martes, 28 de junio de 2016
El pueblo británico ha optado por el Brexit
EL PUEBLO BRITÁNICO HA OPTADO POR EL “BREXIT”: ¿Y AHORA QUÉ?
José Antonio de Yturriaga Barberán, Embajador de España
El 23-J ha sido un día aciago para Europa. En mi artículo de la pasada semana afirmaba que cabía esperar que ese día se impusiera en Gran Bretaña el sentido común y el pragmatismo, pero desgraciadamente no ha sido así y el pueblo británico ha optado por desconectarse del continente y regresar a su espléndido aislamiento por 1.269.231 votos -51.9% por el SÍ frente a 48.1% por el NO al “Brexit”-. El 26-J se inauguró la ampliación del Canal de Panamá; tres días antes, se había iniciado la ampliación del Canal de la Mancha. La decisión de salir de la UE ha dejado al Reino Unido más desunido que nunca. Para entender el caos y la confusión creados por la votación, resulta revelador el texto de una carta a la familia de una sobrina inglesa de 12 años:
“Estamos totalmente devastados por el voto para dejar la UE. Hoy en las noticias se ha dicho que muchas personas que votaron por la salida desearían cambiar su voto, porque habían votado como protesta contra el Gobierno. Otras también desearían cambia sus votos en pro de la permanencia, porque han sabido que el NHS no recibirá los 350 millones de libras prometidos por los partidarios del “Brexit”. Hay al parecer una petición para la celebración de un nuevo referéndum. Me hace sentirme mejor que la mayoría de los jóvenes votantes apoyaron la permanencia en la UE. Fueros los mayores –los que tienen más de 60 años- los que se pronunciaron por la salida. En mi clase en el colegio, sólo uno entre 30 está contento con el voto por la salida… Sería maravilloso si viviéramos en un mundo de fantasía y la Reina anulara la votación, ya que tiene poderes para hacerlo, pero mis padres dicen que es poco probable que la Reina vaya contra los deseos de su pueblo…”.
En efecto, es harto improbable que la soberana intervenga, entre otras razones porque parece estar de acuerdo con la decisión popular. Un ciudadano, Oliver Healy, ha presentado un escrito en la Cámara de los Comunes solicitando la repetición del referéndum, porque no se había logrado un 75% de participación y el SÍ no había superado el 60% de los votos expresados, y su petición ha sido respaldada por más de tres millones de personas. El Parlamento tendrá que debatir sobre la propuesta, aunque no parece probable que la acepte, pese a que la mayoría de la Cámara sea partidaria de la permanencia, aunque sería posible, porque -como ha observado el profesor Andrew Blick- el Reino Unido carece de Constitución y el Parlamento puede hacer básicamente lo que quiera. Según el diputado laborista David Lanny, casi 500 miembros de la Cámara de los Comunes se han mostrado partidarios de la permanencia, está en nuestras manos parar esta locura y “tenemos poderes para convocar un segundo referéndum”. También el veterano lord conservador Michael Helseltine ha propuesto la creación de un grupo multipartidista que estudie la posibilidad de convocar un segundo referéndum. El Gobierno podría, en efecto, repetirlo como se hizo en Dinamarca y, en dos ocasiones en Irlanda. Asimismo podría hacer caso omiso a la decisión popular y no proponer la retirada de la UE porque –como ha señalado Lanny- el referéndum es consultivo y no vinculante. El Primer Ministro David Cameron, sin embargo, no está por la labor y ha reiterado que la decisión es irreversible y no hay vuelta atrás. También cabría que el Parlamento escocés negara su consentimiento a la salida de Escocia de la Unión, pues el Acta de Escocia de 1998 le reconoce la facultad de votar sobre medidas que afecten a la aplicación de las normas de la UE en su territorio, con lo que se plantearía un conflicto de competencias con el Parlamento británico que habría que dilucidar. El Parlamento de Irlanda del Norte goza de competencias similares. La situación se presenta, pues, muy abierta tanto, jurídica como políticamente.
