martes, 24 de mayo de 2022
Irrevelancia diplomática de España
IRRELEVANCIA DIPLOMÁTICA DE ESPAÑA
Decía Charles-Maurice de Talleyrand que los intereses de los Estados son permanentes y siempre deben ser tenidos en cuenta, no debiendo supeditarse a las convicciones o veleidades ideológicas de los gobernantes. Josep Piqué ha afirmado que la política exterior se debe basarse en consensos fundamentales por encima de la alternancia política y mostrar unidad de mensaje por parte del propio Gobierno, más allá de la necesidad de buscar acuerdo con el principal partido de la oposición y en el marco del Parlamento. Los intereses básicos de España fueron magistralmente sintetizados por Francisco Fernández Ordóñez en los siguientes términos: integración europea, proyección iberoamericana, vínculo atlántico y solidaridad mediterránea.
Estos objetivos de la política exterior española han sido defendidos de forma continuada por los Gobiernos de los distintos regímenes habidos en España, desde la monarquía absoluta borbónica a la monarquía parlamentaria actual, pasando por la II República y el franquismo, pero esta continuidad en la acción exterior de España como política de Estado se interrumpió con José Luis Rodríguez Zapatero, que dio un giro copernicano de 180º, al dejar de cubrir estos objetivos básicos en la forma acostumbrada. Se desentendió de Europa y España -que durante los Gobiernos anteriores, especialmente los de Felipe González- ejerció un destacado protagonismo psaó a una situación de marginación dentro de la Comunidad/Unión. En la vinculación atlántica Zapatero –que ya en su época de líder de la oposición dio muestras de su antiamericanismo con su de negativa a levantarse al paso de la bandera norteamericana y las estrellas- ya en el Gobierno lo primero que hizo fue sacar a las tropas españolas de Irak sin avisar a sus aliados de la OTAN, lo que provocó que las relaciones hispano-norteamericanas bajaran de nivel y el presidente del Gobierno no consiguiera pisar la Casa Blanca. En Iberoamérica, apoyó a los Gobiernos populistas bolivarianos y perdió peso y prestigio en la región. Y en el Magreb inició una política de acercamiento a Marruecos y de paralelo desentendimiento de la libre determinación del pueblo saharui y de apoyo a sus tesis autonomistas.
Con el Gobierno de Mariano Rajoy se mejoró algo la situación, pero, tras la formación del “Gobierno Fnankenstein”, Pedro Sánchez volvió a aplicar la fórmula zapaterista corregida y aumentada, pues –amén de incumplir los principios básicos de la política exterior española- introdujo nuevos objetivos preferentes que debían inspirar la acción del Estado en el exterior. Así, la ministra de Asuntos Exteriores de la época, Arancha González Laya, afirmó que la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y de las niñas serían la columna vertebral y la brújula que guiara nuestra actuación en las relaciones bilaterales en la ONU, en la Unión Europea y en todos los ámbitos de la política exterior. La diplomacia feminista representaba la necesaria coherencia entre la política nacional y la acción exterior española. No se trataba meramente de la opinión de una feminista “acharnée”, sino que su tesis se reflejó en el Plan de Estrategia Exterior para 2021-2024 , que señalaba que España lideraría iniciativas en defensa y promoción de la diversidad, en particular los derechos de los LGTBI y de todos los colectivos desfavorecidos o discriminado, y. sería un referente de política exterior feminista y de promoción de la diversidad, con vistas a incorporar el enfoque de género en todos los ámbitos de la política exterior. Si el Gobierno español fuera coherente con estos principios, tendría que romper relacione diplomáticas –o, al menos reducir el nivel de las mismas- con la mayoría de los países árabes y musulmanes, como Arabia Saudita o Irán.
El Ministerio de Asuntos Exteriores ha sido fiel a estas consignas y ha enviado instrucciones a los Consulados sobre las pautas de actuación con las personas transexuales o intersexuales para que se evitara hacerles preguntas no esenciales que pudieran molestarles, y se consignara en las fichas y registros su “nombre social” a fin de que no fueran llamados por su nombre registral en contra de su voluntad. Se ha adoptado asimismo un lenguaje inclusivo al suprimir la copulativa “y” entre “Don” y “Doña”, y extensivo, al incluir en los formularios referencias al “matrimonio de los padres o de las madres”. Estas decisiones que derogan algunas disposiciones de la Ley de 1958 del Registro Civil han sido adoptadas en Órdenes ministeriales, con flagrante violación de la jerarquía normativa.
