MAL COMIENZO DE LA XIII LEGISLATURA
Tras la
sorpresiva moción de censura contra Mariano Rajoy, Pedro Sánchez accedió a la
Presidencia del Gobierno gracias a los votos de toda la oposición y
especialmente de los partidos
nacionalistas separatistas. Pese a sus promesas de celebración inmediata de
nuevas elecciones generales, Sánchez se mantuvo en el poder durante diez meses,
tiempo que aprovechó hábilmente para tomar una serie de medidas oportunistas y
populistas pagadas con pólvora del Rey
para atraerse a distintos sectores de la población. Presentó unos presupuestos
generales expansionistas que, pese a ser extremadamente favorables a Cataluña,
fueron rechazados por sus coyunturales
socios separatistas catalanes, lo que le
obligó a convocar las elecciones.
Elecciones generales del 26-A
Los
resultados de las elecciones del 26 de Abril de 2019 acabaron con el
bipartidismo tradicional hasta entonces existente, al permitir la presencia en
el Congreso de cinco partidos con importante representación, amén de otros ocho
partidos de menor cuantía, especialmente nacionalistas. La elecciones fueron ganadas por el PSOE con 123 escaños, la cifra más baja hasta entonces
obtenidas por el partido ganador. Aunque quedó en segunda posición con 66
diputados, el PP sufrió un tremendo revolcón y perdió la mitad de su
electorado, que se pasó en buena medida a Ciudadanos (Cs) y a Vox. Con 57 escaños- tan sólo a 9
del PP-, Cs pretende arrebatarle el
liderazgo de la Oposición. Unidas/Podemos (U/P) también sufrió un importante
descalabro al pasar de 71 a 42 diputados, y ceder Cs la tercera posición en el
hemiciclo. Se produjo la irrupción de Vox en la Cámara con 24 diputados. Los demás partidos que accedieron
al Congreso fueron ERC (15), Juntos por Cataluña (7), PNV (6), EH-Bildu (4),
Coalición Canarias y Navarra Suma (2), y Compromís y Partido Regional de
Cantabria (1).
Al no haber
ganado ningún partido la mayoría absoluta en la Cámara, serán inevitables las
coaliciones. En cualquier país democrático de nuestro entorno, la solución más
plausible sería una coalición PSOE-Cs (180 escaños), dos partidos que acordaron
con anterioridad un Programa de Gobierno y cuyas coincidencias son muy
superiores a sus divergencias, pero “Spain
is different” y –junto con Malta- es
el único país democrático europeo que nunca ha formado un Gobierno de “gran
coalición”. El líder de Cs, Albert
Rivera, ya había anunciado “urbi et orbe”
durante la campaña electoral que en ningún caso pactaría con el PSOE, no con el
PSOE de Sánchez –que sería comprensible-,
sino con el PSOE “tout court”,
aunque no excluyera posibles alianzas puntuales en Comunidades Autónomas y
Ayuntamientos tras las elecciones del 26 de Mayo. Rivera parece dispuesto a
supeditar los intereses generales del Estado a sus ansias de poder, que
pasan por desbancar al PP de Pable
Casado y erigirse en líder de la Oposición, como paso previo a su eventual
llegada a la Presidencia de Gobierno, por lo que no le conviene en estos
momentos una alianza con los socialistas.
El
Presidente del Gobierno del “No es No”
y los Presidentes del Congreso y del
Senado, que rompieron la disciplina de voto del PSOE establecida por la Gestora
dirigida por Javier Fernández de abstenerse para permitir la investidura de
Rajoy, invocan ahora el sentido de Estado y piden con el mayor de los cinismos
al PP y a Cs que se abstengan en la votación de investidura para que el
Gobierno socialista no dependa de los votos de los partidos separatistas.