Responsables del fiasco y falaces argumentos en pro del ”Brexit”
El principal responsable del fiasco ha sido Cameron, que, -por conveniencia propia y sin necesidad alguna- se ha metido en un cenagal del que ha sido incapaz de salir, y ha permitido que la inventora de la democracia parlamentaria haya sido cuestionada por la celebración de un controvertido referéndum populista. El bombero pirómano desencadenó irresponsablemente unas fuerzas que se han llevado por delante a él, a su Partido, al Reino Unido y a la UE. Desautorizado por su pueblo, ha anunciado que dimitirá en Octubre, aunque debería haberlo hecho ya si hubiera tenido un mínimo de dignidad política. El Partido Conservador está escindido en dos mitades –europeista y euroescéptica- que serán difíciles de conciliar. El país también ha quedado partido por la mitad: Territorialmente –Inglaterra y Gales v/ Escocia, Irlanda del Norte y Londres-, geográficamente -campo v/ciudad-, generacionalmente –viejos v/jóvenes- y culturalmente –menos educados v/más educados-. La UE ha quedado en estado de “shock” y visto gravemente afectados su estructura, sus objetivos y su futuro. El pueblo británico es muy libre de “tirarse un tiro en el pie”, pero no es justo que también dispare sobre los demás miembros de la Unión. Por otra parte –como ha observado José Piqué-, el aventurismo irresponsable de Cameron ha puesto en cuestión la cohesión nacional. Con su política suicida, ha provocado el enfrentamiento de las distintas naciones del Reino Unido, lo que podría acarrear gravísimas consecuencias, pues, mientras Inglaterra -53.4%- y Gales -52.5%- han votado a favor del “Brexit”, Escocia -38%- e Irlanda del Norte -44.2%- han votado en contra. Alex Salmond ha manifestado que Escocia quiere seguir en Europa y su sucesora, la Primer Ministro Nicola Surgeon, ha abierto la puerta a un segundo referéndum sobre la independencia del país. El Viceprimer Ministro de Irlanda del Norte, Martin McGuinness, ha esbozado la posibilidad de un escisión del territorio de la Gran Bretaña para impedir que se levante de nuevo una frontera entre las dos Irlandas. Sería más problemático que en el caso de Escocia, aunque no imposible hipotéticamente, mediante algún tipo de Confederación bajo el paraguas de la UE. En cualquier caso, podrían reactivarse los enfrentamientos sectarios entre los protestantes pro-británicos y los católicos favorables a la reunificación de la isla, difícilmente superados tras el Acuerdo del Viernes Santo de 1998.
También han contribuido, por activa o por pasiva, el ex-Alcalde londinense Boris Johnson, el Presidente de UKIP Nigel Farage y el líder laborista Jeremy Corbyn. En su afán por postularse como candidato a la presidencia del PC y del Gobierno, Johnson ha traicionado a su jefe e impulsado una política contraria a la establecida por el Gobierno, con la complicidad de cinco miembros del mismo. Cameron permitió que siguieran en sus puestos y apoyaran desde dentro del Gabinete una política antigubernamental. Farage ha presionado durante años para que se celebrara un referéndum sobre la salida de Gran Bretaña de la UE y ha encabezado la principal campaña en favor del “Leave”. Corbyn, euroescéptico confeso, se ha tenido que alinear con la posición europeísta de su partido, pero lo ha hecho de forma tibia y no ha movilizado al laborismo en pro de la permanencia. Pero, por encima de todo, hay que responsabilizar a una mayoría del pueblo británico que ha votado libremente por la salida, aunque de forma poco consciente y sin suficiente conocimiento de causa. Como señaló Conan Doyle –a través de su genial personaje Sherlock Holmes- se empieza por deformar los hechos para acercarlos a las teorías y se acaba por encajar las teorías en los hechos. Esto es lo que –en opinión de Pedro G. Cuartango- ha ocurrido en el Reino Unido, donde la mayoría de sus ciudadanos ha votado sin conocer los hechos y en base a un estereotipo de la UE muy alejado de la realidad. Es sintomático que, un día después a la votación, las consultas más numerosas recibidas en Google versaran sobre “¿qué es la UE?” y sobre “¿cuáles serán las consecuencias del Brexit?”. Buenas preguntas a plantear el día antes y no el día después de la votación. Ello pone de manifiesto la irracionalidad del proceso, la mala fe de los promotores de la salida y la incompetencia de los opositores a la misma. Como afirmó William Yeats,”los mejores carecen de convicciones y los peores están cargados de apasionada intensidad”.
Los principales argumentos esgrimidos en pro del “Brexit” –a cual más falaces y carentes de rigor-se han basado en la pérdida de soberanía por la intromisión de la UE, el descontrol de la emigración, el aumento de la inseguridad y el empeoramiento de las condiciones económicas. 1) Según Johnson, la soberanía británica se ha visto gravemente erosionada por la UE, que peca de exceso legislativo y activismo judicial. Se ha convertido en un proyecto político regido por la supranacionalidad que escapa al control democrático. Ha ignorado a sabiendas que los órganos co-legislativos son el Consejo -formado por los Estados miembros que pueden recurrir al veto a la adopción de normas, del que ha usado y abusado con frecuencia el Reino Unido- y el Parlamento Europeo democráticamente elegidos. 2) Afirmar que la inmigración disminuiría con la salida ha sido uno de los grandes señuelos mendaces de los defensores del “Brexit”. Gran Bretaña no es parte en el Acuerdo de Schengen y no ha aceptado la libertad de movimiento de personas en el marco de la UE. Tan sólo tiene que acoger a los nacionales de los demás Estados miembros, al igual que éstos deberán hacerlo con los británicos –sólo en España residen unos 350.000 jubilados de esta nacionalidad, que se benefician de los servicios públicos españoles-. La gran mayoría de los inmigrantes proceden de los Estados que fueron territorios británicos, por lo que la salida de las UE no provocaría el cese de ese flujo. Gran Bretaña no ha admitido ni a un solo refugiado como consecuencia de la política migratoria de la Unión. 3) El Reino Unido nunca ha cedido a la UE el control de sus fronteras, por lo que su abandono no afectará en absoluto al mismo, ni mejorará la seguridad del país. Antes al contrario, su salida lo hará más vulnerable e inseguro pues, en un mundo globalizado, su capacidad de lucha contra el terrorismo, la delincuencia internacional y la inmigración ilegal se verá adversamente afectada por el aislamiento, ya que necesita la cooperación de todos los países, especialmente de los de su entorno. 4) Gran Bretaña se quejó desde el principio de aportar a la UE más de lo que de ella recibía, pero –amén de no cuantificar importantes beneficios no reflejados en los presupuestos- se ha lucrado con el “cheque británico”, por el que todos sus socios la subvencionan financieramente. Jonson y Farage mantuvieron que el “Brexit” liberaría importantes recursos que permitirían al Gobierno británico aportar 350 millones de libras semanales a la sanidad pública (NHS), pero, tras la celebración del referéndum, han reconocido con desfachatez que sus cálculos eran erróneos y sus promesas irrealizables. La salida va a suponer cuantiosas pérdidas económicas para el Reino Unido, pero también para la UE y la comunidad internacional en general, como se ha puesto de manifiesto con el desplome de las bolsas el día siguiente a la votación: 13.46% en Grecia, 12.48% en Italia, 12.35% en España, 8.04% en Francia, 6.82% en Alemania y…sólo 3.15% en Gran Bretaña.
