sábado, 7 de octubre de 2023

A mi investidura voy, de su investidura vengo

A MI INVESTIDURA VOY, DE SU INVESTIDURA VENGO En el sexto aniversario del infamante referéndum ilegal del 1-O, han venido a mi mente algunas estrofas de los “Poemas del alma” de Lope de Vega, que -con algunos ligeros retoques- encajan como un guante en la realidad política que vive el país. “A mis soledades (investiduras) voy, de mis soledades (investiduras) vengo, porque para andar conmigo me basta mi sentimiento (planteamiento) Entiendo de lo que me basta y solamente no entiendo cómo se sufre a sí mismo un ignorante soberbio” Resulta increíble la capacidad de premonición por parte del “fénix de los ingenios” de lo que sería cuatro siglos más tarde un presidente del Gobierno de España. Cómo ha señalado Cayetana Álvarez de Toledo en su libro “Políticamente indeseable”, “en lugar de certificar la derrota del golpe de Estado de1 1 de octubre de 2017, Pedro Sánchez ha decidido otorgar a sus autores una segunda oportunidad a cambio de sus votos para gobernar. Les ha blanqueado, les ha indultado, les ha otorgado la razón de su relato y en sus agravios, y ha aceptado negociar con ellos el inexistente derecho de autodeterminación del inexistente pueblo catalán. Es decir, el fin de la soberanía del pueblo español. El proceso separatista sigue vivo, solo que ahora se ha trasladado de las instituciones catalanas al Congreso de Diputados, donde Sánchez aspira a promover una cochambrosa mutación constitucional”. Y no pareciéndole bastante, Sánchez pretende ahora conceder una amnistía a los sediciosos. Investidura fallida de Feijóo El rey Felipe VI propuso como candidato a la investidura al líder del partido más votado en las elecciones del 23-J, por lo que fue muy criticado por el PSOE, porque no tenía asegurada la elección y suponía una pérdida de tiempo y una burla a los españoles, olvidando que Sánchez se había presentado en dos ocasiones a una investidura pese a contar con menos apoyos que Feijóo. Siguiendo con su práctica de doble estándar, ha estimado que Sánchez cumplió con sus deberes constitucionales, mientras que Feijóo los incumplió al malgastar el tiempo de los españoles. Éste contaba con el respaldo de 172 diputados, por lo que solo le faltaban cuatro votos para obtener la mayoría requerida, que le podrían ser facilitados por el PNV, que ya apoyó en su día Aznar y a Rajoy. No era por tanto ninguna temeridad intentar conseguir la investidura y no dio la espantada, como hizo su correligionario Rajoy. La tentativa no ha supuesto ninguna pérdida de tiempo y ha tenido muchos efectos positivos. Feijóo presentó un programa razonable de Gobierno, que suponía un contraste con la política errática y caótica seguida por el Gobierno Frankestein-1, que ha carecido de la más mínima coherencia en su seno y en el entorno de sus aliados. Propuso al PSOE pactos de Estado y le pidió su colaboración crítica para hacer frente a los muchos retos con lo que se enfrenta España. Sánchez no solo no respondió a su oferta, sino que ni siquiera se dignó subir a la tribuna para contestarle, y optó por hacer “puenting” y encomendar esa labor a un doberman de segunda fila, Óscar Puente, que se dedicó a proferir insultos y a descalificar al candidato, sin responder ni a una sola de las propuestas por él presentadas. Sánchez no tuvo el valor enfrentarse dialécticamente al candidato y se ausentó del ring por temor a recibir una tunda similar a la que sufrió en el encuentro televisivo celebrado durante las campaña electoral, y para no tener que dar explicaciones sobre por qué iba conceder una amnistía y a aceptar la celebración en Cataluña de un referéndum de autodeterminación. Sánchez ha sido derrotado en el combate por incomparecencia. En el Congreso se ha perdido últimamente el decoro y no resulta admisible que algunos diputados llamen a gritos “!Cobarde!” a un presidente del Gobierno, pero hay que reconocer que se lo ha ganado a pulso. Por otra parte, Feijóo ha unificado al PP y consolidado su liderazgo en su partido y en el centro-derecha. Se ha revelado asimismo como un consumado parlamentario en las réplicas a sus opositores -plenas de contundencia y humor galaico-, en la que los dejó fuera de combate. Ignoró las groseras acusaciones del “portacoz” del PSOE y echó en cara a Sánchez que tuviera el cuajo de pactar con quienes asesinaron a compañeros de partido o fueron sus cómplices o encubridores de estos asesinatos, y seguían llevando en sus listas, y tenían como dirigentes, a