miércoles, 6 de julio de 2016

No hay dos sin tres:¿Hacia uas terceras elecciones?

NO HAY DOS SIN TRES:¿HACIA UNAS TERCERAS ELECCIONES? La campaña para unas segundas elecciones generales se estádesarrollando de forma anodina en medio del desinterés y de la indiferencia de la población, más interesada en lo que ocurre en elexágono galo por mor del fútbol que de lo que pasa en la piel de toro. Los partidos políticos tienen poco que aportar de nuevo a lo ya dicho en la campaña anterior y repiten en un “déjà vu” sus manidos argumentos, aunque con menos convicción. La única, pero importante,novedad vaticinada por los sondeos es que la coalición Unidos-Podemos (Ps + IU) va a adelantar al PSOE por la izquierda y se convertirá en la segunda fuerza política de España, con lo que trastocará las perspectivas políticas del país, augurando consecuencias preocupantes para el futuro. La última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas ha confirmado el presagio, pues da a los rojo-violetas un 25.6% de los votos –entre 88 y 92 escaños- frente al 21.1% para el PSOE –78/80 diputados- y 14.6% para Ciudadanos (Cs) -38/39 diputados-.El PP seguirá siendo la fuerza más votada -29.2%-, pero con pérdida de escaños -118/121-, pese a aumentar ligeramente en número de votos -29.2%-, por el juego de la distribución de los restos previsto en la Ley d’Hondt, que favorece a Unidos-Podemos. Otras encuestas, sin embargo, prevén iguales o mejores resultados para los populares: GAD-3(“ABC”) 121/124 diputados -30.3%-; JMBA(“El Público”) 123-127 -9%-;Celeste (“eldiario.es”) 123/125 -29%-; NC Report (“La Razón”) 127/129–;o Sigma-2 (“El Mundo”) 124/129 -30.5%-. En cambio, Metroscopia (“El País”) le pronostica incluso menos escaños que el CIS -113/116 y 29%-, mientras da 92/95 y 24% a Unidos-Podemos, 78/85 y 20.5% al PSOE y 35/40 y 14.4% a Cs. De todos estos sondeos cabe extraer las siguientes conclusiones: polarización de los resultados, que benefician a los extremos –PP y Ps-; victoria insuficiente del PP que,para poder gobernar, necesitaría de la colaboración activa o pasiva de PSOE y de Cs; adelantamiento al PSOE de Unidos-Podemos y sus confluencias “En Comú Podem”, Compromís y las Mareas gallegas; empate técnico entre la derecha y la izquierda e insuficiencia de la suma de sus componentes para lograr la mayoría requerida para formar Gobierno; función arbitral del PSOE y, en menor medida, de Cs; escasa posibilidad de que el PSOE apoye a Ps para que forme Gobierno, especialmente si éste y sus circunstancias lo relegan a ser la tercera fuerza política; y pérdida de relevancia de los nacionalismos que, no obstante, podrían ser necesarios para formar una coalición de izquierdas. Salvo los cambios que provocará el “sorpasso”, la situación política y las dificultades para la formación de un Gobierno estables van a ser, tras el 26-J similares a las del 20-D y, si los partidos no modifican sus reiteradas afirmaciones acerca de las posibles alianzas, no habrá más remedio que recurrir a unas terceras elecciones. Debate entre los líderes de los principales partidos El único factor de interés en la campaña ha sido el debate televisivo mantenido por Mariano Rajoy (MR), Pedro Sánchez (PS), Pablo Iglesias (PI) y Albert Rivera (AR), del que todos ellos salieron indemnes excepto PS , pues –como ha observado Enric González- los líderes reafirmaron sus convicciones, salvo PS que reafirmó convicciones ajenas y debilitó las de su electorado potencial. Según la encuesta de Sigma-2 publicada ayer, 30.1% de los encuestados estimaron que ninguno de los cuatro salió vencedor, 23.3% que ganó MR, 17.7% AR, 13.3% PI y sólo 9.5% PS, que no dio la talla y estuvo especialmente desdibujado y sin mordiente. Poniendo de manifiesto su “pacto de no agresión” con Cs, centró sus ataques en MR y no en su principal adversario PI, al que cedió el protagonismo en los pagos izquierdistas. Perdió la oportunidad de plantar cara a Ps. y levantar la decaída moral de sus votantes reales y potenciales. PI le advirtió que se equivocaba de enemigo –“el adversario es Rajoy, Pedro, no soy yo”- y, desde su asumida posición de principal representante de la izquierda, le lanzó