domingo, 21 de mayo de 2023
Con los indecentes no se juega, Sánchez
CON LOS INDECENTES NO SE JUEGA, SÁNCHEZ
A las puertas del inicio de la campaña para las elecciones autonómicas y municipales, la asociación de víctimas del terrorismo COVITE informó de forma documentada que Bildu había incluido en sus listas electorales a 44 candidatos que habían sido condenados por terrorismo, 7 de ellos por delitos de sangre, y la noticia -publicada por “ABC” en su portada- cayó como una bomba en el equipo electoral de Pedro Sánchez, que se las prometían muy felices con la exaltación de sus éxitos económicos y sociales, y su dadivosa compra de votos con la pólvora del Rey o, para ser más exactos, con los fondos de la Unión Europea. Cundió el desconcierto en las filas gubernamentales y los ministros huyeron de los micrófonos de los periodistas como conejos ante un cazador. Durante tres días se impuso la estrategia del silencio y la evasión, y solo al tercer día resucitó Sánchez, forzado por la casi unánime reacción desfavorable de la sociedad ante semejante atropello y, en la rueda de prensa dada a las afueras de la Casa Blanca, el presidente reconoció que, aunque la decisión de Bildu fuera legal, no era sin embargo decente.
Reacción ante las listas de Bildu
Recuperado del susto, el incombustible y resiliente Sánchez pasó al contraataque, echando en el Senado la culpa de todo lo sucedido al Partido Popular, que no tenía más argumentos que hablar de ETA, cuando ésta hacía varios años que había desaparecido gracias al PSOE y a pesar de los obstáculos puestos por el PP. Haciendo gala de su habitual argumentación mentirosa y falaz, afirmó que ésta había sido derrotada por José Luis Rodríguez Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba y Pachi López. “Derrotamos a ETA y eso la derecha no lo puede soportar”. Como es sabido por cualquier persona mínimamente informada, ETA fue derrotada por medidas, políticas, operativas e internacionales. Ante la falta de colaboración del PNV, la complicidad o indiferencia de buena parte de la sociedad vasca y la falta de colaboración del Gobierno de Francia -que permitía a los etarras circular por territorio francés como Juan por su casa y utilizarlo como base logística y refugio-, la situación cambió de forma radical cuando el PSOE y el PP se pusieron de acuerdo y firmaron en el 2000 un Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo, que hizo posible la adopción de la Ley Orgánica 2/2002 de Partidos Políticos y permitió al Tribunal Supremo ilegalizar a los testaferros de ETA: Batasuna, Euskal Herritarrok y Herri Batasuna. A ello se sumaron la impecable actuación de las fuerzas de seguridad, la colaboración de los jueces y la cooperación internacional que al fin Francia se dignó conceder.
Cuando ETA estaba prácticamente contra las cuerdas y derrotada militarmente, ZP les ofreció un balón de oxígeno al dialogar con la banda y prometerle que si dejaba la lucha armada sería aceptada en las instituciones. ETA se agarró como un clavo ardiendo a esta lamentable oferta, que le permitió escapar de la derrota total y obtener una victoria política, pues los testaferros de ETA consiguieron, sin necesidad de matar, los objetivos políticos que perseguían cuando mataban. Una vez colocada por el Gobierno la alfombra roja que le permitía acceder a los Ayuntamientos, trató por todos los medios de ser legalizada vistiéndose de distintos disfraces. En 2011 se presentó a las elecciones autonómicas en el País Vasco y en Navarra en coalición con Eusko Alkartasuna y Alternatiba Erairitzen. El TS anuló la candidatura, pero el comando Pascual Sala vino en su auxilio a instancias del Gobierno y el Tribunal Constitucional -en su sentencia 62/2011- revocó su decisión, al estimar que HB no contaminaba la coalición y los dos partidos legales amparaban la nueva reencarnación de Batasuna.
