domingo, 18 de abril de 2021
Sánchez, candidato emboscado a la Comunidad de Madrid
SÁNCHEZ, CANDIDATO EMBOSCADO A LA COMUNIDAD DE MADRID
Pedro Sánchez es el presidente del Gobierno español que, con menos diputados en las Cortes, ha conseguido formar dos gobiernos y gobernar el país de forma autocrática, gracias a la ayuda desinteresada de los enemigos de España –anti-sistemas de Podemos y sus variopintas mareas de extrema izquierda, nacionalistas más bien separatistas y Bildu-etarras blanqueados-, que pretenden derribar el sistema democrático de monarquía parlamentaria establecido en l1a Constitución de 1978, crear la III República y desintegrar la Nación y declarar la independencia de Cataluña, del País Vasco –incluida la absorción de Navarra- y de las demás Comunidades que se tercien. En su inmensa agonía de poder absoluto, no tolera compartir parcelas de poder autonómico o municipal con otros partidos –salvo los independentistas- y –con la ayuda de su imaginativo gurú, Iván Redondo lanzó una OPA hostil contra las comunidades de Murcia, de Castilla-León y de Madrid, pero le salió el tiro por la culata y sólo consiguió el magro triunfo de la alcaldía de la capital murciana.
Con encomiable velocidad de reflejos, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Rodríguez Ayuso, disolvió la Asamblea regional, destituyó al Bellido Dolfos de su vicepresidente Ignacio Aguado –que desde el primer día hizo labor de zapa en el Gobierno de coalición PP/Ciudadanos- y convocó elecciones anticipadas. La inesperada convocatoria ha pillado con el pie cambiado a las diversas y fragmentadas izquierdas madrileñas y a los ambiguos de Cs, que han tenido que afrontar unas elecciones para las que no estaban preparados, les ha dificultado su aspiración a recuperar “ese obscuro objeto de deseo” que es Madrid, merced a las trampas y triquiñuelas del omnipotente jefe de Gabinete de Sánchez, que en este caso no le han salido redondas. El primero en reaccionar ha sido el hasta ahora vice-presidente y líder de la oposición interior al Gobierno, Pablo Iglesias-, quien cansado de mal ejercer las escasas funciones gubernamentales que le habían sido encomendadas, ha dimitido de su puesto; eso sí, después de haberse asegurado una pensión vitalicia muy superior al ingreso mínimo vital y con la ayudita de su pareja con sueldo ministerial y canonjías gubernamentales, incluida una niñera nivel 30.
Se ha abierto la campaña para las elecciones autonómicas de Madrid, que se ha convertido -en palabras de Santiago González- en el rompeolas machadiano de todas las Españas. La situación ha sido adecuadamente descrita en un editorial de “El Mundo” de hoy. Ayuso convocó las elecciones para conjurar una posible moción de censura a pachas entre el PSOE y Cs., con lo que produjo una sacudida del tablero político. “Nada delata con tanta claridad la dimensión nacional de esta convocatoria como la sorprendente implicación del presidente en el cuerpo a cuerpo contra Ayuso, hasta el punto de opacar el perfil propio del candidato Gabilondo. Sánchez es el primero que ha asumido la potencia expansiva del 4-M, donde su modelo plurinacional de alianzas con los nacionalistas y la izquierda radical se enfrenta a la alternativa liberal del PP”. Y ha entrado en la contienda con las peores artes de la calumnia y la utilización partidista de la pandemia. En Madrid se juega además el futuro del modelo territorial y fiscal del Estado. Desde el inicio del procés, los ataque a lo que significaba Madrid han ido “in crescendo” hasta llegar al delirio de un pretendido “supremacismo madrileño”, invento mediante el cual el independentismo catalán proyecta sus frustraciones sobre la comunidad que aventaja en prosperidad a una Cataluña cargada de impuestos y varada en su ruinosa obsesión identitaria. Lo grave es que –so pretexto de combatir este supuesto “dumping”- la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, haya anunciado una “armonización”, que afectaría adversamente a los residentes en Madrid. “El 4-M se presenta como un verdadero punto de inflexión en la deriva española: o sirve para consolidar el giro populista que inauguró la moción y posterior coalición entre Sánchez e Iglesias, o para escribir el principio de un relevo constitucionalista y liberal”. Analicemos la actitud de las principales fuerzas políticas que participan en el embate autonómico-nacional.
