lunes, 20 de marzo de 2023

Dilema hamletiano de Pinocho Sánchez: ?Ser o no ser de Bildu?

DILEMA HAMLETIANO DE PINOCHO SÁNCHEZ ¿SER O NO SER DE BILDU? El pasado día 14, los diputados de Bildu -junto con los de ERC- sumaron sus votos a los de la oposición y rechazaron la propuesta del PNV -apoyada por el Gobierno de Pedro Sánchez- tendente a modificar la Ley de Seguridad aprobada en su día por el Gobierno de Mariano Rajoy, y calificada por la izquierda de “Ley mordaza”-, que el Gobierno de coalición PSOE-Podemos se había comprometido a derogar primero y a modificar más tarde. La revuelta de los aliados preferentes de Sánchez por encontrar harto insuficientes los cambios introducidos, ha permitido que se mantenga en su integridad una ley básica, que -con las reformas propuestas- dejaban en una situación precaria a las fuerzas de seguridad. Siguiendo con los refranes, “el que con niños se acuesta…”. Eso le ha ocurrido a Sánchez por fiarse de semejantes aliados de su Gobierno Frankenstein ¿cómo se ha llegado a esta situación? Antecedentes del caso Para encontrar el origen del conflicto planteado por Bildu hay que remontarse al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, periodo del que proceden la mayoría de los males que padece España. El iluminado presidente del Gobierno negoció con ETA y, a cambio de una oferta poco creíble de renuncia a la violencia, se comprometió a legalizar a Bildu y a Sortu, las herederas de la ilegalizada Herri Batasuna y sus múltiples y continuadas reencarnaciones. A estos efectos, presionó al Tribunal Constitucional (TC) y su presidente, Pascual Sala, y su comando progresista se prestaron a realizar esta labor, enmendándole la plana al Tribunal Supremo (TS). En su sentencia 62/2011, el TC anuló la del TS que considero contrarios a derecho los acuerdos de las Juntas electorales del País Vasco y de Navarra que avalaban las candidaturas para presentarse a las elecciones autonómicas a la coalición formada por Bildu, Eusko Alkartasuna y Alternatiba Erairitzen. Aunque los argumentos del TS estaban bien fundados, el TC alegó que Bildu quedaba resguardado bajo el paraguas de los otros dos partidos de la alianza que eran legales. Más grave fue la sentencia138/2012, por la que el TC anuló la sentencia del TS, que rechazaba la creación del partido Sortu, por considerarlo sucesor y heredero de Herri Batasuna. Ultrapasando sus funciones, el TC negó validez -sin suficiente motivación- a los elementos probatorios presentados por el TS y entró a examinar -sin motivo- los estatutos de Sortu y estimó que contenían un “rechazo inequívoco de la violencia”, por lo que el partido podía ser legalizado. Calificó despectivamente sus argumentos de “sospechas, convicciones subjetivas, juicios de intenciones o ilegalizaciones preventivas”. En su disparatada sentencia, la mayoría del TC llegó hasta el extremo de afirmar que era evidente que ” quienes lleguen a las instituciones en la lista de Sortu no van a poder dar legitimación o apoyo político ETA, sino, muy al contrario, van a desarrollar una actividad de deslegitimación de cualquier conducta vulneradora de los derechos y libertades fundamentales de las personas”. Se trataba de una afirmación voluntarista y sectaria del todo contraria a la realidad. Según señaló en su voto discrepante el magistrado Javier Delgado, la nueva valoración de la prueba realizada por el Tribunal suponía un exceso de jurisdicción que invadía el campo exclusivo de la jurisdicción ordinaria del TS. El TC debería haberse limitado a verificar si la conclusión del auto recurrido estaba bien motivada y suficientemente razonada, si vulneraba o no el derecho fundamental de los promotores a inscribir a Sortu como partido político. “Cuando los hechos probados desvirtúan la realidad de las manifestaciones de los estatutos, las palabras saltan hechas trizas”. Para Manuel Aragón, Sortu era la plasmación del designio fraudulento de Batasuna para permitir