A esta dificultad “ad intram” se ha sumado la provocada por las radicales divergencias de opinión entre el PSOE y Podemos, que comparten el menosprecio de la UE y el antiamericanismo -en el que da un paso más al criticar a la OTAN y propugnar el abandono de la Alianza-, y el apoyo a los regímenes bolivarianos. No concuerdan en la política magrebí, pues mientras aquéllos apoyan a Marruecos en el conflicto del Sáhara Occidental, éstos sostienen a los saharauis. Pero, aunque se produzcan enfrentamientos tremendos entre los socios del Gobierno, la sangre no llegará al río, porque los “podemitas” ladran pero no muerden”, ya que son conscientes de que hace frío fuera del poder y no se muestran dispuestos a perder sus sinecuras. Las coincidencias también se han proyectado “ad extram”, dado que Podemos ha impuesto su posición más radical a la acción exterior preconizada por los socialistas
1.-Integración en Europa
En el tema clave de Gibraltar, la Estrategia de Política Exterior se limita a señalar que, tras el Brexit, había que establecer nuevas relaciones con Gran Bretaña, y que era prioritario que se celebrara el Acuerdo entre La UE y el Reino Unido sobre el Peñón. España y Gran Bretaña llegaron a un pacto que sirviera de base al citado Acuerdo. El texto era un disparate, pues preveía conceder a Gibraltar una situación privilegiada en el “espacio Schenguen” a la que ni tiene derecho ni se merece, Ha llegado al extremo de aceptar que se encomiende a Frontex los controles en el puerto y en el aeropuerto de Gibraltar. La UE ha venido una vez más en ayuda de España, al exigir que –con independencia de que Frontex pudieran ayudar- los responsables de los controles deben ser los policías españoles. El Acuerdo ni se ha concluido aún.
En el diferendo sobre Gibraltar, España posee una sólida posición jurídica al haber instado la ONU a Gran Bretaña a negociar con España la descolonización de la colonia y negarse a reconocer el derecho a la libre determinación del pueblo gibraltareño, debiéndose respetar la integridad territorial de España. La posición política, sin embargo, ha sido débil sobre todo a raíz de que el Gobierno de ZP considerara a Gibraltar como una tercera parte autónoma del Reino Unido en las negociaciones bilaterales de éste con España y firmara con el “Gobierno” del Peñón una serie de acuerdos de cooperación regional similares a tratados internacionales La UE fue neutral mientras que ambos Estados formaron partes de la Unión, pero -desde que se produjo el Brexit- ha apoyado plenamente a España sobre la cuestión, lo que ha potenciado su posición política, pero el Gobierno –en vez de aprovechar la situación favorable de que goza para apretarle las tuercas a los gibraltareños- se ha mostrado dispuesto a hacerles una serie de concesiones “gratis et amore”.
En relación con la invasión de Ucrania por Rusia, se ha producido un enfrentamiento más entre el PSOE y Podemos, que se opuso el envío de armamento a Ucrania y propugnó una solución negociada del conflicto, sin condenar la agresión de Rusia. Sánchez aceptó al principio la posición negativa de su socio porque no se debía enviar armas a países en situación de conflicto armado –sin distinguir, por supuesto, entre agresor y agredido, en la mejor línea de la equidistancia irresponsable, pero cuando recibió un toque desde Bruselas, sufrió una conversión paulina, se convirtió en un gran defensor de la causa ucraniana y decidió enviar armas, no muy letales porque a éstas las carga el diablo. Aunque Podemos se opuso, contó con el apoyo de la vicepresidenta Díaz y de su “espacio” ectoplasmático. Sánchez querís seguir el ejemplo de sus pares occidentales, pero el presidente Velodimir Zeelenski no le hizo demasiado caso y España ha sido uno de los países occidentales de cierto peso a cuyo Parlamento tardó más en dirigir sus fervorines el presidente ucraniano, cuyos asesores de Historia no acertaron cuando le aconsejaron comparar la situación en Ucrania con el bombardeo de Guernica por la aviación nazi. A fin de no ser el último de los líderes europeos en visitar Kiev, viajó para hacerse la foto con Zelenski y chupar cámara con miras al mercado interno más que al internacional. Al mismo tiempo, de España salió un barco cargado de…munición y camiones. No creo que Vladimir Putin se haya preocupado en demasía por la contribución española al esfuerzo bélico ucraniano.
