JERUSALÉN: UNA IRRESPONSABILIDAD MÁS DE DONALD
TRUMP
Decisión
de Trump de reconocer Jerusalén como capital de Israel
El pasado 6 de Diciembre, Donald Trump
dio una muestra más de su carencia de sentido de Estado y, a golpe de “twitter”,
anunció que Estados Unidos reconocería Jerusalén como la capital del Estado de
Israel y trasladaría allí su Embajada, actualmente en Tel-Aviv.. Por más que su
Secretario de Estado, Rex Tillerson –que no fue consultado por el Presidente
antes de tomar su decisión- haya tratado de apaciguar los ánimos asegurando que
la Embajada
no se trasladaría este año ni probablemente tampoco en 2018, y que cualquier
decisión sobre el estatuto final de Jerusalén dependería de la negociación
entre las dos partes, la salida de tono de Trump ha sido adversamente acogida
por la comunidad internacional, con la obvia excepción de Israel, aunque más de
un político nacional la haya considerado como un regalo envenenado.
El Presidente de la Autoridad Nacional
Palestina, Mahmud Abbas, ve ahora más
lejos que nunca un acuerdo de paz basado en el paradigma de dos Estados y ha
afirmado que jamás permitirá que Estados Unidos tenga ningún rol en un proceso
futuro de paz. El Ayuntamiento de Nazaret ha anulado la celebración de sus
fiestas navideñas en protesta por la decisión de Trump. Los 57 Estados miembros
de la Organización
para la Cooperación Islámica ,
reunidos en Teherán, consideraron semejante decisión nula y legalmente vacía, “un ataque a los derechos históricos,
jurídicos, naturales y nacionales del pueblo palestino, un socavamiento
deliberado de todos los esfuerzos de paz” y “una amenaza
contra la seguridad y la paz mundial”,
y ha declarado Jerusalén-Este “capital
del Estado de Palestina”. También en Occidente -desde la ONU a la Unión Europea , y desde el
Vaticano a España- ha sido acogida con generalizadas reticencias y críticas.
Trump ha roto el consenso internacional
sobre el statu quo de Jerusalén,
dividida desde la guerra árabe-israelita de 1948 en dos mitades,
respectivamente ocupadas por Israel y por Jordania, pero cuya parte oriental fue
ocupada por Israel en 1967 tras la “guerra de los seis días” y anexionada
unilateral e ilegalmente por el Gobierno israelita. Pese a ello, Israel ha
respetado hasta ahora, en menor o mayor medida, el estatuto especial de la “Ciudad de las Tres Religiones”. La ONU declaró Jersusalén “corpus
separatum” al que dotó de un régimen internacional especial, que no fue
aceptado ni por los judíos ni por los árabes. Restos de aquel malogrado
estatuto es que los Cónsules Generales de España, Francia, Gran Bretaña, Alemania,
Italia, Grecia y -hasta ahora- Estados Unidos en Jerusalén no están acreditados
ante el Gobierno ocupante israelita y que los Gobiernos de aquellos países no
tengan que pedirle el correspondiente "exequatur"
para ser nombrados. Israel considera Jerusalén como su “capital eterna e indivisible”, algo que
ningún Estado hasta ahora ha reconocido, y pretende que la comunidad
internacional reconozca su plena soberanía sobre la ciudad. Los
palestinos, a su vez, aspiran a establecer en su parte oriental la capital de
su nuevo Estado. La comunidad internacional ha entendido que el estatuto final
de la ciudad deberá ser decidido mediante acuerdo entre israelitas y
palestinos.
