sábado, 27 de abril de 2024

Elecciones en Euskadi: Amnesia de los vascos y las vascas

ELECCIONES EN EUSKADI: AMNESIA DE LOS VASCOS Y LAS VASCAS El pasado 23 de abril se celebraron las elecciones autonómicas en el País Vasco, con una participación de 62.5% del electorado (casi 12 puntos más que en las elecciones de 2020), en las que el PNV y Bildu (HB) han conseguido 27 escaños cada uno (-4 el primero y +6 el segundo), el PSE 12 (+2), el PP 7 (+1), y Sumar (-5) y Vox 1 (=). Podemos no ha conseguido representación y ha quedado extramuros del Parlamento. Avatares de la campaña electoral La gran mayoría de los sondeos preveían un empate técnico entre el PNV y HB, la posición a considerable distancia de socialistas y populares, y el riesgo de desaparición en el Parlamento vasco de Vox, Sumar y Podemos, Y los vaticinios se han cumplido. La primera semana de campaña fue bastante anodina, con el pueblo vasco aún bajo la resaca del éxito del Atlético de Bilbao en la Copa del Rey, pero la segunda se animó de forma considerable a raíz de la metedura de pata del candidato de HB, Pello Ochandiano, al negarse a considerar a ETA como organización terrorista y calificarla de “grupo armado” que tenía “diversas consideraciones”, y que no procedía a hablar de ella durante la campaña porque ya había superado su ”ciclo político” y se debía “pasar página” y hablar de las “cosas de comer” , como la sanidad, la educación, la transición energética, la preservación del medio ambiente o la gestión de gobierno. HB ha realizado una campaña doble en la que ha prescindido de su líder, Arnaldo Otegui, ese hombre de paz, por tener demasiadas manchas de sangre, pese al blanqueo exprés del Gobierno de Pedro Sánchez, que incluso lo protege para evitar una investigación por su probable participación en los asesinatos de Luis Hergueta y de Juan de Dios Doval, al ocultar o silenciar informes de la Guardia Civil. Habría sido igual que hubieran presentado a Txapote o a Amboto, porque la amnesia del pueblo vasco está a prueba de bomba -y nunca mejor utilizada la frase-, porque lo importante no eran las personas sino la marca de Bildu. Sin embargo, lo sustituyeron como cabeza de cartel por un desconocido ingeniero de telecomunicaciones con cara de niño bueno, pero que era uno de los principales ideólogos de Sortu. Ochandiano realizó una campaña en español de perfil bajo, centrada en los problemas que afrontaba el País Vasco, sin mencionar el derecho a la autodeterminación, mientras que Otegui hacía una campaña paralela en euskera, donde defendía sin ambages la independencia de Euskadi. A partir del momento del “faux pas” del candidato, se produjo una reacción desproporcionada e hipócrita, tanto por parte del PSOE como del PNV. Según Toni Cantó, “Don Limpio” se negó a llamar al terrorismo por su nombre, y uno y otro pidieron las sales. Se rasgaron las vestiduras y clamaron con pavor “!que viene el lobo!”, cuando habían sido ellos los que, con sus amorosos cuidados, lo habían transformado en una mascota de compañía, pero -como ha observado Rafa Latorre- “no se puede satanizar en cinco días a quien has estado embelleciendo durante cinco años” ¡A buenas horas, mangas verdes! La portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, afirmó que todo el mundo sabía que ETA era una banda terrorista y que no reconocerlo era no solo cobarde, sino un negacionismo incompatible con la democracia, y un absoluto desprecio a las víctimas y a la sociedad española y vasca. A partir de ese momento, todos los ministros a coro calificaron a Bildu de cobarde y antidemocrático. El candidato Eneko Andueza resaltó que HB causó mucho dolor, lo que no podía salirle gratis, y que Bildu demostraba su cobardía y una bajeza moral tremenda. Sánchez declaró al cabo de unos días que ETA no era