Partido Popular
El PP parte como ganador en todos los sondeos, aunque el PSOE –y su incondicional lacayo, el Director del CIS, José Félix Tezanos- afirmen que existe un “empate técnico” entre la izquierda y la derecha. Ayuso ha sido la diana de los ataques más rastreros y descalificadores de la Moncloa, pero ha sido capaz de mantener el tipo y plantar cara de tú a tú al presidente del Gobierno. Muchas de las iniciativas que tuvo que adoptar ante la inacción del Gobierno –por las que sufrió durísimos ataques- acabaron por ser adoptadas por éste y goza de una merecida popularidad por su actitud comprensiva con los comerciante, que, pese al carácter estrictos de las medidas sanitarias adoptadas, han permitido salvar numerosos puestos de trabajo, lo que ha convertido a Madrid en la envidia de las grandes capitales europeas.
Ayuso ha situado la economía en el epicentro de su campaña, sin descuidar el mantenimiento de las medidas sanitarias requerida, al estimar que se puede “conjugar sanidad y economía”. Ha apostado por respaldar los sectores productivos, potenciar el emprendimiento y la iniciativa privada, conceder ayudas directas a los sectores más afectados del comercio y de la hostelería, garantizar seguridad jurídica a los inversores y limitar los obstáculos burocráticos. Ha defendido su política de reducciones fiscales y propuesto rebajar medio punto el tipo del IRPF en la tramo autonómico, mantener la desgravación del impuesto sobre el patrimonio y extender a más personas las bonificaciones previstas en los impuestos sobre las sucesiones y las donaciones.
Existe el peligro de que Ayuso pueda morir de éxito. Como es harto improbable que consiga la mayoría absoluta, corre el riesgo de que el voto útil del centro-derecha se concentre en demasía en torno al PP, y que Cs y Vox no consigan superar la valla del 5% y se queden sin representación en la Asamblea madrileña, con lo que la suma de los diputados de los partidos de izquierdas podría superar la de los parlamentarios populares, pese a que Ayuso rozara la mayoría. Es una hipótesis poco probable y cabe prever que Vox apoye la candidatura de la actual presidenta, bien desde fuera o integrándose en un Gobierno de coalición, sustituyendo a Cs en el papel de cirineo,
La izquierda ha planteado las elecciones como un plebiscito contra de Ayuso.
Partido Socialista Obrero Español
Según Javier Redondo, se da la paradoja de que Gabilondo ha sido designado candidato del PSOE pese a que no quería serlo y ha tenido que sacrificarse por vergüenza torera y a aceptar el regalo envenenado –“¡Señor, aparta de mí este cáliz!- para conservar sus aspiraciones a ser nombrado Defensor del Pueblo, que es lo que realmente le apetece. Iván Redondo y otros augures, no confían demasiado en sus posibilidades, pese a fuera el ganador de las elecciones anteriores, aunque no pudiera obtener la mayoría necesaria para gobernar- y han lanzado la candidatura oculta del propio Sánchez. Han asumido la dirección de la campaña, han trufado los primeros puestos con candidatos independientes, y anunciado que la vice-presidenta económica sería la actual ministra de Industria, Reyes Maroto. ¡Estamos salvados! Este azote del turismo patrio ha afirmado que hay que echar a Ayuso de la Puerta del Sol porque “ha abandonado y maltratado a los madrileños, a los autónomos y a las empresas”
Sánchez ha denunciado el grave peligro de que gobierne en Madrid el dúo ultraderechista de la plaza de Colón, de cuya explotada fotografía ha desaparecido por ensalmo la imagen de Cs, en una labor de foto-shop de los Estudios Redondo. Ha irrumpido con fuerza intimidatoria en la campaña y denunciado “sotto voce” a los periodistas que la Comunidad de Madrid falseaba los datos de contagios y de fallecidos por la epidemia. Es una muestra más del grado de cinismo de un desaprensivo presidente, que no ha querido contar los muertos ocasionados por la pandemia en España y ha hecho desparecer a unos 30.000 de ellos, según los datos del Instituto Nacional de Estadística y el Instituto de Sanidad Carlos III. Hasta su propio portavoz sanitario y testaferro, Fernando Simón, ha tenido que salir a la palestra para desmentirlo, pero él sigue con su mantra. “¡Calumnia, que algo queda!”. Ha acusado falsamente a la Comunidad de Madrid de ser la que más contagios y muertos ha tenido, criticado el despilfarro de la construcción del hospital Isabel Zendal, negado el control sanitario aeroportuario en Barajas, regateado la puesta a disposición de la Comunidad de las fuerzas de seguridad necesarias para controlar los confinamientos, retrasado por motivos políticos los cambios de fase en perjuicio de la economía madrileña, forzado el cierre perimetral en Semana Santa pese a que -según la Consejería de Sanidad- ello facilitaría los contagios dada la densidad y concentración de la población de Madrid…
El presidente ha tratado de apoyar a su candidato, aunque no está claro si ha sido para darle un empujón en la espalda o ponerle la mano en el cuello. Gabilondo ha tratado de deshacerse de las caricias políticas de su jefe y de realizar su propia campaña electoral, contraria a las descalificaciones y crispaciones, asumiendo buena parte del tan criticado discurso de su rival, como que no subiría los impuestos, mantendría abierta la hostelería o no cerraría el hospital Zendal, si bien su credibilidad está por los suelos, por las continuas contradicciones Si jura por sus ancestros que en los dos próximos años se mantendrán los impuestos como están en la actualidad, al día siguiente Sánchez le lleva la contraria pretextando un inexistente mandato de la Comisión Europea, y la ministra de Hacienda Montero anuncia una reforma fiscal en 2022, que supondría la creación de nuevo impuestos, la restauración ce los eliminados y el incrementos de los existentes.