Justificación dada por
Ben Shapiro de la decisión de Trump
Ben Shapiro ha dado en “The Daily Wire” las siguientes razones para justificar la decisión
presidencial: 1) Jerusalén ha sido, es y será la capital milenaria y eterna de
Israel: Esto no es del todo cierto, entre otras razones porque Israel sólo
existe desde hace 51 años. Pero ni siquiera es cierto que históricamente haya
sido la capital del pueblo judío. Palestina -incluido lo que hoy es Israel- fue
ocupada sucesivamente por diversos pueblos a lo largo de la Historia : filisliteos,
judíos, romanos, árabes, cristianos de Occidente, turcos, británicos... El
pueblo judío fue guiado por Moisés desde Egipto a la "tierra
prometida", que ya estaba ocupada por los filisteos o philistinos =
palestinos. Por otra parte, el establecimiento de la capitalidad israelita en
Jerusalén reunificada sería compatible con la de capitalidad palestina en su
sector oriental e caso de que se llegara a un acuerdo entre las dos partes.
2) El Congreso
de Estados Unidos ya reconoció dicha capitalidad es 1995: Es cierto que
Trump no ha inventado nada al respecto ya que desde esa fecha existía una ley
que que así lo establecía y pedía al Gobierno norteamericano que
trasladara a ella la sede de su Embajada, pero no es menos cierto que ninguno
de los Presidentes que le precedieron -los Bush, Bill Clinton o Barack
Obama- no la aplicaron y fueron dando largas por fundadas razones. No se han
producido nuevos hechos en el plano interno o en el internacional que
justifiquen el abandono por el Presidente de este razonable modo de actuar.
3) La decisión
asume la soberanía de Israel sobre los territorios ocupados y le permite
defender sus propios intereses: Se trata de una afirmación evidente, auque no
sea correcta. Israel viene ocupando desde 1948 unos territorios que no le
corresponden y debería, por tanto evacuar la parte oriental de Jerusalén para cumplir los mandatos de la ONU. Pese a su enorme
poderío militar, Israel no afianzará su seguridad mientras no llegue a un acuerdo
con los palestinos y con los demás Estados árabes. El problema
palestino-israelita es tremendamente difícil de resolver, pero la fórmula que
parece más viable para alcanzar la paz en la región pasa por la constitución de
dos Estados, con fronteras reconocidas, seguras y garantizadas por la comunidad
internacional.
4) La decisión
minimiza la violencia en la zona a medio y largo plazo. Dudo que así sea
cierto, pero es evidente que la violencia no se va a reducir a corto plazo,
antes al contrario. Los grupos palestinos más radicales se han visto beneficiados
y han recuperado protagonismo al poder explotar los sentimientos de agravio del
pueblo palestino. Hamas ha amenazado con “abrir
las puertas del infierno”, y su líder, Ismail Haniyeh ha proclamado “el Día de la Ira ” y hecho un
llamamiento para lanzar una nueva intifada contra Israel. La Yihad Islámica , por
su parte, ha manifestado que “nos vengaremos e intensificaremos la Intifada por Jerusalén”.
Desde el 6 de Diciembre se han producido en la capital, en Cisjordania y en
Gaza numerosos disturbios y enfrentamientos, que han sido reprimidos con
violencia por las fuerzas de ocupación y causado ocho muertos y centenares de
heridos.
5) La decisión
muestra al mundo que Estados Unidos no se dejará intimidar por los terroristas:
En una situación de dominación colonial o de ocupación militar no es fácil
establecer lo que es la lucha por obtener la liberación y lo que es terrorismo.
El apologeta olvida que el sionismo fue en sus orígenes un movimiento
terrorista, que cometió numerosos asesinatos y atentados, como la voladura
del Hotel Semíramis en la que murieron 25 personas, incluido el diplomático
español Manuel Allendesalazar. Para debilitar a la relativamente moderada OLP
de Yasser Arafat, los distintos Gobiernos israelitas potenciaron los
movimientos opositores a la misma como Hamad
y ahora se queja de las barbaridades que cometen estos movimientos, a
cuyo fortalecimiento contribuyó como aprendiz de brujo al que se le fue el
genio de la botella. Israel practica un terrorismo de Estado y tiene legalizada
la tortura como medio de lucha contra el terrorismo. Cuenta con uno de los
mejores servicios secretos del mundo -el Mosad-, que conoce perfectamente
la idiosincrasia del pueblo palestino, que -como la mayoría de los árabes-
es tremendamente orgulloso y sensible a la ofensa, y las fuerzas armadas
israelitas los humillan incesante e innecesariamente para provocarlos.