una banda armada, ni un movimiento de Liberación Nacional -como en su día afirmara Aznar-, sino una banda terrorista que había sido derrotada por la democracia española y dejado de existir. Preguntado sobre si iba a reconsiderar su alianza con HB, respondió que no veía por qué, pues lo que hacía gracias a su apoyo era acordar medidas que beneficiaban a la mayoría social del país. El PSOE cayó de pronto del caballo como San Pablo camino de Damasco. El ministro Oscar Puente había dicho que, dado que HB era un partido democrático y progresista, no tenía el menor problema en que gobernara en el Ayuntamiento de Pamplona, la vicepresidenta Montero que al PSOE y a Bildu les unía su amor a España(¿?), Reyes Maroto que con HB se había mejorado la vida de los españoles -¿no habría sido más acertado hablar de muerte?-, y el delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid, Francisco Martín, que los supuestos enemigos de España habían hecho mucho más por los españoles que todos los patrioteros con pulseras rojigualdas. ¿A qué se debió este súbito cambio de opinión? La respuesta la encontré en una escena de la película “Casablanca”, en la que el capitán Renaud mandaba desalojar el bar de Ricky al grito de “!Qué escandalo, aquí se juega!”, al tiempo que extendía su mano para recibir de un camarero sus ganancias. De pronto, el PSOE se dio cuenta que HB, al ser la heredera de ETA, era incapaz de condenarla por terrorismo. Ochandiano no había sido cobarde sino consecuente con sus ideas. El que no lo había sido era el PSOE, que sabía perfectamente lo que eran ETA y su circunstancia -Batasuna, Bildu, Sortu-. En el caso del PNV, la hipocresía era aún más flagrante, porque ambos partidos compartían sus objetivos, aunque divergieran en los medios para conseguirlos. Ya lo dijo de manera sumamente gráfica monseñor Arzalluz cuando afirmó que unos sacudían el nogal y otros recogían con sus manos limpias las nueces. Según Félix Ovejero, era una falacia distinguir entre nacionalismos buenos -PNV- y malos -HB-. Cuando se elogiaba al moderado PNV, se estaban legitimando sus fines, que eran los de HB. El PNV sembró ideológicamente la cosecha de HB y el PSOE sembró a su vez la del PNV. Éste no reaccionó contra Bildu por consideración a las víctimas, sino por el pánico de sentir sobre su cogote el aliento bilduetarra, cuando su hermano separado estaba a punto de darle el ”sorpasso”, y el monstruo que había alentado estaba a punto de devorarlo. Ante el fingido escándalo de unos y otros, Ochandiano pidió un fingido perdón en caso de que la sensibilidad de las víctimas se hubiera sentido herida. No modificó ni un ápice su postura -que era la de Bildu- e hizo una pirueta para salir del paso. Es más que probable que esta “gaffe” frenara la marcha triunfal de HB hacia la primogenitura nacionalista y, al final, se llegó a un salomónico empate, que no sirve de consuelo, porque, “aunque la mona del PNV se vista de seda, Bildu se queda”. Parodiando a Becquer cabría decirle a HB “¿Y tu me lo preguntas? Terrorismo eres tú”. El PSE de Andueza tuvo que romper -por razones del guion electoral- la trayectoria de Sánchez y atacar duramente al fiel aliado de éste -sobre todo a raíz de las declaraciones de Ochandiano- y, en menor medida, al PNV, porque su objetivo no era ganar las elecciones, sino servir de muleta decisoria para un nuevo Gobierno de coalición con los jeltzales. El PP no lo tenía nada fácil, y aquí es de justicia recordar cómo ETA y el PNV realizaron una limpieza étnica que le había privado de la masa crítica de su electorado, al forzar, o condonar, la expulsión de Euskadi de unos 200.000 personas que -como algunos miembros de mi familia- tuvieron que abandonar su tierra por un justificado miedo ante las amenazas recibidas o por dignidad, al negarse a