BRILLANTE ACTUACIÓN DEL PAYASO PUIGDEMONT
Sigue la
brillante actuación del payaso Carles Puigdemont en un circo internacional con
tres pistas: Bruselas, Copenhague y Barcelona. Ahora intenta el “más difícil
todavía” con el intento de investidura telemática como Presidente de la Generalitat ,
con la eficaz colaboración del director de la pista catalana, Roger Torrent,
Presidente del Parlament.
El espejo de Tabarnia
refleja las incongruencias de los independentistas
En este
ambiente circense, se ha producido una réplica mimética en Cataluña con la creación virtual de Tabarnia, la unión
de los pobladores de las regiones y pueblos de Barcelona y Tarragona contrarios
a la independencia y decididos a seguir siendo españoles, que ha reclamado el
“derecho a decidir” para separarse de Tractoria, la Cataluña bucólica y rural
formada por Gerona y Lérida. La nueva Comunidad ha elegido como Presidente al
director teatral Albert Boadella, que ha reconocido que -pese a sus intentos de
ser un buen payaso- no puede igualar a Puigdemont. El genial dramaturgo ha
puesto de manifiesto cómo el humor es el antídoto más eficaz para luchar contra
la estupidez humana.
Esta broma
ha descolocado a los separatistas catalanes, que han visto reflejadas en el
espejo de Tabarnia la falacia y la ridiculez de sus argumentos para separar a
Cataluña de España. En un reciente artículo en “ABC”, el Embajador José Cuenca ha recordado el “caso Québec”, que
los indepedentistas invocan indebidamente para justificar su derecho a la secesión.
Como afirmó el Tribunal Supremo de Canadá en 1998, “si Canadá es divisible, también lo es
Québec”, lo que, “mutatis
mutandis” equivaldría a decir que “si
España fuera divisible, también lo sería Cataluña”. Los independentistas –reconocidos expertos en
la “Ley del Embudo”- se niegan, sin embargo, a aceptar que cualquier territorio
catalán pueda llevar a cabo una consulta –“¿qué
hay de malo en poner urnas?”, han mantenido cuando les interesaba- y
declarar su independencia o incorporarse a otra Comunidad que le resultara más
interesante o atractiva. El secesionismo sostiene que España es divisible si
así lo deciden las urnas democráticas de la Generalitat ,
pero que nadie intente atentar contra la sagrada integridad de Cataluña. “Decir que ‘Barcelona no es Cataluña’ es una
tontería de un calibre semejante al de ‘Cataluña no es España’”, concluía
Cuenca.
El baño de Puigdemont
en Copenhague
Pletórico
de entusiasmo propagandístico, Puiggdemont quiso llevar a Dinamarca la buena
nueva del independentismo catalán simbolizado en su persona y se hizo invitar
por la Universidad
de Copenhague para establecer u n diálogo con los profesores y estudiantes de la Facultad de Ciencias
Políticas de dicha Universidad. Puigdemont ofreció una triste figura al
responder balbuciente a las incisivas preguntas de los profesores Marlene Wind
y Christian Rosbell. La
Dra Wind –Directora del Centro de Política
Europea de la Universidad
danesa- le hizo preguntas tales como ¿qué entendía por democracia?. ¿el hecho
de que sólo 43% de los catalanes votara en favor de la independencia no tenía
ningún impacto en esa votación? ¿no había muchos catalanes no independentistas silenciados?
¿Siendo Cataluña la región más rica de España, no eran unos consentidos que
querían liberarse de los pobres? Puigdemont
fue incapaz de dar una respuesta mínimamente satisfactoria. Wind dijo que el
separatismo provocaba limpieza étnica y balcanización, y creaba mucho odio
entre las personas. Señaló que la democracia suponía pasar por las urnas, pero
también respetar las normas y el Estado de derecho, y que ésa era la gran
diferencia entre el referéndum escocés o quebequés y el catalán. Y le espetó:”¡Bájese Vd. del árbol! Deje de crear alboroto con este circo,
viajando por toda Europa y victimizándose a sí mismo, y vuelva al trabajo”.
