lunes, 28 de marzo de 2022
La segunda entrega del Sáhara Occiental a Marruecos, otra infamia diplomática
LA SEGUNDA ENTREGA DEL SÁHARA OCCIDENTAL A MARRUECOS, OTRA INFAMIA DIPLOMÁTICA
Nos hemos enterado a través de “El País” –el BOE-bis de la Moncloa- de la malhadada Epístola de Pedro a los Marroquíes, que constituye una de las mayores indignidades cometidas por el presidente de un Gobierno supuestamente democrático en los últimos tiempo, aunque quepa decir en descargo qde ésteue no ha sido un acto de Gobierno, dado que la decisión de rendirse incondicionalmente a Marruecos en el caso del Sáhara Español no había sido adoptada por el Consejo de Ministros y que la desconocían sus componentes –incluido el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, que ha visto reducidos sus galones al ser rebajado al puesto de Ministro de Asuntos Europeos- la desconocían. Ha sido, pues, una decisión personal de Pedro Sánchez, que revela el talante autocrático del personaje, que –como el Rey-Sol- se cree que “l´Etat c´est moi” y asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionalea de conformidad con la Constitución, aunque su artículo 56-1 conceda esta competencia al jefe del Estado y no al presidente del Gobierno, pero esto le da igual a Pedro el Grande, que considera que son figuras intercambiables.
Siguiendo su habitual táctica escapista para eludir responsabilidades, ha tirado la piedra y escondido la mano, y ha huido so pretexto de una triunfal gira por Europa, dejando explicar lo inexplicable a su sorprendido ministro de Asuntos Europeos, al que le ha tocado desempeñar un patético papel ante las Cortes y ante la opinión públical. Si desconocía el contenido de la carta, mal, si la conocía –e incluso ha colaborado en la redacción del engendro-, peor.
Sánchez ha tenido la osadía de comunicar a su “colega” Mohamed VI –con el que espera con impaciencia mantener un encuentro para renovar y profundizar la relación privilegiada entre nuestros dos ¿?) países hermanos”, “afrontar juntas (¿?) los desafíos comunes” y “garantizar la estabilidad e integridad territorial de nuestros dos países”- que Él ofrece su garantía personal de que “España actuará con la absoluta transparencia que corresponde a un gran amigo y aliado” y “siempre cumplirá sus compromisos y su palabra” –que es la de Sánchez-, Ni siquiera Manuel Godoy se habría atrevido a tanto. Puede que España cumpla su palabra, pero es harto improbable que lo haga su presidente de Gobierno, ya que su palabra cotiza a la altura del rublo o del peso venezolano. ¿Qué fiablidad tiene la palabra de Sánchez? ¿Y la de Mohamed VI? Entre bobos anda el juego y, entre consumados trileros, habrá que ver quién consigue quedarse con la bolita del Sáhara Occidental, si Marruecos o el pueblo saharaui, que ha sido una vez más ignorado, menospreciado e insultado por el representante de la potencia administradora. La carta es una ignominia por el fondo, por la forma y por el momento en que ha sido enviada,
Fondo
Desde que el Gobierno español abandonó unilateralmente su antigua colonia/provincia en 1975-1976, los sucesivos Gobiernos han mantenido que España había dejado de tener cualquier responsabilidad internacional en relación con la administración del Sáhara Occidental, al haber cesado en la administración provisional sobre el territorio prevista en los Acuerdos de Madrid de 1975 –provisionalidad que se aplicaba asimismo a Marruecos-. Al comunicar la marcha definitiva de España al secretario General de la ONU, Kurt Waldheim, el representante permanente de España ante la Organización, Jaime de Piniés, dijo –en nombre de su Gobierno- que “la descolonización del Sáhara Occidental culminará cuando la opinión de la población [saharaui,] se haya expresado válidamente”, lo que hasta ahora no ha sucedido. Como afirmó taxativamente en 2002 el Subsecretario para Asuntos Jurídicos de la ONU, Hans Corell, los Acuerdos de Madrid no transfirieron la soberanía sobre el Sáhara Occidental, ni confirieron a ninguno de los signatarios la condición de potencia administradora del territorio, condición que España –por sí sola- no podía haber transferido unilateralmente. La transferencia de la administración provisional a Marruecos y a Mauritania no afectó a la condición del Sáhara Ocidental como territorio no autónomo, que sigue pendiente de ser descolonizado.
En 1990, Marruecos y el Frente Polisario pusieron fin al conflicto armado y acordaron que el pueblo saharaui expresaría libremente su voluntad acerca de su futuro. El Consejo de Seguridad aprobó las resoluciones 658/1990) y 690(1991) por las que decidía que los saharauis podrían expresar esa voluntad a través de un referéndum de libre determinación realizado bajo el control de la ONU, a cuyos efectos creó una Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO), que hasta ahora no ha conseguido realizar por la continuada oposición de Marruecos y el boicot a sus iniciativas y a las conversaciones entre las partes interesadas para llegar a un acuerdo. En 2007, Marruecos se dejó de excusas y pretextos y afirmó que se negaba a que se realizase un referéndum, y dejó constancia de que lo máximo que aceptaría sería la concesión a sus “provincias del sur” de una autonomía descafeinada, que se limitaba a una modesta regionalización.
La Asamblea General ha venido adoptando desde entonces cada año resolución tras resolución en las que reconocían el derecho a la libre determinación del pueblo saharaui, aunque de las últimas resoluciones desapareciera la mención expresa del referéndum y se ha diera beligerancia a la propuesta marroquí de autonomía, que no es más que una cáscara vacía de contenido. En el ínterin, Marruecos ha ocupado militarmente la mayor parte del Sáhara, reprimido a los saharauis contrarios a la integración en el reino alauita y violando sus derechos fundamentales, por lo que ha sido condenado por parte del Parlamento Europeo y por la Comisión de Derechos Humanos de la Unión Africana. La presencia de Marruecos en el Sáhara Occidental carece de base jurídica, al estar basada en la ocupación militar por la fuerza y –aunque lleve 47 años de presencia continuada en el territorio y alegue el principio de efectividad, carece de razón porque –según el principio general del Derecho- “ex injuria nec oritur ius”- “de la injusticia no nace el derecho”-.
Los sucesivos Gobiernos españoles adoptaron una equidistantea actitud de neutralidad entre las posiciones en las dos partes especialmente interesadas –Marruecos y el Frente Polisario- e integraron a España en el “Grupo de los Amigos del Sáhara, como si fuera un Estado sin responsabilidad alguna sobre el territorio, histórica, jurídica, política o moral. Han apoyado hasta ahora las resoluciones de la ONU, aunque José Luis Rodríguez Zapatero ya dio su apoyo a la propuesta marroquí de autonomía
Ahora Sánchez ha dado un paso más, siguiéndola estela del ex-presidente norteamericano Donald Trump- y apoyado en su misiva la postura autonomista de Marruecos, que impone la integración en el Reino de sus “provincias del sur” como “conditio sine qua non”. Si España apoya la negativa de Marruecos a reconocer al pueblo saharaui su derecho a la libre determinación y sólo le ofrece como alternativa una autonomía de chichinabo, estaría ha abandonando su postura de neutralidad, por mucho que Albares y sus colegas del Gobierno repitan una y otra vez, de forma balbuciente y con escasa convicción, que España no había cambiado su posición y seguía preconizando una solución ”en el marco de la ONU”. Ya está bien de hipocresías y de contradicciones. Como dice el refrán español, “al vado o a la puente”. O España compartía con Marruecos que la solución estaba en conceder una autonomía limitada a los saharauis sin permitirles ejercer su derecho irrenunciable a la libre determinación, y condona y reconoce efectos jurídicos a la ocupación militar del Sáhara Occidental, con lo que negaría el principio básico sobe la libre determinación e incumpliría las resoluciones de las Naciones Unidas, o las aceptaba y respetaba –como hasta ahora ha hecho- y se negaba a reconocer efectos jurídicos a tan grave violación del Derecho Internacional.
Como han afirmado un nutrido grupos de profesores de Derecho Internacional, “la decisión del Gobierno español de apoyarnoficialmente el plan de autonomía propuesto por Marruecos en 2007 constituye la denegación expresa del ejercicio del derecho a la libre determinación del pueblo saharaui y, en consecuencia, una grave violación del Derecho Internacional. Igualmente esta decisión supone el reconocimiento implícito de la soberanía marroquí sobre la parte del Sáhara Occidental que ocupa ilegalmente, Po todo ello, esta decisión conlleva la responsabilidad internacional de nuestro Estado, en la medida en que contribuye a consolidar la violación grave de una norma imperativa del Derecho Internacional”.
Forma
La forma inédita en que ha actuado Sánchez es y del todo inaceptable. Por sí y ante sí, sin consultar no ya con la oposición –como sería obligado dada la transcendencia de su decisión- sino con su propio Gobierno y sus aliados, el engreído presidente ha tomado frívola e irresponsablemente una decisión en una cuestión de Estado sobre la que ha habido consenso durante 45 años y encima no ha dado la cara, dejándoles el “marrón”a sus sorprendidos colaboradores. El Gobierno español –y no Sánchez en solitario- está en su derecho a reconsiderar su postura respecto al Sáhara Occidental, si considera que la propuesta marroquí de autonomía es la fórmula más adecuada para encontrar una solución política al enquistado conflicto, que dura demasiados años, en detrimento de los refugiados saharauis expulsados de su país, que viven en unas condiciones infrahumanas, En el ámbito interno, tendría que hacerlo discutiendo serenamente del asunto en el Congreso con luz y taquígrafos y dando argumentos que justifiquen el “volantazo”; en el ámbito externo, realizando de forma discreta negociaciones bilaterales con Marruecos y no aceptando el “diktat” unilateral de Mohamed VI y rindiéndose sin condiciones y sin explicaciones. El sultán dijo en su último discurso conmemorativo de la “Marcha Verde” que estaba en su derecho esperar de nuestros socios posturas más atrevidas y claras con relación a la cuestión a la cuestión de la integridad territorial del Reino. Sánchez –generoso él a costa del Estado- ha accedido a hacer esa concesión, sin que sepamos las razones para ello, si es que las hubiera, porque no ha dicho esta boca es mía sobre el caso y nos hemos enterado del contubernio por la filtración intencionada y malévola de Mohamed VI, que es un autócrata que gobierna su país con mano de hierro, bajo una apariencia falsa del inicio de un proceso democratizador, y Sánchez cree que puede hacer lo mismo en una España democrática con el respaldo más bajo que haya tenido el PSOE en los últimos años y el apoyo interesado de esa jaula de grillos que forman sus aliados antisistema, separatistas y filoetarras que, por cierto, se han alineado de forma unánime en contra del amado líder, pero no habrá mayores consecuencias porque hace mucho frío fuera del poder y no se juega con las cosas de comer. Bastarán unos grititos histéricos para justificarse ante sus bases y a seguir mamando de las generosas ubres gubernamentales.
No sólo es rechazable la forma autística con la que Sánchez ha actuado, sino también el medio al que ha recurrido y el texto de la misiva apaciguadora. En vez de procurar un acuerdo razonable en un diálogo bilateral dentro de la discreción diplomática, el presidente ha enviado un comprometedor mensaje unilateral al margen de su Gobierno y de la opinión pública, dando muestra una vez más del menosprecio por los ciudadanos y por su propio Gobierno y partido. El PSOE incluía en su último programa electoral su compromiso por “promover la solución del conflicto del Sáhara Occidental a través de las resoluciones de las Naciones Unidas, que garantizan el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui”. Ya a dijo en su día el patriarca Enrique Tierno que las promesas electorales se hacían para no cumplirlas, pero cabría exigir a los políticos un mínimo de decoro.
