lunes, 4 de junio de 2018

Los partidos políticos carecen de sentido de Estado


LOS PARTIDOS POLITICOS ESPAÑOLES CARECEN DE SENTIDO DE ESTADO

            La opinión pública ha asistido estupefacta estos últimos días el espectáculo bochornoso y descorazonador de la cacería  realizada sin escrúpulos por los distintos partidos del arco parlamentario español contra el partido hasta hoy en el Gobierno y su Presidente, Mariano Rajoy, que ha puesto de manifiesto cómo supeditan el interés general de España a sus intereses partidistas.

Sentencia de la Audiencia Nacional

            El pretexto ha sido una discutible sentencia de la Sala Segunda de lo Penal de la Audiencia Nacional (AN) del pasado 24 de Mayo -que no es firme al haber  sido recurrida ante el Tribunal Supremo (TS)-, en la que dos de sus Magistrados –José Ricardo de Prada y Julio de Diego-, con el voto en contra del Presidente de la sala y ponente, Ángel Hurtado –que ha formulado un voto disidente-, han condenado a varios antiguos dirigentes del Partido Popular –incluidos el ex–Tesorero del partido, Luis Bárcenas, y los antiguos  Alcaldes de Pozuelo de Alarcón y de Majadahonda, Jesús Sepúlveda y Guillermo  Ortega- a descomunales penas de cárcel.  El PP ha sido asimismo condenado como “partícipe a título lucrativo” –a saber, quien se beneficia del fruto de un delito sin ser consciente de su origen ilícito-, a reintegrar la suma de €245.492,80  ilegalmente gastadas por ambos ediles durante la campaña de las elecciones municipales.

            Entrando en un tema que le era ajeno al estar encomendado a otra causa judicial –la de los “Papeles de Bárcenas”-, y que tiene poco que ver con el fallo, la Sala ha dado por buena la existencia desde 1989 de una Caja B  en el PP y de una “estructura financiera y contable paralela a la oficial”, sin aportar prueba alguna al efecto, y se ha basado en esta presunción para argumentar su sentencia. Ha afirmado que se estableció un “auténtico y eficaz sistema de corrupción institucional a través de mecanismos de manipulación de la contratación pública central, autonómica y municipal”,  basado en la “estrecha y continua relación” del cabecilla de la trama, Francisco Correa, con influyentes militantes del PP, que podían influir en los procedimientos de toma de decisión en la contratación pública. Es posible que esto sea cierto, pero hay que probarlo, y no caben elucubraciones predeterminadas. Por delitos -principalmente de índole fiscal y económica- cometidos entre 1999 y 2005 – contra la Hacienda Pública, exacciones ilegales, fraude fiscal,  blanqueo de dinero, malversación, apropiación indebida…- , la AN ha impuesto penas de prisión de 51 años  y 11 meses a Francisco Correa, 38 años y 3 meses a Guillermo Ortega, 37 años  y 6 meses a Pablo Crespo, 33 años y 4 meses a Luis Bárcenas,  31 años y 9 meses al ex-Consejero de la Comunuidad de Madrid Alberto López Viejo, 15 años y 1 mes a la esposa de Bárcenas  Rosalía Iglesias, 14 años a Jesús Sepúlveda…Son unas penas a todas luces desproporcionadas, pues son  incluso superiores a las impuestas a algunos etarras por asesinato y a las aplicadas por delitos similares a banqueros, empresarios y deportistas. Es lo que ha sido calificado de “demagogia punitiva”.

            La mayoría de la Sala, en una consideración  meramente subjetiva y sin aportar hechos constatados y probados, ha descalificado las declaraciones como testigo de Rajoy el pasado 26 de Julio, que ha considerado no creíbles. Es ésta una frivolidad impropia de un Tribunal, pues si los Magistrados tuvieran  indicios suficientes para estimar que el entonces Presidente del Gobierno incurrió en perjurio y falso testimonio, deberían haberlo denunciado a los tribunales. Como ha señalado “Tadeu” en  El Mundo”,  utilizando términos futbolísticos, es grotesco que caiga el Gobierno por dos goles a uno, a falta del partido de vuelta en el estadio del TS.

