viernes, 17 de mayo de 2024

Aunque el independentismo haya perdido la mayoría en el Parlament, el Gobierno sigue sometido a su chantaje

AUNQUE EL INDEPENDENTISMO HA PERDIDO LA MAYORÍA EN EL PARLAMENT, EL GOBIERNO SIGUE SOMETIDO A SU CHANTAJE El pasado 12 de mayo se celebraron en Cataluña las elecciones autonómicas, con una participación del 57.96%, 6.61 puntos más que en 2021. El 42.04% de abstenciones fue una de las cifras más elevada de su historia. Los comicios fueron ganados por el (+12)Puigdemont por Cataluña” 672.438 (21.64%) y 35 (+3), ERC 425.055 (13.68%) y 20 (-13), PP 340.769 (10.97%) y 15 , Vox 247.181 (7.95%) y 11 (=), En Común 180.595 (5.81%) y 6 (-2), la CUP 127.195 (4.09%) y 4 (-5), y Alianza Catalana 117.928 (3.79%) y 2 (+2). Quedaron fuera del Parlamento Ciudadanos, que solo consiguió 22.481 votos (-6) -y quedó por debajo del PACMA- y Aurora, el partido de Ponsatí. Campaña electoral Todos los sondeos daban como ganador al PSC de Salvador Illa y preveían un mano a mano entre ERC -liderada por el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés- y Junts -bajo la batuta del prófugo Carles Puigdemont, que realizó su campaña desde la Cataluña-norte- para ver quién asumía el liderazgo del independentismo. El comienzo de la campaña se vio alterado por el desembarco de Pedro Sánchez, tras su maniobra de enviar una carta a la ciudadanía en la que se daba cinco días para reflexionar sobre sí valía la pena continuar fungiendo como presidente del Gobierno. Aclaradas sus hamletianas dudas, se plantó en Cataluña -donde dejó a Illa en un segundo plano- para hacer frente a Puigdemont. El enfrentamiento del cesarismo de los dos caudillos dio a los comicios un carácter plebiscitario sobre sus personas. “O César, o nada”. Puigdemont planteó su candidatura como una labor de restauración de su presidencia de la Generalitat y -para aumentar la presión sobre sus partidarios- afirmó que se retiraría de la política si no conseguía su restitución. Los independentistas se tomaron muy a mal la estratagema de Sánchez de “españolizar” las elecciones catalanas. Los líderes de los partidos nacionales también se personaron en Cataluña, ya que las elecciones trascendían la región y afectaban al futuro de España. Tal fue el caso de Alberto Núñez Feijóo y de Santiago Abascal, pese a que el candidato del PP era Alejandro Fernández y el de Vox Ignacio Garriga, aunque no el caso de Yolanda Díaz, que apenas se dejó ver en el teatro de operaciones. Tanto Aragonés como Illa trataron de desideologizar la campaña y se centraron en temas de gestión y de mejora de los servicios públicos, mientras que Sánchez y Puigdemont hicieron lo contrario. Aquél trasladó a Cataluña sus problemas personales y políticos, potenció el pánico a la derecha y a la ultraderecha -para él la misma cosa- y polarizó la situación instando a los electores a optar entre la democracia y el fango. Se encontraba en una situación contradictoria, pues, de un lado, necesitaba que el PSC lograra una clara victoria para poder apropiársela y consolidar la posición del PSOE con vistas a las elecciones europeas y, de otro, tenía que cuidar al máximo no molestar a sus socios independentistas de los que dependía para mantenerse en Moncloa. De aquí que combinara un discurso bifronte basado en la gestión -más propio de Illa- y en sus arengas en las que desarrollaba su teoría del fango y de los bulos de la derecha. Un agonizante Puigdemont fue resucitado por Sánchez gracias a la concesión de una amnistía “ad personam”y al pacto para negociar el futuro de Cataluña y de España bajo la vigilancia de un obscuro diplomático salvadoreño. Según Rafa Latorre, Puigdemont era un paria en Bruselas, un fantoche en una corte de plástico, pero le bastaron 7 escaños en el Congreso para que su pasado quedara limpio y su futuro prometedor, y -como ha señalado