sábado, 9 de mayo de 2020

¡A por la cuarta!

¡A POR LA CUARTA! Las sevillanas constan de cuatro pases de bailes diferenciados. Cuando se danza el cuarto, se concluye la sevillana. Se pueden volver a bailar, pero no hay una quinta, sino que se vuelve a repetir el ciclo empezando por la primera. Al grito de, “¡Vamos niños, a por la cuarta, que si no viene el caos!”, Pedro Sánchez y su cohorte de Ábalos y Lastras han conseguido con dificultad obtener del Congreso la cuarta ampliación del estado de alarma. Negociaciones del Gobierno para lograr la extensión del estado de alarma El Gobierno ha recurrido al burdo chantaje de amenazar con el caos –como si ya no existiera con anterioridad desde hace algún tiempo- si no se aprobaba la prórroga. y culpado de antemano al principal partido de la oposición por la infinidad de muertes que se producirían –como si no se hubieran producido ya suficientes-, si impedía que se mantuviera el estado de alarma. Afirmó que no había Plan B y llegó a la falacia de afirmar que, de no haber renovación, cesarían las ayudas a los trabajadores –especialmente los sometidos a un ERTE- y a los autónomos, como si la cuestiones sanitarias y las socio-laborales no fueran separables y estas últimas no pudieran ser trasladadas a un Decreto “ad hoc”. Toda la furia del averno se desencadenó sobre la cabeza de Pablo Casado por decir que el PP apoyaría la propuesta de extensión, mientras que el Gobierno no hizo el menor reproche a partidos –como el camaleónico PNV- que anunciaron igualmente su abstención, ni –lo que tiene aún más inri- a su infiel aliado ERC, que anunció que votaría en contra. Sánchez sólo tenía tres años en 1975, por lo que no creo que leyera la magistral viñeta publicada por el humorista Ramón en el semanario satírico “Hermano Lobo”. Se veía a un preboste de la época dirigiendo a la muchedumbre la siguiente pregunta “¿O nosotros o el caos?”. La multitud contestaba: “¡¡El casos, el caos!!”, a lo que el personaje replicaba: ”Es igual. También somos nosotros”. El Presidente del Gobierno se ha sentido identificado, sin saberlo, con el tenor de la viñeta y podría emular a Luis XIV diciendo. “Le chaos, c´est moi”. Tras verle los dientes al lobo, Sánchez tuvo que cambiar de táctica y hacer lo que hasta entonces nunca había hecho: negociar de forma trepidante –no con el PP, por supuesto- con Ciudadanos (10 escaños) y el PNV (6) y, además, hacer algunas concesiones, que se plasmaron por escrito en el texto del Decreto o quedaron flotando en el reino de las promesas. Así, Sánchez aceptó todas las exigencias de Íñigo Urkullu para devolver al País Vasco las competencias para la desescalada, mientras que a Inés Arrimadas sólo le dio buenas palabras y ¿qué valor tiene la palabra de Pedro Sánchez? En los “rankings nacionales e internacionales está al nivel del bono basura. En la sesión del Congreso, ni siquiera agradeció a Cs su apoyo y la portavoz-sabueso socialista, Adriana Lastra, incluso la atacó. Una de las peticiones de Arrimadas había sido la de que no se produjera un quinta prórroga y Sánchez la puso en evidencia cuando, pese a sus vanas promesas, comentó que las dos semanas que le votaba serían seis o más. Como ha observado Carlos Vidal, el PNV ha descafeinado con sus enmiendas el texto del Decreto, que equivale a regresar a la normalidad bajo una situación excepcional de anormalidad. Cambio de táctica de Ciudadanos Creo que Arrimadas ha hecho un pan como unas tortas al cambiar de táctica. Para corregir el error de Albert Rivera –que le costó el abandono de la vida política y la jibarización de su partido- Arrimadas ha incurrido en otro error similar, aunque de signo contrario. En su ambición por convertirse en el líder den centro-derecha, Rivera se negó a negociar con el PSOE de Sánchez –y viceversa- la formación de un Gobierno socialdemócrata, que a la sazón resultaba viable, como demostró el hecho de que hubieran podido firmar una programa de Gobierno bastante completo. Ahora la situación es bien distinta porque, a las dificultades de convivir con el bonapartismo de Sánchez, se añade la presencia de un tercero en discordia: un Pablo Iglesias, que sabe muy bien lo que quiere y está determinado a conseguirlo desde el Gobierno. En su desesperada búsqueda del centro perdido, Cs está dando, “gratis et amore”, cobertura