6) Reconocer la
capitalidad de Jerusalén es el requisito para la paz y no al revés: La ciudad
–con una población de 850.000
habitantes- está dividida en dos
mitades. En la parte occidental los judíos son mayoría, mientras que en la
oriental la mayoría es palestina, unos 300.000, que conviven con otros 200.000
judíos. El 25% de los palestinos se encuentran aislados del resto de
Cisjordania por los diversos muros ilegalmente erigidos por los Gobiernos
israelitas. En Jerusalén-Este se encuentra la Explanada de las
Mezquitas, donde se ubican dos de los centros principales de culto de los
musulmanes: las Mezquitas de Al Aqsa y de la
Roca. Los israelitas la denominan “Monte
del Templo”, por hallarse allí los
restos del templo de Salomón y, por tanto, es considerada sagrada por los
seguidores del judaísmo. También está la Iglesia del Santo Sepulcro, lugar fundamental del
Cristianismo. El irredentismo israelita se enfrenta con el irredentismo
palestino y ambos tienen los mismos fundamentos, y puede incluso hablarse de un
irredentismo cristiano basado históricamente e las Cruzadas. Lo cierto es que
Jersusalén es la ciudad sagrada de las tres grandes religiones monoteístas
-Islamismo, Judaísmo y Cristianismo- y las tres tienen en ella sus monumentos
más preciados, por lo que debería ser respetada por todos. De ahí que la ONU le otorgara un régimen
especial destinado a preservar la libertad de acceso de los creyentes a sus
respectivos santuarios. No habría obstáculo alguno para que israelitas y
palestinos estableciera en ella la capitalidad de sus respectivos Estados, siempre que se
llegara a un acuerdo al respecto.
7) Estados
Unidos pretende formar una alianza con Israel, Egipto, Arabia Saudita y
Jordania para oponerse a Irán: Esta supuesta coalición es un cocktail demasiado
inverosíimil para que se le conceda el menor crédito. Por muy enfrentados que
estén los sauditas con los iraníes por la hegemonía en el Golfo Arábigo-Pérsico,
no parece que estén dispuestos a aliarse con Israel, y mucho menos, Egipto o
Jordania Por otra parte, pese a
considerar a Irán como el villano de la historia -sólo superado por Corea del
Norte- Estados Unidos ha colaborado estrechamente con Teherán -política y
militarmente- para acabar con el Daesh en Irak.
Trump opera por impulsos sin la menor
planificación, toma sus decisiones
"impromptu" sin consultar a su Gobierno ni a sus asesores y las
trasmite a través de las redes sociales, especialmente “twitter”. Actúa egoístamente
teniendo en mente se exclusivo interés personal, que no coincide necesariamente con el de la nación cuya
presidencia ostenta. Con su proverbial grado de irresponsabilidad, ha dado este
paso irreflexivo, que acarreará serias consecuencias internacionales, por meras
consideraciones de política personal -ganar para las próximas elecciones buena
parte del voto judío predominantemente demócrata-, sin importarle un bledo que
se produzca una crisis internacional que empeore la ya complicada y trágica
situación existente en Oriente Medio. Si coincide la actuación favorece sus
intereses particulares, ¡ya pueda
hundirse el mundo!.
Pasos dados para la
solución del conflicto palestino-israelita
Siento gran admiración
por el pueblo judío, por su potencial intelectual y su sensibilidad artística,
por su resiliencia y su inmensa capacidad de superación para resistir los injustos
padecimientos que históricamente se le han infligido y que culminaron con el
holocausto nazi. Sin embargo, no puedo decir lo
mismo del Estado sionista que surgió en 1948 con ánimo de revancha, que
ha afectado muy adversamente con su actuación al pueblo palestino, con el que
se resiste a convivir pacíficamente, si bien hay que reconocer que no toda la
culpa es suya. No parece haber aprendido
de las injusticias sufridas por su pueblo y las ha practicado –aunque en mucha
menor medida, por supuesto- con sus vecinos palestinos.
