama “El Rey ha muerto, ¡Viva el Rey!”. ETA pretende hacer algo semejante, pero, aunque asegure haberse disuelto, no abjura de sus objetivos totalitarios que intentará alcannzar desde las instituciones, ni de su historial sangriento, y va a mantener a tal efecto un organismo clandestino para velar por la llama del legado etarra. El Gobierno, los partidos constitucionalistas y la sociedad española en general no pueden aceptar semejante pretensión, y deberán hacer todo lo posible para que la disolución definitiva de ETA sea una realidad.    

Madrid, 13 de Mayo de 2018

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