Como en los
últimos 43 años, estamos pasando el mes de Agosto en este remanso de
tranquilidad que es la Playa
de los Eucaliptos en el Parque Natural del Delta del Ebro. Al llegar nos
topamos visualmente con una gran bandera estelada izada día y noche en uno de
los chalets de la urbanización. También hemos percibido, por primera vez, un velado
sentimiento de animosidad de algunos vecinos que califican despectivamente de
“madrileños” al conjunto de familiares y amigos que formamos el grupo
“invasor”, pese a que ninguno de nosotros hayamos nacido en la capital del
Reino. Este hecho –que no pasaría de ser una anécdota sin mayor transcendencia-
es revelador porque refleja el sentir anti-español fomentado por el
nacionalismo secesionista a través de los medios de comunicación catalanes,
especialmente TV-3, que ha llegado hasta el extremo de negar a España la
medalla ganada en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro por la nadadora catalana
Mireya Belmonte.
Violación de las
leyes e incumplimiento de las sentencias por la Generalitat
La autoridades catalanas hicieron
caso omiso de esta sentencia y, el 27 de Julio, el Parlamento –pasando por alto
la advertencia hecha por el TC sobre su ilegalidad- adoptó la resolución 2631/XI, por la que se aprobaron las
conclusiones de la Comisión
del Proceso Constituyente para la “Desconexión” de Cataluña de España, mediante
la celebración de un referéndum de libre determinación, la adopción de una
Constitución propia y la declaración unilateral de independencia. A tales
efectos, el Gobierno catalán presentará los
proyectos de leyes necesarios para establecer las bases estructurales de un
Estado independiente. La
Presidenta del Parlamento, Carme Forcadell, cambió el orden
del día de la reunión para permitir que se votara de la resolución en contra de
lo ordenado en un auto del TC, y -tras preguntar a los diputados si eran
conscientes de la advertencia incluida en el citado auto- autorizó la votación,
realizando así un nuevo acto de desacato ya que no debería haber permitido la
votación de un texto que exhortaba a
desbordar el marco constitucional. El Gobierno central presentó un incidente de
ejecución ante el TC, que –por auto de 1 de Agosto- lo admitió a trámite, lo
que supuso la suspensión automática de la resolución. El Tribunal advirtió a la Presidenta , a la Mesa y al Secretario General
del Parlamento, así como al Presidente y a los miembros del Gobierno de la Generalitat
de “su deber de impedir o paralizar
cualquier iniciativa que suponga ignorar o eludir la suspensión acordada,
apercibiéndoles de las oportunas responsabilidades, incluida la penal, en que
pudieran incurrir”.
Es más que evidente que tanto el
Gobierno de la Generalidad
como la Presidenta
y algunos miembros de la Mesa
del Parlamento realizaron un flagrante acto de desacato al TC y cometido
delitos de prevaricación y de desobediencia, que llevan aparejadas sanciones
administrativas –inhabilitación y multas- e incluso penales, como ha advertido
el Tribunal. ¿Se atreverá el TC a hacer lo que hasta ahora no han osado hacer
los Gobiernos del PSOE o del PP ante las
reiteradas violaciones de la ley y desacatos a las sentencias de los Tribunales
realizados por las instituciones catalanas?. El anterior Gobierno –en un acto
poco gallardo de tratar de trasladar a otros responsabilidades que le eran propias-
modificó la Ley Orgánica
del TC para conceder a éste funciones ejecutivas en caso de que no se cumplieran
sus sentencias. Ahora tiene el Tribunal –como siempre tuvo el Gobierno- facultades
para ejecutar las sentencias por él dictadas. Las autoridades catalanas –que empiezan
a verle los dientes al lobo- han iniciado una campaña para desacreditar una más
que probable inhabilitación de Forcadell y demás autores o cómplices de los
citados delitos. Así, la Consejera
de Presidencia de la Generalitat , Neus Munté, ha afirmado que el TC no
puede dirimir debates, declaraciones
políticas o conclusiones que emanan del normal funcionamiento del Parlamento
catalán, por lo que la decisión de éste de celebrar un referéndum unilateral no
puede ser suspendida. El Presidente Carles Puigdemont también ha negado al TC
la potestad de frenar el proceso hacia la desconexión de España y reiterado que
mantendrá inmutable la hoja de ruta, incluida la celebración de un referéndum
unilateral de independencia, pese a la suspensión decretada por el Tribunal.
