jueves, 24 de noviembre de 2016

Oigo Patria tu aflicción



            Dos importantes eventos culturales relacionados con el País Vasco merecen últimamente ser reseñados y  comentados: La publicación de la novela “Patria” de Fernando Aramburu y la proyección del documental “Contra la impunidad” de Iñaki Arteta. En mis años colegiales, tiempo ha, recitábamos la oda patriótica de Bernardo López García sobre el 2 de Mayo, cuya primera estrofa decía lo siguiente:

            “Oigo patria tu aflicción
             y escucho el triste concierto
             que forman, tocando a muerto,
             la campana y el cañón.”

Exposición lúcida en “Patria” de la situación en el País Vasco

            Estos versos me recuerdan la situación existente en el País Vasco. Oigo las campanas de algunos conventos e iglesias donde se incubó el huevo de la serpiente de ETA y desde donde se justificaba y alentaba la actuación terrorista de los sedicentes gudaris. Esta situación ha quedado lúcidamente reflejada por Aramburu, que pone en boca del párroco de un pequeño pueblo guipuzcoano cercano a San Sebastián -donde se desarrolla la acción de la novela- las siguientes palabras, plenas de resonancias bíblicas, dirigidas a la madre del etarra huido a Francia: Esta lucha nuestra es la lucha justa de un pueblo en su legítima aspiración de decidir su destino. Es la lucha de David contra Goliat. No es una lucha individual, egoísta, sino, ante todo, un sacrificio colectivo y Xose Mari –como tantos otros- ha asumido su parte con todas las consecuencias. Dios nos hizo a los vascos como somos, tenaces en nuestros propósitos, trabajadores y firmes en la idea de una nación soberana. Por eso me atrevería a decir que sobre nosotros recae la misión cristiana de defender nuestra identidad. ¿Tú crees que Goliat con su tricornio a la cabeza y sus torturadores de patio de cuartel van a mover un dedo en favor de nuestra identidad?. La misma humillación que tú y tu familia tuvisteis que soportar [un registro de su casa por la Guardia Civil] la padecen a diario miles de personas en Euskal Herría. Y son los mismos que nos maltratan los que luego hablan de democracia, su democracia, que es la que nos oprime como pueblo. Por eso, con el corazón en la mano, te digo yo que nuestra lucha  no solo es  justa, sino también necesaria, hoy más que nunca. Resulta indispensable porque es defensiva y tiene por objeto la paz. ¿No has oído las palabras de nuestro Obispo?. “Si un día –concluye Don Serapio- encuentras a tu hijo, dile de mi parte, del párroco de su pueblo, que tiene mi bendición y que rezo mucho por él”. Son palabras emotivas, convincentes y consoladoras. No en vano, la ama del huido -lavado su cerebro- le responde: “Ahora sí que tengo las ideas claras”.

            En cuanto al cañón, no oigo pero siento el sonido de los disparos de las pistolas browning que asesinaron cobardemente al profesor Manuel Broseta –con el que coincidí en el Colegio Mayor “César Carlos”-, al general Luis Azcárraga  -con el que colaboré durante su época de Director General de Aviación Civil-, al matrimonio Jiménez Becerril –a cuya familia conocía en Sevilla- o al concejal Miguel Ángel Blanco, cuya ejecución fue un arquetipo de crueldad y de vesania. Siento el estampido de los coches-bomba que destrozaron el cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza o el supermercado Hipercor de Barcelona, causando decenas de víctimas –incluidos mujeres y niños-, porque los valerosos gudaris, además de socializar el terror, exportaron su mensaje destructor más allá del País Vasco.
Culpabilidad de las víctimas

            Buena parte de la sociedad vasca se ha abstenido de condenar a los verdugos por las atrocidades cometidas y culpado a sus víctimas –“¡Algo habrán hecho!”, es la penosa coartada-, a las que han ignorado causando un vacío en torno a ellas, cuando no menospreciado y acosado. Como afirma en la novela la viuda del modesto empresario euskaldún  “Txato”, asesinado por ETA, no hemos enterrado a mi marido, lo hemos escondido. Las víctimas estorbamos y nos quieren empujar con la escoba debajo de una alfombra. Que no se nos vea y desaparezcamos de la vida pública, mientras ellos consiguen sacar a sus presos de la cárcel, porque ésa es su paz . Aquí no ha pasado nada y todos tan contentos.