los tejos proponiéndole la formación de un Gobierno reformista de coalición que fuera presidido por el líder del partido que consiguiera más votos y, en el caso de que fuera él, le ofreció magnánimamente la vicepresidencia. PS se mostró obsesionado por destacar que el objetivo fundamental del PSOE era la expulsión del Gobierno de MR y del PP como fuera, y por repetir hasta la saciedad que España no había podido tener un Presidente socialista por la connivencia entre PP y Ps. Sólo al final criticó a éste por dar prioridad al derecho a decidir en Cataluña, pero sus ataques carecieron de credibilidad dado que el PSC había entrado unos días antes a formar parte del Gobierno del Ayuntamiento de Barcelona presidido por Ada Colau. MR defendió con contundencia la acción de su Gobierno en el ámbito socioeconómico y se mostró como el maestro experimentado que daba clase a tres aprendices. “Al Gobierno hay que venir aprendido, no se viene a hacer prácticas”, les espetó con su retranca galaica. Ignoró a PS y centró sus críticas en AR y Cs, auténtica piedra en el zapato presidencial. Toda su solidez en la primera parte del debate se desmoronó en la segunda, cuando se abordaron los temas de corrupción y de regeneración democrática, donde AR lo puso contra las cuerdas. Capeó mal que bien el temporal, pero dio síntomas de flaqueza en el asunto “do más pecado había” y resultó escasamente convincente. Como buen corredor de fondo y ciclista a piñón fijo, MR, dio muestras de consistencia, tenacidad, imperturbabilidad y resiliencia, pero también de falta de imaginación y de voluntad para la regeneración política de su partido. AR estuvo brillante y contundente, más en sus crítica a PI que a MR, con el que fue excesivamente agresivo y cruel, pues –aunque no lo llamó indecente, como su socio en el debate en la anterior campaña- lo insinuó, al acusarle de haberse lucrado de las cuentas en negro de Luis Bárcenas. Marcó con contundencia el territorio de Cs frente al PP, del que procedían buena parte de sus votantes. Pese a su pretendida equidistancia, AR aplicó un doble estándar en la lucha contra la corrupción, al no formular crítica alguna al PSOE por los escándalos en Andalucía, a cuya Presidenta Cs ha apoyado ante las fundadas críticas de PP e IU en el Parlamento andaluz. Condicionó el respaldo de Cs a un Gobierno del PP a la marcha de MR, al que invitó a echarse a un lado para impedir que creciera el populismo. Instó a PI a que explicara de dónde iba a sacar las ingentes sumas de dinero requeridas para su plan de incremento del gasto público en 60.000 millones de euros y advirtió sobre “una subida masiva de impuestos escondida en el catálogo de Ikea”. En respuesta a su afirmación de que Ps no necesitaba recurrir a los bancos para financiarse, le replicó con sorna que lo comprendía puesto que contaba para ello con el Banco de Venezuela. Ante su camaleónico “new look”, AR lo recriminó por disfrazarse de socialdemócrata para practicar políticas griegas. Los puntos flacos de Cs radican en de su indefinición ideológica y política y en su falta de contacto con la realidad del poder. Ya está bien de dar consejos desde fuera y no corroborarlos desde dentro de un Gobierno, sea municipal, autonómico o nacional. “Il faut s’emmerder”, como dicen los franceses. AR tiene que lanzarse al ruedo y fajarse con el morlaco de la política, y no limitarse a dar lecciones teóricas sobre cómo hacer la faena desde la seguridad de la barrera. Según Iván Redondo, PI fue el vencedor por puntos del debate, pues confirmó su carisma iconográfico y se consolidó visualmente como líder de la oposición. Demostró dominio de la imagen y del lenguaje y convirtió el “plateau” televisivo en la plaza pública en la que se consagró el “sorpasso” que PS ha sido incapaz de frenar. Salió a ganar por la mínima y lo consiguió. No estoy del todo de acuerdo con esta apreciación. Como ha observado Carlos Cuesta, PI mostró el doble rostro de Dr.Jekyll y Mr. Hyde, y usó la TV para ocultar una realidad violenta incompatible con la democracia, que comparten y agitan buena parte de sus mandos. Trató de minimizar riesgos y evitó el cuerpo a cuerpo con los otros