COMPÁS DE ESPERA ANTE UNAS IMPREDECIBLES ELECCIONES
AUTONÓMICAS EN CATALUÑA
Hoy 5 de
Diciembre es un día de especial relevancia pues se abrirá la campaña electoral
para las elecciones autonómicas catalanas del 21-D, que van ser decisivas para
el futuro de Cataluña y de España.. Las dos últimas semanas han sido intensas y
agitadas, y hasta 17 partidos velan sus armas para entrar en la lidia lectoral,
auque sólo 7 de ellos tengan fundadas esperanzas de acceder al Parlament. El Gobierno central aplica
con sordina el artículo 155 de la Constitución, interviniendo lo menos posible y
procurando no molestar a nadie, con la honrosa excepción de Iñigo Méndez de
Vigo, que ha tomado las medidas necesarias para que se cumpla la sentencia de
un Juzgado de Huesca que ha ordenado la devolución de las obras de arte del
Monasterio de Sijena expuestas en el Museo de Lérida –“¡Chapeau1”, Ministro-. En paralelo, la Justicia ha seguido su
curso implacable contra los golpistas catalanes de forma lenta pero segura.
Mientras Junqueras, siete ex –Consejeros
de la Generalitat y los Presidentes de la Asociación Nacional
Catalana (ANC) –Jordi Sánchez-y de Omnium Cultural –Jordi Cuixart- continuaban
en prisión, la antigua Presidenta del Parlament,
Carme Forcadell, y los miembros de su Mesa quedaron en libertad bajo fianza. El
Juez Instructor del Tribunal Supremo (TS),
Pablo Llarena, ha respondido a la petición de concesión de libertad
condicional presentada por Oriol Junqueras y varios ex-Consejeros encarcelados
en Madrid. con una fórmula intermedia. El ex-President Carles Puigdemont y otros cuatro antiguos Consejeros
disfrutan en Bélgica de su condición de prófugos de la Justicia española,
mientras la belga examina con calma la petición de su extradición presentada
por la Audiencia Nacional
a través de una “euroorden” y los ha hecho comparecer por segunda vez, aunque no tendrá que
tomar una decisión dado que el TS ha retirado la euroorden lanzada por la Audiencia Nacional.
Asunción de todas las
causas por el Tribunal Supremo
El primer
punto a decidir por la Justicia
era el de la asunción por el TS –que lleva la causa por rebelión y otros
delitos contra varias personas aforadas- de la causa que estaba siendo
instruida por la Audiencia Nacional
contra los ex-Consejeros no aforados y los “Jordis”,
que había sido solicitada por los propios investigados. La Fiscalía de la Audiencia se mostró
contraria a la acumulación porque resultaba prematuro ya que la situación de
algunos de ellos podría cambiar tras las elecciones, no existía nigua norma que
previera que el Tribual debiera acumular las causas contra no aforados cuando
fueran acusados junto con aforados, las causas gozaban de sustantividad y
características propias y –auque estuvieran entrelazadas- eran susceptibles de
análisis por separado, las conductas de cada uno de los encausados eran
distintas y no presentaban una conexión material inescindible, la acumulación
supondría la creación de una macro-causa innecesaria que llevaría largo tiempo
en adjudicar, y se abría la vía a un posible recurso ante el Tribunal Europeo
de Derechos Humanos (TEDH) por privar a los no aforados de una instancia de
apelación.
La Juez Instructora
de la Audiencia Nacional,
Carmen Lamela, informó a favor de la fusión de las dos causas y de su asunción
por el TS, porque la actuación de los investigados no se podía examinar de
forma aislada y desvinculada de la organización de la que ellos habían formado
parte para culminar un propósito común. La Magistrada dejó en su
dictamen una bomba con espoleta retardada al afirmar categóricamente que la
organización delictiva constaba de tres partes: legislativa –el Parlament presidido por Forcadell-,
ejecutiva –la Generalitat presidida
por Puigdemont- y la civil –constituida por ANC y Omnium-, y señalar que los líderes independentistas habían actuado
como “una organización criminal unida para
lograr la secesión de la Comunidad Autónoma
de Cataluña como República independiente, a espaldas de la Constitución y de las
leyes”. En cuanto a los Mossos d’Esquadra,
destacó que “su capacidad investigadora e intimidatorio al servicio de la
organización y de los fines independentistas era imprescindible para proteger
las acciones dirigidas a la celebración del referéndum “.
El Magistrado Llarena rechazó los
alegatos de la Fiscalía,
concordó con el dictamen de Lamela y decidió la fusión de las dos causas y su asunción
por el TS, por razones de coherencia interna y de unidad de la investigación en
un supuesto de rebelión, en el que presuntamente habían participado todos los
investigados. En cuanto a la objeción de más peso relativa a un posible recurso
al TEDH –que ya anuló con anterioridad la sentencia de un Tribunal belga por la
privación de una instancia de apelación a unos acusados no aforados- la
descartó con el argumento de que, siendo los encausados no aforados los que
había solicitado la fusión, era improbable que presentaran un recurso. Es mucho
suponer, porque –dada la facilidad con que los acusados acuden a la mentira y
al perjurio- no sería de extrañar que recurrieran la sentencia si sus intereses
así lo aconsejara. La fusión era lo lógico, pero el Instructor se ha quedado
corto en su aplicación, pues –si rige el principio de investigación unificada
de todos los imputados- deberían haber incorporado asimismo al sumario las causas
seguidas por la Audiencia Nacional
contra el antiguo Jefe de los Mossos,
Josep Lluis Trapero, y de un Juzgado de Barcelona contra el número dos de Junqueras
en la Vicepresidencia,
Josep María Juvé, “eminencia gris” que planificó el referéndum del 1-O y todo
el proceso que llevó a la Declaración
Unilateral de Independencia (DUI).