Lo paradójico es que el entorno de los etarras se considera víctima de las víctimas. Cuando la viuda regresa con toda clase de cautelas a su casa del pueblo, su antigua y mejor amiga, madre del etarra encarcelado, estima que lo hace con malas intenciones y para provocar, y pide al párroco que le diga que se vaya del pueblo. El bueno de Don Serapio acepta gustoso la mediación solicitada por estimar que su presencia causaba inquietud a la población. He venido a pedirte un favor en nombre de la gente del pueblo, le dice: que no vengas durante una temporada hasta que las aguas vuelvan a su cauce y haya paz. Dios es misericordioso y lo que has sufrido aquí te lo compensará en el más allá. No dejes que el rencor se adueñe de tu alma. Los vecinos tienen derecho a rehacer sus vidas [la viuda, al parecer, no] y darle una oportunidad a la paz. La hucha armada y algunas actuaciones de las fuerzas de seguridad del Estado han golpeado con dureza al pueblo y se han producido por desgracia muertes como la de su marido, pero –sin buscarle paliativos a esas terribles tragedias que tanto dolor nos causan, no deberías perder de vista el sufrimiento de otras personas. Se han producido represiones, hecho registros por las buenas y detenido y torturado a inocentes. Hay nueve hijos de la villa encarcelados por muchos años y él no era quién para entrar en razones de si merecían o no el castigo. No puedo ir a casa de esas familias, que también están destrozadas, y decirles: “Vuestro hijo militaba en la  ETAQue os zurzan!. Había llegado el tiempo de que se perdonen los unos a los otros. Eran parte de un conflicto en el que estaba implicada toda la sociedad y no cabía descartar que aquéllos que deberían pedir perdón esperaran, a su vez, que les pidieran perdón a ellos y, como eso era muy difícil, lo mejor era que, en ese momento en que no había atentados, se calmara la situación, terminara la crispación y se fueran aminorando el dolor y los agravios con el paso del tiempo. Él no era un jurista ni un político, sino un simple sacerdote que quería contribuir a que la gente de su pueblo viviera en paz.

 Esta argumentación es un claro ejemplo de la hipocresía bienpensante y del cinismo cómplice: existencia de un “conflicto” que afectaba a toda la sociedad vasca; agravios de España al País Vasco y represión de su pueblo; acusaciones generalizadas y sin pruebas de maltrato y torturas a los vascos; equiparación del uso de la fuerza por el Estado y por los terroristas; equidistancia entre los que aplicaban la ley y los que la incumplían, con inclinación benévola hacia éstos; paridad entre verdugos y víctimas; ausencia de condena por los crímenes de ETA; crispación producida por la mera presencia de las víctimas; culpabilización explícita o implícita de éstas y deseo de que desaparezcan para que no entorpezcan la paz; obligación de las víctimas de perdonar, aunque no se les pidiera perdón; deber de pedirlo ellas a los verdugos por supuestos agravios; pesar por los “presos políticos”, sin plantearse si fueron o no acreedores de castigo por su conducta; amnesia colectiva de la sociedad vasca, que desea hacer “borrón  y cuenta nueva”, peeo sin pedir cuentas; derecho de los presos etarras a ser excarcelados y a rehacer su vida, aunque no se hubieran arrepentido de sus crímenes…. 

            Cayetana Álvarez de Toledo ha dicho de “Patria” que es un retrato de la devastación que provoca el ensueño identitario en una sociedad cerrada: Jóvenes embrutecidos que disparan en la nuca para ganar prestigio ante la pandilla, madres fanatizadas por amor a sus hijos asesinos, adultos carcomidos por la cobardía capaces de condenar a su mejor amigo a la muerte civil, que precede a la física, con tal de evitarse un problema, clérigos pródigos en la más abyecta adversativa…Con delicadeza  y precisión, la novela “describe un mundo en que la ficción colectiva arrasa con la responsabilidad y hasta con la conciencia individua, una comunidad quebrada por el etnicismo y la estupidez”. Su protagonista es el nacionalismo identitario y excluyente, que exalta una “patria” -con minúscula- parroquiana y mezquina, de caserío y de taberna. Buena parte de la sociedad vasca ha idealizado y justificado la actuación de estos supuestos héroes que luchan por la liberación de su patria y que, si a veces mataban, era por exigencias del guión y sin mala intención. Los vascos –como los catalanes- pueden tener una patria en su terruño, pero los españoles no. Pueden tener una “ikurriña” –o una “senyera” los catalanes-, pero los españoles deben abstenerse de mostrar la bandera rojigualda establecida en España desde la época de Carlos III, porque su exhibición constituye una ofensa y una provocación para los oprimidos pueblos de esas partes de España. Lo que es sano patriotismo digno de encomio a nivel regional, es una manifestación de franquismo y de fascismo a nivel nacional. 