su acceso a las instituciones. Comparto plenamente esta opinión, pues Herri Batasuna, Sortu y Bildu eran los mismos perros con distintos collares y -como tuve ocasión de exponer en un artículo publicado en 2012 en “Voz Populi”, “aunque Sortu se vista de seda, Batasuna se queda”. Consolidación de Bildu Si a Rodríguez Zapatero cupo el honor de legalizar a Bildu, a Pedro Sánchez le ha correspondido el de consolidar y blanquear el partido, darle legitimidad democrática e integrarlo en la dirección del Estado, haciendo de él uno de sus aliados preferentes en el Gobierno Frankenstein. Esto le ha llevado algún tiempo y le ha provocado problemas de conciencia -en caso de que la tuviere- y cambios radicales de criterio, como se puede comprobar consultando las hemerotecas o internet. Recordemos algunas “perlas” que muestran la incoherencia del criterio del presidente del Gobierno sobre Bildu. En 2015, cuando era líder de la oposición; Sánchez dijo a un periodista:” Con Bildu no vamos a pactar. Si quiere, se lo digo 5 veces o 20. Con Bildu no vamos a pactar. Con Bildu -se lo repito- no vamos a pactar”. Seguía entonces aferrado a su lema de “No, es No”, y cada vez que reiteraba su negativa, le crecía unos milímetros la nariz. En 2016, repitió en una rueda de prensa en el Congreso que no iba a pactar con Bildu porque no tenía un proyecto de país, y ni siquiera se iba a reunir con ellos para no decirles que no y, ese mismo año, afirmó que ni el PSOE, ni el Partido Socialista de Navarra (PSN) pactarían con Bildu para formar Gobierno a nivel nacional o a nivel autonómico. Añadió que no permitiría que la gobernabilidad de España descansara en partidos independentistas o en quienes querían romper a España. “Lo he dicho en público y en privado, y lo digo aquí para que conste en acta”. Su nariz crecía aún más. En 2019, ya en el Gobierno, el presidente del PP le preguntó en sede parlamentaria si pensaba pactar con Bildu, y Sánchez -indignado y rasgándose las vestiduras- le contestó: “!Qué barbaridad, señor Casado!”. Reiteró una vez más que el PSOE y el PSN tenían la misma posición: “Con Bildu no se pacta nada”, y para dar mayor énfasis a su tajante afirmación, añadió -al tiempo que se sujetaba la nariz- que era “un compromiso personal mío”. Quedamos tranquilos tras escuchar los reiterados compromisos institucionales y personales asumidos por el presidente del Gobierno. Al año siguiente, Navarra Suma ganó las elecciones en la Comunidad Foral con el doble de votos que el PSN, pero su candidata, María Chivite, aspiraba a presidir la Comunidad. La cuestión se cruzó con la investidura a nivel nacional de Pedro Sánchez, que había ganado las elecciones por un escasísimo margen, y UPN hoy le ofreció sus votos en Madrid a cambio de que el PSN se abstuviera en Pamplona. Sánchez y Chivite, en comandita, rechazaron esta razonable oferta y prefirieron formar una coalición de perdedores con Geroa Bai -versión navarra del PNV-, Podemos y Ezquerra, aunque para la consagración de Chivite se requería la abstención de Bildu. Las dos operaciones prosperaron gracias a los cambalaches con Bildu, a pesar de las aseveraciones socialistas de que el PSOE jamás pactaría con los filoetarras. Chivite declaró que Bildu era una fuerza política más en el Parlamento y la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, abundó en la misma idea, al afirmar que -al no haber ningún partido ilegalizado- todos los escaños eran legales y legítimos, abriendo así de forma inexorable la vía hacia el acuerdo del nunca jamás con Bildu. Culpa del destino, por supuesto, porque Sánchez siempre cumplía con su palabra, como demostró con su insomne componenda con Podemos. El terrorista convicto y confeso, Arnaldo Otegui -ese “hombre de paz”, según ZP- ofreció el apoyo de Bildu a los dos candidatos y ambos accedieron a la presidencia de sus respectivos Gobiernos, gracias al desinteresado y filantrópico respaldo de los testaferros de ETA. El