Respecto a la UE, Sánchez ha seguido la línea de ZP y no es demasuado popular en los medios de Bruselas por los reiterados incumplimientos de las directivas y recomendaciones de la Unión, pese a la presencia en la segunda posición del Gobierno de la eurócrata Nadia Calviño, que va perdiendo su fragancia bruselense. Sánchez se bandea bien en los foros europeos gracias a su buena percha y a un decente conocimiento del inglés y del francés, en contraste con el monolingüismo de sus antecesores. Para huir de los malos farios de España por culpa de la electricidad franquista –aunque no sólo por ella-, Sánchez marchó lanza en ristre a la conquista de Europa para defender la tesis del aislacionismo energético de la península ibérica, pero no ha recibido más apoyo que el de su vecino portugués y sólo a ratos. Obtuvo una victoria pírrica con el reconocimiento de la insularidad energética y se está a la espera de que la Comisión decida cuál sería el precio máximo, que no va a ser, desde luego, de €30 como ha propuesto España. A diferencia de la mayoría de los Estados miembros, Sánchez se ha negado a crear organismos técnicos neutrales para la distribución del maná del Fondo de Recuperación y ha asumido el total monopolio decisorio al respecto.
Se ha enfrentado con la Comisión por su intento de controlar el poder judicial y especialmente por la forma de elección de los miembros del CGPJ, en la que el Gobierno no acepta las demandas de la UE para que sean elegidos en su mayor parte –si no en su totalidad- por los propios jueces. El Gobierno recibió de mal talante la tarjeta amarilla que le mostró el Comisario de Justicia y ha modificado la Ley para impedir que el Consejo en funciones pudiera hacer nombramiento alguno, por lo que está dificultando considerablemente la labor de los tribunales, particularmente de las salas de lo Contencioso del Tribunal Supremo. No parece que se vaya a llegar a un acuerdo con el PP a corto plazo, porque lo máximo que acepta es estudiar la posibilidad de modificar el vigente sistema de elección una vez se haya constituido el nuevo CGPJ.
2.-Vínculo atlántico
Sánchez ha empeorado aún más las malas relaciones con Estados Unidos provocadas por ZP. Joe Biden ignora olímpicamente al presidente del Gobierno español, como se puso de manifiesto en la entrevista de alto nivel a la carrera en un pasillo. Sánchez no ha pisado la Casa Blanca, ni se espera que lo haga, por lo que ha tenido que delegar el mantenimiento con su principal aliado en el ámbito militar en el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. Sánchez ha sido ignorado en las diversas consultas telemáticas que ha hecho con los socios europeos en el tema de Ucrania y, en vez de estar en la “White House”, está en la “dog house”.
Con la OTAN, las relaciones también son manifiestamente mejorables. Su socio minoritario de Gobierno y su aliado preferente Bildu son contrarios a la Alianza –a la que critican con vehemencia- y son partidarios der salir de ella. Y no son sólo palabras, sino también hechos, pues el Secretario de Estado para la Agenda 2030, Enrique Santiago –secretario general del PCE, partidario de asaltar el palacete de la Zarzuela como hicieron los bolcheviques con el palacio de invierno de los zares en San Petersburgo- no ha tenido empacho en manifestarse contra la OTAN y la política marcada por el Gobierno del que forma parte. Con semejantes socios, no es de extrañar que la Alianza sea renuente a compartir información sensible con los servicios españoles de inteligencia, en cuya Comisión de control se sentaba otrora Pablo Iglesias y hoy la vicepresidenta, Yolanda Díaz, auto-declarada marxista y autora del prólogo a la última edición del “Manifiesto Comunista” de Marx y Engels.
El Gobierno ha arrastrado los pies a la hora de cumplir con el compromiso asumido en el seno de la OTAN de aumentar el presupuesto de defensa a un 2% del PIB. La invasión rusa de Ucrania ha provocado el milagro de que los miembros de la Alianza aplaudieran con las orejas la histórica –ya hasta ahora temida- decisión del Gobierno alemán de aumentar dicho presupuesto en el porcentaje acordado. España no ha escapado a la presión en las actuales circunstancias y el Gobierno se ha visto obligado a prometer que doblará el presupuesto de defensa en un futuro no muy cercano, con la oposición de los ministros de Podemos, a excepción de la vicepresidenta de las mil caras.
3.-Proyección iberoamericana
Es en este ámbito donde los ministros de Podemos han ejercido mayor influencia en la política exterior de España, dado que sus líderes están íntimamente conectados con los Gobiernos bolivarianos populistas de Iberoamérica, que han contribuido generosamente a su financiación. Por convicción o por táctica, Sánchez ha aceptado la presión de su socio minoritario y ha seguido una ambigua política de condescendencia con el populismo iberoamericano.