Siguiendo su política transformista, HB se convirtió en Sortu y el TS lo
ilegalizó, pero Sala vino una vez más en su ayuda y el TC -en su sentencia 138/2012- anuló de forma exorbitante la decisión del alto Tribunal sin una explicación fundada, ya que, entrando a examinar indebidamente los Estatutos de Sortu y estimando que el “rechazo inequívoco de cualquier clase de violencia” -pura retórica- y su reconocimiento de “todas las víctimas originadas por las múltiples violencias sufridas por el pueblo vasco”, eran suficiente para legalizar el partido, sin examinar la conducta de sus promotores. La habilidosa posición de ETA convenció a los “Sala’s boys” de la bondad de Sortu: rechazo genérico y ambiguo de la violencia futura, pero sin condena de la violencia terrorista pasada, y reconocimiento de la existencia de víctimas causadas por ambos bandos en el “conflicto vasco”. Como se quedó con mala conciencia, el TC incluyó un amplio catálogo de supuestos que podrían provocar la ilegalización ulterior del partido: equiparación de la violencia terrorista con la coacción legítima del Estado, , colocación en un mismo plano del sufrimiento de las víctimas del terrorismo y de los condenados por terrorismo, actuaciones tendentes a legitimar el terrorismo como medio necesario para conseguir objetivos políticos, ensalzamiento de los autores de actos terroristas y su presentación como víctimas o héroes, realización de actos públicos que entrañaban descrédito, menosprecio o humillación de las víctimas del terrorismo, actuaciones que contribuyeran al sostenimiento económico de una organización terrorista… A juicio del magistrado Manuel Aragón, si se contrastaban los Estatutos de Sortu con el citado catálogo, se llegaría a la conclusión de que el partido incurría en la mayor parte de las conductas en él condenadas, lo que podría llevar a su ilegalización. La situación no ha cambiado y -pese a su supuesta normalización- Bildu sigue siendo una Batasuna maquillada. El partido no está compuesta por “filoetarras”, sino por etarras sin “filo”, puros y duros, aunque disfrazados de demócratas, como demuestra la incorporación a sus listas electorales de 44 terroristas de ETA.
Pleno blanqueo de Bildu
Prueba palpable de la continuidad entre ETA y Bildu es que el último presidente de aquélla, David Pla, es hoy el presidente de Sortu, y que el dirigente de todo el tinglado de la izquierda abertzale es Arnaldo Otegui, condenado por su pertenencia a Batasuna y su integración en un comando que realizó varios secuestros. Otegui tiene la cualidad de ser franco y sus declaraciones dejan constancia de las intenciones de Bildu. Así, afirmó que “tenemos a 200 presos en la cárcel y, si para sacarlos hay que votar los presupuestos, pues los votamos”, y su asistente, Arkaitz Rodriguez, añadió que “nosotros vamos a Madrid a tumbar definitivamente el régimen”. Otegui ha señalado que Bildu está dispuesto a colaborar para democratizar el Estado y, para ello, la única solución es que la nueva izquierda se sume a los independentistas de las naciones del Estado para iniciar un proceso constituyente. “Para que España pueda en su día ser roja, republicana y laica, tendrá que estar con anterioridad rota”. La unidad de España era la clave para mantener la dominación de las élites económicas y oligárquicas, y solo el voto independentista ponía en cuestión ese sistema de dominación. “Por eso, los procesos de liberación nacional y de ruptura democrática son la única garantía para que haya una democratización real”.
