martes, 16 de enero de 2024
Una traición más del PSOE: Se o no ser con Bildu
UNA TRAICIÓN MÁS DEL PSOE: SER O NO SER CON BILDU
El último “cambio de opinión” de Pedro Sánchez, por indigno que sea, no sorprende ya a nadie. San Pedro negó tres veces a Jesucristo y luego se arrepintió y lloró amargamente, y Jesús le dijo:” Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Otro Pedro “non sanctus” ha recurrido a la negación hasta 70 veces 7 y no solo no se ha arrepentido y llorado por su traición, sino que se ha carcajeado histéricamente como un ”Joker” y construido sobre sus mentiras la iglesia laica de su autocracia.
El PSOE entrega a Bildu la joya de la corona de Navarra
La Constitución de 1978 fue extremadamente generosa con Navarra, al igual que con el País Vasco, al establecer en la disposición adicional primera que “ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales”. Ante la reivindicación de los partidos nacionalistas vascos de que Navarra formaba parte de Euskadi, la Constitución incluyó en la disposición transitoria cuarta, que, a los efectos de su eventual incorporación al Consejo General Vasco o al régimen autonómico que le sustituyera, la iniciativa correspondería -en vez de a la diputaciones y a los municipios de las provincias interesadas- al órgano foral competente, el Parlamento de Navarra, cuya decisión debería ser ratificada en referéndum por el pueblo navarro. La norma suprema de la Comunidad es la Ley de Reintegración y de Amejoramiento Foral de Navarra, adoptada por la Ley Orgánica 13/1982 -que sustituyó a la Ley de 1841 de modificación de los foros de Navarra-, que asegura la continuidad histórica del régimen foral con una solución autonómica singular para el pueblo navarro. La Ley preveía que sería elegido presidente el candidato del partido más votado, pero ese sistema automático de elección fue sustituido en 2001 por el sistema parlamentario habitual de elegir al candidato que contará con más apoyos en el Parlamento.
La mayoría del pueblo Navarro es foralista y españolista, pero hay en el norte de la Comunidad una importante minoría vascoparlante que reclama la integración de Navarra en El País vasco y su independencia. La Ley de amejoramiento estableció que el castellano -lengua materna del 81.9% de los navarros- huir a la lengua oficial de la región, pero reconoció la cooficialidad del euskera en esas zonas en base al principio del predominio lingüístico. Hoy desde su reconstitución como Comunidad Foral, Navarra fue gobernada alternativamente por el PSN -filial del PSOE-y por Unión del pueblo Navarro (UPN) -derecha formalista en la que se integró el PP-, viendo la alternancia en el poder fijada en su día por Cánovas y Sagasta. Hola comunidad se fragmentó en 3 importantes grupos políticos: la derecha formalista, hoy el centro-izquierda socialista -hoy al principio también foralista- y el independentismo formado por Bildu y Geroa Bai, filial navarra del PNV. El reparto de fuerzas hoy supone en la actualidad un 40% para UPN y un 30% respectivamente para el PSNY para las fuerzas independentistas.
Sin embargo -como ha observado Fernando Vaquero-, UPN se durmió en los laureles, confiada en la fidelidad del PSN al foralismo y a la alternancia en el poder, pero los socialistas navarros no se conformaban con la alternancia y querían el poder, para lo que necesitaban pactar con el independentismo. El PSOE los contuvo desde Madrid y hasta en dos ocasiones -incluso con el Gobierno de Rodríguez Zapatero- vetó esa alianza, La situación cambió porque ya no era solo María Chivite la que necesitaba de los votos independentistas para acceder a la presidencia de la Comunidad, sino que era el propio líder del PSOE, Pedro Sánchez, el que precisaba de ese apoyo para mantenerse como presidente del Gobierno de España.
Ya en 2015, UPN ganó las elecciones con 15 diputados, seguida por Geroa Bai (9), Bildu (8), Podemos y PSN (7), y PP y Ezquerra (2). La candidata de Geroa Bai, Uxue Barkos, fue elegida presidenta gracias a la abstención del PSN y su Gobierno realizó una intensa campaña de “euskaldunización” de Navarra, inconsistente con el reparto político y lingüístico de la Comunidad. En 2019, la coalición “Navarra Suma” -integrada por UPN, PP y Ciudadanos-, ganó las elecciones con 20 diputados, seguida por la coalición gobernante -Gerona Bai 9, Bildu 7, Podemos 3 y Ezquerra 1- y por el PSN (11). Estimó éste que no debería dejar pasar una tercera oportunidad y -ya con el apoyo de Sánchez, que necesitaba los votos independentistas para acceder al poder- Chivite fue nombrada presidenta gracias a la abstención de Bildu, pese a que el PSN se había comprometido a no negociar con los abertzales por motivos éticos, ya que -como dijo su portavoz Maite Ezporrín- no habían condenado los crímenes de ETA.