Sánchez ha hecho una importantísima concesión a cambio de humo. Ha afirmado que las acciones que contemplaban se llevarían a cabo “con el fin de garantizar la estabilidad e integridad territorial de nuestros dos países”. Sánchez en persona garantiza la integridad territorial de Marruecos al acceder a que se le incorpore un territorio que nunca formó históricamente parte del Reino alauita. En cambio, no parece que Mohamed VI garantice la integridad territorial de España y abandone sus reivindicaciones sobre Ceuta y Melilla. Como ha observador Jorge Dezcallar –que además de director del CNI fue embajador en Rabat- Marruecos nunca renunciará a ellas. Podrá ponerles sordina durante algún tiempo, pero volverá a plantearlas cuando lo estime conveniente. Mohamed V era consciente de que no se podría forjar de golpe el gran Marruecos sobre el que fantaseaba el partido nacionalista Istiqlal de Alal el-Fassi, y siguió un via pragmática de paso a paso, que fue continuada por sus sucesores Hassan II y Mohamed VI: independencia, fusión de los dos protectorados, incorporación de Tarfaya, recuperación de Ifni…La siguiente etapa será la anexión del Sáhara –en la que está cerca de alcanzar su objetivo- y después vendrá la incorporación de Ceuta y Melilla. De ahí las prisas por ultimar la absorción sahariana con el fin de iniciar la siguiente etapa de la conquista de los presidios.
Según Ana Palacio, España no ha reconocido la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara y sólo ha mostrado su apoyo a la propuesta marroquí de autonomía, Esto es cierto sólo hasta cierto punto. Aunque Sánchez no la haya aceptado explícitamente, sí lo ha hecho implícitamente con su dramático cambio de postura. No es fruto del azar, que Sánchez haya utilizado las mismas palabras que Trump con las que éste preludió su reconocimiento explícito de la legalidad de la ocupación del Sáhara por Marruecos. No parece que tenga objeción mayor a la entrega en bandeja de los saharauis a Mohamed VI. La duda radica -según Fernando Palmero- en si el presidente está dispuesto a hacer lo mismo con Ceuta y Melilla, para lo que contaría con el respaldo de buena parte de la izquierda. Formalmente lo tendría fácil porque –conforme al párrafo 1-c) del artículo 94 de la Constitución se requiere la mayoría simple de las Cortes para sancionar tratados que “afecten a la integridad territorial del Estado”. Como ha señalado Araceli Mangas, los Estados que cuentan con territorios disputados u ocupados suelen reclamar tales territorios como propios, pero España es diferente. ·Ninguna Constitución permite la cesión de territorios a terceros –incluido un nuevo Estado- por mayoría simple, ni por mayoría absoluta. El territorio es irreductible”.
Y no parece que haya obtenido a cambio ninguna contrapartida de Marruecos respecto a Ceuta y Melilla. Todo lo que ha conseguido por el momento ha sido el regreso de la impresentable embajadora Benyaich –que interesa más a Marruecos que a España- y el anuncio de un viaje a Rabat de Albares –ni siquiera la ansiada entrevista de Sánchez con el Sultán- para empezar a hablar, “Cuan largo me lo fíais”…
Sánchez da nuestras de buenismo y, en su carta prodiga palabras huecas sin contenido, al afirmar que establecerán una nueva relación basada en la transparencia, la comunicación permanente. el respeto mutuo, el cumplimiento de los acuerdos y la renuncia a la acción unilateral. Son todos ellos objetivos loables que hasta ahora no han estado presentes en las relaciones entre los dos Estados y no hay demasiadas esperanzas de que lo estén en el futuro. i) Transparencia: Sánchez no se ha dignado informar su decisión a sus ciudadanos, que se han enterado de ella por la filtración de la parte de la
misiva más favorable a Marruecos sin haber solicitado a anuencia del remitente; ii) Comunicación permanente: Mohamed VI no ha tenido reparo en retener a su embajadora en España casi un año y la Cancillería ha restringido los contactos de los miembros de la Misión española con las autoridades marroquíes; iii) Respeto: Marruecos nunca desaprovecha la oportunidad de menospreciar a España; estos días pululan por los periódicos marroquíes caricaturas y chistes en los que el protagonista es el burro español; iv) Cumplimiento de los acuerdos: Las autoridades de Marruecos son notorias por incumplir los acuerdos en cuanto se sienten agraviadas; v) abstención de actos unilaterales: Marruecos siempre ha abusados de ellos y es de temer que lo siga haciendo: cierre de las fronteras con Ceuta y Melilla, asfixia económica de estas ciudades, apertura o cierre del grufo de la enigración a su antojo, interrupción de las comunicaciones marítimas…etc
En cuanto al texto de la carta, parece haber sido redactada por un alumno catalán que ha sufrido once años de inmersión perpetua o vertidos del árabe por el traductor simultáneo de Google. Está plagado de erratas, errores de sintaxis, construcciones incorrectas y faltas de ortografía. No creo que figure entre las joyas literarias de los intercambios de comunicaciones diplomáticas.
Tiempo
Según Rafael Moyano, Sánchez no ha explicado, ni explicará -¡Faltaría más!-, por qué ha elegido un momento de máxima inestabilidad para llevar a cabo esta histórica bajada de pantalones. España baila al son que le impone Marruecos, que además se ha burlado de los españoles al hacer pública parte e esta patética carta. ¿Por qué ha decidido Sánchez realizar su cambio de marcha “hic et nunc” en un momento de gran desestabilización internacional por la agresión de Rusia a Ucrania, y de enemistarse con Argelia, nuestro principal suministrador de gas, en plena crisis de suministros?
Argelia es un mal enemigo y antagonizarla innecesariamente en estos momentos es una temeridad. Pese a las afirmaciones gratuitas del Gobierno de que todo seguirá igual porque Argelia era una socio fiable, la reacción de su Gobierno argelino fue fulminante al decidir la inmediata llamada a consultas a su embajador en Madrid. No sería de extrañar que el Gobierno argelino aprovechara la ocasión para limitar sus exportaciones de gas a España o –en el mejor de los casos- a subir considerablemente su precio. La policía de fronteras teme que Argelia sustituya a Marruecos en la desestabilizadora labor de enviar pateras incontrolados de emigrantes hacia las costas españolas.
Justo en este momento crítico Sánchez decide meterle el dedo en el ojo a Abdelmadjid Tebboune. Cuando los Estados europeos miran hacia Argelia para tratar de importar el gas que sustituya total o parcialmente al suministrado por Rusia, España provoca a su principal suministrador. Mario Draghi –que, a diferencia de Sánchez, es un estadista – se ha apresurado a viajar a Argel para aumentar sus importaciones de gas, que espera canalizar a través del gasoducto Transmed, en detrimento del Medgaz,el único en funcionamiento de los dos que vinculan Argelia con España, perdiendo así la oportunidad de convertirse en “hub” para los suministro de Argelia a Europa Por supuesto que Draghi dijo a Tebboune lo que éste quería escuchar, que Italia seguía apoyando el derecho a la libre determinación del pueblo saharaui. También el `pragmático primer ministro portugués, Antonio Costa, se ha desmarcado de la postura española y ha enviado a Argel a su canciller, Augusto Campos, para tratar de la “cooperación energética”, El embajador portugués en Madrid, Joao Mira Gomes, ha declarado que la solución al conflicto sahariano debe darse en el marco de la ONU y por acuerdo entre las partes interesadas.
Volviendo al fondo del asunto, hay una línea roja política porque Estados Unidos y la OTAN –y por supuesto Marruecos- no van a aceptar la creación de un Estado artificial al sur de Marruecos, pero existe asimismo una línea roja jurídica que impide a cualquier Estado cumplidor de la normativa internacional acepte que se niegue al pueblo saharaui su derecho a la libre determinación, consagrado en la Carta de Naciones Unidas, exigido por el Cosejo de Seguridad y por la Asamblea General en numerosas resoluciones y aceptado por todos los Estados, incluido Marruecos. La oferta de autonomía marroquí de 2007 es una propuesta de mínimos, una mera fórmula de descentralización limitada que en modo alguno puede satisfacer al pueblo saharaui.
La propuesta de autonomía es una más a tener en cuenta en una negociación de buena fe entre las parte interesadas, pues –según la resolución 1541(XV) de la Asamblea General sobre los principios que deben guiar a los Estados miembros para descolonizar a sus territorios dependientes, se podría lograr esta descolonización mediante la independencia del territorio, su integración en la antigua metrópoli o su asociación a un tercer Estado, siempre que lo decida libremente el pueblo en cuestión, Así pues, seria conforme con el Derecho Internacional que el pueblo saharaui decidiera libremente integrarse en el Reino de Marruecos y -según Ana Palacio- habría de discutir a fondo sobre la autonomía ofrecida por Marruecos y sobre su amplitud.
La propuesta marroquí es excesivamente genérica e imprecisa y consiste en un plan de regionalización. Según el presidente del Consejo Real Consultivo para Asuntos del Sáhara, Halihenna Uld Errachid, la popuesta real seguía el modelo español y reconocía distintos regímenes autonómicos, sin embargo, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia ya que apenas concedía autogobierno al pueblo saharaui, que quedaba totalmente supeditado al Gobierno central. Para despertar el interés de los saharauis a un plan de Autonomía, Marruecos tendría que ofrecerle un genuino autogobierno, con amplias competencias-como en el caso de las Autonomías españolas- y garantías para su cumplimiento, a ser posible a nivel internacional. Como han señalado los miembros de la Asociación Española de Profesores de Derecho Internacional y de Relaciones Internacionales, la oferta marroquí es una propuesta de integración del Sáhara Occidental en Marruecos y no constituye una manifestación el derecho a la libre determinación salvo que sea libremente decidido por el pueblo saharaui en un referéndum en el que se incluya tanto la opción de la autonomía como la de la independencia. En la actualidad, una parte del territorio sahariano se encuentra bajo la ocupación militar marroquí y otra parte está controlada por la República Árabe Saharaui Democrática –miembro de la Unión Africana-, por lo que el plan de autonomía es de imposible aplicación en la parte no ocupada del territorio, salvo que se llegara a un acuerdo entre Marruecos y el Frente Polisario.
El punto crucial es hasta donde estaría dispuesto Marruecos a llegar en su concesión de competencias a una eventual Comunidad Autónoma para hacerla suficientemente atractiva para los saharauis hasta el punto de que renunciaran a su derecho a la independencia y aceptaran integrarse en el Reino alauita. Decisiones como la adoptada por Sánchez no ayudan, pues inducen al monarca a endurecer su posición al creer que tiene ya ganada la partida. La frivolidad del presidente al tomar por su cuenta y riesgo una decisión tan infame en un tema de alta política de Estado es motivo de sonrojo y vergüenza propia de todos los españoles.
Madrid, 26 de marzo de 2022
lunes, 21 de marzo de 2022
Cabriola diplomáticas contra los saharauis
LAS DIPLOMÁTICAS CONTRA LOS SAHARAUIS
No acaba de sorprendernos la capacidad transformista de Pedro Sánchez que lo mismo defiende un día una cosa y al día siguiente la contraria, sin el menor pudor. Como ha observado Francisco Pascual en “El Mundo” de hoy, actúa bajo la impulsión de adoptar decisiones histórica un día, las contrarias al otro y “al de más allá, ya veremos”, y todo con el apoyo de 34% de los diputados del Congreso
Apoyo del Gobierno español a la propuesta marroquí de concesión de autonomía al
Sáhara Occidental
CABRIO
Ayer nos enteramos los españoles –gracias a una filtración autorizada por el monarca alauita- de que Sánchez había enviado una misiva al rey Mohamed VI en la que afirmaba que la propuesta marroquí de conceder una mini-autonomía al Sáhara Occidental era “la base más seria, realista y creíble para la resolución de este diferendo”, en palabras del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. No es pura coincidencia que estas palabras reproduzcan literalmente las pronunciadas por Donald Trump cuando reconoció a finales der 2020 la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental.
Como ha señalado el profesor del Derecho Internacional de la Universidad del País Vasco, Juan Soroeta, en un excelente artículo sobre “España cede al chantaje de Marruecos y apoya ya sin disimulo la ocupación militar del Sáhara Occidental”, publicado en “Público” -que suscribo de la cruz a la raya-, todo parece indicar que la difusión de esta misiva responde a una jugada de la diplomacia marroquí. “Aunque a estas alturas uno llegue a pensar que todo es posible, no parece mínimamente sensato pensar que, en plena guerra en el corazón de Europa, nuestro país pueda dar el paso tan torpe como grave en relación con el conflicto que dificulta permanentemente sus relaciones con el vecino del sur”. Mas, en realidad, no hay nada nuevo porque –desde hace décadas- España y la UE vienen pagando religiosamente a Marruecos su impuesto revolucionario a través de Acuerdos de libre comercio y de pesca, o de aportaciones voluntarias, como la que el Gobierno español llegó a hacer cuando Marruecos se pavoneaba públicamente de abrir la puerta de las vallas de Ceuta. Era un equilibrio difícil pero que, mal que bien, se mantenía.
