“RIGHT
OR WRONG, MY GOVERNMENT”
Me ha sorprendido sobremanera
el artículo “Aplausos versus caceroladas”
publicado en “InfoLibre” por
Antonio Estella, catedrático de Gobernanza Global y Europea de la Universidad
Carlos III de Madrid. Mantiene la tesis de que
algunos líderes políticos de la derecha española insisten en crispar aún
más la polarización de la vida política española por apoyar caceroladas contra
el Gobierno. ¿No podía hacer la oposición española un ejercicio de
responsabilidad en esta ocasión? –se pregunta-. ¿Nos merecemos los españoles
ser los más polarizados y crispados del
mundo? Y concluye afirmando que, “frente
a las caceroladas, aplausos sin duda alguna”.
No soy
consciente de que la “oposición de derechas” haya convocado cacerolada alguna
contra el Gobierno de la Nación. Si sé que quien ha organizado una cacerolada
desde dentro del Gobierno ha sido su Vicepresidente segundo, Pablo Iglesias,
que ha instado desde la Moncloa a los ciudadanos a que protesten con el ruido
de las cacerolas contra el Jefe del Estado, que ha tenido una conducta
ejemplar, tanto con carácter general, como en el caso especial de la pandemia
del Coviv-19. Con un pie institucional en el Gobierno y otro pie antisistema en
la oposición, Iglesias no pierde ocasión de denigrar a la monarquía
constitucional y a su más cualificado representante, el Rey Felipe VI, llegando
al extremo de escandalizarse porque vista el glorioso uniforme del Ejército
español.
Tampoco soy
consciente de ningún acto de deslealtad de la oposición democrática hacia el
Gobierno en la crisis del coronavirus. Antes al contrario. Ha dado su apoyo
incondicional a la declaración del estado alarma, pese a no haber sido
consultada por el Gobierno, que la ha ninguneado, ha ignorado sus propuestas e
incluso la ha insultado a través del Presidente Pedro Sánchez, del
Vicepresidente segundo, Pablo Iglesias y, sobre todo, de la portavoz del PSOE,
Adriana Lastra.. El autor se rasga las vestiduras por la afirmación del
Presidente del PP, Pablo Casado, de que el Presidente no merece el apoyo de la
oposición, porque “su arrogancia, sus
mentiras y su ineficacia son un cocktail explosivo para España”. ¿Acaso ha
ido Casado más allá de los límites de la crítica política razonable. ¿No es
arrogante Sánchez? Como Luis XIV se cree que el Estado es él y trata de
suplantar la figura del Jefe del Estado ¿Han mentido Sánchez y su Gobierno?
Cantidad: Grandes mentiras, pequeñas mentiras y cintas de video de propaganda.
No menciono las estadísticas, porque éstas ni les salen. En cuanto a la
ineficiencia, ¿nos merecemos los españoles que nuestro país tenga la tasa más
alta del mundo de muertos por el Coviv-19 por número de habitantes? ¿Se debe
esto a los hados fatídicos que se han ensañado con los españoles por sus muchas culpas o de alguna manera ha
ayudado el Gobierno con su inoperancia? El PP ha criticado al Gobierno de
Sánchez por fundadas razones, pero lo ha apoyado, cosa que no hizo el PSOE con
el Gobierno de Rajoy cuando la mini-crisis del ébola, que produjo lá única
muerte de la mascota de la enfermera infestada.
Es evidente
que atravesamos una crisis inesperada y sin precedentes, y que la mayoría de
los Estados se han visto superados por la pandemia. No todos los Gobiernos, sin
embargo, han actuado de forma tan poco responsable como el español. La
situación no era tan inesperada, ya que –una vez superada la sorpresa por la
explosión imprevista del virus- se podían ver sus efectos y consecuencias, no
ya en la lejana China tan distinta y distante humana y socialmente, sino en la
vecina Italia, tan semejante a España en tantos aspectos. Según ha revelado el
Ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, desde el 2 de febrero, su
Departamento se había reunido con prestigiosos científicos españoles, que le
habían advertido sobre la peligrosidad del virus, pero a pesar de ello, el
Gobierno tardó cuarenta días y cuarenta noches en declarar el estado de alarma.