Decisión del Tribunal
Supremo sobre los encarcelados por la Audiencia Nacional
El segundo punto a dilucidar era
el de la solicitud de Junqueras y demás compañeros mártires de acogerse a la “vía
Forcadell” y obtener la libertad bajo fianza, a fin de poder participar en la
campaña electoral. A estos efectos se produjo un cambio de táctica entre los
detenidos del PDdeCAT y los de ERC. Ambos volvieron a declarar ante el
Instructor y afirmaron que acataban la aplicación del artículo 155 y que actuarían
dentro del el marco constitucional, por lo que no había cesado el riesgo de
reiteración delictiva, pero -a diferencia de los primeros- los segundos no
contestaron a las preguntas del Fiscal. Junqueras tuvo que hacer encaje de
bolillos para no ofrecer un flanco a las críticas de claudicación hechas por su “hermano separado“ Puigdemont,
su gran rival en el campo del separatismo. Junqueras reconoció que la DUI sólo había surtido efectos
estrictamente políticos y no jurídicos, y –a diferencia de Puigdemot que sigue
considerándose el Presidente legítimo de Cataluña- alegó que no desempeñaba ya ningún
cargo y que había cesado en el uso de sus funciones “sin aspavientos ni llamadas a la desobediencia”.
Estos argumentos no convencieron
a la Fiscal del
TS,Consuelo Madrigal, que se pronunció
en contra de la concesión de la libertad bajo fianza, porque los acusados no se
habían comprometido a nada , ni habían garantizado que su actuación futura fuera
distinta a la que les había llevado a prisión. No se habían producido cambios en
sus conductas, ni se percibían atisbos de sometimiento a la legalidad, por lo
que existía la posibilidad de reiteración delictiva y de destrucción de
pruebas. También había riesgo de fuga de
los investigados, con el fin de eludir las elevadas penas que podrían recibir
por los graves delitos de los que eran acusados, ya que disponían de
suficientes medios económicos y existía además el precedente de la huida de
Puigdemont y de otros cuatro ex-Consejeros a Bélgica.
El Magistrado Llarena tenía que
decidir y me temía que siguiera la misma línea excesivamente benigna aplicada a
Forcadell, pese a sospechar que sus declaraciones podían ser mendaces, pero no
lo tenía fácil porque las situaciones de unos y otros no eran del todo
equivalentes. Los delitos por los que estaban imputados –rebelión en especial-
eran más graves que los presuntamente cometidos por la Mesa del Parlament. Junqueras había alegado que ningún acto dirigido a la DUI había sido violento, pues él era creyente y la violencia
iba contra sus convicciones. Sin embargo, Llarena, en su auto sobre Forcadell,
había afirmado que un alzamiento podía ser considerado como violento cuado se
orientara de modo inequívoco “a intimidar
a los poderes legalmente constituidos, bien mediante el ejercicio activo de una
fuerza incluso incruenta, bien mediante la exteriorización pública y patente
de estar dispuestos a su utilización por existir una determinación a alcanzar
a todo trance los fines que contempla”,
sin que fuera necesario que “incorpore
hechos lesivos o dañosos contra personas o bienes”.
Según han señalado Fernando Pérez
y Reyes Rincón en “El País”, el TS se
mostraba partidario de que la campaña
electoral se abriera sin líderes políticos separatistas en la cárcel. Si esto
fuera cierto, habría supuesto un grave atentado a la independencia judicial.
Los jueces no deben manchar sus togas con el polvo del camino, ni condicionar
sus decisiones a circunstancias ajenas a la justicia como la realización de
procesos electorales. Todos los partidos políticos -salvo Ciudadanos y el PP-
han pedido insistentemente la liberación de los “presos políticos” para que pudieran
participar libremente en la campaña electoral. Llarena ha tirado por la calle
de en medio y adoptado una solución salomónica. No ha detectado riesgos de fuga
ni de destrucción de pruebas, pero sí peligro de reiteración delictiva por
parte de algunos de los encausados, “cuyas
actividades están directamente vinculadas a una explosión violenta que, de
reiterarse, no deja margen de corrección o de satisfacción a quienes se vean
alcanzados por ella”. Su libertad pondría en riesgo el derecho de
los catalanes “a poder desarrollar su
actividad cotidiana en un contexto despojado de cualquier riesgo previsible de
soportar comportamientos que lesionen de manera irreparable, no sólo su
convivencia social o familiar, así como el libre desarrollo económico y
laboral, sino también la propia identidad física”. De ahí que haya seguido
un doble criterio: mantener en prisión cautelar a estos responsables -Junqueras, Forn y los Jordis- y conceder a los otros seis ex
–Consejeros libertad bajo fianza de €100.000, suma que ha sido inmediatamente
abonada por la ANC
y permitido su excarcelación.
El Instructor podría reconsiderar
su decisión si se constatara que la posibilidad de nuevos ataques había
desparecido o que “paulatinamente se vaya
confirmando que el cambio de voluntad es verdadero y real”. El auto de
Llarena ha sido muy criticado por los nacionalistas, así como por otros que no
lo son. Es enrevesado, farragoso y a ratos confuso, pero está solidamente
fundamentado desde el punto de vista jurídico, sin que el Magistrado se haya
dejado influir por la intensa presión política y mediática. Como ha comentado
irónicamente Tsevan Rabtan, “ha actuado
como si estuviera en un Tribunal y no en una tertulia televisiva”.