El reconocimiento de Trump de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental animó al sultán a apretar las tuercas a España y a la Unión para que hicieran lo propio. España en principio su opuso y la ministra Arancha González Laya se negó a convertir la Oficina de Intereses Españoles en El-Aiún –que actuaba como un consulado oficioso- en un consulado oficial de España en Marruecos, pero su implicación en el “caso Ghali” le costó el puesto. Pese a la imagen pusilánime que una vez más daba España ante el mundo, nadie se inmutó. “Pero lo más sorprendente del contenido de este correo diplomático es que el contexto internacional actual deja en evidencia a nuestro Gobierno. Hace tan sólo unos días Pedro Sánchez decía que la la invasión rusa constituía una violación flagrante del Derecho Internacional, de la soberanía nacional y de la integridad territorial de Ucrania, un ataque frontal a los principios ya los valores que han proporcionado a Europa años de estabilidad y también de prosperidad”. España compartía con la UE los valores de la paz y del respeto a la legalidad internacional y “estamos comprometidos con la legalidad internacional y la manera más efectiva de trabajar por esa legalidad internacional es sancionar su violación. Leer esta declaración y leer a continuación la carta mencionada produce, además de una gran indignación, perplejidad”.
Los órganos principales de l ONU han reconocido el derecho del pueblo saharaui a su libre determinación, que debe llevarse a cabo mediante la celebración de un referéndum en el que participen los saharauis y sólo ellos. Marruecos y el Frente Polisario (FP) acordaron un plan de paz en el que se preveía la celebración de dicho referéndum con una pregunta con dos opciones: independencia del territorio o integración en Marruecos. Cuando se hizo pública la composición del censo sahariano y e hizo evidente que la opción independentista prosperaría, Marruecos se negó a celebrar la consulta, Fue entonces cuando propuso el plan de autonomía que ahora el Gobierno español califica de solución realista y creíble, lo que equivalía a decir que lo que la independencia libremente decidida por los saharauis no lo era. Las autoridades marroquíes ofrecían a los saharauis una mera forma de integración en el reino. La autonomía podría ser una de las opciones ofrecidas, siempre que la otra fuera la independencia, pero era algo que sólo el pueblo del Sáhara debería decidir. “Lo que ha hecho nuestro Gobierno ha sido es apoyar la integración del Sáhara Occidental en Marruecos o, lo que es lo mismo, apoyar la violación del Derecho Internacional. Esa misma legalidad internacional que hace sólo tres semanas decía defender”. España, en realidad, no ha cambiado su posición, que ha venido calificando eufemísticamente de “neutralidad activa”, porque nunca ha sido neutral. “Lo que acaba de hacer es reconocerlo públicamente, incurriendo en responsabilidad internacional por contribuir a la consolidación de una violación grave del Derecho Internacional, como es la ocupación militar. Tan grave en Ucrania como en el Sáhara Occidental”.
Las proclamas de tinte “churchiliano” de Sánchez han quedado en agua de borrajas. Este solemne compromiso de defender a cualquier coste la legalidad internacional parece se aplica al este de Europa, pero no en el norte de África, y Sánchez está dispuesto a permitir a Mohamed VI lo que le niega a Vladimir Putin.
Breve historia del proceso de descolonización del Sáhara Occidemtal
España abandonó unilateralmente en 1976 su responsabilidad como potencia administradora del Sáhara y cedió la administración del territorio a Marruecos y a Mauritania –aunque no su soberanía a lo que no estaba autorizada- hasta que el pueblo saharaui pudiera expresar libremente su voluntad. España retiró sus tropas y su administración del territorio, Marruecos y Mauritania lo ocuparon y el FP se levantó en armas contra los ocupantes. En 1979 el Frente firmó un Acuerdo de paz con Mauritania y se retiró de los territorios que ocupada –que fueron ocupados a su vez por Marruecos-, y en 1991 un alto el fuego con este país. Ambos se comprometieron a que el pueblo saharaui pudiera expresar su voluntad a través de un referéndum bajo los auspicios de la ONU, que creó una Misión Internacional encargada de realizar el citado referéndum de libre determinación (MINURSO), pero Marruecos ha hecho cuanto ha estado en su mano para boicotear la celebración del mismo, y hasta ahora no se h realizado, ni hay visos que se celebre, pese a que, en su resolución 690 (1991), el Consejo de Seguridad expresó su apoyo total a los esfuerzos del secretario general en relación con la organización y supervisión por parte de la ONU de un referéndum de libre determinación del pueblo saharaui. La MINURSO –órgano “ad hoc” creado para la organización del citado referéndum está haciendo un triste papel ante el boicot sistemático de las autoridades marroquíes de ocupación.
En 2007, Marruecos propuso conceder un régimen de autonomía al Sáhara Occidental dentro del Reino, que no era más que una propuesta de descentralización de escaso alcance y contenido. La ONU dio credibilidad y beligerancia a esta limitada propuesta, hasta el extremo que en las resoluciones anuales posteriores de la Asamblea General sólo se hicieron referencias genéricas a la libre determinación y ya no aparecía mención alguna a la celebración de un referéndum. Esta mini-propuesta genérica sin concreción alguna y en la que se subordina el ejercicio de las escasas competencias conferidas a las provincias marroquíes –de las que el Sáhara Occidental sería una más- fue la que Trump consideró como una propuesta de autonomía “seria, realista y creíble”, que constituía “la única base para una solución justa y duradera al conflicto sobre el territorio del Sáhara Occidental”. Estimó que la creación de un Estado independiente no era una opción realista para resolver el conflicto y que la única solución viable la proporcionaría “una genuina autonomía bajo soberanía de Marruecos”. Esta es la autonomía ectoplasmática a la que Sánchez y su canciller Albares han dado ahora su entusiástico apoyo, yendo incluso más allá que José Luis Rodríguez Zapatero que en su día la consideró como una propuesta digna de estudio, que parecía, razonable y susceptible de facilitar una solución del conflicto sahariano.
Era y sigue siendo una opción más de solución pero no es la solución, y sólo sería válida si fuera aceptada por el pueblo saharaui, cosa que dudo lo haría si se mantuviera la formulación de 2007, ya que ofrecía –como se dice en mi tierra- “ná y menos”. Era una pirueta de Hassan II para aparentar espíritu negociador cuando era criticado en la ONU por la cerrazón de la posición marroquí, pues sólo ofrecía humo, pese a que afirmara el sultán que anhelaba para su país un régimen similar al federal alemán o al español de las autonomías. Si Mohamed VI estuviera dispuesto a conceder a una región sahariana las competencias reconocidas al País Vasco o a Cataluña, puede que se lo plantearan los saharauis, hartos de vivir en los degradados campos de refugiados en Tinduf o amordazados y perseguidos en el Sáhara ocupado por Marruecos. Con su repentino e inesperado cambio de política en una cuestión de Estado, Sánchez ha entregado en almoneda a los saharauis y les ha negado su derecho a la libre determinación, consagrado en la Carta de las Naciones y en numerosas resoluciones de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad.
Como ha señalado Jorge Otero en “Público”, con su apoyo incondicional al plan de autonomía marroquí, el Gobierno se ha tapado la cabeza para dejar descubiertos los pies. España se gana la amistad de Marruecos, pero se enemista con el pueblo saharaui y con Argelia. Ha optado por garantizar supuestamente la tranquilidad en las fronteras de Ceuta y Melilla a costa de agraviar al principal suministrador de gas a nuestro país en un momento de grave crisis energética al tiempo que renuncia a ejercer su responsabilidad como antigua potencia administradora del Sáhara Occidental. A esto cabe añadir que, jurídicamente, España sigue siendo la administradora y así la considera la ONU, aunque no controle el territorio. España ha abandonado su posición de neutralidad activa al posicionarse a favor de las tesis de una de las partes involucradas en el conflicto, con lo que ha perdido su capacidad de mediación, a la que está obligada, jurídica y moralmente, en su calidad de potencia administradora “de iure”.
Según Ignacio Cembrero, España ha cedido ante Marruecos y apoyado su solución para el conflicto sahariano poniendo fin a quince meses de crisis bilateral. Marruecos ha ganado todos los pulsos que le ha echado a España, salvo los del islote de Perejil por la firmeza de Aznar y el apoyo de Estados Unidos, y el asalto a Ceuta, por la determinación de Sánchez y el apoyo de la UE. Para Alberto Gil, Marruecos ha jugado sus cartas como Putin y ha logrado la rendición de España explotando su debilidad, sin disparar un tiro, sin bombas clásicas pero utilizando otras armas. Victor M. Sánchez se ha preguntado que si el Sáhara es marroquí, por qué el Donbass no puede ser ucraniano. Marruecos pone el principio de efectividad por encima de las normas de “ius cogens”.
Sánchez ha dicho que el PSOE está en el lado correcto de la Historia y sabe distinguir al agresor del agredido. Puede que esto sea cierto en Ucrania, pero no en el Sáhara Occidental, donde ignora al agresor. El Gobierno español ha declarado que se inicia una nueva etapa en las relaciones con Marruecos, basada en “el respeto mutuo, el cumplimiento de los acuerdos, la ausencia de actos unilaterales, la transparencia y la comunicación permanente”. Me parece que esas solemnes promesas de futuro son un deseo piadoso ajeno a la realidad, si nos atenemos a la pasada actitud de Marruecos hacia España. Siempre que ha podido, Marruecos le ha faltado el respeto, ha incumplidos los acuerdos en numerosas ocasiones, ha realizado multitud de actos unilaterales –como la “marcha verde, el bloqueo de Melilla y Ceuta, o el asalto de esta ciudad con mujeres y niños- ha mostrado su transparencia filtrando la noticia de la carta de Suárez a Mohamed VI sin contar con el Gobierno español, y la comunicación permanente se ha puesto de manifiestos con la ausencia de la embajadora marroquí de su puesto durante más de un año. Para compensar la marcha del embajador de Argelia, ha regresado a Madrid Karima Benyaich, una embajadora que debería haber sido en su día declarada “persona non grata” por su conducta contraria a las “mores” diplomáticas y su penosa intromisión en los asuntos domésticos de España.
Como ha señalado un grupo de Juristas por el Sáhara Occidental, era preocupante que, en un momento en que en Europa se abre paso el uso de la fuerza, se pretenda legitimar el producto de una ocupación militar y la pretendida anexión de un territorio por parte de la potencia ocupante, De conformidad con el principio general del derecho “de la injusticia no puede nacer el derecho”, la ocupación ilegal del Sáhara Occidental no puede generar derechos para Marruecos.
Reacciones internas.
Sánchez ha tomado en solitario su transcendental decisión en una una importante cuestión de Estado sin contar con el conocimiento, no ya de la oposición, sino de parte
de su propio Gobierno, que la ha rechazado. La vicepresidenta Yolada Díaz ha dicho que la solución del conflicto sahariano debe pasar por el diálogo y el respeto a la voluntad del pueblo saharaui, y la ministra de Derechos sociales, Ione Belarra, se ha pronunciado por una solución política, justa, duradera y aceptable para las partes, y de acuerdo con las resoluciones de la ONU que prevén la autodeterminación. El ministro de Consumo, Alberto Garzóm ha declarado que, según la ONU, hay que celebrar un referéndum y respetar la libre determinación del pueblo saharaui.
Pablo Echenique -portavoz de Podemos en el Congreso- ha afirmado que Marruecos está ocupando el Sáhara lo mismo que está haciendo Rusia con los territorios ucranianos, y lo hace en contra del Derecho Internacional y violando los derechos humanos del pueblo saharaui, como está haciendo Rusia en Crimea, Donetsk, Lugansk y el resto de Ucrania. Según Jaume Asens –presidente del Grupo Confederal de Podemos en el Congreso-, el Sáhara Occidental tiene el mismo derecho que Ucrania a la libre determinación y tan ilegal fue la ocupación marroquí de aquél, como hoy es la de ésta. Para Juan Sebastián Rodríguez (IU), todo lo que no sea celebrar un referéndum de autodeterminación es perpetuar una ocupación criminal que viola sistemáticamente los derechos humanos. Raúl Camargo –del sector anticapitalista- ha acusado a Sánchez de plegarse a las imposiciones de la dictadura marroquí, al aceptar que el plan de autonomía de 2007 fuera la vía para solucionar el conflicto sahariano, una solución indigna y vergonzosa, y que tanto Sánchez como Felipe González habían traicionado las promesas hechas al pueblo saharaui sobre su independencia.