Una de las muchas injustificadas críticas de los socialistas a Ayuso es la de presentar rasgos “trumpistas”, que Gabilondo ha definido como “una cierta manera de definir la relación con la verdad, con los medios de comunicación y con la población; una cierta visión populista de las cosas y una cierta posición negacionista”. Supongo que estas profundas reflexiones metafísicas no se aplican a su jefe, que no sabe lo que es la verdad, ni le importa, y miente más que habla. Gabilondo ha prometido solemnemente que no pactará con Iglesias, que también le produce insomnio, pero esto es fácilmente curable si sigue la receta de Sánchez, quien –para superar este mal- ha decidido compartir lecho con el responsable de sus desvelos. Ni el propio Gabilondo se cree sus afirmaciones, pues es plenamente consciente de que, para gobernar en Madrid, tendría que pactar con Podemos y con Más Madrid.
Para que no haya la menor duda sobre el espíritu dialogante y conciliador del PSOE, varios políticos socialistas e intelectuales progresistas afines a los mismos han publicado un manifiesto en el que afirman que, desde que el PP accedió al poder se había iniciado un proceso constante y sistemático de desmantelamiento de las libertades, y que había que cortar en seco el avance del fascismo, porque “llevamos 26 años infernales de atentados contra los derechos y la dignidad de la mayoría ciudadana”.
Podemos
Podemos había entrado en barrena en la Comunidad y los sondeos preveían la posibilidad de que quedara fuera de la Asamblea. Para salvar a su partido y hastiado de un ejercicio insatisfactorio del poder real, Iglesias dio uno de sus golpes de efecto y anunció que renunciaba a su privilegiada posición para salvar a Madrid de las garras del fascismo. “¡No pasarán!”. Como ha comentado su antigua discípula Teresa Rodríguez, Iglesias denota una inmensa inmadurez al haberse aburrido tan rápidamente de su cargo y haber iniciado otra aventura política. Se ofreció con su habitual suficiencia a Más Madrid para unificar las dos ramas separadas Bajo su liderazgo, pero recibió unas sonoras calabazas de la amante antaño despreciada. Según César Antonio Molina, Iglesias no se ha ido del Gobierno, sino que ha sido expulsado como Trump por la prensa libre a la que tanto ha denigrado. En el fondo se trata de dos personajes muy parecidos en la forma de actuar. Sin embargo no está aún acabado, pues es un tribuno de la plebe que no parará de incordiar al poder establecido a través de sus opiniones. Antes de marcharse, ha dejado como legado al Gobierno tres convencidos militantes comunistas: Yolanda Díaz como vice-presidenta tercera, Ione Belarra como ministra de Asuntos Sociales y Enrique Santiago como Secretario de Estado para la Agenda 2030.
Iglesias ha centrado su bronca campaña en descalificar a la ultraderecha, especialmente de Vox, a cuyos diputados ha calificado de “parásitos” y de “inmundicias”, a los que España y su pueblo debería quitarse de encima. Ha justificado los ataques violentos sufridos por sus dirigentes y seguidores durante in acto electoral en Vallecas. Iglesias ha puesto el acento en los temas sociales y concentrado su actuación en el cinturón rojo de Madrid y en el corredor del Henares. Aunque se haya recuperado según los sondeos, parece haber sorteado el peligro de quedar como fuerza extraparlamentaria, si bien va a quedar muy por debajo de Más Madrid..
