sábado, 28 de abril de 2012

El masoquismo de los andaluces

EL MASOQUISMO DE LOS ANDALUCES (30-III-12)




El PP ha ganado las elecciones autonómicas de Andalucía -50 escaños, frente a los 47 del PSOE-A y los 12 de IU-CA-, pero su victoria ha sido pírrica, ya que a este Partido, para poder gobernar, no le basta con ganar, sino que ha de hacerlo por mayoría absoluta. La participación electoral ha sido sólo del 62,2%, 10 puntos menos que en las elecciones de 2008. Se creía que un alto grado de abstención perjudicaría a la izquierda, pero en el presente caso lo ha hecho a la derecha, pues, mientras el PP ha perdido 442.000 votos desde las elecciones generales -173.600 desde las autonómicas-, el PSOE sólo ha perdido 91.000 -664.000 con relación a 2008-. Muchos votantes socialistas descontentos, en vez de optar por la abstención, han votado a IU, que ha aumentado en 72.000 el número de votos obtenidos.



Los resultados de las elecciones me han defraudado y apesadumbrado, pues ahora más que nunca hacía falta un cambio de orientación y entrada de aire fresco en la gobernación de Andalucía, por higiene democrática y para dar paso a la deseable alternancia de poder. Aunque –según todos los sondeos- la mayoría de los andaluces creía necesario un cambio de gobierno, muchos de ellos –con tal de no votar al PP, único partido capaz de llevarlo a cabo- han preferido mantener el “statu quo” y votar al PSOE. Era una ocasión única, pero como decía el Guerra –el torero, no el político- “lo

que no puede ser no puede ser y, además, es imposible”.



Balance negativo del gobierno de la Junta



Desde el primer Gobierno pre-autonómico de 1978, el PSOE ha mantenido el monopolio del poder y, aunque ha conseguido algunos importantes logros durante estos 34 años, el balance global de su actuación es bastante negativo. En el plano político, la Junta ha creado un Estado dentro del Estado, con una estructura burocrática ineficaz y sobredimensionada, que duplica o triplica la gestión de otras administraciones. Cuenta con 253.000 funcionarios y contratados –muchos de los cuales, designados a dedo, han sido convertidos en funcionarios, a pesar de varias sentencias condenatorias al respecto- y 359 altos cargos. Tiene asimismo 255 empresas públicas –muchas de ellas innecesarias-, que son usadas como pantallas para que ocultar el déficit público. Ha utilizado el rodillo de su mayoría absoluta para imponer su voluntad y no ha aceptado ni una sola comisión de investigación propuesta por la oposición. Aunque con matices, ha seguido miméticamente el maximalismo catalán en la modificación del Estatuto y asumido competencias que no está en condiciones de ejercer adecuadamente.



En el ámbito económico, la Junta ha derrochado sus recursos y recurrido alegremente al crédito con el resultado de un endeudamiento de 14.324 millones de euros –un 77,8% más desde 2008-, lo que supone el 10% de la deuda total del Estado español. Ha conseguido que Andalucía tenga la renta “per cápita” más baja de la nación, 17.433 euros, frente a los 22.819 euros de la media nacional. Ha asistido pasivamente al desmantelamiento de muchas industrias andaluzas (Santana, Delfi, Astilleros…) y las medidas adoptadas para paliar sus efectos han generado abusos y corruptelas.



En el plano social, el Gobierno ha propiciado la cultura de la subvención sobre la del esfuerzo, destruyéndose en los últimos años más de medio millón de puestos de trabajo. El resultado ha sido establecer un récord nacional de desempleo con 1.240.000 parados, un 31,2% de la población activa, llegando al 50% entre los jóvenes. Pese a sus promesas, el único pleno empleo logrado ha sido el de los miembros y simpatizantes del PSOE y los sindicalistas de UGT y CC.OO. Muestra palmaria de ello fue la carta de un dirigente de Comisiones de Cádiz, en la que exigía a la Junta que ofreciera cargos y puestos de trabajo a sus militantes. Se ha establecido, de esta manera, una tupida red de intereses creados basada en el clientelismo y las subvenciones.