Pero también los aliados del PSOE -Más País, Bildu, ERC y PNV- se han unido al coro de críticas. Según Íñigo Errejón, no ha habido explicación razonable ni motivación válida para que España se aleje de la posición correcta de conformidad con las resoluciones de la ONU y se someta al chantaje del monarca marroquí, por lo que seguirían apoyando las justas reivindicaciones del pueblo saharaui, Para el senador de Más Madrid, Pablo Perpinyá, la decisión de Sánchez suponía dar un apoyo explícito al incumplimiento a las resoluciones de la ONU y al respeto de los derechos humanos, y dañaban gravemente la credibilidad de España. Resolver el conflicto del Sáhara Occidental no es sólo una responsabilidad histórica, sino también el ejercicio de una política exterior independiente del chantaje de Rabat. Gorka Eujebarrieta (Bildu) ha declarado que era hora de que el Gobierno español reconociera a los saharauis como pueblo con derecho a la libre determinación y actuara con valentía frente a la ocupación ilegal marroquí del territorio sahariano. Mira por dónde, por una vez –y sin que sirva de precedente- estoy de acuerdo con los aliados izquierdistas y nacionalistas de Sánchez.
En el sector de la derecha, el PP y Ciudadanos han solicitado la urgente comparecencia de Sánchez en el Congreso para que explique el cambio producido en relación con el Sáhara Occidental, y Vox se ha mantenido en silencio, La portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra, ha manifestado que consideraba intolerable que el cambio de opción política de consenso tradicional que ha sido durante 47 años política de Estado se haya hecho sin haber informado al principal partido de la oposición, lo que ponía de manifiesto la forma en que Pedro Sánchez entiende la política de Estado. Alberto Núñez Feijóo ha lamentado que se hayan roto la comunicación y los puentes del consenso en un tema de política exterior sobre el que ha habido acuerdo en los últimos 40 años, y advertido de los perjuicios que puede producir el volantazo del Gobierno, que supone un cambio drástico en la política española, que ha calificado de “temeridad” y de falta de respeto a los españoles, que se hayan enterado gracias a la filtración marroquí de este importante cambio en la política exterior española, que no puede ser decidido por el Gobierno –y menos por un partido- sin acuerdo suficiente con las demás fuerzas políticas. “Ningún Gobierno español –ni siquiera el de Rodríguez Zapatero- ha hecho una política exterior con tanta frivolidad, soberbia e improvisación”. El Gobierno vive en un galimatías en el que la mitad del ejecutivo es tibio con Ucrania y otra parte de él es pro-marroquí.
El presidente de Ceuta, Juan Jesús Vivas (PP) ha señalado que la nueva etapa puede garantizar la estabilidad, la soberanía, la integridad territorial y la prosperidad de los dos países, y el presidente de Melilla, Eduardo de Castro (ex-Ciudadanos fugado al PSOE) ha alabado la decisión porque, al reanudarse las relaciones con Marruecos, se han restablecido los lazos fraternales de buena vecindad (¿?), Juan J. Imbroda (PP), por el contrario, ha considerado que el cambio de política ha sido un disparate. Albares ha dicho que la mejora de las relaciones con Marruecos permitiría proteger a los ceutíes, melillenses, canarios y andaluces (¿?). Por lo que a mí respecta en mi condición de andaluz, en modo alguno me siento protegido porque el Gobierno haya cedido al chantaje del sátrapa marroquí, que –como el alacrán- está siempre dispuesto a hincar en España su venenoso aguijón.
Reacciones externas
Mohamed VI aún se está relamiendo del gol por la escuadra que ha metido a España en tiempo de descuento sin aparente contrapartida. Los medios de comunicación marroquíes destacan que la decisión de Sánchez constituye un hito tan importante como el reconocimiento de Trump. Un portavoz del FP, en cambio, ha manifestado que esta decisión está absolutamente en contradicción con la legalidad internacional, y su representante en Madrid, Bashir Bouchraya, ha afirmado que España ha cedido a las presiones de Marruecos a cambio de retomar las relaciones diplomáticas bilaterales.
Pero quien ha tomado una decisión más drástica ha sido Argelia, que ha llamado a Argel a su embajador en Madrid, Said Moussi. Según un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores argelino, ”sorprendido por este repentino cambio de posición de la antigua potencia administradora del Sáhara Occidental, las autoridades argelinas han decidido llamar a consulta a su embajador en Madrid con efecto inmediato”. Un portavoz argelino ha comentado que España había traicionado por segunda vez a los saharauis Las autoridades argelinas están indignadas tanto por el fondo como por la forma de la decisión del Gobierno español. “En ningún momento Albares nos ha comunicado que Pedro Sánchez había mandado una carta al sultán con la que ponía fin a 47 años de neutralidad, y pensábamos en que la buena fe y la transparencia regían nuestra relaciones”. España había pasado de respaldar una solución que garantizaba la libre determinación del pueblo saharaui y apoyar la política de la ONU para resolver el último caso de descolonización en África, a secundar el plan de autonomía marroquí. Desde Moncloa juran y perjuran que avisaron a Argelia sin especificar quién lo había hecho y por qué cauces, pero pongo en duda que lo hicieran cuando no informaron ni siquiera a sus socios dentro del Gobierno.
Como ha señalado Carlos Berrozpe, en plena crisis mundial de suministro de gas y teniendo la suerte de poder recibirlo de Argelia, no es comprensible que el Gobierno cambie justo ahora de política sobre el Sáhara Occidental a riesgo de enfrentarse con su proveedor en un “timing” difícil de entender. Optar por tranquilizar las fronteras de Ceuta y Melilla a costa de agraviar a nuestro principal suministrador de gas en tiempos de crisis energética no parece razonable. Para el Gobierno, sin embargo, Argelia es un socio fiable con el que pretende mantener relaciones privilegiadas y da por descontado que la situación no va a cambiar, aunque no quep descartar que Argelia castigue a España cortándole el suministro o aumentando el precio del gas. Ya se ha mostrado dispuesto a aumentar su producción, pero canalizando el suministro a Europa a través del gaseoducto que la conecta con Italia y no con España
Estados Unidos coincide con España en que el plan de autonomía de Marruecos es la base adecuada para resolver el conflicto y la subsecretaria estadounidense de Asuntos Exteriores ha reiterado, tras reunirse con su colega argelino, las palabras de Trump sobre la bondad de la propuesta marroquí de autonomía limitada.
¿Qué hay detrás del cambio de postura de España? ¿Cui prodest?”
Cabe encontrar una pista al volantazo español en las palabras de Albares de que “no mantengamos posiciones fijas y ancladas. Lo importante es que demos por finalizado el conflicto”, a las que nadie prestó especial atención. ¿Qué hay detrás de ese cambio de postura? El PSOE ha traicionado una vez más su programa electoral y los compromisos asumidos de que la UE debería promover la solución del conflicto del Sáhara Occidental a través del cumplimiento de las resoluciones de la ONU que garantizan el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui. “Por ello, trabajaremos para alcanzar una solución del conflicto que se justa, definitiva mutuamente aceptable y respetuosa con el principio de autodeterminación del pueblo saharaui, así como para supervisar los derechos humanos en la región favoreciendo el diálogo entre Marruecos y el Frente Polisario”, que el enviado especial de la ONU, Stephan de Mistura, está propiciando. Resulta obvio que la propuesta marroquí avalada por Sánchez no cumple en absoluto con estas premisas.
Maite Rico ha especulado en “El Mundo” con que se trate de una jugada geopolítica maquiavélica del Gobierno de Sánchez: España cierra la crisis con Marruecos -avalanchas migratorias, asfixia económica de Ceuta y Melilla, reclamación sobre las aguas canarias y Acuerdo de pesca entre Marruecos y la UE-. Europa redibuja el mapa de suministro energético con el gas argelino, pone fin a la dependencia de Rusia y España se convierte en el eje de su aprovisionamientos a través del gaseoducto argelino y el futuro Midcat con Francia. Argelia y Marruecos firman la paz, abren sus fronteras y se quitan de encima el mochuelo sahariano, que es una rémora de la Guerra Fría. Se condena a los saharauis a ser refugiados a perpetuidad y el referéndum de autodeterminación deviene una quimera. Convertirse en una región autónoma dentro del reino de Marruecos es la única esperanza de futuro que les queda a los saharauis, y es un “win-win” en los que todos ganan. Se trata, no obstante de una interesante hipótesis que puede no pasar de una ensoñación.
Prefiero la alternativa que he expuesto en mi obra “El Sáhara español: Un conflicto aún por resolver” en la que se respetan las dos líneas rojas existentes: la jurídica de que no se pude resolver el conflicto si el pueblo saharaui no ejerce su derecho a la libre determinación, y la política de que Marruecos, Estados Unidos y sus aliados no admiten la creación de un Estado saharaui independiente. Éste aceptaría integrarse en el reino alauita si Marruecos le concediera una amplia autonomía similar a la existente en España para comunidades como el país Vasco o Cataluña. Es otra fórmula “win-win” que podría ser aceptada por los saharauis si la oferta fuera genuina y pudiera disfrutar de un amplísimo régimen de autogobierno, en el que las competencias del Gobierno central se limitaran a la defensa, los asuntos exteriores y la Hacienda.
Los funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores se preguntan qué hay detrás de este súbito giro en la política. ¿Se ha hecho a cambio sólo de que se normalicen las relaciones entre los dos países o Marruecos ha asumido algún compromiso importante que justifique la rendición española? Sánchez no da puntada sin hilo, sobre todo en lo que afecta a su voluntad de aferrarse al poder y cabría esperar que tuviera fundados motivos para dar el paso que ha dado sin contar con nadie. No obstante, me temo que pueda ser una cabriola diplomática más de este genio de la política “frankensteiniana” que nos ha tocado padecer por nuestros muchos pecados y que atenta no sólo contra los saharauis, sino también contra los españoles.
Madrid, 20 de marzo de 2022
martes, 15 de marzo de 2022
Ucrania suma y sigue: Rusia intensifica su ataque
UCRANIA SUMA Y SIGUE: RUSIA INTENSIFICA SU ATAQUE
Continúa y se intensifica la agresión a Ucrania a Rusia, que has extendido sus bombardeos a la parte occidental del país cerca de sus fronteras con Polonia. Según el profesor de la Universidad de Princeton, Stephen Kotkin, las guerras se producen por errores de cálculo, al basarse en suposiciones que no funcionan o en cosas que los beligerantes creen que son ciertas o quieren que sean ciertas. Putin creía que Ucrania no era un Estado y que su pueblo era parte del pueblo ruso y, por ello, acogería con entusiasmo a las tropas invasoras y las apoyaría; que las fuerzas armadas ucranianas opondrían escasa resistencia; que el Gobierno de Zelenski –que era pusilánime y corrompido- podría ser rápidamente sustituido por otro Gobierno títere; que Occidente estaba dividido y reaccionaría débilmente, que la comunidad internacional apenas reaccionaría de forma crítica a la agresión; y que Rusia ganaría fácilmente el relato sobre la guerra. Insuficientemente asesorado por sus Servicios de Información –de los que fue gran jefe- ha errado en sus previsiones y cometido graves errores.
Pese a su inmensa inferioridad militar, el Ejército ucraniano está resistiendo bravamente los ataques, impedido que la invasión se convirtiera en un paseo militar en una guerra –relámpago, y evitado por ahora la conquista de Kiev y de otras ciudades importantes. Putin ha cometido el mismo error que Saddam Hussein o Ruhollah Jomeini cuando aquél invadió la parte de Irán habitada por una minoría sunita pensando que sus miembros se unirían a las tropas iraquíes y éste hizo lo propio con el sur de Irak poblado por musulmanes chiitas con el mismo cálculo, pero prevaleció el sentimiento identitario de sentirse iraníes o iraquíes por encima de su confesión religiosa y, no sólo no apoyaron a los invasores, sino que los combatieron. Algo similar ha sucedido en Ucrania ya que la mayor parte de la población rusófona se ha sentido ucraniana y, por encima de la solidaridad lingüística, se ha opuestos a los invasores. Rusia tiene una peculiar forma de proteger los derechos de los ciudadanos de expresión rusa bombardeando y destruyendo las ciudades donde habitan, como en los casos de Jarkov y Mariupol. La mayor parte de esta población ha dejado de apoyar a Rusia.