Obnubilado
con su éxito electoral, Sánchez actuó sin contar con nadie en las Cortes y
decidió nombrar Presidente del Senado al Secretario General del PSC, Miquel
Iceta, que ni siquiera era senador y que, para obtener esta condición, tenía
que sustituir a José Montilla como
senador por designación autonómica. Los aliados separatistas catalanes de
Sánchez le dieron un segundo aviso cuando impidieron con su voto que Iceta
accediera al Senado. En una reacción un tanto pueril, Sánchez invocó el adagio
de “no quieres caldo icetano, pues toma
dos tazas peseceras: Batet y Cruz”, dos destacados miembros/miemnbras del PSC, que se insubordinaron contra la
disciplina del PSOE -en el caso de Bastet hasta en tres ocasiones- en
cuestiones tan importantes como el voto
negativo a la investidura de Rajoy o la aceptación del “derecho a decidir” y de la celebración del referéndum ilegal del 1.O. Pese a los arrumacos y
llamamientos de José Luis Ávalos al PP y a Cs para que permitieran con su
abstención la investidura de Sánchez, éste los
ha ignorado olímpicamente a la hora de constituir las Mesas de las
Cámaras. En el Congreso ha nombrado
Presidenta a Meritxell Batet (PSC), Vicepresidenta 1ª a María Gloria Elzo (U/P)
y Vicepresidente 2º a Alfonso Rodríguez (PSOE), y Secretario 1º a Gerardo
Pisarrello -de la acreditada ganadería argentina de Podemos y que, para más
Inri, es independentista- y de Secretaria 2ª a Sofía Herranz (PSOE). En el
Senado ha nombrado Presidente a Manuel Cruz (PSC), Vicepresidenta 1ª a Cristina Narbona
(PSOE) y Secretario 1º a Fernando
Martínez (PSOE). Sánchez ha dado un puntapié a la Oposición en las posaderas
del PP por haberse abstenido en la votación del Parlament sobre el nombramiento de Iceta, y le ha privado de una
secretaría que le había prometido y que la ha cedido al PNV. El PP ha recibido
como único premio de consolación la 4ª Secretaría, pese a haber sido el segundo
partido con más senadores tras el PSOE.
Sánchez ha
entregado la presidencia de la tercera y cuarta instituciones del Estado a dos
miembros del PSC notorios por sus afinidades con el nacionalismo separatista y
por su falta de disciplina dentro de las filas del PSOE. Especialmente grave ha
sido la actuación de Batet, que -desde el primer momento de su nombramiento- ha
tomado decisiones controvertidas en favor de los cuatro diputados separatistas
encarcelados y sometidos a juicio por el Tribunal Supremo por su participación
en el referéndum ilegal del 1-O y en la declaración
unilateral de independencia de Cataluña. Lo de Batet no constituye ninguna sorpresa, pues ya se la
veía venir desde sus tiempos de diputada en el Congreso y de Ministra de
Administración Territorial en el último Gobierno. Amén de las ya mencionadas
indisciplinas de voto en temas cruciales –por las que fue multada por Ferraz en
tres ocasiones-, Batet ha defendido el “derecho
a decidir” y la celebración de un referéndum -siempre que sea pactado-, la
recuperación de las disposiciones del Estatuto de 2006 que fueron declaradas inconstitucionales
en 2010 por el Tribunal Constitucional
mediante leyes orgánicas, la reforma de la Constitución para atender a
las reivindicaciones catalanas, la aplicación de la disposición adicional del
Estatuto que prevé una inversión en infraestructuras en Cataluña proporcional a su PIB, el establecimiento de
un poder judicial propio al margen del nacional, y la concesión de indultos a
los políticos separatistas que pudieran ser condenados por el Tribunal Supremo.
Ha afirmado que es indispensable recuperar la palabra en Cataluña, escuchar,
dialogar y consensuar, y ha sido la principal fautora de las lamentables
“cumbres” entre Sánchez y el Presidente de la Generalitat, Joaquim Torra –con
su canesú amarillo-,especialmente la
celebrada en Barcelona, que terminó con un Comunicado –como si se tratara de
una Conferencia entre Estados soberanos- en el que se reconoció la existencia
de un conflicto en Cataluña, la necesidad de dar una respuesta democrática a las
demandas de sus ciudadanía y la posibilidad de solucionar el conflicto al
margen de la Constitución. El Gobierno de Sánchez aceptó asimismo el nombramiento de un facilitador
internacional que mediara en las negociaciones entre los dos Gobiernos.