Se afirma que Israel es el único Estado
democrático que existe en el Próximo Oriente. Semejante aserto es correcto
hasta cierto punto, sobre todo si se le compara con los demás Estados de la
región, pero no es un país totalmente homologable con las democracias occidentales, debido sin duda a las
circunstancias bélicas en que se ha encontrado desde su nacimiento. Israel,
Estado mesiánico, se considera por encima del bien y del mal, y se ha situado al
margen de la legalidad internacional, que ha violado reiterada e impunemente.
Hace lo que le place y tiene bula porque cuenta con el apoyo incondicional de
Estados Unidos, siempre dispuesto a echarle un capote y ha recurrir al veto
para evitarle cualquier condena por parte del Consejo de Seguridad. Prueba de
ello, es el recurso en el día de hoy al
veto en el Consejo de Seguridad para rechazar la propuesta que invalidaba la
decisión de Trump, que recibió el apoyo de los 14 restantes miembros del
Consejo. Por estas circunstancias, el Gobierno israelita se permite adoptar una
actitud arrogante y prepotente, que voy a poner de manifiesto con una simple anécdota.
Estando en Viena de Representante
Permanente de España ante el Organismo Internacional de la Energía Atómica ,
Estados Unidos propuso que se restableciera la ayuda técnica que el Organismo
prestó a Israel y que había sido suspendida en 1981 tras su ataque a la central
nuclear de Osirak en Irak. La UE
se había opuesto a que la cuestión se tratara en la Conferencia General
del OIEA y, de ahí, mi sorpresa cuando, en una reunión preparatoria de la
misma, el Embajador alemán –que ejercía la presidencia rotatoria- nos indicó que los Estados miembros de la Unión deberíamos apoyar la
propuesta estadounidense de abordar el tema. Señalé que el Consejo Europeo
había adoptado una “acción común” en sentido contrario y que no veía motivos
para cambiar de postura. Otros delegados me apoyaron y no hubo consenso para
aceptar la propuesta del Presidente de turno. Al día siguiente, el Embajador
israelita en Madrid presentó en el Ministerio de Asuntos Exteriores una
protesta por mi comportamiento y me acusó de “antisemitismo”.
Evolución del
conflicto palestino-israelita
Tras la
guerra de 1967, el Consejo de Seguridad exigió en su resolución 232(1967) la
implantación en Palestina de una paz justa y duradera, que implicaba la
retirada israelí de los territorios ocupados, y el “reconocimiento de la
soberanía, integridad territorial e independencia política de todos los Estados
de la zona y de su derecho a vivir en paz dentro de fronteras seguras y
reconocidas”. Después de la guerra de Yom Kipur (1973) , de la invasión de
Líbano por Israel (1982) y el lanzamiento de la primera “Intifada de las
Piedras” (1987) se deterioró la situación y la comunidad internacional estimó
que había llegado el momento de comenzar negociaciones para solucionar el conflicto.
