domingo, 23 de enero de 2022

Cuestionamiento del ministro Albares y su política exterior

CUESTIONAMIENTO DEL MINISTRO ALBARES Y SU POLÍTICA EXTERIOR Últimamente se ha abierto la veda para la caza del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y algunos sectores de la derecha han recurrido no sólo a la crítica de la política exterior que dirige, sino también a su persona. Cualquier política puede ser objeto de la crítica más acerba por entrar dentro del terreno de lo opinable, pero acudir a la descalificación y a insulto personal resulta inadmisible. Descalificaciones de Albares Dos conocidos y prestigiosos periodistas conservadores han puesto a Albares a caer de un burro en varios artículos publicados en “El Debate”. Ramón Pèrez-Maura lo ha calificado de “Napoleonchu” por su escasa estatura, sus aires de grandeza y la tiranía que ha implantado en el Ministerio, donde nada se mueve sin su consentimiento. La política informativa del Ministerio es bochornosa, porque sólo habla de él y de sus actividades, y apenas contiene información sobre la política exterior española. Alfonso Ussía lo ha llamado “Piojete” y ha afirmado que “se ha instalado un clima de terror en el Ministerio de Napoleonchu o Piojete. Nuestros diplomáticos están en pasillos y los comisarios social-comunistas controlan el Ministerio. Lo que antes era un lujo de España se ha convertido en un espacio de basura”. Esta campaña de ridiculización del ministro me recuerda a la lanzada en 1983 contra Fernando Morán, cuando circularon chistes sacados del “Almanaque Zaragozano”- que lo presentaban como un patán inculto e ignorante. Se podía estar o no de acuerdo con su política –yo mismo discrepaba de su orientación no-alineada o tercermundista y tuve algún encontronazo con él-, pero no cabía negar que era una de los diplomáticos más cultos de su época, totalmente ajeno a la burda caricatura que de él se presentaba. Tales actitudes –tanto las de ayer como las de hoy- son deleznables. Desde “ABC” -en su artículo “José Manuel Albares: de diplomático–alfa a ministro controlador”, Angie Calero ha realizado un dura crítica contra las actuación del ministro, aunque sin faltarle el respeto. Señalaba que Albares había dado la vuelta al Ministerio y cambiado la cúspide en pleno –todos los secretarios de Estados y 18 directores generales-, con lo que se ha asegurado una fidelidad a prueba de bomba, porque los elegidos saben que no lo han sido por sus méritos, sino por su fidelidad inquebrantable al ministro, al que deberán sumisión absoluta. Es normal que un nuevo ministro se rodee de un equipo de confianza, pero no lo es tanto que cambie a todos sus dirigentes, especialmente cuando no ha habido un cambio de Gobierno sino sólo de ministro. Al ministro parece gustarle la novela de Julio Verne “Los capitanes de 15 años” y se ha inspirado en la “efebocracia” para cubrir los nuevos puestos.Los diplomáticos que superen los 50 años –edad del ministro- están “amortizados” y tendrán difícil acceso a una jefatura de Misión, salvo que sean socialistas, mujeres o LGTBI. Albares sigue el ejemplo de su jefe en la práctica del culto a la personalidad, como ha puesto de manifiesto en la “inauguración” de la “nueva” sede del Ministerio en la plaza del Marqués de Salamanca -que lo ha sido desde hace más de 20 años-, que tuvo que ser abandonada en 2004 por la presencia de gas naftaleno. Igual ocurrió con el palacio Berleymont en Bruselas, sólo que la reparación de la sede de la Comisión Europea requirió 3 años de trabajo y la del Ministerio en Madrid ha necesitado 18. Para dejar constancia para la Historia de tan trscendental evento, se ha colocado una placa que reza lo siguiente:” Su Majestad el Rey inauguró esta sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, siendo ministro Don José Manuel Albares Bueno”. Así las futuras generaciones podrán conocer el nombre y los dos apellidos de quien fungía en 2022 como ministro de Asuntos Exteriores. La omisión del nombre del Rey parece deberse a instrucciones de la Zarzuela, pero, si no figuraba el nombre