Javier Redondo- al prófugo le salió la carambola de topar con un presidente de Gobierno dispuesto a extender a todo el territorio nacional las dinámicas del procès con el fin de renovar su mandato y elevar un muro que evitara la alternancia en el poder. Ello ha permitido a Puigdemont recuperar el protagonismo perdido y mantener que había que culminar la independencia y retomar el camino donde lo dejó el 1-O. Para Raúl del Pozo, los dos se necesitan porque no son nadie el uno sin el otro. Ambos hicieron llamamientos a sus simpatizantes para que acudieran en masa a las urnas. Para Sánchez, “cuanto más amplia sea la victoria de Illa, más estabilidad y mayor fuerza tendrá para avanzar” y, para Puigdemont, “mejor ir a votar con duda que dudar de qué Cataluña tendremos con Illa”. La Generalitat no podía ser “dócil ni entregada a las prioridades de aquellos que tienen intereses fuera de Cataluña”. Presionado por su rival, Aragonés tuvo que abandonar su actitud pragmática y radicalizar su posición, exigiendo la celebración de un referéndum de libre determinación, la concesión a Cataluña de un régimen de soberanía fiscal y el blindaje de la inmersión lingüística. El PP también realizó una campaña dual, que oscilaba entre la firme oposición al nacionalismo de su candidato Fernández y el posibilismo ambiguo de Feijóo, que aún cree en la posibilidad de recuperar la colaboración con el catalanismo “moderado”. Su actitud se fue decantando hacia una postura más beligerante ante el temor de no lograr superar a Vox, y el propio Feijóo denunció los peligros de la inmigración ilegal , de la ”okupación” y de la inseguridad ciudadana. El tema de la inmigración -planteado principalmente por la candidata de Alianza Catalana, Silvia Orriols, fue uno de los más debatidos durante la campaña. Otra maniobra de transformismo electoral fue el acercamiento de Illa a la “sociovergencia”, identificándose como “uno de los nuestros” con personalidades como Tarradellas y Pujol -al que calificó de padre la primera gran transformación de Cataluña-, fotografiándose con Miquel Roca, prometiendo que nombraría director general de los Mossos a Josep Lluis Trapero, y acogiendo en el PSC a exconsejeros de Puigdemont o de Torra, como Santi Vila o Miquel Samper. Siguiendo un modelo “atrápalatodo”, Illa trataba de atraer a los neo-convergentes supuestamente moderados, a los desencantados del nacionalismo y a los constitucionalistas. Sin embargo, un grupo de intelectuales constitucionalistas -Freixes, Savater, Boadella, Carreras- y antiguos dirigentes socialistas -Redondo, Leguina, Molina, Pagazaurtundúa- publicaron un manifiesto “Por un voto constitucional sin engaños”, en el que descalificaban al PSC por apartarse de la senda constitucional y pactar con partidos secesionistas que querían acabar con el régimen de 1978, y hacía un llamamiento al electorado para que no se dejara engañar por los cantos de sirena de quienes -bajo la promesa de pasar página y sanar las heridas- apoyaban a los que intentaban acabar con nuestras libertades y volver al régimen del 1-O o a la declaración unilateral de independencia. Illa no podía venderse como un candidato constitucional que pretendía superar el independentismo. Reacciones a los resultados de las elecciones Los diarios y las emisoras han reflejado en sus titulares y editoriales su interpretación de los resultados de los comicios, según la orientación de los rotativos. "ABC”:”Illa vence, pero necesita aliados”. Cataluña castiga al independentismo. El PSC gana, pero necesitará a ERC. Puigdemont presume pese a cosechar JxC los peores resultados en más de 40 años. “ “El País”: “Cambio de ciclo en Cataluña”. El triunfo de Illa entierra el procés. PSC gana y sumaría con ERC y En Común. El soberanismo pierde la mayoría después de cuatro décadas. “El Mundo”: “Retroceso histórico del independentismo