entonces vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, anunció que Bildu se integraría en la dirección del Estado y Pachi López afirmó que - mientras la izquierda abertzale daba pasos hacia adelante- el PP se mimetizaba con Vox y hacía una oposición indecente. Dado que Bildu aceptaba las reglas democráticas, no había ningún inconveniente para que hiciera política, aunque descartó cualquier” acuerdo estructural” con la izquierda abertzale (¿?). El propio Sánchez creyó necesario justificar su caída del caballo a estilo paulino, en una epístola paulina dirigida a sus militantes, en la que alegaba que, para que pudiera seguir funcionando el Gobierno, pactaría con quien fuera necesario y no excluiría a nadie, porque todos los apoyos eran necesario. Ante la reserva de algunos de sus fieles a pactar con quienes no condenaban el terrorismo, afirmó de forma sorprendente que la lucha antiterrorista no figuraba por fortuna entre los problemas que preocupaban a España y de los españoles Del flirteo se pasó a magreo, ya con el mayor desparpajo y sin el menor remordimiento, a pesar de la constancia en las actas del Congreso de la promesa incumplida, pero -como reza el proverbio inglés- “there is no free lunch” y Sánchez ha tenido que pagar un alto precio por la contribución de Bildu al festín socialista. De las abstenciones vergonzantes al apoyo indubitado no había más que un paso, que dio el PSOE con entusiasmo digno de mejor causa, convirtiendo a los herederos de ETA en aliados de referencia del Gobierno, a cambio del apoyo a los presupuestos generales y regionales, la confirmación de numerosos impresentables e inconstitucionales decretos-leyes, la derogación de la reforma laboral y de la “Ley mordaza”, o el respaldo a las proposiciones tendentes a modificar el Código Penal y otras leyes orgánicas importantes para debilitar el Estado de Derecho. Otegi es un poco bruto, pero al menos es franco y no ha engañado a nadie. Como confesó a sus incondicionales, si para liberar a 200 presos etarras era necesario apoyar los presupuestos, lo haría sin vacilar. “Hoy empieza todo. Vamos a Madrid a tumbar definitivamente al régimen”. Destacó la gran paradoja de que no pudiera haber un Gobierno de progreso en el Estado español si no lo sostenían quienes querían marcharse de él. “Sin vascos y catalanes independentistas de izquierda, no hay gobierno del PSOE en el Estado y eso nos ofrece posibilidad de negociar cosas”. Como señaló “El Mundo” en un editorial, resultaba políticamente impresentable que un partido de Estado como el PSOE se apoyará en los herederos de ETA. Ningún objetivo político justificaba abrir los brazos a un partido cuyos dirigentes seguían siendo incapaces de condenar la abyecta trayectoria de la banda terrorista que, a lo largo de cuatro décadas, asesinó a más de 800 ciudadanos, entre ellos docenas de cargos socialistas. Esta deriva adquiría tintes mucho más preocupantes en el caso de Navarra, porque suponía normalizar como actor político ordinario unas siglas procedentes del tronco filoterrorista de la antigua Batasuna y daba alas al soberanismo vasco, cuya prioridad consistía en incorporar Navarra al País Vasco. “Así, Sánchez deja claro de nuevo que está dispuesto a seguir en la Moncloa a toda costa, pactando con quien sea para materializar el maquiavelismo objetivo de retener el poder. La entente del PSOE con el nacionalismo de la peor ralea constituye una de las mayores amenazas para la España constitucional”. Una de las peores concesiones que ha hecho el Gobierno a Bildu ha sido la retirada de Navarra de los agentes de tráfico de la Guardia Civil. El diputado navarro Carlos García Adanero pronunció en el Congreso un demoledor discurso en contra de esta arbitraria decisión. Afirmó que con Bildu no se podía pactar nada, pero que pactar algo que tenía que ver con la Guardia Civil era un insulto, no solo para ésta, sino también para todos los españoles. Recordó que