Fórmulas de acatamiento de la Constitución
La
inauguración de la XIII legislatura nos
ofreció un espectáculo bochornoso con la llegada triunfal al Congreso de los
diputados electos encarcelados, que fueron recibidos por buena parte de sus
colegas -como en el caso los presos etarras en sus pueblos al salir de prisión-
en olor de santidad cuan si fueran héroes, en un festival de besos y abrazos en
el que participó hasta la diputada de Cs
Inés Arrimadas. Sólo faltó que se bailara en el hemiciclo una sardana o un
aurresku.
En su debut como Presidenta,
Batet tenía que lidiar los mihuras del acatamiento de la Constitución por los cuatro diputados separatistas enjuiciados
y encarcelados, y la eventual suspensión en sus cargos por este motivo, y en
vez de hacer frente a los morlacos, ha preferido devolverlos al corral cual si
fueran mansos. Como ha señalado “El Mundo” en un editorial, Batet se ha
equivocado clamorosamente en su estreno. Bordeando la complicidad –Casado- y
permitiendo la vulneración del decoro –Rivera-, ha consentido que los diputados
nacionalistas –incluidos los cuatro procesados- falten el respeto al Congreso
con unas fórmulas de promesas de acatam,iento de la Constitución que no
escondían la voluntad expresa de seguir
desafiándola, porque ni España es una república ni hay en ella presos
políticos. Suponía una anomalía inédita en democracia que cuatro diputados
electos que estaban siendo juzgados por el Tribunal Supremo por rebelión,
sedición y malversación decidieran presentarse a una institución que no
reconocen, aún sabiendo que, mientras permanecieran en prisión, estarían
suspendidos en el ejercicio de sus cargos, por más que la Presidenta tratara de
eludirlo o dilatarlo.
Veamos
algunas de estas promesas de acatamiento realizadas “por imperativo legal”. Oriol
Junqueras lo hizo “desde el compromiso
republicano y como preso político”,
Josep Rull y Jordi Turull “como
presos políticos y con lealtad al pueblo de Cataluña” , y
Raúl Romeva –éste en el Senado- “hasta la
proclamación de la República Catalana, siempre comprometido con la fraternidad
y como preso político”.
Gabriel Rufíán prometió “por
la libertad de los presos y exiliados políticos
y por la República Catalana”, Alberto Garzón “por la democracia y por y por la República” y el Secretario primero
del Congreso, Gerardo Pisarello, “por
unos nuevos tiempos republicanos”.
Otros diputados separatistas prometieron su acatamiento “con lealtad al mandato democrático del 1-O”.
En sus
ansias de protagonismo, Rivera “madrugó”
al líder de la Oposición Casado y presentó una moción de orden, en la que invocó el artículo 103 del Reglamento del
Congreso, según el cual los diputados
deberán ser llamados al orden cuando profieran palabras o viertan conceptos ofensivos al decoro de la Cámara,
de sus miembros o de las instituciones del Estado. Batet le contestó que el
Tribunal Constitucional había dado amplio margen para formular diversas formas de acatamiento
de la Constitución y rechazó la protesta de Cs.