en Cataluña”. Illa logra una gran victoria, pero Puigdemont exige a Sánchez gobernar. PSC gana por primera vez las elecciones e intentará formar un tripartito con ERC y Sumar. Puigdemont no se rinde, pide unidad al separatismo y recuerda al PSOE que gobierna España gracias a él. “La Razón”: “Cataluña finiquita la vía independentista”. ¡Gacias Cataluña!. Derrota del independentismo. Illa consigue una clara victoria que acaba con las aspiraciones de Puigdemont. ERC se derrumba, aunque tendrá la llave para la investidura de Illa. “La Vanguardia”: “Un cambio significativo”. Illa gana con claridad, pero debe pactar con el independentismo. ERC se desmarca de un tripartito y dice que irá a la oposición. Pueigdemont pide a ERC que le apoye para explorar una alternativa. El bloque independentista se queda en 43.2% y solo 61 diputados. “El Periódico”: Victoria clara de Illa. PSC impide la mayoría independentista, pero queda a expensas de ERC o Junts. Puigdemont supera a Aragonés e insiste en volver al Gobierno. ERC anuncia su paso a la oposición. En Común retrocede y la CUP se hunde. “Ara”: Cambio de ciclo. Illa se impone y el independentismo se desfonda. El PSC gana claramente por primera vez. El avance de Junts no compensa las caídas de ERC y la CUP. El tripartito suma por la mínima, pero Aragonés lo descarta, “El Punt Avui”: El independentismo recula fruto de la fuerte baja de ERC y del votante desencantado que se ha acogido a la abstención. Puigdemont recupera el liderazgo independentista y pide a los republicanos que rehagan los puentes. Carlos Herrera ha puesto de manifiesto en la COPE el hartazgo de los votantes catalanes. Ha ganado Illa de forma incontestable en el manicomio catalán, aunque eso no suponga que vaya a gobernar. Cataluña ha dado la espalda al independentismo, que ha sufrido su peor registro de este siglo, al haber perdido 13 escaños. No se sabe qué Gobierno se va a formar, aunque un tripartito de izquierdas sería lo más lógico. También se podría formar un tripartito constitucionalista con PSC, PP y Vox , pero resulta inconcebible. No se firmará ningún pacto para gobernar hasta que se celebren las elecciones europeas. Según Carlos Alsina en Onda Cero, Cataluña ha dejado de ser independentista, al obtener mayoría los partidos que no defienden el independentismo. Illa ha ganado y confirmado que se abre una nueva etapa en Cataluña, pero ya ganó en la últimas elecciones y no pudo gobernar. Se han vuelto las tornas y de los 71 diputados independentistas y 64 constitucionalistas en 2021, se ha pasado a 71 diputados constitucionalistas y 64 independentistas, por lo que se ha cerrado la posibilidad de aventuras secesionistas. Hay que reconocer a Sánchez el éxito de que el independentismo haya dejado de ser mayoritario. El que más ha perdido ha sido el independentismo colaborador de ERC, que tiene, sin embargo la llave de la gobernabilidad. El PSC debe liderar esta nueva etapa, ya que Illa es el único candidato viable y -de no ser eso posible- habría que celebrar nuevas elecciones. Puigdemont pretende recuperar la presidencia de la Generalitat gracias al apoyo de las demás fuerzas independentistas y la abstención del PSC, y amenaza con hacer caer el Gobierno de Sánchez en caso contrario. Alsina se ha preguntado si éste obligaría a Illa a ceder el cetro al prófugo y ha concluido que no es probable, aunque sí posible, porque cabe esperar cualquier cosa del presidente con tal de mantenerse en el poder. Mi opinión sobre el resultado de los comicios es la siguiente: 1) La buena noticia es que, por primera vez desde 1984, los independentistas no han conseguido mayoría de escaños en el Parlament. La mala es que uno de los partidos de la mayoría -el PSC- es solo constitucionalista a ratos y, por lo general, se alinea con los nacionalistas, ya que acepta el derecho a decidir, la celebración de un referéndum en Cataluña, los indultos y la amnistía, la concesión de un régimen fiscal especial , la condonación de la deuda, la política lingüística discriminatoria contra el castellano, y las negociaciones espurias en el extranjero. 