REACCIÓN DE ESPAÑA ANTE LOS ABUSOS DE SIRIA
El pasado 6 de Marzo, el Ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, hizo unas declaraciones un tanto confusas en las que señaló que, para mostrar su disgusto por las salvajes matanzas cometidas por el régimen sirio, España iba a suspender la actividad de su Embajada en Damasco, con vistas a su cierre definitivo.
La dinastía al-Asad
Hafez al-Asad ha sido uno de los mayores tiranos del Medio Oriente. General de las Fuerzas Aéreas, participó en 1963 en el golpe de estado que estableció en Siria un gobierno del partido panárabe Baaz. Ya como Ministro de Defensa, realizó en 1970 su propio golpe de estado y se proclamó Presidente de Siria. Estableció un régimen dictatorial con el apoyo de la minoría alauita –una secta cercana al chiísmo, que supone el 15% de la población siria- e impuso un sistema sectario en detrimento de la mayoría sunita. Enemigo declarado de Saddam Hussein –con el que compitió por el liderazgo del Baaz- se alineó en contra de Irak en su conflicto con Irán. En la Guerra del Golfo de 1991 se puso del lado políticamente correcto y se convirtió en fiel aliado de Occidente, por lo que se le perdonaron las barbaridades que hizo como la masacre de Hama –donde asesinó a unos 8.000 civiles sirios- o la ocupación del Líbano. Estableció una monarquía republicana y, al morir en el año 2000, cedió el trono a su hijo Bashar.
Bashar al-Asad era un oftalmólogo educado y residente en Gran Bretaña, que no había tenido actividades políticas. Su nombramiento alentó las esperanzas de que se produjera la democratización del régimen, pero sus tímidos intentos liberalizadores se toparon con la oposición del establishment del Baaz y del Ejército sirio. Bashar no ha podido, o no ha querido, llevar a cabo las necesarias reformas, y ha seguido la política de su progenitor, como se ha mostrado con su reacción a las demandas de la oposición bombardeando Homs o Idlib, o asesinando indiscriminadamente a civiles.
Siria se ha librado de la condena del Consejo de Seguridad de la ONU por que Rusia y China vetaron en dos ocasiones sus resoluciones. Tan sólo se consiguió que la Asamblea General pasara el 16 de Febrero una resolución en la que condenaba las sistemáticas violaciones de los derechos humanos del Gobierno sirio y le pedía el inicio del plan de transición política elaborado por la Liga Árabe. Con el respaldo de Rusia, China e Irán, Bashar ha hecho oídos sordos a estos llamamientos y continuado con su política de aniquilación de la población civil y de violación de sus derechos.
¿Suspensión de actividades o cierre de la Embajada?
Tras las declaraciones de García-Margallo, un comunicado del MAEC anunció la suspensión definitiva de la actividad de la Embajada de España en Damasco, “poniendo de este modo fin a la labor de su representación en aquella capital”. Dos diplomáticos españoles permanecerán en Damasco, integrados en la Delegación de la UE en Siria, para proteger a los ciudadanos españoles residentes en el país. Con estas imprecisas declaraciones, no se sabe bien cuál es la situación. ¿Se va a reducir la actividad de nuestra Embajada o se va a cerrar ésta con todas sus consecuencias?.
A fin de mejor comprender la situación, convendría aclarar cuál es el proceso para el establecimiento de relaciones diplomáticas entre dos Estados. Para que un Estado pueda establecer relaciones diplomáticas con otro, se requiere el reconocimiento de dicho Estado, un acuerdo para el establecimiento de las relaciones y un acuerdo para la apertura de una Embajada. El primero es un acto unilateral y discrecional, que no puede ser impuesto al Estado que reconoce. Los otros dos precisan una concurrencia de voluntades de los dos Estados afectados, que ha de plasmarse en un acuerdo. Para desandar el camino, hay que seguir el proceso inverso: cierre de la misión, ruptura de relaciones y revocación del reconocimiento.
Los Estados son libres de mantener entre ellos el nivel de relaciones que estimen adecuado. Se trata de decisiones políticas sin consecuencias jurídicas. Una de las formas que tiene un Gobierno para mostrar su disconformidad con la actuación de otro Gobierno es llamar a consultas a su Embajador, como hizo España con su representante en Damasco el 7 de Febrero. La amplitud del período de tiempo en que el Embajador esté fuera de su puesto revelará el grado de descontento de su Gobierno. También puede éste reducir al mínimo el número de los agentes diplomáticos de su Embajada y disminuir en el grado que desee la actividad de su representación. Puede incluso degradar el nivel jerárquico de su Embajada y convertirla en una simple Encargaduría de Negocios, gestionada por un agente diplomático de bajo nivel. Cabe que el Estado receptor considere este proceder como un acto inamistoso y tomar medidas similares por razones de reciprocidad, mas este empeoramiento de las relaciones mutuas no tiene por qué afectar el status jurídico de las respectivas misiones.