Concluyó su argumentación afirmando:”Los
propios catalanes están divididos al 50%
en este tema y los separatistas no están más legitimados de los que no
se quieren separar, aunque ellos lo planteen como si fueran los catalanes más
legitimados. Tienen que aceptar que quienes quieren salir de España no son
mayoría y abandonar la retórica que han venido utilizando hasta ahora”. De
esta aventura, el paladín de Tractoria ha salido como el gallo de Morón: “cacareando y sin plumas”.
En unas declaraciones
a “El Mundo, Wind ha afirmado que el
separatismo alienta a una especie de tribu que sólo quiere vivir consigo misma.
Lo que dice es: “Somos mejores, sólo
debes hablar una lengua”. Se basan en los mismos principios y códigos que
el populismo: movilizar a las gentes en las calles en contra de alguien o de
algo, y eso es muy peligroso para la estabilidad no sólo de cada Estado, sino
también de la Unió Europea
en su conjunto. Europa no puede convertirse en un continente de 200
mini-Estados. “Trabajar juntos y eliminar
fronteras es la única vía de progreso”. Romper Estados-nación democráticos
es muy grave y no beneficia más que a quienes quieren liquidar la Unión , como Vladimir Putin o
Donald Trump.
Aprovechado
la ocasión de la excursión de Puigdemont a Copenhague, el Fiscal del Tribunal
Supremo pidió al Magistrado Instructor que reactivara la euro-orden para que fuera detenido y
entregado a España, pero Pablo Llerena se negó alegando que el ex-Presidente no
había viajad a Dinamarca para orearse tras dos meses y medio de estancia e
Bélgica, ni movido por ninguna “inquietud
académica”, sino con el objeto de ser arrestado. La jactancia del
investigado de ir a desplazarse a un concreto lugar no tenía más finalidad que
“buscar la detención” y, de esa manera,
“burlar el orden legal que rige la actividad parlamentaria”. Frente a la
imposibilidad legal de optar a una investidura sin comparecer en el Parlament, “la provocación de una detención en el extranjero busca que el
investigado pueda pertrecharse de una justificación de que su ausencia no
responde a su libre decisión como prófugo de la justicia, sino que es la
consecuencia de una situación que le
viene impuesta”. El interesado se colocaría en la misma situación de los
imputados ingresados en la cárcel y el Instructor se vería obligado a autorizar
que delegara su voto y, con ello, podría “ser
investido a distancia”.
Creo que
Llerena se ha extralimitado en sus funciones y ha emitido un auto más político
que jurídico, en base a que el juez debe tener en cuenta las circunstancias
políticas para tomar una decisión jurídica, ya que no hacerlo supondría “favorecer la estrategia anticonstitucional e
ilegal que este procedimiento está llamado a poner término”. En ese caso, “se instrumentalizaría la privación de
libertad para alcanzar la investidura y el voto que parlamentariamente no puede
obtener, pero perseverando el investigado en eludir su sujeción al proceso
penal, evitando someterse a la jurisdicción nacional y oponiéndose desde el
extranjero a la extradición”. Las circunstancias aconsejaban posponer la
orden de detención a “un momento en el
que el orden constitucional y el normal funcionamiento parlamentario no se
encuentren en riesgo por una detención, que –como el Ministerio Fiscal
defiende- seria lógica en otro contexto”. Añadió Llarena que el
aplazamiento permitiría concluir la investigación y ofrecer al país que deba entregar a Puigdemont
una visión completa de los hechos que permitan juzgarlo por todos los delitos
que se le imputan.