Bildu estaba formado por los que señalaban, apuntaban y disparaban, los que volaron autobuses llenos de jóvenes guardias civiles y reventaron casas-cuartel con niños dentro. “Dieron su vida por España, por la libertad, porque todos estuviéramos aquí, y ustedes les pagan diciendo que Bildu los puede echar. Es una vergüenza y una ignominia. Eso es una indignidad. Eso es hacer política de miserables. Eso es sobrepasar todas las líneas y una afrenta para el conjunto de los españoles”. Sánchez no se dignó a escuchar esta filípica porque, en cuanto huele que puede haber tormenta, se quita de en medio, coge el súper-puma y se da un garbeo por la España profunda de Teruel el existe. Contestó su Rasputin multi- usos, Félix Bolaños, quién acusó a Adanero de tránsfuga, y éste le replicó que a mucha honra, porque había sido expulsado de UPN por haber votado de conformidad con las normas adoptadas por su antiguo partido. Pedro Sánchez ha superado a su santo patrón, pues -mientras éste sólo negó tres veces a Jesucristo, él ha invocado 70 veces 3 en vano el no-santo nombre de Bildu. En su ardor por blanquear a este partido, el PSOE ha llegado a decir que mostraba más sentido de Estado que el PP. Los asesinados de este partido por ETA se habrán revuelto en sus tumbas y también los del PSOE, como Joseba Pagazaurtundua, cuya madre le dijo a Pachi López que iban a hacer cosas que les iban a helar la sangre. Por sus apoyos al Gobierno, Bildu ha recibido muchas compensaciones. Así, aunque el proyecto dela Ley de Memoria Democrática era ya de por sí un lamentable intento de reescribir la Historia -Ramón Tamames ha comentado que se ha ensalzado en demasía a la II República y dado la impresión de que fue ésta la que ganó moralmente la guerra civil-, la aceptación de las enmiendas propuestas por los bilduetarras la han empeorado aún más, al incluirse en la lista de víctimas a los supuestos represaliados del universo abertzale -pero no a las del terrorismo etarra-, al ampliar su ámbito de aplicación hasta finales de 1983, y al establecer una Comisión de expertos para examinar las vulneraciones de los derechos humanos de personas que habían luchado por la consolidación de la democracia, como los militantes de Bildu. Según Rafa Latorre, el Gobierno insiste en recordar lo ocurrido hace 80 años -mediante una versión falseada de la Historia-, pero propugna la amnesia sobre los recientes asesinatos etarras, blanquea a sus autores y convierte a sus testaferros políticos en aliados preferentes. En ocasiones, Bildu se ha opuesto por oportunismo a proyectos del Gobierno, como en el caso de la reforma de la Ley de Seguridad. Según ha comentado Alberto García Reyes en ”ABC”, un partido que blanquea al terrorismo etarra de las balas disparadas a las nucas de los ciudadanos, considera un atentado contra los derechos humanos que la policía utilice pelotas de goma, y ha contribuido con su voto en contra al rechazo de la reforma, con lo que -muy a su pesar- ha defendido el interés general de la comunidad, al permitir que la Ley “mordaza” continúe en vigor en su integridad. Los cuatro jinetes del Apocalipsis sanchista Aunque Sánchez sea el principal responsable de la crisis provocada en todos los ámbitos por su sumisión a las exigencias de Bildu, la culpa no es solo suya, sino que es compartida por todos los dirigentes del PSOE, de Emiliano García Page a María Jesús Montero, y de Javier Lambán a Ximo Puig. El presidente procura no dar la cara más de lo necesario por si se la rompen, y deja a sus colaboradores más cercanos que la den por él. Entre estos jinetes cabe citar a Grande-Marlaska, García Ortiz, Bolaños y López. 1.