Al encontrarse con una inesperada resistencia por parte de las fuerzas armadas ucranianas y ver frenada la ocupación de Kiev, Rusia ha tenido que cambiar sus planes iniciales y extender sus ataques a objetivos en todo el país, El presidente Zelenski –menospreciado y calificado de genocida y drogadicto- se ha convertido en un símbolo para la nación y ha pasado de un índice de apoyo del 20% antes de la nación a un 90%.
Putin pensaba que la OTAN y la UE se encontraban fracturadas y divididas y estimó que era el momento oportuno de atacar a Ucrania ante su previsible falta de reacción, pero le ha salido el tiro por las culata, porque su agresión ha hecho renacer a la primera –que ha emergido de su estado de ”muerte cerebral”, en palabras de Emmanuel Macron- y dado vuelos a la segunda, ya que ambas han reaccionado con una inesperada unanimidad. Lo mismo ha ocurrido con la comunidad internacional, que ha condenado la invasión en la Asamblea General de la ONU por una amplísima mayoría de 141 votos a favor y sólo 5 en contra –incluido el de la propia Rusia-.
Aspectos militares
Rusia ha tenido que detener su ofensiva para apoderarse de Kiev y hacer un alto en el camino para reorganizar sus efectivos. Ha declarado que su intervención se estaba desarrollando conforme a los planes previstos, y el general Rafael Dávila ha estimado que es normal que se produzca este parón por razones de tipo logístico. Aunque yo no sea experto en cuestiones militares, no acaban de convencerme estos argumentos. La impresionante columna de tanques y vehículos acorazados ha cesado su penetración en línea recta hacia la capital, se ha dividido en tres sub-columnas que están atacando las ciudades de su entorno, y ha destruido casi por completo el pueblo de Irpin, causando gran número de bajas en su población civil. Ha concentrado sus ataques en la franja costera con el cerco a sangre y fuego de Mariupol en su intento de crear un corredor que vaya desde la frontera a Odesa, que impida el acceso de Ucrania a los mares Azov y Negro. Asimismo ha ampliado sus ataques a todo el país y bombardeado ciudades como Yovariv a sólo 25 kilómetros de la frontera con Polonia, por donde escapan a diario cientos de miles de refugiados –que se acercan ya los tres millones y continúa en aumento- en el mayor éxodo producido en Europa desde la II guerra mundial.
Se han celebrado tres tandas de conversaciones entre delegaciones de los dos países en Bielorrusia y un encuentro de alto nivel en Turquía entre los ministros de Asuntos Exteriores Serguei Lavrov y Dimitri Kuleva, que no han producido el menor resultado, pues el único acuerdo logrado de realizar altos el fuego provisionales para la creación de corredores humanitarios que permitieran la evacuación de heridos y población civil de la ciudades sitiadas ha sido incumplido por Rusia, que sigue exigiendo la rendición incondicional e imponiendo condiciones imposibles de aceptar por el Gobierno ucraniano, tales como reconocimiento de la anexión de Crimea y de la independencia de Donestk y Lugansk, la neutralización, desmilitarización y “desnazificación” de Ucrania –lo que supondría la caída del Gobierno de Zelenski, la modificación de la Constitución, y la renuncia formal del país a ingresar no sólo en la OTAN, sino también en la UE.
El coronel norteamericano Doug McGregor, antiguo asesor del Pentágono, ha declarado a la TV Fox que desde hacía años Rusia venía advirtiendo de que no aceptaría la presencia de tropas de la OTAN en Ucrania y, como no le han hecho caso había tenido que invadir el país. Las tropas rusas han aniquilado a las de Ucrania y la única vía que le queda es negociar con Rusia su neutralización. Estados Unidos y la UE deben abstenerse de involucrase en la situación, dejar de enviar armas y de instar a la población ucraniana a morir sin motivo, y no aplicar sanciones. No sé si es un doble agente de la FSB, pero lo parece. Es el lenguaje que quieren escuchar las ministras de Podemos en el Gobierno, Belarra y Montero, que se oponen a que España envíe armas a Ucrania y acusan al PSOE de ser el “partido de la guerra”.
Víctor M. Sánchez ha defendido la peregrina idea de que un Estado que suministre armas a otro Estado en guerra se convertiría en beligerante no combatiente, salvo que también las facilite al otro bando contendiente. Carlos Fernández de Liesa le ha contestado adecuadamente que, en el asunto de Nicaragua contra Estados Unidos, el Tribunal Internacional de justicia estimó que aquél no había violado el principio el principio que prohíbe usar la fuerza en las relaciones internacionales por haber suministrado armas a la contra nicaragüense. Este criterio es tanto más de aplicación al caso de Ucrania en cuanto que ha sido agredida por Rusia y necesita armas para poder defenderse del agresor. Durante el conflicto armado irano-iraquí, Estados neutrales como Suiza o Austria se forraron exportando armas de todo tipo Irán e Irak y -gracias a la tesis “victoriana”- salvaguardaron su neutralidad porque comieron a dos carrillos y suministraron armamento a los dos contendientes.
La declaración del coronel está repleta de falacias como ha puesto de manifiesto
Kotkin que se ha preguntado si la actitud de Rusia habría sido diferente si la OTAN no se hubiera extendido hacia el este, y cuál sería la situación si Polonia y de los Países bálticos si no fueran miembros de la OTAN. En la Historia de Rusia siempre ha habido autocracia, represión, militarismo, desconfianza hacia Occidente y xenofobia con los extranjeros. La invasión de Ucrania no ha sido una respuesta a su hipotética incorporación a la Alianza, sino que ha sido provocada por motivaciones internas. La extensión de la OTAN la ha situado en una posición que le permite hacer frente a una eventual ataque de Rusia contra sus miembros, entre los que no figura Ucrania.
Putin no sólo quiere impedir que Ucrania sea miembro de la OTAN –y de paso de la UE-, sino que pretende que se vuelva a la situación anterior a la disolución de la URSS en 1991, retirando cualquier presencia militar en los países que formaron parte de la Unión Soviética o del Pacto de Varsovia, formar un “lebensraum” o zona de influencia en torno a Rusia en la que aplique la doctrina Brezhnev de soberanía limitada y aplica la “técnica del salami”. Con la invasión de Georgia y la independización de Abjazia y Osetía del Sur cortó la primera rodaja del salchichón, a la que siguieron la anexión de Crimea, la intervención militar encubierta para provocar la escisión de Donestk y Lugansk y su ulterior reconocimiento como repúblicas independientes, la invasión de Ucrania, y la tentativa de unir Crimea con Rostov por un corredor que prive a Ucrania de su acceso al mar. ¿Cuál será la próxima rodaja que trate de cortar el sátrapa ruso que sigue la misma táctica que Hitler en la crisis de los Sudetes ? Si no se paran los pies a Putin, la próximas victimas pueden ser Moldavia, Finlandia –que ya ha sido amenazada- e incluso Polonia o los Países bálticos.
Aspectos políticos
Putin ha estimado que el Gobierno ucraniano había incumplido los Acuerdos de Minsk de 2014 y 2015, avalados por el Consejo de Seguridad en su resolución 2202(2015), en la que instaba a las partes a que aplicaran plenamente las medidas acordadas en los citados Acuerdos. Rusia había tenido que intervenir en una “operación especial” para defender a los ucranianos rusófonos del continuado genocidio por los Gobiernos de Poroshenko y de Zelenski. El secretario general ucraniano del Consejo de Seguridad y Defensa, Oleksyi Danilov, afirmó en 2015 que cumplir los Acuerdos de Minsk supondría la destrucción de Ucrania y que no podía hacerse porque su firma había sido impuesta por la fuerza de las armas rusas. Por el Memorando de 2014, Rusia y Ucrania se comprometían a acordar un alto el fuego inmediato, retirar las armas pesadas y crear una zona de seguridad bajo supervisión de la OSCE, celebrar elecciones locales, adoptar en el Parlamento ucraniano una resolución que indicara los territorios en los que se establecería un régimen especial, conceder amnistías e indultos, liberar rehenes e intercambiar prisioneros, reformar la Constitución ucraniana y aprobar una Ley sobre el estatuto especial de ciertas zonas del Dombass. Las dos partes incumplieron estas decisiones, Ucrania porque creía que se imponía la independencia de facto de Donetsk y Lugansk, y estas regiones porque –una vez que se habían declarado independientes, no tenían interés en acogerse a un régimen de autonomía. Por su Declaración Conjunta de 2015, los presidentes de Rusia, Ucrania, Alemania y Francia reafirmaron la soberanía e integridad territorial de Ucrania, afirmaron que la única alternativa era una solución exclusivamente pacífica, apoyaron el Memorando de Minsk y la Declaración Conjunta, y establecieron un mecanismo de supervisión en el “formato de Normandía” –cuarteto integrado por Ucrania, Rusia, Alemania y Francia-.
Según Víctor M. Sánchez, una vez liberada Rusia de sus compromisos por el incumplimiento de los Acuerdos por parte de Ucrania, quedó libre para actuar. El autor culpa a a Estados Unidos, a la OTAN y a la UE de la guerra de Ucrania, a todos salvo al agresor, del que dice que sólo se le puede culpar de no haber buscado una solución pacífica a todos los agravios que había recibido. Ahora resulta que Rusia en vez de ser el agresor es la víctima de unos supuestos agravios. Si Ucrania pretende entrar en la OTAN es precisamente para evitar que le ocurriera en el futuro lo que le ha ocurrido ahora. ¿La habría invadido Rusia si hubiera sido miembro de la OTAN? Sánchez mantiene que hay que volver a los Acuerdos de Minsk porque son “la solución auténtica europeísta”(¿?). Coincido con Miguel Cornejo en su afirmación de que los citados Acuerdos son ilícitos por haber sido impuestos por la coerción rusa a punta de pistola –o, más bien, de cañón-, porque –de conformidad con los artículo 52 y 53 del Convenio de Viena de 1969 sobre el Derecho de los Tratados- será nulos aquéllos cuya celebración se haya obtenido por la amenaza o el uso de la fuerza o se opongan a una norma imperativa de Derechos Internacional –“ius cogens”- y cabe incluir ambos supuestos en los Acuerdos de Minsk. Pero, aún admitiendo 0que Ucrania hubiera incumplido los Acuerdos, ello no autorizaba a Rusia a invadirla, bombardear sus ciudades y asesinar a sus habitantes.
Aspectos económicos
La UE está aplicando las sanciones económicas acordadas contra Rusia pese a sus efectos negativos a la economía de los Estados miembros y ha esbozado en la reunión del Consejo Europeo en Versalles, un plan para reforzar la economía europea, consistente fundamentalmente en disminuir la dependencia energética de la UE de Rusia mediante la disminución de recurso a los combustible fósiles, la diversificación de los suministros y el desarrollo del biogás y del mercado del hidrógeno, la aceleración del uso de las energías renovables, la mejora de las interconexiones europeas de gas y de electricidad, y el refuerzo de la energía energética. Cabe lamentar que no se haya hecho referencia alguna al uso de la energía nuclear –fuente considerada como verde por la Comisión Europea-, por razones ideológicas de un ecologismo fundamentalista, difícil de justificar en las actuales circunstancias. Asimismo pretende robustecer las bases económicas de la Unión mediante la reducción de la dependencia estratégica de materias primas básicas, semiconductores, material sanitario, economía digital y productos agrícolas,
Aunque las sanciones económicas a Rusia surtirán sus efectos principalmente a medio y largo plazo, también empiezan a producirlos a corto plazo, creando el casos en la situación financiera y bancaria del país. El Consejo Europeo se ha mostrado dispuesto a adoptar medidas adicionales si necesario fuere. Éste se ha comprometido a ofrecer protección temporal a los refugiados por la guerra y a suministrarles ayuda y apoyo humanitario, médico y financiero a los refugiados y a los países que los acogen.
