jueves, 30 de mayo de 2024

Reconocimiento del Estado Palestino: Hasta cuando trata de hacer algo bueno, Sánchez lo hace mal

RECONOCIMIENTO DEL ESTADO PALESTINO: HASTA CUANDO TRATA DE HACER ALGO BUENO, SÁNCHEZ LO HACE MAL (30-V-2024) El Gobierno español decidió en la reunión del Consejo de Ministros del pasado día 28 reconocer al Estado palestino como sujeto de Derecho Internacional. El reconocimiento es -según J.J. Salmon- un acto por el cual un Estado, al constatar una situación de hecho o de derecho, admite que ésta le es oponible. La existencia política de un Estado es independiente de su reconocimiento por lo demás Estados. Significa simplemente que el Estado reconocedor acepta la personalidad jurídica internacional del Estado reconocido con todos los derechos y deberes determinados por el Derecho Internacional. No obstante -como ha señalado José Ignacio Torreblanca-, en política internacional los derechos y los hechos no van siempre de la mano, sino que unas veces los hechos crean el derecho y otras el derecho crea los hechos. Aunque 143 países hayan reconocido a Palestina como Estado, es obvio que carece de los elementos básicos de la estatalidad. Cuando España reconoce a Palestina no está reconociendo el hecho, puesto que no existe fácticamente como Estado, sino el derecho garantizado por una resolución que aprobó la ONU en 1947 con la esperanza de que el derecho generara el hecho. El reconocimiento de un Estado debe obedecer a motivos objetivos. Para que un Estado pueda reconocer a otro se requiere que éste reúna -según la Convención de Montevideo 00de 1930 sobre derechos y deberes de los Estados- la existencia de un territorio determinado, de una población permanente y de un Gobierno. El reconocimiento es discrecional pero no arbitrario y Palestina no reúne estos requisitos. 1.-Territorio: El Estado palestino carece de unidad y continuidad territorial. Está formado por una parte de Cisjordania bajo control de Israel, que la ha dividido en diversos “bantustanes” separados por muros de cemento e incomunicados entre sí, y por la franja de Gaza, situada entre Israel, Egipto y el Mar Mediterráneo. Israel ha sembrado Cisjordania con una red le asentamientos de colonos israelitas debidamente fortificados, y bien comunicados entre sí bajo el control del Tsahal. ¿Qué territorio ha reconocido el Gobierno de España al Estado palestino? Según Sánchez, la línea fronteriza marcada en 1937 por las resoluciones del Consejo de Seguridad 242 y 338, que comprende la totalidad de Cisjordania, Jerusalén-este y la franja de Gaza, comunicada con aquélla por un imaginario corredor a través de territorio israelita. Esas resoluciones no establecían ningunos límites sino que instaban a Israel a que abandonara los territorios ocupados. ¿Incluye los asentamientos judíos en Cisjordania? Yerra Albares cuando afirma que no es necesario reconocer a un Estado con unas fronteras concretas. El reconocimiento de un Estado no es un mercadeo, sino un acto muy serio y la doctrina internacional establece que han de fijarse los límites del territorio del Estado reconocido, tanto más si existen problemas de delimitación con Estados vecinos Si Sánchez concuerda con Yolanda Díaz en que había que reconocer a una Palestina desde el río -Jordán- al mar -Mediterráneo-, el territorio se ampliaría considerablemente. Según Rafa Latorre, Sánchez ignora todo sobre el Estado palestino y lo ha reconocido sin conocerlo, a diferencia de Yolanda que conoce perfectamente las coordenadas del nuevo Estado. Se trataría de un vasto territorio con un problemilla menor llamado Israel, que tendría que desaparecer. España en un Estado pionero, al ser la primera nación occidental que ha reconocido a través de su vicepresidenta -que no ha sido desmentida, ni desautorizada- el lema de la Carta fundacional de Hamas, que afirma que su principal objetivo es la destrucción de Israel. El Gobierno de Sánchez ha reconocido a un inexistente Estado y ni él mismo sabe con certeza qué es lo que ha reconocido. “Es un mero desiderátum acerca de un Estado del que solo se puede decir lo que debería ser”. 