pagar el impuesto revolucionario. Como ha comentado Claudia Mujica -nieta del político socialista asesinado por ETA-, “nadie puede entender el hecho de que El País Vasco ha sufrido medio siglo de terror y extorsión, y la expulsión de 200.000 vascos y su descendencia, que no pueden votar. Unos mataron y otros callaron, y el resultado ha sido dramático”. El PP tuvo oportunidad de reparar parcialmente esta injusticia mediante el permiso a los vascos forzados al exilio interior de votar en sus lugares de origen, pero el PNV de Arzallus puso el grito en el cielo al estimar que eso supondría atentar contra el pueblo vasco (¿?). El bisnieto de un combatiente de las brigadas internacionales, que no sepa si Euskadi se encuentra en Europa o en África, puede votar a su antojo en Portugalete o en Irún, pero un vasco que hubiera sido expulsado a bombazos de su tierra no tiene derecho a hacerlo. La razón radicaba en la consideración de que los no nacionalistas no eran auténticos vascos, sino maketos traidores a los que se podía negar el pan y el bacalao. El PP dio una vez más muestra de su falta de valentía y de su complejo de inferioridad ante el nacionalismo y se envainó la reforma. Javier de Andrés ha realizado una campaña de perfil bajo, centrada en hacer propuestas de gestión y orillando la crítica a los nacionalistas, influido probablemente por el espíritu pactista de Núñez Feijóo, quien fue miembro de Galeusca -la coalición nacionalista de Galicia, Euskadi y Cataluña-, estrecho colaborador del PNV y de CiU, y partidario de reanudar las buenas relaciones con aquél y con los herederos de éste -JxC-, por considerarlos recuperables para la causa. El candidato pepero reaccionó con tibieza ante el fiasco de Ochandiano, limitándose a hacer una crítica genérica a HB, y dejando el campo libre a Vox, gracias a lo cual es probable que éste haya conservado su escaño por Álava, en contra de los pronósticos de las encuestas. Es de notar el doble estándar que se aplica a este partido. Mientras el candidato del PNV, Imanol Pradales, recibió toda clase de solidaridades cuando un perturbado lo roció con gas mostaza, pero no se escuchó ni una sola voz reprobatoria por los atentados realizados por los abertzales contra los candidatos de Vox durante la campaña. Los medios de comunicación han destacado el fracaso del PP por no haber logrado que Vox perdiera su escaño, como si ése fuera su principal objetivo. Su secretario general, Ignacio Garriga ha pedido al PP que no se equivoque de enemigo y su partido debería aplicarse el cuento y no tratar de desbordar a aquél con descalificaciones injustificadas. La Unión hace la fuerza y la desunión provoca lo contrario y, si no, que se lo pregunten a Sumar y a Podemos. Valoración de los resultados de las elecciones vascas Se da la paradoja de que, tras unas elecciones, todos los partidos participantes se consideran ganadores de una u otra forma. En el casos de las vascas, sin embargo, el único claro vencedor ha sido HB. De los 1.070.467 vascos que votaron el pasado domingo, 341.735 lo hicieron por HB -32/4%-, quedando tan solo a 28.819 votos del PNV ganador de las elecciones -2,5 puntos-, unos 93.000 votos más que en los comicios de 2020. Uno de cada tres vascos han apoyado sin remordimiento a los herederos políticos de ETA, a la que no solo siguen sin condenar, sino que se jactan de justificar, calificándola de fuerza armada que se vio forzada a recurrir a la violencia para liberar al pueblo vasco de la opresión del Estado español. En 2016 obtuvieron 18 escaños, en 2020, 21 y en 2024, 27, los mismos que el PNV. Ha sido la fuerza más votada en Guipúzcoa y en Álava, y ganado en 155 de los 251 municipios de Euskadi. En 2001, solo ganaron en cuatro aldeas guipuzcuanas. Durante la campaña, HB trasladó al electorado