Sánchez ha mantenido que las sanciones aplicadas por la UE a Rusia son ilegales porque –de conformidad con el artículo 53-1 de la Carta de la ONU- “no se aplicarán sanciones coercitivas en virtud de acuerdos regionales u organismos regionales sin autorización del Consejo de Seguridad”. Rusia –que ha actuado en autodefensa- ha reaccionado de forma desproporcionada e ilegal, “pero hubiera sido mejor no encender la hoguera en los umbrales de la taiga”. Estas afirmaciones no pueden ser más disparatadas porque el suministro de armas no es una medida coercitiva, porque –si cada vez que un Estado suministre armas a un país con conflictos armados tuviera que pedir la venia del Consejo-, éste no daría abasto a tanto papeleo burocrático, porque decir que la UE no puede suministrar legalmente armas a un contendiente si no se las facilita al otro beligerante carece de cualquier fundamento jurídico o lógico, porque Rusía no ha podido actuar en autodefensa dado que no ha sido atacada, sino que ha sido ella la que ha agredido a Ucrania, y porque el único que ha encendido el fuego y lo ha distribuid a discreción ha sido el zar Vladimir.
El Consejo Europeo ha tomado nota, por otra parte de la petición del
Gobierno ucraniano de 22 de febrero de ingresar con urgencia en la UE y reconocido las aspiraciones europeas del país reflejadas en el Acuerdo de Asociación, y solicitado a la Comisión que exprese sin demora su opinión al respecto. Pese a la petición de algunos Estados miembros, el Consejo ha sido cauto y no ha querido forzar la práctica comunitaria en materia de admisión de nuevos miembros mediante la adopción de una vía rápida. Como cualquier Estado candidato, Ucrania deberá cumplir con los criterios de Copenhague. Existe la dificultad adicional del artículo 42-7 del Tratado de la UE –paralelo al artículo 5 del Tratado constitutivo de la OTAN-conforme al cual “si un Estado miembro es objeto de una agresión armada en su territorio, los demás Estados miembros le deberán ayuda y asistencia con todos los medios a su alcance, de conformidad con el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas”. Dado que Ucrania se encuentra en estado de guerra su acelerado ingreso en la UE podría llevar a un enfrentamiento directo con Rusia que nadie desea.
Aspectos sociales
En tiempos de Yeltsin había mucha más libertad de prensa que en la época actual de Putin en la que se ha reducido a un mínimo. Como ha observado Juan Soto en “El Confidencial”, Rusia “avanza con paso fantasmagórico y decidido hacia el totalitarismo”. Los periódicos y estaciones de radio o TV independientes han ido desapareciendo y ya no queda más periódico fiable que “Novaya Gazeta” -dirigida por el premio Nobel de la Paz, Dimitri Muratov-, al que le han cerrado su sección de información. El periódico tiene que hacer encaje de bolillos para sortear la censura, pues hay palabras nefandas como “guerra”, “invasión” o “agresión” que, si son pronunciadas o escritas, pueden llevar su autor una buena temporada a la cárcel. Tienen que recurrir a eufemismos y a los puntos suspensivos. Según informó jugándose el tipo, la Duma estableció el 3 de marzo la censura sin declararla expresamente, al adoptar una ley que sanciona hasta con 15 años de prisión a quienes difundan a sabiendas información falsa sobre las fuerzas armadas rusas. El periódico incluye a diario en sus páginas la siguiente coletilla,” Todos los días te contamos lo que está pasando en Rusia y en el mundo. Nuestros periodistas no tienen miedo a decir la verdad en un país donde las autoridades quieren prohibir todo, incluso decir la verdad. Tu apoyo nos ayudará a seguir siendo una publicación de este tipo. Contribuye desde ya a su independencia”.
Con el silenciamiento de las redes sociales –Instagram, Tweetter, Facebook …-, y de las emisoras extranjeras, y con la salida de sus corresponsales de Rusia, los rusos no reciben más información que el “pienso ideológico” que les facilita cada día los medios de comunicación controlados por el Kremlin. La consigna que reciben es –según el activista Grigory Yudin, que fue apaleado por la policía hasta perder el conocimiento por haberse manifestado pacíficamente en protesta contra la guerra en Ucrania- que se trata de una operación militar destinada a prevenir la guerra y que lo que están haciendo las tropas rusas es impedir un ataque de Ucrania y promover la paz, y quien diga otra cosa estará propalando noticias falsas. Y la mayor parte del pueblo ruso se lo cree porque no tiene otra fuente de información, ya que sólo unos pocos privilegiados tienen acceso a las emisiones en onda corta de la BBC.
Un factor que podría influir sobre Putin es el religioso, ya que –aunque era un convencido ateo marxista, se cayó del caballo como San Pablo y hace ostentación de religiosidad y está a partir un piñón con la jerarquía de la Iglesia Ortodoxa Rusa. El patriarca Kiril –que ha defendido la recreación de una Iglesia que reagrupe a los ortodoxos de Rusia Ucrania y Bielorrusia- ha afirmado que la guerra es correcta, apoyado la invasión y hecho tan sólo una apelación genérica a la búsqueda de la paz. El metropolita Kiev de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, Onufry, ha declarado en cambio que el 25 de febrero Rusia había iniciado una agresión armada contra Ucrania. ”Insistiendo en la soberanía y la integridad territorial de Ucrania, apelamos al presidente Putin a que cese inmediatamente esta guerra fratricida”. En el ámbito católico, el Papa Francisco acudió de forma poco habitual a la Embajada rusa en Roma para pedir al embajador que parara la invasión, pero no tuvo mucho éxito. El domingo hizo un llamamiento a Putin para que pusiera fin al “inaceptable ataque armado a Ucrania” y a la masacre de sus ciudadanos .No soy quién para juzgar si la conversión paulina de Putin ha sido o no genuina, pero él hace alarde de religiosidad. Una intensa e insistente presión de la jerarquía ortodoxa de Rusia y de Ucrania –en el caso de que se pusieran de acuerdo- podría influir sobre el presidente ruso.
En cualquier caso, mientras Putin mantenga su agresión a Ucrania, la comunidad internacional debería cercarlo y provocar su aislamiento. Una buena medida sería rebajar el nivel de las relaciones diplomáticas con Moscú e incluso –en último término- suspender las relaciones diplomáticas. También ha sido acertada la decisión de España de sumarse a la iniciativa de sus socios de la UE de demandar a Putin ante el Tribunal Penal de Justicia por agresión, crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad para que “esta guerra no le salga gratis”.
Aspectos internacionales
Los comentaristas políticos parecen estar de acuerdo en que la causa remota de la guerra se encuentra en la pretensión de Ucrania de incorporarse e la OTAN. En efecto, el conflicto se inició en 2008 tras la invitación de la Cumbre de Bucarest a Ucrania y a Georgia a entrar en la Alianza, pero hay bastante más que eso. Como acertadamente ha comentado Jorge Dezcallar, Putin tiene razones, pero no tiene razón. La intervención armada de Rusia en su zona de influencia se inició en 2009 con la invasión de Georgia, siguió con la anexión de Crimea y el apoyo militar y político a las Repúblicas de Donetsk y Lugansk, y ha culminado con la actual agresión a Ucrania.
Son sumamente interesantes las declaraciones hechas por el director del Instituto de Política de Seguridad de Shanghai -el “moderado” Lansing Xian- de que la guerra de Ucrania no tiene justificación porque es una invasión de un país soberano, pero tiene sus causas. El círculo de poder del Kremlin está convencido de que ha sido empujado a la guerra por Occidente porque –como ya anunció George Kennan- la expansión de la OTAN hacia las fronteras de Rusia fue un grave error y que ésta haría cosas terribles si se producía dicha expansión. “Si China viera que la rodeaban poco a poco países que forman parte de una alianza militar…”. El Gobierno ruso llevaba 25 años advirtiendo a la OTAN y –aunque esto no justificara, la acción de Putin- la explicaba desde su óptica de la intrusión, porque no podía permitir que otra superpotencia instalara bases militares cerca de sus fronteras. Los Estados “tapones” como Ucrania permiten equilibrios de poder. La Alianza le ha negado a Rusia su establecimiento y los rusos no se irán de Ucrania sin la garantía de que está no formará parta de la misma. Si Ucrania hubiera aceptado su neutralización, no se habría producido la guerra, pero no lo hizo porque Zelenski creía que la OTAN entraría en la guerra de su lado en caso de invasión y se ha equivocado, y ahora interpreta el papel de héroe, pero es un actor. Si hubiera sido un estadista responsable, Ucrania no habría sido invadida. Un portavoz ha ofrecido ahora la neutralidad de Ucrania, pero Zelenski no es de fiar. Ucrania no se convertirá en un Vietnam porque no tiene montañas o selvas donde se puedan ocultar los guerrilleros, Rusia controla el espacio aéreo, y rusos y ucranianos comparten lengua, religión, cultura e Historia y son como hermanos. No comparto todo lo que dice Xian, aunque es sumamente meritorio procediendo de un intelectual chino. Es obvio que Putin no necesita que nadie le empuje para hacer lo que le plazca –como reintegrar Ucrania a Rusia-, que hace 31 años que hay cerca de las fronteras de Rusia instalaciones militares de la Alianza, sin que su Gobierno reaccionara hasta 2009, que es injusta su apreciación de Zelenski y,si éste no es fiable, mucho menos los es Putin, y que Ucrania -si no es previsible que se convierta en un Vietnam- podría convertirse en un Afganistán.
¿Hay a la vista alguna posible solución? Como ha señalado Ignacio Torreblanca, si Rusia lograra imponer a Ucrania un Acuerdo de paz de sumisión que supusiera un troceamiento de su territorio ¿qué garantías de seguridad podría ofrecer Rusia de que años después –una vez que se hubieran levantado las sanciones económicas impuestas por la UE- no volvería a invadir Ucrania? ¿qué fiabilidad tiene la palabra de Putin?
Rusia ha destruido el orden europeo existente y lo ha sustituido por un desorden en el que prevalece la fuerza de las armas y la amenaza nuclear para decidir el destino de sus vecinos. No podrá nacer un nuevo orden europeo mientras no se garantice la integridad territorial de todos los Estados de Europa, sean o no miembros de la OTAN o de la UE. Un Acuerdo con Rusia para la partición de Ucrania estaría abocado al fracaso.
Comparto en buena medida este planteamiento, así como la opinión de Michel Barnier de que Ucrania no debería ingresar en la OTAN, pero sí en la UE, porque es parte de Europa y quiere integrarse en sus instituciones, y su plena incorporación -a su debido tiempo cuando cumpla los requisitos de Copenhague- no supondría en modo alguno un peligro para la seguridad de Rusia. Ucrania debería auto-limitarse voluntariamente y aceptar un régimen de neutralidad –tipo Finlandia o Suiza-, que no de neutralización, que sería contrario a su soberanía. ¿Aceptaría Putin esta razonable solución? Tengo mis dudas porque Rusia aspira a mucho más.
Madrid. 15 de marzo de 2022
sábado, 5 de marzo de 2022
Se intensifica la agresión a Ucrania. ¿Hay riesgo nuclear?
SE INTENSIFICA LA AGRESIÓN A UCRANIA. ¿HAY RIESGO NUCLEAR?
Esta semana he tenido una actividad frenética en relación con la incalificable agresión armada de Rusia a Ucrania: Entrevistas en “El Español” y en TVE, artículo en “Sevillainfo” y tertulia en la web navarra del Grupo Pompaelo. Ello me ha obligado a seguir aún más atentamente el desarrollo del conflicto armado ruso-ucraniano.