No estoy del todo de acuerdo con
la decisión del Magistrado Instructor ni con sus argumentación, más política que jurídica. Si un juez tuviera
la posibilidad de solicitar la entrega de un prófugo por medio de una
euro-orden, debería cursarla sin especular cuál va a ser la reacción del Estado
requerido. Hay que dar un margen de confianza a los Estados socios de la UE , salvo que haya motivos
fundados para dudarlo, como en el caso de Bélgica, que ha dado muestras en el
pasado de falta de cooperación con la justicia española y que -en el “caso
Puigdemont”- hizo a través del Fiscal del Rey un requerimiento intoleraba para la Justicia de un Estado
miembro de la Unión. A
diferencia de la normativa belga, la legislación danesa contempla los supuestos
de rebelión y de sedición, y prevé incluso sanciones más graves que las
previstas en el Código Penal español. Llarena debería haber reactivado la
euro-orden contra el fugado ex-President,
pues –al no hacerlo- da la sensación de que no cuenta con motivos suficientes
para formularla, y haberse abstenido de hacer elucubraciones políticas ajenas a
su función.
ERC sigue siendo ERC
ERC –que sólo tiene en común con
la antigua Convergencia, y sus múltiples reencarnaciones por mor de la
corrupción, la aspiración a lograr la independencia de Cataluña- quiso librarse
del abrazo del oso de Artur Mas, que la había forzado a formar una coalición en
Junts pel Sí. Por eso, Oriol
Junqueras se opuso a renovar la coalición y decidió ir por separado a las
últimas elecciones autonómicas. Todos los sondeos daban a ERC como vencedora de
los comicios a costa de PEdeCAT –camuflada, un vez más, bajo la sigla de Juntos
por Cataluña (JxC)-, pero el desarrollo de los acontecimientos –encarcelamiento
de Junqueras, huida de Puigdemont a Bélgica y hábil campaña de éste frente a la
impotencia del encarcelado líder de ERC y la incompetencia de su equipo rector-
hizo que, contra todos los pronósticos, JxC superara a ERC y el volatinero
Puigdemont reclamara su derecho a la re-elección al ser su partido el más
votado entre los nacionalistas.
ERC
consiguió la pedrea de la presidencia del Parlament
–pese a haber sido Ciudadanos el partido más votado y con más escaños- en la
persona de Roger Torrent.
Pese al odio africano de Junqueras a Puigdemont –que le dejó
la palma del martirio, mientras cobraba todos los réditos del victimismo desde
su confortable exilio bruselense-, ERC no tuvo más remedio que apoyar su
candidatura a la presidencia de la Generalitat. La
faz amable de ERC se mostró en el discurso inaugural aparentemente conciliador
de Torrent, que cito la frase de Stefan Zweig “nuestro mundo tiene espacio para muchas verdades y no sólo para una”,
aunque omitió otras de este mismo autor como la de que “el nacionalismo es el camino más corto del hombre hacia la bestialidad”.
Torrent no tuvo el menor escrúpulo en presentar la candidatura de Puigdemont,
pese a ser consciente de que no estaba en condiciones de acceder al cargo y en
contra de la opinión de los juristas del propio Parlament, que consideraron antijurídicas la investidura telemática
y la delegación de voto de los diputados fugados. Como advirtió Francisco Rosell, el flamante Presidente hizo creer
al PP, al PSC y a Ciudadanos que se apartaba de la radicalidad de la ERC -que propició la Declaración
Unilateral de Independencia (DUI)- y adoptaban una actitud de
“abstemio”. Estos partidos “atisbaron un
hilo de esperanza en su ‘conciliador’ discurso, pero obviaron que se había
atizado antes las copas del prófugo Puigdemont y del recluso Junqueras en el
curso de su prédica de nuevo presidente de la cámara autonómica”. No sólo
propuso a un prófugo para el máximo cargo de la Generalitat
– pese a haber afirmado que seguiría los consejos de sus asesores
parlamentarios-, sino que peregrinó a la corte de Bruselas para rendirle
pleitesía y ponerse a sus pies.
anular su decisión
Dictamen del Consejo
de Estado.