dirigentes, limitándose a buscar la confrontación de modelo político con MR. Resulta evidente que es un profesional de la imagen y que domina la TV con habilidad y desparpajo. Arropado por las favorables encuestas, adoptó una actitud moderada escasamente creíble, pero se le vio el plumero cuándo tuvo que revelar aspectos de su programa que trataba de esconder tras la socialdemocracia, como le afeó AR. Presumió de los éxitos alcanzados en los Ayuntamientos dirigidos por Ps, cuando son manifiestos los fracasos de los mismos, de Madrid a Barcelona o de Cádiz a La Coruña. ¡Aunque la mona se vista de seda, Ps se queda! Posibilidades de pactos para la formación de Gobierno tras el 26-J Según Teodoro León, PP y Ps han regado peligrosamente el campo de la polarización con un ventajismo impúdico y reducido las elecciones del 26-J a una opción entre MR sí o no. Consciente o inconscientemente,PSOE y Cs han contribuido a ello al fijar como motivación dominante de su política echar a MR de la presidencia del Gobierno. Sigue éste el juego y ha afirmado en tono “gaullista”: Yo o el caos. Gobierno del PP o radicalismo”. PI, por su parte, ha declarado que sólo existen dos opciones: cambio progresista o continuidad de MR. Sin embargo, si se evaluaran objetivamente los programas de los principales partidos,casi todas las ecuaciones coherentes propiciarían variantes de una gran coalición para desbloquear la investidura, pero para ello sería necesario hacer Política con mayúscula, cosa a la que nuestros politicastros no están habituados. Prevalecen los dogmatismos polarizados que imposibilitan la investidura y que, en último término,pueden conducir a unas terceras elecciones. Todos los partidos han manifestado tajantemente que no desean una repetición de las mismas por segunda vez, pero no hacen nada para impedirlo. En la Asamblea del Círculo de Economía celebrada en Sitges el pasado Mayo, PS declaró que habría acuerdo para formar Gobierno cualquiera que fuera el resultado de las elecciones del 26-J y que su partido no vetaría a ninguna fuerza política. ”Les puedo asegurar que no habrá terceras elecciones”, afirmó. Sus palabras fueron interpretadas implícitamente en el sentido de que el PSOE dejaría gobernar al PP si era el único capaz de formar un ejecutivo. No tardó PS en desmentir semejante conclusión y en reiterar que, bajo ningún concepto, votaría a favor de MR ni se abstendría para facilitarle un Gobierno en minoría. Se trata no sólo de la opinión personal de PS, sino de la del PSOE, tal como acordó su Consejo Federal. Según Meritxell Batet, su prioridad era cambiar las políticas del PP y sería un contrasentido apoyar a su candidato, por lo que ha descartado de forma absoluta la formación de una gran coalición tras el 26-J. Mas sibilino, Jordi Sevilla ha afirmado que se debería dejar gobernar, no al candidato de la lista más votada, sino al que consiga más apoyos parlamentarios, en la esperanza de que la suma de los escaños de PSOE y Cs supere a los del PP, dando por sentada la abstención de Ps y de los nacionalistas de distinta ralea. PS se contradice cuando afirma que en ningún caso dejará gobernar al PP y que no habrá nuevas elecciones. Si de él solo dependiera, se aliaría con Ps para formar un “Gobierno progresista de cambio”, pero no se lo permitirán los barones socialistas, sobre todo si aquél lo adelanta en sufragios y diputados. En opinión de Jorge Bustos, España esta partida en dos bloques simétricos de mutuo rechazo. El 26-J certificará el “sorpasso” de la alianza radical-populista sobre una socialdemocracia desalentada. En estas circunstancias, el PSOE jamás apoyará la investidura de PI por repugnancia personal, incompatibilidad programática y orgullo partidista. PS tendría que dimitir y el partido entraría en una crisis profunda que podría provocar su “liliputización” como en el caso del PASOK griego o incluso su desaparición como partido nacional, pues -al escindirse sus dos almas- la más moderada se incorporaría a Cs y la radical a Ps, pudiendo quedar reducido a un partido regional en Andalucía, Extremadura y Castilla. No hay, a su juicio, mercado para cuatro grandes partidos y el espectro político estaría