de Felipe VI, tampoco debería haber figurado el de Albares, cuya contribución a la obra ha sido cortar la cinta en el acto reinaugural. El Ministerio se ha negado a crear en el edificio plazas de estacionamiento o a concluir un acuerdo con el aparcamiento público vecino, porque –henchido de ardor ecológico- quiere que los funcionarios que no sean ricos por su casa acudan al trabajo en bicicleta o en patinete. Además ha concedido una generosa asignación de dos euros diarios a los funcionarios destinados en la AECI, por lo que los demás ni siquiera podrán tomarse un café a costa del erario público. La opinión del ministro acerca de los temas de política exterior más importantes ha sido expuesta en una entrevista hecha por Irene Castro y Javier Biosca para “elDiario.es”. Estados Unidos Las buenas relaciones con Estados Unidos –uno de los pilares básico de la política exterior española, según Francisco Fernández Ordóñez- comenzaron a torcerse con el absurdo antiamericanismo de José Luis Rodríguez Zapatero. Con Mariano Rajoy se normalizaron y con Pedro Sánchez han vuelto a empeorar. Produjo vergüenza ajena el lamentable espectáculo de la conferencia en la cumbre del presidente con Joe Biden en un pasillo durante 15 segundos. Albares ha conseguido hacer lo que no pudo su jefe y -so pretexto de preparar la Conferencia de la OTAN que se celebrará el próximo mes de junio en Madrid- ha viajado a Washingto donde se ha entrevistado con su colega Anthony Blinken y con la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. El ministro ha tratado con Blinken los temas del Sáhara Occidental –con el que ha acordado unir fuerzas para buscar una solución a un conflicto que dura ya demasiado tiempo- y de las amenazas rusas a Ucrania –en la que España se ha alineado con la postura de la OTAN-. Preguntado sobre si estaba preparando una reunión entre Sánchez y Biden, Albares contestó que el encuentro ocurrirá cuando tenga que ocurrir y que la relación entre los dos presidente era estrecha, porque la relación entre España y Estados Unidos era estrecha y éramos un socio fiable (¿?). Esta afirmación es un deseo piadoso, porque Biden ha ninguneado hasta ahora a Sánchez, aunque es posible que se produzca si el presidente norteamericano asiste en Madrid a la Conferencia de la OTAN. El ministro ha logrado obtener unas palabras amables de Blinken hacia nuestro país, al afirmar que, en momentos críticos como los actuales, marcaba la diferencias contar con “socios, amigos y aliados estrechos como España”. No obstante, las relaciones entre los dos Estados –socios en el seno de la OTAN y aliados a través de un acuerdo bilateral de cooperación militar- son manifiestamente mejorables. Marruecos Cuando fue nombrado ministro, envié a Albares un correo de felicitación, al que no ha tenido a bien contestar, quizás porque le dije que me había parecido bien su discurso de toma de posesión, salvo su afirmación de que Marruecos era un gran amigo. El vecino del sur podrá ser un aliado coyuntural, pero no un amigo de España mientras siga reivindicando como propias las ciudades de Ceuta y Melilla. Hassan II adoptó una política gradual para conseguir la “reunificación” del Imperio marroquí, actitud que ha seguido Mohamed VI, y -como reconoció el anterior primer ministro marroquí, Saddedine al-Othmani-, la cuestión de Ceuta y Melilla sería tratada a su debido tiempo, una vez que se hubiera consumado la integración del Sáhara Occidental, porque dichas ciudades eran territorios tan marroquíes como el Sáhara. Envalentonado por el reconocimiento por Donald Trump de la legalidad de su ocupación del Sáhara Occidental en la Navidad de 2020, Marruecos se creció y estimó que ya no necesitaba de España para conseguir la aceptación por la comunidad internacional de la integración del territorio en el Reino, y aplazó “sine die” la reunión en la cumbre prevista con España, a la que exigió que siguiera el ejemplo norteamericano y condonara la flagrante ilegalidad de la anexión. Como no lo hizo, aprovechó la excusa de la hospitalización en Logroño del