Moción de censura destructiva

            El principal artífice de la caída de Rajoy  y de su Gobierno, y del acceso a la Moncloa por la puerta trasera del Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, ha sido el Magistrado de Prada, auto-declarado exponente del progresismo judicial, que ha mostrado una inquina inexplicable hacia Rajoy. Él y su colega de Diego, obligaron  al Presidente del Gobierno a comparecer físicamente como testigo ante la AN en vez de declarar por videoconferencia como era habitual en estos casos -  para humillarlo y desprestigiarlo al hacerle sufrir la “pena de telediario”. Aunque desde Abril está destinado en La Haya en servicios especiales, de Prada solicitó y obtuvo del Consejo General del Poder Judicial autorización para regresar temporalmente a Madrid a fin de redactar la sentencia de un juicio en el que había participado , al arrebatarle la ponencia al Presidente Hurtado por disponer de mayoría en la Sala. De Parada incluyó la frase incriminadora del  PP  a la que Hurtado se oponía por considerarla desorientadora, por presentar al partido bajo un prisma peor al que le correspondería a su situación procesal secundaria. Curiosamente, el PP y Rajoy fueron condenados sin haber sido juzgados. Como una muestra más de su ensañamiento con Rajoy y el PP, de Prada solicitó una comisión de servicio para participar en la vistilla que debería decidir sobre el posible ingreso en prisión de los condenados –que en esta ocasión el Consejo le negó-, para tratar de que aquéllos fueran  a la cárcel sin esperar a que el TS decida sobre el recurso planteado contra la sentencia de la AN.

            Esas lumbreras jurídica que son Pedro Sánchez y el defensor de la moción de censura,  José Luis Ábalos , se inspiraron en la sentencia redactada por de Prada para, dando un salto en el vacío sin  red de seguridad , afirmar sin pudor que Rajoy y el PP habían sido condenados por la AN por corruptos, pasando por alto que tan sólo habían sido condenados civilmente -como “partícipes a título lucrativo”-  a devolver una pequeña suma de dinero ilegalmente utilizada por dos Alcaldes miembros del partido. Se les llenó el espíritu y la boca de santa indignación dado que su sensibilidad democrática no podía tolerar tales actos de corrupción, soslayando que sobre sus cabezas pendía la sentencia del caso del fraude de los ERE y otras  muchas causas por corrupción institucional del PSOE. Olvidaron el auto de procesamiento dictado por  la Juez Mercedes Alaya contra dos ex-Presidentes de la Junta de Andalucía y 26 antiguos Consejeros y altos cargos, a los que acusó de ”institucionalizar la arbitrariedad y la  discrecionalidad  en la concesión de ayudas públicas, permitir un uso extraordinariamente abusivo en el manejo de los fondos públicos y poder regalar fraudulentamente ayudas a un extensísimo grupo de personas físicas y jurídicas, cuyos privilegios procedían de ser personas o entidades próximas a los cargos de la Junta de Andalucía y del PSOE andaluz”. El Partido –que es al fin y al cabo laicista y ligeramente anticatólico- no ha parado mientes en la advertencia de Jesús a los acusadores  de la adúltera: ”El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Los socialistas, empecatados hasta el corvejón, se han apresurado a lanzar cuanto proyectiles encontraron a mano contra el adúltero político de Rajoy, sin percatarse de que tenían el techo de vidrio y que las piedras retornaban a su morada como un bumerang.  Albert Rivera no dudó en espetarles :”Que el partido de los ERE quiera pactar con el del 3% para quitar a los de la Gürtel no parece una gran  idea”.  Sánchez  mostró una vez más sus contradicciones e incoherencias cuando –a pesar de lo expuesto por él y por su escudero Ábalos durante el debate  y del tenor de la propia moción de censura- pidió que constara en acta que el PP no era un partido corrupto, sino únicamente su jefe. Debió de sufrir un ataque súbito de mala conciencia.