La posición del PSOE había sido establecida en 2015 por Sánchez en una entrevista televisiva, donde afirmó de forma solemne que, en cualquier combinación en la que estuviera Bildu, el PSOE no estaría, ya que era el único partido con el que se negaba a dialogar y, por supuesto, a pactar. Para el PSOE, la defensa de la Constitución era el máximo valor, una a línea roja que jamás traspasaría, pues era “una bandera de identidad en la política navarra”. Y añadió con el mayor de los énfasis: “Se lo digo 5 veces o 20: ¡Con Bildu no vamos a pactar! Se lo repito ¡con Bildu no vamos a pactar!”. Vanidad de vanidades, todo vanidad. ¡Donde queda la palabra de un presidente de Gobierno! Al llegar a la hora 21, Sánchez cambio de opinión.
La situación se ha vuelto reproducir en las elecciones de 2023, tanto en la Comunidad como en el Ayuntamiento de Pamplona. En aquélla, UPN consiguió 15 escaños, PSN 11, Bildu 9, Geroa Bai 7, PP y Zurequin 3 y Vox 2. Chivite fue reelegida presidenta gracias de nuevo a la abstención de Bildu. La novedad se ha producido en el Ayuntamiento pamplonica. El PSN se negó a votar al candidato bilduetarra, Joseba Asiron, por temor a que ello le perjudicará en las elecciones generales, y por eso resultó elegida alcaldesa la candidata más votada, Cristina Ibarrola, pero -una vez investido Sánchez con el apoyo de los independentistas- ancha era Navarra y los dirigentes socialistas navarros siguieron la vía el del perjurio de su líder. Chivite ha jurado y perjurado en infinidad de ocasiones que el PSN jamás pactaría con Bildu, y la candidata socialista al Ayuntamiento, Elma Sáiz, declaró que su partido no apoyaría a Joseba Asiron. Una vez que Sáiz recibió la patada hacia arriba con su ascenso a ministra de Seguridad Social, ha quedado superado cualquier obstáculo ético para apoyar a quien ya fue, entre 2015 y 2019, un desastroso alcalde de la ciudad, Bildu y el PSN han presentado una moción de censura contra la alcaldesa que se votará el próximo día 28. ¡Menuda inocentada! Ibarrola ha afirmando que el PSN ha vendido de forma miserable la ciudad de Pamplona a los herederos de ETA, con el pago el impuesto revolucionario.
Estaba mal que el PSN se apoyara en Bildu para acceder a la presidencia de la Comunidad, pero lo de Pamplona es muchísimo peor, puesto que ha pasado a apoyarse en, a apoyar a, Bildu. De una pasable excusa para conseguir el poder, se ha convertido en una acción encomiable. Esta labor de embellecimiento ha sido encomendada a un “muchachito de Valladolid”, que ha pasado de jabalí montaraz a vaquilla resabiada de las acreditadas dehesas castellanas, que embiste contra todo lo que no sea rojo. Según el adagio español, solo los niños y los locos dicen la verdad y no sé bajo qué concepto ha realizado Óscar Puente su invectiva. Al menos, es de agradecer su franqueza, a diferencia de la exquisita hipocresía del sofista Bolaños. Puente ha subrayado que no tenía ningún problema en que un partido democrático y progresista se hiciera con la alcaldía de una ciudad española, en vez de que la gobernara la derecha fascista, sentándose así la doctrina del PSOE de que es preferible pactar con los herederos de ETA que con la derecha democrática. Ya el delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid, Francisco Martín, había rebuznado al declarar que Bildu había hecho más por España que los que llevaban en la muñeca la bandera hola rojigualda, y que ese partido había salvado muchas vidas al apoyar el estado de alarma durante la pandemia del COVID. Las víctimas de ETA han acogido con satisfacción la benéfica contribución de los billduetarras a salvar vidas en el País Vasco y en Navarra, en los que solo causaron unas 800 muertes o contribuyeron a ellas.
Según ha destacado Gorka Maneiro en “Voz Populi”; difícilmente podrá ser considerado democrático un partido qué cuenta entre sus dirigentes a personas condenadas por terrorismo -como Arnaldo Otegui, David Pla, Antón López “Kubati” o Mertxe Aizpurúa-, incluye en sus listas electorales a terroristas, y les hacen homenajes públicos cuando salen de la cárcel. Bildu será legal, porque así lo decidió el Tribunal Constitucional en una lamentable sentencia en la que anuló otra perfectamente fundada del Tribunal Supremo que negaba su legalidad, pero no es democrático.