2.-Población: Palestina cuenta con una población que es de todo menos permanente. Tras la resolución de la ONU sobre la creación de Israel y de un Estado árabe en 1947, 711.000 palestinos tuvieron que abandonar sus hogares ( la “Nakba”), lo que ha sido calificado de “operación de limpieza étnica” por parte de historiadores como Benny Morris o Salman Abu Sitta . La Organización creó en 1949 la Agencia de las Naciones Unidas para Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (UNRWA) con el fin de atender a estos desplazados. Se instalaron campamentos provisionales de refugiados en Gaza, Jordania, Líbano, Siria y Egipto, que -76 años más tarde- siguen en pie por culpa de la insolidaridad de estos Estados y de los ricos países del Golfo, y en los que se han criado en condiciones precarias cuatro generaciones de palestinos. La UNRWA definió a estos refugiados como las personas cuyo lugar de residencia habitual, entre junio de 1946 y mayo de 1948, era el Mandato británico de Palestina, y que perdieron sus hogares y sus medios de vida como consecuencia de la guerra árabe-israelita de 1948, así como sus descendientes. Israel ocupó el 26% de Palestina, Jordania la mayor parte de Cisjordania y Jerusalén-Este, y Egipto Gaza. En su resolución 194(II) de 1948, la Asamblea General reconoció el derecho de retorno a Palestina de los expulsados, pero Israel se ha negado a acogerlos. Después de la guerra de los 6 días (1967), Israel ocupó la mayor parte de Cisjordania, Jerusalén-Este y Gaza, y otros 430.000 palestinos fueron expulsados de sus tierras. La UNWRA fija hoy en 4 millones la cifra actual de refugiados palestinos. ¿Qué número de palestinos acepta el Gobierno español en el Estado que ha reconocido? ¿Incluye entre ellos a los refugiados de la diáspora? 3.-Gobierno: Para poder reconocer a un Estado es preciso que cuente con un Gobierno, pero en el ente fantasmagórico que España ha reconocido hay dos Gobiernos, sin contar al de Israel, que es quien realmente nevará alta. A partir de los Acuerdos de Oslo (1993 y 1994) ), la gobernación de Cisjordania y Gaza fue encomendada a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), bajo la presidencia de Yasser Arafat. Israel apoyó el desarrollo de la facción fundamentalista de Hamas en Gaza para debilitar el liderazgo de Arafat, quien fue confinado a Ramallah y completamente aislado. Su sucesor, Mahmud Abbas -a) Abu Mazen- estableció un Gobierno incompetente y corrupto que a duras apenas ejerce las escasas competencias que el Gobierno israelita le deja. En 2005, Isrrael se retiró de Gaza y dejó el campo libre a Hamas, el cual ganó democráticamente las elecciones de 2006, accedió al Gobierno local, se desvinculó de la ANP y expulsó de la franja a los dirigentes de Al Fatah. Constituyó un Gobierno radical, impuso la aplicación de la Sharía e inició las hostilidades contra Israel, que culminaron con la masacre del 7 de octubre de 2023. ¿A cuál de estos dos Gobiernos ha reconocido Sánchez? ¿Al de Abu Mazem, que malgobierna en parte de Cisjordania, al que dirige el líder de Hamas, Ismael Haniya, que controla Gaza, o a los dos? ¿Acepta el Gobierno de una banda terrorista, que ha realizado crímenes de genocidio y de lesa humanidad? No existe en la actualidad un Estado palestino que merezca ser reconocido de conformidad con el Derecho Internacional, por no cumplir con ninguno de los requisitos exigidos para su constitución en Estado, por mucho que haya sido reconocido por 143 Estados, y sea miembro de la UNESCO y observador en la ONU. La Asamblea General recomendó por una amplísima mayoría su admisión como miembro pleno derecho de la Organización, pero el Consejo de Seguridad rechazó esta propuesta al producirse el veto de Estados Unidos. Cuestión bien distinta es que -como