2) El ganador incontestable ha sido el PSC, aunque sigue dependiendo del independentismo para gobernar y está sometido a su chantaje. Podría haber obtenido mejores resultados de no haberse producido la intervención populista de Sánchez, pues antes de su desembarco en la campaña -Illa se opuso a la presencia de ministros en la Comunidad, pero no podía vetar al “capo”-, el candidato llevaba una considerable ventaja. 3) Otro de los vencedores ha sido el blanqueado Puigdemont –“Moltes gracias”, Pedro-, que ha ganado 3 escaños y se ha impuesto a su hermano separado. El fugado presentará su candidatura a la presidencia de la Generalitat amparándose en el argumento “pedrista” de “somos más”. La diferencia de escaños entre el PSC y Junts es similar a la existente en el Congreso entre el PP el PSOE y, sí en Madrid gobierna el partido que quedó en segundo lugar en las elecciones, ¿por qué no puede hacerlo en Barcelona el que está en una situación similar? Para ello sería preciso que Illa no presentara su candidatura y que el PSC se abstuviera. Puigdemont ha lanzado veladas amenazas de que, de no ser tal el caso, peligraría la estabilidad del Gobierno de Sánchez. 4) La gran derrotada ha sido la ERC -representante del independentismo pragmático y colaborador-, que ha perdido 180.000 votos y 13 escaños. Aragonés ha asumido la responsabilidad del fracaso, renunciado a recoger su acta de diputado y afirmado que se retira de la primera línea de la vida política. Ha dicho que los republicanos pasarán a la oposición y no apoyarán ni un Gobierno de Illa, ni otro que requiera acuerdo entre PSC y Junts. 5) Entre los ganadores figura el PP que ha subido 12 escaños y quintuplicado los que tenía, sin que Vox se haya visto afectado, ya que ha conservado sus 11 diputados e incluso ganado 30.433 votos. Estos resultados son meritorios porque -debido a la vigente Ley electoral que beneficia a las provincias menos pobladas en las que prevalecen los independentistas-, mientras que para conseguir un escaño Junts ha precisado 19.222 votos, PSC 20.663 y ERC 21.253, Vox ha necesitado 22.462 y el PP 22.718. Fernández ha declarado que Cataluña ha finiquitado el perocès en las urnas, pero mucho me temo que peque de optimismo, pues -aunque la situación haya mejorado- aún queda proceso para rato. Según Latorre, no se ha producido el fin del procès, sino una desmovilización del electorado independentista. Como ha comentado Feijoo, sigue vivo porque Sánchez lo necesita para subsistir en la Moncloa 6) Entre los perdedores hay que situar a la CUP, que ha perdido 5 de sus 9 escaños, y a En Común-Sumar, que ha perdido dos, sin que en este caso pueda echarle la culpa a Podemos. El partido menguante de Yolanda Díaz sigue disolviéndose como un azucarillo. La CUP pasa a ser una fuerza irrelevante, como también lo es la xenófoba Alianza Catalana, pese a a que haya conseguido dos escaños. 7) Otra ganadora ha sido la abstención, que ha ascendido al 42%, la tercera más alta en la historia democrática de Cataluña. Muchos independentistas están hasta la barretina de los falsos profetas que les han venido anunciando en vano el inminente acceso a la tierra prometida de la independencia. Perspectivas de Gobierno autonómico en Cataluña Aunque el PSC haya ganado las elecciones, no hay ninguna garantía de que Illa presida el futuro Gobierno de la Generalitat, porque -como ha señalado Francisco Rosell- la situación se ha complicado ya que -a diferencia de lo ocurrido en el País Vasco- los dos socios separatistas de Sánchez han quedado descontentos. Procede ahora formar la Mesa del Parlament y elegir a