ASTURIAS DE MIS AMORES
Según los sondeos del CIS, los ciudadanos españoles consideran a la clase política como el tercer o cuarto problema más serio con el que se enfrenta el país. La actuación en Asturias de los partidos políticos no hace más que corroborar esta opinión, pues -salvo contadas y honrosas excepciones- los dirigentes políticos asturianos no han estado a la altura de las circunstancias.
El “cainismo” del PP
Asturias ha sido una región tradicionalmente escorada hacia la izquierda, a excepción del feudo derechista de su capital Oviedo. Hasta 1995 no consiguió el PP acceder al gobierno del Principado, y lo hizo en minoría. El entonces todopoderoso Secretario General del PP, Francisco Álvarez-Cascos, sin contar con el Comité Electoral Regional responsable de la selección de los candidatos, impuso como cabeza de lista a Sergio Marqués, quien –aunque no obtuvo mayoría absoluta- pudo formar un gobierno en minoría gracias al enfrentamiento entre PSOE e IU. Tres años más tarde -sin saberse muy bien las razones- Álvarez-Cascos inicio una campaña de acoso y derribo contra su antiguo protegido, forzó la dimisión de Consejeros y Viceconsejeros, incitó ataques contra él en el Parlamento, le acusó del “mayor caso de corrupción en Europa” –que fue archivado por la fiscalía por inconsistente-, lo suspendió en 1998 y lo expulsó del PP en 1999, provocando la escisión del partido. Como declaró a la sazón, “prefiero un partido sin gobierno a un gobierno sin partido” y, a la postre, se quedó sin uno ni otro. Marqués creó la Unión Regionalista de Asturias con disidentes del PP y este conflicto cainita permitió al candidato del PSOE, Vicente Álvarez Areces, ganar por mayoría absoluta las elecciones de 1999 y mantenerse en el poder hasta 2011, apoyado por IU.
Tras tres mandatos consecutivos de la izquierda, el Principado pasaba por un mal momento, con grave crisis económica, aumento del paro y desprestigio por casos de corrupción. Álvarez Areces –que era el valor mejor cotizado del PSOE- renunció a presentarse a la re-elección, y todos los pronósticos auguraban que se produciría un deseable cambio de ciclo con el PP como alternativa, y que los socialistas pasarían a la oposición. Pero, en esas circunstancias, se abatió sobre el Principado el ciclón “Cascos”. Sin contar con el apoyo –antes al contrario- del Comité Regional de Asturias, ni de la Dirección Nacional del Partido, trató de imponer su candidatura a la presidencia de Asturias “quo nominor Cascos”. Ante el rechazo a su pretensión, Álvarez-Cascos desertó del PP dando un portazo, y creó a primeros de 2011 el partido regionalista “Foro Asturias de Ciudadanos”, cuyas siglas –FAC- coincidían, por pura casualidad, con sus iniciales. El nuevo Pelayo se lanzó a la reconquista del Principado frente a las huestes de follones socio-comunistas y de malandrines “peperos”.