La
Presidenta se basaba en la sentencia 119/1990 del Tribunal Constitucional, de
26 de Junio, redactada con motivo del recursos de cuatro diputados electos de
Bildu. Cuando éstos incluyeron en 1989 en su promesa de acatamiento de la
Constitución la coletilla “por imperativo
legal”, el Presidente socialista del Congreso, Félix Pons, estimó que, al
no haber utilizado la fórmula reglamentaria, los diputados electos no habían
adquirido la condición plena de diputados. Los filoetarras apelaron al Tribunal
Constitucional, que tuvo un año más tarde uno de sus días tontos y dictó una
sentencia controvertida, en la que
afirmó que, “en un Estado democrático que
relativiza las creencias y protege la libertad ideológica,, y que entroniza
como uno de sus valores superiores el pluralismo político, que impone el
respeto a los representantes elegidos por sufragio universal en cuanto poderes
emanados de la voluntad popular, no resulta congruente una interpretación de la
obligación de prestar acatamiento a la Constitución, que antepone un formalismo
rígido a toda otra consideración”. En consecuencia, la adición de las palabras
“por imperativo legal” no era relevante
y no afectaba adversamente a la
formulación de acatamiento. En realidad, resultaba superflua y redundante,
porque –como ha observado el Presidente de la sala de lo Penal del Supremo, Manuel
Marchena- cualquier actividad reglada se hace de conformidad con la normativa
legal.
El problema
planteado en la inauguración de la XIII legislatura no era el de la referencia
a la imperatividad de la norma sino a la
inclusión de unos aditamentos que desnaturalizaban, cuando no negaban, el
supuesto acatamiento. Según Joseba Arregi, si una persona promete su acatamiento
a la Constitución por la libertad de los presos políticos o por la república
catalana, incurre en una contradicción evidente, pues está poniendo de
manifiesto que no debe lealtad alguna a la Constitución, sino a otras
instancias que no tienen nada que ver
con ella. Cuando afirma que promete con lealtad al mandato democrático del 1-O o al pueblo de Cataluña, está expresando que
no promete su lealtad a la Constitución sino al pueblo de Cataluña, un pueblo
entendido como diferente del pueblo español en el que –según la carta Magna-
reside la soberanía nacional, y que el prometedor debe respetar. Esta
contradicción –que anula lo que dice la promesa- se pone aún más de manifiesto cuando el que la profiere está
procesado precisamente por una actuación desde funciones públicas del Estado
contraria a lo que establece la Constitución.. Su lealtad no es hacia ésta,
sino hacía el pueblo de Cataluña, por lo que su promesa resulta un engaño. El
acatamiento que dicen prometer no es a la Constitución -que es el objeto de la
pregunta que se les dirige-, sino a la república catalana, al pueblo catalán, ,al
mandato dado el 1 de Octubre o a cualquier otro objeto distinto a la Ley de
leyes, que constituye a los españoles –incluidos los catalanes- en comunidad
política..
Según
Santiago González, no se puede acatar la Constitución con una cláusula
introductoria que la invalidad por anteponer lealtades que son incompatibles
con ella. Sin embargo, para Batet cualesquiera fórmulas valían para prometer su acatamiento, incluidas las que la negaban, basándose en los
antecedentes jurisprudenciales del
Tribunal Constitucional. Pese a ser profesora de Derecho Constitucional, la
Presidenta del Congreso ha pasado por alto el auto del Tribunal 74/1991, de 26
de Febrero, que matizaba y precisaba su sentencia de 1990, al afirmar que la
posibilidad de correcciones al “juro”
o “prometo” tiene como límite que “su formulación desnaturalice o vacíe de contenido el acatamiento mismo,
mediante fórmulas que supongan un fraude
a la ley o priven de sentido al propio acatamiento” . Y estos es
precisamente lo que han hecho los diputados independentistas con la adición de
calificaciones distintas al inofensivo “por
imperativo legal” –que fue lo que permitió el Tribunal en su sentencia-, que
vacían de contenido la supuesta lealtad a la Constitución.. Como ha señalado
Arcadi Espada, Batet permitió, en nombre de la democracia, el escarnio a la ley,
al aceptar fórmulas de acatamiento fraudulentas que no estaban amparadas por la
jurisprudencia constitucional.
