martes, 25 de marzo de 2014
El triámgulo de Crimea: Ucrania, Rusia y...el vacío
EL TRIÁNGULO DE CRIMEA: UCRANIA, RUSIA Y…EL VACÍO
El sablazo del vizcaíno ruso ha hecho perder un miembro al indefenso hidalgo ucraniano y ahora está por ver si seguirá dándole mandobles y amputándole nuevos miembros o se conformará con la rendición incondicional y la sumisión total. Los protagonistas de esta tragedia son Ucrania, Rusia y Occidente, aunque sea por omisión. Los espectadores occidentales observan la desigual lucha con un sentimiento de impotencia y culpabilidad, y no se atreven a auxiliar eficazmente al agredido.
Ucrania sacrificada por los hados a la política de poder de Rusia
El conflicto ha sido provocado –según Rusia- por el movimiento popular de los “indignados” ucranianos, que se concentraron en la Plaza Maidán para protestar contra el Gobierno corrupto de Víktor Yanukovich. La eficaz propaganda rusa los ha presentado como un conjunto de radicales ultranacionalistas, fascistas y terroristas a la conquista del poder. Esta “agit-prop” ha calado y comentaristas como José Antonio Zorrilla han calificado a Ucrania de Estado fallido en el que unos “profesionales” han conseguido desensillar a Yanukovich y establecer un Gobierno en el que nazis armados controlan la seguridad del país. Bien distinta es la versión del P.David Nazar, Superior de los Jesuitas en Ucrania. El pueblo ucraniano se dio cuenta de que, cualquiera que fuera el partido en el Gobierno, prevalecían la corrupción y la falta de respeto a la voluntad popular. De ahí que surgiera un movimiento apolítico espontáneo que reclamaba el fin de los vestigios de la gobernación de estilo soviético y la creación de un régimen de transparencia, responsabilidad, elecciones libres y justicia básica. No se trataba de una lucha entre partidos, regiones o ideologías por la conquista del poder, sino de la expresión de un anhelo de establecer nuevos valores, y el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea (UE) era un paso en esa dirección. La inexplicada negativa de Yanukovich a firmarlo provocó la indignación de unos jóvenes que se manifestaron pacíficamente para expresar su protesta y se encontraron con la violencia brutal de las fuerza de seguridad del Gobierno, que causó 101 muertos, 526 heridos y 50 desaparecidos. Sólo entonces recurrieron los manifestantes a la violencia y, en estas circunstancias de “río revuelto”, los minoritarios pero bien organizados grupos nacionalistas radicales impusieron sus criterios. El débil Gobierno provisional no cuenta con medios para hacer frente a la anexión de Crimea y tendrá que aceptar las exigencias rusas, dadas su insuficiencia militar, su dependencia económica y el deficiente apoyo de Occidente. La “comedia é finita” y falta por ver si el apetito del oso ruso se calma con este sabroso bocado o le incitará a pegar nuevos mordiscos. A Ucrania sólo le cabe procurar que en Mayo se celebren unas elecciones libres y transparentes, que permitan la formación de un Gobierno representativo y creíble –a ser posible de unidad nacional-, que sea capaz de iniciar la regeneración política y hacer frente a la gravísima crisis económica.
Putin resucita los anhelos imperiales de la Gran Rusia
El antiguo Embajador en Rusia, Eugenio Bregolats, ha afirmado que, cuando tras la destitución anticonstitucional de Yanukovich la UE tendió la mano a los dirigentes ucranianos antirusos, Moscú entendió que un acuerdo con la Unión podía llevar a otro con la OTAN, y la perspectiva de los barcos de la VI Flota en Crimea, un cuchillo en el cuello de Rusia, resultaba inaceptable. No concuerdo con la opinión del colega, que merece ser matizada, pues no se puede situar en el mismo plano un eventual acuerdo militar con la OTAN y otro económico con la UE. La intervención rusa en Crimea tiene su origen remoto en la desintegración de la URSS, calificada por Vladimir Putin de “peor desastre geoestratégico del Siglo XX”. Boris Yeltsin aceptó que Crimea continuara en Ucrania, siempre que se garantizara la presencia de la Armada rusa en su base de Sebastopol. El origen próximo de la anexión se remonta a 2008 cuando Víktor Yuschenko solicitó el ingreso de Ucrania en la OTAN y anunció la no renovación del alquiler de las bases crimeas. El país se libró por puntos de una invasión similar a la de Georgia y solo sufrió amenazas y cortes de gas, hasta que Yanukovich accedió al poder en 2010, retiro la demanda de ingreso en la Alianza y prolongó hasta 2042 el acuerdo de cesión de bases. El problema se solucionó por el momento, pero ya entonces Putin decidió resolverlo de forma expeditiva y definitiva con la anexión de Crimea en el momento oportuno. Se ha quitado la careta y afirmado que la península siempre fue rusa, y se ha ungido como el héroe que la devolvió a la madre patria.