Si Rodríguez Zapatero inició el proceso de incorporación de Bildu a la vida política, Sánchez ha culminado su blanqueo al convertirlo en socio preferente de su Gobierno, ya que estima que este partido tiene más sentido de Estado que el PP. Ha concluido una serie de pactos con Bildu, que se iniciaron con el que permitió el acceso de María Chivite a la presidencia del Gobierno de Navarra, y que van de la investidura de Sánchez a la aprobación de los presupuestos generales, pasando por la expulsión de la Guardia Civil de Navarra, su respaldo a los innumerables decretos-leyes dictados por el Gobierno de Sánchez, y su apoyo a las principales leyes adoptadas: Trans y sobre Aborto, Eutanasia, “Sí es sí”, Maltrato animal, Familia, Vivienda, Memoria Democrática y reforma en el Código Penal de los delitos de sedición y de malversación. o la Vivienda-. Llegó a ofrecerle los laureles de la presentación de la joya de la corona del Gobierno socio- comunista. Todo ello sin contraprestación alguna por supuesto, porque Bildu se ha convertido en una ONG de Damas de la caridad. No obstante, algo sacó del envite. Así, en la Ley de la Desmemoria consiguió que se extendiera el periodo de la Transición hasta 1983 y que se incluyera entre los beneficiados a los miembros de ETA condenados por los tribunales, pero no las víctimas de la vesania etarra. Sin embargo, los miembros del Gobierno -una vez recuperado el ánimo tras la traspisonda de Bildu- han negado que existiera con él pacto alguno. La vicepresidenta Nadia Calviño -otrora prestigiosa tecnócrata que ha aprendido a mentir con el mismo descaro que su jefe- ha contestado “¿pero qué pactos?. Ahora nos queda la duda hamletiana de creer lo que dice la vicepresidenta o lo que ven nuestros ojos.
Bildu ha pagado a Sánchez por todas sus concesiones con la inclusión en sus listas para las elecciones en El País vasco y Navarra de 44 etarras condenado por terrorismo, poniendo así una bomba de profundidad en los bajos de la campaña electoral socialista. Sánchez no se ha inmutado en demasía y -tras tres días de desconcierto- le ha dicho a sus socios que no sean malos chicos y no le perturben su triunfal campaña. Al mismo tiempo, les ha rogado que sigan apoyando a su Gobierno. Sánchez mantiene que ETA es el pasado y que hay que mirar hacia adelante. Hay que recordar a diario lo que pasó hace 80 años, pero olvidar lo que ocurrió hace tan solo 10 en el País Vasco y Navarra, y pasar por alto que Bildu lleve en sus listas a 44 terroristas.
Enseguida han salido los palmeros de “El País” a cerrar filas con el Gobierno. En un editorial ha señalado el periódico que las cuestiones de legalidad creadas por la lista de Bildu ya habían sido resueltas por la Junta Electoral al aceptar dichas listas, dado que los candidatos ya habían ajustado sus cuentas con la Justicia. Presionado por los sectores radicales de Bildu -¿pero hay sectores que no lo sean ?-, Otegui ha primado la cohesión interna sobre su compromiso con las víctimas(¿?). Era de lamentar que la derecha española utilizara una cuestión de Estado como era el terrorismo para confrontar con el Gobierno por razones electorales. En un artículo titulado “Es legal, pero duele”, Pablo Ordaz ha afirmado que el PP intentaba patrimonializar las víctimas del terrorismo y demonizar al PSOE. En Euskadi, afortunadamente, quienes recibieron las botellas incendiarias y las bombas lapa comparten ahora las colas en los cines y en los supermercados, o en el rellano de una escalera, con gente que deseó su muerte o miró para otro lado. Según Luis Aizpeolea, la instrumentalización por parte del PP para atacar al Gobierno y al PSOE ha sido la clave de la decisión de Bildu. En 2021, el partido se comprometió a evitar con sus actuaciones añadir más daño a las víctimas del terrorismo y sus dirigentes han quedado sorprendidos del revuelo mediático producido, sin precedentes respecto a ocasiones anteriores en que también habían incluido en sus listas a militantes de ETA. Constató que el PP utilizaba la cuestionada lista no tanto para atacar a Bildu, como al Gobierno y al PSOE por sus pactos parlamentarios. La razón de esta reacción radica no solo en el gran número de terroristas presentes en las listas y la gravedad de sus condenas, sino también y sobre todo, porque por primera vez el Gobierno de la nación considera al partido como un socio de referencia. La retirada de los 7 condenados por delitos de sangre no ha presentado ningún obstáculo a los dirigentes de Bildu, como refleja su comunicado, en el que ha destacado su compromiso con las víctimas y su apuesta por vías exclusivamente políticas (¿?).