la sensación de que la independencia no figuraba en su catálogo de prioridades, pero, una vez conocidos los resultados, se quitó su complaciente careta moderada y sus fieles corearon la palabra tótem de “In-de-pen-den-cia” y la de ”Jota ke trabazi arte” –“dale duro hasta vencer”-. Otegui reapareció para decir que Bildu había ganado moralmente las elecciones y que -dado que 55 de 75 diputados estimaban que el País Vasco era una nación y tenía derecho a decidir-, si se respetaban los principios de la democracia habría que reconocer que el pueblo vasco tenía derecho a su autodeterminación. Afirmó que su formación no experimentaba “ni ansiedades ni prisas por traer al mundo una Euskal Herria independiente”, ya que tiene un plan a largo plazo. Como ha señalado “El Mundo”, aunque todo parezca quedar igual, nada será ya lo mismo y Euskadi ha iniciado un alarmante cambio de época. Bildu ha mostrado que es una alternativa de poder y espera pacientemente alcanzar la “lehendakaritza” en las próximas elecciones, sin renunciar a sus postulados. Perdió la guerra, pero ganó la paz, y ha ido ocupando gradualmente las instituciones en Navarra y Euskadi gracias al blanqueamiento del PNV y del PSOE. Para Maite Rico, “esa combinación de oportunismo, miseria moral y cortoplacismo ha impulsado la legitimación de Bildu. SI PNV y PSOE creen que pueden respirar tranquilos, se equivocan. Esto no ha hecho más que empezar”. El PNV ha resistido el empuje de HB merced a su fortaleza en Vizcaya y ganado las elecciones en el último suspiro por apenas 28.000 votos de diferencia, pero ha perdido 4 diputados y su hasta ahora indiscutible e indiscutida hegemonía en Euskadi. Se estimaba que ésta era lo más parecido al PNV, aunque Bildu pusiera en tela de juicio su derecho de progenitura. El PNV -del que Carmen Muñoz Vela ha dicho que quizás fuera el partido más repugnante y traidor que haya existido en España- se ha ganado a pulso su ostracismo frente a HB. Su gurú, Sabino Arana, ya defendió que la violencia sería necesaria para alcanzar sus objetivos, y de ahí que no se pueda entender la existencia de ETA sin el PNV, si bien ahora -por oportunismo- reniega de la banda terrorista, a la que tanto ha protegido. Según Teo Uriarte, el PNV ha cedido el sistema educativo al mundo cultural de ETA y su actitud disolvente de la nación española volvió a la juventud hacia el marco político que era la nación vasca, donde los valores y mitos están muy presentes. “El resultado final es la desaparición de España del País Vasco y la creación de una nación llamada Euskadi, en la que sus caudillos son los que provienen del mundo de ETA”. El PNV solo podrá mantenerse en el Gobierno gracias a los dos escaños ganados por chiripa por el PSE. El PSOE ha salvado los muebles porque ha interrumpido la tendencia declinante que venía padeciendo durante las últimas elecciones, pero eso no justificaba las ovaciones caudillistas de Ferraz. El PSE ha ganado 26.928 votos y dos puntos, que le han permitido obtener los dos últimos escaños en liza, por 738 votos sobre Sumar en Vizcaya y 1.360 en Guipúzcoa sobre HB. El PSE permitirá al PNV formar Gobierno y habrá probablemente reajuste de carteras. En opinión de David Mejía, si realmente le preocupa que no se condene el terrorismo, debería solicitar la cartera de Educación para que en las escuelas vascas se hable del terror de ETA y del colaboracionismo de la izquierda abertzale. Como ha observado José Andrés Rojo, si a los jóvenes se les oculta el pasado reciente para protegerlos de la verdad, perderán su capacidad crítica. Según Jaime Mayor, sobre la coalición pende la espada de Damocles del próximo cambio de opinión de Sánchez, que podría llevarle hacer una ”pamplonada” y cambiar de compañero de cuádriga por mor del progresismo. Tampoco cabe