Cundió el
pánico en Moncloa ante la posibilidad de verse una vez más engañados por las
argucias de Puigdemont y su corte de los milagros, y encontrarse con el hecho
consumado de su elección telemática. Ante la situación de emergencia, la Virreina de Cataluña,
Soraya Sáenz de, Santamaría convenció a su
jefe Mariano Rajoy de que saliera de su modorra arriólica y actuara
adelantándose a los acontecimientos, de modo que el Gobierno no fuera
“madrugado” una vez más por los separatistas. Sin consultar debidamente con los
partidos constitucionalistas ni con el
resto del Gobierno y sin conversar del tema con el Consejo de Estado, solicitó
a éste su preceptivo dictamen previo al planteamiento de un recurso ante el Tribunal Constitucional (TC) para que éste suspendiera
la sesión de investidura de Puigdemont.
Contra lo
esperado por el Gobierno, el Consejo de Estado mostró independencia de criterio
y dio un dictamen negativo, porque la jurisprudencia constitucional prohibía
las “impugnaciones preventivas o
hipotéticas”. El TC no podía pronunciarse sobre “eventuales e hipotéticas interpretaciones”. Ha señalado que no
cabía ir más allá de una mera presunción
de que el candidato propuesto no fuera a hacer acto de presencia en la cámara.
Ahora bien, si en la convocatoria de la investidura o e cualquier otro acto el Parlament autorizase de forma expresa la intervención
del candidato ausente a través de medios telemáticos o por medio de persona
interpuesta, procedería su impugnación. Igualmente impugnable sería el acuerdo
plenario por el que se le otorgase la confianza del Parlamento al candidato propuesto
si finalmente no compareciese de forma personal y presencial en la sesión de
investidura. El Consejo ha dejado claro que el discurso del candidato no puede
ser pronunciado a través de TV o de Internet,
ni por una persona en la que aquél hubiera delegado. Tampoco resultaba
aceptable la delegación de voto por parte de los diputados huidos a Bélgica.
Ahora bien, sólo se podía presentar recurso si el Presidente, la Mesa o el Pleno del Parlament aprobaba cualquiera de estos
supuestos.
Se trata de
una opinión excesivamente formalista que se justifica por la mala formulación
de la consulta hecha por el Gobierno.. Jorge de Estaban ha considerado erróneo
el dictamen del Consejo porque, si bien no cabía recurrir una conducta o un hecho
que aún no se había producido, sí era recurrible la propuesta de Torrent de
presentar a Puigdemont como candidato a la presidencia de la
Generalita , lo que
constituye un insulto al derecho. Al ser una resolución, puede ser impugnada a título
efectivo y no de forma preventiva. Comparto en gran medida esta opinión, ya que Torrent ha propuesto a una persona que
no está en condiciones de acceder al cargo al estar imputado por la justicia
por delitos graves de rebelión, sedición y malversación, y no tener acceso
libre al Parlamento pues sería detenido en cuanto regresara a España.
Puigdemont no sólo no se ha arrepentido de su apoyo a la DUI –como han hecho, al menos
formalmente, otros de los investigados ante el juez para eludir la cárcel o
tratar de conseguir su liberación-, sino que sigue cometiendo de forma
continuada los delitos de los que se le acusa, ya que aún se considera
Presidente de la Generalitat , y defendiendo la proclamación de la República Catalana.
Torrent decidió proponer a Puigdemont a sabiendas de que era una propuesta
contraria a derecho, por lo que ha cometido un acto de prevaricación que es
recurrible ante el TC o ante los tribunales ordinarios.
Pese a la
desautorización del Consejo, el Gobierno siguió adelante con su recurso so
pretexto de que, aunque preceptivo, el dictamen no era vinculante. La Vicepresidenta
Sáenz de Santamaría alegó que el Gobierno no podía esperar a
que se produjera el hecho consumado de la investidura y debía utilizar todos
los medios legales a su alcance para evitar que alguien huido de la justicia
pudiera ser elegido Presidente de la Generalitat. Añadió que merecía la pena correr
el riesgo de una hipotética división del los miembros de TC -que hasta ahora han
actuado de forma unánime en el tema de Cataluña-, lo que no deja de ser una irresponsabilidad.
