sábado, 2 de septiembre de 2023

Victoria pírrica del PP y derrota gloriosa de Sãnchez

VICTORIA PÍRRICA DEL PP Y DERROTA GLORIOSA DE SÁNCHEZ El pasado día 23 se celebraron las XV elecciones generales en las que votaron 24.7 millones de ciudadanos, una participación del 70.35% -4.13 puntos más que en las de 2019-, a pesar de haberse celebrado en plenas vacaciones veraniegas y en uno de los días de mayor calor del año. Ha aumentado en toda España, salvo en Cataluña, donde ha descendido 11 puntos. El voto por correo ha roto todos los récord al ser utilizado por 2.47 millones de votantes, un 10% del censo. El Gobierno no previó aumentar el personal de una institución infradotada y los Sindicatos denunciaron la insuficiencia del personal que impedía afrontar un notable aumento del trabajo por la multiplicación de envíos postales con motivo de las elecciones, pero la Dirección ignoró estas razonables demandas y acusó a Alberto Núñez Feijó de desprestigiar al Gobierno. Ante la presión interna y externa, la Dirección -aunque tarde- reaccionó y aumentó la plantilla con 14.000 efectivos y amplió el horario de atención al público para poder tramitar el considerable volumen de correspondencia. La actuación de los empleados postales ha sido ejemplar y merece nuestro agradecimiento, pero, aún así, casi un centenar de miles de documentaciones no han podido ser recogidas por los solicitantes, lo que -con unos resultados tan ajustados- podría tener incidencia en las elecciones. Los comicios han sido ganados en el Congreso por los partidos de la derecha -136 escaños PP y 33 Vox- frente a los de la izquierda -122 el PSOE y 31 Sumar- y a los de los nacionalistas -7 ERC y JxC, 6 Bildu, 5 PNV, y 1 BNG, UPN y Coalición Canaria-. Aunque Feijóo haya ganado las elecciones, tiene muy escasa posibilidades de gobernar al no conseguir la mayoría junto con sus afines, mientras Sánchez podría volver a formar un Gobierno Frankenstein-2 con el apoyo de Sumar y de todos y cada uno de los partidos nacionalistas. Parafraseando las palabras de Alfonso Guerra, el PP ha tenido una victoria amarga y el PSOE una derrota dulce. Prolegómenos de las elecciones Tras el gran éxito del PP en las elecciones autonómicas y municipales del 28-M y el paralelo fracaso del PSOE y de los partidos a su izquierda, Sánchez sorprendió a propios y ajenos con una inmediata y sorprendente convocatoria de elecciones generales para el 23-J, con el fin de sofocar cualquier posible crítica desde dentro de su partido por el fracaso, coger desprevenidos a los demás partidos y -sobre todo- poder criticar los previsibles pactos entre el PP y Vox, identificar a la derecha como una fuerza única de extrema derecha, y lanzar llamada angustiosa de auxilio para impedir la inminente llegada del lobo fascista, que devoraría la democracia y los derechos fundamentales de los ciudadanos. Una versión actualizada de “Pedro y el Lobo” a ritmo de chotis. A una izquierda desalentada le costó trabajo iniciar la campaña electoral, en la que Sánchez asumió en exclusiva la responsabilidad de la misma. Limitó al máximo los mítines para evitar que lo abuchearan o le gritaran “!Que te vote Txapote!”, y prodigó las entrevistas en los medios de comunicación audiovisuales que había ignorado olímpicamente durante cinco años por considerarlos hostiles, para -en interminables monólogos- tratar de convencer a los oyentes de que era un político limpio y fiable. Ante la insidiosa pregunta de Carlos Alsina en Onda Cero de por qué mentía tanto a los españoles, Sánchez contestó sin inmutarse que él no mentía sino que cambiaba de opinión para adaptarse a las circunstancias. Otra versión de la cláusula de Derecho Internacional ”rebus sic stantibus” en versión cañí. Sánchez retó a Feijoo a seis debates cara a cara en medios televisivos en los que pensaba aniquilarlo con su proverbial dialéctica y fotogenia, pero éste no cayó en la trampa y solo aceptó un debate en Antena3, donde -ante la sorpresa general- pasó por encima del presidente y lo batió por KO técnico. RTVE propuso un tramposo debate a cuatro con la participación de Yolanda Díaz y de Santiago Abascal, con el que se proponía poner en evidencia el enfrentamiento que existía entre la izquierda socialdemócrata y la izquierda amable de la meliflua Díaz, y la derecha extrema y la extrema derecha. Feijóo se mostró dispuesto a participar si al debate asistían todos los partidos que podrían incidir en la formación de un