PASCUAS POCO FELICES EN PALESTINA
Ante el actual estancamiento de la situación en la Tierra Santa de Palestina, recuerdo con nostalgia y añoranza la Navidad que allí pasé con toda mi familia en 1995. Yasser Arafat había regresado a Cisjodania y empezado a poner en pie la estructura de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). El ambiente en el país estaba distendido y se podían cruzar sin problemas las fronteras y los controles establecidos por el Ejército israelí. Participamos en Belén en la Misa del Gallo –a la que también asistió el líder palestino y su esposa cristiana Suha- y se respiraba un ambiente propicio al compromiso. Los Acuerdos de Oslo de 1993 empezaban a producir resultados positivos y la ansiada paz parecía estar al alcance de la mano. Sin embargo, la coalición de partidos religiosos y del Likud ganó las elecciones en 1996 y el Presidente del Gobierno, Benjamín Netanyahu, paralizó el proceso negociador. La construcción de un túnel bajo la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén fue considerado como una provocación y produjo graves enfrentamientos entre palestinos e israelitas.
Evolución del conflicto palestino-israelita
La resolución 182(1947) del Consejo de Seguridad de la ONU decidió la partición del antiguo mandato británico de Palestina y el establecimiento del Estado de Israel. Tras las guerras de 1948 y 1967 -que acabaron con la derrota de los árabes y la ocupación por Israel de Cisjordania, Jerusalén oriental, Gaza y los altos de Golán- el Consejo -en su resolución 232(1967)- exigió la implantación en Palestina de una paz justa y duradera, que implicaba la retirada israelí de los territorios ocupados, y el “reconocimiento de la soberanía, integridad territorial e independencia política de todos los Estados de la zona y de su derecho a vivir en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas”. Dicha resolución fue rechazada por tirios y troyanos. Tras la guerra de Yom Kipur (1973) y la invasión de Líbano por Israel (1982) se deterioró la situación, sobre todo a partir de 1987 con el lanzamiento de la primera “Intifada”, y la comunidad internacional estimó que había llegado el momento de comenzar negociaciones para solucionar el conflicto. En 1991 se celebró en Madrid la Conferencia de Paz sobre Oriente Medio, en la que –por primera vez- se inició un diálogo directo entre árabes e israelitas sobre el estatuto de Palestina. Roto el hielo de la desconfianza, se pasó a las negociaciones secretas de Oslo, que se plasmaron en el Acuerdo de Washington de 13 de Septiembre de 1993. Se llegó a una declaración de principio de “intercambio de paz por territorios”. La OLP reconoció el derecho del Estado de Israel a vivir en paz y libertad e Israel aceptó a la OLP como representante legítima del pueblo palestino y a la ANP como embrión de un futuro Estado en Jericó y Gaza, posteriormente ampliado en 1994 al resto de Cisjordania por el Acuerdo de Taba (Oslo-2), lo que permitió la instalación de Arafat en Ramallah y la retirada de tropas israelíes de las principales ciudades Los radicales de los dos bandos boicotearon la aplicación de los Acuerdos y el triunfo del Likud en 1996 congeló las negociaciones de paz. Hubo un nuevo intento en el 2000 con la entrevista en Camp Davis de Yasser Arafat y Ehud Barak, que fracasó ante las diferencias existentes sobre Jerusalén, los asentamientos judíos y el derecho al retorno de los refugiados palestinos. La presencia en la Explanada de las Mezquitas de un grupo de israelitas encabezado por Ariel Sharon fue considerado por los palestinos como una profanación de sus lugares santos y dio origen a la segunda “Intifada”..