            Operativamente derrotada por la acción policial y judicial y por la cooperación internacional, ETA declaró el 20 de Octubre de 2011 el cese definitivo de su actividad armada, pero –como ha señalada Álvarez de Toledo- el odio, el matonismo, la ignorancia y el proyecto político identitario que asesinaron al “Txato” siguen ahí. El Tribunal Constitucional –que había confirmado la ilegalización de Herri Batasuna en 2004- cambió de criterio y lamentablemente decidió en 2011 por un voto la legalización de Bildu, su heredero universal. Desde entonces, los miembros de la banda terrorista y sus muñidores se incorporaron a las instituciones políticas vascas para conseguir el logro de sus objetivos por otros medios. Desde las instituciones en las que participan -y en ocasiones controlan- en el País Vasco y en Navarra a nivel municipal y autonómico, han legitimado la violencia como medio para alcanzar sus fines políticos. Buena prueba de ello ha sido la reacción de los filo-etarras ante la agresión masiva producida el pasado 15 de Octubre en Alsasua (Navarra) contra dos mandos de la Guardia Civil y sus respectivas novias. Una juez de la Audiencia Nacional ordenó la detención de seis de los participantes por la comisión de delitos de atentado, lesiones, provocación a la discriminación, odio y terrorismo. El Gobierno de Navarra y la Alcaldía de Pamplona han condenado estas detenciones por considerarlas injustificadas. La “buena” gente del pueblo se manifestó contra las detenciones y su Ayuntamiento condenó los hechos y expresó  su “preocupación y malestar por la masiva presencia de la Guardia Civil”. Se está produciendo un proceso de “batasunización” de la vida política del País Vasco y de Navarra. A loa abertzales de Bildu y a los jeltzales del PNV –que tratan de no verse superados en nacionalismo por aquéllos- se suma la filial de Podemos, que –como un camaleón- se ha confundido con el paisaje nacionalista y se ha declarado defensor a ultranza del derecho a decidir. Hasta el Partido Socialista de Euskadi se ha visto contagiado por el virus autodeterminista y –tras su fracaso en las última elecciones autonómicas en las que obtuvo sus peores resultados- se ha vendido al PNV por un plato de lentejas con chistorra: tres carteras autonómicas, calificadas de “monedero” por Santiago González -Trabajo, Turismo y Vivienda-. En contrapartida, ha tenido que aceptar que el Parlamento acuerde un nuevo Estatuto, en el que se reconozca que Euskadi es una nación y que Pueblo Vasco –con mayúscula- tiene derecho a decidir unilateralmente su futuro, aunque –y en esto se diferencia del “proces” catalán- en el marco del “ordenamiento jurídico vigente en cada momento”. EL PNV tiene intención de someter el texto del Estatuto elaborado por el Parlamento a la aprobación del pueblo vasco antes de remitirlo al Congreso para su adopción. La Historia se repite y el PSE se parece cada vez más al PSC. Baste recordar lo que ocurrió tras la decisión de Pascual Maragall de modificar el Estatuto de Sau y el compromiso de José Luis Rodríguez Zapatero de aceptar lo que decidiera el Parlament. De tales polvos vienen los actuales lodos catalanes.  El PSOE no ha aceptado hasta ahora que una Comunidad Autónoma pueda tomar decisiones  unilaterales que afecten a la soberanía nacional. Ahora, sin embargo, la Secretaria General del PSE, Idoia Mendía, ha admitido que “no se puede cercenar el debate” y declarado que el término “nación” en sentido cultural es perfectamente aceptable. El problema es que al PNV y a sus conmilitones nacionalistas –originarios o neófitos- lo que les interesa es el sentido político y jurídico del término, del que deriva el derecho de libre determinación del pueblo soberano de Euskadi. Mendía ha presumido incluso de que el pacto PNV-PSE podría servir de guía para resolver la situación en Cataluña.

Documental de Arteta “Contra la impunidad

            El documental de Iñaki Arteta “Contra la impunidad” está basado en el libro de Juanfer Calderón “Agujeros del Sistema: Más de 300 asesinatos de ETA sin resolver”. La cinta describe el fracaso policial, judicial, político y social que supone que más de 300 asesinatos cometidos por los esbirros etarras estén sin resolver y pronto se vean impiadosamente cubiertos por el manto de la prescripción. En la cinta, Joseba Arregui afirma que ”conviene que quede claro que hubo víctimas y verdugos, no vaya a ser que se termine imponiendo la posverdad de la lucha armada de los nobles gudaris contra la opresión del Estado represivo”. Esto es lo que pretenden –y están parcialmente consiguiendo- ETA y su entorno, así como parte de la sociedad vasca. Según Iñaki Gil, el cese definitivo de la violencia decretado por una ETA moribunda “abrió una ventana para conocer nuestro pasado más negro: un gran ejercicio de memoria histórica y reparación pendiente”. El vocablo “posverdad”  -“post-truth”- se ha puesto de moda. Es un neologismo aceptado por el Diccionario de Oxford, que lo define como “situación en que las emociones y creencias personales influyen más en la formación de la opinión pública que los hechos objetivos”. Para José Antonio Marina, ha sido un sempiterno mecanismo de manipulación política. Una falsedad que continúa siendo aceptada a sabiendas de que es una falsedad. Como ha expuesto gráficamente en “El Mundo” el caricaturista Ulises Culebro, “primero exigimos la verdad, pero nos la negaron y en su lugar nos dieron la posverdad…, que es una de las formas más bellas del auto-engaño”. Hace más de cuatro años publiqué en el diario digital “Vox Pópuli” un artículo titulado “Amnesia colectiva en el País Vasco”, que concluía con estas palabras: “Por mucho que desee implantar la normalidad en el país, la sociedad vasca no puede ignorar su inmediato pasado y sumirse en una amnesia inducida para eludir su parte de responsabilidad. Están sin aclarar 326 de los 858 asesinatos de ETA y puede que sus autores ocupen puestos institucionales. La reconciliación y el perdón son cualidades maravillosas, pero han de estar basados en el reconocimiento del daño causado, la voluntad de superar los enfrentamientos y el deseo de ser perdonados. Poco más tengo que añadir hoy. Siento Patria tu aflicción…

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