ocupado por tres fuerzas representativas de la derecha (PP), del centro (Cs) y de la izquierda (Ps). Es una predicción un tanto rocambolesca y melodramática, pero no exenta de cierta lógica. Los dirigentes del PSOE deberían reflexionar al respecto y actuar en consecuencia. AR también aseguró a la Asamblea del Círculo de Economía que haría cuanto estuviera en su mano para que España superara la crisis gubernamental al afirmar: ”Les doy mi palabra. Si Ciudadanos es decisivo, habrá Gobierno”. Del dicho al hecho, sin embargo, hay un largo trecho y el líder naranja ha ido modulando su tajante aserto. Tras su despiadado ataque a MR en el debate televisivo usándolo de haberse beneficiado de dinero negro, matizó ulteriormente sus palabras al mostrarse dispuesto a negociar con el PP “si la persona que puede haber cobrado de los papeles de Bárcenas no sigue siendo Presidente”. Para sentarse en la mesa de negociación, AR ha exigido que MR se marche, que el PP gane las elecciones y que el partido apueste por los cambios y las reformas. Amén de interferir en los asuntos domésticos de otro partido, AR ha cometido un grave error de cálculo, pues -como ha observador David Gistau en “ABC”- ningún partido consentirá que los procesos internos les sean impuestos por el adversario y, con su intromisión, ha blindado a MR contra sus detractores en el seno del PP. AR ha insistido en que no votará a quien pactó con Bárcenas y al que considera el “Señor X” de la corrupción, y reiterado que ni MR gobernará ni habrá nuevas elecciones. Ha concluido que votarle equivaldría a bloquear el país, pero el que realmente podría bloquearlo es quien condiciona su apoyo a la retirada del candidato que, según pronostican los sondeos, ganará las elecciones el 26-J. Esta OPA a hostil a MR no ha sido espontánea sino calculada, pues CS se posiciona de forma clara y se presenta como alternativa al PP. Desde su baluarte del Centro, AR repartió estopa a diestra y a siniestra. Tras confraternizar con PI durante la pasada campaña y alardear de ser ambos los representante de la nueva política frente a la antigua del PP y del PSOE, AR ha abandonado su “colegueo” con el líder de Ps. Al darse cuenta de que era su principal rival en la lucha por el voto joven, cambió de actitud y adoptó una posición sumamente crítica, que se ha agudizado durante la presente campaña. Ha sido el némesis de PI, cuyas contradicciones e insuficiencias ha puesto a menudo en evidencia. PI siente que tiene el viento de cola y ha puesto en marcha una operación de imagen para dulcificar su arrogante figura, esconder su marxismo-leninismo y presentar a Ps como la moderna socialdemocracia. Ha tenido el cinismo de declarar a Carlos Herrera que ciertas ideologías están muy bien para debates universitarios, pero que, cuando hay que gobernar un país de la UE, lo más que se puede elegir es una política socialdemócrata. Chirría, sin embargo, su alianza y práctica fusión con IU –que tantos beneficios electorales le va a procurar-, cuyo líder Alberto Garzón mantiene con orgullo y convicción los postulados de un rancio comunismo. Tras haber desbancado al PSOE, pretende obtener su apoyo para formar un Gobierno de izquierdas. Según algunas de las últimas encuestas, la suma de Ps y PSOE superaría ligeramente a la de PP y Cs, por lo que la posibilidad de acceso de PI al poder es algo más que una utopía. Ha señalado éste que el 26-J será un referéndum entre Ps y el PP, y pedido el voto útil para impedir que MR continúe en el Palacio de la Moncloa. Aún cuando el PP siga siendo el partido más votado, MR se encontrará en una patética soledad, pues -como el Coronel de Gabriel García Márquez- “no tiene quien le escriba” o esté dispuesto a colaborar con él. Ante esta situación, trata de fidelizar el voto de sus simpatizantes, recuperar a sus antiguos votantes refugiados en la abstención y atraerse a algunos de los que apoyaron a Cs, dando un grito de alarma: “¡Que viene el lobo!”