Cuestión distinta es si España decidiera cerrar su misión diplomática en Damasco, que podría llevar o no implicado el cierre de su sección consular. Si la mantuviera, el cónsul podría desempeñar funciones diplomáticas con el consentimiento de Siria. Si la cerrara, España podría recurrir a la acreditación múltiple y encargar a una de sus Embajada en un país vecino –como Jordania, Líbano o Turquía- que asumiera las relaciones con Siria. La protección de los ciudadanos españoles podría ser asimismo asumida por las Embajadas y Consulados de los países miembros de la UE, pues tienen éstos derecho –según el Tratado de Lisboa de 2007- a acogerse a la protección de las autoridades diplomáticas y consulares de cualquier Estado miembro, cuando España no tenga una representación en Damasco. España podría asimismo confiar la protección de sus intereses y la de sus nacionales a un tercer Estado que resulte aceptable para el Gobierno sirio. El cierre de la misión diplomática tendría, en todo caso, mucha mayor incidencia si los demás Estados miembros de la UE adoptaran simultáneamente una decisión similar. El siguiente paso sería la ruptura de relaciones diplomáticas, pero no parece que, por el momento, se haya llegado a este punto.
Inconvenientes del cierre de la Embajada
La decisión de cerrar la Embajada en Damasco me parece precipitada y poco afortunada, y puede resultar más perjudicial para España y sus nacionales que para Siria. Si lo que el Gobierno español deseaba era hacer un gesto público de condena por la intolerable conducta del Gobierno de Bashar al-Asad y por la violación de los derechos humanos del pueblo sirio, hubiera bastado con formular una solemne declaración al respecto y con reducir todo lo que quiera la actividad de su misión. Ello tendría la suficiente repercusión política y ética, y no reduciría la protección de los 1.078 españoles residentes en el país. Por otra parte, me parece poco efectiva la integración de diplomáticos españoles en la Delegación de la UE, porque los servicios consulares están excluidos del ámbito de la Política Exterior y de Seguridad Común, y las Oficinas comunitarias no están en condiciones para ejercerlos.
Aún hay tiempo de reflexionar, reconsiderar la decisión de cierre, y limitarse a la condena pública del régimen sirio y a la disminución de las actividades de la Embajada en Damasco, a la espera -y en la esperanza- de que la UE adopte finalmente una decisión de acción conjunta de todos los Estados miembros en el conflicto de Siria.
jueves, 15 de marzo de 2012
jueves, 8 de marzo de 2012
El círculo vicioso ruso
EL CÍRCULO VICIOSO RUSO
Las elecciones presidenciales rusas celebradas el pasado día 4 fueron ganadas por el actual Primer Ministro, Validmir Putin, con un 63.75% de los votos, seguido muy de lejos por el comunista Guennadi Zyuganov (17.19%), el multimillonario sin filiación política Mijail Projorov (7.82%), el nacionalista Vladimir Zhirinovski (6.23%) y el socialista Sergei Mironov (3.85%).Es la crónica de una victoria anunciada. Aún por debajo del 71% que logró en 2004, Putin goza de apoyo más que suficiente para seguir gobernando el país a su antojo, pese a la pérdida de popularidad y las multitudinarias manifestaciones de protesta que se han producido últimamente en las grandes ciudades.
Era Yeltsin
Para comprender el éxito de Putin hay que remontarse a los tiempos de Boris Yeltsin, quien instauró por real decreto una democracia política “a la rusa”, de manera más formal que material. Aunque estableció un sistema de elecciones más o menos libres y un régimen de libertad de expresión y comunicación, difícilmente se podía implantar en horas 24 la democracia sin la existencia de una cultura democrática y de partidos políticos. Tan sólo existían el Partido Comunista –que era “más que un partido”- y algún movimiento de inspiración liberal como el “Yabloko” de Grigori Yablinsky. Yeltsin ganó en 1996 las elecciones presidenciales, de forma poco ortodoxa, a Gennadi Zyuganov, pero se vio imposibilitado de gobernar por el control comunista de la Duma, que llegó a acordar en 1999 la destitución del Presidente, aunque no se materializó ésta por que no se consiguió la mayoría de 2/3 requerida.
Asimismo estableció Yeltsin por “ukase” la economía de mercado ,sin que el país dispusiera de las estructuras mínimas necesarias, ni el marco jurídico adecuado. La economía socialistas “planificada” fue sustituida por un capitalismo salvaje, en que los bienes públicos fueron privatizados en beneficio de una minoría, antiguos miembros del Partido y de los servicios secretos del Estado. Los presupuestos eran irreales y el sistema impositivo prácticamente inexistente, el sistema bancario era sumamente frágil, la propiedad privada no se reconocía de hecho, la inflación se disparó hasta tres dígitos y se produjo una importante devaluación del rublo, que empobreció a la población.