Y lo peor es que este retraso en tomar las medidas requeridas se debió a
motivaciones ideológicas. El Gobierno no podía suspender la macro-manifestación
de exaltación feminista del 8 de Mayo, pese a las advertencias de la Organización
Mundial de la Salud y de la Agencia de Salud Pública Europea de que había que
evitar la concentración de muchas personas para no facilitar la propagación de
la pandemia. No sólo no la suspendió, sino que el Gobierno alentó su
celebración en toda España y participó al más alto nivel ministerial en la
manifestación de Madrid. Como afirmó la Vicepresidenta primera, Carmen Calvo,
las mujeres tenían que asistir porque en ello les iba la vida y, por una vez,
llevaba razón y ella misma ha corrido el riesgo de perderla. Al no prohibir la
manifestación, tuvo que autorizar la celebración de eventos deportivos
multitudinarios –incluido el partido de fútbol en Bérgamo entre el Atalanta y
el Valencia, que fue un gran centro difusor del virus- y de reuniones
políticos, como la Asamblea de Vox en Vistalegre. El Gobierno sigue sin
reconocer su error y, por supuesto a pedir disculpas. Todo sea para contar con
protomátires del feminismo entre las ministras y la propia esposa del
Presidente del Gobierno. ¡Antes mártir que confesor! Sin embargo –como ha
señalado la Fundación de Estudios de
Economía Aplicada-, si se hubiera adelantado el confinamiento una semana –justo
un día antes de las grandes manifestaciones del 8-M-, se había ahorrado el 62%
de los contagios.
El Gobierno
no ha tenido una hoja de ruta clara y coherente, y ha ido dando bandazos según Sánchez
escuchara a uno u otro sector del duopolio gubernamental. En sus homilías
semanales “ad majorem Petrus gloriam”,
Sánchez lanzaba humo propagandístico y globos sondas, y hacía promesas y
afirmaciones imposibles de cumplir por la falta de material sanitario y de
protección personal, lo que ha provocado el aumento de los contagios,
especialmente entre el heroico personal sanitario. Las muestras de
incompetencia a la hora de conseguir el material necesario ha superado los límites
de lo tolerable, como ha mostrado la adquisición de los ineficaces “tests”
chinos y, contra cualquier lógica, la decisión del Ministerio de Sanidad de
encargar al mismo intermediario que trajera nuevos “tests”, después de que la
empresa hubiera dado palabrita del Niño Jesús de que, esta vez, si serían
buenos.
El profesor
Estella parece compartir el eslogan de que lo que tiene que hacer la oposición
es callarse, apoyar al Gobierno y hasta aplaudirlo mientras dure la crisis. No
puede criticarlo sin caer en la deslealtad , la felonía e incluso la traición.
.Ello va contra las normas de un Estado de Derecho y de nuestra Constitución.
Como ha observado César Calderón, la democracia no se suspende durante una
crisis sanitaria, por grave que sea, y la oposición sigue con su deber de
controlar la acción del Gobierno mediante la fiscalización parlamentaria. No
sólo debe controlar al ejecutivo –añado yo-, sino hacerlo con mayor intensidad
aún, pues –como consecuencia de la declaración del estado de alarma- el Gobierno
ha asumido unos amplísimos poderes excepcionales, que afectan a los derechos
fundamentales de los ciudadanos. El Gobierno ha hecho cuanto ha estado en su
mano para eludir cualquier control. Ha clausurado el Parlamento, abusado del
recurso a los decretos-leyes, establecido una censura tipo No-Do a través del
Censor Mayor del Reino, el Secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel
Oliver, y manipulado groseramente las encuestas del CIS, mediante José F. Tezanos.
Sánchez
exige la unión incondicional de todos los españoles en torno a su carismática
persona, pero ¿cómo puede pedirla si no es capaz de conseguir la unidad de su
propio Gobierno? Hemos asistidos a situaciones kafkianas. El 14 de marzo, día
en que el Consejo de Ministros decretó el Estado de alarma, Iglesias irrumpió
en la reunión, pese a estar sometido a cuarentena, y pretendió modificar el
decreto preparado por el equipo de la Vicepresidente tercera, Nadia Calviño,
hasta el punto de que ésta amenazó a Sánchez con dimitir. La reunión se
prolongó hasta altas horas de la noche y el Real Decreto-ley se publicó en el
BOE unos minutos antes de su entrada en vigor. Estos últimos días, el Gobierno
ha vuelto a dar muestras de su falta de unidad con motivo de la adopción de la
renta mínima, “enfant chéri” de Iglesias,
que ha querido establecerlo desde ya, siguiendo la técnica jurídica chapucera
que utilizó su consorte en su ley sobre la violencia sexual. Tras aceptar
gentilmente que no se establezca desde ya una renta mínima provisional, Iglesias
ha exigido que se haga el próximo mes de mayo. El Ministros responsable de presentar
el texto, José Luis Escrivá, declaró en el último Consejo de Ministros que su
elaboración requeriría varios meses dada su complejidad, opinión que fue
expuesta en la rueda de prensa posterior al Consejo por la Ministra portavoz,
María Jesús Montero..Iglesias ha puenteado
al Consejo y engatusado al jefe, que ha desautorizado a sus Ministros de
Seguridad Social y de Hacienda, al afirmar que la renta mínima se aplicará a partir
de mayo.