excluir que HB y PNV impulsen un proyecto común de ruptura, aprovechando la dependencia que Sánchez tiene de ambos socios para mantenerse en la Moncloa. Pese a una campaña bastante floja, basada en la gestión y orillando el problema ideológico, el PP ha crecido en 35.000 votos -dos puntos y medio-, aunque solo haya ganado un escaño, ya que ha habido una transferencia de votos útiles al PNV. Para María San Gil, el constitucionalismo ha desaparecido del País Vasco y su antiguo partido ha renunciado a sus señas de identidad, abandonado a las víctimas y sido incapaz de presentar una alternativa creíble al nacionalismo. Como ha editorializado “El Mundo”, el PP solo saldrá fortalecido sí se le identifica con una alternativa moral, política y cultural al nacionalismo, y ofrece un proyecto solidario de vida en común dentro de España. Deberá abanderar sin miedo un proyecto alternativo que defienda la España constitucional como una apuesta ilusionante de convivencia y de prosperidad. Sumar ha sufrido un nuevo descalabro al perder 5 de los 6 escaños heredados de Podemos, y solo consiguió un diputado, que ni siquiera era el cabeza de lista, Alba García, quien, no obstante, mostró su satisfacción por haber logrado entrar en el Parlamento. El que no se consuela es porque no quiere. El ministro Ernest Urtasun -Yolanda Díaz ni estaba ni se le esperaba- afirmó que el escaño de Jon Hernández sería el punto de partida para lograr la consolidación y el crecimiento de Sumar en Euskadi. Podemos -que llegó a ser la fuerza más votada en 2016, obteniendo 11 diputados- ahora se han quedado en 0. Ha sufrido la tempestad de los vientos sembrados por Pablo Iglesias. Los votos de la extrema izquierda confederal han sido canibalizados por HB. “El País” ha hecho una sectaria y disparatada valoración de las elecciones. Según su directora, Pepa Bueno, se ha tratado de una jornada histórica que ha ofrecido el primer respiro a Sánchez desde el 23-J. HB había hecho su trabajo de normalización e integración en las instituciones vascas, y la juventud sintonizaba con ella por estar apegada al territorio. Según una editorial del periódico, HB ha desarrollado un discurso más centrado en la política social que en la reivindicación independentista, y nada parece indicar que pretenda imponer sus posturas más extremas. En un artículo sobre “Profundo cambio social y generacional”, Luis Aizpeolea ha afirmado que existe en Euskadi un clima de normalidad y moderación, con menos reivindicaciones independentistas y más exigencia social. La juventud ha perdido el miedo a HB, a la que ve como un partido de oposición al Gobierno de PNV/PSE, y dejado en un segundo plano a los dirigentes veteranos contaminados por sus relaciones con ETA. Ha avanzado en el reconocimiento del daño causado a las víctimas y ya no sitúa el derecho de autodeterminación en el centro del escenario. En este marco, es posible el debate territorial y llegar a un acuerdo entre nacionalistas y no nacionalistas. “Esta Euskadi es pacífica y dialogante” (¿?). No puedo estar más en desacuerdo con estas irreales conclusiones porque: a) se ha facilitado -según Maite Paagazaurtundúa- una falsa normalización, reforzando la codicia de llegar al poder y reescribiendo la Historia; b) no existe normalización alguna, cuando Otegui dice que el Gobierno de Sánchez ha abierto una oportunidad de oro para alcanzar la independencia del País Vasco y no debían dejarla pasar; c) no se han reducido las reivindicaciones independentistas, sino que HB ha camuflado el independentismo bajo la capa del “soberanismo”, y plantea una “consulta habilitante” sobre la soberanía de Euskadi, conforme a un modelo confederal y bilateral, que la deje fuera del ámbito del Tribunal Constitucional, de las Cortes y de la justicia española; d) HB no a ha