En el dominio ético, ha prevalecido el nepotismo y la corrupción. Como ha afirmado Pedro J. Ramírez, Manuel Chaves –que presidió la Junta durante 19 años- no gobernaba una comunidad autónoma, sino un cortijo, en el que el dinero del Estado se utilizaba para mantener cautivo el voto. El caciquismo de los oligarcas del siglo XIX ha sido sustituido por el del partido hegemónico en los “burgos podridos” de la Andalucía profunda. Chaves se ha convertido en el epítome del nepotismo al actuar como buen “paterfamilias” en beneficio de su parientes, en especial, de sus hijos Paula –concesión de una ayuda de 10 millones de euros a MATSA, empresa en la que trabajaba como apoderada- e Iván –tráfico de influencias al amparo de la Junta de papá-.Han proliferado los casos de corrupción, pero la “madre” de todos ellos ha sido el de los ERE falsos, que ha supuesto la dilapidación de 1.353 millones de euros de caudales públicos -desviados ilegalmente a un “fondo de reptiles”- entre familiares, amigos y correligionarios. A pesar de los esfuerzos de la Junta para entorpecer la acción de la justicia, el caso ha llegado al fin a los tribunales, y –pese a la campaña calumniosa e intimidatoria contra la juez Mercedes Alaya- han empezado a producirse los primeros encarcelamientos de los supuestos culpables. No se trata de la actuación incorrecta de unos pocos funcionarios desaprensivos, sino de una red de corrupción institucional inspirada o, cuando menos, tolerada o condonada por las más altas esferas de la Junta.



Previsible alianza socio-comunista



La hábil estrategia del Presidente Griñán de desligar las elecciones autonómicas de las generales ha producido su fruto. Estos 4 meses de respiro han permitido a la Junta reactivar su red clientelar de intereses, llamar a rebato a su electorado y alentar el miedo a la “derechona”. Prueba de ello fueron las declaraciones de Chaves de que la salud de la vida democrática en España y la cantidad y calidad de la misma estaban en peligro si llegaba a gobernar el PP en Andalucía. El PSOE se ha beneficiado asimismo del malestar provocado por las impopulares medidas que ha tenido que tomar el Gobierno de Rajoy –aumento de impuestos, imposición de recortes, reforma laboral…- para hacer frente a la grave crisis económica-financiera heredada del anterior Gobierno socialista. Estos factores han permitido al PSOE cortar la hemorragia de pérdida de votos e impedir, si no la victoria del PP, al menos que no lograra la mayoría absoluta



El gran vencedor de las elecciones ha sido IU, un partido anclado en los dogmas del marxismo y la lucha de clases. Ello empeora aún más la situación, pues –pese a las críticas con la boca pequeña de su líder Diego Valderas a la Junta- poca duda cabe de que –a diferencia de sus colegas extremeños- aportará sus votos al PSOE para formar un Gobierno socio-comunista. Lo peor es que no será IU quien se eche en brazos del PSOE, sino al revés. Volverá a producirse la lamentable situación imperante en el Ayuntamiento sevillano antes de los últimos comicios municipales con la coalición PSOE-IU, en la que el rabo comunista movía al perro socialista, y el camarada Torrijos era “de facto” el alcalde de Sevilla. Los andaluces nos hemos ganado a pulso un gobierno muy escorado a la izquierda, y perdido hasta el derecho al pataleo. Según el refrán, ”sarna con gusto no pica”. Por tanto, en el bicentenario de la “Pepa”, marchemos todos por la senda marcada por la voluntad popular. Hemos heredado el estoicismo de nuestro paisano Séneca, pero ¿de dónde procede el masoquismo?. Siguiendo con refranes, “no hay mal que 100 años dure”, por lo que sólo nos faltan 66 para culminar la travesía del desierto. ¿Sobreviviremos?. La esperanza es lo último que se pierde.





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