terroristas condenados por delitos de sangre. Asimismo le criticó su mutismo y su incomparecencia, que eran una descortesía no solo para él, sino también para el Congreso y para todos los españoles. Sánchez se dejó sustituir por los socios frikis del futuro Gobierno Frankenstein-2 y dio instrucciones a sus esbirros para que evitaran pronunciar la nefanda palabra ”amnistía” , como sí, al no ser pronunciada, dejara de existir, cuando -como las brujas en Galicia- “haberlas, haylas” y, si no, que se lo pregunten a Díaz. Pese a que tanto le guste figurar, tuvo ella que eclipsarse del debate para seguir el ejemplo de su patrón y delegar la intervención de su partido multi-siglas en la desvahída Marta Lois y en los representantes de Más Madrid y de IU. No así en los de Podemos, que han sido una vez más castigados. Cabe preguntarse cuál será la reacción de la iracunda y vengativa pareja de la martirizada Irene Montero, y a dónde irán a parar los votos del agraviado partido menguante. Frente a la calificación del PP como perdedor por parte de la “sumarita”, Feijóo le respondió que habían tenido suerte, porque -de haber sido ganador- habría aumentado con creces la actual diferencia de 104 votos existente. Con los de Bildu estuvo demoledor. Les dijo que no les prestaría atención mientras no condenaran los asesinatos de ETA, y les agradeció que no le dieran sus votos, que dejaba para Sánchez. Señaló que era intolerable que un partido que había condonado los asesinatos etarras y tenía como dirigentes a terroristas condenados por delitos de sangre viniera al Congresos a dar lecciones de democracia. Concluyó afirmando que Bildu era el único partido en España que merecía ser sometido a un cordón sanitario. Del PNV dijo que era distinto de Bildu, aunque ambos rivalizaran por ganar las gracias del “ausente” y votaran con él en comandita. Le propinó unos cuantos sopapos, a los que no está acostumbrado, como al preguntarle a su vocero si querían ser el kleenex de usar y tirar de Sánchez, y Aitor Esteban no sabía qué cara poner. Le advirtió que tuviera cuidado con la maratón que había emprendido su partido, porque lo estaba ganando Bildu, y el PSE podría optar por cambiar de coalición y formar un Gobierno “progresista” con Bildu. Le señaló con sorna que él también tenía derecho a ser progresista y, que si lo hubiera sido, Bildu gobernaría en Vitoria y en Guipuzcoa. Se produjo un chusco incidente durante la primera votación -perdida por Feijóo por 172 votos a favor y 178 en contra-, que puso una vez más de manifiesto la parcialidad de las presidentas socialistas del Congreso. En 2022, el diputado del PP Alberto Casero votó por error a favor de la aprobación de la Ley de la Reforma Laboral y de inmediato solicitó que se modificara su voto, pero Batet no accedió -lo que permitió la aprobación de la citada ley-, porque “a lo hecho pecho” y los diputados del PP deberían aprender a votar. Ahora Armengol ha dado a luz a dos nuevas y distintas interpretaciones de un mismo supuesto, lo que pone de manifiesto la descarada versatilidad interpretativa de las presidentas en función de la conveniencia de su partido. El diputado del PSOE Herminio Rufino votó a favor de Feijóo y la propia secretaria del Congreso le advirtió de su error, por lo que pasó del Sí al No, y la presidenta aceptó su rectificación. Dos días más tarde, el diputado de JxC Eduardo Pujol cometió el mismo error y entonces Armengol consideró su voto como nulo. Tras el fiasco de la investidura, se celebró una segunda votación, en cuyo debate Feijoó puso a Sánchez contra las cuerdas, al instarle a que se atreviera a subir a la tribuna para decir si estaba o no a favor de la amnistía y del referéndum de autodeterminación. Él dijo que estaba en contra de ambas “¿Y Vd, Sr.Sánchez?” El interpelado permaneció silente como la esfinge de Gizéh. Repitió rebuzno el energúmeno pucelano, que dio implícitamente por aceptada la amnistía y apuntó hacia el artículo 92 de la Constitución para superar el escollo del referéndum de autodeterminación, que sería sustituido por otro consultivo. La candidatura de Feijóo fue rechazada por 172 votos a favor, 177 en contra y el voto nulo de Pujol. Investidura de Sánchez Tras informarle Armengol del fracaso de la investidura de Feijóo, Felipe VI inició una segunda ronda de contactos con las fuerzas políticas constitucionalistas, de las que se escaquearon una vez más los partidos independentistas. El Rey no tenía una papeleta fácil, porque el boicot nacionalista le