lunes, 25 de julio de 2022
ATASCO DE LAS NEGOCIACIONES ENTRE LA UE Y GRAN BRETAÑA SOBRE GIBRALTAR
El Gobierno español y el británico llegaron el 31 de diciembre de 2020 a un entendimiento sobre las directrices que deberían guiar el Acuerdo entre la UE y Gran Bretaña sobre Gibraltar, que era muy nefasto para los intereses de España. Según Felipe Sahagún, el Gobierno español ha regalado a los gibraltareños un status privilegiado que no había logrado en los 47 años en que Gran Bretaña formó parte de la Unión. Aunque España consiguió que la UE le concediera la última palabra en las relaciones con Gibraltar, el Gobierno español está jugando mal esta magnífica baza.
Gibraltar se ha convertido en una isla rodeada de países terceros y con una verja que separa al Peñón de España, constituida en frontera exterior de la Unión. Sin la cobertura del Reino Unido, Gibraltar ha quedado en un estado de gran vulnerabilidad. El Gobierno español, en vez de aprovechar una coyuntura favorable para presionar a un municipio español de 30.000 habitantes, que se resiste a reintegrase en la nación a la que geográfica, histórica y políticamente pertenece, ha acudido raudo a salvaguardar los intereses del pueblo gibraltareño y a concederle “gratis et amore” un status privilegiado dentro del “espacio Schengen,” que no le corresponde, El Gobierno español aceptó además delegar en los agentes de Frontex la realización de los controles en territorio gibraltareño..
La entonces ministra Arancha González Laya calificó peyorativamente de “rutina reivindicativa” la ingente labor de la diplomacia española que consiguió que la ONU condenara a Gran Bretaña por el mantenimiento de un sistema colonial contrario a los principios de la Carta, la instara a negociar con España la descolonización de Gibraltar y a poner fin a su dominio colonial antes del 1º de octubre de 1969, y afirmara que cualquier tentativa destinada a destruir total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país sería contraria a tales principios. España no ha ganado protagonismo en Gibraltar, sino que sigue a remolque de los intereses de los gibraltareños. El Gobierno español no ha querido aprovechar la coyuntura de la debilidad de la posición internacional de Gran Bretaña tras el Brexit y ha dilapidado la oportunidad de potenciar su reivindicación de soberanía sobre el Peñón.
La Comisión Europea adoptó el 20 de julio de 2021 un mandato para la delegación negociadora, que era mucho más favorable a España que el documento hispano-británico, ya que preveía que los controles y las actividades de vigilancia de las fronteras exteriores de la UE serían realizados por España en el puerto y el aeropuerto de Gibraltar. “Los guardias de frontera españoles tendrán todas las competencias necesarias para llevar a cabo los controles y vigilancia de fronteras y cumplir con las obligaciones subsiguientes”.
Gran Bretaña reaccionó con vehemencia en contra del mandato., y el Secretario del Foreign Office, Dominic Raab, afirmó que entraba en conflicto con el acuerdo-hispano-británico alcanzado con España, socavaba la soberanía británica sobre Gibraltar,y no podía servir de base para la negociación. La principal objeción era que la propuesta no recogía el compromiso de que los agentes de Frontex realizaran los controles fronterizos. Éstos podrían ayudar, pero España era la responsable y la garante de la aplicación del régimen de Schengen en Gibraltar. Frontex carecía de legitimidad y de capacidad jurídica para asumir la aplicación del citado régimen.
José Manuel Albares ha afirmado, que iba a cumplir todo lo acordado. Espero que recapacite y rectifique, pues el acuerdo hispano-británico -amén de un disparate jurídico- es un error político considerable, y que el Gobierno español está dilapidando una magnífica oportunidad para conseguir su objetivo histórico de reintegrar Gibraltar a la soberanía de España. La UE le ha hecho el gran favor de defender frente al Reino Unido el criterio de que España era la única responsable del cumplimiento de las normas de Schengen en Gibraltar, y le ha permitido corregir su mal paso diplomático.
La primera sesión de las negociaciones fue de carácter técnico y el ambiente negociador no fue nada propicio por la actitud irresponsable de Boris Johnson con respecto a Irlanda del Norte, ya que ha violado normas elementales del Derecho Internacional al renegar del compromiso asumido por Gran Bretaña y pretendido modificar un tratado internacional mediante una ley interna. Las negociaciones están estancadas hasta que se resuelva el sainete de la sustitución de Johnson como primer ministro. Si la UE se mantiene firme, puede que sean Johnson y Picardo los que al final tengan que pedir árnica.
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