En 1991 se celebró en Madrid la
Conferencia de Paz sobre Oriente Medio, en la que por primera
vez se inició un diálogo directo entre árabes e israelitas sobre el estatuto de
Palestina. Roto el hielo de la desconfianza, se pasó a las negociaciones
secretas de Oslo, que se plasmaron en el Acuerdo de Washington de 13 de
Septiembre de 1993. Se llegó a una declaración de principio de “intercambio de
paz por territorios”. La OLP
reconoció el derecho del Estado de Israel a vivir en paz y libertad e Israel
aceptó a la OLP
como representante legítima del pueblo palestino y a la ANP como embrión de un futuro
Estado en Cisjordania y Gaza, posteriormente ampliado en 1994 al resto de
Cisjordania por el Acuerdo de Taba (Oslo-2), lo que permitió la instalación de
Arafat en Ramallah y la retirada de
tropas israelíes de las principales ciudades
Pasé las Navidades de
1995 con mi familia en Israel, en un momento en que. Arafat -que, por
cierto, asistió, con su esposa cristiana Suha, a la misa del Gallo en la Basílica de la Natividad en Belén en la
que nosotros también participamos- había sido autorizado a instalarse en
Ramallah para poner en pie la estructura de la Autoridad Nacional
Palestina y la cooperación palestino-israelita había aumentado de forma
considerable. Pudimos circular sin problema por todo Israel pese a
la fuerte presencia de los militares israelitas. Reinaba un ambiente de
distensión propicio al compromiso y la
ansiada paz parecía estar al alcance de la mano. Sin embargo, la coalición de
partidos religiosos y del Likud ganó las elecciones en 1996 y el Presidente del
Gobierno, Benjamín Netanyahu, congeló el proceso negociador. La construcción de
un túnel bajo la Explanada
de las Mezquitas en Jerusalén fue considerado como una provocación y produjo
graves enfrentamientos entre palestinos e israelitas.
. Hubo un nuevo intento en Julio del año 2000 con la
entrevista en Camp David de Yasser Arafat y Ehud Barak bajo el patrocinio de
Bill Clinton, Israel propuso devolver Cisjordania quedándose con 9% del territorio,
que quedaba partido en dos zonas, dominando los israelitas el Mar Muerto y
sendas franjas al norte y al sur del río Jordán y controlando la mayor parte de
Jerusalén. Clinton hizo una propuesta más razonable. Israel se quedaría con
entre del 3 y el 6% de Cisjordania y cedería de 1 a 3% de su territorio a la ANP , el 80% de los colonos
israelitas se concentraría en tres enclaves y se establecería un pasillo de
seguridad entre Cisjordania y Gaza. En cuanto a Jerusalén, todo lo árabe sería
palestino y todo lo judío israelita. Israel rechazó esta propuesta y el jefe de
su delegación, el “paloma” Schlomo Ben Ami –que fue Embajador en España- culpó
del fracaso a la cuestión de Jerusalén, al problema de los refugiados
palestinos y a las obsesiones panislamistas de Arafat. La verdad fue que la
delegación israelita no aceptó la soberanía de la ANP sobre la explanada de las
Mezquitas y rechazó el derecho al
retorno de los cerca de cuatro millones de palestinos que habían sido obligados
a abandonar el país por los conflictos armados entre judíos y árabes.
Las negociaciones quedaron paralizadas a raíz de la provocadora irrupción en Septiembre a la Explanada de Ariel
Sharon y un grupo de sus diputados y otros fanáticos, que fue considerada por
los palestinos como una profanación de sus lugares santos y una provocación que causó la indignación de los musulmanes. Saltó la chispa y, en pocas horas, se perdió todo lo que
durante años se había avanzado hacia la paz a través de la diplomacia. No fue
un acto espontáneo ni casual, sino perfectamente planeado. Una importante
minoría del sionismo radical es partidaria de la política "du pire", de cuanto peor, mejor.
Israel ocupa ilegalmente por la fuerza unos territorios que no le pertenecen en
contra de las normas del derecho internacional y de las resoluciones del
Consejo de Seguridad de la ONU. Los
Gobiernos de Israel -salvo el de Isaac Rabin, que por eso fue asesinado- han
preferido una situación de guerra, en la que se sienten más fuertes, a la
búsqueda sincera de la paz.
