He leído "El
Pais" del 11 de Septiembre -único periódico español que se puede encontrar
en Bélgica-, que contiene materia digna de reflexión y de comentario en el
auspicioso día que se celebró en Cataluña una "Diada", que ha sido
este año monopolizada por los independentista. Se trata del editorial "Per Catalunya" y de los
artículos "El mundo nos mira" de Lluis
Bassets y "El Brexit y el lío catalán"
de John Carlin.
Editorial de “El País”
Aunque "El Pais"
reconoce que nunca se ha abierto un mayor cauce para el ejercicio del poder
político de los catalanes, estima, sin embargo, que "es lógico que Cataluña empuje para ensanchar el traje político en el
que se desarrolla y lo inteligente es ampliarlo en lugar deshilacharlo". Hay que resolver la
incomodidad catalana "por la
deficiencia del sistema y por los episodios recentralizadores" y
"atender al clamor por nuevos
encajes, siempre mejores que el desencaje". El periódico reclama
diálogo y negociación sobre la "cuestion catalana" y sugiere "medidas creativas e integradoras"
que abran "nuevos horizontes al
autogobierno". No soy consciente de que últimamente se hayan
producido episodios de recentralización.
¿A cuáles se refiere?. Por el contrario, ante la falta de mayoría absoluta y la
dependencia de los nacionalistas para conseguirla, los Gobiernos del PSOE y del
PP han hecho continuas concesiones a catalanes y vascos. Así, les han
transferido competencias que deberían haber permanecido en manos del Gobierno
central, especialmente en materia de educación. Con el vigente régimen
autonómico, Cataluña ha adquirido más competencias que la mayoría de los
Estados federados que existen en la actualidad. El problema radica en que otras
Comunidades han adquirido algunas de las competencias de que disfruta Cataluña
y esto no le resulta tolerable, porque –así como el Barça es más que un club-
Cataluña es más que una nación y pretende equipararse al Estado y que sus
ciudadanos tengan un “status”
superior al de los demás españoles. De ahí sus voraces ansias reivindicativas y
el recurso abusivo a un victimismo injustificado. Como ha observado Sergi
Doria, “el nacionalismo es portador de
agravios eternos”. Cuando no los tiene, se los inventa, manipulando y
falsificando la Historia. Un
caso palpable es el falaz “leit motiv”
alegado lastimeramente durante años de que “España
nos roba”, que fue científicamente desarbolado en el libro de Josep Borrell
y Joan Llorach “Las cuentas y los cuentos
de la independencia” y en el debate televisivo entre el propio Borrell y el
Vicepresidente de la Generalitat y
Consejero de Economía, Oriol Junqueras, en el que éste no dio una a derechas
–ni a izquierdas- y se limitó a asentir bobaliconamente a los sólidos
argumentos del ex-Ministro socialista que refutaban, una tras otra, sus
indocumentadas afirmaciones.
Entre las medidas
propuestas por el periódico para “encajar” en España a una Cataluña que se
“desencaja con excesiva facilidad, figuran una mejora de la financiación y de
las inversiones estructurales, una mayor visibilidad de la cultura catalana
como patrimonio común y una reforma constitucional federal que incluya los
hechos diferenciales.
Cabe
preguntar al editorialista cuál es el objetivo y alcance de esa mejora de la
financiación. La aspiración catalana es harto conocida: obtener un régimen
financiero y fiscal semejante al vigente en el País Vasco y en Navarra. El
Presidente de la Generalitat , Artur
Mas, reclamó el Pacto Fiscal al Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy y cuando
éste se lo negó por fundados motivos, aquél inició su fuga hacia adelante en
pro de la independencia, que ha culminado en la adopción por el Parlament de las leyes necesarias para
la creación de un Estado soberano, la convocatoria de un referéndum de
autodeterminación para el 1 de Octubre y la aprobación de una Ley de
Transitoriedad Jurídica que pretende sustituir a la Constitución Española
de 1978 en el supuesto de que la mayoría de los votantes del citado referéndum
se pronunciara en favor de la secesión. El Parlament
ya había allanado el camino al introducir en el Estatuto adoptado en 2005 una
disposición final que preveía una inversión mínima del Estado en Cataluña
proporcional a su contribución al PIB nacional. Esta disposición es profundadamente
injusta y socialmente retrógrada pues ignora los principios de la justicia
distributiva y social al propugnar dar más al que más tiene, por lo que resulta
paradójico que sea apoyada por los partidos izquierdas. La tarta del PIB
nacional no es un chicle que se pueda estirar, ya que es una suma fija. Si de
ella se reparte más a Cataluña, semejante beneficio se realizará en detrimento
de otras Comunidades Autónomas, más desfavorecidas que la catalana. Si este criterio
se aplicara estrictamente en Cataluña, supondría que Barcelona debería
recibiría más fondos e inversiones que
Lérida y los barrios barceloneses de Sarriá o Pedralbes más que los de la Barceloneta o Gracia,
e incluso podría haber diferencias entre las calles más o menos afluentes.
