sábado, 23 de septiembre de 2017

La Generalitat consuma los preparativos para el referéndum ilegal del 1-O y la subsiguiente declaración de independencia

LA GENERALITAT  CONSUMA LOS PREPARATIVOS PARA EL REFERÉNDUM ILEGAL DEL 1-O Y LA SUBSIGUIENTE DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA
He leído "El Pais" del 11 de Septiembre -único periódico español que se puede encontrar en Bélgica-, que contiene materia digna de reflexión  y de comentario en el auspicioso día que se celebró en Cataluña una "Diada", que ha sido este año monopolizada por los independentista. Se trata del editorial "Per Catalunya" y de los artículos "El mundo nos mira" de Lluis Bassets y "El Brexit y el lío catalán" de John Carlin.
Editorial de “El País”
 Aunque "El Pais" reconoce que nunca se ha abierto un mayor cauce para el ejercicio del poder político de los catalanes, estima, sin embargo, que "es lógico que Cataluña empuje para ensanchar el traje político en el que se desarrolla y lo inteligente es ampliarlo en lugar deshilacharlo".  Hay que resolver la incomodidad catalana "por la deficiencia del sistema y por los episodios recentralizadores" y "atender al clamor por nuevos encajes, siempre mejores que el desencaje". El periódico reclama diálogo y negociación sobre la "cuestion catalana" y sugiere "medidas creativas e integradoras" que abran "nuevos horizontes al autogobierno". No soy consciente de que últimamente se hayan producido  episodios de recentralización. ¿A cuáles se refiere?. Por el contrario, ante la falta de mayoría absoluta y la dependencia de los nacionalistas para conseguirla, los Gobiernos del PSOE y del PP han hecho continuas concesiones a catalanes y vascos. Así, les han transferido competencias que deberían haber permanecido en manos del Gobierno central, especialmente en materia de educación. Con el vigente régimen autonómico, Cataluña ha adquirido más competencias que la mayoría de los Estados federados que existen en la actualidad. El problema radica en que otras Comunidades han adquirido algunas de las competencias de que disfruta Cataluña y esto no le resulta tolerable, porque –así como el Barça es más que un club- Cataluña es más que una nación y pretende equipararse al Estado y que sus ciudadanos tengan un “status” superior al de los demás españoles. De ahí sus voraces ansias reivindicativas y el recurso abusivo a un victimismo injustificado. Como ha observado Sergi Doria, “el nacionalismo es portador de agravios eternos”. Cuando no los tiene, se los inventa, manipulando y falsificando la Historia. Un caso palpable es el falaz “leit motiv” alegado lastimeramente durante años de que “España nos roba”, que fue científicamente desarbolado en el libro de Josep Borrell y Joan Llorach “Las cuentas y los cuentos de la independencia” y en el debate televisivo entre el propio Borrell y el Vicepresidente de la Generalitat y Consejero de Economía, Oriol Junqueras, en el que éste no dio una a derechas –ni a izquierdas- y se limitó a asentir bobaliconamente a los sólidos argumentos del ex-Ministro socialista que refutaban, una tras otra, sus indocumentadas afirmaciones.    
Entre las medidas propuestas por el periódico para “encajar” en España a una Cataluña que se “desencaja con excesiva facilidad, figuran una mejora de la financiación y de las inversiones estructurales, una mayor visibilidad de la cultura catalana como patrimonio común y una reforma constitucional federal que incluya los hechos diferenciales.
