jueves, 2 de noviembre de 2017

"Consumatum est: Aborto de una independenncia imposible

CONSUMATUM EST”: ABORTO DE UNA INDEPENDENCIA IMPOSIBLE

            La conducta increíble del veleidoso, voluble y volátil ex-Presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont –que se ha ganado al pulso el calificativo acuñado por Fernando Sanche Dragó de “necionalista”- ha hecho inevitable la aplicación del artículo 155 de la Constitución, a pesar de las reticencias del PSOE y del propio Gobierno central. Resulta incomprensible la demonización que ha sufrido el citado artículo –una salvaguardia razonable que figura en casi todas las Constituciones democráticas- por parte de nacionalistas y socialistas. Todavía en el caso de los primeros cabría encontrar una explicación, dado que la disposición  parece pensada para hacer frente a sus eventuales excesos, pero en el de los segundos escapa a la lógica de un partido que ha gobernado a España en los últimos años y que aspira a volver a hacerlo.

 Actitud suicida del President Puigdemont

            Pese a sus palabras críticas a la autorización del Senado al Gobierno para la aplicación del artículo 1555, parece como si Puigdemont la estuviera deseando y no se ha quedado contento hasta que no lo ha conseguido. Tras el envío de sendas misivas dignas de Groucho Marx, en las que no daba respuesta alguna a los requerimientos del Presidente  del Gobierno y seguía con su “raca-raca” independentista, Mariano Rajoy y su coyuntural aliado Pedro Sánchez no han tenido más remedio que recurrir a él por “vergüenza torera”. Y mira que han hecho lo posible y loo imposible para evitarlo, con el protagonismo conciliador de la Vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, que –hasta el último minuto de la prórroga- afirmó que el partido se suspendería  si el Capitán del equipo contrario aceptaba dar por perdido el partido y aceptaba que se produjera un nuevo encuentro, al decir que “el artículo 155 podría sortearse con la llamada a las urnas”-. El Secretario General del PSC, Miquel Iceta –con la complicidad interesada del Lehendakari vasco, Iñigo Urkullu- mantuvo reiteradas entrevistas con Puigdemont.

Hubo un momento en que estas presiones y las recibidas del sector menos separatista del PDeCAT y de los medios empresariales parecían haber dado su fruto y que el President convocaría elecciones autonómicas anticipadas como dio a entender, pero -ante la reeacción furibunda de ERC, de la CUP y de su propio partido- giró una vez más como la veleta que es y se lanzó como un kamikaze a la Declaración Unilateral de Independencia (DUI). Dijo estar dispuesto a convocar elecciones siempre que el Gobierno les diera garantías y permitiera que se celebraran con absoluta normalidad. Estas garantías no deberían implicar el reconocimiento explícito de la renuncia a la DUI y la aceptación de la Constitución y del Estatuto como el único marco legal. Suponía establecer “de facto” una doble legalidad en pie de igualdad -la estatal y la autonómica-, pero –como ha señalado Araceli Mangas- hay que impedir que emerja un Estado impostado que compita con el Estado legal y democrático, y evitar que existan legalidades paralelas. Al  no aceptar el Gobierno su penúltimo chantaje, Puigdemont optó por pasarle la “patata caliente” al Parlament y saltó al precipicio sin paracaídas.


            “Junts pel Sí” y la CUP habían presentado una propuesta de resolución en cuya exposición de motivos se reproducía  el texto fantasmal de la “Declaración de Independencia” firmada de tapadillo el día 10 de Octubre por los diputados separatistas. En ella instaban al Gobierno a “dictar todas las resoluciones necesarias para el desarrollo de la Ley de Transitoriedad Jurídica y la fundación de la República”, así como a iniciar el proceso constituyente para la adopción de la Constitución de 

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