presidente de la República Saharaui Democrática, Brahim Ghali, para provocar la invasión de Ceuta por 10.000 de sus ciudadanos, incluidos mujeres y niños. Esta lamentable actuación fue condenada por la UE –incluida Francia, la principal aliada de Marruecos- y éste tuvo que recoger velas, aunque criticó acerbamente a España y llamó a consultas a su embajadora, Karima Benyaich, quien sigue sin reincorporarse a su puesto. En su discurso a la nación de agosto de 2021, Mohamed VI expresó su voluntad de inaugurar una nueva etapa en las relaciones con España, ya que –tras la crisis de los últimos meses que había sacudido fuertemente la confianza mutua y planteado numerosos interrogantes sobre su destino- se producía una ocasión para revisar los fundamentos y los determinantes que gobernaban las relaciones existentes. Expresó su intención de seguir trabajando con el Gobierno español “con el fin de inaugurar una nueva etapa inédita en las relaciones entre los dos países sobre la base de la confianza, la transparencia, el respeto mutuo y la honra de sus compromisos”. Estas conciliadoras palabras no han sido seguidas por hechos, pese a los numerosos gestos realizados por España al más alto nivel. Marruecos no ha tratado de normalizar la situación y -antes al contrario- ha continuado e incluso incrementado las actuaciones inamistosas: ausencia de su embajadora de Madrid, asfixia económica de Ceuta y Melilla -cuyos pasos fronterizos continúan cerrados-, dificultades al tráfico marítimo entre los dos países, tolerancia para el envío a Canarias de pateras con emigrantes irregulares desde las costas de Marruecos y del Sáhara Occidental, negativa a repatriar a los menores no acompañados que se encuentran en Ceuta, (¿?), acusación a las autoridades españolas de amenazar la salud de los marroquíes, autorización para la instalación de una piscifactoría en aguas jurisdiccionales de las islas Chafarinas, maniobras para que en el mapa pesquero de la FAO se califique a las aguas jurisdiccionales canarias como “costa marroquí”…Con semejantes amigos, no necesitamos enemigos. Sánchez había impedido hasta ahora que Felipe VI se involucrara en la búsqueda de una solución la situación conflictiva con Marruecos –como solía hacer Juan Carlos I, pero ha cambiado de opinión e incitado al Rey a que, en su tradicional discurso al Cuerpo Diplomático, respondiera a la propuesta del monarca alauita y afirmara que los respectivos Gobiernos habían acordado redefinir conjuntamente una relación para el siglo XXI sobre pilares fuertes y sólidos, y “ahora ambas naciones debemos caminar juntas para empezar a materializar ya esta nueva relación. Se trata de encontrar soluciones a los problemas que preocupan a nuestros pueblos”. Sánchez suscribió las palabras del Rey y afirmó que agradecía “la colaboración estratégica que tenemos con Marruecos” Felipe VI ha visitado el pabellón marroquí en FITUR en otro gesto de acercamiento. Marruecos ha acogido con frialdad las declaraciones de Felique VI, por considerar que llegaban tarde y su portavoz, Mustafá Baytas, ha afirmado que, para que se consolide la ambición de España de cerrar la crisis se necesita mucha claridad. Tras su nombramiento, Albares dijo que enseguida se entrevistaría con su contraparte Nasser Bourita, pero –transcurridos siete meses- siguen sin hacerlo, aunque –según él- es con el colega que mantiene mayores contactos –telefónicos-. Para nuestro ministro la situación es idílica. “Estamos trabajando con Marruecos una solución del siglo XXI y estamos mirando hacia el futuro. La relación entre España y Marruecos es rica y compleja, en el mejor sentido de la palabra, con un entramado de intereses y de distintos aspectos que tenemos que avanzar”. Ha elogiado el papel de Marruecos para canalizar los flujos migratorios irregulares, ya que -. sólo en el período de Navidad- se había impedido el salto a las vallas de Ceuta y Melilla de más de 1.000 personas. ”Eso sería muy difícil de conseguirlo sin la colaboración de Marruecos, y es lo que le hace un socio estratégico para España y también