ha afirmado la ONU- el pueblo palestino tenga derecho a la libre determinación y a convertirse en Estado cuando cumpla las condiciones para ello. Estoy plenamente de acuerdo con ello y estimo que el pueblo palestino -al igual que el saharaui- debería poder ejercer libremente ese derecho. Creo que lo de que debería haber hecho el Gobierno español era reconocer formalmente el derecho de libre determinación del pueblo palestino -algo diente desde hace mucho tiempo- al contar para ello con el respaldo de todos los partidos representados en las Cortes, que en 2014 aprobaron una proposición no de ley a este respecto por 319 votos a favor, 1 en contra y 2 abstenciones. El pueblo español también está a favor de Palestina, ya que -según una encuesta del Instituto Elcano, el 78% se muestra de acuerdo con reconocer el Estado palestino y el 60% se pronuncia a favor de la fórmula de los dos Estados. Partiendo de este consenso, Sánchez podría haber abordado la cuestión de consuno con todo el arco parlamentario, pero, siguiendo su talante polarizador, ha preferido actuar en solitario -al margen de las Cortes, de la oposición y de la Unión Europea- y utilizar el sufrimiento del pueblo palestino como una baza electoral. Según “El Mundo”, Sánchez ha trasladado sus maneras polarizadoras en política nacional al ámbito exterior y usado un conflicto enquistado en una de las regiones más volátiles del mundo, a riesgo de enconarlo aún más. El líder de la oposición israelita, Yair Lapid, ha afirmado que “el reconocimiento unilateral de un Estado palestino por parte de España perjudica precisamente a aquellos de entre nosotros que creemos en la paz y en un proceso diplomático”, y lanzado a los palestinos el mensaje de que no debían combatir el extremismo ni el terrorismo. El problema del reconocimiento no está en el qué, sino en el cuándo y el cómo. Aunque los miembros de la UE sean favorables al reconocimiento de Palestina conforme a la fórmula de los dos Estados, ha prevalecido en la mayoría de ellos un sensato realismo, al estimar que, con el actual conflicto en Gaza, no es el momento adecuado. Sánchez ha fracasado en su intento, y solo ha conseguido el apoyo de Irlanda -amén del de Noruega, que no es miembro de la Unión-, pero, ajuicio de Ana Palacio, mediante la cuña divisoria introducida, ha propinado un golpe más a la necesaria concertación de voluntades en el seno de la Unión. Con su habitual prosopopeya megalómana, Sánchez ha afirmado: “Quiero que los españoles estén satisfechos de que su Gobierno ha estado en el lado correcto de la Historia”. Ha necesitado 75 años para enterarse y otros 10 para acordarse de la recomendación del Congreso y los Gobiernos que han gobernado España durante todo este tiempo no han sido capaces de situar al país en el sitio correcto. El problema es que, si aplicamos las reflexiones de Sánchez “sensu contrario”, llegaríamos a la conclusión de que los países miembros del G-7 y otros -como Portugal, Bélgica, Holanda o Australia- están en el lado incorrecto de la Historiar y pueden ser considerados cómplices de la guerra en Gaza. Según David Mejía, tener reservas sobre la conveniencia del reconocimiento en estos momentos no equivale a oponerse a la paz. ¿Es viable la tesis de los dos Estados? Sánchez no ha descubierto la pólvora, porque la tesis los dos Estados ya se encontraba ya en la resolución de la ONU que se creó el Estado de Israel. El problema es que ni los israelitas, ni los palestinos aceptaron esta fórmula, porque querían un Estado único para ello solos, y siguen pensando lo mismo a día de hoy. Joe Biden ha afirmado que Estados Unidos es partidario de esta tesis, pero la supedita hipócritamente a que se llegue a un acuerdo entre las partes, lo cual es imposible, porque, al menos una de esas partes, se opone firmemente y hace cuánto está en su mano para hacer inviable esa solución. Israel está por encima del bien y del mal y al margen del Derecho