Cabe preguntar al editorialista cuál es el objetivo y alcance de esa mejora de la financiación. La aspiración catalana es harto conocida: obtener un régimen financiero y fiscal semejante al vigente en el País Vasco y en Navarra. El Presidente de la Generalitat, Artur Mas, reclamó el Pacto Fiscal al Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy y cuando éste se lo negó por fundados motivos, aquél inició su fuga hacia adelante en pro de la independencia, que ha culminado en la  adopción por el Parlament de las leyes necesarias para la creación de un Estado soberano, la convocatoria de un referéndum de autodeterminación para el 1 de Octubre y la aprobación de una Ley de Transitoriedad Jurídica que pretende sustituir a la Constitución Española de 1978 en el supuesto de que la mayoría de los votantes del citado referéndum se pronunciara en favor de la secesión. El Parlament ya había allanado el camino al introducir en el Estatuto adoptado en 2005 una disposición final que preveía una inversión mínima del Estado en Cataluña proporcional a su contribución al PIB nacional. Esta disposición es profundadamente injusta y socialmente retrógrada pues ignora los principios de la justicia distributiva y social al propugnar dar más al que más tiene, por lo que resulta paradójico que sea apoyada por los partidos izquierdas. La tarta del PIB nacional no es un chicle que se pueda estirar, ya que es una suma fija. Si de ella se reparte más a Cataluña, semejante beneficio se realizará en detrimento de otras Comunidades Autónomas, más desfavorecidas que la catalana. Si este criterio se aplicara estrictamente en Cataluña, supondría que Barcelona debería recibiría más fondos e  inversiones que Lérida y los barrios barceloneses de Sarriá o Pedralbes más que los de la Barceloneta o Gracia, e incluso podría haber diferencias entre las calles más o menos afluentes. Defender tal criterio es de vergüenza ajena. Es cierto que hay que revisar el sistema de distribución intercomunitaria , pero no de forma bilateral por acuerdo entre la Generalitat y el Gobierno de la Nación, sino en el seno del Consejo Financiero y Fiscal en el que, junto al  Gobierno central, participen las 17 Comunidades Autónomas ya que es un tema que afecta a todas y a cada una de ellas. No deja de ser curioso que los sistemas de distribución  establecidos en los últimos años fueron negoció entre el Ministerio de Hacienda y las autoridades financieras catalanas y ulteriormente impuesto a las demás Comunidades.
No creo que hubiera ningún problema a nivel nacional para potenciar la cultura catalana como patrimonio común de España, pero son los catalanes los que niegan ese patrimonio común, tratan de diferenciar lo catalán de lo español e incluso –en su habitual manipulación de la Historia- pretenden apropiarse de forma ridícula de personajes españoles y universales como Fernando el Católico, Cervantes o Santa Teresa de Ávila. En España se han valorado los artistas y los escritores por su valía artística o literaria y no por su lugar de nacimiento, mientras que la Generalitat discrimina a sus propios autores si escriben en castellano en vez de en catalán. Barcelona, que no ha mucho era el faro de la literatura española  -acogíendo a escritores hispano-americanos como Mario Vargas o Gabriel García Márquez- y el centro de la edición en castellano, se está convirtiendo en una ciudad provinciana y cateta por la cerrilidad de las autoridades culturales de la Generalitat.
¿Realmente cree “El País” que la insatisfacción de parte de Cataluña se resolvería con una “reforma constitucional federal que incluya los hechos diferenciales”?. El editorialista y el PSOE –principal munidor de esta tesis- deberían precisar en qué consistiría esa Federación, que, si incorporara los criterios doctrinales básicos de la misma según la ciencia política –igualdad de los Estados federados y de todos los ciudadanos de la Federación, distribución clara de competencias entre el Estado federal los y los Estados federados, primacía del Estado federal sobre los federados y prevalencia de sus leyes en caso de conflicto…-, no resultaría aceptable para los nacionalistas. Éstos aspiran, en el mejor de los casos, a una “federación asimétrica”  -que, si es asimétrica, deja de ser federación- o a una Confederación, aunque el Govern se ha quitado la careta y preconiza lisa y llanamente la independencia. ¿Acaso no ha salvaguardado la Constitución  hechos diferenciales de Cataluña como “el derecho civil, la cultura, la proyección de ésta en el ámbito educativo y el sistema institucional en que se organiza la Generalitat?. ¿Existen, a juicio de “El País”, otros hechos diferenciales en los ámbitos legislativo, judicial, político o económico que justifiquen un tratamiento distinto al dado a las demás Comunidades?. Especialmente en el ámbito financiero y fiscal –donde está “la madre del cordero” pues fue la causa de la deriva secesionista de la Generalitat- ¿existen razones fundadas para conceder a Cataluña un régimen más favorable que el concedido a las demás Comunidades, con excepción del País Vasco y Navarra a los que la Constitución reconoce, por desgracia, un régimen privilegiado?.