para Europa. Evidentemente no me conformo con eso, sino que quiero ir a más y entiendo que también Marruecos está en esa línea”. ¡De ilusión también se vive! Sáhara Occidental Aparcadas por el momento las reivindicaciones sobre Ceuta y Melilla, el futuro del Sáhara Occidental el principal obstáculo para las relaciones hispano-marroquíes. España renunció en 1976 de forma unilateral a la administración de la colonia, que cedió provisionalmente por los Acuerdos de Madrid a Marruecos y a Mauritania. Tras varios años de guerra con el Frente Polisario y la firma de un armisticio en1991 -en el que se reconocía el derecho a la libre determinación del pueblo saharaui-, Marruecos ocupa en la actualidad la mayor parte del territorio, sin que las conversaciones marroquí-saharianas hayan producido ningún resultado, ni la ONU haya conseguido que se celebre un referéndum en el que los saharauis hubieran podido expresar su voluntad, pese a la presencia de una misión militar –la MUNURSO-, creada por el Consejo de Seguridad precisamente para organizar dicho referéndum. Tras el reconocimiento por Estados Unidos de la legalidad de la ocupación del Sáhara Occidental, Marruecos exigió a España que siguiera el ejemplo norteamericano y su negativa ha provocado la crisis actual entre los dos países. Sólo admite una autodeterminación del pueblo saharaui que lleve a su integración en el reino alauita. Los Gobiernos españoles han mantenido una posición un tanto ambigua, aunque todos han coincidido en que España dejó de tener responsabilidad alguna sobre el territorio, pese a que –de conformidad con el Derecho Internacional- siga siendo la potencia administradora “de iure”, aunque haya dejado de serlo ”de facto”. Albares –que se ha entrevistado con el flamante representante especial del Secretario General de la ONU para el Sáhara Occidental, Staffan de Mistura- le ha dicho que España va a estar siempre a favor de encontrar una solución entee las distintas opciones que estén avaladas por las resoluciones del Consejo de Seguridad –incluida la propuesta marroquí de concesión de un régimen de autonomía dentro del Reino-, “que sea mutuamente aceptable para las partes, que sea política” -¿aunque no sea jurídica?- España apoya cualquier solución siempre que sea en el marco de las Naciones Unidas. Curiosamente, un comunicado de la OID ha señalado que la afirmación del ministro de que hay que encontrar una solución política acordada entre las partes en el marco de la ONU para resolver el conflicto descarta “la opción de la autonomía que propugna Rabat y el reconocimiento como marroquí de este territorio”(¿?). Esta posición no satisface a Marruecos que exige un reconocimiento explícito de su soberanía sobre el Sáhara Occidental. El primer ministro, Aziz Ajanuch, ha pedido a todos aquellos que quieran ser aliados de Marruecos “fidelidad respecto a la causa nacional del Sáhara”, y ha puesto el ejemplo de Alemania, lo que no es del todo concluyente. Tras varios meses de crisis diplomática, la nueva ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbok, ha modificado en la web del Ministerio el texto relativo a la posición alemana sobre el Sáhara Occidental y señalado que “con la presentación del plan de autonomía de 2007, Marruecos hizo una importante contribución a un acuerdo de paz en el Sáhara Occidental”, si bien en el mismo texto se indica que Alemania sigue manteniendo que se tiene que encontrar una solución en el marco de la ONU. Al mismo tiempo, el presidente alemán, Frank-Walter Steinmaier, envíó una carta a Mohamed VI en el que indicaba que la propuesta marroquí de autonomía era una buena base para resolver el conflicto. De ahí a mantener que Alemania ha cambiado de posición es cuestión de interpretación. Albares ha mantenido que la autonomía que Marruecos concediea al Sáhara tendría que ser admitida por las partes y bendecida por la ONU, postura que no basta a Marruecos, por lo que las espadas siguen en alto. Gibraltar El día de Nochevieja de 2020, el Papá Noel español hizo un generoso regalo a los gibraltareños, al