sábado, 18 de abril de 2020

"Right or wrong, my Government"


“RIGHT OR WRONG, MY GOVERNMENT”

            Me ha sorprendido sobremanera el artículo “Aplausos versus caceroladas” publicado en “InfoLibre” por Antonio Estella, catedrático de Gobernanza Global y Europea de la Universidad Carlos III de Madrid. Mantiene la tesis de que  algunos líderes políticos de la derecha española insisten en crispar aún más la polarización de la vida política española por apoyar caceroladas contra el Gobierno. ¿No podía hacer la oposición española un ejercicio de responsabilidad en esta ocasión? –se pregunta-. ¿Nos merecemos los españoles ser los más polarizados  y crispados del mundo? Y concluye afirmando que, “frente a las caceroladas, aplausos sin duda alguna”.

            No soy consciente de que la “oposición de derechas” haya convocado cacerolada alguna contra el Gobierno de la Nación. Si sé que quien ha organizado una cacerolada desde dentro del Gobierno ha sido su Vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, que ha instado desde la Moncloa a los ciudadanos a que protesten con el ruido de las cacerolas contra el Jefe del Estado, que ha tenido una conducta ejemplar, tanto con carácter general, como en el caso especial de la pandemia del Coviv-19. Con un pie institucional en el Gobierno y otro pie antisistema en la oposición, Iglesias no pierde ocasión de denigrar a la monarquía constitucional y a su más cualificado representante, el Rey Felipe VI, llegando al extremo de escandalizarse porque vista el glorioso uniforme del Ejército español.

            Tampoco soy consciente de ningún acto de deslealtad de la oposición democrática hacia el Gobierno en la crisis del coronavirus. Antes al contrario. Ha dado su apoyo incondicional a la declaración del estado alarma, pese a no haber sido consultada por el Gobierno, que la ha ninguneado, ha ignorado sus propuestas e incluso la ha insultado a través del Presidente Pedro Sánchez, del Vicepresidente segundo, Pablo Iglesias  y, sobre todo, de la portavoz del PSOE, Adriana Lastra.. El autor se rasga las vestiduras por la afirmación del Presidente del PP, Pablo Casado, de que el Presidente no merece el apoyo de la oposición, porque “su arrogancia, sus mentiras y su ineficacia son un cocktail explosivo para España”. ¿Acaso ha ido Casado más allá de los límites de la crítica política razonable. ¿No es arrogante Sánchez? Como Luis XIV se cree que el Estado es él y trata de suplantar la figura del Jefe del Estado ¿Han mentido Sánchez y su Gobierno? Cantidad: Grandes mentiras, pequeñas mentiras y cintas de video de propaganda. No menciono las estadísticas, porque éstas ni les salen. En cuanto a la ineficiencia, ¿nos merecemos los españoles que nuestro país tenga la tasa más alta del mundo de muertos por el Coviv-19 por número de habitantes? ¿Se debe esto a los hados fatídicos que se han ensañado con los españoles  por sus muchas culpas o de alguna manera ha ayudado el Gobierno con su inoperancia? El PP ha criticado al Gobierno de Sánchez por fundadas razones, pero lo ha apoyado, cosa que no hizo el PSOE con el Gobierno de Rajoy cuando la mini-crisis del ébola, que produjo lá única muerte de la mascota de la enfermera infestada.

            Es evidente que atravesamos una crisis inesperada y sin precedentes, y que la mayoría de los Estados se han visto superados por la pandemia. No todos los Gobiernos, sin embargo, han actuado de forma tan poco responsable como el español. La situación no era tan inesperada, ya que –una vez superada la sorpresa por la explosión imprevista del virus- se podían ver sus efectos y consecuencias, no ya en la lejana China tan distinta y distante humana y socialmente, sino en la vecina Italia, tan semejante a España en tantos aspectos. Según ha revelado el Ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, desde el 2 de febrero, su Departamento se había reunido con prestigiosos científicos españoles, que le habían advertido sobre la peligrosidad del virus, pero a pesar de ello, el Gobierno tardó cuarenta días y cuarenta noches en declarar el estado de alarma. Y lo peor es que este retraso en tomar las medidas requeridas se debió a motivaciones ideológicas. El Gobierno no podía suspender la macro-manifestación de exaltación feminista del 8 de Mayo, pese a las advertencias de la Organización Mundial de la Salud y de la Agencia de Salud Pública Europea de que había que evitar la concentración de muchas personas para no facilitar la propagación de la pandemia. No sólo no la suspendió, sino que el Gobierno alentó su celebración en toda España y participó al más alto nivel ministerial en la manifestación de Madrid. Como afirmó la Vicepresidenta primera, Carmen Calvo, las mujeres tenían que asistir porque en ello les iba la vida y, por una vez, llevaba razón y ella misma ha corrido el riesgo de perderla. Al no prohibir la manifestación, tuvo que autorizar la celebración de eventos deportivos multitudinarios –incluido el partido de fútbol en Bérgamo entre el Atalanta y el Valencia, que fue un gran centro difusor del virus- y de reuniones políticos, como la Asamblea de Vox en Vistalegre. El Gobierno sigue sin reconocer su error y, por supuesto a pedir disculpas. Todo sea para contar con protomátires del feminismo entre las ministras y la propia esposa del Presidente del Gobierno. ¡Antes mártir que confesor! Sin embargo –como ha señalado  la Fundación de Estudios de Economía Aplicada-, si se hubiera adelantado el confinamiento una semana –justo un día antes de las grandes manifestaciones del 8-M-, se había ahorrado el 62% de los contagios. 