Aspectos militares
El ataque masivo y simultáneo de Rusia a Ucrania por tierra, mar y aire desde todas las fronteras salvo la occidental no ha sido la guerra relámpago que preveían los agresores, porque han encontrada más resistencia de la esperada por parte de las fuerzas ucranianas. Pese a haber abusado el mando ruso de la fuerza aérea y misilística contra objetivos militares y civiles, la ofensiva ha sido parcialmente contrarrestada en los distintos frentes y hasta ayer no lograron las fuerzas rusas conquistar el puerto de Jerson, que les abre el camino hacia Odesa, principal puerto en el Mar Negro. La Armada rusa se apresta a desembarcar en la ciudad y el presidente Zelinski ha afirmado con cierta fanfarronería que “Rusia sólo verá el fondo del Mar Negro”. Las tropas rusas también tienen cercado el puerto de Mariupol en el Mar de Azov, poniendo así de manifiesto la intención de Putin de ocupar toda la línea costera de Ucrania y negarle su acceso al mar. En su camino hacia ese objetivo, las tropas rusas han bombardeado con misiles y fuego artillero la central nuclear de Zoporiyia e incendiado partes de sus instalaciones, y uno de sus seis reactores ha tenido que ser desconectado. Según Zelinski, ha sido la primera vez en la historia en que las tropas de un país disparan contra una central nuclear, que -en caso de explotar- produciría una catástrofe diez veces superior a la de Chernobyl, central también ocupada por Rusia.
El otro objetivo prioritario es la conquista de Kiev, por su valor simbólico y, a tal efecto -tras su fracaso de conquista por la vía rápida- ha enviado un impresionante número de tanques y vehículos acorazados, que forman una columna de 60 kilómetros de longitud y se encuentra a una veintena de kilómetros de la capital. Los ucranianos han destruido algunos puentes sobre el río Dnieper para dificultar el avance de las tropas rusas y están dispuestos a resistir hasta el combate cuerpo a cuerpo dentro de la ciudad, donde los vehículos acorazados tienen poco recorrido. El convoy se ha dividido en tres columnas para atacar la capital por tres flancos y se han intensificado los bombardeos sobre Kiev. El mando ruso ha señalado que hasta ahora sólo ha empleado dos tercios de las fuerzas disponibles y Putin ha afirmado con la boca pequeña que las tropas rusas avanzan al ritmo previsto.
Ante la negativa de la OTAN de enviar tropas a Ucrania, la única alternativa para ayudar al país era enviarle armamento defensivo y ofensivo. Sólo algunos países como Estados Unidos y Gran Bretaña lo habían hecho hasta ahora, pero la UE ha tomado la decisión extraordinaria de financiar el envío de armas, y países neutrales -como Finlandia y Suecia- se han sumado a esta iniciativa. El cambio ha estado propiciado por el giro copernicano del Gobierno alemán de Olof Scholz de enviar armamento ofensivo a un país en guerra y de crear un fondo de €100.000 millones para permitir a Alemania invertir en defensa un mínimo del 2% de su PIB. El Gobierno español también se ha sumado a esta decisión, aunque –según anunció Pedro Sánchez en una entrevista en TVE- se limitaría a hacerlo a través del Fondo de la UE. Tras las críticas de la UE y la OTAN, Sánchez rectificó en horas 24 y decidió enviar armas ofensivas directamente a Kiev, ante el enojo de sus socios podemitas, que han criticado esta decisión, calificada por Ione Belarra de errónea e ineficaz, porque contribuirá a la escalada bélica. Sánchez ha justificado su giro en su voluntad de tener en cuenta las observaciones de la leal oposición (¿?). Arturo Pérez-Reverte ha calificado a Sánchez de “pistolero sin escrúpulos que ha hecho del cinismo un arma política con envidiable desvergüenza". No sé si fue casualidad, pero ayer me hicieron una entrevista en el programa “La hora 1” de TVE y cuando critiqué a Sánchez y a Podemos por su actitud sobre el envío de armas a Ucrania, la entrevistadora dejó de hacerme preguntas y me excluyó de participar en la tertulia a la que había sido invitado. Sánchez también se ha negado a aumentar el presupuesto de Defensa de 1,02% del PIB, que no garantiza la seguridad del país. Es más cómodo que la OTAN asuma la carga militar y económica.
Aspectos políticos
La UE ha adoptado la decisión histórica de apoyar incondicionalmente a Ucrania ante la agresión rusa. Zelinski pronunció un conmovedor discurso ante el Parlamento Europeo en el que afirmó que su país estaba siendo atacado por su voluntad de ser europeo, y solicitó el ingreso en la Unión. El alto representante de la UE, Josep Borrell, no le anduvo a la zaga con un magistral discurso en el que afirmó que la guerra había vuelto a las fronteras de Europa y el libro de la Historia había pasado una página. Nadie podía mirar de lado cuando un potente agresor agredía sin justificación a un vecino débil y pacífico, invocar tras la agresión la solución pacífica de los conflictos o poner en pie de igualdad al agredido y al agresor. “Nos acordaremos de quienes que en este momento solemne no estén de nuestro lado”.
El Parlamento condenó la “agresión militar ilegal, no provocada e injustificada de Rusia contra Ucrania” –que constituía una grave violación del Derecho Internacional-, pidió al Gobierno ruso que pusiera fin inmediato a su inervención y retirara todas sus fuerzas militares y paramilitares, e instó a que prosiguieran los esfuerzos diplomáticos para poner fin a la agresión y hallar una solución pacífica de conformidad con los principios de la Carta de la ONU. La resolución 2022/2564 fue apoyada por el 90% de los eurodiputados y, entre los que votaron en contra o se abstuvieron- se encontraban los diputados de Podemos, Bildu, ERC y JxC.
Amén de financiar la compra de armas para Ucrania por valor de €500 millones, la UE ha decidido que sus Estados miembros cierren su espacio aéreo a las aeronaves rusas y bielorrusas, prohibir la actividades de las agencias desinformadoras “Russia Today” y “Sputnik”, y sancionar a los oligarcas rusos partidarios de Putin. Como ha señalado Manuel Muñiz, Putin ha enterrado el Acta Final de Helsinki de 1975, que establecía la intangibilidad de las fronteras europeas, y el Memorándum de Budapest de 1994, por el que Rusia garantizaba la integridad territorial de Ucrania. Putin considera que Ucrania forma parte de Rusia y no tiene derecho a ser un Estado independiente. Ha resucitado la “Doctrina Brezhnev” de la soberanía limitada, que reconoce el derecho de Rusia intervenir en los Estados situados en su esfera de influencia.
Rusia ha forzado a Ucrania a celebrar en territorio bielorruso un par reuniones de supuesta negociación que han producido escasos resultados. Como ha señalado Laurence Rees, estas negociaciones son una ficción, un intento de Putin para cambiar la imagen de Rusia. Impone condiciones tales como la desmilitarización, la neutralización y la “desanizificación” (¿?) de Ucrania, el reconocimiento de la anexión de Crimea -que es innegociable por formar parte de Rusia-, la independencia de las Repúblicas ficticias de Donetsk y Lugansk, y el compromiso de no incorporarse ni a la OTAN ni a la UE, que no pueden ser aceptadas por el Gobierno ucraniano, lo que le proporciona una coartada para mantener que propone la paz y que Ucrania quiere seguir la guerra. Lo único positivo que salió de la reunión de dos horas y media de ayer en Brest fue acordar el establecimiento de corredores humanitarios para permitir la evacuación de civiles y de heridos, y la posibilidad de acordar un alto el fuego a tal efecto, compromiso que no se ha cumplido. Prueba de la mala fe de Rusia es que, no solo ha acordado un alto el fuego provisional mientras duraran las negociaciones, sino que ha intensificado sus ataques a las ciudades ucranianas. Se ha acordado una tercera ronde de conversaciones “en un futuro próximo”.
Como ha observado Carlos Fernández de Liesa, unas conversaciones de este tipo deberían servir para poner término al conflicto armado y paliar sus consecuencias, y no ir más allá del curso de la guerra -alto el fuego, tregua o cumplimiento de las normas del derecho humanitario-- pero Rusia pretende aprovecharlas para imponer su solución al conflicto político entre los dos países. La victoria rusa es cuestión de tiempo pese a la heroica defensa de los ucranianos y al suministro de armamento letal por Occidente, dada la inmensa superioridad militar de Rusia, por lo que Ucrania no tendría más remedio que aceptar el “diktat” ruso –“Vae victis”, ”¡Ay de los vencidos!”-, pero un tratado impuesto supondría una violación del Derecho Internacional, pues –como establecen los artículos 52 y 53 del Convenio de Viena de 1969 sobre el Derecho de los Tratados-, será nulo cualquier tratado cuya celebración se haya obtenido por la amenaza o el uso de la fuerza en violación de los principios del Derecho Internacional o que esté en oposición de una norma imperativa –“ius cogens”-.
Aspectos económicos
Ante la gravedad de la agresión de Rusia, Occidente ha dejado de aplicar la cómoda doctrina de la gradualidad de las sanciones económicas –que apenas han afectado hasta ahora a la economía rusa- y optado por aplicar sanciones de verdad. La UE ha tomado la excepcional decisión de excluir a la mayor parte de los bancos rusos del sistema SWIFT, cancelar los activos del Banco Central de Rusia y bloquear los recursos de los oligarcas rusos. Lo ha hecho consciente de que estas medidas producirán un efecto “boomerang”, que dañará a las economías occidentales. Alemania –la más afectada por las contramedidas que pueda tomar Rusia por su dependencia energética del 40% del suministro del gas de este país-, ha tomado una decisión ejemplar y se ha negado a tramitar los procedimientos necesarios para que sea operativo en gaseoducto” Nord Stream-2”, que le conecta directamente con Rusia. También existe consciencia generalizada de que hay que reducir las importaciones de gas y de petróleo procedentes de Rusia para disminuir sus ingresos. La Agencia Internacional de la Energía ha presentado un plan para reducir en un año un tercio de las importaciones de gas ruso a la UE. Es digna de mención la decisión de la super-neutral Suiza –oasis internacional para el blanqueo de dinero de origen dudoso- de sumarse al boicot financiero a Rusia.
Rusia confiaba en que las sanciones que le aplicara Occidente serían –como en el caso de la anexión de Crimea- tan tenues que merecía la pena de correr el riesgo, pero se ha encontrado con una reacción inesperada de la UE que ha decididlo aplicar sanciones de alta intensidad. Aunque la incidencias de éstas sólo se podrá apreciar a medio y largo plazo, han surtido algunos efectos a corto plazo, como muestran el hundimiento de la Bolsa de Moscú, la continua devaluación del rublo, la calificación como basura de la deuda rusa, el caos en el sector bancario -los ciudadanos encuentran dificultades para sacar dinero y las tarjetas de crédito no funcionan-, o el abandono masivo de las empresas occidentales del mercado ruso. Putin empieza a verle los dientes al lobo, por lo que aumente sus amenazas.
Rusia no cuenta con aliados efectivos y la ayuda de China no es incondicional nisuficiente –el “Chinese Cross Border Interbank Payment System” es muy inferior al SWIFT y requerirá cierto tiempo de rodaje para su operatividad- y, aunque apoye a Rusia, el Gobierno chino no parece dispuesto a enfrentarse abiertamente a un Occidente del que depende comercial y tecnológicamente. Según Ryan Hass, habrá que ver si China se alinea incondicionalmente con Rusia y deja a Estados Unidos que profundice su relación con el resto del mundo desarrollado. Los intereses de Rusia y China no coinciden plenamente y ésta tiene mucho más que perder que aquélla en una confrontación con Occidente. Mientras Putin es un pirómano del sistema económico internacional, Jinping se considera un renovador de ese sistema para adaptarlo a los valores y a los intereses de China. “Pekín continúa guiándose por sus propios intereses en lugar de por la decisión de Moscú de poner patas arriba el mundo a través del recurso a la fuerza bruta”.
Aspectos internacionales
La reacción crítica de la comunidad internacional hacia Rusia ha ido aumentando a medida que se intensificaban los brutales ataques a Ucrania, como se ha puesto de relieve con la resolución adoptada el 2 de marzo por la Asamblea General de la ONU, que “deplora” –en vez de “condena”, por concesión hecha en el Consejo de Seguridad, donde Rusia vetó el proyecto de resolución “deploradora”- la agresión de Rusia a Ucrania, expresa su compromiso con la soberanía, la independencia, la unidad y la integridad territorial de este país, insta a Rusia a que retire todas sus fuerzas militares completa e inmediatamente y sin condiciones, y que deje de recurrir al uso de la fuerza contra Ucrania. Ha deplorado asimismo la alerta nuclear declarada por Rusia. La resolución obtuvo 141 votos a favor, 5 en contra –el de Rusia y de cuatro países de gran pedigrí democrático como Bielorrusia, Corea del Norte, Eritrea y Siria-, y 35 abstenciones –incluidas las de China, India, Pakistán y la mayoría de los Estados miembros de la antigua URSS-. Cabe destacar que Marruecos no participó en la votación para no significarse en un sentido o en otro -ni siquiera con la abstención-, aunque es obvio que no condena ni deplora la agresión rusa.