Tampoco es progresista, si por progresismo se entiende hacer política para extender los derechos fundamentales y defender la igualdad y a libertad, porque Bildu hace justamente lo contrario. Sus miembros son herederos directos de quienes fueron los auxiliares de ETA, cuyos crímenes nunca ha condenado. Como ha señalado David Mejía en ”The Objective”, Bildu es la antítesis del progresismo, con su desinterés por la igualdad, su sustitución de la nación cívica por la nación étnica, la concesión de superioridad a lo diferencial sobre lo común, su fomento de la construcción nacional -euskalduna, catalana o la que se tercie-, su odio a la derecha estatal, y su mutismo sobre los delitos cometidos en nombre de estas causas. Por oportunismo y no por convicción, ha asumido las causas del feminismo, de la lucha por la diferencia de género y del ecologismo, cuando es un partido fundamentalmente machista, homófobo y totalmente desinteresado por el medio ambiente. Como ha declarado Otegui, Bildu encarna la capacidad de enarbolar los valores y principios mayoritarios de la nueva sociedad vasca, y escribirá el futuro de Euskal Herria con libertad, igualdad, femenismno, euskera y antifascismo. Ha tenido la habilidad de atraerse con su disfraz a buena parte de la juventud del País Vasco y de Navarra, lo que no le ha debido costar demasiado con un rival dentro del nacionalismo cuyo lema es “Dios y leyes viejas”.
Para Jorge Bustos, bajo el liderazgo espiritual de Puente, los devotos operarios del muro están alcanzando sus últimos objetivos de blanqueamiento batasuno. Nos dicen que Bildu es la purita expresión del progresismo vasco, que su compromiso con la Constitución está fuera de duda desde que contribuyó a la investidura de Sánchez -aunque fuera para planear juntos el troceamiento de España-, y que, a los verdugos impenitentes que reciben sus homenajes y figuran en sus listas, “no solo no les falta ningún tramo ético por recorrer, sino que han ido más lejos en la defensa de la democracia que sus víctimas del PP”. Este proceso mental culminará con la concesión de la amnistía a los pistoleros reagrupados en las cárceles vascas. La memoria de la sangre derramada por ETA sale de la refinería de Ferraz convertida en algo peor que el olvido, pues se recicla en militancia antifascista, perfumada con el aroma nostálgico de una canción protesta y de un póster del Ché. “Batasuna en el fondo siempre fue de los nuestros”. ¿Pamplona y lo que falta? Todo queda en familia.
Como ha destacado “El Mundo” en un editorial, Sánchez ha procedido a la quiebra de un consenso básico que regía entre los partidos democráticos de no facilitar el poder a Bildu, mientras me hiciera el recorrido mínimo de condenar el terrorismo que la izquierda abertzale alentó. El PSOE ha roto ese pacto ético y político y, con ello, el socialismo ha culminado el blanqueamiento de un partido filoterrorista. Presentándolo como un paso en favor de la convivencia, va a entregar Pamplona a una formación que, no solo no ha condenado los crímenes de ETA, sino que tiene en sus filas, e incluso en su cúpula, a personas condenadas por terrorismo. “El PSOE, que sufrió a ETA y que apoyó el artículo 155, ha dado definitivamente la espalda a su propia historia,a la concordia social y al mínimo respeto a la moralidad en el ejercicio de la política”.
Incidencia de la decisión del PSOE en el País Vasco
El PSOE ha insistido en que la concesión a Bildu de la alcaldía de Pamplona era un gesto incidental que no tenía nada que ver el hecho de que este partido hubiera apoyado la investidura de Sánchez “gratis et amore”. Esto resulta tan inverosímil que ni siquiera las gargantas profundas socialistas se lo creen, y es público y notorio que se trata de la primera letra girada al cobro como consecuencia de lo que Núñez Feijóo ha calificado de “pacto encapuchado”. Mientras que los acuerdos firmados por el PSOE con ERC, JxC y PNV han sido hechos públicos prácticamente en su integridad, nada se sabe de los compromisos asumidos por Sánchez con su principal aliado. ¿Hasta donde llegan las generosas concesiones a de Pedro I el de las Mercedes? No las conocemos, aunque sí sabemos cuáles son las aspiraciones de Bildu. Como ha comentado el antiguo diputado de UPN Carlos García Adanero -hoy en el PP-, el blanqueamiento del partidos, sus presos y todo lo demás.