pedido perdón por el daño causado a las víctimas, sino que las humilla con los ”ongi etorri” en homenaje a los criminales de ETA, a los que incluye en las listas electorales de los municipios donde asesinaron; e) HB oculta el ejercicio del derecho a decidir tras el artificio de la preocupación social, y Otegui alardea de que Bildu debe ser la vanguardia de los derechos sociales en Europa, pero no son más que bellas palabras carentes de contenido; f) el País Vasco no es pacífico ni dialogante, como muestran la imposibilidad de los partidos constitucionalistas de presentar candidatos en los pueblos de la Euskadi profunda o los ataques a los representantes del PP o de Vox. El voto a los partidos nacionalistas -70%- no coincide con la impulsión independentista -20%- y, por eso, se busca una vía intermedia consistente en modificar el Estatuto de Guernica. Según Gorka Maneiro, esto no supone que Euskadi vaya a declarar la independencia mañana, sino que los nacionalistas tratan de dibujar una España desigual y desunida, una parcelación del Estado en reinos de taifas que den la espalda a la solidaridad, a la igualdad y a la redistribución de la riqueza. A estos efectos, el PNV y HB han elaborado un proyecto de Estatuto que tratarán que se adopte cuanto antes y que Sánchez se ha comprometido a negociar de buena fe. El PSOE acepta “el reconocimiento nacional de Euskadi, la salvaguarda de las competencias vascas y un sistema de garantías basado en la bilateralidad y la foralidad”. También reconoce “la pluralidad de identidades y sentimientos que existen en la sociedad vasca, su identificación como nacionalidad/nación, constituida por mujeres y hombres en pie de igualdad, y el valor del acuerdo político del Estatuto en vigor”. Según Leyre Iglesias, “el apoyo social al terrorismo es el insoportable agujero moral de la sociedad vasca”. Ésta ha conseguido imponer una amnesia colectiva tan eficaz que va más allá del olvido de las atrocidades perpetradas por ETA, pues trata de “pasar página” y dar por superado un ”ciclo político” -como si la organización terrorista nunca hubiera existido-, a través de los logros posmodernos de la memoria histórica, que adquiere la dimensión de un telescopio que solo ve el pasado lejano e ignora el presente cercano. Percibe al milímetro lo que ocurrió en los tiempos de Sabino Arana y de la II República, pero no ve los asesinatos de unas 800 personas, los cientos de heridos, los secuestros, y los chantajes del impuesto revolucionario de hace tan solo unos años. No en vano, Sánchez dejó los últimos toques a la Ley de Memoria Democrática en manos de HB, que aprovechó la ocasión para retrasar la fecha del fin de la autocracia franquista hasta bien entrado el Gobierno de Felipe González. El pueblo vasco siempre se ha mostrado propicio a perdonar los crímenes de ETA y ha olvidado sin pudor los atentados en Hipercor o en los cuarteles de la Guardia Civil, el zulo donde estuvo secuestrado durante más de un año José Antonio Ortega Lara, y los asesinatos alevosos de Blanco, Ordóñez, Mújica o Lacalle, ocurridos cuando ya estaba instaurada y consolidada la democracia en España. Según Rojo, es buena y necesaria una cierta dosis de olvido para no vivir encharcados en el resentimiento y el rencor, pero lo que no se puede hacer es borrar los rastros, ocultar la verdad y no llamar a las cosas por su nombre. Como ha señalado Rafa Latorre, si hay un lugar donde la memoria democrática es un imperativo moral es en el País Vasco. Es una pena que Euskadi esté aquejada de una demencia muy particular, según la cual se olvida lo reciente mientras se impone el recuerdo de lo remoto. Lo poco o mucho que de vasco queda en mí se rebela ante semejante ignominia. Madrid, 26 de abril de 2024

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