En el caso de Venezuela, el Gobierno –pero también la UE- ha seguido una política contradictoria y contraria al Derecho Internacional. Hasta 59 países han llegado a reconocer como legítimo el Gobierno de Juan Guaidó en el exilio interior venezolano, sin dejar de reconocer al presidente legalmente establecido, Nicolás Maduro. Es obvio que un Estado no puede reconocer a dos Gobiernos que pretendan ejercer su dominio sobre un mismo territorio, pero se ha recurrido a la política-ficción. El 2021, la UE rectificó su pifia al dejar de reconocer al Gobierno de Guaidó como representante, una vez desaparecida la Asamblea de la que procedía su legitimidad, aunque siga apoyando su liderazgo. Incluso cuando lo reconocía como jefe del Gobierno, Sánchez sólo prestó un tibio apoyo a Guaidó, como se puso de manifiesto con su fallida visita a Madrid y la farsa grotesca del no-viaje a nuestro país de la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez y sus circunstancias, que le costó el puesto al voluntarioso José Luis Ábalos, que actuó como cirineo de sus valijas. A la situación de confusión ha contribuido generosamente el ínclito ex-presidente ZP, que se ha constituido en mamporrero mayor de Maduro y protector internacional. El hijo de Chávez ha agradecido esta favorable predisposición insultando a España, a su Gobierno y a todos los españoles.
Con Cuba, el Gobierno español se ha abstenido de hacerle reproche alguno, pese al aumento de la represión y la constante violación de los derechos humanos, incluso cuando afectan a nacionales españoles. Se abstiene de considerarlo un régimen dictatorial y el Congreso del PSOE se negó a condenar la política represiva del régimen castrista. Ha sido menos condescendiente con las tropelías del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega y si vicepresidenta consorte, aunque sin alzar demasiado la voz.
En relación con la ocurrencia del presidente mejicano. Andrés López Obrador, de exigir a Felipe VI que pida perdón por los desmanes causados por los españoles durante la colonización, el Gobierno ha pasado como sobre ascuas por las descalificaciones e insultos de tan destacado líder indigenista –según comento sardónicamente José María Aznar, Andrés por parte de las aztecas, Manuel por los mayas, y López por una mezcla de los dos-, que busca exculpaciones foráneas para ocultar la lamentable situación del país. Lo malo es que el Papa Francisco se metió en camisa de once varas y accedió a pedir perdón a Méjico en nombre de los españoles.
La última incongruencia se ha producido durante la reciente toma de posesión del presidente chileno, Gabriel Boric, en la que el jefe de la delegación española, el rey Felipe VI, fue indebidamente escoltado por la vicepresidenta del Gobierno,Yolanda Díaz, y dos ministras de Podemos -Belarra y Montero- que tuvieron agendas paralelas al margen de la delegación oficial. El más alto representante del Ministerio de Asuntos Exteriores presente en la delegación fue el subdirector general de la zona y también formó parte de la misma el presidente del Senado, Ander Gil. Las autoridades chilenas prestaron más atención a la tríada de ministras “podemitas” –copartícipes de su espacio ideológico-que al rey de España, que se vio un tanto ninguneado.
Por la actitud conformista y no comprometida de su Gobierno, España está perdiendo peso y prestigio en su espacio natural de Iberoamérica, donde había logrado obtenendr –aparte de la herencia histórica, cultural e idiomática- una importante presencia política y económica, Pocos Estados confían ya en ella para ejercer su función conciliadora y componedora, y es lamentable que–a la hora mediar en los conflictos existentes entre los Estados de la región- se prescinda de España y haya que recurrir a
Noruega, a Canadá o –pronto- a China.
4.-Solodaridad mediterránea
Respecto al norte de África, el Plan de Estrategia Exterior se limita a decir que hay que reforzar las relaciones con Marruecos y con Argelia, e impulsar los esfuerzos de la ONU para encontrar una solución política al conflicto del Sáhara Occidental. Lo primero es un deseo piadoso, dada la situación de ruptura de relaciones diplomáticas entre los dos países, debido en gran medida al problema del Sáhara. El Gobierno, a su vez, se ha alejado de su compromiso de neutralidad en el tema al alinearse con la postura de Marruecos. De forma inopinada y por sí y ante sí –sin contar con su Gobierno, sus aliados, la oposición o las Cortes-, Sánchez afirmó en una carta confidencial a Mohamed VI que España consideraba que la iniciativa marroquí de autonomía al Sáhara Occidental era la base más seria, realista y creíble para la resolución de este diferendo. Como ha señalado Ana de Palacio, el pueblo español no puede enterarse de las decisiones del Gobierno a través del Palacio Real del país vecino.” Dicho esto, España no ha reconocido la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental y su viraje entra del marco de Naciones Unidas”. No estoy del todo de acuerdo con la ex-ministra porque, si bien no ha habido un reconocimiento explícito de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, sí se ha hecho de forma implícita. Sánchez repitió las palabras y los argumentos de Donald Trump, que precedieron al reconocimiento por parte de Estados Unidos de la marroquinidad del territorio.