Actitud de los
Tribunales belgas
La actuación de los Tribunales
belgas en relación con la petición de la Audiencia Nacional
de extradición de Puigdemont y otros cuatro prófugos españoles es
manifiestamente mejorable. Tras la recepción de la euroorden española, el
Fiscal del Rey, Jean-Marc Meilleur, manifestó que, dada la calidad de los
imputados, daría importancia particular a la cuestión de “saber si la extradición no podría constituir una infracción de sus
derechos fundamentales”. Puso en duda el respeto de los derechos humanos en
España y envió al Gobierno español una treintena de preguntas en las que
solicitaba información sobre las condiciones de detención, las garantías de un
juicio justo y las condiciones de las cárceles -espacio vital disponible,
calidad de la comida, de la higiene y de los servicios médicos, y “posible exposición a episodios de violencia”-,
pasando por alto que el Consejo de Europa había criticado al
Gobierno belga por la pésimas condición en que se encuentran sus
cárceles. Sólo le faltó preguntar por la “suite” del Hotel Ritz en la que estaba
previsto albergar a tan distinguidos delincuentes.
El Ministro portavoz, Iñigo
Méndez de Vigo comentó que la solicitud belga debía enmarcarse en la relación normal
que existía entre los órganos judiciales de los países miembros de la
UE. Pues no, Ministro. Semejante petición
era anómala, extemporánea y humillante para un Estado miembro de la Unión, que respeta
escrupulosamente los derechos humanos, al poner en tela de juicio su cumplimiento
por parte de las autoridades españolas. Suponía además un cuestionamiento de la
propia institución de la euroorden, basada en la confianza entre los socios
comunitarios. Claro que llovía sobre mojado, pues-ya en anteriores ocasiones-
Tribunales belgas habían negado conceder la extradición de etarras terroristas,
so pretexto de que no recibirían en España un juicio justo. El Juez belga
competente se ha tomado con calma el examen de la petición de extradición, ha
dado amplios plazos a los interesados para que presenten sus alegaciones, les
ha concedido la libertad sin fianza y les ha impuesto como únicas obligaciones
estar localizables y no abandonar el
país sin su consentimiento. El Juez ha vuelto a tomar hoy declaración a los
prófugos y comunicado que el próximo día 14 daría a conocer su decisión sobre
si aceptaba o denegaba la extradición. Cualquiera que sea ésta, será recurrida
por la Defensa
o por la Fiscalía
ante dos instancias superiores disponibles, amén del TEDH, por lo que sería
imposible que el caso quedara resuelto antes del 21-D, salvo que los encausados
aceptaran regresar a España.
La situación ha cambiado, sin
embargo, de forma radical tras la inesperada y hábil maniobra del Magistrado Llarena de retirar la
eurooeden, con lo que ha quitado a Puigdemont la escalera que justificaba su
exilio en Bruselas y lo ha dejado colgado de la brocha. El motivo de esta
decisión ha sido evitar que el antiguo Presidente y sus Consejeros puedan
eludir ser enjuiciados por rebelión. La justicia belga –cuya disposición a
colaborar con la española ha sido puesta en entredicho en más de ua ocasión-
podría conceder la extradición, pero excluir del enjuiciamiento los delitos de
rebelión y de sedición, que no está suficientemente tipificados en el Código
Penal belga. En tal caso, el TS no podría juzgar a ninguno de los encausados
por rebelión ya que se trata de un delito cometido por una pluralidad de
personas y todas ellas deberían ser juzgadoa por los mismos cargos. Si el juez
belga concediera la extradición pero excluyera del enjuiciamiento los delitos
de rebelión y sedición, el TS –que debería acatar y respetar el veredicto
belga- no podría juzgar por estos delitos
ni a Puigdemont ni a ninguno de sus ex-Consejeros, que sólo podrían ser
condenados por delitos menores como la desobediencia o la malversación. Ha sido
una jugada magistral y nunca mejor
empleado el término. Puigdemont “et ali”
han perdido el motivo que alegaban de dependencia de los tribunales belgas que
justificaba su condición de refugiados políticos y tendrán que optar por
regresar a España para afrontar ante el TS los cargos por los que ha sido
acusados o emular al holandés errante y errar por los mares del mundo en estado
de fuga permanente.
Insólita conducta de
Puigdemont
En su “Carta al separatismo”, Fernando Savater ha comentado que muchos
nacionalistas veían la independencia como los cristianos el cielo: un lugar de
perfección y delicias al que no tenían prisa en llegar. Sin embargo, esta
percepción cambió bruscamente a partir de la fuga hacia ninguna parte de Artur
Mas, que culminó Puigdemont con la DUI. Como
ha señalado Berta González Harbour, la aceleración súbita para llegar al
paraíso que ha vivido Cataluña ha sorprendido a casi todos. Finiquitados el Govern y el Parlament, y sus acciones ilegítimas, “a falta de cielo, acaso les quede el limbo”. Y es precisamente en
el limbo donde se ha instalado Puigdemont, tras huir cobardemente a Bélgica y
dejar en la estacada a sus compañeros de aventura separatista. Ha justificado
hipócritamente su espantada alegando que era la única forma de preservar la
legitimidad de la Generalitat y la continuidad de la República Catalana
a través de su Presidente.
Otro de sus objetivos principales
era congraciarse con la UE
y conseguir su apoyo o, cuando menos, su neutralidad, pero ha fracasado de forma
rotundal. Según Carlos Yarnoz, la
Unión ha cerrado filas en torno al Gobierno español y
Puigdemont sólo ha logrado los indignos parabienes de xenófobos y neofascistas.