Aun cuando Rusia seguía siendo una gran potencia militar, sus mastodónticas fuerzas armadas estaban infradotadas y el Gobierno carecía de medios económicos para llevar a cabo su urgente reestructuración. Los fiascos en Afganistán y Chechenia causaron la desmoralización de sus integrantes. Así, los fracasos políticos, económicos y militares provocaron la salida del poder de Yeltsin y su sustitución por Vladimir Putin, a la sazón Director del Servicio Federal de Seguridad (antigua KGB)..
Era Putin
Putin era una persona inteligente, preparada, pragmática, ambiciosa, fría e implacable. En las pocas veces que hablé con él, pude comprobar que era asimismo muy reservado, aunque cortés. Ante la situación de debilidad por la que atravesaba la nación, se puso como meta, desde un planteamiento fuertemente nacionalista, que Rusia recuperara su status de gran potencia. En el ámbito político, consiguió fortalecer el Estado central, contrarrestando las tendencias centrífugas de los barones regionales, creó desde el Gobierno el partido “Rusia Unida” -que prácticamente monopolizó el poder-, y entorpeció el funcionamiento de los partidos políticos más democráticos, que pasaron a ser fuerzas testimoniales extra-parlamentarias. Restringió la libertad de prensa y los que se opusieron acabaron en el exilio –como Vladimir Gussinki o Boris Berezovski- o encarcelados en Siberia –como Mijail Jodorovski-.
En lo económico, Putin aprovechó el incremento del precio de los productos petrolíferos para aumentar los ingresos y fortalecer la economía de Rusia, que hoy día –pese a las disfunciones y a la dependencia de la exportación de gas y petróleo- se ha convertido en una importante potencia comercial y financiera, que forma parte del grupo de países emergentes (BRICS). En lo militar, puso fin a la guerra de Chechenia, reforzó las fuerzas armadas y exigió una posición de igualdad frente a la OTAN.
Los éxitos de la política de Putin le granjearon el apoyo de la población y su popularidad llegó a rozar el 80%. Cuando en 2008 finalizó su segundo mandato, cedió la presidencia a su hombre de confianza, Dimitri Medvedev, si bien se adjudicó el puesto de Primer Ministro. Formaban una pareja tipo Dr.Jekyll-Mr.Hyde, en el que éste era el “lado bueno de Sezuán” y aquél adoptaba la postura de “poli” malo. En los aspectos formales, Medvedev adoptó una actitud diferente a la de su predecesor, pero siguió fielmente su política. El nuevo Presidente dio máxima prioridad a la modernización de la Federación, dejando en segundo plano consideraciones de tipo ideológico, y trató de mejorar las relaciones con Estados Unidos, la UE y la OTAN, mientras Putin quedaba en la retaguardia para echar en cara a Estados Unidos su proyecto de defensa anti-misiles, criticar la actuación de la OTAN en Libia o vetar las condenas contra Bashir Assad y la intervención de la ONU en Siria.
Elecciones presidenciales:¿Y ahora qué?
Confiado en su fortaleza, al terminar el mandato de Medvedev decidió cambiar cromos con su sucesor y asumir de nuevo la presidencia. Amplió a 6 años un mandato presidencial re-elegible, con lo que se postuló para seguir en el trono hasta el año 2024.
Antes barrió bien su casa excluyendo de la posibilidad de participar en las elecciones a los partidos dirigidos por líderes demócratas como Yablinski, Nemtsov, Kasianov o Kasparov, y dejó en la lid a una oposición impresentable. Zyuganov –quizás el más honrado y coherente de los candidatos- es un veterano estalinista, contrario al liberalismo político y económico, y nostálgico de las glorias de la URSS. Zhirinovski es ultranacionalista, chovinista, demagogo y racista, mas -pese a sus desaforadas críticas populistas- a la hora de la verdad siempre está con el poder. Mironov, antiguo Presidente de la Cámara Alta, preside “Rusia Justa”, un partido seudo-opositor creado desde el Kremlin. El multimillonario Projorov, además de ser dueño del club de baloncesto “New York Nets”, se divierte iniciando una aventura política, sin crear problemas al Gobierno. Putin se ha reunido amistosamente con tres de sus oponentes tras las elecciones, dejando de lado sólo a Zyuganov que las ha calificado de farsa.