Rusia está más aislada que nunca, como prueba la actitud reservada de China. Aunque Putin y Jinping declararan en Pekín el pasado 4 de febrero que la relación entre Rusia y China no conocía fronteras y ambos mostraran su alineamiento frente al enemigo común que es Estados Unidos, su acercamiento es más un matrimonio de conveniencia que un noviazgo por amor, pues los dos son rivales en la lucha por el protagonismo en un mundo globalizado. China ya ha negado –como Pedro a Jesús- dos veces a Rusia, al abstenerse en el Consejo de Seguridad y en la Asamblea General, y no sería e extrañar que hubiera una tercera y otras sucesivas, con o sin arrepentimiento. China no ha condenado a Rusia por su agresión a Ucrania, pero tampoco la ha defendido. Se opone a que se le apliquen sanciones, pero no es seguro que esté dispuesta a enfrentarse a Occidente para evitar que se le apliquen.
Aspectos sociales
El aislamiento de Rusia por la comunidad sigue su curso en los distintos ámbitos. La Junta de Gobernadores del OIEA ha condenado a Rusia por su ocupación de la central nuclear de Chernobyl, y es más que probable que la vuelva a condenar por el bombardeo de la central de Zaporiyia. Algunos diputados han propuesto la expulsión de Rusia del Consejo de Europa –o al menos su suspensión- por su incumplimiento de los principios que inspiran la Organización.
Todas las Federaciones deportivas han excluido a los equipos rusos de las competiciones nacionales o de clubes por ellas organizados, e igual suerte ha corrido con los Juegos Paralímpicos de Pekín. Los deportistas rusos sólo podrán participar en competiciones a título individual. Este situación está afectando a la población rusa más concienciada que se queja abiertamente de la ola de descrédito que ha asolado al país por la invasión de Ucrania. El premio Nobel de la Paz, Dimitri Morotov ha enviado una carta abierta junto con otros intelectuales en la que han declarado sentir vergüenza por la actuación de Putin y le han pedido que declare un alto el fuego incondicional y una tregua. El general Leonid Ivashov ha acusado a Putin de poner en riesgo la reputación de Rusia e incluso su existencia, y el consejero del Kremlin, Andrei Kostinov, ha dimitido porque la actuación del presidente está convirtiendo a Rusia en un paria internacional. El que fue ministro de Asuntos Exteriores con Yeltsin, Andrei Kozirev, ha pedido a los diplomáticos rusos que dimitan en protesta por la guerra de Ucrania.
El director general del Teatro Bolshoi de Moscú, Vladimir Urin, el director del Teatro Alexandrinsky de San Petersburgo, Valery Fokin, el responsable del Teatro Dramático Bolshoi de la misma ciudad, Andrei Gomuchy, y el violinista Vladimir Spidikov han enviado una carta abierta de protesta en la que exigían la retirada de las tropas rusas de Ucrania. La directora del Centro Meyerhold de Moscú, Elena Kovalskaya, ha dimitido y calificado a Putin de asesino. La escritora Ludmila Ulitskaya ha expresado su vergüenza y abatimiento por esta guerra fratricida, que sólo traerá una derrota moral. Declaraciones de este tenor eran impensables no hace tanto tiempo.
La Duma ha acordado penalizar hasta con 15 años de cárcel a quienes propalen falsas noticias sobre la actuación del ejército en Ucrania. Palabras como invasión, ocupación o guerra no pueden aparecer en los medios de comunicación, y la emisora de TV Dozhd y el prestigioso periódico “Eco de Moscú” han sido cerrados por difundir “noticias falsas”. Alexei Navalny ha hecho desde la cárcel un llamamiento a sus compatriotas para que salgan cada día a la calle a protestar por la invasión de Ucrania “No nos convirtamos en un país de gente asustada y silenciosa, de cobardes que fingen no darse cuenta de la guerra contra Ucrania desatada por nuestro zar loco”. A pesar de la terrible represión a la que se exponen, cientos de personas se manifiestan a diario en distintas ciudades del país y más de 7.000 ciudadanos han sido golpeados y detenidos por la policía. Algo empieza a moverse en la enmudecida Rusia pese a las represalias, lo que resulta esperanzador. Como ha observado Jorge Dezcallar, la gran perdedora es la sociedad rusa, políticamente aislada y económicamente machacada por la megalomanía de un autócrata.
Compañeros de viaje
Como ha señalado “El Mundo”, “el pacifismo irresponsable, pueril y apolillado de la izquierda radical española es el mejor aliado de los tanques rusos”. Son los que tradicionalmente han sido a calificados de “compañeros de viaje ” o de “tontos útiles”, que se encuentran hasta en el Gobierno. Ministras como Ione Belarra o Irene Montero, y secretarios de Estado como Enrique Santiago se oponen a la entrega de armas a Ucrania porque alientan una escalada del conflicto. Para los “pacifistas”, diálogo equivale a rendición incondicional y es evidente que si Ucrania aceptara las condiciones impuestas por Putin, acabaría la guerra y se instauraría la paz de los cementerios. Sánchez ha escogido a sus colaboradores podemitas y es, por consiguiente, “el responsable de que sus voces amplifiquen la propaganda rusa, abochornado a todos los españoles”.
Un arquetipo de esta caterva es el que fue embajador de Nicaragua en España, Augusto Zamora, que ha escrito un deleznable artículo en “Público” sobre la muerte de Europa. Lleva razón el docto autor cuando dice que es una suerte que no haya un premio Nobel a la estupidez humana, porque él sería un muy cualificado candidato, pues en su artículo –que debería haber sido publicado en “Russia Today” o en “Sputnik”- hay una buena cosecha de estupideces, tales como que i) la actuación de Rusia no puede ser calificada de guerra de conquista o de ocupación; ii) si Ucrania no llega a un acuerdo los tanques rusos llegarán a la plaza de Maidan; iii) Rusia no pretende anexionarse a Ucrania y sólo vela por que la OTAN no anexione ese país; iv) la OTAN se niega a negociar cuestiones de seguridad con Rusia; v) ésta cuenta con recursos agropecuarios inagotables; vi) la soledad de Rusia es un mito; vii) no es posible pensar en arreglos pacíficos con Estados Unidos y su gallinero; y vii) la única forma de luchar contra la hegemonía norteamericana es la guerra, que será nuclear.
Daré una somera respuestas a tan brillantes reflexiones: i) Rusia califica púdicamente su actuación de “operación especial”, pero es una guerra de conquista, entraña una ocupación y supone una agresión; ii) Ucrania no tendrá más remedio que negociar conforme a las exigencias rusas y, si no se rinde incondicionalmente, los tanques rusos llegarán no sólo a Kiev, sino también a cualquier rincón ucraniano; iii) Rusia no es que pretenda, sino que ya se ha anexionado territorios ucranianos como Crimea y tiene mucho más apetitito; iv) en su respuesta concertada al ultimátum ruso, la OTAN y la UE propusieron debatir importantes cuestiones de seguridad, pero Rusia no se dio por enterada porque no está interesada en negociar; v) Rusia tiene una economías de país en vías de desarrollo basada en las materias primas minerales –petróleo, gas, carbón- y carece de producción agraria significativa y de industria de valor añadido; una de las razones que explican su intención de anexionarse Ucrania o parte de ella es precisamente para servirse del “granero de Europa”; vi) Rusia sólo cuenta con el apoyo de cuatro Estados, como ha revelado la votación de la sentencia condenatoria de la Asamblea General: 141 Estados a favor, 5 en contra –incluida Rusia- y 35 abstenciones; vi) Rusia menosprecia a la UE –a la que califica de “gallinero de Estados Unidos”- y se niega incluso a hablar con ella, pero la Unión sigue siendo una gran potencia en el plano económico muy superior a Rusia; y vii) la guerra –y más si es nuclear- está prohibida por la Carta de la ONU y deber ser evitada por todos los medios.
El personaje Putin
El Putin al que conocí hace 25 años era una persona muy inteligente, frio y calculador, ambicioso y astuto, con total control de sí mismo y un tanto mesiánico, Era el arquetipo de la Escuela de la KGB, un “homo sovieticus, que consideraba la disolución de la URSS como una gran tragedia causada por la traición de Gorbachov y de Yeltsin al pueblo ruso. Henchido de ardor patriótico y nacionalismo, se considera una reencarnación de Iván el Terrible, llamado a restaurar las pasadas grandezas del Imperio zarista. Ha perdido el autocontrol y se ha convertido en una Tirano Banderas bananero, con reacciones infantiles, como justificar la agresión a Ucrania por la urgente necesidad de liberar al país de una pandilla de drogadictos y nazis que lleva años cometiendo actos de genocidio contra los ucranianos rusófonos. Según Karl Schlogel, atacar a un país cuyo presidente es judío con la coartada de que está controlado por neonazis no sólo es absurdo, sino que muestra lo peligrosas que son las ideas de Putin.
François Mitterand ha dicho que Putin es una persona equilibrada y con un gran control de sí mismo. Creo que lo fue, pero tengo fundadas dudas de que ahora lo siga siendo. Jorge Bustos lo ha descrito como “un psicópata dentro de un nacionalista, envuelto en un nostálgico de la URSS”. El senador norteamericano Marco Rubio ha mantenido que Putin ha experimentado un peligroso viraje y vive un estado de aislamiento, hipervigilancia y total desconexión con la realidad. “Este no es el hombre que presumía de control emocional. Sus recientes estallidos de ira no son propios de él y muestran una erosión en el control de sus impulsos”. El neurocientífico irlandés Ian Robertson ha señalado que el Covid ha podido exacerbar en Putin el “síndrome de Hubris”, un trastorno del ego relacionado con el ejercicio del poder, que puede llevarle a creer que “su destino y el de la nación son el mismo”. Ludmila Ulitskaya ha afirmado que Putin se ha vuelto loco. “Todo esto es el acto de un hombre que ha perdido la razón y debe ser internado inmediatamente en un psiquiátrico”.
El grave problema es que Putin no es un dictador como Maduro o Kim Yong-in, sino un autócrata cuyo país posee el mayor número de ojivas nucleares del mundo y que tiene el dedo puesto sobre el botón rojo que puede hacerlas explotar, y –a modo de advertencia- ha puesto en estado de alerta el sistema ruso de disuasión nuclear. Durante la Guerra Fría, el principal elemento de disuasión fue la “Doctrina MAD” (“Mutual Assured Destruction” -“Destrucción Mutua Asegurada”-. Ahora hay quienes temen que Putin se haya vuelto “mad” –loco- y se plantean hasta qué punto está dispuesto a llegar y si apretaría el botón si se sintiera amenazado, emulando así a un Sansón, que destruyó el templo y todos sus ocupantes, incluido él mismo. Es probable que Putin haya lanzado un órdago a Occidente para que ceda, “escalando para desescalar” y lograr satisfacción de sus exorbitantes pretensiones. Hay riesgo de que por descuido o accidente se vaya más allá de lo pretendido, como podría haber ocurrido con el ataque a la central de Zaporiyia, donde -en el caso de que se produjera una fuga nuclear- se verían afectadas las ciudades de Rostov, Krasnodar, Crimea y el sur de Rusia. Instalado en la irracionalidad como se encuentra Putin, cualquier cosa es posible en Moscú.
Fernando de Artacho ha llamado mi atención sobre un pasaje del Apocalipsis (8-10/11), que reza así: “Y el tercer ángel tocó la trompeta y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una tea, y cayó sobre la tercera parte de los ríos y sobre las fuentes de las aguas. Y el nombre de esa estrella es Asenjo. Y la tercera parte de las aguas se volvieron amargas y muchos hombres murieron”. “Asenjo” en ucraniano se traduce por “Chernobyl” (¡!). No he preguntado cómo se dice “Zaporiyia” en ese idioma
Madrid, 4 de marzo de 2022
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