Para el profesor Jorge de
Esteban, la Presidenta debería haber advertido a los diputados electos que recurrían a
fórmulas peregrinas que debían limitarse a decir “Sí, prometo”. Quienes lo hicieron cuando están siendo juzgados por
su intento de proclamar la República de Cataluña es evidente que no acataron la Constitución, por lo que sus intervenciones
constituyeron un acto anulable. En un debate televisivo, una periodista inglesa
se sorprendía de la tolerancia mostrada por la Presidenta del Congreso y
comentó que, si un diputado electo se atrevía a desviarse de la la fórmula
prescrita reglamentariamente para incorporarse a la Cámara de los Comunes,
sería expulsado sin contemplaciones de la sala por el “Speaker”.
Suspensión en su cargo de los diputados encarcelados
El otro
toro que tenía que lidiar Maritxel Batet en su corrida inaugural era el de la
eventual suspensión en sus cargos de los cuatro diputados que están siendo
juzgados por el Tribunal Supremo y se encuentran en prisión provisional, y su
faena ha sido objeto de pitos y broncas, porque no se ha atrevido acercarse al
astado y lo ha dejado suelto, con ganas de volverse al corral. En un auto dirigido al Congreso, el Tribunal decía que los citados
diputados y el senador Raúl Romeva deberían ser suspendidos en sus cargos
automáticamente y sin dilación, pero –respetando escrupulosamente el principio
de independencia de poderes- estimaba
que era el `poder legislativo el que debía tomar semejante decisión a través de
las Mesas de Congreso y del Senado.
En un injustificado intento de
ganar tiempo, Batet no planteó el tema en la primera reunión de la Mesa –como
era su deber- y envió un escrito al Presidente Marchena para que le aclarara
los fundamentos jurídicos que justificarán la suspensión. Cualquier persona medianamente
letrada –y aún más si es profesora de Derecho Constitucional- debería saber interpretar las normas básicas que así lo establecían, y a las que había
hecho referencia el Tribunal.
Según el artículo 384-bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal,
“firme un auto de procesamiento y
decretada la prisión provisional por delito cometido por persona integrada o relacionada con bandas armadas o individuos
terroristas o rebeldes, el procesado
que estuviera ostentando función o cargo público quedará automáticamente
suspendido en el ejercicio del mismo mientras dure la situación de prisión” . Por su parte, el artículo 21-1-2 del
Reglamento de las Cortes establece que “el diputado quedará suspendido en sus
derechos y deberes parlamentarios cuando, concedida por la Cámara la
autorización objeto de un suplicatorio y firme el auto de procesamiento.se
hallare en situación de prisión preventiva y mientras dure ésta”. En este
caso, la Sala del Tribunal Supremo ya había advertido que no había necesidad de
suplicatorio –como pretendían los
partidos separatistas, que propusieron la
suspensión del juicio mientras se tramitaban los suplicatorios-, porque los
interesados había sido procesados y juzgados antes de acceder a la condición de
diputados o senadores
Marchena contestó a Batet que
entre las funciones del Tribunal Supremo no figuraba la de ejercer como órgano
consultivo de las Cortes. El Tribunal ya había informado al Congreso en su auto
sobre lo que se debería hacer con los parlamentarios encarcelados y que era su
responsabilidad e éste tomar la decisión sobre su suspensión y. en caso de
duda, que recurriera a los servicios jurídicos de la Cámara. Así hizo Batet,
menospreciando la opinión del Tribunal Supremo, y –como no podía ser de otra
manera porque las normas mencionadas eran suficientemente claras y
contundentes- los servicios jurídicos del Congreso han dictaminado que procedía
el cese en sus cargos de los diputados encarcelados. Batet hizo de tripas corazón y convocó a la Mesa del
Congreso, que –con el voto en contra de los dos representantes de U/P- decidió
la suspensión en sus cargos de los diputados Junqueras, Sánchez (Jordi), Rull y
Turull. Esta decisión tiene consecuencias prácticas para la investidura de
Sánchez pues –al negarse los diputados de PDeCAT a renunciar a su acta- la mayoría
necesaria para ello se reduce a 174 votos.