Putin ha logrado liquidar la oposición democrática sacándola de la Duma, pero se ha visto sorprendido por un nuevo tipo de contestación popular alentada por jóvenes, a través de las redes informáticas y la telefonía móvil. Aunque ha conseguido domeñar los medios de comunicación –recientemente ha destituido a los responsables críticos del periódico”Kommersant” y de la radio “Eco”-, se le ha escapado Internet, donde proliferan las denuncias de “blogueros” como Navalni o Yashin. Tras las fraudulentas elecciones parlamentarias de Diciembre de 2011 –en las que, pese a ello, “Rusia Unida” sólo logró el 49% de los votos”- miles de personas se echaron a las calles para pedir la salida de Putin de la vida política, poniendo en entredicho la tradicional renuencia de la sociedad rusa a manifestarse en contra del Gobierno. ¿Tendrá Putin en cuenta estas advertencias para abandonar su política autista y romper el círculo vicioso?. Podría esperarse que –una vez consolidado en el poder- Putin adopte un talante más democrático, mejore las relaciones con Occidente y cambie de actitud en graves conflictos como los de Siria o Irán. No va a ser fácil, pero… ”¡Inshallah!”.
Las elecciones presidenciales rusas celebradas el pasado día 4 fueron ganadas por el actual Primer Ministro, Validmir Putin, con un 63.75% de los votos, seguido muy de lejos por el comunista Guennadi Zyuganov (17.19%), el multimillonario sin filiación política Mijail Projorov (7.82%), el nacionalista Vladimir Zhirinovski (6.23%) y el socialista Sergei Mironov (3.85%).Es la crónica de una victoria anunciada. Aún por debajo del 71% que logró en 2004, Putin goza de apoyo más que suficiente para seguir gobernando el país a su antojo, pese a la pérdida de popularidad y las multitudinarias manifestaciones de protesta que se han producido últimamente en las grandes ciudades.
Era Yeltsin
Para comprender el éxito de Putin hay que remontarse a los tiempos de Boris Yeltsin, quien instauró por real decreto una democracia política “a la rusa”, de manera más formal que material. Aunque estableció un sistema de elecciones más o menos libres y un régimen de libertad de expresión y comunicación, difícilmente se podía implantar en horas 24 la democracia sin la existencia de una cultura democrática y de partidos políticos. Tan sólo existían el Partido Comunista –que era “más que un partido”- y algún movimiento de inspiración liberal como el “Yabloko” de Grigori Yablinsky. Yeltsin ganó en 1996 las elecciones presidenciales, de forma poco ortodoxa, a Gennadi Zyuganov, pero se vio imposibilitado de gobernar por el control comunista de la Duma, que llegó a acordar en 1999 la destitución del Presidente, aunque no se materializó ésta por que no se consiguió la mayoría de 2/3 requerida.
Asimismo estableció Yeltsin por “ukase” la economía de mercado ,sin que el país dispusiera de las estructuras mínimas necesarias, ni el marco jurídico adecuado. La economía socialistas “planificada” fue sustituida por un capitalismo salvaje, en que los bienes públicos fueron privatizados en beneficio de una minoría, antiguos miembros del Partido y de los servicios secretos del Estado. Los presupuestos eran irreales y el sistema impositivo prácticamente inexistente, el sistema bancario era sumamente frágil, la propiedad privada no se reconocía de hecho, la inflación se disparó hasta tres dígitos y se produjo una importante devaluación del rublo, que empobreció a la población.
Aun cuando Rusia seguía siendo una gran potencia militar, sus mastodónticas fuerzas armadas estaban infradotadas y el Gobierno carecía de medios económicos para llevar a cabo su urgente reestructuración. Los fiascos en Afganistán y Chechenia causaron la desmoralización de sus integrantes. Así, los fracasos políticos, económicos y militares provocaron la salida del poder de Yeltsin y su sustitución por Vladimir Putin, a la sazón Director del Servicio Federal de Seguridad (antigua KGB)..
Era Putin
Putin era una persona inteligente, preparada, pragmática, ambiciosa, fría e implacable. En las pocas veces que hablé con él, pude comprobar que era asimismo muy reservado, aunque cortés. Ante la situación de debilidad por la que atravesaba la nación, se puso como meta, desde un planteamiento fuertemente nacionalista, que Rusia recuperara su status de gran potencia. En el ámbito político, consiguió fortalecer el Estado central, contrarrestando las tendencias centrífugas de los barones regionales, creó desde el Gobierno el partido “Rusia Unida” -que prácticamente monopolizó el poder-, y entorpeció el funcionamiento de los partidos políticos más democráticos, que pasaron a ser fuerzas testimoniales extra-parlamentarias. Restringió la libertad de prensa y los que se opusieron acabaron en el exilio –como Vladimir Gussinki o Boris Berezovski- o encarcelados en Siberia –como Mijail Jodorovski-.