nuevo Gobierno: ERC, PNV y Bildu. RTVE no aceptó esta razonable contrapropuesta, dando muestra de su proverbial falta de neutralidad, por lo que se celebró un debate descafeinado a tres bandas, en el que Sánchez cedió gentilmente el protagonismo a su vicepresidenta - mostrando, ellos sí, que eran una misma izquierda-, quien se lanzó a la yugular de Abascal -del que dijo reiteradamente que era el representante del ausente Feijóo-, para increparle porque se riera de las mujeres, aunque luego no le supiera explicar quién era una mujer. La izquierda criticó duramente la “espantá” del líder popular, calificándolo de cobarde. ¿Le perjudicó o le benefició su ausencia del trucado debate? Hay opiniones para todos los gustos. Por un lado -según el proverbio francés- “les absents ont toujours tort”- “los ausentes siempre se equivocan”- pero, por otro, se libró de la trampa saducea con la que la izquierda pretendía mimetizarlo con Abascal. No tenía escapatoria porque, sí acudía, mal y, si no acudía, peor. Sánchez cambió completamente de táctica en la segunda semana de la campaña. Tras el poco éxito logrado en las entrevistas, realizó mítines en ciudades donde se jugaban los restos, aún descuidando sus obligaciones como presidente del Consejo Europeo. Al mismo tiempo, lanzó fuego graneado contra Feijóo, a quien se presentaba como un incompetente -pese a sus cuatro mayorías absolutas en Galicia-, mentiroso –“apártate de mí que me tiñes, dijo la sartén al cazo”- y amigo de narcotraficantes, sacando del baúl de los recuerdos una foto de hacía 30 años. A la par, se insistió en el grave riesgo que correrían los derechos y las libertades fundamentales de los ciudadanos si el neofascismo encarnado por el PP y Vox accedía al Gobierno. Feijó había hecho una campaña impecable en la primera semana, pero en la segunda cometió una serie de” errores no forzados” -como su afirmación de que el PP siempre había subido las pensiones de conformidad con el incremento del IPC, lo que fue rebatido de forma inmisericorde en RTVE por la periodista Silvia Intxaurrondo-, impropios de un político experimentado, que fueron magnificados por la eficaz ”agitprop” sanchista. Puede que se dejara embriagar por los efluvios intoxicadores de las encuestas que le pronosticaban una amplia victoria sobre el coriáceo presidente del Gobierno, y bajara la guardia. En efecto, todas las encuestas -salvo la del CIS del ínclito José Félix Tezanos- daban como ganador al PP. Incluso el propio Tezanos, en un momento de debilidad, admitió en su macroencuesta del 5 de julio que el PP superaba en 0.2 puntos al PSOE, aunque el bloque de izquierdas ganaba, al dar a Sumar 16.4% de los votos frente al 10.6% a Vox. Pronto se arrepintió de su deslealtad y en la encuesta-flash del día 17, corrigió su osadía y afirmó que el PSOE alcanzaría un 32.2% y el PP el 30.8%. Todas las empresas encuestadoras se equivocaron al conceder un mayor número de escaños a éste y un menor número a aquél. Al PP le adjudicaron, GAD3 152 escaños, NC Report 151-153, Data 10 147, Sigma-2 145-148, Simple Lógica 130-138, y 40dB 136. Estas mismas empresas pronosticaron al PSOE 112, 103-105, 106, 104-107, 101-109, y 110 diputados. Ninguna acertó por exceso o por defecto. Esta errónea apreciación se mantuvo en las encuestas a pie de urna. Así, GAD3 dio 150 diputados al PP y 112 al PSOE, y Sigma-2 145-150 al primero y 113-118 al segundo. Al iniciarse el recuento de votos, el PSOE se colocó en primera posición y en ella se mantuvo hasta el paso del ecuador, cuando el PP alcanzó a su rival y empezó a separarse de él. Se esperaba un salto del PP al final del recuento con la llegada de los resultados de Madrid y de Andalucía, pero no se produjo y solo superó al PSOE en 14 escaños. Quedan aún por contar los votos emitidos por los integrantes del CERA y de los Residentes Temporalmente en el Extranjero, cuyo número asciende a 2.32 millones de ciudadanos, pero no se han facilitado datos sobre cuántos de ellos emitieron su voto -se calcula que serían unos 460.000 votos-, y el recuento se hará el día 28. No suelen producirse muchos cambios, aunque a veces se produzcan, sobre todo si las diferencias eran escasas y los escaños se conseguían por un reducido margen de votos. Así, el PP no ha conseguido un diputado en Gerona por 363 votos y otro en Lérida por 3.503, y un segundo escaño en Tarragona por 2.683. También en Madrid está en disputa un escaño por 1.749 votos y, si el PP