a un Gobierno socialista-comunistas que está en sus antípodas y que se está aprovechando de los poderes excepcionales que le concede el estado de alarma para ir preparando un cambio en el ordenamiento jurídico establecido por la Constitución de 1978 e imponer una “nueva normalidad”.Como ha señalado el diario “El Mundo”, una cosa es seguir una política útil y otra servir de compañero de viaje a políticos sin escrúpulos Para demostrar su centro-centrismo, Cs está incluso abierto a aprobar los Presupuestos para 2021, que son delirantes y difícilmente ayudarán a la reconstrucción de España. El Presidente del Grupo Parlamentario, Carlos Carrizosa, ha declarado que el partido estaba dispuesto a apoyar el presupuesto de Sánchez-Ibáñez siempre que hiciera frente a la pandemia y a la angustiosa situación económica. Ello no suponía un cambio en las alianza establecidas en diversas Comunidades y Municipios, sino una muestra de responsabilidad política. Este giro ha sido acogido con entusiasmo por el sector crítico del partido, que defiende un alejamiento del PP y un acercamiento al PSOE, que podrían llevar acarreados cambios en los Gobiernos autonómicos de coalición. Espero que Inés Arrimadas no llegue a este extremo, pero personajes como Ignacio Aguado, Francisco Igea o Juan Marín son poco de fiar. Abusos de poder del Gobierno durante el estado de alarma Cs ha dado aliento a un Gobierno que, aprovechándose del estado de alarma, está siguiendo una lamentable política, que ha sido magníficamente descrita por la Fiscal del Tribunal Supremo y antigua Fiscal General del Estado, Consuelo Madrigal. El más sucio de los negocios que ha realizado el Gobierno ha sido –a su juicio- la apropiación ilícita de poder, que se aprovecha del miedo, del cautiverio y de la postración de la sociedad. ”Padecemos el tardío abordaje de una crisis sanitaria –que no de orden público- mediante la privación de libertad bajo una coerción policial innecesaria sobre una ciudadanía mayoritariamente responsable. Padecemos la exasperación de esas medidas en contra de la propia ley del estado de alarma, que como regla general impone la libertad y sólo como excepción temporal su restricción”. Constituye un ejercicio antidemocrático de poder la imposición encubierta y sin el control interno y europeo de un auténtico estado de excepción, en el que se han restringido severamente los derechos, bajo cobertura de la prórroga del estado de alarma. Ante una sociedad cautiva, se han dictado órdenes ministeriales de inmenso calado económico y fuerte compromiso sobre los derechos y un sinfín de decretos-leyes restrictivos de los derechos fundamentales sobre materias que poca o ninguna relación guardan con las razones sanitarias y de orden público que demandaron el establecimiento del estado de alarma. La sociedad española ha asistido atónita al cierre del portal de transparencia del Gobierno, a la imposición de filtros a las preguntas de la prensa, a la financiación pública de medios de comunicación vasallos, a la restricción en la difusión de mensajes y a la evaluación de la verdad o falsedad de las noticias.. Siempre hay que frenar la ilegítima apropiación de poder por parte de los Gobierno legítimamente constituidos. “. Asumen acríticamente que la salud y la seguridad exigen la restricción de nuestras libertades o minimizan su importancia, sin pensar que las amplias facultades ya acordadas son peligrosas, pueden ser utilizadas equivocadamente y quizás ya lo están siendo, Los poderes del Estado deben gestionar la crisis y su recuperación, sí, pero han de hacerlo bajo estricto control de las instituciones democráticas, apoyadas por una ciudadanía activa, cuya acción crítica –a riesgo de introducir malestar y tensión- contribuya a la construcción de la ética pública”. Ha mostrado falta de credibilidad un sistema que dejó atrás a los mayores de 80 años, en domicilios privados y en residencias, y les negó hospitalización, tratamiento y pruebas diagnósticas; que mantiene en primera línea sin protección a los profesionales de la salud y del orden público –cuyo heroico esfuerzo es, en si mismo, el más elocuente reproche-; que sigue sin ofrecer tests a los profesionales, a los enfermos y a la población confinada, y que no reconoce las espeluznantes cifras de fallecimiento. “Ningún sacrificio más