Con un increíble grado de cinismo, la ex –Presidenta del Parlament, Carme Forcadell, se declaró convencida de que los grupos
parlamentarios catalanes pedirían al Gobierno que hiciera caso al Consejo de
Estado, “igual que piden que se haga caso
a los dictámenes del Consejo de Garantías Estatutarias y a los de los letrados
del Parlament“. Como es de sobra conocido, Forcadell incumplió
sistemáticamente los dictámenes de sus órganos asesores y Torrent parece seguir
el mismo camino.
Auto del Tribunal
Constitucional
La situación se presentaba
peliaguda para el Gobierno porque el ponente, Antonio Xiol, y otros tres magistrados
del sector progresista del TC eran partidarios de reiterar la opinión del
Consejo de Estado y rechazar la petición de suspender la investidura de
Puigdemont. Al final, el Tribunal ha hecho encaje de bolillos y ha dictado por
unanimidad un auto salomónico que ha permitido evitar la catástrofe. Ha decidido
la suspensión cautelar de cualquier sesión de investidura que no sea presencial,
ya que no podía hacerse por vía telemática ni mediante sustitución del
candidato por otro parlamentario, y los diputados huidos de la justicia no
podían delegar su voto en un tercero. Asimismo, “no podrá procederse a la investidura del candidato sin la pertinente
autorización judicial, aunque comparezca personalmente en la Cámara , si está vigente una
orden judicial de busca y captura e ingreso en prisión”. El Tribunal ha
declarado “radicalmente nulo y sin valor
ni efecto alguno cualquier acto, resolución, acuerdo o vía de hecho que
contravenga las medidas cautelares adoptadas”.
El TC ha
ordenado que se notifique personalmente la decisión al Presidente Torrent y a
los miembros de la Mesa ,
y les ha recordado “su deber de impedir o
paralizar cualquier iniciativa que suponga ignorar o eludir las medidas
cautelares adoptadas”, y advertido de las eventuales responsabilidades penales en caso de incumplimiento. Se
les ha indicado específicamente que deberán abstenerse de cualquier acuerdo o
actuación que “permita proceder a un
debate de investidura de don Carles Puigdemont Casamajó como candidato a la
presidencia de la
Geeralitat , que no respete las medidas cautelares adoptadas”.
El Tribunal no se ha pronunciado sobre
la admisión o inadmisión del recurso y
ha aplaza la decisión hasta que se pronuncien sobre el asunto quienes han
pedido personarse en el mismo, incluido Puigdemont. Para entonces, ya habrá
pasado la fecha prevista para la celebración del pleno de investidura, por lo que la decisión tendrá menos
trascendencia. . El Gobierno no ha logrado que el TC anule la candidatura de
Puigdemont, pero ha obstaculizado su realización y sul auto hace prácticamente
imposible la investidura de prevista para el 30 de Marzo. Si aquél quisiera participar en
la citada sesión, tendría que regresar a España, ponerse a disposición del Juez
Instructor y solicitar de él una autorización judicial para asistir al la sesión
del Parlament.
Como ha
observado Francisco Pascual, quienes han criticado al Gobierno por ir a
remolque de las iniciativas de los independentistas ahora lo critican por adelantarse
a estas iniciativas. El Gobierno ha hecho bien, pero lo ha hecho mal, valga el
juego de palabras. Ha impugnado un acto aún sin realizar -con lo que se ha
llevado el revolcón del Consejo de Estado, que le ha recordado que en derecho
no caben las impugnaciones preventivas-, en vez de denunciar el acto
prevaricador de Torrent de proponer como Presidente de la Generalitat a un prófugo de la justicia imputado
por graves delitos y que sigue delinquiendo. El TC ha salvado la cara del
Gobierno, que –por una vez que ha actuado a tiempo- lo ha hecho de forma
chapucera. Sáenz de Santamaría y su cohorte de Abogados del Estado se han
cubierto de gloria.