Sánchez se
enfrenta a la situación peliaguda de la reactivación de la actividad económica
del país cuando aún no se ha controlado la pandemia sanitaria y no tiene ni
idea de cómo hacerlo, a diferencia de Iglesías, que tiene sus errónea ideas muy
claras, es inteligente y coriáceo y domina moralmente a Sánchez. Tratará de
arrimar el ascua a su sardina bolivariana y, si Sánchez sucumbiera a sus
influjos, aplicaría una política que es justa la contraria a lo que ahora
necesita España, Como ha comentado el eurodiputado de Ciudadanos, Adrián
Vázquez, los anuncios sobre la concesión de
una renta universal permanente a los ciudadanos españoles no va a ayudar
en absoluto a la puesta en práctica de la solución de compromiso presentada por
la Comisión Europea de emitir bonos para deudas futuras con la cobertura del
presupuesto de la UE y no de los de los Estados miembros. Como su jefa, Inés
Arrimadas, es partidario de mantener un mínimo de conexión y colaboración con
el Gobierno para que Sánchez no se tire al monte con sus socios populistas y
nacionalistas.
El Presidente que –aunque no sea
inteligente- es listo y pragmático, debería darse cuenta de que no se puede
soplar y sorber. No es posible mezclar el agua con el aceite, las propuestas
socio-liberales del equipo de Calviño con las medidas intervencionistas y
estatalistas propugnadas por Podemos y,
si se pronunciara a favor de éstas –como hizo en su día su antecesor José Luis
Rodríguez Zapatero- no puede esperar el apoyo del PP y Ciudadanos, ni incluso el
del PNV.
Tendrá que
optar y no cabe que siga con su táctica habitual de marear la perdiz para ganar
tiempo y tratar de eludir responsabilidades, endosándoselas a los partidos de
la oposición de derechas. Los pocos que hay a la izquierdas, no cuentan, porque
-siendo de izquierdas- ya están moralmente excusados, aparte de que acaban por
convertirse en sus aliados. Eso es lo
que trata de hacer con su rimbombante propuesta de re-editar, “entre todos”,
unos pactos de la Moncloa, que han aquedado rebajados a unos acuerdos de
reconstrucción. Es una operación que los franceses califican de “semblant
faire”, de dar impresión de que se hace algo sin hacer nada, poniendo, eso
sí, cara de velocidad y situando a los ciclistas “domésticos” en torno al
“maillot rosa” de la Vuelta a España. Los llama a capítulo para que comparezcan
y los interesados se enteran por la prensa de su llamamiento. Casado se ha
rebelado contra al enésima provocación de Sánchez y ha aplazado la audiencia
con Pedro Contador hasta el lunes. Arrimadas ha acudido solícita a la cita y ha
saliendo haciendo fú como el gato, al darse cuenta que se trataba de una más de
las engañifas de Sánchez. Proclama que hay que unirse para actuar, pero no presenta ni un
papel sobre en qué consiste esa actuación y lo más que ha conseguido es un
larriano “Vuelva Vd. mañana”.
Como ha
señala “El Mundo” en su editorial de
hoy, se trata de una maniobra de propaganda, que refleja su obsesión por
repetir rondas en torno a su persona, en las que –a juzgar por la ausencia de
guion- importa más la ceremonia de reunirse –la foto de propaganda- que el
contenido de la reunión. “Todo parece un
nuevo teatro de Sánchez para ganar tiempo y diluir a los partidos de la
oposición, mientras improvisa la próxima jugada”. Los ciudadanos esperan
unidad de acción de todos los partidos para superar la crisis sanitaria y
económica, pero para poder reclamarla, el Gobierno debería presentar un
programa con las medidas para las que pide respaldo. “Lo contrario es un fraude”. Celebrar reuniones para desviar la
atención sobre los muertos y los parados sólo aumentará la frustración social.
“El papel del PP y Cs en ningún caso puede ser el de comparsas pasivos de Sánchez, sino el
de atraerle a la moderación y al consenso constitucionalista que el PSOE
extravió cuando eligió aliarse con Podemos y los separatistas”
No va a ser tarea fácil dado el
embrujo que sobre Sánchez ejerce Iglesias, cuyo enfoque ideológico se ha
impuesto sobre el criterio técnico de Escrivá. “Si ni siquiera el Gobierno es capaz de hablar con una sola voz y de que
esa voz suene económicamente solvente, parece poco probable que pueda entenderse con una oposición, que precisamente
reclama claridad y seriedad”. Sánchez, al igual que el profesor Estella,
parece mostrarse de acuerdo con el aforismo anglosajón “Right or wrong, my country”-“Tenga razón o se equivoque, estoy con mi
país”-. En este caso, “con mi
Gobierno”. No comparto esta opinión pues, por encima de los criterios
políticos, hay unos principios éticos. Hay que apoyar al Gobierno sin fisuras
cuando actúa correctamente, pero no cabe apoyarlo cuando actúa incorrectamente
y hay que tratar, en ese caso, de que
entre en razón, reconozca su error y rectifique. Me parece que es mucho pedir
al inconmensurable ego de Pedro Sánchez.
Madrid, 17 de abril de 2020
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