De ahí la indignación del “Gran Caganer”,que
–despechado y humillado- lanzó su excrecencia contra la Organización y sus
dirigentes, al declarar que Cataluña tendría que tomar su propia decisión sobre
su continuidad en la UE,
un “club de países decadentes” ligado
a intereses cada vez más discutibles, y en la que mandan unos pocos. El pueblo
catalán deberá “decidir si quiere
pertenecer a esta UE y en qué condiciones”. Ha sido la reacción de la zorra
de Esopo, que -al ver que no podía
alcanzar las uvas- justificó su fracaso diciendo: “Están verdes”. Y metidos en fábulas, cabe mencionar otro cuento del
humorista y moralista griego, en que el animal le decía al busto:”¡Que cabeza tan bella, pero sin seso!”. A
su ADN de voluntarismo, victimismo, xenofobia, manipulación, mentira, populismo
y demagogia, el separatismo catalán ha añadido una nueva seña de identidad: el
masoquismo.
Pese a que
había afirmado que carecía de ambiciones políticas y no se presentaría a las
elecciones autonómicas, Puigdemont ha consentido en inmolarse para salvar a la República y
condescendido a comparecer ante el electorado, si bien en sus propios términos.
Ha creado Junts per Catalunya (JxC”) -una agrupación política a su imagen y
semejanza-, orillado a su propio
partido y presentado una lista compuesta por los ex-Consejeros encarcelados o
prófugos y por independentistas no adscritos al partido -como Jordi Sánchez- y
excluyendo de ella a algunos de sus pesos pesados, como la Secretaria General
Marta Pascal o David Bonvehí. No ha tenido el menor escrúpulo en dinamitar la
tentativa de la
Secretaria General de hacer volver al partido al sentido
común y a la centralidad, a fin de recuperar los simpatizantes desconcertados por
la deriva radical impuesta por el antiguo President.
Como ha observado Javier Redondo, Puigdemont se ha convertido en un “candidato sin partido, dispuesto a la última
voladura del sigiloso, acoquinado y gallináceo catalanismo burgués. Militante
de sí mismo, se suma a la escuela del berlusconismo
y del trumpismo”. Presentó
virtualmente su candidatura desde Bruselas a través de una pantalla gigante
instalada en la plaza “1 de Octubre” de su pueblo natal Sant Juliá de Ramís.
Desde el
confort de su exilio bruselense y amparado por sus cuates nacionalistas
flamencos y la connivencia de los medios públicos catalanes de comunicación –¡a
pesar de la aplicación del artículo 155!-, ha mantenido intacto su perfil más
radical y –en contraste con Junqueras, que ha tenido que renegar de la DUI antes de que cantara el
gallo para tratar de salir de la cárcel- pretende convertir los comicios en la
segunda vuelta del referéndum del 1-O y en un plebiscito contra la legalidad
vigente. Su objetivo es restaurar las instituciones catalanas siguiendo el
mandato democrático del citado referéndum. Puigdemont se está promocionando
como víctima con un mensaje fantasioso pero eficaz y, contra todo pronóstico,
ha subido cinco puntos en las encuestas a expensas de ERC y de la CUP. La huida a
Egipto/Bruselas parece dar más réditos que la cárcel y el mártir de la causa no
es Junqueras sino Puigdemont. Según Iñaki Gil, cuando aquél –que aún conserva
una holgada ventaja en los sondeos dentro del campo independentista- salga de la
cárcel, va a tener que pelear por el relato con Puigdemont, que ahora le está robando protagonismo, discurso y
votos.
Reconociendo
implícitamente el fracaso de la
DUI -auque sin “cantar
la gallina”- PDdeCAT y ERC decidieron cambiar de táctica y abandonar la unilateralidad,
y plasmaron en un documento su aspiración de lograr “una negociación bilateral con el Estado y la UE a partir de la cual -sin
ninguna renuncia previa por parte de los partidos ni del Govern-, se haga
posible el acceso de Cataluña a la independencia y a la efectiva y pacífica
articulación democrática de la República
Catalana”. Sin embargo, el abandono de la unilateralidad
y la búsqueda de la bilateralidad han descompuesto al bloque independentista. JxC-
que es PDdeCAT, pero no acaba de serlo al convertirse en la plataforma personal
de Puigdemont- sigue manteniendo su
querencia a la unilateralidad y –en una campaña personalizada en el ex-President
y caracterizada por el presidencialismo y el oportunismo- da una de cal y otra
de arena. Los dos partidos no han logrado acordar un programa común, aunque
estén de acuerdo en el abandono de la aplicación del artículo 155, la
liberación de los presos políticos, la justificación de los resultados del 1-O y la ampliación de
la base soberanista para hacer posible un proceso constituyente.
Pero, además del conflicto entre
ERC y JxC , hay otro entre éste y PDdeCAT.
Harta de que Puigdemont hiciera la guerra por su cuenta y no
prestara el menor caso a los dirigentes de su
partido, Marta Pascal ha afirmado que será la dirección de éste la que
tome las grandes decisiones de estrategia y, en particular, sobre pactos
después de los comicios, a lo que Elsa Artadi ha replicado que será Puiigdemont
quien “lidere las decisiones tras el 21-D”.
El “Gran Líder” le ha tomado gusto al poder y pretende renovar su presidencia de
la Generalitat,
aún cuando ERC supere a JxC e votos.
ERC en la encrucijada
ERC se sabe
favorita para ganar las elecciones autonómicas del 21-D, pero no está
satisfecha de cómo se están desarrollando últimamente los acontecimientos.