En lo económico, Putin aprovechó el incremento del precio de los productos petrolíferos para aumentar los ingresos y fortalecer la economía de Rusia, que hoy día –pese a las disfunciones y a la dependencia de la exportación de gas y petróleo- se ha convertido en una importante potencia comercial y financiera, que forma parte del grupo de países emergentes (BRICS). En lo militar, puso fin a la guerra de Chechenia, reforzó las fuerzas armadas y exigió una posición de igualdad frente a la OTAN.
Los éxitos de la política de Putin le granjearon el apoyo de la población y su popularidad llegó a rozar el 80%. Cuando en 2008 finalizó su segundo mandato, cedió la presidencia a su hombre de confianza, Dimitri Medvedev, si bien se adjudicó el puesto de Primer Ministro. Formaban una pareja tipo Dr.Jekyll-Mr.Hyde, en el que éste era el “lado bueno de Sezuán” y aquél adoptaba la postura de “poli” malo. En los aspectos formales, Medvedev adoptó una actitud diferente a la de su predecesor, pero siguió fielmente su política. El nuevo Presidente dio máxima prioridad a la modernización de la Federación, dejando en segundo plano consideraciones de tipo ideológico, y trató de mejorar las relaciones con Estados Unidos, la UE y la OTAN, mientras Putin quedaba en la retaguardia para echar en cara a Estados Unidos su proyecto de defensa anti-misiles, criticar la actuación de la OTAN en Libia o vetar las condenas contra Bashir Assad y la intervención de la ONU en Siria.
Elecciones presidenciales:¿Y ahora qué?
Confiado en su fortaleza, al terminar el mandato de Medvedev decidió cambiar cromos con su sucesor y asumir de nuevo la presidencia. Amplió a 6 años un mandato presidencial re-elegible, con lo que se postuló para seguir en el trono hasta el año 2024.
Antes barrió bien su casa excluyendo de la posibilidad de participar en las elecciones a los partidos dirigidos por líderes demócratas como Yablinski, Nemtsov, Kasianov o Kasparov, y dejó en la lid a una oposición impresentable. Zyuganov –quizás el más honrado y coherente de los candidatos- es un veterano estalinista, contrario al liberalismo político y económico, y nostálgico de las glorias de la URSS. Zhirinovski es ultranacionalista, chovinista, demagogo y racista, mas -pese a sus desaforadas críticas populistas- a la hora de la verdad siempre está con el poder. Mironov, antiguo Presidente de la Cámara Alta, preside “Rusia Justa”, un partido seudo-opositor creado desde el Kremlin. El multimillonario Projorov, además de ser dueño del club de baloncesto “New York Nets”, se divierte iniciando una aventura política, sin crear problemas al Gobierno. Putin se ha reunido amistosamente con tres de sus oponentes tras las elecciones, dejando de lado sólo a Zyuganov que las ha calificado de farsa.
Putin ha logrado liquidar la oposición democrática sacándola de la Duma, pero se ha visto sorprendido por un nuevo tipo de contestación popular alentada por jóvenes, a través de las redes informáticas y la telefonía móvil. Aunque ha conseguido domeñar los medios de comunicación –recientemente ha destituido a los responsables críticos del periódico”Kommersant” y de la radio “Eco”-, se le ha escapado Internet, donde proliferan las denuncias de “blogueros” como Navalni o Yashin. Tras las fraudulentas elecciones parlamentarias de Diciembre de 2011 –en las que, pese a ello, “Rusia Unida” sólo logró el 49% de los votos”- miles de personas se echaron a las calles para pedir la salida de Putin de la vida política, poniendo en entredicho la tradicional renuencia de la sociedad rusa a manifestarse en contra del Gobierno. ¿Tendrá Putin en cuenta estas advertencias para abandonar su política autista y romper el círculo vicioso?. Podría esperarse que –una vez consolidado en el poder- Putin adopte un talante más democrático, mejore las relaciones con Occidente y cambie de actitud en graves conflictos como los de Siria o Irán. No va a ser fácil, pero… ”¡Inshallah!”.
viernes, 2 de marzo de 2012
Cuando un huevo no es un huevo
CUANDO UN HUEVO NO ES UN HUEVO
El pasado 27 de Febrero se hizo pública la sentencia del Tribunal Supremo (TS) en la que absuelve al Baltasar Garzón del delito de prevaricación en el caso de las víctimas del franquismo. Vaya por delante mi absoluto respeto y consideración al Tribunal y mi aceptación y acatamiento de sus sentencias. Ello no es óbice para que estime que el TS se ha equivocado en su sentencia absolutoria.