impedía conocer de primera mano los apoyos con que contaba el nuevo candidato. Podría haber dado un mayor margen de tiempo antes de proponer un segundo candidato para facilitar las negociaciones entre los partidos e incluso -como han sugerido algunos, como Fernando Sabater- dado un paso hacia la repetición de las elecciones, pero, de haberlo hecho, habría sido severamente criticado por la izquierda y -prudente como es él- no ha querido abrir un nuevo frente y ha designado a Sánchez. Éste se ha mostrado orgulloso por la designación, aunque un comunicado de la Casa Real ha matizado que ha sido propuesto en función “de la disposición a ser candidato en un nuevo proceso de investidura”. Sánchez, que tanto había criticado a Feijóo por haber instado su candidatura con 172 apoyos, solo ha podido confirmar al Rey que contaba con 127 -los 121 del PSOE y los 6 de Bildu-. Incluso su perillo faldero Díaz -que no dudó en peregrinar a Waterloo para “empatizar” con un prófugo y postrarse ante él, a fin de rogarle que le permitiera seguir siendo vicepresidenta del Gobierno Frankenstein-2, a cambio de mercedes estratosféricas- ha sacado los dientes y manifestado interpérrita que Sumar no había decidido aún sobre si volvería a votar a su amo, y que “parlarem”. Armengol -que fijó un margen de tiempo a Feijóo tras consultar con la Moncloa- ha dado una nueva muestra de su parcialidad al no poner plazo alguno a Sánchez por no estar aún la situación madura, y decidirá la fecha de la investidura cuando éste le indique que ya tiene al gato Puigdemont en la talega. Hay, sin embargo, una fecha tope por mandato constitucional, que es la del 27 de noviembre y, si para entonces el candidato no ha logrado la investidura, deberán convocarse nuevas elecciones. El PSOE acusaba a Feijóo de hacer perder el tiempo a los españoles y lo acosaba para que compareciera cuanto antes, dada la urgente necesidad de contar con un Gobierno fijo y estable. Ahora que el designado ha sido Sánchez, han desaparecido las prisas y el candidato se ha dado de margen todo el mes de octubre para negociar consigo mismo, a fin de superar las grandes diferencias programática con Sumar, que -según la astronauta Díaz- son muy importantes ¿Hay algún incauto que se lo crea tras el romántico “pas-à-deux” de Yolanda y Pedro en la entrevista de TVE durante la campaña electoral? Dando muestras de su talante conciliador, Sánchez se entrevistará con los jefes de todos los Grupos parlamentarios salvo con el de Vox, el tercer partido más votado en las elecciones generales. Todo dependerá del dedo imperial de Puigdemont, pues a Sánchez no le bastan los votos de sus aliados del Gobierno Frankenstein-l y requiere la anuencia del prófugo progresista a cambio de una amnistía y de la autodeterminación. Aunque -según Andrés Trapiello- la amnistía esté ya atada y bien atada -como afirmó mosén Junqueras, sin que nadie le contradijera-, el PSOE necesita un mes para hacer pedagogía-exprés, a fin de convencer a sus fieles de las bondades de sus concesiones en pro de la concordancia, la convivencia y el diálogo. Para el profesor José Torné-Dombidau, Sánchez se ha empeñado en pagar su investidura con una inmoral y aberrante amnistía, y hasta con una inconstitucional autodeterminación. “No tiene límites ni freno. Lo que sea con tal de continuar en la presidencia del Gobierno al precio que sea: ¡Pagan los españoles!”. A juicio de Feijóo, la inclusión en el paquete de la autodeterminación -que Sánchez jura y perjura que jamás aceptará por no ser conforme con la Constitución, aunque también lo dijera en su día de la amnistía- es un cebo para vender la amnistía como un mal menor. Sánchez alegará triunfal que, gracias a su capacidad negociadora, ha conseguido que no se conceda la autodeterminación por el ínifimo precio de una amnistía anhelada por el pueblo español. Según el antiguo diputado del PSOE Pedro Bofill, el mal menor sería una repetición de las elecciones, porque el mal mayor sería la formación de un Gobierno débil sometido al chantaje continuo de los independentistas, un Gobierno fraguado en torno a una injusta amnistía, que enquistaría el existente enfrentamiento entre los españoles. “Le amnistía es el problema, no la solución”. Tras su ansiada designación, Sánchez ha pronunciado un discurso, que ha reflejado el grado inconmensurable de su cinismo. Ha afirmado que los electores dieron el 23-J la victoria al Gobierno progresista que él encabezaba, y le concedieron un mandato para que formara otro