La máxima prioridad es la liberación de todos los presos de ETA, ya estabulados en las cárceles vascas. Le sigue el aumento del poder municipal y, en cuanto sea posible, el autonómico, con la ayuda de su socio socialista. Ese sería el momento para el reconocimiento del País Vasco como nación, con la incorporación de Navarra para formar Euskal Herria, y el ejercicio del derecho a decidir mediante la celebración de un referéndum de autodeterminación vinculante. El último eslabón de la cadena sería la concesión de la soberanía a Euskal Herria y su eventual independencia plena, en el marco de una Confederación con otras naciones ibéricas.
Empezando por lo más fácil, el PSOE le ha regalado la alcaldía de Pamplona a Bildu como premio a su buena conducta, al apoyar incondicionalmente a Sánchez, ¿por qué no ampliar este reconocimiento extendiendo las concesiones a las alcaldías de Durango, Guernica o Vitoria? El control del ayuntamiento de esta última fue un desinteresado regalo del PP al PSOE para evitar que cayera en manos de Bildu, pero una vez que está a partir un piñón con lo ssosocialista, no cabe excluir que el PSE conceda a su nueva pareja la futura capital de Euskal Herria en arras de un futuro enlace.
Especial prioridad tiene la liberación de los 130 etarras aún en prisión que, desde sus cárceles de cercanías, están listos para ser puestos en órbita con la invaluable ayuda del Gobierno de coalición del PNV y del PSE. Sánchez ya ha cumplido buena parte de su compromiso -a través del controvertido ministro del Interior, Grande-Marlaska, víctima de un inconcebible síndrome de Estocolmo-, al haber concentrado a los etarras dispersos en las cuatro trenas de la futura Euskal Herria. En el ámbito de su recientemente adquiridas competencias penitenciarias, el Gobierno autonómico se ha prestado a facilitar el camino concediendo cambios de regímenes y reducciones de penas y libertades condicionales. El problema es que los malvados jueces están interfiriendo en esta caritativa maniobra y -abusando del ”lawfare”- han anulado algunos de los privilegios injustamente conferidos. Éste es un motivo adicional para seguir con la campaña de descalificación de los jueces, señalándolos -como en Cataluña- con nombres y apellidos para que sean condenados por prevaricación.
El paso siguiente -ya esbozado- será el reconocimiento de Euskadi como nación y de su derecho a decidir, incluida la incorporación de Navarra y la creación de Euskal Herria como Comunidad Autónoma integrada de momento por las cuatro regiones españolas, a la espera de que se incorporen las tres regiones vasco-francesas. Como dijo Otegui en Dublín, tanto en Irlanda como en Euskal Herria corren vientos de independencia. “Veremos una Irlanda unida y una Euskal Herria soberana”.
Desnortamiento del PNV y preocupación por la pérdida del Gobierno de Euskadi
El pleno blanqueo de Bildu por el PSOE ha provocado los celos del PNV, que ha visto cómo la concubina desplazaba a la legítima en las gracias del esposo, y que aquélla mediaba y verificaba en Madrid con tanta o más eficacia que ésta. Ello se suma al estado de creciente degradación del antiguo oasis del País Vasco y al desprestigio del partido que siempre lo ha gobernado, salvo el efímero período de la presidencia de Pachi López, merced a los desinteresados votos del PP, al que no dio ni las gracias.
Como ha señalado “El Mundo”, la antigua pujanza económica del País Vasco se está diluyendo ante la incapacidad de los últimos Gobiernos del PNV para dar respuesta al invierno demográfico que asuela la Comunidad, a su altísima conflictividad laboral y alarmante absentismo en el trabajo, y a una preocupante tendencia de desinversión industrial. Euskadi ha sido históricamente uno de los principales polos de crecimiento de España debido a su potente industria y al impulso de la soberanía fiscal garantizada por el concierto económico con un privilegiado cupo. Con esos mimbres, el PNV ha encadena una victoria electoral tras otra, sacándole brillo a su marca de buen gestor, pero esta realidad se ha desdibujado. El País Vasco aporta hoy al PIB nacional menos que en los años 80 -pasando del 7.8% al 5,% en su participación en dicho PIB- y el electorado del PNV muestra síntomas de desencanto, fruto de la deficiente gestión de sus dirigentes. Llama la atención en una de las sociedades más envejecidas de Europa -incapaz de pagarse sus propias pensiones- sus gobernantes persistan en aplicar políticas ombliguistas que no favorecen la formación de los estudiantes -con la rémora de la enseñanza en euskera-, la atracción del talento profesional o la captación de inversiones.