Formalización del abandono de la UE
El referéndum es por ahora un acto político interno sin relevancia internacional. Hasta que Gran Bretaña no solicite formalmente su salida de la UE no se iniciará el proceso de separación previsto en el Tratado de Lisboa de 2007. Según su artículo 50, el Estado que pretenda separarse deberá notificarlo al Consejo Europeo y la Unión concluirá con él un acuerdo que recoja los términos de su retirada, que deberá ser aprobado por el Consejo por mayoría cualificada -55% de los miembros y 65% de la población-, previo consentimiento del Parlamento Europeo. El artículo es vago e impreciso en cuanto al procedimiento de salida, limitándose a fijar un plazo máximo para su negociación de dos años, ampliable a otros dos. Mientras no entre en vigor el acuerdo no cesará de aplicarse al Reino Unido la normativa comunitaria. Cameron se ha tomado tiempo hasta Octubre para pasar el muerto a su sucesor y tratar de mejorar la posición negociadora de Gran Bretaña. En el ínterin, seguirá siendo miembro de pleno derecho de la UE. Ésta desearía que las negociaciones se iniciaran cuanto antes para limitar la incertidumbre y el efecto contagio –partidos euroescépticos de Francia, Italia, Países Bajos, Dinamarca y Alemania ya han reclamado la celebración de similares referendos de salida-, pero el proceso no se iniciará hasta que no se produzca la solicitud británica, para lo que no hay plazo, e incluso podría no producirse. La UE ha de enfrentarse con determinación a la situación creada por la deserción del Reino Unido para acabar cuanto antes con lo incertidumbre –fatal para los mercados financieros-, tomar las medidas necesarias para paliar las sobredimensionadas consecuencias económicas y financieras, y frenar el contagio del precedente británico, a cuyos efectos ha creado la correspondiente “task force”.Es fundamental enviar mensajes claros de que la UE controla la situación y no existe vacío legal. A par, debe reflexionar y examinar lo que se ha hecho mal para tratar de corregirlo y prestar mayor atención a las necesidades reales de los ciudadanos europeos. La auto-exclusión de Gran Bretaña mejorará el enrarecido ambiente y permitirá reconstruir la unidad y la cohesión interna de la UE y relanzar el proceso de integración completando la unión monetaria, bancaria, fiscal, financiera y económica, incluida la mutualización de la deuda. Habrá que focalizarlo en torno a un núcleo duro en un régimen de dos o más velocidades y establecer en su derredor círculos concéntricos en los que encuentren acomodo los socios menos interesados en el proceso de integración.
El inicio de la negociación del acuerdo de retirada está supeditado a la presentación formal de petición de la misma por parte del Gobierno británico y no se producirá con antelación a dicha presentación. Los Presidentes de las principales instituciones comunitarias y el Parlamento Europeo le han pedido que la presente lo antes posible para no prolongar innecesariamente la situación de incertidumbre. La negociación será larga y compleja porque –como ha señalado Jean-Claude Piris- hay que decidir sobre complicadas disposiciones jurídicas y precisar los derechos y obligaciones de Estados, empresas e individuos. Juncker ha dicho que difícilmente puede haber un divorcio amistoso cuando nunca ha habido historia de amor. Gran Bretaña entró de mala gana en la CEE y pretendió imponer su concepción de la institución de forma poco constructiva mediante la confrontación. No obstante, creo que se debería buscar una solución justa, rápida y la más amistosa posible. Mas, la Unión debe ser muy firme con Gran Bretaña ante el gran daño que frívolamente le está causando, no concederle privilegio alguno que no esté basado en la reciprocidad y tratarla de forma no privilegiada como a cualquier otro Estado extra-comunitario. Como dijo el Cónsul Escipio a los asesinos de Viriato, ¡“Roma no paga traidores!”.
Madrid, 27 de Junio de 2016
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