Occidente en el vacío y la UE en el limbo político
El vacío lo colman la OTAN, Estados Unidos (US) y la UE. Los miembros de la OTAN no honraron el compromiso asumido con Mijail Gorvachov de no extender la Alianza hasta las fronteras rusas. Tras los ingresos de Hungría, Polonia, República Checa y los Países Bálticos, Rusia se plantó cuando la OTAN, al invitar a Ucrania y Georgia, cruzó la línea roja marcada por el Kremlin. La invasión de ésta demostró la determinación rusa y la OTAN replegó velas y congeló “sine die” dichas invitaciones, con lo que la situación quedó neutralizada. La OTAN se ha limitado a hacer una declaración retórica de condena por la celebración del referéndum y la anexión de Crimea por Rusia. US ha reforzado el poder militar de los Estados limítrofes, con el envío de 12 aviones F-16 a Polonia y aviones AWACS a Hungría y Rumanía, y con el relanzamiento del plan de sistema de escudos antimisiles en Polonia y la República Checa. Descartado el enfrentamiento militar, Occidente contempla las medidas políticas y económicas a adoptar para hacer frente a la agresión rusa a Crimea. Aquí se pone una vez más de manifiesto su actitud claudicante e inoperante, que –según Borja las Heras-, es valorada en el Kremlin como síntoma de su “vulnerabilidad, camino de la irrelevancia”. US y la UE han tomado la “heroica” decisión de castigar por primera vez a Rusia y compiten para ver quien incluye a más personajes en unas listas irrelevantes con sanciones de pitiminí. Putin se ha carcajeado de tales sanciones y ha replicado con chulería que va a abrir una cuenta en el Banco Rossiya sancionado por US. Pero Rusia también es vulnerable en un mundo globalizado –como se pudo ver con la fuerte bajada de la bolsa de Moscú y la huida masiva de capitales extranjeros tras anunciarse el referéndum sobre Crimea-, porque depende en gran medida de las importaciones de gas y petróleo por la UE y de las inversiones de sus empresas, por lo que la adopción de sanciones de verdad podrían tener un efecto disuasorio e impedir que a Rusia le salga gratis su acto de agresión. Putin ha puesto de manifiesto la incoherencia de Occidente, al afirmar que la actuación de Rusia en Crimea ha sido similar a la de aquél en Kosovo. Es cierto que existen notables diferencias entre una y otra, pero también hay concordancias, como que en ambos casos se haya aceptado la ruptura de la integridad territorial de un Estado en contra del Derecho Internacional. Occidente aparenta creer que la situación es reversible y no quiere tomar sanciones duras para no cerrar la vía al diálogo, pero, conociendo a Putin y la política de hechos consumados de su Gobierno, es obvio que sólo se puede negociar con él desde una situación de fortaleza. US y la UE deben tratar de aislar políticamente a Rusia situándola en la categoría de “Estados gamberros” -como la RDP de Corea-, fomentando su soledad en la ONU, excluyéndola de foros como el G-8, el G-20 o la OCDE, y limitando las relaciones políticas. En el ámbito económico, deben reducir la importación de productos petrolíferos –realizando la necesaria diversificación de suministros- y restringir las inversiones y la cooperación tecnológica. La firma de la parte política del Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la UE es un gesto meramente simbólico carente de contenido, si la Unión no aporta las ingentes sumas requeridas para reflotar la economía ucraniana. Si no está dispuesta a hacerlo, debería no despertar falsas expectativas en el país y asumir su inanidad política.
Madrid, 25 de Marzo de 2014
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