            El Gobierno no ha tenido una hoja de ruta clara y coherente, y ha ido dando bandazos según Sánchez escuchara a uno u otro sector del duopolio gubernamental. En sus homilías semanales “ad majorem Petrus gloriam”, Sánchez lanzaba humo propagandístico y globos sondas, y hacía promesas y afirmaciones imposibles de cumplir por la falta de material sanitario y de protección personal, lo que ha provocado el aumento de los contagios, especialmente entre el heroico personal sanitario. Las muestras de incompetencia a la hora de conseguir el material necesario ha superado los límites de lo tolerable, como ha mostrado la adquisición de los ineficaces “tests” chinos y, contra cualquier lógica, la decisión del Ministerio de Sanidad de encargar al mismo intermediario que trajera nuevos “tests”, después de que la empresa hubiera dado palabrita del Niño Jesús de que, esta vez, si serían buenos.

            El profesor Estella parece compartir el eslogan de que lo que tiene que hacer la oposición es callarse, apoyar al Gobierno y hasta aplaudirlo mientras dure la crisis. No puede criticarlo sin caer en la deslealtad , la felonía e incluso la traición. .Ello va contra las normas de un Estado de Derecho y de nuestra Constitución. Como ha observado César Calderón, la democracia no se suspende durante una crisis sanitaria, por grave que sea, y la oposición sigue con su deber de controlar la acción del Gobierno mediante la fiscalización parlamentaria. No sólo debe controlar al ejecutivo –añado yo-, sino hacerlo con mayor intensidad aún, pues –como consecuencia de la declaración del estado de alarma- el Gobierno ha asumido unos amplísimos poderes excepcionales, que afectan a los derechos fundamentales de los ciudadanos. El Gobierno ha hecho cuanto ha estado en su mano para eludir cualquier control. Ha clausurado el Parlamento, abusado del recurso a los decretos-leyes, establecido una censura tipo No-Do a través del Censor Mayor del Reino, el Secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, y manipulado groseramente las encuestas del CIS, mediante José F. Tezanos.

            Sánchez exige la unión incondicional de todos los españoles en torno a su carismática persona, pero ¿cómo puede pedirla si no es capaz de conseguir la unidad de su propio Gobierno? Hemos asistidos a situaciones kafkianas. El 14 de marzo, día en que el Consejo de Ministros decretó el Estado de alarma, Iglesias irrumpió en la reunión, pese a estar sometido a cuarentena, y pretendió modificar el decreto preparado por el equipo de la Vicepresidente tercera, Nadia Calviño, hasta el punto de que ésta amenazó a Sánchez con dimitir. La reunión se prolongó hasta altas horas de la noche y el Real Decreto-ley se publicó en el BOE unos minutos antes de su entrada en vigor. Estos últimos días, el Gobierno ha vuelto a dar muestras de su falta de unidad con motivo de la adopción de la renta mínima, “enfant chéri” de Iglesias, que ha querido establecerlo desde ya, siguiendo la técnica jurídica chapucera que utilizó su consorte en su ley sobre la violencia sexual. Tras aceptar gentilmente que no se establezca desde ya una renta mínima provisional, Iglesias ha exigido que se haga el próximo mes de mayo. El Ministros responsable de presentar el texto, José Luis Escrivá, declaró en el último Consejo de Ministros que su elaboración requeriría varios meses dada su complejidad, opinión que fue expuesta en la rueda de prensa posterior al Consejo por la Ministra portavoz, María Jesús Montero..Iglesias ha puenteado al Consejo y engatusado al jefe, que ha desautorizado a sus Ministros de Seguridad Social y de Hacienda, al afirmar que la renta mínima se aplicará a partir de mayo.