Defender tal criterio es de vergüenza ajena. Es cierto que hay que revisar el
sistema de distribución intercomunitaria , pero no de forma bilateral por
acuerdo entre la Generalitat y el
Gobierno de la Nación ,
sino en el seno del Consejo Financiero y Fiscal en el que, junto al Gobierno central, participen las 17
Comunidades Autónomas ya que es un tema que afecta a todas y a cada una de
ellas. No deja de ser curioso que los sistemas de distribución establecidos en los últimos años fueron negoció
entre el Ministerio de Hacienda y las autoridades financieras catalanas y ulteriormente
impuesto a las demás Comunidades.
No creo
que hubiera ningún problema a nivel nacional para potenciar la cultura catalana
como patrimonio común de España, pero son los catalanes los que niegan ese
patrimonio común, tratan de diferenciar lo catalán de lo español e incluso –en
su habitual manipulación de la
Historia- pretenden apropiarse de forma ridícula de
personajes españoles y universales como Fernando el Católico, Cervantes o Santa
Teresa de Ávila. En España se han valorado los artistas y los escritores por su
valía artística o literaria y no por su lugar de nacimiento, mientras que la Generalitat discrimina a sus propios autores si
escriben en castellano en vez de en catalán. Barcelona, que no ha mucho era el faro
de la literatura española -acogíendo a
escritores hispano-americanos como Mario Vargas o Gabriel García Márquez- y el
centro de la edición en castellano, se está convirtiendo en una ciudad
provinciana y cateta por la cerrilidad de las autoridades culturales de la Generalitat.
¿Realmente
cree “El País” que la insatisfacción
de parte de Cataluña se resolvería con
una “reforma constitucional federal que
incluya los hechos diferenciales”?. El editorialista y el PSOE –principal
munidor de esta tesis- deberían precisar en qué consistiría esa Federación,
que, si incorporara los criterios doctrinales básicos de la misma según la
ciencia política –igualdad de los Estados federados y de todos los ciudadanos
de la Federación ,
distribución clara de competencias entre el Estado federal los y los Estados
federados, primacía del Estado federal sobre los federados y prevalencia de sus
leyes en caso de conflicto…-, no resultaría aceptable para los nacionalistas.
Éstos aspiran, en el mejor de los casos, a una “federación asimétrica” -que, si es asimétrica, deja de ser
federación- o a una Confederación, aunque el Govern se ha quitado la careta y preconiza lisa y llanamente la
independencia. ¿Acaso no ha salvaguardado la Constitución hechos diferenciales de Cataluña como “el derecho civil, la cultura, la proyección
de ésta en el ámbito educativo y el sistema institucional en que se organiza la Generalitat ”?.
¿Existen, a juicio de “El País”,
otros hechos diferenciales en los ámbitos legislativo, judicial, político o
económico que justifiquen un tratamiento distinto al dado a las demás
Comunidades?. Especialmente en el ámbito financiero y fiscal –donde está “la
madre del cordero” pues fue la causa de la deriva secesionista de la Generalitat-
¿existen razones fundadas para conceder a Cataluña un régimen más favorable que
el concedido a las demás Comunidades, con excepción del País Vasco y Navarra a
los que la Constitución
reconoce, por desgracia, un régimen privilegiado?.
Artículo de Bassets
Como ha
observado Lluis Bassets, el Gobierno regional de un país miembro de la UE ha convocado unilateralmente
un referéndum de autodeterminación en vulneración de la legislación
constitucional, sSin base jurídica alguna en el Derecho Internacional o en el
interno y contraviniendo las órdenes del Gobierno central y de los Tribunales.