Junqueras creía que su estancia en prisión le acarrearía ventajas por mor del
victimismo y del martirologio nacionalista, pero ha comprobado con desconcierto
que su competidor por la hegemonía en el campo del independentismo le está
ganando terreno a marchas forzadas. De ahí su repentina urgencia por salir del
trullo, no sólo para plantar cara a Puigdemont, sino también para controlar a la Secretaria General
de su partido y “delfina”, Marta Rovira, por lo que se muestra dispuesto a
cantar la gallina y hasta el gallo de San Pedro. Viendo que desde la cárcel no
podía participar activamente ni en la precampaña ni en la campaña electoral,
decidió dar hilo a la cometa de Rovira y la propuso como candidata a la presidencia,
porque ya iba “siendo hora de que una
mujer esté al frente del país, pero la cometa vuela a su aire y no hace
excesivo caso al hilo conductor que pretende manejar Junqueras en las
bambalinas.
Rovira es
una independentista confesa y carece de la mano izquierda de su jefe para dar
una imagen más tranquilizadora y aceptable para la mayoría de los ciudadanos,
sean nacionalistas o no. Como ha revelado la investigación policial, fue –junto
con Jové- la principal responsable de organizar la logística del referéndum del
1-O, por lo que debería haber sido imputada -al menos por sedición- como sus
colegas separatistas. Ha declarado sin ambages a Catalunya Radio -¿acaso no se está aplicando realmente el artículo
155?-que su partido no tenía que pedir permiso a nadie para implementar la República, aunque no
conviniera poner plazos para caminar hacia la independencia. Rovira ha hecho
unas declaraciones tremendistas, falsas y sectarias, al afirmar que el Gobierno
les había amenazado con que habría muertos en las calles si el Govern seguía adelante con el ”procés” hacia la DUI.
“Directamente nos decían que habría
sangre y que teníamos que parar porque
esta vez no dudarían, esta vez no serían pelotas de goma sino que la cosa sería
claramente contundente” y, por eso, no
fueron más allá a fin de evitar represalias sobre la población.
ERC sigue
preconizando en su programa la secesión de Cataluña y ha incluido en él su compromiso de reiniciar el
camino para acceder a la independencia si gana las elecciones, pero –tras el
fiasco de la DUI-
Junqueras es consciente de que no cuenta con suficiente base
social para ello, por lo que -en la carta que dirigió el 15 de Noviembre a la
militancia desde la cárcel de Estremera- expresó la necesidad de “sumar nuevas complicidades, nuevos aliados
no necesariamente independentistas”. Es obvio que estaba tirándole los
tejos a Catalunya en Comú/Podem (CeC/P),
que se deja querer. Es partidario de un tripartito de izquierdas con el PSC y
los comunes, pero -dado que la alianza con los socialistas parece poco viable
por el momento- se conformaría con que la tercera parte del trío la formara el
PDdeCAT, aunque sin su mesiánico líder. Tras la ruptura de la coalición entre
comuneros y socialistas en el Ayuntamiento de Barcelona, ERC ofreció “desinteresadamente”
sus votos a Ada Colau para la aprobación de los presupuestos municipales.
Junqueras no
ha tenido más remedio que reconocer, aunque con la boca pequeña, que Puigdemont
sigue siendo el Presidente legítimo de la
Generalitat, pero le ha dolido su jugarreta de dejarlo
tirado a los pies de los caballos judiciales, mientras él ponía los suyos en
polvorosa. Consciente del descrédito y caída en barrena del PDdeCAT, se negó a
formar una lista única como en las elecciones anteriores y no hizo esfuerzo alguno
para la adopción de un programa común. Ahora está sorprendido de la remontada
de JxC bajo el
impulso de su mediático líder. Formó una lista de personas de su confianza,
entre los que figuraban la arrepentida “ma
non troppo” Forcadell y los antiguos
consejeros encarcelados o exiliados, y presentó a Rovira como candidata a la
presidencia de la Generalitat, de lo que es probable que ahora se
esté arrepintiendo.
Volatilidad y
oportunismo del PSC
El
Secretario General del PSC, Miquel Iceta, está siendo -junto con Puigdemont- el
personaje más destacado de la precampaña. Como su jefe, Pedró Sánchez, parece
decidido a acceder a cualquier precio a la presidencia de la Generalitat,
aunque el PSC no sea ni por asomo el partido más votado en las elecciones, que
previsiblemente configurarán un Parlament
muy fragmentado. Se ha presentado con habilidad y maquiavelismo como la
bisagra requerida, el único político que podría forjar una mayoría por su
transversalidad y por ser el candidato que menos rechazo suscita entre los
diferentes partidos. Así, se ha ofrecido a ser “el Capitán de la política catalana”, prometido aparcar diferencias
ideológicas y “ser el Presidente de toda la ciudadanía”. Con este objetivo en
mente, se ha prodigado a diestra y a siniestra para tratar de pescar votos en
todos los caladeros. A estos efectos, no ha dudado en proponer medidas
populistas y escasamente viables como la creación de una Hacienda catalana
–resucitando en parte el malogrado Estatuto de 2006-, la quita de la mayor parte
de la ingente deuda de Cataluña y, sobre todo, una versión edulcorada del Pacto
Fiscal, que se incluiría en una reforma de la Constitución de
carácter federal asimétrico, similar al que disfrutan el País Vasco y Navarra,
auque camuflado para no alarmar a la buena gente con la vitola de régimen
fiscal a la alemana. “El Mundo” ha
calificados estas propuestas, no sin razón, de “dislate”.
No deja de ser paradójico que
Iceta coja el relevo de Artur Mas tras la negativa de Mariano Rajoy al Pacto
Fiscal por él solicitado, lo que le llevó a la progresiva radicalización de su
partido –hasta entonces no independentista- y finalmente a la DUI, adoptada bajo los
auspicios del dúo dinámico Puigdemont-Forcadell. Para este viaje no
necesitábamos alforjas. “À la recherche
de l’électorat perdu”, Iceta ha incluido en la lista del PSC a miembros de Units para Avançar –restos del naufragio
de la UDC-,
como Ramón Espalader, Consejero de Interior y responsable de la logística del
seudo-referéndum del 9-N y al que sólo la condescendencia del Gobierno central
impidió que hoy esté entre rejas o, por lo menos, inhabilitado como Mas y Cia.