            Siguiendo el modelo alemán, la Constitución de 1978 incluyó en su artículo 113 la moción de censura constructiva, con el objeto de que en su formulación se incluya el nombre del candidato a acceder a la Presidencia del Gobierno, quien –de resultar aceptada la moción  por el Congreso de los Diputados- se considerará investido por la Cámara como Presidente del Gobierno. En el presente caso, sin embargo, no sea  tratado de una moción de desconfianza hacia Rajoy y de confianza hacía Sánchez, sino de una moción de desconfianza hacia los dos. La desconfianza demostrada hacía el primero no suponía necesariamente la confianza hacia el segundo, como declararos sin ambages los representantes de ERC, PDeCAT o  Bildu.. Se ha respetado la letra de la Constitución, pero se ha violentado su espíritu. La moción de censura constructiva se ha trastocado en una moción destructiva..

            Aunque la Constitución  no lo indique explícitamente, resulta evidente que el candidato a sustituir al Presidente censurado debería haber  expuesto  en  la Cámara su programa de Gobierno. Sánchez no lo hizo y se limitó a formular unas ideas genéricas y vagas  sobre consenso, diálogo, estabilidad y regeneración , para no malquistarse con ningún grupo parlamentario y verse privado de su imprescindible voto. El líder socialista estaba determinado a llegar a la Presidencia por  el medio que fuera y de ahí su apresuramiento a presentar con las del alba una chapucera moción de censura, para evitar –iluso él- que Rajoy pudiera dimitir en un ataque de patriotismo y generosidad. Lo hizo pensando en debilitar aún  más  la ya débil  posición del Gobierno del PP, pero sin abrigar excesivas esperanzas de lograr la presidencia,  pero los resultados han superado las expectativas de la propia empresa. Sánchez fue el héroe del día a su pesar. Sin embargo, cuando inesperadamente vio que tenía a mano la materialización de su sueño, le entró pánico escénico –“Señor, aparta de mi este cáliz”- y hasta en siete ocasiones pidió a Rajoy que dimitiera y con ello poner término a la tramitación de la moción. Cuando se vio a la vera del poder, fue consciente del berenjenal en que se metía para gobernar con sólo 84 diputados y quedar supeditado a las contradictorias exigencias de sus aliados coyunturales Como ha observado Francisco Pascual, “presidir un Gobierno con 84 diputados tras recibir el apoyo de los populistas noqueados y de los independentistas rebeldes es un dislate de dimensiones  estratoféricas”. Rajoy no ha salido vencido y Sánchez vencedor del debate, sino que ambos han sido derrotados por el nacionalismo. Aparecieron como unos boxeadores zumbados que se abrazaban para sostenerse  antes de caer víctimas del ocaso del bipartidismo, pero- como eran coriáceos y  resistentes y-siguieron aguantando a pesar de los golpes recibidos.

Actitud del PP

            Lejos de mi ánimo hacer leña del árbol caído, pero Rajoy se ha ganado a pulso su exclusión del poder y su eventual jubilación de la política activa, lo  que aún  está por ver, pues tiene el don de aferrarse a la roca del poder como los percebes de su Galicia natal. La corrupción no ha acarreado hasta ahora  consecuencias electorales desfavorables para los partidos que la han practicado –que son  todos sin excepción-, como se ha puesto de manifiesto en dos de los feudos donde  más se ha institucionalizado esta corruptela: el cortijo socialista de Andalucía y el oasis catalán del Patriarca Jordi Pujol, con su 3% y su cantinela de que “España nos roba”.