Internacional desde el mismo instante de su constitución como Estado por decisión de la ONU. Ha ignorado todas sus resoluciones , incluida la 181(2) de 1948 que lo reconoció como Estado, junto a otro palestino. La labor destructora de Palestina por parte de Israel y su éxito al impedir que se creara un Estado palestino ha sido magistralmente descrita por Nathan Thrall en su obra “Un día en la vida de Abed Salama”, que ha calificado su actitud de “necropolítica israelita”. Ha forzado la fragmentación de la población mediante el establecimiento de asentamientos judíos, carretera circundantes y zonas militares cerradas, y la construcción de una muralla de 700 kms de norte a sur de Cisjordania, que han dejado aisladas a las comunidades palestinas. Ha ejercido la violencia a escala cotidiana con el control de movimientos y el aislamiento. La negación de los derechos fundamentales, la política discriminatoria de vivienda, la incautación de tierras y la discriminación educativa han obligado a multitud de palestinos a abandonar sus tierras, que han quedado francas para la codicia de los colonos. Relata Thrall el significativo caso real del accidente de un autobús que llevaba de excursión a unos escolares palestinos, que causó la muerte de muchos de ellos, en parte debido a la tardanza en acudir de los bomberos y de los servicios de atención médica israelitas, en una zona en la que se impedía el libre movimiento de los servicios asistenciales de la ANP. Ante esta gravísima tragedia, adolescentes israelitas expresaron su alegría en las redes sociales. Hay que reconocer que, en paralelo, las familias y las escuelas palestinas inculcan en los jóvenes el odio a los israelitas y mantienen que los judíos solo merecen la muerte. En este ambiente de odio artificialmente cultivado por unos y otros ¿cómo se pueden crear dos Estados vecinos que convivan en paz y armonía? Y tan culpables como los israelitas son los dirigentes árabes, que se han negado a reconocer la existencia de Israel, propugnado su destrucción y alentado a los nativos a que abandonaran los territorios ocupados por el Estado sionista, para luego arrojarlos sin medios en campamentos de refugiados en condiciones deplorables. Para poder implantar la fórmula de los dos Estados es condición “sine qua non” que todos los Estados árabes reconozcan a Israel y su derecho a la existencia, Hasta ahora, lo han hecho Egipto, Jordania, Sudán, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos y Marruecos. Cuando estaba a punto de hacerlo Arabia Saudita y otros países del Golfo, se produjo el ataque de Hamas, incitado por Irán, presente en la región a través de las milicias terroristas de Hamas y Hizbollah -a las que rearma, financia y respalda políticamente-, precisamente para impedir que se produjera ese reconocimiento y, a fe de Alá, que lo consiguió. La UE y otros países occidentales también han contribuido a la inaplicabilidad de la tesis de los dos Estados -que defienden en teoría, pero que hacen bien poco para que se lleve a cabo- con su política de respaldo incondicional a Israel Especialmente notorio es el caso de Estados Unidos, que -veto en ristre- impide que la ONU aplique sanción alguna Israel, pese a las continuas violaciones de sus resoluciones y del Derecho Internacional. El caso se ha puesto de flagrante manifiesto con la campaña bélica contra Gaza y su inocente población civil. Nadie niega el derecho de Israel a la legítima defensa tras la agresión de Hamas, pero este derecho no es absoluto, sino que ha de ser proporcionado, y las autoridades de Israel -especialmente su primer ministro, Benjamín Netanyahu, personalmente interesado en continuar la guerra para mantenerse en el poder- han excedido los límites de la autodefensa y violado todas las normas del Derecho Internacional y del Derecho Humanitario, aunque que no haya realizado actos de genocidio, como le han atribuido irresponsablemente la ministra de Defensa, Margarita