-Fernando Grande-Marlaska Resulta sorprendente ver cómo una persona que fue un excelente juez se haya convertido en un mediocre político, que alguien que estuvo amenazado de muerte por la ETA haya sufrido un síndrome de Estocolmo y se dedique a beneficiar a los criminales que mataron a más de 800 ciudadanos e intentaron asesinarlo, acercándolos a las prisiones del País Vasco y de Navarra y concediéndoles unos inmerecidos beneficios, ya que no se han arrepentido de sus crímenes, no han renunciado a la violencia, no han pedido perdón a las víctimas, ni han colaborado con la Justicia. Como responsable del Ministerio del Interior, Marlaska ha sido el instrumento empleado por Sánchez para pagar sus deudas en especie a Bildu por su apoyo al Gobierno. Segun ha señalado García Reyes, ha cumplido con prontitud su misión de acercar a los presos etarras para cumplir el pacto tácito de votos a cambio de “ongi etorris”. Marlaska no ha hecho nada para impulsar tesis que impidan que se acorte injustamente el tiempo del cumplimiento de las penas impuestas a los etarras, como la “doctrina Parot” -que fue rechazada por el TribunalEeuropeo de Derechos Humanos, con la connivencia del juez español nombrado por Zapatero- o la más reciente defendida por ”Dignidad y Justicia” y avalada por la Audiencia Nacional de que la prescripción de los delitos de lesa humanidad -como los atentados terroristas- se empiece a contar desde la fecha de la detención del presunto autor, en vez de la de la comisión del delito. 2.-Álvaro García Ortiz El fiscal general del Estado ha seguido fielmente los pasos de su mentora -la tres veces reprobada ministra de Justicia y ex-fiscal general, Dolores Delgado- se ha puesto disciplinadamente a las órdenes del presidente Sánchez –“?De quién es la Fiscalía? Pues eso”- y ha accedido a ser más un fiscal del Gobierno que del Estado, como ha mostrado con sus Instrucciones a los fiscales para que traten de evitar una disminución de las penas de los violadores provocada por la abracadabrante Ley del “Sí es sí”. García Ortiz ha dejado ver su talante autoritario en el caso de la prescripción de los delitos de secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. Cuando era jefe de la Secretaría Técnica de la anterior fiscal general, García Ortiz mantuvo que el delito cometido por los autores intelectuales del mismo -el Comité Ejecutivo de ETA- había prescrito. El fiscal de la Audiencia Nacional que llevaba el caso, Vicente González Mota, discrepaba de este criterio y compartía la tesis mantenida por Dignidad y Justicia de que el caso no había prescrito. García Ortiz ordenó al jefe de la Fiscalía de la Audiencia, Jesús Alonso, que diera instrucciones al fiscal para que pronunciara ahora a favor de la prescripción, pero -como no estaba de acuerdo con estas instrucciones- González Mota se apartó del caso. El fiscal general nombró un nuevo fiscal y decidió acusar de revelación de secretos al cesado fiscal por haber supuestamente filtrado la noticia a la prensa y le abrió además un expediente administrativo. González Mota fue exonerado de las acusaciones y García Ortiz -que fue desautorizado por el magistrado de la Audiencia, Manuel García Castellón- tuvo que plegar velas y dejar al Tribunal que decidiera en el curso del juicio si se había producido o no lo prescripción. 3.-Félix Bolaños El ministro de la Presidencia es el fontanero mayor del Gobierno, que lo mismo sirve para un roto que para un descosido y tiene una mayor responsabilidad, porque -a diferencia de algunos de sus colegas- un experto en derecho. Bolaños es el que sale a la palestra para justificar las múltiples trapacerías jurídicas y políticas de Sánchez, quien le ha encomendado a asimismo que lidere la campaña de desprestigio que el Gobierno ha lanzado contra el jefe de la oposición, Alberto Núñez Feijóo. Así, ha afirmado que se parece cada vez más “Pierre Nodoyuna”, que siempre desea que las cosas no vayan bien, y le ha criticado por incumplir la Constitución y carecer de sentido de Estado. Ha acusado asimismo al PP de involucionar y estar cada día más cerca de la ultraderecha, porque se va a abstener en la moción de censura que va a presentar Vox a través de Tamames. Bolaños habla más de la cuenta y quien mucho habla, mucho yerra. Ha quedado en evidencia con su afirmación de que en una democracia plena los jueces no eligen a los jueces y los políticos no eligen a los políticos. 