En sus oscilaciones oportunistas,
Iceta se ha comprometido a no hacer Presidente con el voto del PSC a un independentista
o a un político de derechas, aunque luego haya matizado que ello no suponía un
veto a la candidata de Ciudadanos Inés Arrimadas. Su corazoncito está, si embargo, en una
alianza de las formaciones de izquierda, ya que –no en vano- fue mamporrero y
fontanero de los nefastos Gobiernos Tripartitos de Pascual Maragall y de José
Montilla. Pese a su aparente bonhomía y espíritu danzarín, Iceta no es trigo limpio. ”La cabra siempre
tira al monte”, por lo que no sería de extrañar que –pese a sus compromisos-
Iceta acabara por aliarse con los nacionalistas de distinto cuño, con el
respaldo del sector catalanista de su partida. Como ha señalado Santiago
González, el PSC no puede ser considerado estrictamente como un partido
constitucionalista, ya que mantiene
vasos comunicantes con los nacionalistas y que, en amplios sectores del partido, prevalece el deseo de instaurar en
Cataluña la “sociovergencia”. Para dar muestra de su espíritu conciliador, Iceta
ha pedido al TS que libere a los candidatos encarcelados para que puedan
participar en la campaña electoral y que imponga a los políticos encarcelados
medidas cautelares que no impliquen prisión mientras no se celebre su juicio.
Aunque haya abandonado por el momento sus devaneos con el “derecho a decidir” y su apoyo a un referéndum pactado con el
Gobierno central, ha insistido en que el Estado debe reconocer la “identidad nacional de Cataluña” y en que
es preciso que España asuma que es un “Estado
plurinacional” para facilitar la reconciliación .
Con sus iniciativas, Iceta ha conseguido dar
voz propia al PSC y “madrugar” al PSOE -que deberá hacer seguidismo de lo que su
filial catalana decida-, dado contenido a la propuesta federalista del
socialismo en materia de financiación y presentado unas propuestas
aparentemente positivas en contraste con la actitud negativa y a la defensiva
de los otros dos partidos constitucionalistas. El líder del PSC ha asumido el
compromiso de un triple NO, que presenta contradicciones difícilmente
conciliables: No a la investidura de un separatista como Presidente, al apoyo a
Ciudadanos y a la repetición de las elecciones. Puede que estas incoherencias
obedezcan a que ya ha encontrado la solución al problema: ”Iceta for President!”.
Debilidad del PP e
ímpetu de Ciudadanos
El PP
catalán padece las secuelas de su inmolación por José María Aznar, que entregó
la cabeza de Alejo Vidal-Quadras en bandeja de plata a Jordi Pujol en la época en que hablaba catalán en
la intimidad. Desde entonces, la filial catalana no se ha recuperado y ha
pasado a ser una fuerza política marginal, percibida como una mera sucursal del
PP nacional. Se encuentra hipotecado por
la actuación del Gobierno central, generalmente criticada en Cataluña con o sin
razón. De ahí el lema de su campaña:”España
es la solución”. Tratará de que se acredite en su Haber que -gracias a la
aplicación del artículo 155- el Gobierno de Mariano Rajoy ha restablecido la
legalidad y la convivencia en Cataluña, frenado la independencia y convocado
elecciones para dar la palabra al pueblo catalán. El partido puede beneficiarse
de la masiva salida a la calle de “los otros españoles”, aunque parece más probable
que sus votos recalen en Ciudadanos y, en menor medida, en el PSC.
El Gobierno
desconfía de Ciudadanos porque le quita votos a escala nacional, por lo que parece
preferiría que Iceta sacara más escaños que Arrimadas. Va a hacer una campaña a
la defensiva, en la que sus principales argumentos son que el PP es el único
partido que puede garantizar una “Cataluña española” y que, si los
independentistas volvoeraen a ganar, “lo
que hemos pasado será poco comparado con lo que vendría en el futuro”, en
palabras de Xavier García Albiol. Rajoy se va a volcar en la campaña, lo que no
sé si será positivo o negativo para el PP catalán.
Ciudadanos
–que es el segundo partido de Cataluña y lidera la oposición- está pletórico.
Ha dado la talla en la lucha contra la
DUI y cuenta con una candidata competente, valiente y
experimentada, pese a su juventud. Arrimadas tiene además una ventaja que hasta
hace poco era un inconveniente: ser una “charnega”
de Jerez que habla el catalán con un
delicioso acento andaluz. Quiere alcanzar la presidencia desde “el centro, la razón, el respeto y un
proyecto alternativo al nacionalismo”, y espera que los partidos
constitucionalistas la apoyen si resultara ser la candidata más votada entre
ellos. Ciudadanos ha insistido de forma interesada y quizás excesiva en este
criterio.
En cuanto al proyecto alternativo,
el partido naranja no acaba de explicitarlo, quizás por temor a que se
produzcan reacciones desfavorables, pero los votos adicionales disponibles
procederían de los catalanes que se sienten españoles -hasta ahora marginados y
que se refugiaban en la abstención-, que lo recibirían con agrado. Arrimadas ha insistido en que “hace falta ganar a los partidos
nacionalistas en las urnas” y, a estos efectos, ha hecho un llamamiento a
la movilización de afiliados y simpatizantes, y a la participación lo más
amplia posible en la votación..