Robles -que ha sacado sus desgastados galones de magistrada para ponerse por encima de los jueces del Tribunal Internacional de Justicia- y la vicepresidenta Teresa Ribera. Israel ha cometido en Gaza crímenes de guerra y de lesa humanidad, pero no actos de genocidio, ya que no cabe detectar en sus actuaciones el elemento definitorio de la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional por motivos étnicos, raciales o religiosos. Hay además un argumento fáctico innegable, dado que, lejos de haber acabado con la población palestina, ésta se ha triplicado. Israel sería un genocida bastante incompetente. Aplicando el principio de reciprocidad, el ministro israelita de Asuntos Exteriores, Israel Katz, ha acusado a Sánchez de ser cómplice de incitar el genocidio judío por reconocer el Estado palestino y no destituir a la vicepresidenta Díaz por decir que Palestina sería libre desde el río hasta el mar. A lo máximo a que ha llegado TlJ ha sido a afirmar que la actuación de Israel en Gaza podría llegar a producir actos de genocidio y a pedirle que tomara las medidas necesarias para impedirlo. Más recientemente le ha instado a que suspenda de inmediato sus ataques en Rafah. Las autoridades israelitas han hecho caso omiso a esta decisión -que es vinculante para Israel- y, si se pidiera al Consejo de Seguridad que obligara a Israel a cumplir la decisión del Tribunal, Estados Unidos lo impedirá recurriendo al veto. El incumplimiento por parte de Israel de sus obligaciones como miembro de la ONU y la arbitrariedad de su proceder culminaron el día 27 con un ataque con misiles a un edificio en la zona humanitaria de Al Mawasi cercano a un campamento de tiendas de campaña -montado provisionalmente para albergar a unos civiles que han sido trasladados caprichosamente de un lado para otro por las tropas israelitas-, que provocó 45 muertos y más de 100 heridos, al incendiarse las lonas del asentamiento. Netanyahu ha dicho que se ha tratado de un “trágico error” consecuencia de una guerra y que se haría la debida investigación. La Fiscal-jefe del Ejército, Yifat Tomer, ha justificado el bombardeo, al afirmar que se efectuó contra los comandantes Yasi Rabia y Jaled Nagar ”con munición precisa y de conformidad con el Derecho Internacional” (¿?). Para Israel la muerte de dos dirigentes de Hamas compensaba que se produjeran cientos de muertos y heridos civiles. Para mí, como profesor de Derecho Internacional, es una novedad saber que, entre las amplias funciones de esta rama del Derecho, figura la de definir los bombardeos de precisión en un conflicto armado. El cerco judicial contra Israel se ha cerrado con la decisión del fiscal-jefe de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, de emitir órdenes internacionales de detención contra Netanyahu y el ministro de Defensa israelita Yoav Gallant, no por un delito de genocidio, sino por crímenes de guerra y de lesa humanidad. El fiscal ha lanzado también órdenes similares contra los líderes de Hamás Ismail Haniya, Yahia Sinwar y Mohamed Deif. A los dirigentes israelitas les ha acusado de homicidio intencional, ataques a la población civil y uso del hambre como arma de guerra. Este último -junto con el tratamiento infame a más de un millón de civiles a los que se ha obligado a abandonar sus hogares y a deambular por el territorio bajo una lluvia de bombas- son los elementos más repugnantes de la actuación israelita liderada por Netanyahu. Actitud de España: Declaración institucional de Sánchez El presidente del Gobierno hizo las 8:30 horas del día 28 una Declaración institucional, que contenía los siguientes elementos: 1.-Se trata de una decisión con el objetivo de contribuir a que israelitas y palestinos alcancen la paz. Israel piensa justo lo contrario, como cabe deducir de los comentarios de sus máximos dirigentes. Según el ministro Katz, la Historia recordará que España colgó una medalla de oro a los asesinos de Hamas que violaron a chicas y quemaron a bebés. Israel no lo dejará pasar en silencio y tendrá graves consecuencias . 