consiguiera arrebatárselo al PSOE, Sánchez necesitaría para ganar la investidura el voto a favor de JxC, no bastándoles su abstención. Resultados de las elecciones El PP ha conseguido en las elecciones generales 8.1 millones de votos (33%), lo que supone un aumento de más de 3 millones de votos, y 136 diputados -47 más que en 2019-. Le ha seguido el PSOE con 7.7 millones (31.7%) -casi un millón de votos más y a una distancia de 260.000 votos- y 122 escaños -dos más-. Vox ha sido la tercera fuerza con 3.03 millones de votos (12.4%) y 33 diputados -19 menos y pérdida de 630.000 votos-. Sumar ha obtenido 3 millones de votos (12.3%) y 31 diputados, 7 menos de los que consiguieron Podemos, Compromís y Más País, integrados en el nuevo partido. Le siguen con 7 diputados ERC (1.9% y -6) y JxC (1.6% y -1), con 6 Bildu (1.4% y +1), y con 5 el PNV(1.2% y-1). Han conseguido un diputado el Bloque Nacional Gallego, la Unión del Pueblo Navarro y Coalición Canaria, y perdido sus escaños Ciudadanos, Más País, la CUP, el Partido Regional de Cantabria y Teruel Existe. El PP ha ganado en Andalucía, Aragón, Asturias, Baleares, Cantabria, las dos Castillas, Ceuta, Galicia, Madrid, Melilla y La Rioja, y el PSOE en Canarias, Cataluña, Extremadura, Navarra y el País Vasco. Aunque se equivocó en sus previsiones, el presidente de Gad3, Narciso Michavila, acertó cuando dijo que Cataluña daría la sorpresa, y vaya si la dio. El PSC ganó las elecciones con 19 escaños (+7), ERC se hundió y pasó de 13 a 7 escaños, JxC perdió uno y la CUP no pudo revalidar sus dos, perdiendo los separatistas casi 700.000 votos. Sumar quedó en segunda posición con 7 diputados y PP tercero con 6, triplicando los escaños obtenidos en 2019. Explicación de los resultados Pese a los presagios optimistas de las encuestas, el PP ganó las elecciones con un margen inferior al previsto, a causa de un errático planteamiento de su equipo directivo de las relaciones con Vox, y a la explotación que hizo la propaganda sanchista del miedo de muchos ciudadanos a que llegara el fascismo si vencían las derechas. El PP y Vox se equivocaron al creer el PP que sería más fuerte sin Vox, y al estimar éste que sería más fuerte contra el PP. Anduvieron a la greña en vez de cooperar y ambos perdieron escaños y, si no se agrupaba la derecha, no sería posible echar a Sánchez del poder. Según el hispanista francés Benoit Pellistrandi, en su excelente artículo “L’Espagne ingouvernable” -publicado en “Telos” y “Letras Libres”-, la prensa extranjera dio por buena la falaz afirmación de Sánchez de que PP y Vox eran las dos caras de la misma moneda, cuando aquél era un partido liberal conservador integrado en el Partido Popular Europeo y éste era la voz española de la tentación antiliberal de la derecha populista y autoritaria europea, incorporada al Grupo Reformista y Conservador. Tres partidos de extrema derecha presiden Gobiernos en Estados miembros de la UE y otros tres participan en distintos gobiernos, sin que nadie se rasgue las vestiduras. ¿Por qué los españoles han a ser distintos de los italianos, los suecos o los finlandeses? Solo en Alemania se ha establecido un cordón sanitario en torno a la AfD, porque son herederos directos del nazismo, pero el dirigente cristianodemócrata Friederich Merz ha empezado a abrir la puerta a gobernar con ella, y el presidente del PPE, Manfred Weber, está tratando de fusionar su Grupo con el de los Reformistas. Según Roberto Muñoz, es un sinsentido que la derecha española se niegue a gobernar con la extrema derecha y busque una alianza imposible con la izquierda. Por antipático y amenazador que parezca, Vox -a diferencia de los socios y aliados de Sánchez- no se ha salido hasta ahora ni un milímetro de la Constitución y, si propone reformarla -como tantos otros-, lo hace de conformidad con los procedimientos constitucionales y no mediante hechos consumados, como hacen Sánchez y sus aliados. Según Carlos Vidal, es dramático y del todo injusto que a la gente le dé más miedo Vox que Bildu y -para Pellistrandi- la asimilación de la derecha al fascismo resulta intelectualmente muy peligrosa, porque congela en representaciones anacrónicas realidades políticas que han cambiado, y alimenta divisiones simbólicas que son imaginarias. A juicio de Marta Díez Castellnou, es curioso que Vox resulte tan peligroso para todos y los que dan golpes de Estado, llevan en sus listas a terroristas asesinos, oprimen a los que quieren