podrá exigirse, nada será posible sin un reconocimiento público de la magnitud de la tragedia, sin el duelo, la memoria y la honra de sus víctimas, sin un análisis serio de todas sus causas, de las acciones y omisiones concurrentes en cada caso, sin la investigación y evaluación de la imprevisión y las dejaciones, de las probables imprudencias y de los posibles fraudes, sin la exigencia de las responsabilidades que en su caso resulten, sin la pronta rectificación de los errores, la reparación de los daños y la compensación del sufrimiento. Es lo mínimo que debe ofrecerse a ciudadanos libres dispuestos a asumir esfuerzos”. El uso del término “nueva normalidaad” como objetivo al alcanzar es revelador de las intenciones del Gobierno, como ha puesto de manifiesto Jorge Vilches en un excelente artículo publicado en “Voz Pópuli”. No se trata de volver a la normalidad vigente con anterioridad al estallido de la pandemia, sino de establecer otra nueva pilotada por Iglesias, que tiene un plan para acaparar poderes, eludir el control parlamentario, modelar la opinión pública y transformar el sistema establecido en 1978 para adaptarlo a sus ideas políticas. La deriva autoritaria del Gobierno amenaza la democracia liberal, suspende las libertades para establecer un orden jurídico diferente y supone un grave riesgo de involución. Impone una nueva normalidad que “somete al país a la subvención y a la autorización gubernamental arbitraria”. Implica “un PER permanente que consiga la obediencia y el silencio del subsidiado”, que persigue la creación de una sociedad “sin libertad de información ni de opinión, con una oposición deslegitimizada y unos ciudadanos dependientes de las concesiones gubernamentales”. El Gobierno ha aprovechado la ocasión no sólo para tomar medidas sanitarias, sino también otras que afectan a la economía, a las relaciones laborales o a la propia concepción del Estado, ajenas al sentido del Decreto-ley sobre el estado de alarma, como el propio blindaje de la presencia de Iglesias en la Comisión controladora del CESID. España se ha convertido en un laboratorio para desarrollar las pretensiones autoritarias de un Pedro Sánchez, que se ha entregado en cuerpo y alma al populismo comunista de Ps. A sanchistas y podemistas. les interesa prolongar al máximo la hibernación económica para que se destruya la estructura productiva privada y se agigante la mano de un Estado paternalista y protector. ”Cuanto más tiempo se alargue un estado de alarma inútil., mas peligro correremos de que lo que tangamos que reconstruir con el tiempo sea la propia democracia”. Tras los juegos de artificio propagandísticos de unos nuevos Pactos de la Moncloa –“made in Ivan Redondodo´s studies”-, el Gobierno decidió crear en el Congreso una rimbombante Comisión para la Reconstrucción Social y Económica del país, que se acaba de constituir con malos augurios. El PSOE ha impuesto su concepción de la Comisión –formación de cuatro Grupos de Trabajo sobre sanidad y salud pública, reactivación económica y modernización del sistema productivo, políticas sociales y sistemas de cuidados y Unión Europea- y sentado en la presidencia a Pachi López, que fue efímero lendakari del País Vasco gracias a la generosidad del PP, al que no le dio ni agua y ni siquiera las gracias. Los socialistas han rechazado la propuesta del PP de establecer un Grupo sobre libertades democráticas y López ya ha lanzado un aviso a navegantes de que “ni se nos ocurra por cuestiones partidarias deslizarnos hacia el desacuerdo”. Sin embargo, figura ya en el Orden del día de una Mesa controlada por el PSOE, con la presencia testimonial de sólo el PP. Supondría la cuadratura del círculo casar las tesis económicas liberales reivindicadas por la oposición democrática y por el sector razonable del Gobierno, y las teorías estatalistas auspiciadas por Iglesias. Actitud de Países Bajos El Gobierno español ha presentado a la Comisión Europea un Plan voluntarista e irreal que prevé un déficit superior a €100.000 millones -un 10.