Munté ha señalado que una eventual inhabilitación de Forcadell u otros
diputados sería una decisión tremendamente injusta por tratarse de personas
elegidas democráticamente, y ha hecho un llamamiento a impulsar movilizaciones
contundentes en caso deque se produjera
alguna inhabilitación. Para ella, el mandato otorgado en las urnas es, al
parecer, una patente de corso para cometer todo tipo de tropelías, ignorando
que, si hay una legitimidad de origen –Hitler fue elegido democráticamente-
también existe una legitimidad de ejercicio –que permitió la condena del lídez
nazi por sus criminales acciones-, y que una elección democrática no autoriza a
los elegidos a violar la ley a su antojo. El TC debe adoptar una decisión
basada exclusivamente en derecho sin
contaminarse con condicionamientos metajurídicos y sin que las togas de
sus magistrados se ensucien con los polvos políticos del camino. Ya va siendo
hora de que las autoridades que prevariquen e incumplan la ley o las sentencias
de los Tribunales sean inhabilitadas, separadas de sus cargos y sancionadas con
substanciales penas económicas. Como ha observado atinadamente el diputado
autonómico del PP Enric Millo, el secesionismo usa y abusa de las instituciones
del Estado para alcanzar su objetivo de inapelable ruptura, y consiguen avanzar
“hasta donde les dejamos los demócratas”.
Pues bien, los Gobiernos democráticos de España han sido demasiado permisivos y
pecado por omisión en la errónea idea de que había que ser condescendientes con
los desafíos institucionales de las autoridades catalanas para no darles
argumentos que reforzaran el secesionismo. ¿Ha tenido efectos positivos esta
política de apaciguamiento?. De ninguna manera, antes al contrario, pues las
concesiones a los soberanistas no han hecho más que aumentar sus apetito
reivindicativo, al ser interpretadas como signo de debilidad del Gobierno central.
Hay que decir “¡Pro!”, aplicar las
normas con todas sus consecuencias y hacer frente al injustificado victimismo
catalán.
Injustificado
victimismo de Cataluña
Cataluña
carece de motivs para considerarse víctima de la opresión y explotación de España
–o de Madrid, como simplifican los nacionalistas catalanes-, en base a razones
históricas, políticas, económicas o culturales. Pese a la “agit-prop” catalanista y a la habitual manipulación de la Historia , Cataluña nunca
fue un Reino independiente, sino un Condado que dependió primero del reino de
Francia y más tarde del de Aragón. Formando parte de éste, se integró en el
primer Estado nacional europeo:España. Tuvo veleidades separatistas en tiempos
de Felipe IV al mismo tiempo que Portugal -que logró separarse de España- pero
fracasaron. Lo que los historiadores nacionalistas presentan como la lucha
entre el centralismo español y el autonomismo catalán a principios del siglo
XVIII no fue tal, sino una guerra civil de sucesión, en la que unos catalanes
apoyaron al candidato francés Felipe V y otros al austriaco Archiduque Carlos.
El sitio de Barcelona por las fuerzas borbónicas en 1714 fue un episodio más de
este conflicto, que en modo alguno justifica su presentación como el punto de
partida de la lucha por la independencia de Cataluña.