estudiar en español, y mantienen discursos xenófobos sean considerado de algodón como Platero. Para Gorka Maneiro, más vale Frankenstein conocido que Vox por conocer. El equipo dirigente del PP cometió el error táctico de no fijar una posición clara y uniforme con respecto a Vox, y aplicó la ”doctrina Sinatra” de que cada Comunidad lo hiciera “a su manera”, lo que le llevó a una posición caótica y contradictoria, al haber recibido “fuego amigo” de Valencia y de Extremadura -unos por exceso y otros por defecto-, que le han restado prestigio y credibilidad, lo que ha sido explotada a fondo por el sanchismo. Su postura debería haber sido la de gobernar en solitario en las Comunidades en las que contaba con mayoría - Cantabria y La Rioja-, pactar con Vox y hacerle algunas concesiones en las que no contara con mayoría absoluta -Baleares y Murcia-, y pactar con Vox en las que dependiera de sus votos para formar Gobierno, permitiéndole participar en él -Valencia y Extremadura-. También debería haber marcado sus líneas rojas en materia de violencia de género, sistema territorial y actitud hacia la UE. No lo hizo y lo ha pagado. Sin embargo, los pactos entre PP y Vox no les ha afectado negativamente porque, en todas las Comunidades donde pactaron aumentaron sus votos. El problema ha sido que el irracional temor a Vox ha provocado una gran movilización de los votantes del PSOE que se abstuvieron el 28-M y que volvieron a votar al partido de toda su vida y muchos de los que pretendían votar al PP abandonaron su propósito. Vox ha sido un pasivo para el PP y un auténtico seguro de vida para Sánchez. Perspectivas de futuro Caben las siguientes soluciones teóricamente posibles a la actual situación: 1) Gran coalición PSOE-PP, que sería lo más lógico y racional, pero que resulta imposible porque “Spain is different”. 2) Gobierno del partido que ha ganado las elecciones merced a la abstención del PSOE, pero Sánchez ni lo considera. Cuando en 1996 José María Aznar ganó a Felipe González por una diferencia de votos inferior a la que ha tenido Feijóo sobre Sánchez, aquél -que era un hombre de Estado a diferencia de su sucesor- no formó un Gobierno Frankenstein, sino que permitió un Gobierno del PP. Feijóo no ha conseguido los votos suficientes, ni los apoyos necesarios, para poder gobernar. 3) Gobierno Frnkenstein-2 con el apoyo expreso de todos los demás partidos izquierdistas y nacionalistas, y la abstención de JxC. Sánchez podría repetir Gobierno si el prófugo de Waterloo se lo permitiera, pero tendría que pagar un precio inasumible como el de la concesión de una amnistía y la celebración de un referéndum de autodeterminación, supuestos ambos contrarios a la Constitución. Conociendo al personaje, no me extrañaría que Sánchez se sometiera al chantaje de Puigdemont y recurriera a fórmulas imaginativas facilitadas por el presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde Pumpido. Le va a ser extremadamente difícil porque -además de los obstáculos constitucionales- se ha roto la armonía entre las distintas piezas “frankensteinianas” con duros enfrentamientos entre PNV y Bildu -en capilla para las elecciones autonómicas del próximo año en Euskadi- y entre ERC y JxC -ante un posible adelantamiento de las elecciones en Cataluña-. Además, la Fiscalía del Tribunal Supremo ha pedido al magistrado instructor Pablo Llarena que emita una Orden de Detención y Entrega contra Puigdemont y Comín, que han perdido su inmunidad como europarlamentarios. JxC no aceptará un indulto preventivo de Puigdemont, porque éste no está dispuesto a pasar ni un solo día en la cárcel. Habría otra posibilidad teórica de que Sánchez gobernara gracias a la abstención del PP, a cambio de que se comprometiera a romper su coalición con los “frankensteinianos”. 4) Fracaso de las investiduras y repetición de las elecciones en torno a Navidad. Es la ” no solución” que todos dicen querer evitar, pero que no hacen nada para ello, y que solo sería posible salvar si el “resiliente” Sánchez sacara un último conejo de su chistera. Menudo “papelón” tiene ahora Felipe VI. Incumpliendo los trámites constitucionales -como en su día también hizo Sánchez-, Feijoó ha iniciado los contactos con otros partidos para tratar de formar Gobierno, antes de haber recibido el preceptivo mandato del Rey. Éste deberá iniciar los contactos con los partidos políticos, consciente de que los aliados de Sánchez no se dignarán acercarse a la Zarzuela, y