Más Madrid
La escisión de Podemos liderada por Íñigo Errejón aspira a conservar e incluso aumentar los 20 escaños que obtuvo en las elecciones de 2019 y a quedar, en cualquier caso, por encima de Podemos. Su candidata, la anestesista Mónica García, está consolidando la posición del partido. Ha adoptado una posición de relativa moderación lejos de la actitud agresiva de Iglesias y centrado su actuación en defender la sanidad y la educación públicas y el feminismo, y propuesto nuevas medidas para hacer frente al Covid-19. Ha sugerido impulsar la economía verde, fomentar las posibilidades de empleo de los jóvenes y adoptar una nueva Lay del duelo para frenar la especulación.
Más Madrid trata de distanciarse del radicalismo de Podemos y ofrecer una imagen de partido de centro izquierda, con el objeto de acoger a algunos de los votantes de Cs. Mónica García parece haber tenido éxito en mantener las distancias con Podemos y el PSOE tendrá que contar con ella –aún más que con Iglesias- si quiere gobernar. Esta táctica está siendo rentable para el partido, que mantiene su posición.
Vox
Abascal recela de los efectos del voto útil a favor de Ayuso, que le pueden hacer perder varios escaños e incluso hacerlos quedar fuera de la Asamblea. No puede atacar a la actual presidenta con la que concuerda la mayoría de su electorado y –siguiendo los ejemplos de Sánchez y de Iglesias- se ha involucrado de lleno en las elecciones y asumido la dirección de la campaña de su candidata, Rocío Monasterio, quien se lleva bien con Ayuso y le ha confirmado que podrá contar con el apoyo de Vox. Para reafirmar su personalidad como partido dentro de la derecha, Abascal ha centrado sus críticas en Pablo Casado. Monasterio ha señalado que el principal objetivo de Vox es evitar que la extrema izquierda gobierne en la Comunidad y hecho hincapié en reducir impuestos desde el primer día, reforzar la seguridad, luchar contra las “okupaciones”, disminuir el gasto superfluo y recortar la burocracia de las instituciones, reduciendo a la mitad el número de escaños en la Asamblea y de las carteras del Gobierno autonómico.
Como en los casos de las campañas electorales en el País Vasco y en Cataluña, Vox ha visto boicoteados sus actos electorales por la extrema izquierda, con la connivencia del ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, que ha reducido la acción protectora de las fuerzas de seguridad, como ocurrió en Vallecas. Es vergonzoso que un partido constitucional no pueda celebrar actos electorales, ante la complacencia de Podemos –que afirma que su presencia electoral en un barrio de Madrid es un acto de provocación al pueblo madrileño- y la indiferencia del PSOE. Como ha señalada Pablo de Lora, se niega el el pan y la sal de la legitimidad democrática a quienes, respetando el orden constitucional en su quehacer político, representan a millones de ciudadanos. La victimización de Vox puede beneficiarle, como ocurrió en Cataluña, si bien en Madrid es menos probable por la concentración en el PP del voto útil de la derecha. Pese al riego que corre por la polarización de las elecciones en el binomio –Ayuso-Sánchez, es probable que Vox se mantenga en la Asamblea, aunque pierda escaños.
Ciudadanos
La política errática de Arrimadas y de sus edecanes Carlos Cuadrado y José María Espejo se ha puesto de manifiesto en la farsa representada en la Comunidad y el Ayuntamiento de Murcia, en la que los dirigentes naranjas se han dejado engatusar por las argucias de Redondo y han protagonizado el hecho insólito de presentar una moción de censura contra sí mismos, so pretexto de posible actos de corrupción no probados por parte de dirigentes de su socio de coalición, el PP, para lo que se alió con el secretario general del PSOE en la región, Diego Conesa, que está imputado por prevaricación. Las ambiciones de la Coordinadora de Cs, Ana Martínez Vidal, de acceder a la presidencia de la Comunidad por la puerta de atrás han propiciado la presentación de la moción, que fue rechazada al votar en contra tres de los diputados de Cs, que mantuvieron el compromiso asumido de co-gobernar con el PP y han sido por ello acusados de transfuguismo. Si prosperó, en cambio, la moción contra el alcalde popular, José Ballesta, con lo que Cs ha regalado “gratis et amore” la alcaldía al candidato socialista, José Antonio Serrano.