La presentación de 44 terroristas en las listas de Bildu ha sido una decisión cuidadosamente preparada, una auténtica provocación y una prueba para ver qué grado de iniquidad estaba dispuesto a tolerar la sociedad española. Como ha observado Claudio Ramón, “disculpados mediante el dispositivo discursivo del conflicto político, Otegui y los suyos puede permitirse desvergüenzas en un macabro crescendo. Ya no basta con organizar homenajes a asesinos, sino que se les hace concejales de los pueblos donde mataron”. No le bastaba con blanquear a todos sus miembros, sino que había que instalarlos en las instituciones. Incluso la decisión de que los notorios 7 no recogerían sus actas si fueran elegidos puede que también haya sido planificada. Alberto Gil Ibáñez cree que obedece a una estrategia calculada, con la que se ha puesto en las listas a unos asesinos, que se sabe que van a llamar la atención, para luego quitarlos y dejar a los otros, que quedan de esta manera blanqueados. La diferencia entre los 7 y los 37 es de matiz, ya que -aunque coincidieran en el objetivo de matar- éstos no lo lograron. Entre las “actividades estrictamente políticas” de estos angelitos figuraban lanzar bombas y cocktails Molotov, almacenar explosivos, integrarse en comandos armados, robar coches para hacer atentados, vigilar a las víctimas e informar de sus movimientos, y albergar terroristas y ayudarlos a pasar a Francia.
En un artículo publicado en “El Debate”, titulado “Horrores de los 37 candidatos que todavía se presentan por Bildu en los Ayuntamientos”, Pablo Ojer ha mencionado, entre otros, dos casos. El de José Ángel Viguri, condenado a 69 años de cárcel por haber lanzado granadas contra la casa-cuartel de Llodio. Sus abogados pidieron su liberación por sufrir una enfermedad incurable y, 11 años después, se presenta a las elecciones municipales en Ayala. Iñaki Gonzalo, “Kitsu”, condenado a 67 años por haber colocado bombas que, por fortuna, no causaron daños mortales, ahora es candidato suplente a la alcaldía de Guecho.
Juan Carlos Arriaga, frutero y delator de Jesús Alcocer -que fue asesinado en 1984 en Pamplona- se presenta a concejal en Barrioplano, municipio ubicado a pocos metros del lugar del asesinato. Su hija María José ha afirmado que “las víctimas no nos merecemos esta burla, esta humillación, porque los asesinos no solo no piden perdón y no se arrepienten por lo que han hecho, sino que además se están riendo de nosotros en la cara. Aunque nos pidan que pasemos página, es imposible con cosas como éstas. Ellos sí la han pasado y ahora se presentan como héroes y las víctimas nos hemos quedado como algo que molesta”. Ha reconocido que no pueden hacer nada y tienen que aguantarse y ver cómo los aplauden y los jalean. Dicen que esto son cosas del pasado, pero son del presente porque el dolor sigue ahí. “Están muy crecidos y envalentonados porque se lo han permitido y les han dado alas. Quieren dar la vuelta a todo para que al final los verdugos sean los buenos y las víctimas los malos”.
Como ha señalado Rafael Moyano en su columna en ”El Mundo” titulada “Bildu y los objetivos no conseguidos”, nadie podrá negar que este partido es una continuidad de Batasuna, aquel brazo presuntamente político de ETA. Lejos de pedir perdón por sus crímenes, los bilduetarras aparecen en las listas electorales con los alias de su época terroristas para reivindicar su pasado. Provocar es la manera de normalizar la situación en el País Vasco, mientras Sánchez mira hacia otro lado para no importunar a su socio.