% de su PIB-, cifras que han sido cuestionadas por el Servicio de Estadísticas de la Comisión y por la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIREF). España va a necesitar la ayuda financiera de las instituciones de la Unión para hacer frente a las desastrosas consecuencias de la pandemia del Coviv-19 y actualmente está en discusión la forma de actuación de los distintos mecanismos previstos al efecto –MEDE, Fondo de Recuperación, propuesta SURE, ayuda del Banco Europeo de Inversiones…-, y en el curso de los debates, ha vuelto a surgir la vieja polémica entre los Estados-hormigas del norte y los Estados-cigarras del sur. En este punto, quiero dedicar una mención especial a la actitud de los Países Bajos. Pasé cuatro veranos de mi juventud universitaria en la Academia de Derecho Internacional de La Haya y he apreciado el carácter emprendedor de los holandeses y su capacidad de gestión política y económica. Al mismo tiempo, me ha irritado sobremanera la cínica disposición de los holandeses a dar lecciones de moralidad a todo bicho viviente –sean personas o naciones-, especialmente en los ámbitos de la gobernación y el comercio internacional. Pasan por alto el pasado pirata de su desarrollo inicial como Estado, con la práctica de la trata de esclavos o la explotación de sus colonias a través de las grandes Compañías de Indias. Pese a sus reiteradas admoniciones a todas las naciones, especialmente a las manirrotas del sur de Europa, sigue con sus prácticas piratescas en su política financiera y fiscal, hasta el punto de facilitar que las grandes empresas multinacionales defrauden €20.000 millones al año –un 15% de la evasión fiscal global- a los distintos Estados del mundo mediante sus mecanismos al efecto. El sistema ha sido descrito por el profesor de la Universidad de Tillburg, Arjan Lejour. Paises Bajos prevé para las empresas establecidas en su territorio unos impuestos inferiores a los habituales en los demás Estados miembros de la UE. No es mera coincidencia que hayan establecido su sede en el país empresas como Ikea, Shell o Unilever. La normativa holandesa ha provocado el establecimiento de 15.000 “instituciones financieras especiales”, empresas pantallas o buzón, sin oficinas, empleados ni actividad comercial, cuyo único objetivo es permitir a las empresas multinacionales evadir el pago de impuestos. .Me recuerda el fiasco que sufrí cuando visité por primera vez el puerto de Monrovia para ver las oficinas de las empresas navieras del país que poseía el mayor tonelaje de buques mercante del mundo, Liberia, y me encontré con una serie de chamizos con grandes carteles en los que figuraban números de teléfono de Nueva York, Londres o El Pireo. Estas empresas crean filiales ficticias en Holanda y derivan hacia ellas los beneficios obtenidos en otros países. Las empresas encuentran toda clase de facilidades en un país que, desde 1954, goza de una infraestructura financiera sumamente opaca: bajos impuestos, no imposición a los dividendos, ausencia de retenciones, y red de tratados bilaterales en los que se crean “nominatim” condiciones especiales para las multinacionales. El Gobierno holandés cobra tan sólo una modesta comisión por su desinteresada prestación de servicios –unos €2.000 millones al año-. Las principales beneficiadas son las empresas multinacionales –como Ikea, empresas constructoras de automóviles como FIAT o Ferrari, compañías petroleras como Shell…-, que, una vez blanqueados sus beneficios a bajo coste, envían sus ganancias a los denostados paraísos fiscales del Caribe o a los chiringuitos financieros de Luxemburgo, Malta, Chipre o las Islas del canal de la Mancha. Otra fórmula evasora requiere la colaboración de un tercer Estado que practique el “dumping” fiscal, como Irlanda. Por ejemplo, Google –que tiene su sede en Dublín- crea una filial en Amsterdam. Los beneficios obtenidos en Europa se canalizan a la filial holandesa y, una vez blanqueados, pueden ser transferidos a otra filial irlandesa en Bermudas o las islas Caimán. Según OXFAM, en 2014 Google desvió €11.000 millones a Bermudas a través de Países Bajos, pagando unos impuestos ridículos. La ONG califica a este país de paraíso fiscal, pero los Ministros de Hacienda de los Estados miembros de la UE no la incluyen en la oprobiosa lista de este tipo de paraísos, porque el dinero –una vez blanqueado- no se queda en Holanda, sino que emigra a reconocidos paraísos fiscales en los que no existe el menor control. Así salva Países Bajos hipócritamente, su respetabilidad moral y su honorabilidad de Estado modelo y, encima, se permite el lujo