Gobierno progresista en la misma línea. Sólo cabían dos opciones: un Gobierno de la ultraderecha con Abascal de vicepresidente -pese a que Vox había renunciado a entrar en el Gobierno-, o un Gobierno progresista integrado por el PSOE y Sumar, pese a ser evidente que una coalición de estos dos partidos sólo aportaría 152 diputados, por lo que, para poder gobernar, necesitaría el concurso de todas las fuerzas independentistas, incluido el progresista JxC. No iba a pedir al PP que le apoyara o se abstuviera, pero sí que cumpliera a la Constitución y permitiera la renovación del CGPJ . A Sánchez solo le importa el artículo 122 de La Constitución. Pero la cima de su desvergüenza se mostró cuando instó al PP a que desterrara el insulto y la descalificación de la disputa política, porque podíamos competir sin deslegitimarnos y tener posiciones opuestas sin perdernos el respeto. Esto lo predicaba sin inmutarse un político que va a negociar con Mertxe Aizpurua y Arnaldo Otegui, que han sido condenados por su pertenencia a ETA, pero no con una victima de la banda terrorista, como Abascal; que cedió la portavocía del PSOE en la sesión de investidura a un energúmeno que no hizo más que insultar y descalificar a Feijóo; que, junto con otros dirigentes, lo han calificado de mentiroso, incompetente, corrupto, narcotraficante y otras lindezas; y que ha elevado a nivel nacional el pacto de Tinell, con el fin de poner un cordón sanitario al PP para impedirle que vuelva a gobernar. Aunque siga sin pronunciar la palabra tabú de “amnistía”, a la pregunta de los periodistas sobre si iba a conceder una amnistía, ha reconocido en Granada que se estaba negociando sobre “ella”. Es la palabra fantasma de la que nadie en el PSOE habla en público, pero a la que se refieren cada día en privado, y todos coinciden en que es la clave para que JxC apoye la investidura de Sánchez. Para añadir aun más emoción al asunto, Puigdemont ha afirmado que su partido no se abstendrá en la votación, sino que votará a favor o en contra. Según Carlos Alsina, Sánchez ya ha decidido conceder la absolución a Puigdemont y a sus cuates, aunque no tengan dolor de corazón ni propósito de la enmienda, sino que lo volverán a hacer, ya sin riegos y con la anuencia del Gobierno. Continuarán las oscuras negociaciones y no habrá institución en España que escape a la subasta de Sánchez a cambio de su investidura, que al fin se producirá, porque tanto el Gobierno como los separatistas tiene pánico a una repetición de las elecciones y estos últimos son conscientes de que con Sánchez se vive mejor. Como consecuencia del duelo fratricida entre los hermanos separatistas -a su vez separados-, JxC y ERC están subiendo las apuestas a ver quién hace hocicar más a Sánchez y -una vez dada por conseguida la amnistía- consensuaron una resolución que fue adoptada por el Parlament, en la que se instaba a todas las fuerzas políticas catalanas con representación en las Cortes “a que no den apoyo a una investidura de un futuro Gobierno español que no se comprometa a trabajar para hacer efectivas las condiciones para la celebración de un referéndum”. Los socialistas se enfadaron con sus socios por colarles un nuevo gol en el tiempo de descuento, y el PSOE y el PSC publicaron un comunicado en el que afirmaron que, con un referéndum como el exigido por los indepes, no había avance posible. Han apostado por el diálogo “como la única forma de garantizar el progreso y la convivencia en Cataluña”, pero “siempre dentro de la Constitución”. Y todo ello amalgamado con el cemento de la “generosidad”, nueva palabra mágica, cuyo inconveniente es su “sentido único”, porque ¿dónde se manifiesta la generosidad de los independentistas? ¿En qué ceden, si ganan por goleada y consiguen mediante el chantaje todos sus objetivos? Los independentistas han bajado los decibelios causados por la moción para no arriesgar su inminente victoria. Se está produciendo una creciente reacción del pueblo español contra el Gobierno por sus total sumisión al independentismo, como se ha puesto de manifiesto en la espontánea manifestación celebrada el 24 de septiembre en Madrid a convocatoria del PP, y en la que se celebrará el próximo día 8 en Barcelona a convocatoria de Sociedad Civil Catalana, bajo el lema “No en mi nombre. Ni amnistía, ni autodeterminación”, seis años después de la celebrada a raíz del memorable discurso de Felipe VI -más al día que nunca-, en el que denunció que las autoridades catalanas habían incumplido reiteradamente la