¿Qué va a pasar en la
sesión de investidura?
En la
situación rocambolesca en que los políticos catalanes han colocado al país,
cabe esperar cualquier cosa. Dependerá de lo que decida Torrent y, en último
término, Puigdemont. De éste depende que la sesión de investidura se desarrolle
conforme a lo previsto, mediante su presencia física en el acto. No creo que
ésta se produzca porque es un cobarde que no está dispuesto a asumir el riesgo
de pasar ni un minuto en la cárcel. Ha instado el amparo de Torrent para poder
acudir al Parlament con la garantía
de no ser detenido, porque alega que goza de inmunidad, pero el Presidente de la Cámara no está en
condiciones de concedérselo por más que quisiera. A éste se le ofrecen tres
alternativas: suspender la sesión de investidura e iniciar contactos con los grupos
parlamentarios para la presentación de un nuevo candidato, mantener la sesión e
intentar la investidura de Puigdemont por vía telemática o mediante delegación,
o aplazar la convocatoria “sine die”
o a la espera de que el TC se pronuncie sobre la petición de suspensión de la
candidatura del ex –President hecha
por el Gobierno. La primera sería la fórmula más razonable y conforme a derecho
y, en este sentido, el diputado de ERC Joan Tardá declaró a “La
Vanguardia ” que quizás habría que sacrificar a una
persona para salvar a las instituciones, pero ha sido desautorizado por la
dirección de su partido. La segunda supondría un enfrentamiento abierto con el
TC y con el Gobierno, y conduciría a la imputación de Torrent por desobediencia
e incluso por complicidad en la rebelión. La tercera es la que presenta menos
riesgos, siempre que sea temporal y no exceda del plazo máximo autorizado para
la realización de la investidura. Esta última opción ha sido la elegida por Torrent,
que ha decidido suspender el debate de investidura del candidato Puigdemont -aunque no desconvocarlo-, hasta que el TC se
pronuncie definitivamente.
Es
increíble el grado de fanatismo y de prepotencia de los nacionalistas, a los
que no les basta seguir monopolizando el poder en Cataluña –pese a no contar
con la mayoría de votos de los catalanes-, sino que pretenden imponer como
Presidente de la Generalitat a un
prófugo de la justicia acusado de los graves delitos de rebelión, sedición y
malversación de caudales públicos, y que sigue insistiendo en su actuación
delictiva desde el extranjero. Con arrogancia les ha dicho a los catalanes no
independentistas, al Gobierno de la
Nación y al resto de los españoles:¿No queréis caldo?, pues tomad
dos tazas: Puigdemont y Puigdemont”. Y lo hacen incluso en contra de los
intereses de sus propios partidos, especialmente en el caso de ERC. Es difícil
de comprender cómo, pese a la rivalidad con JxC y la traición de Puigdemont a
Junqueras, el Presidente republicano del Parlament
le hace el juego a su rival dentro del nacionalismo y apoya incondicionalmente
sus exorbitantes y egoístas pretensiones: ”Cataluña
soy Yo”. Los nacionalistas de todo cuño –incluidos los energúmenos de la CUP , que ladran más que
muerden- aplauden entusiasmados la gran actuación de la superestrella del circo
separatista: el payaso Puigdemont. Resulta, por otra parte, cómico que los
constitucionalistas que tanto nos preocupamos por que no sea elegido
Puigdemont, pasamos por alto que su eventual sucesor –en el caso de que
los nacionalistas recuperaran la cordura
y presentaran a otro candidato de entre sus filas separatistas- podría ser
igual o incluso peor que el Payaso-en-jefe de la República de Cataluña..
Madrid, 30 de Enero de 2018