Según Rafa Latorre, “el PP es una formación inmunodeficiente contagiada del desprecio a la política de su líder” y “hundirse con él es el destino que les espera a las formaciones que atan lazos providenciales con un líder cuyo único horizonte moral es prevalecer”.  Para David Gistau, “la corrupción quedó incrustada en el PP como una esquirla inoperable, que al final mató al Gobierno de Rajoy de septicemia”. Sin  ampararnos en el socorrido adagio de “mal de muchos, consuelo de tontos”, es un hecho indubitado que, cuando los partidos consiguen parcelas de poder -sea central, autonómico o municipal- suelen cometer actos de corrupción más o menos graves, y que todos ellos se han financiado en algún momento de forma ilegal. El PP –al igual que los demás partidos- ha pecado de soberbia y se ha negado a aceptar la evidencia. Si lo hubiera hecho cuando estas prácticas aún no eran consideradas delictivas y pedido perdón a la sociedad por sus malas prácticas, la cuestión habría quedado zanjada con una multa a lo sumo. No lo hizo y ahora le ha explotado la carga de profundidad que llevaba adherida a su piel política.

            Sería injusto no reconocer los éxitos obtenido por Rajoy  en beneficio de la Nación, especialmente en el ámbito económico, pero no cabe decir lo mismo en lo relativo al ámbito político, sobre el que ha pasado de puntillas. peroy Rajoy  ha ignorado el  sabio consejo de que “no sólo de pan vive el hombre” y descuidado los temas políticos. Ha dado  notables  muestras de vanidad, egoísmo y “dontancredismo”. A nivel de Estado, ha permitido que se envenene el conflicto de Cataluña con su inacción y su condescendencia con el continuado incumplimientos de las leyes y sentencias por parte de la Generalitat.. En el ámbito del partido,  ha ido excluyendo a los discrepantes o a los que pudieran hacerle sombra –como Alejo Vidal-Quadras, María San Gil, Alberto Gallardón, Jaime Mayor o Josep Piqué- y se ha rodeado de un grupo de “Yes-Men/Women”, que le han servido con lealtad, pero con servilismo, diciéndole tan sólo lo que quería oír. Ello ha impedido la indispensable regeneración del partido. Ahora, los que creen  en el “aggiornamiento” del PP temen que Rajoy se mantenga al frente del partido e impida su regeneración.

            Rajoy ha puesto su supervivencia  en el Gobierno por encima de cualquier otra consideración, incluidos los intereses de España. Para conseguir el apoyo de los cinco diputados del PNV a la aprobación de los presupuestos –con lo que erróneamente creía tener asegurada su permanencia hasta el final de la legislatura- no dudo en cambiar su política en materia de déficit y de pensiones, y en derogar  las reformas que había introducido a instancias de la Comisión Europea. Ahora, cuando vio que el PP iba a perder el gobierno, podía haber tenido un gesto de generosidad y patriotismo cívico con el fin de eludir la presentación de la moción de censura, que iba dirigida -justa o injustamente- contra su persona. Dio como excusa para no dimitir que debía  seguir en el poder mientras el Congreso y los ciudadanos le mantuvieran su confianza, pero aquélla se la ha negado y es probable que éstos hagan lo mismo si el PP no cambia su política y su imagen. Podría haber salido del atolladero con gallardía, sacrificándose por la Nación y por su partido, y presentado su dimisión como hicieron en ocasiones similares Adolfo Suárez o Charles De Gaulle, pero se ha mantenido en sus trece y preferido, como Sansón, que se hundiera el templo y murieran  todos sus ocupantes. Ha tenido que hacer mutis por el foro en la ignominia, dando la sensación de que su lema era “después de mi, el diluvio”.  Tuvo asimismo un gesto poco elegante de mal perdedor al ausentarse del hemiciclo durante toda la tarde, dando así  muestras de desconsideración  hacia el Congreso y los diputados que estaban debatiendo la moción de censura contra él.