Persigue su secesión en una zona de gran estabilidad de fronteras como es
Europa Occidental y ha recurrido a métodos insólitos, como la adopción de una
Ley destinada a convocar un referéndum
que supone la derogación de la Constitución
Española y de otra ley para organizar la gestión del
resultado, lo que significa la proclamación preventiva de una república
provisional. Si, tras el caso catalán, llegara a consolidarse el derecho a
decidir en esta área de Europa, se produciría un efecto dominó en todos los
países miembros de la Unión. La
república catalana que se nos propone es una amenaza geopolítica directa para
Francia e indirecta para toda Europa. Alumbra una nación con reivindicaciones
territoriales fuera de sus fronteras y un estímulo para la fragmentación del
espacio europeo, en un momento de enorme incertidumbre respecto a la
estabilidad internacional y de serias amenazas para la seguridad
Las
autoridades catalanas han optado por un régimen populista cuyo modelo de
supuesta democracia está configurado en las dos citadas leyes –la del
Referéndum y la de Transitoriedad Jurídica- y caracterizada por el método
expeditivo utilizado para su aprobación por el Parlament, con flagrante menosprecio de la legalidad y de los
derechos de los diputados y de sus representados. Se trata de una democracia
plebiscitaria basada en la dictadura de la mayoría –aunque sólo sea por un
voto- y en el desprecio de la minoría, con abstracción de cualquier control
judicial, incluido el de los organismos propios –juristas del Parlamento y el
Consejo de Garantías Estatutarias-, sin división de poderes propiamente dicha y
con una vocación intervencionista en la sociedad civil y en los medios de
comunicación, que se expresa tanto en la legislación como en las prácticas
utilizadas por el Govern. La mirada
del mundo –concluye Bassets- “no puede
ser piadosa hacia esa Cataluña de tan dudosa calidad democrática”.
Artículo de Carlin
El
independentismo ha encontrado un compañero de viaje en John Carlin, que ha adoptado
una buenista actitud equidistante y responsabiliza por igual a tirios y
troyanos. Ha destaca lo innecesario que
ha resultado ser el tremendo problema en que España y Cataluña se han metido y
afirmado que tanto los independistas catalanes como el establishment político de
Madrid comparten la culpa del choque de trenes que se avecina. Se trata de una
apreciación parcial e inadecuada. España no se ha metido en ningún lío, sino
que han sido las autoridades de Cataluña y una parte de su sociedad civil
–hábilmente manipuladas por la
Generalitat ,
entidades como la Asociación Nacional
Catalana y “Omnium Cultural” y los “apesebrados”
medios de comunicación- las que han iniciado el camino sin retorno hacia una
independencia no deseada por la mayoría
de su población. Cataluña está siendo responsable de la situación en un 80% y
en un 20% el Gobierno de España, sea del PP o del PSOE, especialmente de éste
merced a la desafortunada promesa del Presidente José Luis Rodríguez Zapatero
de que su Gobierno aceptaría cualquier propuesta modificadora del Estatuto de
Sau que elaborara el Parlament. El
actual Gobierno de Mariano Rajoy es co-responsable, pero más por defecto que
por exceso, pues ha tolerado y consentido el continuado estado de insumisión
institucional de la Generaitat.
Se ha achacado el inicio del proceso de desconexión al
recurso de inconstitucionalidad presentado en 2005 por el PP contra el nuevo
Estatuto, silenciándose que fue asimismo impugnado por el Defensor del Pueblo
–el antiguo Ministro socialista Enriq ue
Mújica- y por un par de Comunidades Autónomas. El texto estaba claramente en
contra de la Constitución
y el Tribunal Constitucional –en una sentencia más política que jurídica- fue
sumamente benévolo y sólo declaró inconstitucional una pequeña parte de sus
disposiciones, subsanando otras mediante una forzada interpretación en la que
atribuía a los legisladores una intención de respeto a la Constitución que
obviamente no tenían. El propio Presidente socialista del Gobierno tripartito
que regía la Generalitat , el
acomplejado “charnego” José/Josep Montilla se subió al carro de los ultrajados
y afirmó que la sentencia estaba llena de ofensas gratuitas a Cataluña y “que no tiene efectos jurídicos, pero sí el
de tocar las narices. ¿Tienen que reiterar tantas veces la indisoluble unidad
de España?”.