No salió adelante la moción en Castilla y León, porque el vicepresidente de la Comunidad, Francisco Igea, y losdiputados de Cs mantuvieron el compromiso asumido con el PP. No hay indicios de que se hubiera planeado una censura similar en Andalucía, donde el vicepresidente, Juan Marín, dio garantías de mantener la alianza de gobierno con el PP. Más dudosa la sido la situación en Madrid. Según Antonio Rodríguez, Cs barajó la posibilidad de presentar con el PSOE una moción de censura contra Ayuso, para lo que el vice-presidente de la Comunidad, Ignacio Aguado y la secretaria del partido, Marina Bravo, se reunieron en la Asamblea con diputados socialistas con la anuencia de Arrimadas. La moción no se llegó a presentar porque no se consiguieron obtener los 26 votos de diputados naranjas necesarios para que prosperara. En el Ayuntamiento, en cambio, la vice-alcaldesa, Begoña Villacís no se prestó a la maniobra de su ambicioso colega en la Comunidad. La moción en Murcia y las maniobras de Aguado en Madrid sirvieron de motivo a la presidenta de la Comunidad para suspender la Asamblea, destituir a Aguado y a los consejeros de Cs y convocar elecciones anticipadas.
La sinuosa actuación de los dirigentes de Cs ha hecho perder en buena medida la credibilidad del partido, ya mermada por los coqueteos de Arrimadas con Sánchez. Las críticas más duras ha provenido de unos de los padres fundadores, Francesc de Carreras, que ha afirmado que Cs ha quedado como un partido de “amateurs” de la política poco fiable. Arrimadas había arrinconado a los mejores políticos del partido y se había rodeado de un equipo poco preparado, una guardia pretoriana sin autoridad interna ni inteligencia política, que han provocada la lamentable situación a la que se había llegado. Otro de sus fundadores, Arcadi Espadas, ha dado al partido por muerto. Numerosos diputados y dirigentes de Cs han abandonado el partido, renunciando unos a su escaño y pasándose otros con armas y bagajes al PP, quien los ha acogido en su seno. El caso más paradigmático ha sido el de Toni Cantó, que ha renunciado a su escaño en el Parlamento valenciano por discrepar con la línea seguida por su partido y aceptado sumarse como independiente a la candidatura de Ayuso, pero -aunque fue aceptado por la Junta Electoral Provincial- el PSOE recurrió esta decisión por estimar que no se había inscrito a su debido tiempo en el padrón municipal madrileño y el titular del juzgado contencioso-administrativo nº 5 le dio la razón. El Tribunal Constitucional ha rechazado el recurso de amparo del PP en un controvertido auto aprobado con el voto de calidad de su presidente, Juan González Rivas.
Para intentar salvar los muebles, Arrimadas ha escondido a Aguado debajo de la alfombra y recurrido a uno de los valores más firmes de Cs –el portavoz del partido en el Congreso, Edmundo Val- para encabezar la candidatura, y afirmado que sus diputados apoyarían la candidatura de Ayuso. Bal lo tiene difícil por el descrédito en que ha caído Cs y los sondeos sitúan al partido por debajo del límite del 5%, por lo que no sería de extrañar que se quedara compuesto y sin escaños, lo que podría iniciar la cuesta abajo hacia la desaparición del partido. Sería una lástima porque Cs sigue siendo un partido necesario, pero se ha ganado a pulso su degradación por la impericia de su equipo dirigente. Incluso si consiguiera pasar el corte, no hay ninguna certeza sobre si sus diputados votarían por Ayuso o por Gabilondo.
Las próximas elecciones serán claves, tanto a nivel regional como nacional, por la implicación personal del presidente del Gobierno, que asume el riesgo de ser derrotado por una denostada presidenta autonómica. Todos los pronósticos dan como vencedora a Ayuso aunque no con mayoría absoluta, por lo que su victoria podría tener carácter pírrico, si Vox y Cs no consiguieran representación y se quedara sin aliados que consolidaran su mayoría. Si tal fuere el caso Gabilondo podría formar un Gobierno de perdedores unidos por el voto contra Ayuso, como Sánchez accedió al Gobierno de la Nación con la suma de los votos contra Mariano Rajoy. Debemos ser conscientes de que, si se estableciera en la Casa de Correos un Gobierno de coalición de la izquierda, la izquierda radical y la ultra izquierda freiría a impuestos a los madrileños. Según cálculo de los expertos, cada ciudadano residente en la Villa y Corte tendrá que pagar una media de 2.000 euros más al año en impuestos y tasas. También se consolidaría el Gobierno plurinacional y Sánchez alcanzaría su sueño húmedo de poseer la joya de la corona después de 26 años de abstinencia. Para evitar que este sueño se convierta en pesadilla tipo Iglesias, los ciudadanos de Madrid deberían acudir en masa a las urnas. Yo ya he solicitado votar por correo y aliento a quienes temen posibles contagios que hagan lo propio. Y –como canta el Gabinete Caligari- “¡Que Dios reparta suerte!”.
Madrid, 17 de abril de 2021
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