de sermonear a los demás Estados y tirar piedras sobre sus tejados, sin ser consciente de que el suyo es de cristal. El profesor holandés de la Universidad Autónoma de Madrid, Marcel Jansen, ha tratado de explicar y -hasta cierto punt-, justificar la actitud de su país. España se presenta a los ojos de los holandeses como un país irresponsable que gasta más de lo que ingresa. Este sentimiento se reflejó en el insultante comentario de su Ministro de Hacienda, Wopke Hoekstra, o en el pulgar hacia arriba del Primer Ministro, Mark Rutte, tras el comentario de un camionero holandés de que no había que dar dinero a los italianos y los españoles, remedo de su propia frase durante la crisis financiera de 2008, de “ni un euro más a los griegos”-. En un plano más general, Países Bajos ha pasado de una concepción federalista, al inicio de la creación de la CECA y de la CEE, a otra mercantilista, similar a la de Gran Bretaña. No espera nada de la UE –salvo que salvaguarde las cuatro libertades y el mercado único-, ni cree que deba ayudar a los Estados que lo necesiten, especialmente si no han hecho sus deberes. El Gobierno holandés se ve muy presionado por los partidos populistas de derechas -que fomentan los prejuicios contra los Estados del sur- y por la opinión prevaleciente en el pueblo llano. Países Bajos redujo en 15 puntos su deuda entre 2014 y 2020, mientras que España la aumento hasta cerca del 100%, en unos años en que era el Estado que más crecía en el seno de la UE. Pese a estar altamente endeudada, no hizo nada para corregir la situación en períodos de bonanza y ahora pide árnica a la UE. Sánchez no puede decir que, o se emiten eurobonos o la UE será un proyecto fallido, ni acudir a Europa a pedir ayuda y generar a la vez un clima antieuropeo si la Unión no le da todo lo que solicita.. La pandemia ha afectado a todos, los Estados, pero unos están en mejores condiciones que otros para hacer frente a sus consecuencias en función de las políticas seguidas con anterioridad a la crisis. Países Bajos también ha sufrido los efectos negativos de la pandemia, pues ha incurrido en un déficit de €90.000 millones –l2% de su PIB- y tendrá que apretarse el cinturón. En estas condiciones, estiman que es más justo gastar el dinero en beneficio de los holandeses que dárselo a los españoles o a los italianos. Jansen deja en el aire la pregunta de, si Países Bajos fuera el país más afectado por la pandemia, ¿acudiría Sánchez a Bruselas a ofrecerle dinero? Ampliando su consideración a los Estados afluentes del norte de Europa, Jansen –que firmó junto a otros 80 economistas una carta al Gobierno holandés pidiendo una respuesta europea solidaria a la crisis del coronavirus- estima que estos países tienen una concepción subsidiaria de la UE y consideran que la principal responsabilidad recae sobre los Estados, especialmente cuando la Sanidad no figura entre las competencias de la Unión. España e Italia están exigiendo una solidaridad ante la pandemia que estos países no parecen dispuestos a dar. La idea de una deuda perpetua de los sureños que se pague a través de transferencias de la UE y sus Estados miembros es difícil de digerir. Estos Estados, incumplidores de sus compromisos, invocan una concepción federal –- mutualización de la deuda, emisión de eurobonos o creación de un Ministerio de Hacienda comunitario y un presupuesto común de la UE- que repugna a estos países. . Se han creado unas expectativas exageradas y los Estados del sur, pese a ser lo más afectados por la pandemia, no van a recibir tanto dinero como esperan. No comprenden que el Gobierno español pretenda derogar una reforma laboral que le ha otorgado importantes beneficios con un 14% de paro o mantener por ley el valor adquisitivo de las pensiones con un déficit estructural del la Seguridad Social de 1.8% del PIB, beneficio del que, por otra parte, los ciudadanos de estos países no disfrutan. Aquí creo que el Gobierno español debería hacer autocrítica y reflexionar si no está yendo demasiado al condesecender con una política populista y demagógica. No se puede acudir como un pobre vergonzante a un comedor de Cáritas y pedir un menú especial con unas copas de vino de Rioja de reserva. ¿Está España en condiciones de costear una renta mínima vital, garantizar el poder adquisitivo de las