Constitución y las leyes, y habían tratado de romper la integridad territorial de España y la soberanía nacional. La principal diferencia con aquel evento es que los socialistas no estarán ahora presentes, porque han pasado al otro lado de la barricada y se han unido a los independentistas. ¿Qué fue de Josep Borrell ‘et ali”? A nivel institucional, el Senado aprobó el día 3 una moción que condenaba las negociaciones opacas de Sánchez con quienes pretenden dinamitar el Estado, y rechazaba de plano cualquier intento de aprobar una ley de amnistía en beneficio de los encausados por el procés, ya que no cabía en la Constitución porque iba contra la prohibición expresa de los indultos generales, colisionaba frontalmente con la sujeción de los poderes públicos a la ley, y vulneraba la interdicción de la arbitrariedad, la independencia judicial en el marco de la separación de poderes, la seguridad jurídica y el principio de igualdad entre los ciudadanos. Al PSOE le preocupa la reacción que pueda tener ante la citada ley el Tribunal Constitucional y, por ello, ha establecido en él una red de seguridad. Como Sánchez afirmó que el TC se tendría que pronunciarse sobre la ley, ha compuesto un Tribunal a su imagen y semejanza, bajo el férreo liderazgo de Cándido Conde-Pumpido, que, más que un tribunal imparcial, parece una sección más de la Administración. Presidido por un ex-fiscal general del Estado, forman parte de él quienes fueron ministro de Justicia, directora general de la Presidencia del Gobierno o presidenta del Observatorio de la Violencia de Género, por lo que ya toma sistemáticamente sus decisiones por 7 votos a 4. Varios presidentes autonómicos -incluido el de Castilla/La Mancha- han afirmado que plantearán la constitucionalidad de la ley ante el TC, y García-Page ha mantenido que éste debería pronunciarse antes de la adopción de la misma. Según Jaume Asens, el TC está ahora controlado por la izquierda, lo que facilitará que la ley pase el filtro del Tribunal. El portavoz mediático del Gobierno -“El País”- ya ha anunciado la buena nueva en un artículo de Xavier Vidal-Foch, titulado “El Tribunal Constitucional respalda en 22 sentencias el encaje de una amnistía”. Está por ver si los magistrados del TC optan por ensuciar sus togas con el polvo del camino separatista y condonan una inconstitucional amnistía, o mantienen su honorabilidad y su prestigio jurídico. La mayoritaria Asociación de Fiscales ha enviado una carta a la vicepresidenta de la Comisión Europea, Vera Jurova, y al comisario de Justicia, Didier Reynders, para advertirles de que, si se aprobara la Ley de Amnistía que está preparando el Gobierno, “se estaría poniendo en cuestión toda la arquitectura institucional, y, en definitiva, el estado de derecho en España, lo que justificaría, a nuestro juicio, la intervención de los órganos correspondientes de la UE a fin de garantizar el cumplimiento de los estándares europeos”. Tras exponer los argumentos que probaban la inconstitucionalidad de la Ley, la Asociación ha pedido a la Unión que, en el caso de que se adoptase, activara el proceso para suspender derechos a España por poner en situación de grave riesgo el Estado de Derecho con una ley, que es “contraria a los principios de separación de poderes y de independencia judicial y, por lo tanto, quebranta algunos de los valores esenciales de la UE”. ¡Son palabras mayores! Por otro lado, el instructor del TS, Pablo Llarena, podría plantear una cuestión prejudicial ante el TJUE. La espada de la Justicia sigue, pues, en alto. En un espléndido artículo sobre “L’Espagne, une démocratie à la dérive”, publicado en “Telos”, el hispanista francés Benoit Pellistrandi ha afirmado que lo que está en juegos en España no es la configuración de una mayoría, ni la formación de un gobierno, sino los principios fundamentales de una democracia. Sánchez sabe perfectamente el riesgo en el que pone al sistema constitucional nacido del consenso de 1978 ¿Aspira a ponerlo en tela de juicio sin decirlo abiertamente? ¿Prefiere forzar las instituciones antes de resignarse a perder el poder? “España corre el riesgo de emprender el camino hacia la supresión del Estado de Derecho. Sería una regresión democrática desastrosa”. Y la responsable no sería la extrema derecha -que no es decisiva con solo un 12% de los votos- sino “una combinación inédita entre socialistas y nacionalistas, autoproclamados progresistas”. Madrid, 6 de octubre de 2023

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