Actitud del PSOE

                Hay que reconocer la determinación, constancia e inesaquibilidad al desaliento de Sánchez que, a pesar de haber sido enterrado en vida por sus correligionarios en un par de ocasiones, ha conseguido su ambición de acceder a la Moncloa, aunque haya sido de manera poco ortodoxa. Ha sabido aprovechar la turbulencia emocional causada por las sentencia de la AN sobre el “caso Gürtel” para vestirse con los paños ajenos de la dignidad ofendida y exigir la dimisión de Rajoy por las corrupción institucional de su partido. Producía vergüenza ajena escuchar la mediocre y oportunista argumentación  expuesta por él y por Ábalos  y por él mismo para justificar la presentación de la moción, que fue fácilmente desarbolada por la hábil dialéctica parlamentaria de Rajoy. Ha pasado de ser un Alcoyano para convertirse en un Gerona, recurriendo a realidades futbolísticas. Cabe felicitarle por haber superado todos los “records” del Guinness político español, al ser el primero en acceder a la presidencia del Gobierno tras haber sacado adelante una moción de censura, sin haber ganado unas elecciones y no ser ni siquiera diputado.”¡Audacia fotuna iuvet!”.

Sánchez es una persona de convicciones poco firmes e ideología líquida, lo que le hace cambiar con facilidad de opinión. Ello presenta inconvenientes, pero también ventajas, por su capacidad de adaptación. Muestra de ello ha sido su giro copernicano de 180º al afirmar que respetaría los Presupuestos Generales adoptados por Rajoy –que había considerado totalmente inaceptables por su carácter antisocial-, para complacer al PNV y conseguir el voto de sus cinco diputados. No presentó un programa de Gobierno y se limitó a exponer unas ideas generales centradas en la estabilidad: institucional y de regeneración democrática, macroeconómica y presupuestaria, territorial y social, laboral y medioambiental. Se trata de un mero esbozo cuya precisión y concreción brillan por su ausencia. Esta grave omisión supone que el programa se lo facilitarán sus coyunturales aliados. Podemos ya le ha hecho los deberes y exigido una serie de medidas de mejora económica y social, cuya costosa financiación no se ha molestado en precisar.

También se comprometió a sentar las bases para solucionar el problema del encaje de Cataluña en España, que es-a su juicio- un problema político que requiere soluciones políticas. Ha considerado la posibilidad de recuperar algunas de las disposiciones del proyecto de Estatuto de Cataluña declaradas inconstitucionales por el Tribunal Constitucional en su sentencia de 2010 y reconociendo a Cataluña como nación de conformidad con  la confusa idea socialista del plurinacionalismo. Se ha propuesto a normalizar las relaciones e iniciar el diálogo de su Gobierno con el nuevo Govern  y a “tender puentes”, y el Presidente de la Generalitat, Quim Torra –portavoz de Carles Puigdemont al que considera el único Presidente legítimo- ya  le ha planteado sus desorbitadas exigencias.

Sánchez se ha comprometido asimismo a cumplir y hacer cumplir la Constitución, pero se ha aliado con quienes la violan continuamente. Se verá obligado a formar un “Gobierno Frankestein” –aunque sea en la sombra- compuesto de nacionalistas, populistas y filoetarras, sumamente difícil de coordinar por lo contradictorio de sus exigencias. Según Luis Miguel Fuentes, la moción de censura ha sido la danza macabra de Camille Saint-Saens en la que bailan los muertos, “el PSOE más pelado de la Historia, los podemitas en crisis de valores y de encuestas, los separatistas acosados por la ley, la izquierda peleada por sus barbas  e incluso los posetarras vestidos de sus propios muertos”. No, no lo va a tener fácil Pedro Sánchez para lidiar el morlaco de la crisis política creada por los partidos independentistas en Cataluña y de los problemas socio-económicos de España con una cuadrilla de sólo 84 peones y el auxilio interesado de independentistas radicales y populistas antisistema. Como ha comentado Albert Rivera, “no se puede gobernar España con quienes la quieren liquidar”.  