decidir si da mandato al ganador de las elecciones con escasas posibilidades de lograr la investidura o al segundo con alguna posibilidad de obtenerla, por muy remota que sea. Si es designado por el Rey, Feijóo se presentará a la investidura para no cometer el error de Inés Arrimadas. Aunque sus posibilidades de éxito sean mínimas, tendrá una magnífica oportunidad para exponer un constructivo e ilusionante programa de Gobierno que sea alternativa al modelo Frankenstein, y que vaya más allá de la derrota del sanchismo. El PP no deberá sumirse en la melancolía de una amarga y pírrica victoria por su “gatillazo” electoral, ni bajar los brazos, sino seguir en la contienda. A fin de cuentas, ha ganado las elecciones y el bloque de la derecha está por delante del bloque de la izquierda y de los separatistas. Cuenta con un preciado capital del Gobierno en 10 Comunidades y en otras dos probables -así como en Ceuta y Melilla-, de un bloque de 171 votos en el Congreso y de mayoría absoluta en el Senado, lo que no le pondrá las cosas fáciles a un posible Gobierno Frankenstein-2. Tendrá, por supuesto, que llegar algún tipo de pacto con Vox. Sánchez considera que ha ganado moralmente las elecciones porque ha imposibilitado la implantación del fascismo, ya que el bloque involucionistas del PP y Vox ha sido derrotado, y está, por tanto, legitimado para formar Gobierno. De ahí la inhabitual celebración de una derrota en las puertas de la sede de Ferraz, al grito de “No pasarán”, y los saltitos histéricos de María Jesús Montero, y de Teresa Ribera. Sería la primera vez en que gobernara quien ha perdido las elecciones, pero -como ha comentado Alsina- Sánchez es un experto en primeras veces. No tiene ninguna prisa y cede la iniciativa a Feijoó para que se cueza en su propia salsa y se desgaste con una investidura fallida. Llegará entonces su momento y se presentará como el único salvador de la patria, aunque sea al precio de destruirla. Según Federico Jiménez Losantos, España se está “argentinizando”, si bien en Argentina no existen movimientos separatistas. Yo creo más bien que se está “belgicizando”, aunque en Bélgica exista una voluntad de pacto entre los partidos más dispares, inexistente en España. Nos espera un amplio período sin Gobierno, a lo belga o a lo italiano, que quizás no nos venga mal, porque más vale estar sin Gobierno que tener uno muy malo. Según Juan Ramón Rallo, durante su período de funciones, el Gobierno no podrá aprobar los presupuestos generales del Estado y, por consiguiente, aumentar aún más el gasto público. Tampoco podrán las Cortes adoptar leyes inicuas. En conclusión, es sumamente grave que Sánchez haya compartido el Gobierno con un partido antisistema que le quitaba el sueño a él y a los españoles; pactado con Bildu con el que afirmó solemnemente en sede parlamentaria que jamás pactaría, el partido heredero de ETA que, no solo no ha condenado el terrorismo, sino que ha llevado en sus listas a terroristas condenados por delitos de sangre, a los que ha tratado con deferencia y concedido la libertad; indultado a los políticos catalanes que realizaron un golpe de Estado posmoderno desde el poder y fueron condenados por sedición, y a los que ha convertido en sus socios preferentes en el Gobierno; legislado siguiendo las inspiraciones de Podemos y adoptado leyes tan atroces como las del “Sí es sí” -que ha permitido la reducción de las penas y la liberación de cientos de violadores- o la de transexualidad -que ha deshumanizado a las personas-; alentado la cultura de la muerte con leyes como las de la eutanasia o el aborto; condonado la política de inmersión educativa, destinada a impedir a los catalanes ser escolarizados en su lengua materna, que es la oficial del Estado y de Cataluña, en contra de las sentencias de los más altos tribunales; cambiado radicalmente -sin consultar a su Gobierno ni requerir la venia de las Cortes- la política de España con respecto al Sáhara Occidental y a Marruecos, en contravención de las resoluciones de la ONU; o mentido constante y sistemáticamente a los ciudadanos. Pero lo más grave es, sin embargo, que todas estas barbaridades no parecen importar a la mitad del pueblo español, que las ha asumido como si fueran normales. Según Ángel Expósito, España ha perdonado a Txapote y -para Luis Cuesta- una buena parte de España no quiere que haya España. Madrid, 28 de julio de 2023

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