Radicalismo de la CUP
y ambigüedad, no tan ambigua, de CeC/P
El partido
antisistema de la CUP
no ha renunciado a la unilateralidad, que –según su portavoz, Nuria Gisbert- es
la única salida para su proyecto político, pues la bilateralidad supone un paso
atrás, ya que “es una entelequia pesar
que el Estado va a negociar”. No ha aceptado la propuesta de sus aliados de
abrir tras los comicios un diálogo con el Gobierno que les permita dar una
salida al agotado procés y les ha
exigido que incluyan en sus programas electorales el compromiso de hacer
efectiva la
República Catalana en base a los resultados del 1-O. Propugna
el choque frontal con el Estado y pretende que el nuevo Govern tome el control efectivo del territorio y expulse de la Comunidad a las
instituciones del Estado, al Ejército y a las Fuerzas de Seguridad.
Pablo
Iglesias ha entrado como elefante en cacharrería en la filial catalana de
Podemos y ha impuesto, de forma poco democrática, su non-santa voluntad de aliarse
para las elecciones con Catalunya e Comú y
así aprovecharse del tirón de Ada Colau. Ha provocado el cese del Secretario
autonómico, Dante Fachín, que ha creado un nuevo mini-partido. La coalición CeC/P
está liderada por el diputado Xavier Doménech..
Iglesias y
Doménech han pretendido adoptar una actitud intermedia y equidistante, sin
percatarse que –como ha señalado Rafael Moyano- el medio ha dejado de existir
pues sólo hay dos bloques: los favorables a la DUI y los contrarios a la misma. Rige el axioma
bíblico de que “el que no está conmigo
está contra mí” y los nacionalistas consideran traidores a quienes -debiendo
estar a su juicio con ellos- no lo están, especialmente si son intelectuales y
de izquierdas. Prodigan críticas a babor y a estribor, aunque mucho más a la
derecha, a la que echa en cara la aplicación del artículo 155, -que, siguiendo
su errática política, han impugnado ante el Tribunal Constitucional a petición
de ERC- y el encarcelamiento de presos políticos. Aunque insisten en que no son
separatistas, cuando se produce un enfrentamiento entre los dos bloques, curiosamente
siempre inclinan la balanza del lado de los independentistas. Su solución al problema catalán pasa por la
celebración de un referéndum pactado con el Gobierno, que consideran “algo irrenunciable, no porque lo diga
Catalunya en Comú, sino porque existe una mayoría social en Cataluña que lo
avala”, según su portavoz, Elisenda Alemany.
Como es más que probable que los
resultados de las elecciones produzcan un empate técnico entre los dos bloques,
CeC/P se va a convertido en el fulcro
de la balanza y su voto hará que ésta se incline hacia un lado u otro del
espectro catalán. Ya han anunciado su veto a Ciudadanos, pues –como ha
manifestado Irene Montero- no cree que “ni
Ciudadanos deba presidir un Gobierno, ni que sea posible alcanzar un acuerdo de
Gobierno con ellos”. El veto se ha extendido a Iceta, pues no apoyarían su
investidura como Presidente si el PSC pactara con Ciudadanos. Para justificar
su pretendida equidistancia, la agrupación, Motero ha mostrado también tarjeta
roja a los corruptos del PDeCAT y ha advertido a ERC que no cuente con ellos si
pretende reeditar el Gobierno de Junts
pel Sí. Con tanto descarte, sólo quedaría una fórmula viable de Gobierno
para CeC/P: un Tripartito con ERC y con el PSC, descartado, a su vez, por Iceta, aunque “de sabios es rectifica” y el discípulo de San Pascual Bailón ha
dicho a cuantos quieran oírlo que se muere por ser Presidente de la Generalitat.
Perspectivas de las
elecciones autonómicas
Los independentistas han
conseguido partir a Cataluña por la mitad
y algo menos de un 50% de su población es partidaria de la
independencia. Según Fernando Savater, Cataluña está llena de catalanes como
todos los demás. Si unos se consideran tan diferentes que no pueden soportar la
visión del otro es porque se le ha inducido, porque se ha creado una conciencia
artificial. “Ahora mismo en Cataluña ser
nacionalista o fingir serlo no tiene más que ventajas y, claro, la gente se
apunta”. Para Iñaki Gil, puede que se haya restaurado el orden
institucional e Cataluña, pero muchos ciudadanos “viven en una realidad paralela
dominada por la emotividad”. Cualquiera que sea el motivo, resulta
escalofriante que, pese al fiasco de la
DUI y el daño político, económico, de imagen y –sobre todo-
moral que el Govern ha hecho a
Cataluña, aún haya al menos un par de millones de personas que están dispuestas
a votar de nuevo a los autores de semejante desastre, y –como ha comentado
Arcadi Espada- ¿no hay nadie que les pregunte si no se les cae la cara de
vergüenza?.
La división
a partes iguales de la opinión pública hace que los sondeos prevean de nuevo
unos resultados electorales de paridad entre los dos bloques. Según Juan Abreu,
estas elecciones son atípicas: Han sido convocadas por el Gobierno central tras
la disolución del Govern a causa de una sublevación de las autoridades autonómicas
contra el Estado español, hay candidatos en la cárcel, en libertad condicional
o refugiados en el extranjero, continúa acosándose lo español en Cataluña y
sigue TV-3 fungiendo como motor propagandístico del independentismo y del antiespañolismo militante. Para Rafa
Latorre, al ser las elecciones anómalas, su resultado resulta impredecible. Es
imposible anticipar como va a reaccionar
los votantes ante los cambios radicales que se han producido en el seno del
independentismo. El cebo electoral no es ya la DUI, sino la represión del Gobierno español. A los convencidos de toda la vida se unirán los compañeros de viaje, no necesariamente
independentistas, enternecidos por la letanía de los detenidos. Hay, sin
embargo, un hecho muy positivo a reseñar: las encuestas vaticinan una
participación récord de más del 80% de los catalanes, debido a la incorporación
al proceso electoral de un núcleo de ciudadanos que, por sentirse preteridos,
se solían abstener de acudir a las urnas en las elecciones autonómicas. Se
estima asimismo que la opinión secesionista ha alcanzado su techo e incluso es
posible que muchos independentistas de buena fe –hastiados por el fiasco de la DUI y los engaños a los que les
han sometido sus líderes- decidan por vergüenza propia o por cansancio
abstenerse de ir a votar. La bolsa de nuevos votantes parece propicia a
respaldar a los partidos que defienden mantener a Cataluña dentro de España.