Sánchez puede hacerse la pregunta del millón: ¿Por qué todos los que aborrecen la Constitución lo han preferido a Rajoy? Como ha observado Rafa Latorre, por primera vez en la Historia  de España, un Gobierno ha sido apoyado por más partidarios del derecho de autodeterminación que por defensores de la Constitución.

Actitud del PNV

         El PNV ha sin duda sido la fuerza política más favorecida del esperpento de la moción de censura destructiva, pues ha sido el partido determinante para derribar el Gobierno de Rajoy y de colocar a Sánchez en la Moncloa. El debate que tenía lugar en el Congreso era irrelevante porque la cuestión planteada no se estaba decidiendo en Madrid, sino en una oficina de Vitoria/Gaztelu. Resulta increíble que el futuro político de un país de 44 millones de habitantes sea decidido por el 0.7% de los votantes del PNV en España. No es el perro de España el que mueve el rabo del País Vasco, sino el rabo del PNV el que mueve al perro de España, lo que resulta inaceptable. Esta incongruencia debería hacernos reflexionar sobre las insuficiencias de los sistemas electorales vigentes en nuestro país y la necesidad de modificarlos.
        
         El PNV practica desde hace tiempo un doble juego. Como el dios romano Jano, tiene dos caras: la amable, colaboradora y autonomista encarnada por el Lehendakari Íñigo UIrkullu, y la desagradable, insolidaria e independentista encarnada por el Presidente del “Euskadi Buru Batzar”, Andoni Ortúzar, que es el que pacta con Bildu y asiste a los festejos organizados por ETA en el País Vasco francés. Es el mismo dios, que muestra caras bien diferentes según las conveniencias del partido. Mientras la faz buena permitía la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado en Madrid, la faz mala acordaba con los filoetarras de Bildu un proyecto de nuevo Estatuto de Autonomía para Euskadi, que reconocía la soberanía de la Nación Vasca y abría la vía para su independencia. Una de las caras del Jano peneuvista –ya no sé si la buena o la mala- se rasgaba las vestiduras tras la sentencia de la AN sobre el caso “Gürtel” y, alegando razones de ética, decidía apoyar la caída del Gobierno del PP y el acceso a la Moncloa del PSOE. Las profundas convicciones morales del partido le habían llevado a reprobar al corrupto PP, aunque esta terrible corrupción no había sido óbice para que, unos días antes, hubiera apoyado a la aprobación de los Presupuestos –no precisamente por motivos filantrópicos- presentados por un partido que entonces no era tan corrupto.

         Hay que reconocer la habilidad del PNV -y de su portavoz en la capital, Aitor Esteban- para saber comer a dos carrillos. Tras haber ordeñado la vaca pepera hasta dejarla seca en detrimento de otros mamoncetes, ha pasado ahora a ordeñar la cabra sociata con las expectativas de su sustanciosa leche. ¡Chapeau!. El propio Esteban  lo ha reconocido con franqueza: ”¡Vaya con la nación española, que no es capaz de buscar acuerdos para no quedar en manos del PNV!” El iluso Rajoy se fio del partido vasco, pero –como ha señalado Jorge Bustos- hemos podido ver “la traición del viejo muñidor de pactos imposibles que confiaba en la lealtad comprada con dinero público, sin sospechar que siempre hay alguien dispuesto a elevar la suma destinada al bolsillo de su efímero aliado”. La súbita caída paulina de Sánchez del caballo de los Presupuestos Generales tiene un cierto aire de subasta. Con sus cinco insignificantes diputados, el PNV ha conseguido convertirse en el socio preferente del Gobierno Sánchez, del que espera concesiones adicionales, como la transferencia de las competencias en materia de prisiones y la gestión de la seguridad social o el acercamiento de presos etarras. Esteban es consciente de que el nuevo Gobierno no va a tener una singladura fácil y ha reconocido y va a sufrir un “pin-pam-pum” continuo.
El doble juego del PNV resulta obsceno y,  encima nos lo quieren presentar como una consecuencia obligada de la ética peneuvista. Desde el genial Nicolás Maquiavelo hasta nuestros días, la política es el arte posible y resulta normal que los partidos arrimen el ascua a su sardina “frescué”, pero, por favor, no nos el tomen el pelo con justificaciones de Ética.