. De ahí que haya reclamado a sus afines que no dilapiden el voto dándoselo a Cs, pues –como ha editorializado “La Razón”- votar a AR equivale a votar socialista. MR ha recordado que los votos conseguidos por Cs en 25 provincias fueron malgastados al no plasmarse en escaños, por lo que votarle no serviría para nada. No se debe dividir el voto moderado porque, si se hace, “saldrán beneficiados los extremistas”. Concentrar el voto útil en el PP es lo más inteligente y eficaz para impedir un Gobierno de Ps. Y después de las elecciones del 26-J ¿qué? Los sondeos recogen indicios y a menudo se equivocan, por lo que habrá que esperar a los resultados para poder sacar conclusiones definitivas, especialmente teniendo en cuenta que un 30% del electorado aún no ha decidido su voto y que la lucha por los restos va a estar muy ajustada, pudiéndose dar el caso de que algunos partidos –como el PP- aumenten sus votos y pierdan escaños, y viceversa. Todas las previsiones coinciden, no obstante, en que –pese a importantes variantes, como el adelantamiento de Unidos-Podemos al PSOE- la situación va a ser en líneas generales similar a la producida tras el 20-D. Según Federico Jiménez Losantos, se repetirá el escenario que hizo imposible en esa fecha la formación de un Gobierno. Ni el PSOE va a dejar que PS trate de salvarse entregándose a su verdugo, ni puede apoyar en manera alguna un Gobierno de MR. La polarización obliga a elegir entre una continuidad imposible y una dictadura indeseable. Y sin el apoyo del PSOE –que se debate entre estar con la Constitución o con la revolución-, ni uno ni otro podrá formar Gobierno. ¡Otros seis meses perdidos!. Por supuesto que los políticos pueden cambiar de opinión, como suelen hacer a menudo, pero, si no lo hacen, cualquier pacto resultará inviable. Las urnas pueden plasmar un similar escenario de ingobernabilidad de muy difícil superación si los partidos constitucionalistas no están dispuestos a pactar. Pese a la pérdida de votos, el PSOE seguirá siendo la clave de la gobernabilidad y se encontrará con el peliagudo dilema de aliarse con Ps con el riesgo de ser fagocitado por éste, o de llegar a algún tipo de acuerdo con el PP para permitir un nuevo Gobierno de Rajoy, mediante un pacto de legislatura o de Gobierno –gran coalición-, o mediante su abstención –Gobierno en minoría-. No parece que el PSOE esté por la labor, ni tampoco Cs, que condiciona su apoyo al PP a que MR haga mutis por el foro. Oriol Junqueras ha vaticinado que se producirá a última hora un acuerdo de investidura entre las dos grandes formaciones políticas españolas por las presiones de origen europeo y de los poderes fácticos, pero la gran coalición no aparece en el horizonte político de España. En sus ansias de aferrarse al poder, MR parece decidido a formar un Gobierno de minoría, por débil que fuere, pero el PSOE no se muestra dispuesto a facilitarlo y AR lo condiciona a su renuncia. Aún en el hipotético y poco probable caso de que MR se auto-inmolara en favor de la Nación y del PP, no estaría asegurada la formación de un Gobierno en minoría si siguiera vetándolo el PSOE, a cuyo voto negativo se sumarían a los de Unidos-Podemos y los partidos nacionalistas. Podría producirse un cambio si –como consecuencia de los desastrosos resultados que los sondeos predicen para el PSOE- PS se viera obligado a dimitir y la Gestora Socialista que se formara decidiera cambiar de criterio y dejar de hacer de perro del hortelano. Cuando España necesita con urgencia un Gobierno estable que devuelva la confianza a los ciudadanos y le permita hacer frente a los graves problemas con que se enfrenta, las perspectivas no pueden ser más desconsoladoras: un débil Gobierno en minoría que implique continuidad y ausencia de regeneración y reformas, o un Frente Popular maquillado por la mercadotecnia “podemita”. Y si ninguno de ellos prosperara por la crisis del PSOE, el chantaje de Cs, la inviabilidad de las políticas de Ps, y el conservadurismo del PP y el empecinamiento de MR, estaríamos abocados a unas terceras elecciones. Al fin y al cabo,el hombre es el único animal que tropieza más de una vez en la misma piedra. Sólo nos queda hacer de tripas corazón y votar, no al mejor –que no existe desgraciadamente-, sino al menos malo. ¡Que Dios y la UE se apiaden de nosotros!. Madrid, 20 de Junio de 2016

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