            Sánchez se enfrenta a la situación peliaguda de la reactivación de la actividad económica del país cuando aún no se ha controlado la pandemia sanitaria y no tiene ni idea de cómo hacerlo, a diferencia de Iglesías, que tiene sus errónea ideas muy claras, es inteligente y coriáceo y domina moralmente a Sánchez. Tratará de arrimar el ascua a su sardina bolivariana y, si Sánchez sucumbiera a sus influjos, aplicaría una política que es justa la contraria a lo que ahora necesita España, Como ha comentado el eurodiputado de Ciudadanos, Adrián Vázquez, los anuncios sobre la concesión de  una renta universal permanente a los ciudadanos españoles no va a ayudar en absoluto a la puesta en práctica de la solución de compromiso presentada por la Comisión Europea de emitir bonos para deudas futuras con la cobertura del presupuesto de la UE y no de los de los Estados miembros. Como su jefa, Inés Arrimadas, es partidario de mantener un mínimo de conexión y colaboración con el Gobierno para que Sánchez no se tire al monte con sus socios populistas y nacionalistas.   

El Presidente que –aunque no sea inteligente- es listo y pragmático, debería darse cuenta de que no se puede soplar y sorber. No es posible mezclar el agua con el aceite, las propuestas socio-liberales del equipo de Calviño con las medidas intervencionistas y estatalistas propugnadas por  Podemos y, si se pronunciara a favor de éstas –como hizo en su día su antecesor José Luis Rodríguez Zapatero- no puede esperar el apoyo del PP y Ciudadanos, ni incluso el del PNV.

            Tendrá que optar y no cabe que siga con su táctica habitual de marear la perdiz para ganar tiempo y tratar de eludir responsabilidades, endosándoselas a los partidos de la oposición de derechas. Los pocos que hay a la izquierdas, no cuentan, porque -siendo de izquierdas- ya están moralmente excusados, aparte de que acaban por convertirse en  sus aliados. Eso es lo que trata de hacer con su rimbombante propuesta de re-editar, “entre todos”, unos pactos de la Moncloa, que han aquedado rebajados a unos acuerdos de reconstrucción. Es una operación que los franceses califican de  semblant faire”, de dar impresión de que se hace algo sin hacer nada, poniendo, eso sí, cara de velocidad y situando a los ciclistas “domésticos” en torno al “maillot rosa” de la Vuelta a España. Los llama a capítulo para que comparezcan y los interesados se enteran por la prensa de su llamamiento. Casado se ha rebelado contra al enésima provocación de Sánchez y ha aplazado la audiencia con Pedro Contador hasta el lunes. Arrimadas ha acudido solícita a la cita y ha saliendo haciendo fú como el gato, al darse cuenta que se trataba de una más de las engañifas de Sánchez. Proclama que hay  que unirse para actuar, pero no presenta ni un papel sobre en qué consiste esa actuación y lo más que ha conseguido es un larriano “Vuelva Vd. mañana”.

            Como ha señala “El Mundo” en su editorial de hoy, se trata de una maniobra de propaganda, que refleja su obsesión por repetir rondas en torno a su persona, en las que –a juzgar por la ausencia de guion- importa más la ceremonia de reunirse –la foto de propaganda- que el contenido de la reunión. “Todo parece un nuevo teatro de Sánchez para ganar tiempo y diluir a los partidos de la oposición, mientras improvisa la próxima jugada”. Los ciudadanos esperan unidad de acción de todos los partidos para superar la crisis sanitaria y económica, pero para poder reclamarla, el Gobierno debería presentar un programa con las medidas para las que pide respaldo. “Lo contrario es un fraude”. Celebrar reuniones para desviar la atención sobre los muertos y los parados sólo aumentará la frustración social. “El papel del PP  y Cs en ningún caso puede ser  el de comparsas pasivos de Sánchez, sino el de atraerle a la moderación y al consenso constitucionalista que el PSOE extravió cuando eligió aliarse con Podemos y los separatistas”

            No va a ser tarea fácil dado el embrujo que sobre Sánchez ejerce Iglesias, cuyo enfoque ideológico se ha impuesto sobre el criterio técnico de Escrivá. “Si ni siquiera el Gobierno es capaz de hablar con una sola voz y de que esa voz suene económicamente solvente, parece poco probable  que pueda entenderse con una oposición, que precisamente reclama claridad y seriedad”. Sánchez, al igual que el profesor Estella, parece mostrarse de acuerdo con el aforismo anglosajón “Right or wrong, my country”-“Tenga razón o se equivoque, estoy con mi país”-. En este caso, “con mi Gobierno”. No comparto esta opinión pues, por encima de los criterios políticos, hay unos principios éticos. Hay que apoyar al Gobierno sin fisuras cuando actúa correctamente, pero no cabe apoyarlo cuando actúa incorrectamente y hay que tratar, en ese caso,  de que entre en razón, reconozca su error y rectifique. Me parece que es mucho pedir al inconmensurable ego de Pedro Sánchez.

Madrid, 17 de abril de 2020



             

No hay comentarios:

Publicar un comentario