Actitud de Ciudadanos

         Ciudadanos (Cs) también cree haber salido favorecido del delirante debate de la moción de censura destructiva. Prueba de ello es que ha sido la fuerza política más criticada por tirios y troyanos en el hemiciclo –“¡Ladran, luego cabalgamos!”-.  Rajoy ha caído por la corrupción y Sánchez tendrá que gobernar con la ayuda de Podemos (Ps) y de los independentistas, lo que le dará una buena base para sus críticas. Cs ha dado muestra una vez más de su tacticismo oportunista.  Ha sido el desencadenante de la crisis al denunciar–tras conocerse la sentencia de la AN- el pacto de  legislatura concertado con el Gobierno y considerar que había que darla por concluida. Durante el debate, Rivera ha nadado entre dos aguas. De un lado, estaba la conveniencia de censurar al Gobierno por la corrupción, si bien la marcha de Rajoy le cercenaba una de sus bazas promocionales sobre  la regeneración democrática; de otro, su disconformidad con que la solución de la crisis se lograra con la ayuda de B ildu, ERC, Puigdemont y Torra. No quería ni un Gobierno zombi por la corrupción del PP, ni un Gobierno Frankestein de Sánchez. De ahí que tuviera que revisar su estrategia: lanzada al moro muerto del PP para evitar que se recuperara, y alfilerazos continuos al PSOE por la factura pendiente de la corrupción de los ERE y otros casos similares.

Pese a sus pretensiones regeneracionistas, Cs presenta unos rasgos poco claros de tacticismo. Ha supeditado la explotación de su posición de fuerza política más votada en Cataluña a la promoción de sus posibilidades electorales en el resto de España, aprovechando el viento de cola que le han proporcionado los sondeos electorales. Ha reducido el protagonismo de Inés Arrimadas  en Cataluña y dejado la iniciativa política  a movimientos sociales como Sociedad Civil Catalana. Está pleno de ambigüedades y dobles estándares, y aplica distintos baremos en la lucha contra la corrupción según las Comunidades en que se produzca. Así, mientras ha sido extremadamente riguroso en la Comunidad de Madrid al exigir la dimisión de su Presidenta, Cristina Cifuentes, a pesar de que ni siquiera había sido imputada, ha mantenido su respaldo al Gobierno de Susana Díaz pese a, no ya la imputación, sino al procesamiento de algunos de sus colaboradores, y ha dado su apoyo incondicional a los presupuestos de la Junta de Andalucía, notoria por su grado de corrupción institucional. De ahí la desconfianza que suscita en ciertos sectores del centro-derecha, que le acusan de ambigüedad, de variabilidad y de falta de un programa político.

 Actitud de Podemos y de los nacionalistas catalanes

         Ps ha reconocido su error de no apoyar a Sánchez en su primera tentativa de acceder a la presidencia del Gobierno y, en esta ocasión,  rebajó sus ínfulas y anunció, en principio, su apoyo incondicional a su candidatura, aunque luego haya matizado su respaldo con exigencias más razonables. Pablo Ibáñez  ha ofrecido a Sánchez la colaboración de su partido y la conveniencia de incluir en su Gobierno a a miembros de su partido, dado que 115 diputados aportan obviamente mayor estabilidad al Gobierno que 84. Ha dicho que ha aprendido de sus errores y propuesto una alianza de la izquierda para desalojar a la derecha del mapa político. ”Tenemos que ganar juntos las próximas elecciones”, ha dicho. Ante la escasa receptibilidad de Sánchez a sus arrumacos, Iglesias ha endurecido el tono y afirmado que, ”si no somos socios, seremos oposición”, y ha actuado en consecuencia al presentar en el Senado una enmienda a la totalidad de los Presupuestos Generales que han sido aceptados por Sánchez.