En 2002, el Gobierno israelita realizó una campaña contra la ANP y el relativamente moderado partido de Al-Fatah, confinó a Arafat en su sede de Ramallah y dejó hacer a los radicales de Hamas para debilitarlo, con lo que éstos aumentaron su peso político. Un año más tarde inició la construcción de un muro de 700 kms de Norte a Sur de Cisjordania, que fue condenado por la Asamblea General de la ONU y declarado ilegal por el Tribunal Internacional de Justicia en 2003. Al año siguiente murió Arafat en París en circunstancias sospechosas y fue sustituido por Mahmud Abas. En 2005 Israel se retiró de Gaza por decisión unilateral y dejó el campo libre a Hamas, que –con la ayuda militar y financiera de Irán- ocupó militarmente el territorio, ganó las elecciones en 2006 y se desligó de la ANP. A causa de ello y del estancamiento de las negociaciones cayó el prestigio de ésta, y –para redorar el blasón- su Presidente solicitó en 2011 el ingreso de Palestina en la ONU, pero se encontró con el veto de Estados Unidos. Un año después moderó sus aspiraciones y pidió su admisión como Estado observador. La Asamblea se lo concedió por 139 votos a favor, 9 en contra -incluidos Israel y Estados Unidos- y 41 abstenciones..
Posición de España sobre Palestina
El Gobierno español –junto a los de la mayoría de los miembros de la UE- se sumó al voto favorable pese a la presión de las autoridades israelitas, que llegaron al extremo de alegar que ello equivaldría a que Israel votara a favor de la admisión de Cataluña en la ONU. España –que tradicionalmente ha mantenido buenas relaciones con los países árabes y que, desde el establecimiento de relaciones diplomáticas con Israel en 1985, se ha llevado bien con su Gobierno- ha seguido una política coherente y mantenido la siguiente posición con respecto a Palestina: 1) Derecho de Israel a existir como nación dentro de unas fronteras seguras e internacionalmente reconocidas;2) negativa a reconocer la legalidad de la ocupación por la fuerza de los territorios palestinos y del mantenimiento y ampliación de asentamientos israelíes en dichos territorios;3) derecho del pueblo palestino a la libre determinación;4) reconocimiento de la ANP como representante legítima del pueblo palestino;5) condena del terrorismo, sea individual –árabes- o de Estado –israelitas-;6) respaldo a las resoluciones del Consejo de Seguridad y al principio de intercambiar de paz por territorios;7) apoyo al establecimiento de dos Estados en la región con los límites establecidos en 1947;8) no aceptación de Jerusalén como capital del Estado de Israel
Condiciones para la solución del conflicto
Pese al escaso alcance de la admisión de Palestina como observador en la ONU, Israel ha reaccionado de forma desproporcionada, y anunciado su intención de construir 3.000 viviendas en sus asentamientos de Jerusalén y Cisjordania. La ampliación de la colonia de Maale Adumnin y su conexión con Jerusalén Oriental dejaría incomunicadas zonas del Norte y del Sur de la Ribera Occidental y provocaría el parcial aislamiento de Ramallah, Belén y Jerusalén. Ello haría inviable la solución de dos Estados “que vivan uno junto a otro dentro de fronteras seguras y reconocidas”, de conformidad con la resolución 1397(2002) del Consejo de Seguridad. España, Francia, Gran Bretaña, Dinamarca y Suecia han protestado ante el Gobierno israelita por esta decisión, porque su política de asentamientos es ilegal conforme al Derecho Internacional, daña la confianza requerida para volver al diálogo y constituye un obstáculo para lograr una paz justa fundada en la solución de dos Estados. Israel ha afirmado que no cambiará su decisión pese a la presión internacional. Según el Profesor Michael Ignatieff, sabemos cuál es la solución para el problema: dos Estados para dos pueblos. Pero, mientras los palestinos nieguen el derecho de Israel a tener un Estado y los israelitas sigan expandiéndolo, no se alcanzará esta solución. Para conseguirla, Israel tendrá que cambiar su política de asentamientos, desmantelar el muro y permitir la creación de un Estado palestino viable, y los palestinos –incluido Hamas- habrán de reconocer sin ambigüedades el derecho de Israel a existir como Estado dentro de fronteras seguras y reconocidas. Unos y otros deberían ser conscientes de que merece la pena apostar por la paz. ¡Felices Pascuas y paz en la tierra a todos los hombres de buena voluntad!
Madrid, 21-XII-2012
viernes, 28 de diciembre de 2012
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