La Comisión Europea no ha ido tan lejos, ya que se limitó a dar la bienvenida a cualquier evolución positiva entre los Estados miembros y Marruecos, y reiteró su apoyo al secretario general de la ONU para sacar adelante el proceso político con una solución política justa, realista, pragmática, duradera y mutuamente aceptable para la cuestión. Según Javier Sánchez, la decisión de reconocer las pretensiones marroquíes de ocupación de antiguo Sáhara español.- apartándose de la necesaria celebración de un referéndum de autodeterminación exigido reiteradamente por las diversas resoluciones de la ONU- obviaba de manera significativa las normas del derecho internacional.
Sánchez se ha apartado asimismo del último programa electoral del PSOE, en el que se afirmaba que había que promover la solución del conflicto Sáhara Occidental a través del cumplimiento de las resoluciones de la ONU que garantizaran el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, alcanzar una solución del conflicto que fuera justa, definitiva, mutuamente aceptable y respetuosa con el principio de libre determinación, fomentar la supervisión de los derechos humanos en la región, y favorecer el diálogo entre Marruecos y el Frente Polisario, con la participación de Marruecos y Argelia.
Cabe preguntarse qué ha ganado España con esta importante concesión de Sánchez a Marruecos y sí ha habido alguna contrapartida. El comunicado conjunto no puede ser más etéreo e inconcreto:” Se ha acordado en particular poner en marcha acciones concretas en el marco de una hoja de ruta que abarque todos los ámbitos de la asociación y que integre todas las cuestiones de interés común“. Salvo regreso a Madrid de la embajadora Karima Benyaich –que debería haber sido declarado “persona non grata” por su intromisión en los asuntos domésticos de España- y la promesa de reabrir la frontera con Ceuta y Melilla y de restablecer las relaciones marítimas entre los dos países –unilateralmente cortadas por Marruecos-, no parece que éste se disponga a renunciar a la reivindicación de su soberanía sobre dichas ciudades, único motivo que podría justificar el cambio radical en la tradicional posición de España sobre el Sáhara.
Como ha observado Jorge Otero, con su apoyo incondicional al plan de autonomía marroquí, España se ha tapado la cabeza parta dejar descubiertos los pies, ya que, si bien se ha producido un acercamiento a Marruecos del todo insuficiente, ha provocado las iras del Frente Polisario y de Argelia. Aquél ha afirmado que las medidas adoptadas por el Gobierno de Sánchez no concordaban con sus compromisos internacionales, ya que el Estado español tenía responsabilidades con el pueblo saharaui y ante la ONU en su calidad de potencia administradora del Sáhara Occidental, por lo que ha suspendido las relaciones con la antigua metrópoli. Ésta, ha retirado su embajador en Madrid y anunciado un aumento de los precios del gas suministrado a España, mientras los mantendría sin cambios a los demás importadores. Amar Belani –responsable de la las exportaciones de gas- ha elogiado a Italia para criticar a España, al declarar que era un país amigo que mantenía un constante apego a posiciones de principio sobre cuestiones regionales, a diferencia de lo que sucedía con otros socios “más experimentados en duplicidades y cálculos estrechos y egoístas”. El presidente argelino, Abdelmajid Tebboune, ha acusado a Sánchez de “haberlo roto todo” con su bandazo en el Sáhara Occidental, “de modo ética e históricamente inadmisible”.
Según Francisco Pascual, Sánchez ha acabado por entregar a los saharauis en almoneda. Su política exterior responde a impulsos personales, por los que “adopta
decisiones históricas un día, las contrarias el otro y, al de más allá, ya veremos”. Y
todo ello con el apoyo de sólo el 34% del Congreso. Resulta increíble el endiosamiento de Sánchez, quien –como Luis XIV- cree que el Estado es él, y toma sin consultar con nadie medidas trascendentales que no hacen más que aumentar la irrelevancia diplomática de la España actual en el mundo. No deja de tener razón Núñez Feijóo cuando afirmó que “ningún Gobierno español –ni siquiera el de Rodríguez Zapatero- ha hecho una política exterior con tanta frivolidad, soberbia e improvisación”.
Sevilla, 25 de abril de 2022
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