su presidente, que goza de amplios poderes, entre los que figura el de designar a quién pueda ser su candidato a la presidencia de la Generalitat. Dado que el constitucionalismo tiene mayoría en la Cámara, el PSC debería impedir que la presidiera un independentista. Illa ha sufrido en sus carnes las arbitrariedades de una presidenta sectaria -como Laura Borrás- que impidió que pudiera presentar su candidatura pese a haber ganado las elecciones en 2021. Illa ha declarado que ningún catalán quedaría fuera y que iniciaría contactos para la constitución de la Mesa con todos los grupos parlamentarios, salvo Vox y Alianza Catalana -primera injustificada exclusión-. Negociaría con el PP la formación de la Mesa y la del Gobierno, aunque después de haberlo hecho con ERC y Junts, porque aún hay clases. La fecha tope para la constitución del Parlament es el 10 de junio, un día después de las elecciones europeas, y no cabe esperar que se logre ningún tipo de acuerdo para formar Gobierno antes de esa fecha. Al ganador de los comicios le faltan 26 votos para lograr la mayoría absoluta, por lo que será necesaria que se forme un Gobierno de coalición ¿Qué combinaciones son posibles para lograrlo? 1.-Tripartito de izquierdas: La fórmula más lógica y viable es un tripartito transversal formado por PSC, En Común-Sumar y ERC, que lograría justo los 168 votos necesarios para la investidura de Illa. Resulta, sin embargo, poco probable que -tras el batacazo electoral sufrido, especialmente por colaborar con el Gobierno central- ERC esté por la labor. Antes de abandonar la primera línea de la política catalana, Aragonés ha dicho que su partido pasaría a la oposición, y no apoyaría un Gobierno presidido por Illa, ni operaciones que requirieran el acuerdo de PSC y Junts. No lo tiene fácil porque, si apoya al PSC, se le sublevará parte de su electorado y, si no lo hace, se produciría un bloqueo que llevaría a la celebración de unas nuevas elecciones, en las que podría caer aún más bajo, y está en la ardiente duda. Siguiendo el modelo de Pedro, Monseñor Junqueras ha escrito una epístola a la ciudadanía en la que afirmaba que estaba dispuesto a seguir al frente del partido, pero los elementos más radicalizados del mismo le han pedido que dimita. El Consejo Ejecutivo ha decidido mantener la directiva actual, pero Junqueras y Rovira dejarían sus puestos en un Congreso a celebrar en noviembre, y ERC se abstendría en la investidura de Illa y pasaría acto seguido a la oposición. Esta fórmula de “dimisión en diferido” permitiría que se diera salida al bou y se formara un Gobierno del PSC en solitario, aunque con los fantasmas de En Común. 2.-Bipartito PSC-Junts: Illa no excluyó durante la campaña la posibilidad de gobernar con JxC para dar a luz a la “sociovergencia” que tanto gusta al empresariado catalán, que blanqueó a Puigdemont al visitarlo en Francia una delegación de la patronal, presidida por Sánchez Llibre. El fugitivo, sin embargo, dio un “fin de non recevoir” y les contestó que solo volvería a Cataluña como presidente de la Generalitat, puesto del que fue ilegalmente privado. El otro Sánchez -que se ha apoderado de la victoria de Illa y la va a capitalizar con vistas a las elecciones europeas- no parece inclinado a renunciar a las primogenitura de su escudero catalán, pese a las amenazas del exiliado. 3.-Coalición independentista: Puigdemont ha exigido al PSOE que le permita formar un Gobierno soberanista de orientación catalana con el apoyo de 59 o 61 diputados, para lo que sería necesario que el PSC se abstuviera y permitiera su elección en segunda votación. El prófugo ha aplicado a Sánchez su propia medicina y le ha recordado su pacto de truhanes: Tú gobiernas en Madrid y yo en Barcelona, y “pacta sunt servanda”. Pero tras su éxito “por proxys”, Sánchez parece incurrir en uno de sus habituales cambios de opinión y ha decidido que Illa presente su candidatura. Como ha dicho la portavoz del PSC, Nuria Parlón, su partido no investirá a Puigdemont, aunque amenace con bloquear la gobernabilidad de España ¿Cederá Sánchez al chantaje de su socio? 