Hay que reconocer al PNV el merito de haber sabido sacar el máximo rendimiento a su media docena de diputados. Aunque sea fundamentalmente un partido de derechas, se ha situado en el centro del espectro político y se ha inclinado a diestra o a siniestra en función de sus conveniencias, para comer a dos carrillos y obtener beneficios de tirios y troyanos. Como en su día la CiU de Jordi Pujol, el PNV ha sido durante la democracia una fuerza moderada que ha facilitado la normalidad institucional, a cambio de considerables beneficios políticos y económicos. La situación se cambió en 2018 cuando, en cuestión de días, pasó, de aprobar los presupuestos generales del Gobierno de Mariano Rajoy, a votar una moción de censura contra el presidente y permitir el acceso al poder de Pedro Sánchez por la puerta trasera. Desde entonces, el PNV perdió su centralidad, se escoró a la izquierda y redujo sus relaciones con el PP, punto de negarse a negociar con él la investidura de Feijóo. Se puso incondicionalmente en manos del socialismo, en la esperanza de frenar el idilio entre el PSOE y Bildu, pero las perspectivas no son demasiado alentadoras y los sondeos prevén el “sorpasso” en las próximas elecciones autonómicas. Mas, aunque Bildu fuera el partido más votado, no le bastaría el apoyo de los partidos de la izquierda para acceder a la "lehendakaritza” sino que necesitaría el concurso del PSE, y aquí se le plantea al PSOE un problema hamletiano: ser o no ser con Bildu.
El secretario general del PSE y candidato socialista a las elecciones vascas, Eneko Andueza, ha afirmado solemnemente que “vengo diciendo hace mucho tiempo que el PSE-EE no va a hacer lehendakari al candidato de EH . Me ratifico en ello y llevaré esta decisión hasta el final”. Jamás se entendería con Bildu para gobernar en el País vasco y -como fiel cumplidor de su palabra- se iría a su casa antes de facilitar su acceso de los abertzales al poder. Otegui ha calificado esta declaración de frívola, irresponsable, nada creíble y muy poco sólida en términos políticos, y ha expresado su intención de extender a Euskadi su política de alianzas ¿Por qué -se ha preguntado- lo que pasa en Navarra no puede pasar en el País Vasco? ¿Ha dejado zanjado el asunto la rotunda manifestación de Andueza? Pues más bien no, ya que -dada la volatilidad de Sánchez y de sus fieles, y de su absoluta falta de credibilidad-, aunque Andueza diga ahora “Digo”, dirá en su momento “Diego”, en pro de la concordia y de la convivencia en España. Ha dejado abierto un portillo al insinuar que su afirmación no era óbice para que pudiera eventualmente aceptar el apoyo de Bildu a su candidatura.
El PNV está desnortado a causa de la apuesta de Sánchez por Bildu como su socio prioritario en Euskadi y eso fue lo que -en opinión de Iñaki Ellakuría- impulsó a Iñigo Urkullu a publicar en “El País” un artículo en el que el “independentista bueno” proponía reformar de manera encubierta la Constitución mediante una reinterpretación en una “convención constitucional” de la disposición adicional primera, con el fin de encaminar a España hacia un Estado plurinacional y confederal, con su corolario de “pluralidad de Estados”, “bilateralidad” y ”capacidad de decidir”, lo que suponía una versión menos agresiva del Plan Ibarretxe. Como ha comentado el ex-vicepresidente del TC Gómez Arribas, el Plan Urkullu es una manifestación más del nacionalismo en fase eruptiva, que abre la puerta a la desaparición de España.
El PNV está asimismo desquiciado por su pavor a perder el Gobierno y lo ha mostrado con la exclusión de Urkullu como candidato en las próximas elecciones y su sustitución por Imanol Pradales -un clon de éste-, y con el pacto con JxC, para contrarrestar el eje Bildu-ERC. Feijóo le preguntó -usando la expresión de Andoni Ortúzar- sí quería seguir siendo el “kleenex” del PSOE, y le advirtió de que Bildu le estaba ganando la maratón, ya que Sánchez pretendía con su blanqueamiento que este “puntal del progresismo” fuera su sustituto, porque los peneuvistas habían dejado de convenirle. El PNV no le hizo caso y ahora se encuentra ante la tesitura de ser preterido por el PSOE. Sí Sánchez no ha tenido escrúpulos en traicionar a media España, a sus electores y a su propia palabra ¿por qué habría de tenerlos ahora por traicionar al PNV?
Madrid, 22 de diciembre de 2023
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