En el plano
político, Cataluña disfruta de unas competencias muy superiores a los de muchos
Estados federados y, en todo caso, a la de las demás Comunidades Autónomas
españolas. Además de las tres instituciones básica –legislativa, ejeftuva judicial- dispone de policía propia y de competencia
en materia de prisiones. Lo único que no ha conseguido ha sido la cesión de
competencia fiscales excepcionales similares a las reconocidas al País Vasco y
a Navarra. Precisamente fue esta negativa del Gobierno de Mariano Rajoy lo que
llevó al ex-Presidente Artur Mas a radicalizar su postura y adoptar la senda “anti-natura”
para CDC del independentismo, echándose en brazos de ERC e incluso de los
antisistemas de la CUP ,
junto con su intento de paliar los efectos nocivos de los numerosos casos de
corrupción del partido y de su hombre de marca, Jordi Pujol. Aunque siempre se
había quejado por sistema de discriminación económica, Mas y CDC lanzaron desde
ese momento una campaña mediática para explotar el victimismo económico:”España
nos roba”, Cataluña es la
Comunidad que más aporta al Estado y menos recibe, Cataluña
financia a los haraganes de Extremadura y Andalucía … Todas estas falacias han
sido evidenciadas y refutadas con argumentos fundados por el ex-Ministro
socialista Joseph Borrell en su libro “Las
cuentas y los cuentos de la
independencia”. No sólo no es Cataluña la que más aporta al Estado, sino
que es la que más ayuda financiera recibe de él. En 2015 tenía una descomunal
deuda de 72.424 millones de euros –el 30% de toda la deuda autonómica-, que sigue
creciendo y es incapaz de financiar en los mercados internacionales porque las
Agencias Calificadoras han situado a la Comunidad a nivel de “bono basura” y su prima de
riesgo asciende a 364 puntos, frente a los 100 de la española. La Agencia Moody acaba de rebajar
su “rating” de Ba2 a Ba3 –por debajo
de Nigeria o Bangladesh- y “con perspectiva negativa”, como consecuencia de la
política secesionista del Gobierno. Con el mayor de los descaros, el
Vicepresidente de la Generalitat y líder de
ERC, Oriol Junqueras, ha culpado de la situación al Estado español, al que
Puigdemont acusa de ser muy malo para Cataluña, que habría entrado en
bancarrota si el denostado Gobierno
central no hubiera acudido en su auxilio para financiarle la deuda,
prestándole entre 2012 y 2015 -a través del Fondo de Liquidez Autonómica -
46.400 millones de euros a 0% de interés, un 33% de los préstamos del FLA y más
del 20% del PIB catalán.
En el
ámbito educativo y cultural Cataluña, goza de plena autonomía tanto a nivel
legislativo como ejecutivo, y abusa de estas competencias para dar prioridad al
catalán sobre el castellano y preterirlo –especialmente en la enseñanza-,
saltándose a la torera el principio del bilingüismo y de la paridad idiomática
reconocido en la
Constitución y en el Estatuto de Autonomia e ignorando diversas sentencias del Tribunal Superior de
Cataluña, del TS y del TC. Barcelona, ciudad cosmopolita e integradora por
excelencia, otrora Meca de la literatura y de la edición en castellano, ha sido
convertida en una ciudad culturalmente provinciana y mezquina y los Torquemadas
nacionalistas discriminan a los autores catalanes hispano-escribientes –vetando
incluso su participación en la Feria Internacional del Libro en Francfort
dedicada a Cataluña- y han impuesto la verdad oficial a través del “himleriano”
editorial único de los medios de comunicación.
Proceso unilateral de
desconexión de Cataluña de España
Con gran cinismo, la
portavoz Neus Munté ha alegado que todo
lo que hace Cataluña es profundamente positivo y no va contra nadie, en
comparación con el Estado español que es un muro granítico con diálogo cero,
incomprensión y persecución. Pero, pese a cubrirse con la dialogante piel de cordero,
la Generalidad
–en expresión de Arcadi Espada- ha cruzado la línea que separa la negociación
del chantaje. Como ha observado Luis María Ansón, el Gobierno y el Parlamento
catalanes han puesto en marcha un proceso de secesión que atenta contra la Constitución y contra
la Historia ,
aprovechándose de la debilidad del Estado español, pues ni el PP ni el PSOE han
sabido responder al órdago secesionista con una política de Estado. El Partido
Demócrata Catalán, que ostenta la presidencia del Gobierno autonómico, ha dado muestras
de este cinismo al presentar un recurso contra la decisión de la Mesa del Congreso de rechazar
su petición de formar grupo parlamentario propio ante un TC al que niegan
competencia y legitimidad y del que no
acatan sus decisiones. Su socio en el Gobierno, ERC, le ha echado en cara su incoherencia
al señalar Joan Tardá que no se puede incurrir en desacato a las instituciones
del Estado como parte del proceso soberanista y a la vez buscar el amparo de la
legalidad y de la
Constitución , por lo que sería más coherente ignorar
abiertamente al TC y abstenerse de presentar recursos. Eso sería demasiado
pedir a un partido clonado de CDC que, durante toda su andadura, ha erosionado
al Estado desde dentro el interior de las instituciones de las que formaba
parte. Puigdemont ha reafirmado que convocará elecciones constituyentes dentro
de un año para adoptar una Constitución que será sometida a referéndum para
consagrar la independencia de Cataluña. El cacareado diálogo se limita a
negociar con el Estado la fecha de la consulta. Ya está bien de mofarse del
pueblo español y el Gobierno central debe aplicar de una vez la ley. Esperemos
que el TC le muestre la vía.
Playa de Amposta, 15 de Agosto de 2016
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