llegar España y Gran Bretaña a un acuerdo sobre un documento-marco para incluir a Gibraltar en el espacio Schengen. Este disparatado acuerdo no es atribuible a Albares, sino a González Laya y a su incompetente equipo negociador, pero aquél lo asumió cuando, al llegar al cargo, afirmó que iba a cumplir lo acordado. Espero que Albares recapacite, se olvide del documento-marco y apoye el mandato negociador aprobado por la Comisión y el Consejo Europeos, que es bastante más favorable a los intereses españoles que el entendimiento hispano-británico. Según ha comentado el embajador José Ramón Remacha, el Gobierno dijo que el año 2022 llegaría glorioso en forma de prosperidad compartida para Gibraltar y su comarca, con supresión de la verja, libertad de tráfico y otras maravillas, pero de todo eso no hay nada. Se ha cumplido el plazo previsto y todo sigue igual, y esa promesa se ha convertido en una previsión fallida, afortunadamente -añado yo-, porque el documento es tan favorable para Gibraltar, como desfavorable para España. Ha pasado un año y siguen las negociaciones -en este caso entre el Reino Unido y la UE-, que se encuentran estancadas por la conducta torticera del Gobierno británico de, Boris Johnson, que incumple de mala fe compromisos asumidos en otros tratados. Ni Gran Bretaña ni España pueden garantizar lo que desea Gibraltar, que sería una continuidad muy mejorada en sus relaciones con la UE: el Reino Unido porque supondría una excepción al axioma “yo me marcho de la UE y Gibraltar conmigo”, que es la base del Brexit, y España porque no puede hacer concesiones sin contar con la Unión, y lo que pretende Gibraltar es una vulneración del principio básico de libertad de tráfico de persona, mercancías, servicios y capitales, que requeriría la aprobación por unanimidad de los 27 Estados miembros, lo que resulta poco probable. “Ni al Reino Unido le conviene, ni España lo puede pedir, ni la UE lo puede dar. No habrá acuerdo como el que busca Gibraltar”. ¡Que así sea! Ucrania Rusía ha invadido dos veces Ucrania en 2014: una abiertamente, que concluyó con la anexión de Crimea, y otra a mediante fuerzas irregulares y mercenarios, que llevaron a una guerra civil ucraniana y a la proclamación de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk –cuyo posible reconocimiento se está discutiendo en la actualidad en la Duma rusa-. Rusia ha concentrado más de 100.000 soldados e importante material armado en su frontera con Ucrania y organizado maniobras cerca de la frontera de este país con Bielorrusia. La tensión es enorme y en cualquier momento Vladimir Putin podría dar la orden de invasión, salvo que sólo furea una maniobra para presionar a la OTAN a fin de que rechace la admisión de Ucrania como miembro de la Alianza y limite su infraestructura militar en los terri9torios de los socios ingresados después de 1997. En la reunión celebrada anteayer en Ginebra entre los ministros de Asuntos Exteriores de Estados Unidos, Anthony Blinken, y de Rusia, Sergei Lavrov, éste anunció que la Federación no tenía intención de invadir Ucrania y aquél –que le replicó que si tal era el caso debería iniciar la desescalada retirando tropas de la frontera- prometió dar en breve una respuesta por escrito a las peticiones de Rusia. Ambos dieron un cierto margen a la diplomacia. El Gobierno español ha indicado que apuesta por el diálogo –no por la negociación, porque la integridad territorial de un Estado no es negociable- como vía de solución, pero que, si fuera necesario, participará junto con sus socios en la disuasión. “Tenemos que tener unidad en el diálogo, pero también en la disuasión”. Albares ha confirmado la intención de España de estar en primera línea con sus aliados de la OTAN. “No podemos volver al pasado, a las esferas de influencia, a limitar la soberanía de los países. Las demandas rusas son inaceptables”. Ha afirmado que el compromiso de España con la soberanía y la integridad territorial de Ucrania –incluida Crimea- está fuera de toda duda, “No se pueden tomar decisiones sobre Europa sin los europeos, por