pensiones, aumentar el número y el volumen de las pensiones no contributivas, garantizar durante largo tiempo el pago de los ERTE y de las subvenciones a los autónomos o aumentar el importante déficit para permitir el lucimiento de Iglesias ante los parias de la tierra? Aunque sea meramente anecdótico, ¿no se la cae la cara de vergüenza a Sánchez de pasar el platillo para pedir dinero a la UE con el Gobierno que tiene más miembros de Europa, 4 vicepresidentes y 22 Ministros 22, algunos con las competencias de un Director General? Sin inmutarse, Sánchez ha declarado que todos y cada uno de los Ministros tenían el respaldo de su Presidente. Una cura de adelgazamiento del Gabinete –exigido por razones de pura eficacia- apenas tendría consecuencias económicas, pero es una cuestión de decoro y de vergüenza ajena., Como ha observado el Ministro de Hacienda alemán. Olaf Scholz, el que pide dinero deberá atenerse a las reglas de control presupuestario comunes. La propia Ministra de Hacienda, María Jesús Montero –que ha sido cocinera antes que fraila en la Junta de Andalucía- ha afirmado que, aunque el Fondo especial de €16.000 millones ofrecido por el Gobierno a las Comunidades Autónomas para ayudarlas a hacer frente a las consecuencias de la pandemia se ofrecerá sin condiciones, ello no significa que “desaparezca la correspondiente corresponsabilidad fiscal” . No sé si se ha debido a los efectos de la sentencia del Tribunal Constitucional Alemán, que ha considerado inconstitucional la adquisición de deuda pública por parte del Banco Central Europeo y arbitraria e insostenible la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de 2018 sobre el tema, pero el hecho es que ayer el Eurogrupo aprobó con inusitada rapidez las reglas para el acceso de los Estados miembros al Plan de Apoyo de la UE, hasta el 2% de su PIB, en relación con los €540.000 del fondo del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE). No se requieren condiciones de ajustes, ni se se prevé la actuación de los “hombres de negro”, bastando como único requisito que los Estados se comprometan a utilizar las líneas de crédito del MEDE para apoyar la financiación interna y los costes indirectos de la actuación sanitaria, cura y prevención debidas a la crisis del Coviv-19. La decisión del Eurogrupo incluye la siguiente cláusula un tanto sibilina: ”El monitoreo y la vigilancia deben ser proporcionales a la naturaleza del shock simétrico causado por el Coviv-19 y a las características y al uso del apoyo a la crisis pandémica en línea con el marco de la UE y la directriz relevante del MEDE” .El Tribunal alemán pretendía obstaculizar la adopción del Plan de Ayuda, pero le ha salido el tiro por la culata y -como ha señalado Teresa Freixes-, al final el Tribunal de Karlsruhe nos habrá hecho un favor. La Comisión para la Recuperación Social y Económica y el proceso para la concesión de ayuda solidaria europea ya se han puesto en marcha y el Gobierno tendrá que ponerse las pilas para obtener la parte del botín que le corresponda. A tales efectos, tendrá que meter en el congelador a Iglesias y a sus muchachos de las Juventudes comunistas y esforzarse por convencer a los mercados de que, en cuanto se supere la crisis, tomará las medidas oportunas para reducir su ingente deuda. Asimismo deberá renunciar a sus exigencias de nuevas prórrogas del estado de alarma, ya que cuenta en la legislación ordinaría con instrumentos -como las Leyes de Seguridad Nacional, de medidas Especiales en Materia de Seguridad Pública o General de Salud Pública- que le permiten llevar a cabo el proceso de desescalada, sin necesidad de violentar los derechos fundamentales de los ciudadanos. Rafael Jiménez Asenso se ha preguntado si serán capaces nuestros políticos de acordar leal y cooperativamente esta desescalada sin necesidad de un mando único, mediante unas directrices comunes pactadas horizontalmente con las Comunidades Autónomas o sólo cabe seguir recurriendo a fórmulas excepcionales para volver a recuperar la normalidad perdida, y no a establecer una nueva e imprecisa normalidad. Yo creo que sí. En todo caso –como en el chiste- hay que dar a la Montse una oportunidad. Esperemos que la cuarta sevillana sea realmente la última. Madrid, 9 de mayo de 2020

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