Sentencia sobre las víctimas del franquismo
El TS ha reconocido que el juez abrió diligencias para enjuiciar supuestos delitos amnistiados y ya prescritos, que imputó a personas fallecidas y que aplicó calificaciones jurídicas contrarias al principio de legalidad. .Garzón declaró su competencia para investigar las desapariciones de personas en el contexto de crímenes contra la Humanidad en conexión con delitos contra altos organismos de la nación referidos al golpe de estado de 1936, cuando los citados crímenes no estaban tipificados como delitos en la legislación española a la sazón vigente. El delito por las forzadas desapariciones –amén de estar prescrito desde hacía años- había quedado exonerado por la Ley de Amnistía de 1977. Esta ley para la reconciliación de los españoles no fue aprobada por los vencedores detentadores del poder para encubrir sus crímenes, sino adoptada por abrumadora mayoría en las Cortes Constituyentes como “reivindicación de las fuerzas políticas ideológicamente contrarias al franquismo”, por lo que –a juicio del TS- ningún juez o tribunal podía cuestionar la legitimidad de tal proceso. El Tribunal concluye, no obstante, que, aunque fue errónea la aplicación de la ley que hizo el juez, su conducta no era prevaricadora, porque su error fue oportunamente corregido por la Audiencia Nacional, cuya decisión evitó los posibles efectos negativos de la causa.
Viene a mi mente la popular charada infantil:”Blanco es, la gallina lo pone, con aceite se fríe, con pan se come y a la calle se tiran los cascarones.¿Qué es?”. Para el TS no es el huevo. Las diversas pistas que llevan a concluir que se ha producido un acto de prevaricación se desvían sorprendentemente hacia el error no culpable. Es como exonerar al pirómano porque los bomberos lograron apagar el fuego. Da la sensación de que el Tribunal ha sufrido una especie de “síndrome de Estocolmo” de culpabilidad por haber condenado por prevaricación al “intocable” juez en el caso de las escuchas,.
Votos disidente y concurrente
El magistrado José Manuel Maza, en cambio, ha manifestado de forma categórica, en su voto disidente, que “pocas veces se habrá visto un caso más claro de lo que es una prevaricación judicial”. Garzón, a sabiendas de la contradicción de sus resoluciones con el ordenamiento jurídico español, asumió competencias que no le correspondían para abrir un procedimiento penal inviable, “instrumentándolo al servicio de sus propios intereses subjetivos, contra personas ya fallecidas y por delitos que habían sido objeto de amnistía y claramente prescritos”.
En un voto concurrente, el magistrado Julián Sánchez Melgar ha tratado de disculpar al juez alegando que no obraba “a sabiendas”, y que no contradecía el ordenamiento jurídico intencionadamente. Estas excusas resultan poco plausibles, porque Garzón es suficientemente inteligente como para conocer la distribución de las competencias en el ordenamiento español, los efectos de la prescripción o de una ley de amnistía, la imposibilidad de enjuiciar a personas fallecidas, la irretroactividad de la ley penal o el principio “nullum crimen, nulla pena, sine lege”. Muestra de ello es que, en el auto por el que rechazó investigar los fusilamientos de Paracuellos, el juez alegó que el delito de genocidio denunciado no podía ser apreciado porque ello quebrantaría absolutamente el principio de irretroactividad de las normas penales desfavorables, dado que dicho delito no estaba tipificado en el Código Penal español cuando se perpetraron los crímenes. Pero nuestro juez, en su egolatría, quiso montar su propio mini-Nuremberg “ad majorem Garzoni gloriam”.
Intolerables intromisiones de medios judiciales, políticos e internacionales
Al amparo de estos juicios se han producido en medios judiciales, políticos e internacionales actitudes totalmente inaceptables. Así, resulta increíble la presencia de jueces, fiscales, abogados y secretarios judiciales manifestándose públicamente a favor de Garzón y en contra del TS. Un caso límite ha sido el del fiscal Luis Navajas que, no sólo no lo acusó por las escuchas ilegales a letrados de presos, sino que fue su principal defensor, llegando a descalificar en audiencia pública al juez instructor y a afirmar que la condena del juez supondría un ataque a la independencia judicial. El magistrado Maza le ha contestado indirectamente en su voto particular, al decir que el enjuiciamiento a un juez por prevaricación no debería causar alarma alguna a nadie, “menos si cabe a un fiscal”, ni miedo por la supervivencia de la independencia judicial, sino confianza en que el correcto uso de la independencia de los jueces esta garantizado por el control de su cumplimiento.