Examinemos el elogiado comunicado de Bildu. En él se afirma que, en los últimos días, se han impuesto intereses partidistas y electoralistas que poco o nada tienen que ver con la construcción de la paz. El objetivo de la polémica es dañar a Bildu por haber logrado ser un referente ineludible y la principal fuerza transformadora (¿?). Bildu no tiene como objetivo ratificar su “trayectoria” anterior -bonito eufemismo para calificar el asesinato-. “Este proyecto político representa un futuro lleno de esperanza. Bildu, ha logrado la adhesión de numerosas personas y sectores, incluidos muchos que en su día se enfrentaron a nosotros abiertamente y que nos censuraron y condenaron nuestra actuación. Obviamente su participación en este proyecto colectivo que es Bildu no tiene por objetivo legitimar a ETA”. No reniegan de su militancia del pasado, ni de la responsabilidad que asumían por ello. ”La mayoría de los etarras incluidos en las listas como candidatos fueron condenados bajo la estrategia de que ‘todo es ETA’, que persiguió actividades estrictamente políticas y condujo a la conculcación de derechos civiles y políticos de muchos ciudadanos. Se hará un flaco favor a los mínimos principios democráticos si se da por bueno que dichos derechos se puedan seguir pisoteando”. Asumen la estrategia de la izquierda abertzale y su apuesta inequívoca por vías exclusivamente políticas y democráticas, haciendo autocrítica al sumarse a la declaración de 18 de octubre. “No queremos un futuro sin pasado, pero tampoco podemos dar por buena la actuación de aquellos sectores reaccionarios que quieren conducir a nuestro país a un pasado sin futuro”. ¡El diablo citando la Biblia!
Bildu ha adoptado una increíble actitud victimista. Estiman que las condenas de los terroristas se produjeron mediante una conculcación de sus derechos que ahora se continúa, porque los sectores reaccionarios tratan de hundir al partido. Se refieren a una declaración en la que se condenaba de forma genérica la violencia, pero no la terrorista. No reniegan de su pasado ni piden perdón por sus crímenes. Mantienen que solo seguirán las vías democráticas, lo que no se lo creen ni ellos, como han puesto de manifiesto con la presentación en sus listas de 44 terroristas condenados por los tribunales. Otegui se ha sumado a esta táctica, al afirmar que sus 4.500 candidatos tenían sus derechos civiles y políticos en vigor, y habían asumido el compromiso de Bildu con las vías exclusivamente pacíficas y democráticas. Resulta intolerable que un partido totalitario presuma de demócrata, cuando no tiene la menor idea de lo que es la democracia. Han decidido convertirse en demócratas y al que no se lo crea y les lleve la contraria, lo echarán del pueblo a balazos.
¿Puede Bildu ser ilegalizada?
La Asociación Dignidad y Justicia pidió a la Fiscalía que investigara las listas presentadas por Bildu para ver si cumplían con los criterios establecidos en la Ley de Partidos Políticos, pero aquélla ha desestimado la propuesta por estimar que Bildu es una formación política democrática –“¿de quién es la Fiscalía?, pues eso”. Su presidente, Daniel Portero, ha señalado que hay suficientes elementos para concluir que Bildu se ha convertido en heredero de Batasuna y que con sus listas trufadas de terroristas trata de echar un pulso al Estado. Se ha planteado la cuestión de si el proceder de Bildu es contrario a la Ley de Partidos Políticos y la mayoría de los juristas ha estimado que no es posible, porque iría contra el principio de reinserción de los penados en la sociedad. Yo, sin embargo, creo que hay razones más que sobradas para ilegalizar a Bildu, pero estoy seguro que la Fiscalía -única competente para hacer la propuesta de ilegalización- no dará tal paso y, en el caso improbable de que lo diera, el TC de Conde-Pumpido pondría las cosas en su sitio.