Según medios de la Oposición, la
actitud dilatoria de Batet no era debida a que –como ella misma manifestó- fuera preciso gozar del máximo de seguridad
jurídica, sino a su deseo de aplazar la decisión hasta después de la
celebración de las lecciones autonómica, municipales y europeas del 26-M, a fin de que una eventual apoyo de los
miembros del PSOE en la Mesa a la suspensión pudiera perjudicar electoralmente
al PSOE en Cataluña. Según el portavoz de Cs, Juan Carlos Girauta, los
aplazamientos auspiciados por la Presidenta del Congresos respondían a los
intereses del PSC en las citadas elecciones, y que Sánchez (Pedro) y Batet
estaban siendo cómplices de los golpistas. Casado se adelantó en esta ocasión a
Rivera y presentó el día 23 en el
registro de la Mesa del Congreso un escrito instando a la suspensión inmediata
de los cuatro deputados golpistas, una proposición no de ley para prohibir la
concesión de indultos a los condenados por delitos de rebelión o sedición, y un
escrito proponiendo revisar las formas
anómalas de juramentos o promesas de acatamiento de la Constitución. Asimismo
amenazó a Batet con pedir su reprobación
e incluso de denunciarla a los Tribunales por prevaricación y desacato, en caso
de que siguiera aplazando la decisión de la Mesa sobre la suspensión de los
diputados.
Se da la paradoja de que pese a
que el PSOE sólo disponga de un núcleo de 123 diputado s y que el Congreso esté
considerablemente fragmentado, la posición negociadora de los socialistas ha
mejorado considerablemente y ya no depende totalmente de los votos de los
partidos separatistas. Descartada por el momento la solución más recomendable
de un Gobierno de coalición PSOE-Cs, las alternativas son la repetición de un “Gobierno Frankestein” dependiente de los
separatistas, la formación de un Gobierno del PSOE con el apoyo de Podemos –y
una eventual entrada en el Gabinete de Pablo Iglesias y su compañera Irene Montero-,
PNV y partido nacionalistas no separatistas, o un Gobierno socialista de
geometría variable que busque apoyos puntuales a su derecha o a su izquierda
según los temas que se aborden o los proyectos de ley que se presenten. Pese a
que Sánchez prefiera un Gobierno del PSOE en solitario, por el momento no ha
hecho ningún gesto hacia el centro-derecha –a ntes al contrario- y ha privilegiado descaradamente a
U/P, a la que considera su socio preferente. En el plan o interno del
socialismo y pese a los elogios con la
boca pequeña a Adolfo Pérez Rubalcaba, Sánchez sigue con su guardia pretoriana
de fieles y ha excluido del poder a los cercanos a Rubalcaba y a la vieja guardia
del Partido. Ha dado un papel preponderante al PSC, lo que supone abrir una vía
de crecientes concesiones al
separatismo. De momento, sin embargo, todo está paralizado hasta conocer
los resultados de las elecciones del
próximo Domingo.
Las
separatistas están crecidos ante las perspectivas de un Gobierno de Sánchez,
con o sin su concurso, como se ha puesto de manifiesto con las declaraciones de
los candidatos separatistas a las elecciones europeas Jordi Solé y Gorka Knorr en el debate transmitido por TVE –que parecía
un programa de TV3-, en el que ambos rivalizaron en denigrar a España y a sus
Tribunales. Tuvieron el cuajo de decir que uno de los problemas fundamentales
que tenía que afrontar la UE era el de garantizar que España dejara de violar
los derechos humanos de los exiliados y presos políticos. Confiemos en que, calmado
por la responsabilidad derivada del ejercicio del poder, Sánchez se concierte
con los partidos constitucionalistas para lograr acuerdos de Estado en temas básicos como el de la insumisión de
Cataluña, y no cede a las presiones externas de los secesionistas o internas
del PSC, más cercano al nacionalismo que al socialismo. Las primeras señales,
por desgracia, no son demasiado alentadoras, pero la esperanza es lo último que
se pierde.
Madrid, 24 de Mayo de
2019
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