En el plano político, partidos de extrema izquierda, nacionalistas radicales y sindicatos han criticado desaforadamente al TS y deslegitimizado a sus miembros. Así, el Coordinador General de IU, Cayo Lara, aseveró que el día en que se dictó la sentencia condenatoria contra Garzón fue un día triste para la justicia y para la democracia. El diputado Gaspar Llamazares declaró que ni acataba ni respetaba la sentencia porque era un linchamiento, y afirmó que, al juzgar y condenar a Garzón, el Tribunal “no ha logrado ni prestigio ni verdad”. Ni siquiera las sentencias absolutorias han sido satisfactorias para estos adalides de la democracia. Lara ha comentado que no le sorprendieron porque el TS ya había retirado de la circulación al juez. Llamazares, a su vez, ha afirmado que la absolución de Garzón era una vergüenza porque, una vez conseguida su inhabilitación, el Tribunal se ponía de su lado ante la crítica internacional. Ésta es la concepción que tienen los “garzonianos” de la separación de poderes en un Estado de Derecho. Sin embargo, el Estado de Derecho no se defiende –en opinión del Profesor Kai Ambos- con un juez como Garzón que hace prevalecer sus objetivos de investigación obre a principios fundamentales de dicho Estado.
También desde los medios progresistas relacionados con los derechos humanos han llovido las acusaciones. El propio fiscal del Tribunal Penal Internacional, Luis Moreno, ha criticado a la jurisdicción española por enjuiciar a Garzón. ONGs como “Human Rigths Watch” o Amnistía Internacional se han sumado a las manifestaciones de protesta y han participado en las críticas descalificadoras. El Director de Justicia Internacional de esta última, Marek Marczynski, ha llegado a calificar de vergüenza que España no haya abordado aún su oscuro pasado, y osado exigir a las autoridades judiciales españolas que investiguen los delitos de Derecho Internacional cometidos, dejando de lado la Ley de Amnistía y las normas sobre la prescripción. Estas intromisiones en los asuntos domésticos de un Estado soberano son intolerables
Tras comunicársele formalmente su inhabilitación, Garzón ha declarado que su presente y pasado habían sido dedicados a la justicia y que así seguiría siendo mientras pudiera,”desde otro punto de vista no estrictamente jurisdiccional”. Sinceramente le deseo todo género de éxitos en su nueva singladura en el foro, la enseñanza, la política o cualquier otra actividad ajena a la judicial.
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El pasado 27 de Febrero se hizo pública la sentencia del Tribunal Supremo (TS) en la que absuelve al Baltasar Garzón del delito de prevaricación en el caso de las víctimas del franquismo. Vaya por delante mi absoluto respeto y consideración al Tribunal y mi aceptación y acatamiento de sus sentencias. Ello no es óbice para que estime que el TS se ha equivocado en su sentencia absolutoria.
Sentencia sobre las víctimas del franquismo
El TS ha reconocido que el juez abrió diligencias para enjuiciar supuestos delitos amnistiados y ya prescritos, que imputó a personas fallecidas y que aplicó calificaciones jurídicas contrarias al principio de legalidad. .Garzón declaró su competencia para investigar las desapariciones de personas en el contexto de crímenes contra la Humanidad en conexión con delitos contra altos organismos de la nación referidos al golpe de estado de 1936, cuando los citados crímenes no estaban tipificados como delitos en la legislación española a la sazón vigente. El delito por las forzadas desapariciones –amén de estar prescrito desde hacía años- había quedado exonerado por la Ley de Amnistía de 1977. Esta ley para la reconciliación de los españoles no fue aprobada por los vencedores detentadores del poder para encubrir sus crímenes, sino adoptada por abrumadora mayoría en las Cortes Constituyentes como “reivindicación de las fuerzas políticas ideológicamente contrarias al franquismo”, por lo que –a juicio del TS- ningún juez o tribunal podía cuestionar la legitimidad de tal proceso. El Tribunal concluye, no obstante, que, aunque fue errónea la aplicación de la ley que hizo el juez, su conducta no era prevaricadora, porque su error fue oportunamente corregido por la Audiencia Nacional, cuya decisión evitó los posibles efectos negativos de la causa.
Viene a mi mente la popular charada infantil:”Blanco es, la gallina lo pone, con aceite se fríe, con pan se come y a la calle se tiran los cascarones.¿Qué es?”. Para el TS no es el huevo. Las diversas pistas que llevan a concluir que se ha producido un acto de prevaricación se desvían sorprendentemente hacia el error no culpable. Es como exonerar al pirómano porque los bomberos lograron apagar el fuego. Da la sensación de que el Tribunal ha sufrido una especie de “síndrome de Estocolmo” de culpabilidad por haber condenado por prevaricación al “intocable” juez en el caso de las escuchas,.