Artículo de Bassets
Como ha observado Lluis Bassets, el Gobierno regional de un  país miembro de la UE ha convocado unilateralmente un referéndum de autodeterminación en vulneración de la legislación constitucional, sSin base jurídica alguna en el Derecho Internacional o en el interno y contraviniendo las órdenes del Gobierno central y de los Tribunales. Persigue su secesión en una zona de gran estabilidad de fronteras como es Europa Occidental y ha recurrido a métodos insólitos, como la adopción de una Ley destinada a convocar un  referéndum que supone la derogación de la Constitución Española y de otra ley para organizar la gestión del resultado, lo que significa la proclamación preventiva de una república provisional. Si, tras el caso catalán, llegara a consolidarse el derecho a decidir en esta área de Europa, se produciría un efecto dominó en todos los países miembros de la Unión. La república catalana que se nos propone es una amenaza geopolítica directa para Francia e indirecta para toda Europa. Alumbra una nación con reivindicaciones territoriales fuera de sus fronteras y un estímulo para la fragmentación del espacio europeo, en un momento de enorme incertidumbre respecto a la estabilidad internacional y de serias amenazas para la seguridad
Las autoridades catalanas han optado por un régimen populista cuyo modelo de supuesta democracia está configurado en las dos citadas leyes –la del Referéndum y la de Transitoriedad Jurídica- y caracterizada por el método expeditivo utilizado para su aprobación por el Parlament, con flagrante menosprecio de la legalidad y de los derechos de los diputados y de sus representados. Se trata de una democracia plebiscitaria basada en la dictadura de la mayoría –aunque sólo sea por un voto- y en el desprecio de la minoría, con abstracción de cualquier control judicial, incluido el de los organismos propios –juristas del Parlamento y el Consejo de Garantías Estatutarias-, sin división de poderes propiamente dicha y con una vocación intervencionista en la sociedad civil y en los medios de comunicación, que se expresa tanto en la legislación como en las prácticas utilizadas por el Govern. La mirada del mundo –concluye Bassets- “no puede ser piadosa hacia esa Cataluña de tan dudosa calidad democrática”.
Artículo de Carlin
El independentismo ha encontrado un compañero de viaje en John Carlin, que ha adoptado una buenista actitud equidistante y responsabiliza por igual a tirios y troyanos.  Ha destaca lo innecesario que ha resultado ser el tremendo problema en que España y Cataluña se han metido y afirmado que tanto los independistas catalanes como el  establishment político de Madrid comparten la culpa del choque de trenes que se avecina. Se trata de una apreciación parcial e inadecuada. España no se ha metido en ningún lío, sino que han sido las autoridades de Cataluña y una parte de su sociedad civil –hábilmente manipuladas por la Generalitat, entidades como la Asociación Nacional Catalana y “Omnium Cultural” y los “apesebrados” medios de comunicación- las que han iniciado el camino sin retorno hacia una independencia  no deseada por la mayoría de su población. Cataluña está siendo responsable de la situación en un 80% y en un 20% el Gobierno de España, sea del PP o del PSOE, especialmente de éste merced a la desafortunada promesa del Presidente José Luis Rodríguez Zapatero de que su Gobierno aceptaría cualquier propuesta modificadora del Estatuto de Sau que elaborara el Parlament. El actual Gobierno de Mariano Rajoy es co-responsable, pero más por defecto que por exceso, pues ha tolerado y consentido el continuado estado de insumisión institucional de la Generaitat. Se ha achacado el inicio del proceso de desconexión al recurso de inconstitucionalidad presentado en 2005 por el PP contra el nuevo Estatuto, silenciándose que fue asimismo impugnado por el Defensor del Pueblo –el antiguo Ministro socialista Enriq     ue Mújica- y por un par de Comunidades Autónomas. El texto estaba claramente en contra de la Constitución y el Tribunal Constitucional –en una sentencia más política que jurídica- fue sumamente benévolo y sólo declaró inconstitucional una pequeña parte de sus disposiciones, subsanando otras mediante una forzada interpretación en la que atribuía a los legisladores una intención de respeto a la Constitución que obviamente no tenían. El propio Presidente socialista del Gobierno tripartito que regía la Generalitat, el acomplejado “charnego” José/Josep Montilla se subió al carro de los ultrajados y afirmó que la sentencia estaba llena de ofensas gratuitas a Cataluña y “que no tiene efectos jurídicos, pero sí el de tocar las narices. ¿Tienen que reiterar tantas veces la indisoluble unidad de España?”.