Cita Carlin
al profesor Ramón Máiz , quien ha señalado que “si preguntas a los catalanes cuál es la principal razón por la que luchan
por la independencia, dicen que el maltrato”. La percepción generalizada es
que el resto de España les odia y les falta el respeto y –según el periodista
británico- el Gobierno sabe que los catalanes tienen razón en sentirse odiados
(¿?). Aunque sólo sea por esta razón, los catalanes tienen derecho a celebrar
un referéndum de autodeterminación. Estas palabras indican que se trata de una
mera percepción, de una impresión subjetiva que proviene más de las vísceras
que del cerebro y que no se corresponde con la realidad objetiva. Más bien
parece ser lo contrario. Son algunos catalanes los que menosprecian y reiteradamente
faltan el respeto al resto de los españoles. Movidos por un injustificado
complejo de superioridad- califican a los andaluces de vagos, a los murcianos
de “pringaos”, a los extremeños de ociosos chupasangres, a los valencianos de
horteras o a los castellanos de arrogantes explotadores. Baste recordar las
declaraciones de los líderes catalanes, de José Carod Rovira a Oriol Junqueras,
de Marta Ferrusola a Artur Mas, de Lluis Llach a Josep Guardiola, del Director
de los Mossos de Escuadra, Pere Soler
-“¡Vayámonos ya!. Me dais pena todos los
españoles”- al Alcalde de Blanes, el “granaino” reciclado Miguel Lupiáñez
–“En Cataluña se vive de otra manera.
Igual ocurre en Dinamarca respecto ,yo que sé, al Magreb”-. El propio
Secretario General del PSC, Miquel Iceta, ha pedido a Pedro Sánchez que impulse
una España distinta que respete a Cataluña y “un Estado que defienda los intereses de los catalanes”.
Carlin ha
criticado frívolamente a quienes se oponen al referéndum porque viola la Constitución , como si
ésta “fuera la palabra final de Dios y no
un texto terrenal, inevitablemente mejorable, para servir a la gente”. Los
sentimientos independentistas están ahí y hay que tomar medidas para
soportarlos, “en este caso cambiando
algunas palabras de la
Constitución ”. Habría que preguntar a este genio del
constitucionalismo cuáles son las palabras mágicas que se deben introducir en la Carta Magna para satisfacer las
ansias separatistas de los catalanes y hacerlos volver al redil de España. Ya
sé que en Gran Bretaña no hay una Constitución escrita, como ocurre en los
demás países del mundo. En España hay una Constitución aprobada en 1978
prácticamente por consenso de los españoles, incluida la inmensa mayoría de los
catalanes, y hay que respetarla y cumplirla, mal que les pese a los
independentistas y a Carlin. Como bien sabe el periodista y politólogo
británico, sin respeto de la ley no hay democracia.
Manifiesto de “los Otros Catalanes”
Una cosa que sorprende es la
falta de reacción de la mayoría silenciosa –y nunca mejor empleada esta
expresión- de los catalanes que se sienten españoles ante las reiteradas
tropelías de sus dirigentes políticas, que incumplen a diario las leyes
nacionales y las sentencias de los Tribunales. Salvo pronunciamientos puntuales
de agrupaciones como la Sociedad Civil
Catalana, Catalunya somos todos o Juristas en pro de la Constitución , apenas
se ha oído la voz discrepante de esta mayoría, por reducida que sea. Tampoco
los partidos constitucionalistas han estado a la altura de las circunstancias.
El PP, Ciudadanos y -en menor medida y con altibajos- el PSC se han opuesto a
la marea secesionista, pero de forma aislada y sin coordinación. En su
ambigüedad calculada, Podemos ha encendido una vela a Dios y otra a Companys, y
en el fondo ha respaldado las tesis separatistas. Pablo Iglesias terminó su
encendida proclama en un acto paralelo a la Diada con un “¡Visca Calalunya soberana e lliure!” y su representante en la Mesa del Parlament votó a favor de la tramitación de las Leyes del
Referéndum y de la Transitoriedad
Jurídica. Esta actitud es comprensible por la tremenda
presión social y mediática que sufren los no independentistas, acusados de
malos catalanes y traidores a la causa, pero no justificable ante el extremo al
que se ha llegado por parte de las autoridades de la Generalitat.