Votos disidente y concurrente
El magistrado José Manuel Maza, en cambio, ha manifestado de forma categórica, en su voto disidente, que “pocas veces se habrá visto un caso más claro de lo que es una prevaricación judicial”. Garzón, a sabiendas de la contradicción de sus resoluciones con el ordenamiento jurídico español, asumió competencias que no le correspondían para abrir un procedimiento penal inviable, “instrumentándolo al servicio de sus propios intereses subjetivos, contra personas ya fallecidas y por delitos que habían sido objeto de amnistía y claramente prescritos”.
En un voto concurrente, el magistrado Julián Sánchez Melgar ha tratado de disculpar al juez alegando que no obraba “a sabiendas”, y que no contradecía el ordenamiento jurídico intencionadamente. Estas excusas resultan poco plausibles, porque Garzón es suficientemente inteligente como para conocer la distribución de las competencias en el ordenamiento español, los efectos de la prescripción o de una ley de amnistía, la imposibilidad de enjuiciar a personas fallecidas, la irretroactividad de la ley penal o el principio “nullum crimen, nulla pena, sine lege”. Muestra de ello es que, en el auto por el que rechazó investigar los fusilamientos de Paracuellos, el juez alegó que el delito de genocidio denunciado no podía ser apreciado porque ello quebrantaría absolutamente el principio de irretroactividad de las normas penales desfavorables, dado que dicho delito no estaba tipificado en el Código Penal español cuando se perpetraron los crímenes. Pero nuestro juez, en su egolatría, quiso montar su propio mini-Nuremberg “ad majorem Garzoni gloriam”.
Intolerables intromisiones de medios judiciales, políticos e internacionales
Al amparo de estos juicios se han producido en medios judiciales, políticos e internacionales actitudes totalmente inaceptables. Así, resulta increíble la presencia de jueces, fiscales, abogados y secretarios judiciales manifestándose públicamente a favor de Garzón y en contra del TS. Un caso límite ha sido el del fiscal Luis Navajas que, no sólo no lo acusó por las escuchas ilegales a letrados de presos, sino que fue su principal defensor, llegando a descalificar en audiencia pública al juez instructor y a afirmar que la condena del juez supondría un ataque a la independencia judicial. El magistrado Maza le ha contestado indirectamente en su voto particular, al decir que el enjuiciamiento a un juez por prevaricación no debería causar alarma alguna a nadie, “menos si cabe a un fiscal”, ni miedo por la supervivencia de la independencia judicial, sino confianza en que el correcto uso de la independencia de los jueces esta garantizado por el control de su cumplimiento.
En el plano político, partidos de extrema izquierda, nacionalistas radicales y sindicatos han criticado desaforadamente al TS y deslegitimizado a sus miembros. Así, el Coordinador General de IU, Cayo Lara, aseveró que el día en que se dictó la sentencia condenatoria contra Garzón fue un día triste para la justicia y para la democracia. El diputado Gaspar Llamazares declaró que ni acataba ni respetaba la sentencia porque era un linchamiento, y afirmó que, al juzgar y condenar a Garzón, el Tribunal “no ha logrado ni prestigio ni verdad”. Ni siquiera las sentencias absolutorias han sido satisfactorias para estos adalides de la democracia. Lara ha comentado que no le sorprendieron porque el TS ya había retirado de la circulación al juez. Llamazares, a su vez, ha afirmado que la absolución de Garzón era una vergüenza porque, una vez conseguida su inhabilitación, el Tribunal se ponía de su lado ante la crítica internacional. Ésta es la concepción que tienen los “garzonianos” de la separación de poderes en un Estado de Derecho. Sin embargo, el Estado de Derecho no se defiende –en opinión del Profesor Kai Ambos- con un juez como Garzón que hace prevalecer sus objetivos de investigación obre a principios fundamentales de dicho Estado.
También desde los medios progresistas relacionados con los derechos humanos han llovido las acusaciones. El propio fiscal del Tribunal Penal Internacional, Luis Moreno, ha criticado a la jurisdicción española por enjuiciar a Garzón. ONGs como “Human Rigths Watch” o Amnistía Internacional se han sumado a las manifestaciones de protesta y han participado en las críticas descalificadoras. El Director de Justicia Internacional de esta última, Marek Marczynski, ha llegado a calificar de vergüenza que España no haya abordado aún su oscuro pasado, y osado exigir a las autoridades judiciales españolas que investiguen los delitos de Derecho Internacional cometidos, dejando de lado la Ley de Amnistía y las normas sobre la prescripción. Estas intromisiones en los asuntos domésticos de un Estado soberano son intolerables
Tras comunicársele formalmente su inhabilitación, Garzón ha declarado que su presente y pasado habían sido dedicados a la justicia y que así seguiría siendo mientras pudiera,”desde otro punto de vista no estrictamente jurisdiccional”. Sinceramente le deseo todo género de éxitos en su nueva singladura en el foro, la enseñanza, la política o cualquier otra actividad ajena a la judicial.
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