2.-La única manera de lograr un futuro en paz es un Estado palestino que conviva junto a un Estado israelita en paz y seguridad. Es una idea muy loable que ya ofreció la ONU en 1947 y que, 77 años más tarde, sigue mostrando su carácter ilusorio. 3.-El Estado de Palestina debe ser viable con Cisjordania y Gaza conectadas por un corredor, y unificadas bajo el Gobierno legítimo de la ANP. Y si no se construye ese corredor ¿dejaría de ser viable el nuevo Estado? Habría que construir decenas de corredores para comunicar los bantustanes establecidos en Cisjordania y derribar el muro de 700 kms que los separa. Sobre la legitimidad de la ANP, baste recordar que Hamas ganó las elecciones en Gaza y probablemente las volvería a ganar. 4.-Es una decisión que no adoptamos contra nadie y menos aun contra Israel. No parece que éste opine lo mismo, pues ha retirado a su embajadora en Madrid, sacado un video delirante en el que mezcla el flamenco y el terrorismo, afirmado que el reconocimiento no promueve la paz sino que da un impulso a Hamas, y prohibido a la Embajada en Tel Aviv y al Consulado General en Jerusalén que atiendan a los palestinos. 5.-La decisión refleja el rechazo frontal del Gobierno español a Hamas, que está en contra de la solución de los dos Estados. También lo están Israel y muchos países árabes, por lo que cabe deducir que el rechazo se extiende a todos ellos. Pese a esta condena, Hamas ha expresado su agradecimiento a Sánchez. Se ha producido la incongruencia de la visita a Madrid de los ministros de Asuntos Exteriores del Grupo de Contacto Árabe para Palestina para celebrar el acto de España y el éxito de la tesis de los dos Estados, cuando dos de ellos -Arabia Saudita y Qatar-no reconocen a Israel. 6.-La decisión se basa en el Derecho Internacional. No parece que la decisión esté muy en consonancia con la Convención de Montevideo de 1930 y sus requisitos para que se pueda producir un reconocimiento conforme a Derecho. La Declaración es una pompa de jabón electoral, vacía de concreción y contenido. Según ha escrito Enrique Calvet en “Mundo Financiero”, el reconocimiento se ha hecho de forma agresiva, acusando a Israel de genocidio y ocultando el muy brutal origen terrorista del inicio del conflicto armado, y llegando incluso a justificarlo tras la afirmación de la vicepresidenta Díaz. Hasta la servicial RTVE ha calificado a Hamas de “milicia armada del movimiento palestino” ¿Por qué se ha decidido provocar exagerada e innecesariamente a Israel en este momento? ¿No se deberá, por un casual, a cálculos electorales? La decisión del Gobierno es –a juicio de Arcadi Espada- una victoria política de Hamas y ha puesto de manifiesto que la atrocidad cometida el 7-O ha sido útil y que el terrorismo es rentable. Feijóo ha manifestado en Onda Cero que el reconocimiento –que se produce en el momento más inoportuno- ha supuesto un premio a Hamas y, en vez de beneficiar al pueblo palestino, lo perjudica. Abascal ha acudido en auxilio de Netanyahu y lo ha tranquilizado al asegurarle que él deshará el entuerto cuando Vox llegue al Gobierno. El pueblo palestino tiene derecho a la libre determinación y a la independencia, y esto es lo que debería haber proclamado el Gobierno, en vez de reconocer a un Estado inexistente, que no cumple con ninguno de los requisitos de estatalidad requeridos por el Derecho Internacional. Pese a la opinión de Sánchez -con su menosprecio por los que no piensan como él-, los Estados que no han reconocido al Estado palestino no están en el lado equivocado de la Historia, ni son contrarios a la paz en Gaza. ¿No será Sánchez quién, con su decisión unilateral y unipersonal, esté situando España en el lado incorrecto de la Historia? Hasta cuando Sánchez trata de hacer algo bueno, lo hace mal.

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