Los partidos catalanes independentistas dejaron bien claro que su apoyo a Sánchez era instrumental y coyuntural. Así, ERC afirmó que su voto favorable  a la moción no suponía un apoyo a Sánchez, sino un rechazo a Rajoy, y PDdCAT que, desde la discrepancia, iba a apoyar la moción para poner fin a la etapa de Rajoy. Así pues, aviso a navegantes. Los separatistas van a vender caro su apoyo al Gobierno de Sánchez y lo condicionarán a recibir contraprestaciones.

Torra ya ha sacado la cartera de pedidos. Ha solicitado a Sánchez que abra  unas negociaciones bilaterales “de Gobierno a Gobierno” y mantenido sus exigencias de nombramiento de los consejeros excluidos, liberación de los “presos políticos”, revocación total de la aplicación del artículo 155 de la Constitución –incluida la supresión del control de las finanzas de la Generalitat- y el reconocimiento de la República de Cataluña. Los actuales dirigentes catalanes,-a los que bien recientemente Sánchez había calificado de golpistas, racistas  y supremacistas, se han transformado de la noche a la mañana en interlocutores respetables. Torra  ha tenido la desfachatez de afirmar que “ha llegado el momento de que independentistas y no independentistas trabajemos  juntos, porque juntos somos más fuertes”, y añadido que necesita saber el proyecto que tiene el Estado sobre Cataluña.


Celebración de elecciones generales
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            Según Jorge Bustos, Sánchez –que es aficionado al baloncesto- salió  a la cancha para “jugar los minutos de la basura”.  En su declaración ante el Congreso, señaló -entre los cuatro puntos de su plan de acción- la pronta celebración de elecciones generales, aunque no dio indicios sobre cuándo se celebrarían. Con posterioridad no volvió a hablar del tema, consciente de que una consulta inminente no sería conveniente para el PSOE. Tras haber conseguido su anhelo de llegar a la Moncloa, Sánchez quiere aprovechar la ocasión y gobernar todo el tiempo que pueda para, desde el poder, redorar su imagen y potenciar la posibilidades electorales del PSOE..

Al PP –aún sumido en el estupor de la inesperada debacle y pendiente de lo que Rajoy decida sobre su continuidad en el liderazgo del partido- tampoco le interesa enfrentarse a unas elecciones a corto plazo, aunque su opinión no parece que preocupe sobremanera a Sánchez. Rivera es partidario de que se convoquen cuanto antes, para que Cs coseche los frutos que las consultas demoscópicas le vaticinan. El PNV -que teme a Cs  por su oposición a los privilegios fiscales y a los derechos históricos del País Vasco- prefiere, por el contrario, que se agote la legislatura, para ver si, durante el tiempo que queda, se desinfla el “souflé” de Cs.Ps y PDdCAT tampoco propugnan un adelanto de las elecciones, que sólo a ERC podría favorecer.

Dada la fragilidad del “Gobierno Frankestein”, convendría  que Sánchez convocara cuanto antes elecciones generales para que el pueblo español pueda expresar su opinión sobre las fuerzas políticas que deban gobernar nuestra nación en momentos especialmente delicados por la continuidad de la rebelión de Cataluña.  Es probable que no se altere sensiblemente la distribución de escaños entre la derecha y la izquierda, aunque –según los sondeos- es posible que se produzca una realineación de fuerzas dentro de cada bloque, con una importante bajada del PP, un ligero descenso de Ps y una notable subida de Cs.

El problema de los ciudadanos es decidir sobre a qué fuerza política confiar su voto, pues todos los partido presentes en las Cortes han dado  reiteradas muestras de falta de sentido de Estado. La triste conclusión a la que cabe llegar tras el desarrollo de los acontecimientos en la tragicomedia de la moción de censura destructiva es que estos partidos están dispuestos a sacrificar el interés general de la Nación por sus mezquinos intereses partidistas.

Madrid, 2 de Junio de 2018

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