Billete de ida y vuelta a Asturias de Cascos
El factor sorpresa –unido al disgusto de la población por el desgaste socialista y el fraccionamiento del PP- surtió su efecto y Álvarez-Cascos ganó las elecciones autonómicas de 5 de Marzo de 2011, consiguiendo FAC mayoría simple con 16 escaños, frente a 15 del PSOE –que sólo perdió 5 diputados-, 10 del PP –que se dejó la mitad de sus actas- y 4 de IU –que se mantuvo como estaba en 2007-. El ganador formó un Gobierno minoritario sin apoyo exterior, y se entregó a un nacionalismo parroquiano de bable y “sidrina”. Es obvio que si uno está en minoría, tiene que pactar si quiere gobernar, pero quien pretendía ser el Fraga astur estaba por encima de esas nimiedades. Cuando -a causa de su prepotencia y falta de cintura política- vio rechazados los presupuestos de la Comunidad, en vez de reconsiderar su actitud y negociar con el PP –cuyo programa era muy similar al suyo- lanzó un “órdago” y decidió anticipar las elecciones antes de cumplirse un año de su llegada al poder, con la convicción de que conseguiría la mayoría absoluta. Mas las armas las carga el diablo y el tiro le salió por la culata. En las elecciones de 25 de Marzo de 2012, no sólo no alcanzó su objetivo, sino que perdió 4 diputados, pasando a ser la segunda fuerza política tras el PSOE, que había subido a 17 escaños más por deméritos ajenos que por méritos propios. El PP conservó sus 10 escaños e IU ganó 1. La principal novedad fue, sin embargo, la entrada en el Parlamento de UPyD, que –con un único diputado- se convirtió en pieza clave para la formación del Gobierno, dada la igualdad de fuerzas
El PSOE había logrado su 17º escaño por un puñado de votos proporcionados por los emigrantes. El Foro impugnó la validez del escrutinio de los votos del CERA en la circunscripción occidental, porque 332 votos de residentes ausentes habían sido remitidos directamente por correo a la Junta Electoral Provincial en vez de a través de los Consulados, como establece la ley. En su sentencia de 27 de Abril, el Tribunal Superior de Justicia de Asturias dio parcialmente la razón al FAC, pero adoptó una decisión salomónica, ya que -en vez de anular los votos ilícitamente remitidos, lo que hubiera supuesto la entrega al Foro del escaño en cuestión y la consiguiente mayoría absoluta del centro-derecha- decidió que se repitieran las elecciones en la mesa del CERA anulada. PSOE e IU, a su vez, recurrieron en amparo ante el Tribunal Constitucional, quien –en su fallo de 10 de Mayo- declaró nula la sentencia del TSJA por vulnerar el sufragio activo de los electores de la mesa impugnada.
El disputado voto del Señor Prendes
Esta decisión supuso un nuevo empate técnico a 22 votos entre la izquierda y la derecha y, en consecuencia, pasó a ser decisiva la voluntad del diputado de UPyD Ignacio Prendes, con lo que se renovó la lucha por “el disputado voto del Señor Cayo”, premonitoriamente anticipada en la deliciosa novela de Miguel Delibes. Prendes se dejó querer por tirios y troyanos, aunque exigió como condición “sine qua non” para su apoyo la reforma de la Ley Electoral y la constitución de un distrito electoral único en el Principado. El pasado día 16 deshojó finalmente la margarita e inclinó la balanza a siniestra, tras el compromiso del PSOE de crear una Comisión para estudiar la reforma de la Ley electoral. Cabe, pues, esperar que el día 22 se constituya -con el respaldo de IU y UPyD- un Gobierno socialista presidido por Javier Fernández.. Esta opción se ha visto facilitada por la ceremonia de la confusión oficiada por el PP, que –pese a su pregonado deseo de constituir un gobierno de centro- derecha- ha actuado de forma confusa y contradictoria, y apenas ha realizado esfuerzos serios para lograrlo.
El último rifi-rafe de los “hermanos separados” fue causado por la advertencia del Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoso, de que las cuentas del Principado podrían ser intervenidas si no se presentaba a su debido tiempo un Plan Económico y Financiero adecuado. Álvarez-Cascos reaccionó con vehemencia y acusó al Gobierno central de ingerencia intolerable y sin precedentes en una comunidad, y de intento de tutelar la elección del Presidente astur. No deja de ser curioso que haya sido Rosa Díez la que –actuando de “reina madre”- haya respondido el mismo día 16 que Asturias goza de estabilidad y “nadie tiene ya excusas ni coartada para intervenir sus cuentas”, pues esta comunidad se compromete a ”respetar el pacto de estabilidad y el objetivo de déficit”. La mini-bisagra de UPyD ha permitido que, en menos de un año, se vuelva al “statu quo ante ”, pese a que la izquierda no haya gozado de suficiente tiempo en la oposición para regenerarse políticamente. Con este pronunciamiento de UPyD –legítimo al par que revelador, al mostrar hacia donde se inclina su benevolente neutralidad- parece ponerse fin a un experimento “casquiano”, que se ha convertido en “kafkiano”. .