Por eso, ha sido una grata
sorpresa la publicación en las redes informáticas del “Manifiesto de los Otros Catalanes”, que ha sido ampliamente
difundido hasta convertirse en fenómeno viral y recogido en el diario digital “El Confidencial” y en periódicos como “Público” o “ABC”. No me resisto a reproducirlo en su integridad por que no
tiene desperdicio y es auto-explicativo. Por su sencillez, objetividad ,
sentido común y sinceridad está al alcance de cualquier persona de buena
voluntad y es un motivo para la esperanza.
“Somos los otros catalanes. Los que, cuando vamos a una manifestación,
nos comportamos como personas civilizadas, los que nunca colgaremos
ninguna bandera en el balcón. Somos
tranquilos, tolerantes, pacíficos, discretos y amigos de nuestros amigos.
Queremos tener salud, amor y trabajo como todo el mundo. Creemos en la familia
y en el esfuerzo personal y no en la donación y la subvención para conseguir
las cosas. Amamos la paz y la libertad.
Aborrecemos la
corrupción, la violencia, el abuso de poder, la manipulación y la mentira.
Somos bilingües sin complejos, hacemos “zapping” sin problemas por todas las opciones y la película que vimos ayer ya no
recordamos en qué idioma la oímos: catalán o castellano. Nos gustan los
deportes y animamos igualmente a Nadal, Ferrer, Lorenzo, Alonso, al Barça, al
Español y a la Selección Nacional ,
y nos da igual si el gol lo mete un catalán o un manchego cuando competimos en la Copa de Europa o en el
Mundial y, por respeto, no pitamos al himno de España ni a ningún otro.
Estamos hartos
del “procés” y del politiqueo en
general, con tanta mentira. Votamos al menos malo o por descarte. Aborrecemos a
quienes fomentan las fobias entre los territorios,-sean del color que sean, de
aquí o de cualquier otro sitio- para ganar cuatro votos, mantener la poltrona y
seguir llevándose el caldo calentito a cuenta de todos. No creemos que la
independencia sea la solución a todos nuestros problemas, no somos tan
ingenuos. Consideramos que la política de confrontación y sus líderes son
precisamente parte del problema.
¿Por qué está
todo tan crispado?.¿No tendrían que trabajar todos para sacarnos de esta
crisis, dejarse de historias y no confrontarnos unos con otros?. Creemos que
muchas personas piensans así, pero no se nos ve ni se nos oye. Somos los Otros
y, aunque saben que estamos, nos ignoran por no pensar como ellos.
Tras el próximo
fracaso del 1 de Octubre habrá nuevas elecciones autonómicas. Informad a todos
los que formamos parte de “los Otros”, a vuestros conocidos, a los indecisos, a
los que piensan que esto no va con ellos de quede nuestro voto en las citadas futuras elecciones
autonómicas depende que Catalunya siga siendo feudo de unos cuantos que basan
su discurso en el odio a los demás pueblos de España, adoctrinando en las
escuelas a nuestros niños y difundiendo propaganda y mentiras en los canales
autonómicos y en los medios comprados con subvenciones pagadas con nuestro
dinero. Exigimos que los constitucionalistas lo sean por encima de los
intereses de sus partidos.
Vamos a demostrar
a quienes lideran el “procés” que en el mundo somos catalanes y españoles.
Vamos a demostrar que no hemos creído la vil mentira de que “Espanya ens roba”
cuando los que roban son ellos: nuestros recursos, nuestro dinero, nuestro
orgullo y nuestra dignidad, intentando vanamente hacernos sentir inferiores y
de segunda. Vamos a decirles a ellos y al mundo que ya basta de muestras de
odio, intransigencia y amenazas de sanciones para quien no colabora o piensa
como ellos. Vamos a frenar esta aventura que sólo nos ha traído y traerá más
pobreza económica e intelectual y más crisis, a pesar de que nos prometan el
paraíso. Porque amamos a Cataluña, porque amamos a España y porque queremos
seguir siendo europeos,¡Viva
Catalunya!”.
Pues eso, al igual que aspiramos
a una Alemania europea y no a una Europa alemana, deseamos una Cataluña
española y no una España catalana. ¡Visca
una Cataluña integrada en España, que
siga contribuyendo a su grandeza como nación única de todos los españoles!.
Bruselas, 12 de Septiembre
de 2017
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