Según el párrafo 3-c) del artículo 9 de la Ley, es motivo para ilegalizar a un partido político “incluir regularmente en sus órganos directivos o en sus listas electorales personas condenadas por delitos de terrorismo, que no hayan rechazado públicamente los fines y los medios terroristas, o mantener un amplio número de sus afiliados doble afiliación a órganos o entidades asociadas a un grupo terrorista o violento, salvo que hayan tomado medidas disciplinarias contra éstos conducentes a su expulsión”. El párrafo 3-d) añade el de “utilizar como instrumento de la actividad del partido -conjuntamente con los propios o en sustitución de los mismos- símbolos, mensajes o elementos que presenten o se identifiquen con el terrorismo o la violencia, y con las conductas asociadas al mismo”.
Creo que las listas de Bildu entran dentro de este catálogo de prohibiciones. 1) Los tres máximos dirigentes de Sortu -David Pla, Arkaitz Rodríguez y Arnaldo Otegui- son etarras convictos y confesos. 2) Buena parte de los directivos de Bildu han sido miembros de ETA, y no han condenado el terrorismo ni colaborado con la Justicia. 3) Los miembros de Bildu han utilizado símbolos, mensajes y elementos que se identifican con ETA. Como ha observado Joaquín Manso, Bildu no ha repudiado sus raíces ni lo va a hacer. Con estas listas trata de reivindicarlas, de socavar la dignidad de sus víctimas
poniéndolas a las altura de la de sus verdugos, de imponer una memoria tóxica, y de desplegar en los municipios que son la base de su poder la misma atmósfera intimidante y totalizadora que ha provocado un éxodo y una espiral excluyente de silencio.
Ya en 1998, José Luis López de la Calle -que sería asesinado años más tarde por ETA-comentó que se decía que HB era un partido legal. En efecto lo era, pero también lo eran el de Le Pen o los neonazis. Lo curioso era que un partido que hegemonizaba un Gobierno de coalición con mayoría suficiente recurriera a una formación como HB, lo que era el colmo de la deslealtad. “Euskadi es el único país de Europa en el cual un sector amplio de la burguesía apoya a un partido capaz de aventuras semejantes”.
Aunque haya motivos suficientes para la ilegalización de Bildu, solo podría realizarse si el PSOE y el PP volvieran al espíritu y a la letra del Pacto Antiterrorista y esto no lo considero factible mientras Sánchez continúe en el poder. Sí se podría tratar de excluir de las candidaturas a los militantes que tuvieran un pasado terrorista, ya que -si la normativa ampara la ilegalización de los partidos políticos que incumplan la Ley 6/2002 y los criterios sentados en su día por el TC-, con mayor el motivo se podría conseguir un objetivo menos ambicioso, cual es el expurgo de terroristas en las listas de Bildu, pero ni siquiera esto resulta viable en las actuales circunstancias.
Sánchez ha reconocido que la maniobra de Bildu es indecente, pero no ha sacado las conclusiones lógicas de semejante afirmación y sigue con su coyunda con un partido de terroristas. Alberto Núñez Feijóo le preguntó en el Senado si estaba dispuesto a cumplir su promesa de no pactar jamás con Bildu y de abandonar los pactos concluidos con ese partido. El presidente -siguiendo con su anómala conducta habitual- no se dignó contestar. Feijoó le conminó a que respondiera sí estaba dispuesto a dejar de pactar con Bildu, pero Sánchez dio la callada por respuesta, y el que calla otorga. Feijóo lo puso contra las cuerdas y le dio un puñetazo demoledor cuando le dijo que, si lo de Bildu no era decente, tampoco lo era seguir pactando con él, y le instó a que optara entre estar con Bildu o con la decencia. Con su silencio, Sánchez ha mostrado su preferencia por estar con Bildu y, por consiguiente, de situarse al margen de la decencia. Deberá atenerse a las consecuencias porque el pueblo español le ha tolerado demasiadas barrabasadas, pero ahora ha pasado todos las líneas rojas posibles y profanado la dignidad nacional, y con los indecentes no se juega.
Madrid, 19 de mayo de 2023
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