lo que tenemos que actuar conjuntamente con Estados Unidos”. Tampoco se pueden poner condiciones a un Estado soberano sobre cuál deba ser su esquema de seguridad, ni condicionantes a la OTAN o a la UE sobre quienes puedan ser sus miembros La ministra de Defensa, Margarita Robles, ha anunciado que España enviará la fragata “Blas de Lezo” y el buque de acción marítima “Meteoro” para que se incorporen a la flota de la OTAN en el Mar Negro, y aviones “Eurofighters”de vigilancia y protección a Bulgaria. El socio minoritario del Gobierno ha reaccionado de acuerdo con su anti-americanismo y su pacifismo “naif” -“¡No a la guerra!”, salvo que la genere Rusia-. Los neo-estalinistas Alberto Garzón y Enrique Santiago han afirmado que empujar a la OTAN hacia Rusia es un grave error y amenaza la paz, y que las bravuconadas belicistas de Estados Unidos son irresponsables. “Europa debe aportar medidas para desescalar el conflicto EEUU-Rusia, evitar militarizarlo y dar garantía de paz”. Ione Belarre e Irene Montero han apostado por evitar maniobras militares en la zona, y. nueve partidos –entre los que figuran Podemos, Izquierda Unida, En Comú, Más País, Bildu y la CUP- han publicado un comunicado en el que afirmaban que el despliegue de la OTAN era percibido por Rusia como una amenaza militar que añadía más tensión en la zona, mostraban su rechazo al envío de tropas, exigían que cesaran los planes para que Ucrania ingresara en la OTAN y pedían su disolución de la Alianza. El cinismo de estos “pacifistas” de sentido único no conoce límites: Ni una palabra sobre la anexión de Crimea, la intervención de tropas y mercenarios rusos en apoyo de los rebeldes del Donbass, y la concentración de más de 100.000 efectivos rusos fuertemente armados en la frontera con Ucrania. Ahora resulta que la crisis ha sido provocada por el belicismo de Estados Unidos y de la OTAN, que amenazan a la pobre e indefensa Rusia. Albares ha recordado a Podemos y a IU que la política exterior de España la marca el presidente del Gobierno y queda determinada en las reuniones del Consejo de Ministros, de cuyas resoluciones todos sus miembros son solidarios. Los socios minoritarios acatarán de mala gana las decisiones del Gobierno, aunque tratan de desmarcarse por todos los medios de las que supongan cumplir con los compromisos asumidos por su pertenencia a la OTAN, porque –según la advertencia del gurú Pablo Iglesias- “el furor por-USA acabó con Aznar”. En su breve mandato, Albares ha hecho cosas buenas –como conseguir que se mantenga en Madrid la sede de la Organización Internacional de Turismo o se restablezcan las relaciones de normalidad con Estados Unidos- y otras no tan buenas. Las sombras derivan sobre todo de que actúa más como político que como diplomático, ya que está incondicionalmente sometido a su mentor –del que fue consejero áulico en política exterior- y a las directrices del PSOE. De ahí que haya ideologizado considerablemente el Ministerio, como se ha puesto de manifiesto en la modificación del programa de ingreso en la Carrera diplomática, en el que se ha jibarizado la Historia de España –como el programa paralelo de la enseñanza en la escuela secundaria, del que la Real Academia de la Historia ha censurado su “sesgo presentista- e introducido el estudio de la Memoria Democrática –que es la antítesis de la Historia y tiene poco de democrática-, la Alianza de Civilizaciones, la proyección de las lenguas cooficiales y la igualdad de género. Asimismo, como uno de los objetivos de la cooperación internacional figura –junto a la salud y la seguridad alimentaria- la “búsqueda de la unidad de género”. Me pregunto que incidencia tendrá la persecución de este objetivo en las relaciones con países como Arabia Saudita, Kuwait, Irán o Afganistán. La carrera va perdiendo cada día más su autonomía institucional y su impronta de representación del Estado en el exterior, para convertirse en un engranaje más de la política partidista del Gobierno de turno. Madrid, 23 de enero de 2022

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