Cita Carlin al profesor Ramón Máiz , quien ha señalado que “si preguntas a los catalanes cuál es la principal razón por la que luchan por la independencia, dicen que el maltrato”. La percepción generalizada es que el resto de España les odia y les falta el respeto y –según el periodista británico- el Gobierno sabe que los catalanes tienen razón en sentirse odiados (¿?). Aunque sólo sea por esta razón, los catalanes tienen derecho a celebrar un referéndum de autodeterminación. Estas palabras indican que se trata de una mera percepción, de una impresión subjetiva que proviene más de las vísceras que del cerebro y que no se corresponde con la realidad objetiva. Más bien parece ser lo contrario. Son algunos catalanes los que menosprecian y reiteradamente faltan el respeto al resto de los españoles. Movidos por un injustificado complejo de superioridad- califican a los andaluces de vagos, a los murcianos de “pringaos”, a los extremeños  de ociosos chupasangres, a los valencianos de horteras o a los castellanos de arrogantes explotadores. Baste recordar las declaraciones de los líderes catalanes, de José Carod Rovira a Oriol Junqueras, de Marta Ferrusola a Artur Mas, de Lluis Llach a Josep Guardiola, del Director de los Mossos de Escuadra, Pere Soler -“¡Vayámonos ya!. Me dais pena todos los españoles”- al Alcalde de Blanes, el “granaino” reciclado Miguel Lupiáñez –“En Cataluña se vive de otra manera. Igual ocurre en Dinamarca respecto ,yo que sé, al Magreb”-. El propio Secretario General del PSC, Miquel Iceta, ha pedido a Pedro Sánchez que impulse una España distinta que respete a Cataluña y “un Estado que defienda los intereses de los catalanes”.
Carlin ha criticado frívolamente a quienes se oponen al referéndum porque viola la Constitución, como si ésta “fuera la palabra final de Dios y no un texto terrenal, inevitablemente mejorable, para servir a la gente”. Los sentimientos independentistas están ahí y hay que tomar medidas para soportarlos, “en este caso cambiando algunas palabras de la Constitución”. Habría que preguntar a este genio del constitucionalismo cuáles son las palabras mágicas que se deben introducir en la Carta Magna para satisfacer las ansias separatistas de los catalanes y hacerlos volver al redil de España. Ya sé que en Gran Bretaña no hay una Constitución escrita, como ocurre en los demás países del mundo. En España hay una Constitución aprobada en 1978 prácticamente por consenso de los españoles, incluida la inmensa mayoría de los catalanes, y hay que respetarla y cumplirla, mal que les pese a los independentistas y a Carlin. Como bien sabe el periodista y politólogo británico, sin respeto de la ley no hay democracia.
Manifiesto de “los Otros Catalanes
               Una cosa que sorprende es la falta de reacción de la mayoría silenciosa –y nunca mejor empleada esta expresión- de los catalanes que se sienten españoles ante las reiteradas tropelías de sus dirigentes políticas, que incumplen a diario las leyes nacionales y las sentencias de los Tribunales. Salvo pronunciamientos puntuales de agrupaciones como la Sociedad Civil Catalana, Catalunya somos todos o Juristas en pro de la Constitución, apenas se ha oído la voz discrepante de esta mayoría, por reducida que sea. Tampoco los partidos constitucionalistas han estado a la altura de las circunstancias. El PP, Ciudadanos y -en menor medida y con altibajos- el PSC se han opuesto a la marea secesionista, pero de forma aislada y sin coordinación. En su ambigüedad calculada, Podemos ha encendido una vela a Dios y otra a Companys, y en el fondo ha respaldado las tesis separatistas. Pablo Iglesias terminó su encendida proclama en un acto paralelo a la Diada con un “¡Visca Calalunya soberana e lliure!” y su representante en la Mesa del Parlament votó a favor de la tramitación de las Leyes del Referéndum y de la Transitoriedad Jurídica. Esta actitud es comprensible por la tremenda presión social y mediática que sufren los no independentistas, acusados de malos catalanes y traidores a la causa, pero no justificable ante el extremo al que se ha llegado por parte de las autoridades de la Generalitat.