Los partidos
constitucionalistas deberían tener sentido de Estado y no incurrir en refriegas
estériles entre sí para ganar votos a expensas unos de otros, lo que
favorecería a los partidos separatistas, cuyos votantes suelen ser más
disciplinados y acuden a las urnas a toque de clarín y en manada como en las
Diadas, perfectamente orquestadas y organizadas al milímetro por la agitprop nacionalista. En opinión de la
eurodiputada Beatriz Becerra, los partidos constitucionalistas deberían
reflexionar sobre la forma de afrontar la competencia electoral. No es hora de
arañar unos pocos votos al partido al que te une el respeto a la legalidad,
sino de desactivar en lo posible el secesionismo, para que el próximo 21-D haya
una mayoría histórica que permita dar por zanjado el episodio golpista y
alumbre la Cataluña
plural que tanto tiempo ha estado oculta por la abusiva hegemonía nacionalista.
Acaba de
hacerse pública la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas sobre
las elecciones, que sorprendentemente da como ganador a Ciudadanos con 22.25%
de los votos, pero con los mismos escaños o uno menos -32- que ERC -20.8%-.
Sube considerablemente al 16.9% el porcentaje de votos de JxC, gracias al tirón
de Puigdemont -25-26 escaños-, y en menor medida el del PSC -16% de votos y 21
escaños-. Pierden fuerza los demás partidos, y consegirían 9 escaños CeC/P -8.6%-y la CUP -6.7%-, y 7 el PP -5.8%-, que quedaría con el
farolillo rojo El voto útil del centro-derecha iría a parar a Ciudadanos, al
que el PP ha cedido -muy a su pesar- 47.6% de sus antiguos votantes. Los partidos
constitucionalistas superarían a los nacionalistas
en votos pero no en escaños –al verse beneficiados por la ley electoral-, si
bien perderían por un escaño la mayoría absoluta que tenían en la anterior
legislatura y no podrían formar Gobierno por sí solos. No se ofrece ninguna
perspectiva clara de posibles coaliciones que permitan la formación de un
Gobierno viable y ésta situación podría dar una oportunidad al transversal
Iceta, como un mal menor.
La del CIS no es más que una
encuesta –que a menudo se equivocan-, pero parece reflejar la tendencia
apuntada en otros sondeos. En caso de confirmarse, estos vaticinios aportarían
noticias buenas y malas. Las buenas son que parte de la población silenciada se
va a expresar, que los separatistas perderán un poco de fuerza y que los
partidos no nacionalistas –especialmente gracias a Ciudadanos- ganarán el partido
aunque sea por la mínima y en tiempo de descuento. Las malas son que el
independentismo más radical encabezado por Puigdemont conservaría más apoyo del
deseable y que el fiel de la balanza sería ocupado una formación inspirada por
Podemos, que es constitucionalista en los días pares y anticonstitucionalista
en los impares. El futuro Gobierno estaría en manos del triángulo de las
Bermudas formado por Iglesias, Doménech y Colau, que son poco de fiar y que tratarán
de formar un nuevo tripartido con ERC y PSC. La situación de punto muerto seguiría,
pues, como estaba hasta ahora, si bien los separatistas perderían posiciones y
no podrían imponer un Gobierno, salvo que CeC/P abandonara su pretendida equidistancia y se alineara de hoz y coz
con los independentistas. Ello implicaría un alto coste para Colau en Cataluña
y para Iglesias en el resto de España., por lo que deberían pensárselo bien.
Cataluña ha iniciado un peculiar
y gradual proceso de “strp-tease” de
la ciudadanía, similar a una limpieza étnica a la yugoslava: Turistas
extranjeros, españoles no catalanes, catalanes españoles, charnegos no
suficientemente catalanizados, empresas capitalistas explotadora del pueblo
catalán…¡Fuera! ¡Sacad vuestros sucios pies de la Arcadia feliz! ¡Heil Puigdemont!. Yo no soy inmune a estos llamamientos y me
siento conminado a hacerles caso. Junto con mi familia, he disfrutado durante
cuarenta y tantos años de las deliciosas playas de Tarragona y de la
hospitalidad de sus lugareños, pero “enough
is enough” y –a pesar de mi amor no correspondido a Cataluña-- he decidido
cambiar el próximo verano los aires salinos del delta del Ebro por otros menos
contaminados por el veneno del nacionalismo –Jean-Claude Juncker “dixitt- y más acogedores, donde me
sienta bienvenido y no me metan la “estelada”
hasta en la sopa. Al final, los catalanes bien pensantes –descendientes por
línea más o menos directa de la pata de Wilfred “el Pilós”- se van a quedar como el gallo de Morón, cacareando “Els segadors” y sin plumas, y más solos que Robinsón en su isla. Aún estamos a
tiempo de que la mitad de catalanes que
padecen un trastorno mental separatista transitorio salgan de su obnubilación,
recuperen la cordura y pongan fin al trágico disparate que se esta produciendo
últimamente en Cataluña.
Madrid, 5 de Diciembre de 2017