4.-Pachi López Es difícil de entender cómo este personaje -que ni siquiera tiene un título universitario- ha llegado a ser “lehendakari”, presidente del Congreso y portavoz del PSOE en el mismo. Sus explicaciones y argumentaciones son de vergüenza ajena. Así, por ejemplo, a finales de 2021 afirmó que el PP hacía una oposición indecente, se oponía a todo, y se negaba a acordar cualquier pacto de Estado, por lo que se habían visto obligados a pactar con Bildu. Sobre el caso “Mediador”, López comentó que había gentuza con medios económicos y de comunicación alcance que empleaban para atacar al PSOE y cuestionar el trabajo y la honorabilidad de muchas personas que eran muy dignas. “Todos podemos tener en nuestra casa un corrupto o un corruptor, pero la diferencia está en cómo reaccionamos”. Otros, en cambio, compadrean con la corrupción. “No hay caso, no hay trama. Cinco personas que fueron a una cena. Nada más”. Cuando un periodista le pidió una aclaración, el portavoz le contestó: “?Y a usted qué más le da?” El PP ha propuesto la creación de una Comisión para que investigue el caso “Mediador” o “Tito Beni”, pero el PSOE se ha negado en rotundo so pretexto de que el caso estaba “sub iudice”. Para dar muestra de su talante dialogante y conciliador, el partido ha propuesto reactivar el caso “Kitchen”-que afecta al PP-, pese a ser bastante antiguo, llevar tiempo “sub iudice” y estar a punto de finiquitar. Ha presionado a sus aliados de Bildu y de ERC -que, en principio, se habían mostrado favorables a establecer la Comisión- para que se opusieran a la propuesta del PP y apoyaran la creación de otra Comisión que investigara los posible fraudes producidos como consecuencia de las reparaciones realizadas en varias instalaciones de la Guardia Civil. Bildu y los demás aliados han optado por crear una Comisión que circule, no por la autopista del escándalo del tráfico de influencias que tenía como base de operaciones el propio Congreso, sino por la carretera secundaria de la posible corrupción en el seno de la Guardia Civil. Tratarán con denuedo desnudar a la Guardia Civil los partidos que pretenden desarticularla. No basta con expulsarla de Navarra, sino que hay que procurar desacreditarla en toda España. Según Teodoro León -en su artículo “Sánchez ante el espejo”, publicado en “ABC”-, el Gobierno Frankenstein se descose entre pifias legislativas -como las leyes “Mordaza”, del “Sí es sí”, del maltrato animal o de la vivienda- y sus componentes se aferran como un náufrago a un madero y se ayudan mutuamente a apartar al tito Berni y a las excrecencias de nacionalismo catalán, pero su credibilidad está hundida. Por eso -ante los malos presagio de los auríspices, el PSOE ha lanzado un SOS desesperado a sus antiguos votantes mediante el eslogan “Defiende lo que piensas”, aunque -después del sanchismo- les costará trabajo saber qué es lo que piensan. Esto le ocurre hasta al propio Sánchez que -tras tantas mutaciones- no sabe ya si Bildu es un partido con el que no debe pactar en el jamás de los jamases o si es un aliado de progreso. Se encuentra sumido como Hamlet en la duda metafísica del ser o no ser de sus relaciones con Bildu. Quizás ese genio de la demoscopia internacional que es José Luis Tezanos, podría aconsejarle -en un momento de lucidez transitoria- que sustituyera el hamletiano eslogan, por otro más castizo, como el elaborado por un espontáneo y sufrido ciudadano: “Que nos vote Txapote”. En el ínterin, como le sigue creciendo su apéndice nasal, Pinocho Sánchez está pensando en pedirle a su amigo Biden que le preste el “Air Forces One” durante el período de su trascendental presidencia europea, porque su nariz ya no le cabe el Falcon. Madrid, 19 de marzo de 2023

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