               Por eso, ha sido una grata sorpresa la publicación en las redes informáticas del “Manifiesto de los Otros Catalanes”, que ha sido ampliamente difundido hasta convertirse en fenómeno viral y recogido en el diario digital “El Confidencial” y en periódicos como “Público” o “ABC”. No me resisto a reproducirlo en su integridad por que no tiene desperdicio y es auto-explicativo. Por su sencillez, objetividad , sentido común y sinceridad está al alcance de cualquier persona de buena voluntad y es un motivo para la esperanza.
                “Somos los otros catalanes. Los que, cuando vamos a una manifestación, nos comportamos como personas civilizadas, los que nunca colgaremos ninguna  bandera en el balcón. Somos tranquilos, tolerantes, pacíficos, discretos y amigos de nuestros amigos. Queremos tener salud, amor y trabajo como todo el mundo. Creemos en la familia y en el esfuerzo personal y no en la donación y la subvención para conseguir las cosas. Amamos la paz y la libertad.
                Aborrecemos la corrupción, la violencia, el abuso de poder, la manipulación y la mentira. Somos bilingües sin complejos, hacemos “zappingsin problemas por todas las opciones y la película que vimos ayer ya no recordamos en qué idioma la oímos: catalán o castellano. Nos gustan los deportes y animamos igualmente a Nadal, Ferrer, Lorenzo, Alonso, al Barça, al Español y a la Selección Nacional, y nos da igual si el gol lo mete un catalán o un manchego cuando competimos en la Copa de Europa o en el Mundial y, por respeto, no pitamos al himno de España ni a ningún otro.
                 Estamos hartos del “procésy del politiqueo en general, con tanta mentira. Votamos al menos malo o por descarte. Aborrecemos a quienes fomentan las fobias entre los territorios,-sean del color que sean, de aquí o de cualquier otro sitio- para ganar cuatro votos, mantener la poltrona y seguir llevándose el caldo calentito a cuenta de todos. No creemos que la independencia sea la solución a todos nuestros problemas, no somos tan ingenuos. Consideramos que la política de confrontación y sus líderes son precisamente parte del problema.
                ¿Por qué está todo tan crispado?.¿No tendrían que trabajar todos para sacarnos de esta crisis, dejarse de historias y no confrontarnos unos con otros?. Creemos que muchas personas piensans así, pero no se nos ve ni se nos oye. Somos los Otros y, aunque saben que estamos, nos ignoran por no pensar como ellos.
               Tras el próximo fracaso del 1 de Octubre habrá nuevas elecciones autonómicas. Informad a todos los que formamos parte de “los Otros”, a vuestros conocidos, a los indecisos, a los que piensan que esto no va con ellos de quede  nuestro voto en las citadas futuras elecciones autonómicas depende que Catalunya siga siendo feudo de unos cuantos que basan su discurso en el odio a los demás pueblos de España, adoctrinando en las escuelas a nuestros niños y difundiendo propaganda y mentiras en los canales autonómicos y en los medios comprados con subvenciones pagadas con nuestro dinero. Exigimos que los constitucionalistas lo sean por encima de los intereses de sus partidos.
               Vamos a demostrar a quienes lideran el “procés” que en el mundo somos catalanes y españoles. Vamos a demostrar que no hemos creído la vil mentira de que “Espanya ens roba” cuando los que roban son ellos: nuestros recursos, nuestro dinero, nuestro orgullo y nuestra dignidad, intentando vanamente hacernos sentir inferiores y de segunda. Vamos a decirles a ellos y al mundo que ya basta de muestras de odio, intransigencia y amenazas de sanciones para quien no colabora o piensa como ellos. Vamos a frenar esta aventura que sólo nos ha traído y traerá más pobreza económica e intelectual y más crisis, a pesar de que nos prometan el paraíso. Porque amamos a Cataluña, porque amamos a España y porque queremos seguir siendo europeos,¡Viva Catalunya!”.
              Pues eso, al igual que aspiramos a una Alemania europea y no a una Europa alemana, deseamos una Cataluña española y no una España catalana. ¡Visca una  Cataluña integrada en España, que siga contribuyendo a su grandeza como nación única de todos los españoles!.

Bruselas, 12 de Septiembre de 2017 

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