4.-Coalición constitucionalista: La suma de los diputados del PSC, PP y Vox alcanza la mayoría de 168 votos, pero que Sánchez acepte esta forma de Gobierno no es concebible en la España del Muro. Una variante sería recurrir a la “fórmula Collboni”, con el apoyo del PP y la abstención de Vox, que podrían continuar en la oposición. Para llegar a esta solución sería preciso que el PSC les ofreciera alguna compensación, como la de permitir su acceso a la Mesa del Parlament, e incluso dar su presidencia al PP. 5.-Nuevas elecciones autonómicas: Si no se llegara a un acuerdo antes del 25 de junio, habría que repetir las elecciones en octubre. Aunque todos los partidos se han mostrado contrarios a ello, la repetición de las elecciones, podría beneficiar a Puigdemont, quien le ha tirado los tejos a ERC y le ha instado a recuperar la unidad del independentismo bajo su liderazgo. Podría actualizar la fórmula de “Junts pel MÍ” para unificar todas las fuerzas separatistas y tratar de recuperar la perdida mayoría en votos y escaños. 6.-Adelanto de elecciones generales: Sánchez tendría que convocar nuevas elecciones generales en el caso poco probable de éxito de una moción de censura apoyada por el PP, Vox y JxC, o por su libre decisión. Sánchez es capaz de sacar conejos de su chistera cuando ve en peligro su permanencia en Moncloa. Si Puigdemont le retirara su apoyo, podría dirigirse a la ciudadanía en un dramático alegato en el que mantuviera que -pese a haber derrotado al independentismo, restaurado la concordia en Cataluña y ganado las elecciones autonómicas- las fuerzas de la oposición no le permitían gobernar, en la esperanza de que el electorado empatizara con sus cuitas y le apoyara. Aunque no quepa excluir la celebración elecciones, lo más probable es que ERC acabe por permitir la formación de un Gobierno de Illa, lo que supondría un alto coste para la Nación, tanto política como económicamente. Sánchez reconocería la “realidad nacional” de Cataluña” a través una reforma del Estatuto en la línea acordada en 2005 -con la connivencia del Tribunal Constitucional de Conde Pumpido- y aceptaría la celebración en Cataluña de alguna forma maquillada de referéndum de libre determinación. Asimismo, tiraría de chequera y le concedería un régimen fiscal similar al vasco, le condonaría la deuda de €72.000 con el Estado y aumentaría la inversión. Dada la obsesión Sánchez por el poder, no cabe excluir que, con tal de no perderlo, obligue a Illa cederle la poltrona a Puigdemont, al ser el líder del PSC más sumiso al PSOE. Si se lo ordenara Sánchez, el disciplinado Illa diría -como José Luis López Vázquez en la película “Atraco a las 3”- “Heme aquí, un admirador, un amigo, un esclavo”. Pese a haber sido un pésimo ministro de Sanidad, Illa –“presidente en maceración”, según “La Vanguardia”- es humanamente la antítesis de Sánchez, pero políticamente está completamente sometido a él. Sin la sombra de su jefe -rehén del independentismo y sumiso a su chantaje-, Illa podría ser un buen presidente de la Generalitat, a pesar de las hipotecas del PSC con el nacionalismo. Según “El Mundo”, sigue estando condicionado por dos partidos que son contrarios a la igualdad entre los españoles y no han abandonado su fiebre identitaria. Para restablecer la concordia en Cataluña, será imprescindible un acuerdo entre los dos principales partidos de España con el fin de devolver la presencia del Estado en la Comunidad e imponer la igualdad de derechos y deberes de todos los españoles, dondequiera que residan. Madrid, 16 de mayo de 2024

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