En 2002, el Gobierno israelita realizó una campaña contra
la ANP y el
relativamente moderado partido de Al-Fatah, confinó a Arafat en su sede de
Ramallah y , para debilitarlo, dejó hacer a los radicales de Hamas, con lo que
éstos aumentaron su peso político. Un año más tarde inició la construcción de
un muro de 700 kms de norte a sur de Cisjordania, que fue condenado por la Asamblea General
de la ONU y
declarado ilegal por el Tribunal Internacional de Justicia en 2003. Al año
siguiente murió Arafat y fue sustituido por Mahmud Abas. En 2005 Israel se
retiró de Gaza y dejó el campo libre a Hamas, que –con la ayuda militar y
financiera de Irán- ocupó militarmente el territorio, ganó las elecciones en
2006 y se desligó de la ANP. A
causa de ello y del estancamiento de las negociaciones cayó el prestigio de
ésta, y –para redorar el blasón- su Presidente solicitó en 2011 el ingreso de
Palestina en la ONU ,
pero se encontró con el veto de Estados Unidos. Un año después moderó sus
aspiraciones y pidió su admisión como Estado observador, lo que le concedió la Asamblea por 139 votos a
favor, 9 en contra -incluidos Israel y Estados Unidos- y 41 abstenciones.
Condiciones para la solución del conflicto
Pese al escaso alcance de la
admisión de Palestina como observador en Naciones Unidas, Israel reaccionó de
forma desproporcionada, y anunció su intención de construir 3.000 viviendas en
sus asentamientos de Jerusalén y Cisjordania. La ampliación de la colonia de
Maale Adumnin y su conexión con Jerusalén Oriental dejaría incomunicadas zonas del
norte y del sur de la
Ribera Occidental y provocaría el parcial aislamiento de
Ramallah, Belén y Jerusalén. Ello haría inviable la solución de dos Estados “que vivan uno junto a otro dentro de
fronteras seguras y reconocidas”, de conformidad con la resolución
1397(2002) del Consejo de Seguridad. España, Francia, Gran Bretaña, Dinamarca y
Suecia protestaron ante el Gobierno israelita por esta decisión, porque su
política de asentamientos era ilegal conforme al Derecho Internacional, dañaba
la confianza requerida para volver al diálogo y constituía un obstáculo para
lograr una paz justa fundada en la solución de dos Estados. Israel afirmó que
no cambiaría su decisión pese a la presión internacional. Según Michael
Ignatieff, sabemos cuál es la solución para el problema: dos Estados para dos
pueblos, pero, mientras los palestinos nieguen el derecho de Israel a tener un
Estado y los israelitas sigan expandiéndolo, no se alcanzará esta solución.
Para conseguirla, Israel tendría que cambiar su política de asentamientos,
desmantelar el muro y permitir la creación de un Estado palestino viable, y los
palestinos –incluido Hamas- deberían de reconocer sin ambigüedades el derecho
de Israel a existir como Estado dentro de fronteras seguras y reconocidas. Unos
y otros deberían ser conscientes de que merece la pena apostar por la paz.
Trump no sólo no contribuye al éxito de
esta posible solución, sino que la ha torpedeado con su torpe yabsurda
decisión, que –como ha señalado el Viceprimer Ministro turco, Bakir Bozdag- ni
siquiera beneficia a Israel y va a lanzar a la región a un nuevo desastre. El gesto de Trump puede
suponer la puntilla al moribundo proceso de paz, que fracasó estrepitosamente
en 2014 tras el intento de mediación del Secretario de Estado John Kerry y ha
enterrado las posibilidades de Estados Unidos para actuar como “amable
componedor” para la solución del conflicto. No parece que vaya a producirse por
el momento una tercera intimada, aunque la “cerilla diplomática” encendida innecesariamente
por el Presidente norteamericano tardará en apagarse y crea los
correspondientes riesgos de reanudación del incendio. Su actitud me recuerda el
viejo chiste del conductor que se ha metido en una autopista a contramano y oye
por la radio "¡Atención!: Un loco se
ha metido en dirección equivocada en la autopista X", y aquél se dice
a sí mismo :"Un loco, no, muchos”.
Madrid, 18 de Diciembre de 2017
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